Letrinas: El ángel guardián


Por Eusebio Ruvalcaba |
Cuento

El ángel guardián

—Aquí una vez se sentó un tipo: yo —le digo a la chica al mismo tiempo que señalo el sitio en la banqueta donde alguna vez me quedé dormido.

—¿Usted cree en el presidente? —prosigue ella con la siguiente pregunta. Viste una diminuta falda tableada color verde, un chaleco guinda y una blusa blanca, casi tan blanca como ella.

—En el brandy sí, aunque no te lo recomiendo.

—Estoy preguntándole en serio, señor.

—Y yo te estoy respondiendo en serio. Creo que nunca le había respondido a nadie tan en serio. ¿Y sabes por qué? Porque a excepción de don Agustín, el dueño de este lugar, nadie me dirige la palabra, y menos para preguntarme nada. Pero sigue.

Ladro, y los perros de la casa de enfrente se asoman por el filo de la azotea. Siempre pasa lo mismo. Llevo años curándome la cruda en La Perla, un discreto barecito de la colonia Carrasco. Para más señas, atrás de la Ollín Yoliztli. Me tomo un par de tragos y luego me gusta salir a respirar aire contaminado. Entonces le ladro a los perros. Es lindo. Soy buenísimo para imitar ladridos y relinchos. Alguna vez sustituí los ladridos de un pastor alemán en una función de títeres. Los niños estaban felices. Cuando mi hijo cumplió tres años. No volví a tener otro hijo. Mi mujer se separó de mí cuando el niño se murió. De leucemia. Yo quería ir con una doctora homeópata, pero mi mujer no quiso. Tengo la estúpida sensación de que los doctores alópatas forman parte de una maquinaria criminal. Aunque ni ellos mismos se den cuenta. Porque los laboratorios son dueños de nuestro pensamiento. Nos manipulan a su antojo. Son cabrones. Prolongan las enfermedades y nos atemorizan. Mi hijo se murió y mi mujer y yo ya no pudimos hacer una vida en común. Todo empezó en una discusión que se agigantó. Y desde ese momento no hay mujer que se me acerque. Me eché una maldición encima. Mi ex y yo nos mandamos mutuamente al diablo echándolos la culpa de la muerte de Benjamín. Así se llamaba, como yo. Pero la boca se me llena cuando alguien me pregunta cómo me llamo y le digo Benjamín. Benjamín, repito, como si esa persona no me hubiera oído.

El dueño del bar me conoce. Es un hombre respetuoso y amable. Se llama Noé, don Noé, para los amigos, y siempre tiene una palabra de aliento para el derrotado, como lo soy yo. Solemos conversar de muchas cosas. Sin platicar. Es una conversación que transcurre en jirones. A él le gusta el whisky. Lo disfruta. Digo que todas las mañanas paso a echarme un par de tragos. Sin fallar un solo día. Y cuando salgo, respiro una bocanada de aire puerco. Sabe rico, a botana. Dejo que se llenen mis pulmones y ya tengo fuerzas para proseguir la jornada. Que no es muy larga. Me dedico a la venta de autos usados. Esto suena muy fastuoso, pero no hay tal. Tengo un solo automóvil que vender: el mío. Un Caribe 86. Está viejo y más o menos desmantelado, pero se defiende. Lo principal es que me lleva a todos lados. Siempre traigo una anforita de Oso Negro para sobornar a los patrulleros cuando me detienen, que es seguido. Siempre la aceptan, y cómo no. Me ven amolado con ese auto. Que me dejen ir es para mí un acto de conmiseración.

—¿Qué partido político tiene más presencia en la ciudad de México?

—Esa pregunta sólo te la puedo responder con un vodka de por medio. En la mesa, entre tú y yo. Como un ángel de la guarda que nos cuidara, como nuestro ángel guardián. ¿Te gusta la idea? A ver, ven, te invito un trago.

—No puedo…

—Ordénale a esa boquita cachonda que diga que sí…

—No me obedece…

—¿Ya ves?, eso es un sí. Ven, vamos al bar. Nos echamos un traguito y te respondo lo que quieras…

La tomo de la mano y no hace el menor esfuerzo por soltarse. Soy malo para calcular edades, pero cuando menos le llevo treinta años. Veinte de este lado y cincuenta del otro, se ve bien. Es una combinación prodigiosa, aún más que el invento de la rueda.

—Siempre no —dice, se suelta de mi mano y se dirige hacia la salida.

—¡Espera! —le grito. Pero no se detiene. Se encamina con paso firme hacia la fuente de luz que proviene desde la calle.

—Se le fue la palomita —acota de pronto don Noé.

—Pues sí, pero atrás de ella vendrá otra. Y otra. Y otra. Sírvame otro vodka, por favor. Que las penas con pan son menos.

Me siento en mi mesa favorita. Me gusta la que está junto al baño de las mujeres. Porque las veo entrar y salir. Y es un gusto para la vista y el olor. Don Noé me trae mi vodka, y lo bebo a la salud de la chica sin nombre. ¿A quién estará aplicándole la encuesta en este momento? Por cierto, el ángel guardián es ella.
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Nacido en la ciudad de Guadalajara en 1951, Eusebio Ruvalcaba se ha dedicado a escuchar música. Cabal y rotundamente. Pese a que ha publicado ciertos títulos (Un hilito de sangre, Pocos son los elegidos perros del mal, Una cerveza de nombre derrota, El frágil latido del corazón de un hombre…), pese a que se gana la vida coordinando talleres de creación literaria y escribiendo en diarios y revistas, él dice que vino al mundo a escuchar música. Y a hablar sobre música. Y a escribir sobre música.

Mad Max: Fury Road. El futuro presente.

 Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |

          
A tres décadas y media de que se estrenó “Mad Max” (1979), aquella apocalíptica cinta de acción que catapultó a la fama al actor Mel Gibson,  George Miller  (escritor, productor y director australiano) estrena un nuevo capítulo cinematográfico relacionado con la misma, en el cual revitaliza al ex policía y “demente” antihéroe que recorre, en su peculiar vehículo y sin rumbo fijo, los kilómetros de un mundo paralizado entre la miseria y la esquizofrenia así como la escasez de petróleo, agua y buenos modales.

