Letrinas: Jalisco Night

Por Eduardo H. 


- Oye Lalo, hay una fiesta en el depa de Laura, vamos.
- Ok viejo, vamos.


Ahí estábamos, un montón de recién ingresados a la universidad, finales del primer semestre, con alcohol y drogas. Algunas chicas de semestres anteriores, incluso de otras facultades. Musica de Pearl Jam, Cypress Hill, Nirvana, lo mejor de los 90's.


- Karina, te presento a Lalo, dice que quiere ser escritor, de hecho hace rato leyó uno de sus poemas, tiene el estilo de José Agustín. Es muy bueno.
- ¿Es en serio Lalo?
- Bueno, no lo he leído mucho, y no creo que me parezca a él.


Todos en la fiesta se quedaron callados, los Smashing Pumpkins sonaban aún en el estéreo pero a muy bajo volumen. Yo comencé a recitar el poema, era una serie de pensamientos sobre el entonces DF.


- No manches Lalo, eres buen escritor.
Hubo unos aplausos y la fiesta continuó.


- Dime Lalo, ¿Hace cuánto eres amigo de Diego y Josué?
- No hace mucho, la verdad. Hace unas semanas supongo.
- Sabes, Josué es muy guapo, pero creo que es el tipo de hombre que solo sale contigo y unos días después se olvida de ti.
- Pues no sé, aún me sigue hablando después de varias semanas jajaja.
- Jajaja, eres muy gracioso.


Sin darme cuenta Karina y yo estábamos en medio del departamento hablando, mientras los otros estaban en el sofá o en la mesa bebiendo, no me importaban los demás, en ese momento me sentía bien con ella.


- Oye Lalo, espero no te moleste pero quiero saber si has estado con una chica últimamente.
- No, de hecho hace un año que no salgo con alguna chica.
- ¿Por?
- Digamos que era muy complicado.
- ¿Hiciste algo con ella?
- Dicen que los caballeros no tenemos memoria.
- Vaya, eres muy bueno -me besa repentinamente- vamos al cuarto de Laura.


My girl, my girl, don't lie to me. Tell me where did you sleep last night? Nirvana sonaba en el estéreo, algunos se dieron cuenta.


- ¿Estás nerviosa?
- Un poco
- No lo estés.



Shakedown 1979, cool kids never have the time
On a live wire right up off the street
You and I should meet.


La noche iba mejorando.

Pillanes: rock en tiempo del porongavirus

Music in a coma | Por Carlos Iván Carrillo |


El fin de semana pasado, 14 y 15 de marzo, se celebró el tradicional Vive Latino en la Ciudad de México en medio de gran controversia ya que nuestro país se encontraba en la primera fase de contingencia epidemiológica por COVID-19, lo que −según la Organización Mundial de la Salud− significa que el virus se encuentra en una fase de importación, es decir, viajaron al extranjero y allí contrajeron coronavirus y hasta el día previo al festival había solo 27 casos confirmados en todo el país.

La polémica por la realización del festival se acrecentó y continúa al día de hoy; personajes tan deleznables como Javier Lozano o Felipe Calderón sentenciaban en sus redes sociales que el presidente era un “irresponsable” y “el país se le iba de las manos” y bautizaban al festival como #enférmatelatino o #MuereLatino. Puebla no fue la excepción y algunos personajes de la escena cultural del estado emitían comentarios sin tomar en cuenta que el gobierno, de acuerdo con la fase de contingencia y con los datos y modelos de contagio publicados por la OMS, decidió NO suspender, es decir, actuó con responsabilidad y la verdad es que la suspensión hubiera sido una medida que poco o nada iba a influir en el desarrollo de la epidemia.

Sin embargo, hoy me tomó por sorpresa leer una carta paternalista que publica el carnal Ricardo Cartas en la que pretende aleccionar y regañar a los jóvenes por haber asistido al Vive Latino.

Dejando de lado el negocio millonario y los intereses de Ocesa y los empresarios; no podemos olvidar que cientos de familias viven del negocio informal que se genera alrededor de estos festivales, que decenas de músicos mexicanos y latinos han pasado años esperando la oportunidad de presentarse en esta plataforma y que invirtieron meses preparando su show para ese día (por ejemplo Silvana Estrada, Flor Amargo o Armando Palomas), o que la mayoría de jóvenes a los que Ricardo le dirige la carta son workingclassheroes rocanroleros que han pasado meses chingándole en la chamba para comprar su boleto. Ellos son los menos culpables ¿Por qué regañarlos? ¿Por qué propagar el pánico y adelantar medidas innecesarias que, además, tendría consecuencias económicas? Pongo el tema en la mesa y celebro que los “muchachitos” pudieron disfrutar una cerveza escuchando a artistas latinoamericanos que de otra manera hubiera sido prácticamente imposible verlos en vivo en nuestro país, como Indios, Francisca Valenzuela o Pillanes que como dicen en una de sus rolas...

