Misión imposible, sentencia final: entretenida, pero le faltó espectacularidad


Cinetiketas | Jaime López


La última entrega fílmica de "Misión Imposible" es un producto entretenido y bien hecho para las y los seguidores de la saga, sin embargo, resulta un tanto tediosa para quienes no estén familiarizados con los personajes.

Igualmente, quienes amen desenfrenadamente el género de acción y esperan altas dosis de peleas o persecuciones, encontrarán una propuesta contenida, sin tantas coreografías como sus antecesoras.

Respecto al primer conjunto de ideas, "Misión Imposible: Sentencia final" (el título completo de la película) da continuidad al último desafío del agente "Ethan Hunt", interpretado por Tom Cruise, que busca atrapar a una inteligencia artificial, la cual amenaza con destruir el ciberespacio y apropiarse de los sistemas nucleares de los países más poderosos del mundo.

Eso incluye a Estados Unidos, cuya presidenta "Erika Sloane", personificada sobriamente por Angela Bassett, ve en "Hunt" su última esperanza para evitar el apocalipsis digital.

Así, el guion se enfoca en cerrar todos los cabos que se dejaron sueltos en la séptima entrega y, de paso, recupera a personajes con poca participación en la saga, que ahora tienen más foco o mayor relevancia.

Igualmente, se recurre a la nostalgia para rememorar algunos de los antagonistas más destacados de "Misión imposible", aunque las referencias pueden resultar agotadoras para ciertos espectadores.

Por otro lado, hay un cierre definitivo para uno de los personajes más queridos del universo de "Ethan Hunt", que probablemente conmueva a la faniticada.

Acerca de las secuencias de acción, se reconoce un gran nivel de producción en la mayoría de ellas, pero carecen de la emoción de anteriores entregas.

La trama tiene más énfasis en el ámbito político, lo que recuerda propuestas como "El caballero de la noche", en donde se cuestionan ciertas decisiones morales del gobierno estadounidense.
Finalmente, el elenco cumple, pero las mujeres son las que tienen el desempeño más espectacular de la película, por su aplomo y compromiso. Aplausos para Hayley Atwell y Pom Klementieff, que bien pueden ser consideradas para un spin-off.



"Mamá reinventada": forzada, con fallas en su edición y con poco corazón


Cinetiketas | Jaime López


El nuevo estreno fílmico de Videocine, "Mamá reinventada", se siente como una producción forzada, hecha al vapor, con evidentes errores de continuidad y actuaciones sumamente acartonadas de la mayoría del elenco.

Además, la musicalización es una mala mezcla de covers de éxitos poperos, que no se conectan oportunamente con los estados de ánimo de los personajes.

Ojo con el tema "Contigo aprendí", de Armando Manzanaro, que supuestamente tiene un significado importante para las estelares, pero que no logra ser parte de secuencias memorables por su mal acomodo en el metraje.

Por otro lado, la historia de "Mamá reinventada" es presentada como una comedia, pero son pocos los momentos que provocan una auténtica sonrisa en la audiencia, en especial, porque la mayoría de sus buenos chistes o "gags" ya fueron mostrados en el avance promocional.

Solamente se salva el carisma de su protagonista, Erika Buenfil, quien actualmente es una figura muy popular en Tik Tok, en donde supera los 18 millones de seguidores.

Ella y Nicolasa Ortíz Monasterio, que en el filme da vida a la mejor amiga y la "roomie" de la hija de la estelar, son las que hacen la historia más llevadera, pues se nota su experiencia frente a cámaras.

En cuanto a Michelle Renaud, la otra protagonista de "Mamá reinventada", no se siente creíble que interprete a un espíritu disruptivo, que no se sujeta a los convencionalismos sociales y que es diametralmente opuesta a su progenitora.

Mientras que las actuaciones de su jefa odiosa y gandalla en la empresa que trabaja, el amigovio o "fuck boy" y el sacerdote-confidente de su madre, son sumamente insoportables.

Acerca del guion, se agradecen las buenas intenciones de los creativos por tratar de mostrar las nuevas dinámicas entre las madres e hijas mexicanas, pero la manera en que va transitando la historia es poco orgánica y desangelada.