Pero Miller no sólo da nuevos bríos a los pistones, rugidos y peleas de su exitosa franquicia relacionada con el Loco Max, sino que reconstruye el cine de acción puro, ese que recurre a los efectos especiales hechos a la antigüita y con una extensa nómina de stunts en su crew. El resultado es una de las mejores películas veraniegas del año y, muy probablemente, una de las mejores de varios veranos recientes.

A muchos les podría parecer una simple y obvia película de persecución entre buenos y malos, pero el argumento es tan brillante, reflejo de un libreto concienzudo y bien armado, que en un abrir y cerrar de ojos, sin pretensiones, de manera ingeniosa, se critica a varios de los cánceres políticos y socioeconómicos que están mermando  nuestro mundo; cánceres derivados de la ambición y locura del ser humano, un ser adicto al oro negro y ensimismado en hacer inferior a su semejante. Esto último conlleva a pagar una de las deudas de la anterior trilogía de Miller: la de feminizar la batalla por la supervivencia en un apocalipsis cercano. La mujer se encumbra como la mejor utopía y rostro cálido de un nuevo alfa.


 
También queda clara la postura de Miller ante la frenética y cruel división de clases que se encuentran descarnadamente en el universo que él mismo ha planteado, lo cual es un símbolo o una alegoría de un futuro presente fragmentado, el cual no se puede negar,  no obstante estar en plena era de la digitalización y, en consecuencia, de la supuesta globalización de la comunicación integral e inmediata. 


Las máquinas y el petróleo son los que realmente han gobernado al ser humano, y no al revés, lo que ha provocado la automatización y desteñimiento de la esencia humana. Pero no todo está perdido. Miller propone un nuevo tipo de éxodo: el de ir, o más bien regresar, por lo que siempre nos ha pertenecido. 

         
“Mad Max: Fury Road” es una cinta que eleva los parámetros para las películas de acción o héroes; más para aquellas que únicamente acuden, de manera cansina en muchas ocasiones, a los constantes efectos digitales con el objeto de mantener a la audiencia entretenida, porque el largometraje futurista de Miller casi no hace uso de ellos, ni los necesita, para plasmar una historia emocionante, intensa, espectacular y profundamente oscura. Lejos de las constantes persecuciones y el trastornado ritmo de las mismas, se percibe un eco de desesperanza y melancolía en el relato del realizador australiano.

El grandilocuente diseño de producción, la orgásmica edición, el fastuoso manejo del encuadre, los delirantes vestuarios y maquillajes, junto con la actuación poderosísima de Charlize Theron (como la fuerte protagonista femenina Emperadora Furiosa), logran acentuar el penetrante discurso audiovisual de George Miller, ese en donde se trata de recuperar la humanización de un mundo objetivizado, heteropatriarcado y poseedor de una juventud enajenada por los falsos profetas.


 Los puntos que debilitan la historia de Miller, que evitan entregar una historia casi perfecta, quedándose cerca de un equilibrio ideal entre forma y fondo, son algunos clichés en los que cae el argumento  como los del villano imbatible o los secuaces deformados. Para los fanáticos de la saga, el punto más criticable seguramente será el pobre desarrollo que le otorgan al personaje central, Max, quien en la interpretación del actor británico Tom Hardy encuentra un convincente guerrero trastornado de las carreteras, pero maniatado por sus escasos diálogos y su restringida transformación emocional.


Sin embargo, Mad Max suele ser así y Miller consigue desbordar la pantalla con una caótica, pesimista y violenta arenga que establece cátedra entre los blockbusters cinematográficos, no tanto por sus detonaciones gráficas, sino por su explosiva narrativa alegórica. Las olas de arena se elevan, los seres que habitan el planeta han transmutado y la eterna soledad de un hombre dañado, la cual refleja nuestros más nauseabundos e intempestivos sueños erosionados, se hace brutalmente presente. 

Una distopía que causa un tremendo shock. Una brutal sacudida para por fin terminar con la demencia de considerar normal este podrido mundo nuestro.      

Círculo de Lectura: Larga mirada a través del espejo

 Círculo de Lectura | Por Hugo César Moreno Hernández |


Carrancá, Víctor Roberto. El espejo del solitario. México, Ficticia, 2014


En el atribulado mundo de los viajes las dimensiones pueden perder consistencia, las profundidades volumen y las alturas presencia. Todo depende de la agencia de viajes. Las ofertas son profusas y las experiencias se hacen las perdidizas, escamoteando postales y plasmando itinerarios con cicatrices. El espejo del Solitario es la agencia de viajes en boga sobre mi buró. No duró mucho tiempo ahí, se me escapó entre la almohada, a veces se coló al baño y me llevó sobre ruedas y a todas horas o durante los minutos de viaje al espacio interior compré varios boletos de desazón y dos o tres de carcajadas y cuando una mueca de y eso qué es o para dónde va se atravesaba por los aires o asustaba cardúmenes de ceveretas, la experiencia tornaba en algo más que turismo para dejarme advertir la oferta certera de una letra fantástica sin mayor presunción que la soberbia de un lector asiduo incapaz de escapar de sus demonios y luego malnacido por hacerlos arrastrarse fuera de sus ojos hacia los míos para fabricarme un viaje sin fin hasta el final de un cuento corto u otro enloquecido en su geografía, en su historia, en sus referentes culturales, mezclando letra pop con religión y estilos musicales sagrados burlándose de jurados y judicaturas, riéndose cruelmente de profesiones tan loables como el malabarismo insuflándole un tufo amarillento de intelectualidad.


