Mostrando las entradas con la etiqueta Rock. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Rock. Mostrar todas las entradas

«Esto no es una canción de amor», es una novela de rock en vivo


Cortejando la ruina | Por Juan Mendoza

            

Estaba en la página de Paraíso Perdido buscando comprar la novela The Empire del portugués Joao Valente traducida por Ave Barrera, aprovechando que era semana de FIL y tenían descuentos. Descubrí que si la compraba en “paquete rockero” recibía un muy buen descuento y me hacía de otros tres libros. Así fue que una semanas después llegó a mí un ejemplar de Esto no es una canción de amor, novela de Abril Posas que fue editada en noviembre de 2020 y que ya la leí, incluso antes que The Empire.

Y descubrí que es una novela de nostalgia. Una oda de amor a la década de los noventa.

            Mi voz interna me dice: ¡No puede ser una oda al amor, juanito! ¡el título lo dice!

Y sin embargo lo es.

Aunque también es una novela iniciática, que también tiene despedidas. De desencuentros y pérdidas que llevan a nuevas relaciones, aunque no necesariamente buenas relaciones. De desapego, pero también de empatía. De haters en Twitter y un ocasional pogo en una tocada punk.

Y de dos cosas que particularmente me interesa subrayar:

1.- Está novela es un rock en vivo.

Un concierto en un bar pequeño de un grupo de covers que durará hora y media que abre con Ring of Fire de Johnny Cash y cierra con Club de Fans de John Boy de Love of Lesbian, revisando por igual Mulder & Scully de Catatonia o Half a person de los Smiths y mientras tanto pasa de todo y al mismo tiempo no pasa nada. Y esto me lleva a pensar en aquella literatura en castellano que tiene bandas de rock, ficticias o no, como protagonistas en la historia. Mencionaré a los Suásticos en De Pérfil de José Agustín, Outsiders de El Ritual de la Banda de Fidencio González Montes, Los Coyotes Hambrientos en el Blues del Chavo Banda de Eduardo Villegas, La Móndriga Crisis en Matar por Ángela de Hugo García Michel (ésta inspirada en La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio), Los Hijos del Ácido en Las Jiras de Federico Arana, Filia en Fuimos una Banda de Rock de Enrique Escalona,  La-Banda-de-la-que-nunca-conocemos-el-nombre donde milita Diego Iturrigaray en Polvos de la Urbe de Víctor Roura, La Maquinita de Pachuca en Diario Íntimo de un Guackarroker de Armando Vega Gil, Las Ratas de Coyoacán en Rocanrol Suicida de Rogelio Flores, Los Desesperados en la novela homónima de Joselo Rangel, Las Duelistas en Rompepistas de Kiko Amat o Los Tampones en Tratado de Hortografía de Patxi Irurzun. Todas giran, en menor o mayor proporción, en una banda que compone música original.

Pero no había, hasta la fecha, una novela de una banda que toque covers de las que existen miles. Los Incómodos se hacen llamar y esta historia es lo que pasa por la cabeza de Romina, cantante de la banda, alrededor del último show. No hay grandes giras de despedida, ni anuncios previos, ni onerosas ventas de boleto. Un integrante dejará la banda y tendrán su ultima tocada antes de su partida. Y eso quizá no le importé más que al pequeño universo que se forma cuando tocan en el estrado para algunas personas que nunca se enterarán de que algo está muriendo para siempre. Como ha pasado por toda la vida con las bandas de covers. Como le pasa a Rom, la protagonista de esta novela, que nos lleva a la otra cosa que voy a subrayar (alerta de spoiler que no es spoiler porque lo sabemos desde que inicia la novela):

 2.- El fuerte vínculo maternal de Rom.

Cuando leí la novela, la madre de Romina había muerto trece años atrás, y ella desconocía que todas esas cosas que hacían juntas, como pequeños rituales, con el tiempo afinarían mucho ese vínculo; eso hace más y más complicado dejarla ir. Cuando leí la novela mi madre aún vivía. Y desconocía lo mismo que Romina. Quizá por eso es que ahora noto ese vínculo fortísimo que se mantiene intacto y presente en toda la novela, porque al igual que en nuestra novela que es la realidad, permanecerá durante toda la vida. En todas las cosas que hagas, a cualquier lugar que vayas. A menos que te llames Mersault y termines matando un árabe en una playa.

Cuando pensé en escribir acerca de ésta novela, mi madre aún vivía. Si hubiera escrito entonces quizá no le hubiera dedicado al tema más que alguna mención casi accidental. Pero mi madre murió hace pocos días. Escribirlo es fácil, pero supondrás (o sabrás) que es algo bastante feo. En la vida te encuentras con una montaña de cosas que impactan y mientras creces van siendo cada vez menos las cosas que llegan a sorprenderte. La muerte de alguien con llevas conviviendo algún tiempo es una de las que pega más duro. Sobre todo si es la muerte de alguno de tus padres. Quizá lo único peor a ese sentimiento sea la muerte de un hijo. Quizá.

          Tampoco se me ocurre mucha literatura en español dedicada a la presencia onírica de una madre fallecida. Quizá El Extranjero de Albert Camus. Pero Mersault no sabe ni cuando se murió su madre y pronto lo olvida. ­Quizá Canción de Tumba de Julián Herbert, pero durante la historia la madre está moribunda, más no muerta. Eso creo. Ya me lo dirán los que leyeron la ópera prima de Herbert, la neta es que no lo he leído porque no he podido conseguirla. También se agradecería que nutrieran la lista con novelas del tema que se me escapan o desconozco.

              Igual esas cuya trama tenga que ver con grupos de covers.