También plantea dos visiones de enfrentar un duelo, siendo una de ellas el huir de los recuerdos y la otra quedándose estancados en la nostalgia o la rutina, pero los temas no están suficientemente desarrollados en el libreto.

Obviamente, la gente que actualmente tenga una mala relación con su mamá o figuras maternas, se sentirá conmovida en alguna parte de la historia por la necesidad humana de querer reconciliar dicha relación.

Sin embargo, "Mamá reinventada" carece de profundidad en la mayoría de su ejecución y termina siendo una propuesta olvidable en cuanto se encienden las luces de la sala y el respetable regresa a su cotidianidad.



"Loco por ella", remake mexicano que funciona por su elenco y respeto a la salud mental



Cinetiketas | Jaime López |


El remake mexicano de la cinta homónima de 2021, "Loco por ella", prácticamente respeta el guion escrito por Natalia Durán y Eric Navarro, por lo que la salud mental se mantiene como su temática principal.

En ese sentido, la principal virtud de la historia es justamente ahondar en el asunto referido, que para muchas personas continua siendo un tabú, a partir de una comedia romántica.

Para quienes no han leído la sinopsis o visto el avance promocional, "Loco por ella" sigue a "Álvaro", un reportero de notas amarillistas, que se enamora de "Carla" luego de que ambos comparten una noche fuera de lo común.

Sin ningún dato sobre ella, comienza a buscarle desesperadamente hasta que un día descubre que está internada en una clínica psiquiátrica y padece trastorno bipolar.

A diferencia de la obra original, "Loco por ella" le da mayor protagonismo a la amiga de "Álvaro", una aspirante a actriz interpretada en la versión de 2025 por Cassandra Sánchez Navarro.

Eso último es de agradecerse, porque la otrora estelar de "Cindy la regia" y "Mesa de regalos" demuestra su sencillez al brinda el mismo profesionalismo y carisma a un rol secundario, pese a venir de estelarizar obras sumamente exitosas en taquilla.

En cuanto al resto del elenco, en un principio el espectador podría pensar que está frente a un episodio extendido de la serie "Backdoor" por la presencia de Luz Aldán, Daniel Haddad y Miguel Burra.

Sin embargo, los primeros dos tienen un desempeño superior a sus homólogos españoles dando interpretaciones divertidas y conmovedoras por partes iguales.

Obviamente, sus personajes representan el síndrome de Tourette y el trastorno paranoide en un tono de comedia fársica, pero es epidémica su entrega y amor a los mismos.

Por otro lado, Jesús Zavala también supera a su contraparte española en el papel de un tipo obsesionado con la limpieza, aunque algunas voces podrían pensar que mantiene su estilo de hombre cuasi deprimido y discreto con sus emociones que ya ha exhibido en otras producciones.

Acerca de los estelares, Minnie West transita por una gama de sentimientos que confirman su crecimiento histriónico desde "Me gusta, pero me asusta", una de sus primeras cintas, a la fecha. Su "Carla" seduce desde la secuencia uno en la que aparece a cuadro y después experimenta distintas emociones, tales como egoísmo, cerradez, desdén, amistad, solidaridad, dulzura y depresión.

Al final, "Loco por ella" funciona por su narrativa, ya que se siente como una propuesta sumamente equilibrada y que no quiere ser irrespetuosa con el tratamiento de la salud mental, pues si bien señala que el amor puede ser un gran aliciente para personas con depresión o trastornos, también indica que la supervisión de un profesional es imprescindible en muchos casos.



"Rescate implacable", una película de acción olvidable y sin identidad



Cinetiketas | Por Jaime López


Al hablar sobre "Rescate implacable" o "A working man", la nueva película protagonizada por Jason Statham, es imprescindible señalar que se trata de una propuesta convencional, que evita tomar riesgos creativos con la finalidad de satisfacer a la audiencia a la que está dirigida.

Coescrita por Silvester Stallone y basada en la novela de Chuck Dixon, la historia se centra en un trabajador de la construcción, que se ve obligado a recordar su pasado militar tras enterarse que la hija de sus jefes ha sido secuestrada por un grupo de tratantes de personas.