En realidad, la culpa es del agente, Víctor Roberto Carrancá, soñador y solitario como José. Presume de una técnica de mercado inusitada: mapeo mental onírico sobre los bordes de deseos inconclusos creyéndose una especie de Miguel de Cervantes Freud tejiendo novelitas rosas sobre el bajo mundo gay inglés del siglo perdido en una noche de verano. Me llamó la atención su postura docta reclinada sobre un radio de bulbos intentando sintonizar un viejo juego de beisbol con Babe Ruth al bate y, según él, traduciendo tradiciones y traiciones de continentes próximos a la extinción y Enogeas antiguas sobrepuesta a la crítica literaria soltada por personajes precisos entre mensajes y loas filtrados por lo bajo de la narración del partido beisbolero. Sí, me llamó la atención. Lo juzgué excéntrico, no loco. Fue cuando se colocó el gorro de Santa Claus que dudé de mi propia cordura ¿Qué hacía ahí, aún convencido de llevarme todos los viajes? Me avergüenza un poco confesarlo, pero en fin, qué más da si la isla sobre la que requemaba mis carnes ha extraviado altitud y latitud y mi GPS no forula más. Me convencieron los intestinos anudados torpemente alrededor de su cuello, imitando una bufanda. Esto será gore, me dije.


Sí y no, no y sí, no importa, nada se excluye y nada se incluye, el tiempo, el espacio, las dimensiones, “x”, “y” y “z” y vuelta a empezar el abecedario para sobreponer suspensos e inventar terrores. Porque sí, tantos viajes entrometidos han sido divertidos, algunos son como inmersiones por niveles, llegas al primer nivel, el más superficial, el plano te regala un horizonte donde el sol gira con coherencia, pero luego, al dar un paso o saltar una línea o pasar de página transitas a un nivel más profundo donde el horizonte está espejeado y el corazón late del lado derecho, donde la sístole es diástole y la diástole sístole y los zopilotes gorriones y los perros autores (bueno, quizá eso no esté tan loco) y apenas te vas acoplando a la nueva física tropiezas con otra incepción que no revoca los principios anteriores, sino que suma disyunciones y desvaríos, cuando estás a punto de salir a flote te hunde una vieja raza para retornar al principio. Sientes haber cerrado un círculo, te pones todo inteligente y con ganas de convertirte en guía de viajeros, supones poder enriquecerte con las trampas instaladas en cada pasaje y caminas horondo, sonriendo y zaz, otro nivel de percepción donde todo se mezcla para dejarse ver con claridad espantosa. No sé cuántos niveles descubrí en los viajes en El espejo del solitario, sólo estoy seguro de que el enloquecido agente de viajes Víctor Roberto Carrancá diseño los itinerarios con saña, para atrapar público entre las redes fantásticas de seres imperfectos o sólidamente construidos por demoniacas fuerzas expelidas desde el fragor de las pesadillas del agente malvado. Y si preguntan, oye, qué tal tu viaje, diré: lo recomiendo si llegas al final de los niveles, porque si te pierdes entre ser y no ser combinando tiempo y espacio es muy probable que seas una quimera abandonada por el visitante anterior.



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Hugo César Moreno Hernández (Ciudad de México, 1978). En 2003, con el Grupo Cultural Netamorfosis fundó la Revista Cultural Independiente El Chiquihuite. Ha publicado los libros Cuentos para acortar la esperanza (Netamorfosis, 2006); Cuentos porno para apornar la semana (2007, FETA-Conaculta); Cuentos cortos para acortar el domingo (2008, Cofradía de Coyotes-Netamorfosis) y Enseres de supervivencia (2011, Cofradía de Coyotes-Netamorfosis); el libro infantil Así aprendió a volar José (2009, Cofradía de Coyotes-IMC). Aparece en las antologías Abrevadero de dinosaurios, Ardiente coyotera, Perros melancólicos, El infierno es una caricia y Coyotes sin corazón. Fue becario del FOCAEM durante 2009 y actualmente imparte el taller de Poesía y Narrativa en el Faro de Indios Verdes.

'Inception' y su vibrante banda sonora

 Venga y le cuento | Por Tuto Flórez | 


La película 'Inception' (titulada Origen en España y El Origen en Hispanoamérica) del director Christopher Nolan, estrenada en el año 2010; cuya musicalización corrió a cargo del compositor de bandas sonoras cinematográficas Hans Florian Zimmer; supone no solo un excelente coctel visual y argumentativo, sino que es ante todo una verdadera pieza maestra de entretenimiento en el sentido en que se sitúa entre lo cerebral y lo misterioso, transporta a la audiencia hacia diversos niveles de interpretación, donde los más superficial es la acción mezclada con el argumento de línea base, que es el espionaje corporativo desde un punto de vista de intromisión psíquica. Indudablemente y de forma a análoga a como se describen los diversos sustratos de los sueños en el película, así también cada uno de los niveles o lecturas posibles que surgen de esta película, permiten identificar que la línea de acción, escenas de combates y persecuciones y demás no solo corresponden a un nivel primario o de capa externa sino que se entreteje muy bien con los niveles de sueño en los que se adentra el equipo de trabajo dentro de la película una vez se desarrolla la trama principal, para dar vida a toda la historia. 

La película resulta  entretenida y además, hasta cierto punto compleja debido a la forma en la que el guionista y el director logran hilar cada momento y conjugarlos con los efectos de sonido a la par con la excelente banda sonora orquestada por Hans Florian Zimmer. Cabe anotar que la película pese a ser una producción comercial, fue nominada a numerosos premios, debido sobre todo a su calidad técnica, su ejecución, la composición musical y el argumento de la película como tal. 

Obtuvo 4 premios Óscar por Mejor Fotografía, Mejor Mezcla de Sonido, Mejor Edición de Sonido y Mejores Efectos Visuales. Logró tres premios BAFTA por el Mejor Diseño de Producción, Mejor Sonido y Mejores Efectos Especiales. También obtuvo nominaciones tanto en los Óscar (Mejor Banda Sonora, Mejor Guión Original y Mejor Dirección Artística), como en los Globos de Oro y los Premios BAFTA, destacando en los tres premios las categorías de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Banda Sonora y Mejor Guión[1].