              Lo cierto es que su lectura me refirió a otra “primera novela”: Salida de Emergencia de Maira Colín. Novela editada por La Cifra en 2016 que habla sobre la inconsistencia de la cotidianeidad cuando es manoseada por las otras partes de la ecuación llamada amor, y demuestra que todas las relaciones amorosas son enfermizas. Su autora además de ser gran seguidora de los Pixies, también es la lead singer de la banda Los Burocratics. Ignoro si Abril y Maira se conozcan, si alguna vez compartieron cheve de una jarra oscura mientras escuchan canciones de pop inglés que salen de una rockola previamente alimentada con muchas monedas para no interrumpir el ritual con pausas inútiles. Definitivamente sus personajes lo harían. Imagino a Laura, Regina, Gabriel y Rubén liando algo y confabulando en el antro donde se lleva a cabo un concierto de Los Incómodos… y si no saben de que carajos hablo, sólo vayan a conseguir las novelas. Para que se animen cheedo: ambas se hermanan porque son libros con soundtrack muy similar.  

            Y para muestra, la liga al playlist de Esto no es una canción de amor, que descubro, tiene el mismo mood y se pueden complementar con el de Mi Reflejo en una Montaña Cubierta de Nieve, pero esa es otra historia.

Un tesoro de oro, salitre y carbón desde la psique de Nacho Vegas

Por Chrys Sainos


Descubrí a Nacho Vegas por “El hombre que casi conoció a Michi Panero” maravilloso tema incluido en el álbum Desaparezca aquí de 2005. No me pregunten porqué, pero cuando me di cuenta, me encontraba buscando su música como quien recopila textos para una tesis doctoral. Las palabras del autor español Juanjo Ordás, escritor especializado en rock resumen mi punto a la perfección:


“Por esa época estaba ávido de dar con nuevos valores que se expresaran en castellano, en realidad sigo en ello… Lo que más me  impresionó… es que se trataba de un rockero heterodoxo de la misma forma que podía ser Nick Cave… Nacho Vegas era un oscuro y profundo pozo que te abría su agujero y te invitaba a saltar dentro sin haber tirado una moneda previamente para saber de su profundidad (o si tal vez concediera deseos). En la caída Vegas te abraza con solemnidad y calor, no os quepa duda.”

Fruto de esa breve, pero sustanciosa búsqueda intensiva, me fui encontrando con rarezas, colaboraciones y pequeñas joyas diseminadas por un sin fin de medios, conciertos y presentaciones. Conocí al Vegas activista, (lo político se siente en muchas de sus letras) que complementan al sarcástico demonio de Asturias que con brutal poesía retrata “la negrura de la vida” en sus propias palabras.


El Oro, Salitre y Carbón es un disco recopilatorio que en 2020 llegó como una muy necesaria doble antología con canciones que fueron presentadas fuera de los álbumes oficiales, con algunas inéditas. Versiones, que reflejan la evolución del cantautor y  que resumen sus últimos diez años de trayectoria así como el contexto social de España y el mundo en los últimos años.

 

En estas veintiséis pistas se recopila la negrura vital del artista. Es un viaje poético que aborda magistralmente el periodo más abiertamente comprometido y político de Nacho Vegas, empezando por “Cómo hacer crac” pasando por temas tan emblemáticos como “La última atrocidad”. Además nos regala joyas inéditas, temas en directo y rarezas varias como “A les rexes de la cárcel”, los versos que escribió en un papel y lanzó al exterior de la penitenciaria un preso anónimo, tras la Revolución de Asturias en octubre de 1934 y que Vegas dibuja magistralmente rindiendo homenaje a las personas que han sido perseguidas por su activismo político. Cuatro canciones más completan la tanda de inéditas del disco, seis en total. Imperdibles el cover de Violeta Parra “Arriba quemando el sol” así como  “Fabulación”, pieza ácida que habla sobre la vida y sus mentiras; piezas que fueron fraguadas con los que fueran sus músicos habituales (hoy emancipados) y nos regalan un sonido que se agradece bastante en la pieza instrumental que abre y da título a la obra, "Oro, salitre y carbón", la cual nos recuerda esas aperturas épicas de bandas sonoras que explotan de belleza crepuscular y gusto western, muy en el estilo folk-rock con el que a menudo coquetea Vegas; por otro lado y no por eso menos importante tenemos la que se convertiría en mi obsesión reciente, por su delicadeza y belleza brutal: “Lyrica”, es una corrosiva y agridulce poesía contemporánea que nos sugiere “Deja que entre la Lyrica, hasta donde no llego yo, deja que entre el Clonazepam, el neurotransmisor GABA te lo agradecerá”, citando a Nietzsche nos recuerda que “Dios ha muerto” y luego sentencia implacable: “Si en tu vida hay una pastilla que te da la paz, el principio activo será siempre la soledad” para rematar “disculpa este extraño humor, es mi mente” navegando con arte y maestría por los abismos perturbadores de la psique humana.


Nacho Vegas: filólogo, lingüista y enfermo. Sus letras empapadas de dulce veneno, amores violentos y perdidos, sin que te des cuenta, se van quedando pegadas como salitre en el subconsciente, arden en los huesos y calan en el alma; lo que hace de este disco una verdadera obra de arte cínica, sarcástica, que desborda belleza auditiva y como buena dosis de fluoxetina o jalón de sativa nos ayuda de forma amable a sobrellevar la decadente realidad con cada una de las joyas que conforman este increíble cofre del tesoro hecho de oro, salitre y carbón.

Volumen 1, Caifanes: los espacios entre el abismo y un bilongo

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 


Al tiempo que escribo la presente reseña, hay una cumbia que remueve mis letras en el teclado, a ritmo pausado y con un cencerro del lado izquierdo; aunque usar el término “cumbia” solo ocupa la mitad de una canción. Dejémoslo en que, en esta reseña hay influencias de un bilongo -mal de ojo- que se extiende hasta usted como una opinión de álbum de rock lanzado en 1988 por RCA Ariola y RCA Victor.

Calificado como el álbum número 69 de los 250 mejores en la historia del rock en español por la revista Alborde, Volumen 1, Caifanes o también llamado El disco negro, es un vaivén entre las experimentaciones de un disco de rock-punk junto a una cantidad enorme de ritmos que no esperaríamos que estuvieran incluidos en un álbum así.