Como es de esperarse, el protagonista es presentado como un héroe implacable, que tiene pocos matices en su personalidad. Esto último impide ver a Statham en un registro distinto a otros de sus filmes, por ejemplo, "Snatch" o "Spy".

Así, la obra está repleta de un sinfín de secuencias de acción, en las que el estelar pelea cuerpo a cuerpo con decenas de adversarios sumamente estereotipados y casi siempre sale ileso.

Aunado a lo anterior, el filme de casi dos horas de duración no ofrece algo diferente al avance de dos minutos que fue exhibido en salas o plataformas digitales meses previos.

Ello convierte a "Rescate implacable" es una producción poco novedosa, aburrida y que sólo sirve para hacer lucir a Statham, así como para matar el tiempo si es que el público no tiene nada más importante que hacer.

En cuanto al tema del tráfico de personas, la postura es muy similar a la de la saga estelarizada por Liam Neesom, "Venganza implacable", es decir, superficial y sin darle foco a las víctimas de dicho delito.

Lo importante es ver a Statham repartiendo chingadazos a diestra y siniestra hasta que logre su objetivo de salvar a la hija de sus jefes, interpretada por Arianna Rivas.

Ella es probablemente lo más destacable del filme debido a su frescura y a que se muestra como un ser valiente que, por momentos, logra rescatarse a sí misma. Lástima que su rol quedó a medio gas, sin mayor desarrollo.

En cuanto a David Harbour, el amigo ciego del protagonista, es innegable el carisma del histrión en pantalla grande, pero tiene pocas escenas y su figura solo está de complemento.

Resulta peor el caso de Michael Peña, que da vida al jefe del estelar, pero que luce desangelado y hasta impreciso en sus participaciones. Un desperdicio total.

Finalmente, el realizador, David Ayer, fracasa en consolidar a un nuevo ídolo del género de acción, pues su propuesta parece un reciclaje sin identidad propia, en donde ni siquiera hay secuencias o coreografías inolvidables.

“Morir poquito”: ritual, placer y metamorfosis

Por Reyes Rojas | Fotos @ingravido88

“Ya no quiero buscarte,

ya no quiero gustarte.

Gracias por venir.

Aviento mis manos al placer”.


Con estas palabras arrojó ANAN su espectáculo hacia el público. Morir poquito es una ceremonia escénica donde los cuerpos, la luz y la música se entrelazan para habitar lo liminal: ¿qué hay entre la pérdida y el deseo, entre el yo que fue y el que está por venir, entre el miedo y la osadía; y, por supuesto, entre la vida y la muerte?

En este performance se amalgaman tres de mis cosas favoritas en el mundo: la danza, la música y la palabra. Las ejecutantes (Natalia Gómez y Daniela Jerez) se mueven por el recinto donde se lleva a cabo el rito (porque es más ritual que espectáculo), y juegan con luces de mano y otras herramientas de iluminación más bien limitadas y minimalistas. El espacio y el público son un personaje más, pues ningún lugar expondrá los mismos recovecos, los mismos muros y columnas; por otro lado, la afluencia y la inmersión de la gente siempre serán, también, un elemento diferenciador: Nadie es el la misma persona frente a distintos cuerpos y rostros.

Morir poquito nació como un poema sonoro, pero luego se convirtió en una experiencia sensorial íntima y viva, en una invitación al público a transitar sin mapas, a imaginar desde la penumbra, a desdoblarse suavemente mientras un personaje femenino (presumiblemente ANAN) se desdobla también en diferentes cuerpos que se alargan sobre una retahíla de melodías envolventes, oscuras y jubilosas.

En cada gesto de las bailarinas, en cada nota musical como un vapor, se sugiere una transformación, radical a veces, como la que ocurre con la muerte instantánea provocada por una bala entre la cien; o paulatina como la erosión de un bosque. Analogías tristes, ya lo sé, pero lo mismo daría si me atuviera al polo opuesto de estas metáforas: Morir poquito también es un cubetazo de felicidad fría sobre el cuerpo, una fiesta de sensualidad.

 

Al platicar con Natalia, me reveló que ella compone con el cuerpo.