La película puede y debe ser catalogada indiscutiblemente y de acuerdo a la crítica de cine especializada, dentro del género de ciencia ficción, no obstante cuenta con muy buenos recursos teóricos y de exploraciones meta científicas, en torno a la naturaleza de la conciencia, los estados oníricos, la psicología junguiana y el propio psicoanálisis, así como se sirve de la literatura fantástica o de anticipación. La relevancia del género descansa en un hecho fundamental, la película en su conjunto inocula una idea en la mente del espectador, al igual que dentro de la misma película los personajes se encargan de implantar ideas. A saber la relevancia del genero de ciencia ficción, como una forma narrativa para contar algo que no puede ser dicho de otra forma, hace que el espectador promedio se cuestione aunque sea de forma superficial, en torno a la naturaleza de la realidad y de los sueños, con lo cual surge la pregunta (implantada) ¿y si todo esto no es más que un sueño, como saber que es real?

Ahora bien, en cuanto al refuerzo musical se debe reseñar en primer término que; Las ideas son peligrosas, pero la idea de poner nuevamente juntos al director Christopher Nolan y al compositor Hans Zimmer es, vale la pena decirlo, un billete ganador a la genialidad; pues con la visión de Nolan y la música de Zimmer, ¿acaso puede ser otra cosa que un éxito sensacional?

En algunas de sus declaraciones, Christopher Nolan señalaba dos cosas que realmente se evidencian cuando se escucha la BSO que Hans Zimmer ha creado para Inception. Primero, Nolan remarca lo importante que es la banda sonora para la película y determinar ese punto onírico que la define de principio a fin, y lo es; la segunda, que Hans Zimmer es “uno de los talentos esenciales de la industria para trabajar en música cinematográfica”. Inception (Origen) es sinuosa, una película de ensueño sobre los sueños, y Nolan buscaba una partitura que pudiera atraer al espectador, ayudándolo a través de la confusión de los sueños que la habitan y que, adrede, propone. Apasionante, misteriosa y aciaga como todo lo que se escapa a nuestra comprensión, como se muestra en “09. Dream Within a Dream[2]  

En este orden de ideas y tras la pequeña digresión, es pertinente señalar que a efectos expositivos se han seleccionado tres escenas que a mi entender son nucleares, en cuanto al desarrollo de la trama y que son perfectamente, complementados por la musicalización, donde el contenido musical ya no solo juega un papel de respaldo o meramente incidental, sino que más bien y ante todo viene a reforzar a través de una suerte de barrido emocional, las características, pensamientos, expresiones y secuencias desarrolladas por los diferentes personajes en diferentes momentos narrativos.  Estas escenas son:
. La escena del suicidio de la esposa del protagonista hacia el minuto 81.
. El ataque en el pasillo de hotel que se desarrolla en el nivel dos de sueño entre el personaje de Arthur y uno de los guardias, donde demás se ve la camioneta rodando, en el minuto 98.
. Y finalmente la escena del minuto 131, en la que Robert Fischer, el blanco de la implantación, descubre el contenido de la caja fuerte que le ha legado su padre.
Respecto a la visión del autor sobre la película y cómo influye la banda sonora, que es construida por un solo individuo, se debe acotar que la; banda sonora de Zimmer es, a veces, muy abstracta, con temas musicales fuertes y contundentes, vibrantes y metálicos, una música casi robótica y amenazadora como lo es la cadencia de la película. Pero en temas como "08. One Simple Idea" y "05. Old Souls", escuchamos como se atenúa su intensidad. Los filmes de Nolan se basan en personajes problemáticos, con defectos, pero también son, sin embargo, tristes y humildes, y eso es lo que la parte más dulce de la partitura de Zimmer proporciona. Temas con ritmos sencillos, algunos terribles y otros donde reluce un amago de esperanza, comprometido por la desesperación[3].




[1] Iván Martínez de Miguel (11 de enero de 2011). «Top ten de los taquillazos más vistos en 2010». La Huella Digital.
[2] BANDA SONORA (BSO) ORIGEN (INCEPTION). HANS ZIMMER. Disponible en: http://www.tomacine.com/index.php/features/item/93-banda-sonora-bso-origen-inception-hans-zimmer consulta realizada el 24 de mayo del 2015.
[3] BANDA SONORA (BSO) ORIGEN (INCEPTION). HANS ZIMMER. Disponible en: http://www.tomacine.com/index.php/features/item/93-banda-sonora-bso-origen-inception-hans-zimmer consulta realizada el 24 de mayo del 2015.

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El autor: Tuto Flórez, nacido en el departamento de Santander, en la caótica y convulsionada, pero hermosa tierra del suramericano país llamado Colombia. Melómano consumado, amante del rock, de la música hecha con sentido, sobre todo de los años noventa y la cultura underground. Cinéfilo por convicción. Crecí entre los textos, de Henry Miller, Charles Bukowski, Allan Stewart Königsberg más conocido como Woody Allen, H. P: Lovecraft y Allen Ginsberg. @tuto201333

Letrinas: El hombre sentado se llama igual que tú

 Por Carlos Noyola | 



El hombre sentado en la banca no quiere ir a algún lado. Esta ahí porque tiene tiempo. Se resiste a seguir la inercia de los que caminan suplicándole que se una; una sinergia misteriosa de la que logró escapar. Se pregunta qué pasará cuando todos se vayan, cuando las ideas se acaben. Entonces las sillas del vacío podrán probar ser estatuas. Persiste la sensación de que todo sucede allá mientras él se sienta, mover los dados al oído ya no resulta agradable. No quiere ser engullido por las fauces purasangre, pero no es un hedonista. Lo que pasa es que hay ciertas cosas que llegan a un punto en el que ya no son controlables, jugar a pintar el himno rilkeano es una de ellas. A final de cuentas, ¿cómo atraer las transformaciones de la soledad si no es mediante otras soledades? Caminar por un sendero y el otro es lo mismo, siempre que la evolución no vaya a la inversa. Él encontró el punto de flexión en un árbol, escalando para brincar al mismo lado.


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Carlos Noyola nació en la Ciudad de México en el 96. Sus poemas han aparecido en publicaciones como Letras Explícitas, Nomastique y el Periódico de Poesía de la UNAM.  Escribe regularmente para El Inconformista Digital y The insighters. Su primer libro, Costumbres correctas, fue publicado por Texere Editores en 2014. Actualmente vive en Estados Unidos.