Canciones icónicas como Perdí mi ojo de venado, La negra Tomasa, Viento Mátenme porque me muero, son ejemplo de estas experimentaciones musicales que se encarnan entre sonidos desconocidos y dilataciones subterráneas de temáticas inconexas.

Interpretado por el cuarteto original de Saúl Hernández, Alfonso André, Diego Herrera y Sabo Romo, el Volumen 1 es uno de los álbumes más icónicos para las generaciones de los 90’s y que trazó el camino de Caifanes por la historia de la música en español.

En principio, como una recopilación de canciones que la banda ya tenía un tiempo tocando de forma independiente, durante este periodo donde el rock se daba entre toquines clandestinos y reuniones que cualquier adulto de ese entonces hubiera dicho: ¡Esos son lugares de mala muerte!


Influenciados por el post-punk que para ese entonces la cultura británica había popularizado con bandas como Joy Division o The Cure; Caifanes -tanto en apariencia como en musicalidad- fue una ruptura con las concepciones más convencionales de una banda de rock, algo más cercano a un concepto que a una personalidad. Es por eso, que entre las canciones de su primer álbum podemos notar esa disonancia a lo que podría ser un disco de El Tri; tanto la cadencia en los bajos, la combinación de percusiones además de los sonidos de batería, el seguimiento melódico de las guitarras e incluso que la voz de Saúl no sea la mejor entonada, brinda una mezcla única que a nuestros oídos parecen un viaje entre sombras y cumbias.

Cuéntame tu vida, el cuarto track del disco, podría ser otro ejemplo de lo que lo hace tan especial, que sin necesidad de ser conceptual, aborda temáticas que para la música podrían ser ajenas. En el seguimiento de una persona que nos habla desde su desesperación, aspecto que desde la literatura podría parecerse a una narración de Cortázar, podemos ser incluidos en la música y no solo como un ente que escucha las canciones, sino uno que participa de forma activa en él al darle un sentido a las letras.

Ahora, si bien escuchamos el álbum solo en su calidad musical, sin buscar significados profundos y dar una revisión a su composición, muchas de las canciones pueden cumplir con esas expectativas, de sonar bien por sí solas. Gritar por dentro en un camión mientras cantamos “¡PERDÍ MI OJO DE VENADO! es uno de esos pequeños placeres que la música como cualquier forma de arte, puede traernos en el día, en este caso, en medio del ritmo rock y combinaciones de sonidos sintéticos que le dan al disco el aura tan oscura y atrayente que lo caracteriza, justamente, como una maldición de escuchar el álbum muchas veces sin que pierda esa sensación, maldición que se renueva con un cierre magistral con Nada, una pieza que parece combinar todos los aspectos mencionados en esta reseña.

En definitiva, un disco bastante completo y que en lo personal considero el segundo mejor de la banda. Recomendado para cantar a todo pulmón, para mirar el techo después de un día largo, pero sobre todo, para bailar con una escoba al gritar “ESTOY TAN ENAMORADO DE MI NEGRA PRECIOSA”.

Letrinas: Alicia te había prohibido verla


Alicia te había prohibido verla
Por Iván Gutiérrez

Ahí está de nuevo, ese maldito escalofrío que siempre te persigue antes de tocar. El miedo nunca se irá, por el contrario, es parte del oficio. Eso es lo que dice Alicia. Claro que dar consejos siempre ha sido más fácil que llevarlos a cabo.  ¿Cuándo ella se ha presentado en un escenario como éste? ¿Cuándo ha tocado frente a cien personas impacientes por destrozar cualquier canción que no coincida con sus expectativas? ¿Por qué habría de hacerle caso a las ideas de Alicia, después de todo?

All I wanna be… Is something so good… (Floated By - Peter Car Recording Co.)

Estos tipos tocan poca madre, y aunque no entiendes si lo que escuchas es jazz, rock o góspel, sientes cómo todas las almas a tu alrededor vibran como guiados por cierta melodía con sabor a psicodelia. ¿Por qué te pusieron después de ellos? Ya casi es hora de subir al escenario y tu maldito corazón no va más que empezando a galopar. ¡Mírate, estás echo mierda! ¡Por Dios, ni siquiera el agua fría te quitó la peste a vino barato! ¡Basta, deja de pensar pendejadas y concéntrate! La carta, acuérdate de la carta, y de su voz cuando te pidió que tocaras el Mi Mayor más rápido, y luego sus labios, sobre todo sus labios, de hecho, olvídate de la carta. ¡No, qué dices, la carta es lo importante! Qué decía… empezaba algo así como… “recuerdo que pensé dos cosas cuando te conocí: que tus canciones no eran malas (pero tampoco las mejores), y que necesitabas a alguien que te dijera cuando no estabas dando lo mejor de ti…”

En la presentación de hace un mes los nervios eran mucho peores, ¿te acuerdas? El hedor a marihuana era casi el mismo, aunque el público no superaba las quince personas, y no podía hablarse tanto de asientos como del clásico estar parado con tu caguama en la mano cotorreando. Apenas habías terminado de tocar y ya querías irte a la chingada del evento. No era como que la gente le hubiera puesto mucha atención a tu música, pero tú sabías que no lo habías hecho del todo bien. Por eso te sorprendiste cuando esa melena rubia se acercó para decirte que le había gustado tu música, y tú como pendejo diciéndole “gracias, qué bueno que te gustó”, en vez de pedirle su teléfono o preguntarle su nombre o por lo menos expresar lo increíble que se miraba con esa falda larga. Por suerte ella supo seguir la conversación comentando que tu última canción no había sido la más afinada de la noche. Sacó una tarjeta y te reveló que era manager de bandas independientes en Los Ángeles, y a pesar de tu cara de fracasado te invitó a que fueras a su departamento al día siguiente para ver si había posibilidades de trabajar en tu proyecto. Awebo le dijiste que sí.

Para el día siguiente quedaste sorprendido por lo minimalista de su depa, con apenas una planta, algunas botellas de vino y un cuadro en óleo de dos jóvenes desnudos mirándose fijamente: ella fumado un cigarro, él tratando de leer. Al fondo sonaba esa versión de Barro Talvez con la noble y hechicera voz de Cande Buasso y los teclados de Paulo Carrizo.