“Siempre compongo como pensando en mi cuerpo, ¿como qué me hace sentir?, ¿me hace querer bailar o querer acostarme en posición fetal y que nadie me hable? ¿Me hace querer salir corriendo? Le hago caso a esos impulsos y desde ahí corren las imágenes sonoras y  poéticas”

No es para menos. Es verdad que la experiencia completa de Morir poquito se siente como entrar a una alberca. La música de ANAN, sus propuestas escénicas, son sensuales en el sentido más literal de la palabra, es decir, que invitan a saciar las demandas de los sentidos.

Luego de asistir a la puesta en escena, salí hacia la noche saboreando unas palabras de Paul Valery sobre la danza que bien valen para describir mi experiencia como espectador:

“en el Universo de la Danza el reposo no tiene sitio; la inmovilidad es algo obligado y forzado, un estado pasajero y casi una violencia, mientras que los saltos, los pasos contados, las puntas… son formas completamente naturales de estar y de comportarse”.


¿Qué escucho?

Las canciones de ANAN en Morir poquito, son al mismo tiempo un canto a lo pequeño (Cosas inútiles), una oda a lo invisible (In), a la ternura como posibilidad (I like you), y al mismo tiempo una invitación a la fortaleza (Abrir la piel) y a la rebeldía (Soy un animal). La pieza musical que da nombre al rito entero funciona como una declaración de principios: “todo cambia y yo voy primero en la fila de las metamorfosis”.

Conozco a Natalia desde hace años y tengo una idea breve de los gustos que compartimos, pero en un ejercicio de influencias no pedidas ni confirmadas, detrás de ANAN escuchó propuestas tan variadas como la Laurie Anderson de Songs from the Bardo y Big Science; a la Bjork de Homogenic; a Descartes a Kant; a Coco Rosie y a Radiohead, sólo por mencionar algunas.


¿Dónde estoy?

En esta ocasión, Morir poquito se presentó el 10 de abril en Pop Lolita, un espacio alternativo y cavernoso del centro de Aguascalientes, usualmente invadido por el perreo, la pose, la inventadez y la farandulería artística. En Pop Lolita hay exposiciones independientes, puestas en escena inter y multidisciplinarias, tragos coquetos y sobre todo, ociosa juventud.

Morir poquito es puesto en escena con participación de Natalia Gómez (ANAN) y Daniela Jerez, ambas artistas escénicas maravillosas; y con la colaboración de Remi Barrios (Hombre Árbol) en las percusiones.

Morir poquito no busca respuestas, sino espacios para sentir. Es una experiencia que abraza la incertidumbre con ternura, que convierte el tránsito en arte y la vulnerabilidad en fuerza. ANAN nos recuerda que hay belleza en el desdoblamiento y placer en lo efímero. Morir, aquí, es también volver a nacer.


"Arillo de hombre muerto", el cine como herramienta para generar empatía


Cinetiketas | Jaime López


Con "Arillo de hombre muerto", el cineasta Alejandro Gerber busca hacer una crítica a todos los sectores sociales que revictimizan a familiares de personas desaparecidas y no localizadas, ya sea de manera intencional o mediante la indiferencia.

Asimismo, trata de retratar el oportunismo y amarillismo practicados por algunos creadores artísticos, cuando abordan solo por pose la problemática en cuestión, la cual ha ido en aumento en todo el país, sobre todo en los últimos 19 años.

Filmada en un exquisito blanco y negro, el primer acierto de "Arillo de hombre muerto" es su protagonista, Adriana Paz, quien da vida a "Dalia", una conductora de metro que una noche regresa a casa solo para descubrir que su esposo ha desaparecido. 

El personaje en cuestión es una víctima de las circunstancias, que debe de lidiar con la hostilidad de su entorno laboral, la burocracia mexicana y los señalamientos de su suegra.

Aunado a esto, noche a noche, camina presurosa por el miedo de ser atacada, en algún punto del tramo existente entre el cajón de estacionamiento que habitualmente usa y la puerta de su maltrecho hogar.

Así, "Dalia" es la representación de esas mujeres que la sociedad exige que tengan un comportamiento o una vida ejemplares, a pesar de la adversidad en la que se encuentran inmersas.