Memorable concierto de Mon Laferte y Los Yonkis

 Por Paola Sánchez |

Este fin de semana se llevó a cabo en Cholula uno de los conciertos más esperados del año; el cartel que anunciaba a Mon Laferte junto a Niños Héroes y Los Yonkis prometía una noche memorable.


En punto de las 21:30 horas el riff de "Regálame una Flor" abría el concierto de Los Yonkis, llamando la atención de los oyentes, quienes desde su asiento y con chela en mano empezaron a disfrutar de la noche. Iván García nos advirtió que nadie saldría del bar con "10/06" -primer sencillo de su nueva producción- hasta llegar a "La Cita", donde los asistentes se quitaron la pena de una vez para acercarse a la banda y bailar alocadamente al ritmo de "Chicos Modernos"; el rito continuó cuando el sonido del potente bombo marcó el compás de "Soundtrack para un cuento de Terror", el concierto parecía un drama de amor, el whisky no nos hacía nada, y el horror se veía en el rostro de los fans cuando anunciaron que "Siete Vidas" sería la última rola de la presentación, más de uno soltó una lágrima, desgarraron sus venas y no pudieron evitar corear "no soy maldito, sólo soy distinto a ellos". Así se despedian Los Yonkis entre aplausos y reverencias del incomprendido público que se quedó con ganas de escuchar más de la banda.


Niños Héroes continuó la tocada con canciones como "La Bruja", el clásico del folk mexicano adaptada al punk, además de "Hey mi rey", "Incomprendido" y otras producciones de la banda. Después de Niños Héroes comenzó la cantante y compositora chilena Norma Monserrat Bustamante Laferte, mejor conocida como "Mon Laferte",  la chica que dejó atrás todo -incluso el cáncer- para hacer música, comenzó su presentación compartiendo todo el dolor, la depresión, el desamor, pero sobre todo, el amor que hay detrás de sus letras y su música.


La chilena nos deleitó con canciones de su útima producción discográfica "Mon Laferte Vol.1" como: "Salvador", "Tormento", "El Diablo", "Tu Falta de Querer" entre otras mas. Al final Mon ofreció autogáfos y fotos con sus fans quienes no esperaron para hacer una larga fila en la entrada del intento de camerino que tiene el lugar.

La noche llegó a su fin y los asistentes al evento se encontraban complacidos, el Pulque para Dos ahora estaba vacio.

La 58 Muestra Internacional de Cine llega a Aguascalientes


  • Serán 14 películas provenientes de países como Italia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, Israel, Nueva Zelanda, Francia, México, entre otros.
  • Las cintas abordarán temas como la intolerancia a las minorías, el radicalismo, la efervescencia de las posturas políticas extremas y el impacto social de la innovación tecnológica.


La Universidad Autónoma de Aguascalientes estará presentando del 30 de mayo al 12 de junio de 2015, la 58 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, evento fílmico que se ha posicionado al paso de las décadas, como la ocasión esperada para que la comunidad universitaria y el público aguascalentense se den cita en la Máxima Casa de Estudios del estado para disfrutar cine de clase mundial.


Teniendo como temas principales el impacto social de la innovación tecnológica, la intolerancia a las minorías, el radicalismo de la fidelidad religiosa y la efervescencia de las posturas políticas extremas, la edición número 58 de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional exhibirá 14 películas provenientes de países como Italia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, Israel, Nueva Zelanda, Francia, México, entre otros.

En cuanto a ello, se pueden mencionar títulos cinematográficos como “El Capital Humano”, cinta de origen francoitaliano que presenta el resultado de la codicia y el valor de la vida humana en una era de capitalismo y manipulación financiera.


Respecto al cine mexicano, se destaca “La Tirisia”, película que relata la experiencia de Cheba y Serafina, dos mujeres que se enfrentan a la maternidad en una comunidad azotada por la pobreza, el machismo y los tabúes sociales en medio de los gigantes cactus de la Mixteca Poblana.


De igual forma, se destaca “Cautiva”, thriller psicológico que explora los efectos de la ausencia y el pasado, vistos a través de las relaciones entrelazadas una víctima de secuestro, sus padres, el secuestrador y los investigadores.


A su vez, se estará exhibiendo en la UAA “Sombra Blanca”, película proveniente de Tanzania, Alemania e Italia, en donde narra la historia de Alias, niño albino de África Central que es objeto de burlas y vulnerable a peligros por parte de médicos brujos y gente de la región que consideran que los albinos deben ser asesinados o mutilados.


El acceso a los más de 10 filmes cinematográficos de la 58 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional será sin costo alguno, sin embargo, cabe destacar que después de 15 minutos de iniciada la función, ya no habrá acceso a la sala.


En este enlace puedes conocer detalladamente la programación oficial de la 58 Muestra Internacional de Cine, así como la sinópsis de cada producción cinematográfica.


Bob Dylan: el ícono que nunca fue



But it ain’t me, babe
No, no, no, it ain’t me, babe
It ain’t me you’re lookin’ for, babe


No importa si Bob Dylan sigue produciendo álbum tras álbum, siempre será considerado como un ícono de la década del sesenta. Elvis Presley puede haber inventado el rock'n'roll pero Dylan le infundió una cierta seriedad moral que, para mejor o peor, le dió al rock el status cultural que aun tiene. Con Elvis en la milicia y Buddy Holly muerto en un accidente aéreo, el rock se desbarrancaba en canciones ramplonas y melosas para adolescentes. Las letras surreales de Dylan y su fraseo a contratiempo le dieron al rock el caché que necesitaba para entrar en las artes como una forma más.


Dylan desafió al consenso conservador de la década de 1950 dándole voz a las tendencias radicales de la década siguiente. Con canciones como "Masters of War", se atrevió a contraponer verdades contra poderes y con otras como "Don't Think Twice It's All Right" propuso liberarse de las restricciones de la moral tradicional. Sabía que los tiempos estaban cambiando y su música indicaba el camino a seguir.