Tienes mucho potencial, Julián, comenzó a decirte mientras te invitaba a ponerte cómodo en el sillón y te servía una copa de Tempranillo. Yo te voy a ayudar a desarrollar tu talento, pero antes debo saber si tienes o no madera de artista. Verás, un artista no puede tener apego a nada más que a sí mismo.

¿Apego?, le respondiste a la par que la marihuana comenzaba a llenar cada rincón del aire. Tener apego es vivir encadenado, y un artista no puede vivir así: tiene que ser libre, ¡darlo todo por la libertad!, sentenció Alicia. Respondiste que no estabas del todo de acuerdo, y ella te respondió que eso era porque le temías a la soledad. Eres un cobarde, y esa es una de las razones por las que tu proyecto no prospera ni tu música no llega a más de diez personas, dijo mientras exhalaba un toque.

Si quiero me toco el alma… Pues mi carne ya no es nada…

¿Te acuerdas cómo permaneciste impávido, mientras tratabas de evitar que las palabras de Alicia rebotaran en tu baja autoestima? Tras unos segundos no pudiste contenerte y le gritaste ¡¿Tú qué chingados sabes Alicia?! Y ella, sin alterarse, dijo que no se creía nada, pero que ella siempre era honesta con los músicos con los que trabajaba.

¡No vine aquí para que dijeras pendejadas!, le respondiste encabronado. Eres un mamador, te dijo ella mientras dejaba la copa vacía en la mesa y te miraba con malicia. Fue entonces que te echaste encima de ella repitiendo que se callara, y ella respondió que te dejaras de mamadas y que la besaras de una puta vez. Eso hiciste y luego la mordiste y tus dedos se fueron debajo de su vestido y descubriste que no traía ropa interior.

Ya lo estoy queriendo… Ya lo estoy volviendo canción…

Luego cogieron con furia, como enojados por haberse tardado tanto en hacer lo que ambos querían: tratarse con esa mezcla de cariño y desprecio, arrancarse los labios y besarse el cuello y morder un pezón y luego el otro y olvidar por un momento que la vida no vale nada. Ya al final te dijo que eso era lo que te hacía falta en el escenario: transformarte en una bestia y dar una exhibición que naciera de lo más profundo de ti. Después te invitó a que regresaras en cuatro días, y que para tal ocasión llevaras tu guitarra.

En los días siguientes estuviste pensando en cómo habías perdido los estribos, y tuviste noches de insomnio que ni el tabaco ni el jazz ayudaron a apaciguar, horas pensando si lo ocurrido había sido (o no) lo correcto, porque jamás te habías sentido tan libre como cuando dejaste que la pasión tomara el control, pero tampoco nadie te había hecho enloquecer de tal manera. Y dudaste, claro que dudaste si regresar o no, porque temías que manipulara tu violencia y terminarás por hacerle daño, y te preguntaste por qué te importaba tanto el llegar a hacerle daño si apenas la conocías. El mero día sonó Plan de Fuga de Los Planetas y dejaste de pensar para seguir ese impulso que su aroma había dejado flotando por tu memoria.

Tan sólo necesito una victoria… una victoria nada más…

Cuando llegaste pudiste ver varias de las botellas vacías y el cuadro en el piso con el vidrio roto. Alicia parecía angustiada, pero cuando te vio llegar con la guitarra se entusiasmó y toda su cara adquirió brillo. Hoy vamos a practicar un ejercicio de ritmo, porque hay muchas de tus canciones que pueden mejorar si trabajamos el tiempo, dijo, y luego te ordenó que tocaras un acorde de Mi Mayor con un ritmo de folk, y que progresivamente fueras subiendo la velocidad del rasgueo. Llegaste a un punto en que no podías más, los dedos y la muñeca comenzaba a dolerte, pero Alicia te gritó que fueras más rápido, que no se te ocurriera detenerte ni perder el ritmo, que ¡vamos hijo de puta, hazlo más rápido!, y así alcanzaste un ritmo increíble que nunca habías ejecutado sin perder el tiempo. Terminaste exhausto, uno de tus dedos sangraba ligeramente porque en cierto momento la púa salió volando y tuviste que continuar sin ella, pero sentías una fuerza increíble fluyendo por todo tu cuerpo.

Alicia te dijo que tenía otro ejercicio, y quitándote la guitarra de las manos te desabrochó los pantalones y te dijo que cerraras los ojos. Atrévete a mirar y te vas a la chingada de aquí, advirtió mientras te recostaba en el sillón. Obedeciste sin resistencia y escuchaste como su ropa caía al suelo, y entonces llegó a tu boca el roce de sus senos, apenas una caricia que te dejaba más ansioso que un preso sin tabaco, queriendo que supieras que estaban ahí para ti pero que ella marcaba el ritmo: que ella era la libertad. Sus labios comenzaron a besar tu pecho y descendieron hasta tu entrepierna, revelando con su lengua una talentosa habilidad para sacar lo mejor de ti. Luego se subió encima y con una mirada de caníbal te ordenó que te la cogieras como al acorde de Mi Mayor, con fuerza y rapidez, y tú obedeciste y con tus manos dejaste unas marcas rosadas sobre su piel blanca y ella te gritó que lo hicieras más rápido, ¡más rápido, hijo de puta! y en tu cabeza Belafonte Sensacional cantaba que lo Hicieras por el Punk, y entonces Alicia gritó mientras te rasguñaba el pecho y tu sentías como todo el peso de su alma se evaporaba. Ya con el porro encendido te confesó que te había conseguido un lugar para tocar en el Subterra Fest, que se llevaría a cabo dentro de tres días en el Foro Alameda, y que necesitabas llevar una canción nueva para cubrir el tiempo total de la presentación.