Paz demuestra oficio en su interpretación, pues de manera natural transita por distintas emociones: angustia, rabia, inseguridad, fortaleza, orgullo maternal, duda, resiliencia y determinación.

Además, aprendió a conducir las unidades del sistema subterráneo de transporte colectivo, el cual juega un papel clave en la historia, lo que sin lugar a dudas es una prueba irrefutable de su compromiso actoral.

Por otro lado, "Arillo de hombre muerto" reúne nuevamente a la primer mexicana en ganar el festival de Cannes, dentro de la categoría de actuación, con Noé Hernández, su coestelar en la bien calificada "La Tirisia".

El intérprete referido personifica al interés sentimental de "Dalia", ese que está dispuesto a acompañarla en la búsqueda de su marido, pero que por momentos también resulta una presión extra para la vida de aquella. 

Acerca de los logros técnicos, la fotografía de Hatuey Viveros hace que el ojo de la audiencia no quiera perder de vista ningún detalle captado en su formato blanco y negro. 

A eso se suma su habilidad para filmar en el metro de la Ciudad de México, con cámara al hombro y muy al estilo de los documentalistas profesionales. Es oportuno señalar que grabar en ese tipo de transporte es sumamente difícil para cualquier producción, entre otras cuestiones, por los múltiples permisos gubernamentales que se requieren conseguir.

Por último, la película evoca los dramas sociales de Ken Loach, sobre todo, en su arranque y en las escenas donde existen críticas sutiles contra el actuar de las autoridades. 

Spoiler: "Arillo de hombre muerto" cierra con la mirada de la protagonista rompiendo la cuarta pared, viendo al espectador con el afán de que no invisibilice o sea indiferente a su lucha. Se trata de una secuencia magistral, en la que se resume genialmente gran parte del discurso del realizador de este filme.




El mejor infarto de mi vida: una ficción demasiado real



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |

Cuando me di cuenta, luego de seis capítulos, que la historia de “El mejor infarto de mi vida” estaba basada en un suceso trascendental de la vida de Hernán Casciari y vi su breve cameo en pantalla, no se imaginan el grito que pegué. Me hizo auténticamente muy feliz. Y no porque le haya dado un infarto a un escritor argentino, sino porque le pasó a EL escritor argentino y comprobé, una vez más, la genialidad de este hombre al saber que hizo de una historia ya de por sí peculiar, algo narrativamente extraordinario. Así que, qué les parece si vamos por partes e intento animarlos a darle una oportunidad a esta miniserie.

Quiero pensar que, con todo lo que pasa en el mundo, la mayoría tenemos ganas de ver cosas más ligeras en la tele; contenido que no nos abrume demasiado porque ya tenemos demasiado con qué abrumarnos en el día a día y preferimos recurrir de vez en cuando a la comicidad o a la ternura para que nos entretengan un ratito. Y es precisamente en este mundo, donde las historias de ficción suelen ser más increíbles que la realidad, que "El mejor infarto de mi vida" viene a romper completamente con ese molde. Una creería que el título en sí ya dice bastante o al menos hace que generes una idea preconcebida sobre de qué va la serie, pero al menos yo me quedé muy corta. Ni siquiera podemos imaginarnos todos los eventos que desencadena un “simple” infarto agudo de miocardio.

Aclaro un detallito por si no se ha entendido a estas alturas: este textito es sobre la miniserie y no sobre el libro homónimo de Casciari. A pesar de que está basada en un hecho real y que, según el autor, hay cosas parecidísimas, la serie se da muchísimas licencias creativas y narrativas para hacer una historia un poquito más atractiva para la pantalla, algo que no gustó tanto a la pareja de Hernán, Julieta, porque cambian TODO de su personaje. En una entrevista con Sebastián Wainraich, Casciari dijo que estaba divertídisimo viendo la reacción de Julieta mientras ambos veían la serie por primera vez, porque ella no paraba de gritarle a la televisión y de quejarse todo el tiempo. Entonces, obviamente hay diferencias sustanciales, pero que parten de la idea fundamental de que efectivamente el infarto es un antes y un después en la vida de Hernán Casciari.

Descrita como una “comedia dramática” (porque la vida misma es por momentos justo así), esta serie argentina sigue la vida de Ariel, un escritor con una vida en automático tirando a deprimente.