“de todos los mortales soy el más aventajado porque rara vez me caigo y si caigo lo hago parado, si se trata de un hermano yo voy al sacrificio, no temo, no lloro, a nadie yo le imploro, no tengo temores, tampoco guardo rencores…” 

...frase que sin pedos podríamos ver escrita en una cartulina para ir a una marcha estudiantil o para asistir al Vive Latino 2020 y letra de la rola homónima de la banda que me pone frente a estas hojas en blanco en esta ocasión .

                                                                                            ***

El término supergrupo se aplica a conjuntos musicales –principalmente de rock− cuyos integrantes son músicos consolidados y exitosos como solistas o con otras bandas; la expresión es creada por Jann Wenner, director y fundador de la Rolling Stone, para hacer referencia a Cream (Eric Clapton, Ginger Baker y Jack Bruce) y se ha utilizado con bandas como Crosby, Still, Nash & Young o The Traveling Wilburys.

El domingo 15 de marzo a las 17 horas en la Carpa Doritos se presentó el supergrupo chileno Pillanes, banda integrada por Mauricio y Francisco Durán (Los Bunkers, Lanza Internacional), Pablo y Felipe Ilabaca (Chancho en Piedra, 31 Minutos) y PedroPiedra (CHC, 31 Minutos)  que en un encerrón de 10 días en una casa de Valparaíso componen y graban las doce canciones de su álbum homónimo que se publicaría en noviembre de 2018.  Rolones que tienen sabor a un Inti Illimani feat. Johnny Marr & Bernard Sumner. 







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La participación de estos chingones en la Carpa Doritos la disfruté en vivo desde mi monitor. Abren con una canción instrumental “Barrabás”; a pesar de ser la primera vez que la banda se presenta en México hay una nutrida asistencia del público a ese escenario. Después de “Somos lo peor”, PedroPiedra echa a andar una caja de ritmos para abrir paso a “Loro” una canción dedicada a Horacio Salinas y que fue el segundo sencillo de promoción de su disco y en “Facho Pobre” la pandilla asistente comienza a bailar la cumbia electroandina. El clímax sucede en la rola “Pillanes” y hasta en la transmisión web se notan las tablas y la experiencia de los que están sobre el escenario; el momento cumbre llega cuando PedroPiedra y Mauricio toman los micrófonos para empezar a rapear, no tuvo madre.

Al terminar el set de ocho rolas, Pillanes nos invita a una presentación al día siguiente (primer día de cuarentena) en BajoCircuito, inmediatamente agarré mi androide para comprar el acceso al concierto y el boleto del pullman bus Puebla – CDMX con toda la intención de encontrarlos para que firmaran mi long play; como se podrán imaginar, el lunes, horas antes del evento, se canceló por la contingencia y los chiquillos debían volver inmediatamente a su país. Ni pedo.

Seguro que hace un buen rato no tienes tiempo para sentarte y escuchar con atención álbumes completos con conceptos redondos, en las grabaciones hay mucho esfuerzo de músicos, técnicos y productores; aprovechemos esta cuarentena por el porongavirus para hacerlo; lávate las manos y dale play a este disco de Pillanes que es ideal para empezar.




Letrinas: El milagro mexicano


El milagro mexicano
Por Alejandro Carrillo


Tras meses de vanos esfuerzos para detener la pandemia, nadie imaginó que el milagro viniera del tercer mundo. Los ojos de todos los gobiernos, organizaciones y farmacéuticas miraban estupefactos a los especialistas mexicanos que anunciaban que, efectivamente, la cocaína curaba el virus. 

Como dictan las sagradas escrituras, la clemencia antecede al milagro: uno de los desahuciados en el INER se dio un pase a escondidas para bien morir y la recuperación fue evidente. Raudos los especialistas hicieron más pruebas con los casos graves y ¡eureka!

El mismísimo presidente de la república dio la noticia y en directo durante la mañanera inhaló, acompañado de su gabinete, la farlopa servida en bandeja de plata del Palacio Nacional, para exhortar a la población sobre la importancia de tomar medidas en todos los hogares. Los músicos dejaron de hacer conciertos en streaming para en su lugar grabar tutoriales de consumo responsable y los literatos empezaron a publicar en sus redes sociales inacabadas listas de dealers de confianza y picaderos en lugar de sus repulsivos textos y petulantes links a PDF's de la vanguardia. San Lázaro fue uno de los primeros recintos libres de virus, el Canal del Congreso televisaba en vivo las sesiones de los diputados y senadores esnifando largas rayas de coca frente a sus curules. Otro día en la oficina.