El insomnio otra vez, y las caminatas nocturnas por el parque no ayudaban ni las canciones de Juan Cirerol: estabas convencido de que “la presión obstruía la inspiración”. Alicia te había prohibido verla antes del día de la presentación, que para que te enfocaras en la nueva rola, pero tú solo podías pensar en ella, en Alicia riendo a carcajadas, en la mirada encantadora y perversa de Alicia, en Alicia contigo en la regadera, en Alicia gritándote que lo hicieras más rápido.

La noche del tercer día terminaste por soñar con Alicia recostada sobre tus piernas conversando sobre lo que hace auténtica a una canción, si la sinceridad de la composición o lo vanguardista de su sonido, si su carácter subversivo o su fuerza emotiva, si el dominio de la técnica o la altura conceptual; una conversación sin resolución cerrada con un beso profundo que te hizo despertar y descubrir que la canción estaba hecha, que podías escucharla de principio a fin, así que fuiste en chinga a anotarla y la compusiste en menos de cinco minutos, bautizándola como “Alicia me ha prohibido verla”.

Te valió madres el pacto con Alicia y corriste a su departamento, listo para interpretarle en vivo la nueva obra, pero cuando atravesaste la puerta no había nada, ni botellas, ni cuadro, ni Alicia, ni nada, apenas una canción de Los Tigres del Norte sonando desde la calle, y sobre la mesa la planta de Alicia, y debajo de ella una carta donde tu mujer soñada confesaba que no se llamaba Alicia ni era manager de Los Ángeles, pero que no mentía cuando decía que tenías talento, que solo debías creer más en ti mismo y dar lo mejor de ti en el escenario. Se despedía pidiéndote que cuidaras de su planta, y terminaba la carta dedicándote un poema de Samuel Noyola.

Ahora tienes la carta contigo, y es probable que nunca vuelvas a saber de Alicia, pero también sabes que no vas a olvidar nunca el calor de sus piernas arriba de ti, ni su voz gritándote que lo hagas más rápido, ni mucho menos la sonrisa fugaz entre la penumbra de las velas. Entonces sujetas el cuello de tu guitarra, dejas de pensar, subes al escenario y le demuestras a esta centena de extraños cómo debe sonar un Mi Mayor.

Porfiado: baladas rock sobre las contrariedades de crecer

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez 

Como adolescentes lo sabemos: muchas de las cosas que vemos, no nos agradan. Situaciones como la indecisión, el miedo a crecer, el odio y la soledad son cosas que son inherentes al crecimiento humano, resulta curioso que exista un álbum que aborde estos temas de forma tan ligera y los lleve a un punto por demás gracioso y reflexivo al mismo tiempo.

Porfiado, el decimotercer álbum de la banda uruguaya del Cuarteto de Nos, se vuelve en cada pista, una balada rock sobre las contrariedades de crecer. Lanzado en Abril de 2012, ganador a mejor álbum Pop/Rock y mejor canción rock de los Grammy Latinos en ese mismo año, ha sido uno de los mejores trabajos de la banda dirigida por Roberto Musso.

Posterior a discos como Raro, Bipolar y Cortamambo, el Cuarteto de Nos logró retomar los mejores puntos de su trabajo para traernos -el que para mí es- el mejor álbum de la banda. De mano de la sátira a situaciones comunes o humor parecido al de la canción de Mamá, el bajista me está pegando, bailando siempre entre el pop y el rock alternativo, es posible que Porfiado prolongue aún más el legado de la banda en la historia del rock latino.

Desde canciones como Buen día Benito y Lo malo de ser bueno, podemos encontrar la tónica de las letras y el ritmo tan dinámico que caracteriza el disco; siempre con cierto humor y teatralidad que dan un estilo único a las expresiones que impulsan el hilo principal, ser un necio que se resiste a crecer.

Si no supiéramos que Roberto -quien compuso gran parte de las canciones- tiene 59 años, sería fácil creer que las letras salieron de una pluma adolescente.

Ahora, fuera de lo reflexivo que puede resultar, hay canciones que sirven de cierta forma como un alivio cómico, caso de El balcón de Paul, que con sus bromas y referencias constantes, dan la sensación de realmente estar en una fiesta tremenda que se desparrama en la propia canción y en la melodía de la guitarra como los gritos de la gente. No te invité a mi cumpleaños, podría ser otro ejemplo, con una letra que cualquiera podría dedicar a su ex y con un sentido de catarsis como forma de vivir. Y aunque estas dos canciones son las más evidentes en su intención, todas las canciones siempre llevan ese doble filo para identificarse e identificar a otros en las canciones.

Pero no es solo la forma en que se adoptan estos temas lo que hace tan atractivo el disco, sino la experimentación de la combinación del rock con otros géneros que parecerían muy lejanos como la cumbia. El final de Vida ingrata y la canción de Enamorado tuyo parecerían una broma para un fanático de Iron Maiden, pues, aunque podemos escuchar las guitarras y las baterías como base de la canción, son los cencerros y los güiros quienes llevan el ritmo propio de un sonidero.

El resultado tan bizarro y atrayente que resulta, hace que Porfiado sea un álbum que se puede escuchar mirando el techo, causando destrozos en nuestra habitación o bailando con nuestros amigos en el pasillo de la escuela. El hecho de ser tan abierto y reconocible para el público, hace que ponerle atención a la lírica sea un acto inconsciente que al término de cada canción, nos haga ser más cercanos a la siguiente hasta acabar el disco.

Ummagumma: 10 años a contracorriente

Por Alejandro Carrillo

@alexiliado


Hay un lugar situado en la plena entraña del país, célebre por su cerveza helada, sus parlantes estridentes y su clientela peculiar; pero reputado principalmente por navegar a contracorriente durante, ya una década, en las ajetreadas noches de la ciudad y sus habitantes. Situado a unos cuantos metros del recinto que en donde se sentaron las bases de la unificación de la patria, el Ummagumma Alt-Rock-Pub (Venustiano Carranza 102-A, Centro) aposenta también y por lo regular a alborotadores, agitadores y activistas; igual de beodos y necios que los villistas y carrancistas de la Soberana Convención de Aguascalientes.