Nuestro protagonista no entra en la categoría del clásico personaje complejo. Lo que sí, es que su vida está cayendo a su punto más bajo: es un tipo que fuma sin parar, tiene sobrepeso, su esposa lo dejó por otra mujer y regresa a vivir con su madre (que acá entre nos, siempre me ha molestado que eso sea un recurso cliché derrotista, pero bueeee). Ama escribir poesía, pero sobrevive como escritor fantasma (porque eso casi no pasa, eh) en una editorial cuyo dueño y amigo personal, le tiene un cariño que se entremezcla con lástima y pena ajena. Por azares del destino y de un chantaje profesional, Ariel viaja a Montevideo con una chica española llamada Concha (sí… la Concha en Argentina), que acaba de conocer y que llegó a irrumpir su aburrida cotidianidad; se alojan en una bella casita de Airbnb de unos dueños típicamente uruguayos, sufre el infarto y su vida cambia radicalmente. Hasta ahí podemos concluir que es una historia… digamos… poco extraordinaria, pero ayuda a crear un buen escenario para todo lo que se avecina. Lo que sucede después, es lo que hace realmente especial esta historia. Y personalmente, no quiero ahondar en ello para no spoilear y, sobre todo, para meterles un poquito de curiosidad. Pero hay de todo: un caótico partido de fútbol, una boda gitana, hemodiálisis, crisis económicas, ghosteos, bebés y poesía, para que se den una idea.

La serie cuenta con un elenco maravilloso que incluye a Alan Sabbagh (que a lo mejor reconocen por otra joyita argentina llamada “División Palermo”), Olivia Molina, Rogelio Gracia y Romina Peluffo además de apariciones destacadas como la de la mismísima Rita Cortese e Imanol Arias. La dirección y el guion están a cargo de Mariana Wainstein y Pablo Bossi, quienes logran equilibrar perfectamente el humor y el drama en cada uno de los episodios. Es una coproducción entre Argentina, Uruguay y España, lo que le da ese toquecito internacional y nos hace suspirar viendo tomas hermosas de Buenos Aires y Montevideo.

"El mejor infarto de mi vida" no es una miniserie más; es casi casi una lección de vida. Y miren que a mí me dan cringe y pereza esas series o películas que insisten, a veces de manera muy poco orgánica, a aleccionarte, pero aquí es casi imposible no reflexionar sobre la vida y sus giros inesperados. En un mundo donde constantemente nos enfocamos en lo negativo, esta producción nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, hay espacio para la generosidad y el amor. Es una especie de homenaje a la auténtica bondad humana y eso, en tiempos convulsos donde lo que menos existe es humanidad, se torna hasta necesario de reconocer. Es, es pocas palabras, una emotiva e increíble historia que vale mucho la pena ver. La encuentran en Disney+ y aquí les dejo el trailer y por qué no, también la imperdible entrevista a Hernán, a Mariana y a Alan.





"Pérdida total", otra manera de hacer comedia en el cine mexicano


Cinetiketas | Por Jaime López



De vez en cuando, la cartelera fílmica mexicana tiene un estreno modesto, del cual poco se sabe, pero que termina dando una pequeña sorpresa a la audiencia. Es el caso de "Pérdida total", el nuevo largometraje de Enrique Begné.

Se trata de un thriller cómico o una comedia contada en clave de thriller, que se va cocinando a fuego lento y que es dueña de una gran actuación por parte de Leonardo Ortizgris, el protagonista de la historia.

La trama sigue a un embustero profesional, que vende distintos productos y servicios con base en mentiras, hasta que un día la vida le tiene preparada un giro de 180 grados.

El título hace alusión al intento del estelar por cobrar el seguro de su camioneta simulando un accidente o una "pérdida total". Sin embargo, conforme avanza el metraje, dicha pérdida también puede percibirse como la crisis en la que está inmersa el protagonista.

Lo anterior debido a que toma la decisión de dejar de mentir, pero por una jugarreta del destino, se ve involucrado en un enfrentamiento entre grupos criminales.

Es a partir de ese conflicto, muy al estilo de las comedias negras hechas por los hermanos Coen, que la obra adquiere un ritmo trepidante o emocionante.