Bueno, por lo menos eso es lo que los catedráticos y periodistas que crecieron escuchando a Dylan quieren que uno crea. Como dominan ampliamente el campo de literatura que se ocupa de la vida de Dylan, los sobrevivientes de la década del sesenta tienen sus intereses creados en perpetuar el mito de Dylan como el hombre de la izquierda política y contracultural. Sin embargo al leer el volumen de reciente publicación "Bob Dylan: The Essential Interviews" (Bob Dylan: Entrevistas Esenciales) publ. [Wenner, Ed. Jonathan Cott] uno se da cuenta que esa gente no solo está apuntando lejos del blanco, sino que ni siquiera han visto el blanco. Dylan ha sido más misterioso, reservado y complejo que lo que la generación del sesenta ha podido percibir. Y lo mas asombroso del caso es que su héroe no se cuenta a si mismo en sus filas.

La biografía de rigor en lo que toca a la carrera de Dylan es que comenzó como un cantautor de protesta, se reinventó como rockero al pasar al sonido eléctrico en el Newport Folk Festival en el verano de 1965, se tornó en un ermitaño en 1966 después de tener un accidente de moto, flirteó con la música country a principios de los setenta, pasando a grabar algunos de los mejores conciertos en vivo a mitad de esa década, se internó en el fundamentalismo evangélico hacia fines de la misma década y no recobró sus sentidos musicales hasta que grabó "Time Out of Mind" el álbum con que ganara tres Grammys en 1998. El curso de la historia se puede reconocer fácilmente como un típico ejemplo de "gran suceso americano": Dylan comenzó inocente y alcanzó la gloria (su período de protesta), tuvo luego una serie de tropiezos (primeramente al venderse al rock comercializado, luego al producir algunos álbumes mas bien malos y finalmente tocó fondo al convertirse al evangelicalismo americano) y luego se reivindicó volviendo al tope al regresar a sus raíces artísticas... ¡No! Toda esa narrativa está ERRADA.



Bien temprano en su carrera Dylan fue etiquetado como la voz de su generación mientras al mismo tiempo se lo conocía como a un músico muy celoso de su independencia creativa. Lejos de ser un rebelde típico de esos años mas bien se rebeló contra la mayor parte de las ideas de la década. Sus ideas -musicalmente hablando- se forman escuchando a Woody Guthrie, Hank Williams y Johnny Cash.


Dylan forma sus ideas políticas antes del advenimiento del movimiento conservador moderno y todo lo que dice en sus entrevistas indica una tendencia instintiva hacia las ideas conservadoras. Es cierto que Dylan puede ser travieso y llevarle la contra a cualquier cosa. Sin embargo lo que se ve claramente en estas páginas es la simpleza de sus puntos de vista y su honestidad sin vueltas.


Dylan establece su bien ganada reputación de dar entrevistas escabrosas con el documental de D.A. Pennebaker "Don't Look Back", que le toma una instantánea al momento en que Bob vuelve de su exitosa gira británica en 1965. En ese momento cúspide de su fama Dylan está explorando territorios que le eran desconocidos.


Observar como Dylan contesta con acidez a cada pregunta estúpida nos fascina como ver un choque de trenes en cámara lenta. Pero una cosa es verlo cruzar espadas con un periodista y otra muy distinta es ver como descuartiza a un estudiante poco precavido. Dylan puede ser muy cruel cuando se siente aburrido o molesto. Parece que le agrada jugar al gato y al ratón con los obsecuentes de su fama y se irrita cuando lo tratan como a un oráculo de sabiduría. "Don't Look Back" es uno de los primeros grandes films del rock, pero a Dylan nunca le gustó, quizás porque lo muestra abusándose de su fama para maltratar a sus admiradores.


Las respuestas que da en "Bob Dylan: The Essential Interviews" son sorprendentemente sinceras, aunque siempre es evidente que sigue siendo un maestro de la insinuación y un verdadero mago cuando se trata de cambiar de tema sin que nadie se de cuenta. Puede bailar una danza verbal sin tocar las preguntas que le molestan, casi de la misma manera en la que maneja su voz a contramano de la melodía. El resultado es que estas entrevistas nos cuentan más sobre lo que Bob Dylan NO es y lo que queda claro es que Dylan NO es un producto de los años sesenta.


En la primera entrevista de esta colección, que data de 1962, Dylan ya negaba ser un cantante folk. En la Segunda entrevista, en 1963, ya se lo ve corrigiendo algunas de las malas interpretaciones de sus canciones. "A hard rain's a-gonna fall" es interpretada hasta el dia de hoy como una advertencia sobre los peligros de la guerra nuclear.


Lo único por lo que Dylan protesta a esta altura de su carrera es la apropiación que la izquierda ha hecho de su música. Dice: "No, no, no era la lluvia atómica. Otros han pensado lo mismo. No es la lluvia atómica. Es solamente una lluvia dura e inevitable. No quise hablar de precipitaciones para nada, nada de eso, Solo quise expresar que alguna clase de fin tiene que sobrevenir." Dylan medita en sus letras sobre varios temas apocalípticos y sobre el fin del mundo comenzando con "A hard rain's a-gonna fall" en 1962. Decir que esas meditaciones son meramente políticas es tan inexacto como decir que son meramente meteorológicas.


Es cierto que muchos artistas tratan de referirse a asuntos un poco más elevados que la mera política pero Dylan se esforzó sobremanera para tratar de negar su relevancia política. En una nota que Nat Hentoff escribió en 1964, Dylan se queja del proceso de las entrevistas. "No me gusta negarme porque, después de todo, estos tíos tienen un trabajo que hacer. Pero me molesta que la primera pregunta que se les ocurre sea siempre "¿Vas a viajar al sur para tomar parte en las manifestaciones de derechos civiles?" y luego pasa a llamar a la NAACP [2] "un montón de viejos" que están "buscando como usarme para algo."