En ese mismo sentido y con toda la intención de hacer bullicio, no resulta inesperado que de la manera más bélica posible el lugar se encuentre puntual y estoicamente ubicado frente a la Casa de la Cultura. Y es que el Ummagumma o Umma, como lo entendemos sus demiurgos más asiduos, bien podría considerarse la Casa de la Contracultura en la ciudad, partiendo del hecho de que durante estos lustros ha abierto sus puertas y micrófonos a la inmensa mayoría de las voces y tendencias del arte y la cultura, dejando a un lado el funcionarismo y los prejuicios de todo tipo. Eso sí, no se sirve banda, reguetón ni cerveza indio porque los principios siempre estarán por encima del negocio.

Su puerta roja casi clandestina, coronada por una brillante "U" eléctrica y centelleante a lo Ziggy Stardust, esconde un largo pasillo repleto de melancólicos carteles y afiches de conciertos legendarios y bandas de culto; sólo para dar entrada a la protagonista del lugar: una barra infinita de madera que muestra orgullosa las cicatrices del vidrio y del tabaco, fruto de las innumerables batallas que se han librado sobre ella a lo largo de estos diez años. Todo cercado por moblaje tapizado con tejido escocés, y por paredes verdes y pistaches, ataviadas con insólitos e irrepetibles cuadros del rock.

El concierto fue especial, por primera vez nos encontrábamos en un sitio donde nuestra música encajaba perfectamente, la pared estaba tapizada de fotos de Morrissey, Siouxsie and The Banshees, Nick Cave y por supuesto The Cure, siempre The Cure como diría el escritor Israel Miranda.

Iván García y Los Yonkis

Es común ver entresemana a poetas y prosistas inéditos leer o escribir las más grandes obras de la literatura anticanónica, chocando los tarros con los que generan la riqueza después de un largo jornal y con gitanos poco entusiastas del calendario gregoriano. Por las noches la tinta, el rímel y los estoperoles desfilan osados por los salones del lugar, mismos que han refugiado por igual a vacas sagradas del rock nacional, gigantes del movimiento rupestre, artistas nacionales y extranjeros de todo tipo, y un sinfín de bandas locales. Alguno de ellos rindió un temerario homenaje en forma de canción al borde del delirium tremens y con el rugido de su Jaguar, otros menos virtuosos inmortalizamos el garito a través de las letras. Lo cierto es que el bar ha trascendido ya su propia existencia en obras que han quedado para la posteridad.

Quizá el encanto radique en su naturaleza anacrónica y camaleónica por igual. A diferencia de otros lugares, en el Ummagumma un sábado nunca será igual a otro sábado, pues cada día es un vórtice irrepetible en donde puedes encontrar y descubrir experiencias de todo tipo: un sabor, una charla enardecida, un disco, una sugar girl. Del soundtrack ni hablamos, por igual te topas un día a Depeche Mode y a New Order, que a Bauhaus y The Smiths, o Bob Dylan y Johnny Cash alternando con The Clash e Iggy Pop. La psicodelia que le dio nombre al pub no puede faltar, mucho menos las letras y acordes de Robert James Smith, santo patrono del lugar.


Hay cierta mitología que envuelve al Ummagumma, algunos cronistas cuentan que en otros tiempos su estructura sirvió para albergar cortejos fúnebres, y si prestas atención entre trago y trago podrás darle sentido a la arquitectura; aquí la recepción, por allá las salas de velación, los corredores y las salas de espera, al fondo la antigua plancha de preparación y embalsamamiento. Incluso si logras aislarte un poco más, podrás escuchar el cuchicheo tétrico de los deudos, y si vuelves la mirada siempre hay un alma taciturna con su ropa más sombría deambulando rumbo al patio. Y es que no hay mejor lugar para olvidar que estamos muertos.

El Ummagumma Alt-Rock-Pub llega a sus primeros diez años en medio de una catástrofe que nos ha obligado a reinventarnos y resistir una y otra vez, tal y como lo ha hecho este monstruo verde de mil cabezas a lo largo del tiempo: entendiendo el mundo de una manera alternativa y a contracorriente. Larga vida al Ummagumma.

El brit rock de Wishbone Ash vuelve a escena

Prog'n'roll jazz y más... | Por Carlos Progduck | 


La banda inglesa Wishbone Ash goza de una buena reputación, así como de una larga discografía que comenzó en 1970 y recorre géneros como el folk, el hard, el blues y el progresivo. Este año han publicado su vigésimo octavo álbum de estudio: Coat Of Arms en el que nos muestran sus facetas estilísticas con un tono de aire refrescante donde se aprecian una sección rítmica intuitiva e ingeniosa, riffs altamente técnicos de guitarras gemelas y una vocalización acorde a las canciones.

Definitivamente un álbum de más de 61 minutos equilibrados, estilísticamente diversos y con un logro técnicamente elegante que fortalece la tradición de esta banda.

Consideremos que será uno de esos álbumes que este año llegará al gusto de las mayorías por el cúmulo de cualidades en el invertidas.

Descubramos dichas cualidades y que la música sea y permanezca entre nosotros.





Alineación:
- Andy Powell / voz, guitarra
- Mark Abrahams / guitarra
- Bob Skeat / bajo
- Joe Crabtree / batería

 

Pillanes: rock en tiempo del porongavirus

Music in a coma | Por Carlos Iván Carrillo |


El fin de semana pasado, 14 y 15 de marzo, se celebró el tradicional Vive Latino en la Ciudad de México en medio de gran controversia ya que nuestro país se encontraba en la primera fase de contingencia epidemiológica por COVID-19, lo que −según la Organización Mundial de la Salud− significa que el virus se encuentra en una fase de importación, es decir, viajaron al extranjero y allí contrajeron coronavirus y hasta el día previo al festival había solo 27 casos confirmados en todo el país.