En ese sentido, se agradece el riesgo de "Pérdida total" por hacer una comedia distinta acerca de narcotraficantes, la cual evita los sensacionalismos y el abuso de palabras en doble sentido o chistes fáciles.

Asimismo, el guion coescrito por Begné y Ernesto Anaya evita la glorificación de los líderes criminales, incluso, los retrata como personajes llenos de dudas o hasta ineptos.

Por otro lado, la cinefotografía de Federico Barbabosa transmite una atmósfera asfixiante, ya que casi no tiene planos abiertos y permite que la audiencia centre su atención en las actuaciones del elenco.

Es oportuno agregar que Ortizgris demuestra su gran capacidad artística al tejer un personaje con múltiples matices, que transita del tipo cínico y sinvergüenza al ser humano arrepentido de sus decisiones, que desea redimirse.

Y como un buen thriller de humor negro, los personajes secundarios también se destacan por sus peculiares e ingenioso diálogos como los que tienen Alejandro Calva y Enrique Arreola.

Eso sí, hay algunas inconsistencias argumentales al principio que evitan que "Pérdida total" sea una joyita imprescindible en toda la extensión de la palabra, por ejemplo, la motivación o razón que lleva al estelar a cambiar radicalmente su código de valores.

No obstante, la cinta se aparta de las comedias comerciales y ofrece buenas actuaciones de distintos intérpretes, entre ellos, Jorge Jiménez, Héctor Kotsifakis, Tato Alexander y Ana Sofía Gatica.




«Baladas tristes», un tríptico musical de Iván García y Los Yonkis


Por Sergio Martínez | Foto: FNSM


¿De dónde viene la tristeza?

¿A dónde va?


La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos 322 millones de personas en el mundo padecen tristeza o depresión, un 18 % más que hace una década. Según la ciencia, la opresión en el pecho, dolor en el corazón, lágrimas y vacío en el estómago, son algunas sensaciones corporales que reportan los síntomas de la tristeza en el cuerpo humano.

Decía el poeta como premonición: “hubo una epidemia de tristeza en la ciudad”, pareciera que de ahí vienen 30 canciones que están por publicar Iván García y los Yonkis.

Su octava placa musical llamada Baladas Tristes es un tour de canciones donde Iván García nos propone verlo desnudo, vernos a nosotros mismos, ver lo que nos rodea y observar un mundo donde la vorágine y la velocidad con que vivimos nos hace pasar de largo de absolutamente todo, hasta de la tristeza que podemos encontrar en una esquina, en un bar, en un hotel, en un concierto, llevarla de prendedor, o bajo una noche estrellada.

Publicar un disco con 30 canciones en estos tiempos es un acto de valentía, el proyecto debe ser sólido y desafiar todas las condiciones del mercado de la música emergente, y lo principal, desafiar al escucha con una propuesta que no solo lo entretenga, sino lo cuestione, lo confronte y le haga saber que la tristeza también influye en la creatividad.

Para quien esto escribe Baladas Tristes es un tríptico, no solo por las tres decenas de canciones que lo conforman, sino por los lugares desde donde se sitúan las canciones:

Introspección del cantautor: Baladas Tristes -que no solo le da nombre al álbum, sino es una declaración de origen y principios-, La cantaleta, Cuando esté mejor, Perdido, Señor oscuridad, Muñequitos de Japón, y Hey, bro; entre otras.

Baladas tristes: Despacio y en silencio, De vez en cuando, Tiquete, Deberías, Mátame, Cinco estrellas, Winona, Confieso, El sendero de las sombras, No te importó, Acodado y Veneno para ratas.

Descripción densa: Donde nadie puede, Baile, La ducha, Cuando la muerte, Estrella de karaoke, Mudarse, No se irán, Luna, y Ataúd.

Mención aparte merece la rola que cierra el disco: Mi ciudad, track de más de 8 minutos de duración que abre con una declaración de amor: Vengo de una hermosa ciudad… con aires dylanianos, nos describe los amores, andanzas, odios, preocupaciones y vivencias del autor, no es fácil mantener la tensión narrativa y que la música que la acompaña sea un mar navegable para el oído, está  canción lo logra con creces, nos describe la ciudad y nos acuna a la vez, …vengo de una triste ciudad, aunque me deprima, no ve voy a mudar, aquí vine al mundo, aquí me van a enterrar, así que esta noche brindo por mi ciudad,… cierra la canción.