El comentario podría ser visto como una indiscreción juvenil si no fuera tan representativo de la actitud de Dylan contra la izquierda progre-liberal. Hentoff no anda muy lejos cuando Dylan registra en "I shall be free No.10", que es una tomadura de pelo a la hipocresía de la izquierda progre:

Mira, yo soy liberal, pero sólo hasta cierto punto,
Quiero que todo el mundo sea libre,
Pero si crees que voy a dejar que Barry Goldwater,
Se mude al lado y se case con mi hija,
Debes creer que estoy loco,
No lo dejaría hacerlo ni por todas las granjas de Cuba. [3]

Dylan no estaba interesado en apuntar a nadie con su guitarra a menos que pudiera punzar a los delirios del optimismo utópico. Le dice a Hentoff que "lo que falla es algo mucho más profundo que la bomba [nuclear]." Está más interesado en las certidumbres de la naturaleza humana que en las posibilidades de progreso social. "Es lo que pasa cuando alguien me quiere decir lo que moralmente debiéramos hacer, yo quiero que me lo muestren. Y si tienen algo que decir sobre la moral yo quiero saber lo que ellos hacen. Recuerda para Hentoff la historia surreal de su discurso al aceptar el premio Tom Payne que le fuera presentado por el Comité de Emergencia por las Libertades Civiles. Los asistentes eran "todos parte de la izquierda de la década del 1930 y ahora apoyan los movimientos de derechos civiles. Eso está rebién, pero se nota que tienen abrigos de nutria y joyas. Era como si dieran dinero para sanar alguna culpa oculta."



Sin embargo la hipocresía no era el problema más grave. Estos zurdos de buen corazón ayudaban a los negros porque primero los habían puesto a en una caja prolijamente etiquetada con la palabra "víctimas". Dylan se negó a ver a los americanos de color en esos términos. El entendía que la izquierda progre-liberal etiqueta con sellos de colores a todo el espectro social en vez de ayudar a que los códigos de separación desaparezcan. "Los asistentes, aquella noche, se empeñaban en hacerme ver a la gente de color como gente de color. Te aseguro que desde entonces no quiero tener nada que ver con ninguna asociación política en mi vida." Y cumplió con lo dicho.


Desde 1962 a 2004 -los años que cubren las entrevistas en el libro- el cansancio de Dylan con las perspectivas de cambio social se ve claramente. En 1965, a medida que la década se recalentaba, Dylan concibió que la mejor acción era la inacción. "No sé lo que ustedes van a hacer. En lo que a mí me toca, todo lo que puedo hacer es hacer la lista de las cosas que yo NO voy a hacer." Dylan sospechaba de los sueños utópicos de la izquierda progre mucho antes de que las universidades hicieran de esos sueños su proyecto de realidad. Como lo hizo notar en la entrevista dada a Hentoff en 1966, "No he perdido para nada el interés en la protesta desde entonces. De hecho no he tenido nunca interés en la protesta desde el principio." No quiso poner mensajes políticos en sus canciones, en parte porque, como dijo en 1966; "Se debe respetar el derecho de los otros a tener un mensaje que los represente." Si la gente quería que Dylan les diera un "mensaje" él fantasea que quizás pudiera poner treinta empleados de la empresa de telegramas Western Union en la alcaldía de Nueva York.


Otro tema que Dylan evitó a propósito es el de la guerra de Vietnam. En la entrevista publicada en 1966, por poco llega a desestimar al entero movimiento pacifista declarando: "Decir "causa de paz" es lo mismo que decir "molde de mantequilla". Lo que quiero decir es ¿Cómo puede uno creerle a alguien que dice que está dedicado al molde y no a la mantequilla?" La imagen conjurada es extraña pero tocante: En el nombre de la paz, el movimiento antibelicista quería forzar el cambio social. Por medio de estar organizados y actuar agresivamente perdieron de vista lo que en principio estaban defendiendo: la paz. Dylan no tiene ninguna simpatía por los que escapaban al servicio militar: "Quemar la citación del ejército no va a terminar la guerra. Ni siquiera va a salvar una vida. Si alguien se siente mas sincero consigo mismo por medio de quemar la carta, bien; pero si se cree más importante por hacer eso, entonces es una berraquería."


Dylan se despide continuamente de la izquierda progre, pero la izquierda progre no lo deja irse.


Es posible que no haya mejor prueba de las ilusorias ambiciones del progresismo de izquierda de los años sesenta que el hecho de que crean que Bob Dylan está en el bando de ellos. Hay una entrevista que se distingue como una pequeña obra maestra de la miscomunicación. En 1968 Dylan se encuentra con los editores de la revista de música folk izquierdista "Sing Out!" En cierto momento los editores despliegan orgullosos sus conocimientos al comentarle a Dylan que sus canciones son como las parábolas de Kafka. "Sí" responde educadamente Bob, "pero las únicas parábolas que yo conozco son las de la Biblia." Los editores se sorprenden. "¿Cuándo has leído las parábolas de la Biblia?" le preguntan. "Siempre he leído la Biblia aunque no únicamente las parábolas" responde Dylan. Jocosamente le comentan que Dylan no parece el tipo de persona que lee la Biblia antes de acostarse y él les responde cansinamente, "Bueno... uno nunca sabe..." Entonces cambian el tema con mucho tacto para pasar a hablar de la influencia de William Blake.


La cosa se pone todavía más enrarecida. Los editores comienzan a a presionar a Dylan para que hable sobre la guerra de Vietnam. "¿Te parece que los artistas debieran expresarse en contra de la guerra?" Dylan los confunde diciendo "Conozco algunos buenos artistas que estan a favor de la guerra." Como no se imaginan qué hacer con la respuesta, tratan de clarificar la pregunta. Le explican que estan hablando de los artistas que estan en contra de la guerra. Dylan contesta, "De eso es lo que les estoy hablando, es a favor o en contra de la guerra. Esa tesitura realmente no existe." Dylan menciona a un pintor que él conoce que está a favor de la guerra. Le preguntan los editores por qué no discute el tema con el pintor. Dylan, todavía más críptico les dice, "Yo puedo ver lo que sucede en sus pinturas ¿por qué debiera discutir con él?" Lo siguen presionando, porque ni se pueden imaginar que Dylan no comparte sus puntos de vista políticos. Dylan finalmente se retrae diciendo, "Bueno, no hay nada de lo que comentar, realmente." Después de un último intento de hacer entrar a Dylan en la idea preconcebida que tienen de él, Dylan declara, "La gente tiene sus propias ideas. De todos modos ¿Cómo saben ustedes que que yo no estoy –como dicen ustedes- a favor de la guerra?" Dejan esa pregunta sin contestar.