La polémica por la realización del festival se acrecentó y continúa al día de hoy; personajes tan deleznables como Javier Lozano o Felipe Calderón sentenciaban en sus redes sociales que el presidente era un “irresponsable” y “el país se le iba de las manos” y bautizaban al festival como #enférmatelatino o #MuereLatino. Puebla no fue la excepción y algunos personajes de la escena cultural del estado emitían comentarios sin tomar en cuenta que el gobierno, de acuerdo con la fase de contingencia y con los datos y modelos de contagio publicados por la OMS, decidió NO suspender, es decir, actuó con responsabilidad y la verdad es que la suspensión hubiera sido una medida que poco o nada iba a influir en el desarrollo de la epidemia.

Sin embargo, hoy me tomó por sorpresa leer una carta paternalista que publica el carnal Ricardo Cartas en la que pretende aleccionar y regañar a los jóvenes por haber asistido al Vive Latino.

Dejando de lado el negocio millonario y los intereses de Ocesa y los empresarios; no podemos olvidar que cientos de familias viven del negocio informal que se genera alrededor de estos festivales, que decenas de músicos mexicanos y latinos han pasado años esperando la oportunidad de presentarse en esta plataforma y que invirtieron meses preparando su show para ese día (por ejemplo Silvana Estrada, Flor Amargo o Armando Palomas), o que la mayoría de jóvenes a los que Ricardo le dirige la carta son workingclassheroes rocanroleros que han pasado meses chingándole en la chamba para comprar su boleto. Ellos son los menos culpables ¿Por qué regañarlos? ¿Por qué propagar el pánico y adelantar medidas innecesarias que, además, tendría consecuencias económicas? Pongo el tema en la mesa y celebro que los “muchachitos” pudieron disfrutar una cerveza escuchando a artistas latinoamericanos que de otra manera hubiera sido prácticamente imposible verlos en vivo en nuestro país, como Indios, Francisca Valenzuela o Pillanes que como dicen en una de sus rolas...

“de todos los mortales soy el más aventajado porque rara vez me caigo y si caigo lo hago parado, si se trata de un hermano yo voy al sacrificio, no temo, no lloro, a nadie yo le imploro, no tengo temores, tampoco guardo rencores…” 

...frase que sin pedos podríamos ver escrita en una cartulina para ir a una marcha estudiantil o para asistir al Vive Latino 2020 y letra de la rola homónima de la banda que me pone frente a estas hojas en blanco en esta ocasión .

                                                                                            ***

El término supergrupo se aplica a conjuntos musicales –principalmente de rock− cuyos integrantes son músicos consolidados y exitosos como solistas o con otras bandas; la expresión es creada por Jann Wenner, director y fundador de la Rolling Stone, para hacer referencia a Cream (Eric Clapton, Ginger Baker y Jack Bruce) y se ha utilizado con bandas como Crosby, Still, Nash & Young o The Traveling Wilburys.

El domingo 15 de marzo a las 17 horas en la Carpa Doritos se presentó el supergrupo chileno Pillanes, banda integrada por Mauricio y Francisco Durán (Los Bunkers, Lanza Internacional), Pablo y Felipe Ilabaca (Chancho en Piedra, 31 Minutos) y PedroPiedra (CHC, 31 Minutos)  que en un encerrón de 10 días en una casa de Valparaíso componen y graban las doce canciones de su álbum homónimo que se publicaría en noviembre de 2018.  Rolones que tienen sabor a un Inti Illimani feat. Johnny Marr & Bernard Sumner. 







Una publicación compartida por Pillanesdechile (@pillanesdechile) el


La participación de estos chingones en la Carpa Doritos la disfruté en vivo desde mi monitor. Abren con una canción instrumental “Barrabás”; a pesar de ser la primera vez que la banda se presenta en México hay una nutrida asistencia del público a ese escenario. Después de “Somos lo peor”, PedroPiedra echa a andar una caja de ritmos para abrir paso a “Loro” una canción dedicada a Horacio Salinas y que fue el segundo sencillo de promoción de su disco y en “Facho Pobre” la pandilla asistente comienza a bailar la cumbia electroandina. El clímax sucede en la rola “Pillanes” y hasta en la transmisión web se notan las tablas y la experiencia de los que están sobre el escenario; el momento cumbre llega cuando PedroPiedra y Mauricio toman los micrófonos para empezar a rapear, no tuvo madre.

Al terminar el set de ocho rolas, Pillanes nos invita a una presentación al día siguiente (primer día de cuarentena) en BajoCircuito, inmediatamente agarré mi androide para comprar el acceso al concierto y el boleto del pullman bus Puebla – CDMX con toda la intención de encontrarlos para que firmaran mi long play; como se podrán imaginar, el lunes, horas antes del evento, se canceló por la contingencia y los chiquillos debían volver inmediatamente a su país. Ni pedo.

Seguro que hace un buen rato no tienes tiempo para sentarte y escuchar con atención álbumes completos con conceptos redondos, en las grabaciones hay mucho esfuerzo de músicos, técnicos y productores; aprovechemos esta cuarentena por el porongavirus para hacerlo; lávate las manos y dale play a este disco de Pillanes que es ideal para empezar.




El verdadero rock and roll

Music in a coma | Por Carlos Iván Carrillo |


Hace veinte años el 3 de marzo del año 2000 el verdadero rock and roll se lanzaba a una alberca desde una habitación en el noveno piso del Hotel Aconcagua en Mendoza, Argentina, justo un día después de haber tocado en un espectacular concierto junto a Mercedes Sosa y Nito Mestre y horas después de haber generado una riña en un bar donde él y su culto, whisky de por medio,  habían ido a celebrar el éxito del recital. Mira el tamaño de esos huevos, es Charly García, señores.

Los que me conocen saben que tiene poco tiempo que exploro el vasto universo del rock argentino, en realidad todo empezó el mes de diciembre de 2018 en una de esas tantas ocasiones en que mi pareja ahora ex me citó en una plaza comercial aplicando el clásico “tenemos que hablar”. Se habló lo que se tenía que hablar y me quedé vagando en una Bodega Aurrera dando vueltas por los pasillos y por mi cabeza, evitando estacionarme en el corredor de vinos y licores para no caer en la tentación, así que opté por abstraerme en el botadero de DVD’s de $15.99 pesos y entre tanta paja encontré el Charly García – En el Coliseo 50 años y no dudé en llevarlo.