Este álbum doble cuenta con siete colaboraciones: Cuando esté mejor (feat. Juana Castañeda), Señor Oscuridad (feat. Paulino Monroy), Baile (feat. Pascual Reyes), Estrella de karaoke (feat. Saúl Fimbres), Princesa (feat. Chinoy), Muñequitos de Japón (feat. Bluez Marentes) y Mi ciudad (feat. Niñovan), que le dan una dimensión peculiar al sonido Yonki.

Según la Secretaría de Salud, en México hay 3.8 millones de personas con depresión o tristeza.

¿De dónde viene la tristeza?

¿A dónde va?

Deberíamos de atacar este problema de salud, con música, no estaría nada mal que empezáramos a escuchar Baladas Tristes, porque las canciones y la música siempre serán un tronco donde sujetarnos, un bálsamo para el alma y un antídoto contra la tristeza.

 

Todas las canciones escritas por Iván García.

Producido por Carlos Iván Carrillo.

Grabado en Casa Yonki.

Arte por: Roberto Iván González Vázquez

Puebla, México, 2025.

Iván García y Los Yonkis lanzan “Baladas Tristes”, su octava y más ambiciosa producción discográfica



· El álbum doble de 30 canciones explora géneros como el folk, el rock, el country e incluso el regional mexicano.

La banda poblana Iván García y Los Yonkis estrenan este 2025 su octavo material de estudio titulado “Baladas Tristes”, trabajo que contiene 30 tracks conformadas por composiciones de Iván García y arreglos musicales de Los Yonkis. Esta nueva placa producida por Carlos Iván Carrillo y grabada en Casa Yonki, explora géneros como el folk, el rock, el country e incluso llega a experimentar con el regional mexicano.

Baladas Tristes es un álbum de larga duración que se ha cocinado durante tres años y en donde la madurez de la banda es notoria. Recientemente fue lanzado en plataformas “De vez en cuando”, el primer single del disco, junto con el video oficial de la canción, de la cual el periodista musical Juan Carlos Hidalgo expresó: “Uno de los mejores letristas del rock mexicano adelantó el primer sencillo de lo que será un álbum doble en donde conecta con el tipo de canción que ha engrandecido a Nacho Vegas”.

La presentación oficial del disco será el próximo 9 de mayo de 2025 en el foro Gato Calavera de CDMX y contará con la presencia sobre el escenario de importantes figuras del rock nacional y la canción de autor que serán revelados días antes de este concierto que promete ser especial e irrepetible. El cartel de la presentación fue obra del artista visual Roberto Iván González, creador de las populares ilustraciones “Los Románticos Pendejos”. Los boletos de acceso ya están disponibles en taquilla de Gato Calavera y en la plataforma Passline con un costo de 350 pesos.


Previamente al concierto se llevará a cabo una primera etapa de la publicación del disco a través de
Bandcamp, plataforma que ha optado por acordar una retribución más justa con los artistas independientes. Además de ser una alternativa idónea para que los fans irredentos adquieran el álbum antes que cualquier persona y de su eventual llegada al resto de plataformas.

El lanzamiento en Bandcamp está programado para el 1 de mayo del 2025 a las 22:30 horas mediante una "Listening Party" que se llevará a cabo en un foro emblemático de la ciudad de Aguascalientes, pero donde los seguidores desde cualquier parte del mundo podrán conectarse y escuchar todo el disco en una sesión exclusiva en línea donde podremos charlar en vivo con el artista sobre las canciones y comprar el álbum digital.


*En exclusiva para la tripulación de Revista Sputnik: en este LINK puedes precomprar el álbum "Baladas Tristes" de Iván García y Los Yonkis y obtienes 2 pistas ahora (streaming desde la aplicación gratuita de Bandcamp y también disponibles para descargar en alta calidad en formato MP3, FLAC y otros) y el álbum completo cuando sea su lanzamiento.


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