Pero aún así, ya habían creado ese ídolo y suponen que lo menos que él puede hacer es cumplir con sus expectativas. Así que le recuerdan a Dylan que él es conocido por canciones como "Masters of War". En un valiente momento de autoanálisis, Dylan les dice, "Eso es una cosa fácil de hacer. Hay miles y miles de personas que querían una canción como esa. Así que yo la escribí."


Aunque Dylan nunca cejó en su desprecio por el activismo político –en 1978 pudo claramente decir: "Siempre he considerado a la política como otra parte de la ilusión."-tampoco se retrajo de su interés en Dios, en la Biblia y en lo sobrenatural. En 1965, sus entrevistantes no supieron qué hacer con su comentario de que "el gospel [4] clásico puede ser la próxima onda" y que, siempre había estado interesado en la música tradicional americana (folk) porque "está llena de leyendas, mitos, Biblia y fantasmas." El hecho de su conversión al Cristianismo hacia fines de 1978 hace que la entrevista que diera a una conocida revista tan sólo unos meses antes, sea todavia más punzante, ya que su tono de tipo confesional lo pone casi al límite de su ansiedad existencial. Cuando le preguntan qué es lo que la gente necesita, rápidamente trae al tapete la idea de una crisis espiritual. El periodista, sintiendo que ha tocado algo de importancia fundamental para Dylan, prosigue con una serie de preguntas sobre religión. Dylan claramente ha estado pensando en Jesucristo. "¿En qué se convierte Cristo cuando vive dentro de cierta persona?" se pregunta en voz alta. "¿Qué clase de persona sería Cristo si viniera en esta época?" El entrevistador, un poco sorprendido, le recuerda a Dylan su condición de judío. "Nunca me sentí judío", le responde Dylan. Prosigue comentando que "... vi una revista (Time Magazine) en un avión hace algunos años que leía en la portada "¿Ha muerto Dios?" y yo pregunto ¿crees que es responsable publicar una cosa como ésa? ¿Sabes? Creo que el país se ha estado desmoronando desde ese día." Esto es claramente algo demasiado difícil de digerir para el entrevistador pero se detiene en el tema un poquito más para preguntarle cuál es su idea de la vida después de la muerte. "¿Quieres saber lo que yo pienso que se encuentra en el más allá.. ja, ja, ja..."


Unas cuantas de las entrevistas más reveladoras en las que Dylan habla de su conversión no se incluyen en este libro, pero las que el editor ha incluído niegan fuera de toda duda las sospechas de que su fase cristiana no estaba en sintonía con el resto de su vida. Tales sospechas son parte de la modificación biográfica que tuvo que hacer la izquierda para ajustar el ídolo a su propia realidad. Algunos notan que Dylan no habla ya más en público de sus experiencias religiosas después de 1980 y suponen por lo tanto que el asunto ya había terminado. Sin embargo lo más notable es que un hombre tan reservado hablara del asunto. Pareciera que el proceso natural de maduración espiritual lo ha llevado más allá del literalismo bíblico y el entusiasmo de sus primeros años como cristiano. Pero no olvidemos que Dylan rechaza el lenguaje de la mejora progresiva. "Nunca pienso en términos de crecimiento" dijo en 1984, cuando su inmersión en la cultura cristiana evangélica llegaba a su fin.


Que su fe ha llegado al punto de la desesperanza es el tema de "Time Out of Mine" un álbum oscuro y lleno de presentimientos que incluye líneas como "He caminado a través de un desierto, tratando de llegar al cielo antes de que cierren la puerta." Como explicó en su entrevista de 1997, "Trato de vivir en esa línea que va entre la indiferencia y la esperanza. Estoy preparado para caminar en esa línea que pasa por el fuego." Ha confesado a su audiencia en Locarno, Suiza que lo ha tocado la frase "Estoy dispuesto a ser justo sea que Dios me libre o no." Y agrega que "... si sabemos algo sobre Dios es que Él es arbitrario. Así que, amigos, mejor que nos preparemos para eso tambien." Este álbum fue su manera de lidiar con el silencio de Dios que se revela solamente a aquellos que han sabido mantener su guardia durante la noche oscura del alma.


Dylan ha oído los rumores de que algunos piensan que es un conservador. Cuando le preguntaron sobre el asunto en 1986, calló por un momento y dijo, "Bueno, para mí no hay izquierda ni derecha [políticas]. Lo que hay es: verdad y su opuesto. Ya saben. Hay honestidad y hay hipocresía. Vean en la Biblia, no hay nada sobre [los conceptos políticos de] la derecha o la izquierda. Puede ser que alguien tenga otro punto de vista sobre estas cosas, yo no lo tengo porque no soy tan listo. No me gusta darle a la gente en la cabeza con la Biblia. Pero es el único instrumento que conozco y es lo único que siempre permanece verdadero."


Esto lo dice como un cristiano bíblico que cree que la naturaleza humana nunca cambia y que la moral es un asunto de integridad personal y no de revolución política. Y que la gente por lo general tiene necesidad de escuchar lo que más le molesta. Dicho de otro modo, esto está dicho al mejor estilo de un conservador.


Publicado originalmente en First Things

Traducido por John Camarena

Referencias
Publicado originalmente en la revista First Things bajo el título "It ain't me, Babe – Bob Dylan, the Essential Interviews" por Stephen H. Webb, Agosto/Septiembre 2006 p.49.
[1] Stephen H. Webb es profesor de religión y filosofía en Wabash College. Ha publicado recientemente los libros "American Providence" y "Taking Religion to School".
[2] Siglas de la National Association for the Advancement of Colored People. Una organización clave del movimiento pro-derechos civiles en los Estados Unidos.
[3] Nota del traductor. La letra en inglés dice:
[4] Nota del traductor. Gospel, es un tipo de música religiosa tradicional de los Estados Unidos. La traducción literal de "Gospel" es "Evangelio".
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