Hasta antes de este momento había sido estúpidamente radical en cuanto al rock sudamericano y siempre fui muy chilensis. Pero con Charly me llegó luego Serú Girán, Sui Generis, Spinetta, Aznar, Tanguito, Divididos, Ratones Paranoicos, Estelares y así se me fue todo el año. En diciembre de 2019 pude compartir con una súper banda argentina que visitó México y me recomendaron la discografía que me ha robado los primeros meses de este 2020.

Fue curioso encontrar que una cantidad importante de las canciones que en los dosmiles sonaban como hits en México y que fueron interpretadas por diferentes monstruos del pop como Julieta Venegas, Paulina Rubio, Enrique Iglesias o Diego Torres por mencionar algunos  fueron compuestas por Roberto Fidel Ernesto Sorokin, alias Coti, rosarino de 46 años con una larga e impresionante carrera musical; en los 90’s empieza a escribir canciones para otros artistas, a chambear con Andrés Calamaro como su guitarrista de estudio y a producir a algunos de los personajes más importantes del rock latinoamericano, pero es hasta el 2001 donde decide armar su propio álbum de la mano del multi-premiado productor Cachorro López y desde entonces no ha parado de ser uno de los músicos más prolíficos de la música argentina. Dejo aquí una playlist con canciones imprescindibles de Coti.




Sin embargo, la rola de “El Bob Dylan latino” (según Andrés Calamaro) que he desgañitado en las últimas pedas con mis amigos es, curiosamente, un folk tompettiano en el que Coti graba todos los instrumentos excepto un pedal steel atmosférico que interpreta magistralmente el guitarrista catalán David Soler. Me bastó escuchar una vez la línea “Yo toco en una banda de mi amigo el verdadero rock and roll, habló de sus amores, de sexo y de la locura, de drogas y del tiempo en que volteaba dictaduras” para saber de quién estábamos hablando; hay contados personajes en la historia de la música que le han plantado cara a dictaduras militares, en los setentas y ochentas Carlos Alberto García Moreno lo hizo y venció.

La neta “El verdadero rock and roll” es un rolón, y el del bigote bicolor no merecía menos. Se cuentan muchas anécdotas sobre Charly, como cuando niño increpó en pleno recital al emblemático Eduardo Falú para decirle que la quinta cuerda de su guitarra estaba desafinada o la vez que compartiendo escenario con Sting, Bruce Springsteen y Peter Gabriel— dice “acá el jefe soy yo”. Lo cierto es que el homenaje que Coti Sorokin hace a García con ésta canción (incluida en su álbum Malditas canciones) es “un agradecimiento a lo que él le dio a los músicos de mi generación y un homenaje a alguien que le dio mucho a la música nacional”.


La canción tiene una carga nostálgica cabrona y que además finaliza con una frase del tema “Aprendizaje” de Sui Generis cuando Charly se burlaba de la doble moral burguesa “aprendí a ser formal y cortés cortándome el pelo una vez por mes”. Según Sorokin al componer la canción él pensaba en:

Una declaración de principios y a la vez un homenaje a lo que para mí es el verdadero rock and roll. Él llora más que grita y dice más de lo que canta. Él nos ha enseñado que la rebeldía no es un tesoro exclusivo de la adolescencia, que la utopía está más viva en las canciones de nuestros maestros que en los panfletos…

Como músicos y creadores hay mucho que aprender y reflexionar al respecto, pues como dice Coti Es tener la cabeza abierta porque hay más rock and roll  en el tango, en el flamenco o en el jazz de lo que creemos a simple escucha. Charly fue uno de los que nos enseñó que el verdadero rock and roll es aquella música que se deja influenciar por el tango y por muchísimas otras músicas, y que no es un compartimiento estanco…”; yo estoy convencido que la canción tiene que verse, de manera obligada, como un género, de la forma en que lo hacen estos dos gigantes y trabajarla haciendo a un lado el purismo rocanrolero. Pongo el tema en la mesa.

¿Es Charly García el verdadero rock and roll? Sí y Coti también, say no more. Aquí la rola:


Un rol con La Trola y su nuevo material «Inmortal»


La banda poblana de rocanrol "La Trola" ha anunciado el lanzamiento de su segundo material, titulado "Inmortal", que en palabras de los integrantes es una creación su propio entorno, "por muy hostil que este parezca".


“Saludos desde el Mictlán, desde las barricadas de esta ciudad, de unos parecidos a un maldito animal que no soportan más las insignias del oficial, porque todos los gobiernos se las gastan igual, somos testigos de que este mundo fue parido desde el infierno". 


Tras un lustro de la publicación de su primer álbum (La Trola, 2014), la agrupación regresó al estudio de grabación para entregar un disco que pretende llevarnos a dar un rol junto a un personaje autodenominado Inmortal, quien, valiéndose de dichos como "lo que no te mata te hace más fuerte", empieza a abusar de lo que algunos llamarían buena suerte, pero más bien se da cuenta de que todo es parte del mismo sistema, que no quiere matarle y cuelga de su teta.



Y es que La Trola, y la banda que nos escucha, somos eso: gran parte de la sociedad y clase chambeadora somos inmortales (incluso los que han colgado los Panam y se les han puesto sobre ellos las coronas heladas), pues hemos de aguantar las jornadas laborales impuestas de ocho horas (pero si dobleteas, ganas más, no seas güey), jubilarnos hasta los casi 70 añicos sin más pensión que la retribución que te dé un cliente de la comercial por empacarle su despensa, o sobrevivir con los salarios de mierda que asignan nuestros políticos (de izquierda o de derecha) enajenados siempre por el poder.


Podremos escuchar "Inmortal" de La Trola a partir de este 1 de febrero en las principales plataformas musicales y en formato físico en la presentación oficial del disco el próximo 14 de marzo en el Foro Hilvana de la Ciudad de México.

© Copyright | Revista Sputnik de Arte y Cultura | México, 2022.
Sputnik Medios