Los grandes cárteles de la droga firmaron una amnistía y en un acto de humanidad se comprometieron a poner sus servicios y productos al alcance de la población. Por la madrugada aparecían camiones repletos de mercancía frente a los centros de salud con narcomensajes diversos: "GOBIERNO Y PUEBLO DE MÉXICO: DE ESTA SALIMOS JUNTOS... COMO EN LOS VIEJOS TIEMPOS. ATTE. CÁRTELES UNIDOS". 

La Guardia Nacional atesoraba “la medicina” y la Secretaría de Salud la distribuía de forma eficiente y gratuita. Filas interminables en las clínicas del IMSS de todo el país para administrar la cura a millones de mexicanos que entraban incrédulos a los consultorios y salían atarantados manoseándose la nariz con desesperación.

La Naciones Unidas enviaron a cientos de cascos azules por el polvo maravilloso en aviones inmensos de carga que aterrizaban y despegaban de nuestras principales pistas clandestinas en Sinaloa, Tijuana y Juárez. Poco a poco la curva epidemiológica se estabilizó a nivel mundial, la ONU nombró a Diego Armando Maradona como embajador de buena voluntad y así el milagro mexicano llegó hasta el último rincón para aliviar al último infectado.

Ese año el país creció 67 por ciento.

Letrinas: La Güera Almada


La Gúera Almada
Por Alan Román 


Puedo empezar diciéndote que jamás lo había visto sonreír tanto. Ni siquiera cuando le dije que creía que estaba embarazada. “Se va a llamar Juan, como mi padre”. Siempre pensé que era gracioso que no dijera que como él, Juan, también. Pero esa sonrisa de sentirse seguro de lo que uno hace fue algo que envidio hasta hoy.

Era una caja bastante grande para sus manos, pequeñas para su estatura. Envuelta en papel blanco y rojo. Mis regalos de cumpleaños siempre están envueltos con temática navideña por las fechas. Sabía que me había comprado algo costoso, hace semanas que no salíamos a comer. Me dijo que qué bueno que no estaban mis padres, me la acercó lentamente con esa maldita sonrisa, como si me fuera a dar la solución para mi vida entera. Recuerdo que cuando lo terminé me dijo, “por lo menos te protegí, y te di lo mejor que tuve para ti”.

          “¿Alguna vez en tu vida has dejado de tener siete años?” Lo pronuncié lentamente en mi cabeza, quizá hasta moví lengua dentro de mi boca produciendo los sonidos exactos para que él entendiera mis palabras, pero no lo lancé al aire, no quise, no sabía que reacción tendría, pero sabía que no valdría la pena.

          Abrí la caja y en medio, sin ninguna clase de recubrimiento, lucía una pistola. Una automática nueve milímetros, me diría después. Era negra en su totalidad, como las que salían en las películas de los hermanos Almada, no las que usaban ellos, sino los malos, los que morían a los tres pasos. Agárrala, me dijo mientras sostenía la caja. Yo sólo pensé en el momento en que por primera vez toqué su pene, no tienes idea de cómo hacerlo, y sabes que te vas a equivocar, y ahí ese cabrón con una sonrisota. Estaba fría, y la levanté con mi mano derecha apuntando directo al suelo, en cuanto la saqué de la caja lo volteé a ver, para que me la quitara de encima. Después de reírse de mí, la agarró con fuerza, te digo que sonreía como un niño.

Me dijo que me enseñaría a darle a latas de cerveza, a pájaros volando. Que ojalá no tuviera que usarla nunca. “¿Y para qué me la regalas entonces?”

Porque, en realidad, deseaba que la usara, deseaba que cualquier cosa nos forzará a lanzarnos a la fuga y disparar, como en las canciones o en las series de narcos que se la pasaba viendo. Pero era algo que no haríamos ni en mi trabajo en oficinas ni en el suyo en recaudación de rentas. Quería que estuviéramos en situaciones riesgosas, de vida o muerte, de disparas luego preguntas.

                                                                         ***

          Ni siquiera he llegado a cargarla. Aunque cuando me molesto con mi jefe, que una de mis hermanas le dice a mi madre que no la quiere volver a ver, o que un contribuyente se quiere pasar de listo, pienso en que quizá la pistola sirva de algo. Pero luego recuerdo que esta toda fea, y encima con los rayos que traigo en el cabello me van a terminar diciendo La Güera Almada o una cosa así. Pero ni para eso alcanza. Puras vergüenzas con ese güey. Hay cosas que no se resuelven a balazos. Espero que él lo haya aprendido.

          Por eso está a mi nombre, pero está nuevecita. 'Tonces ¿en cuánto quedamos?






El autor: Alan Román Méndez, nacido en Mexicali, Baja California en 1998. Actualmente estudia en la Licenciatura en Docencia de la Lengua y la Literatura en la UABC. Realizó una estancia de investigación en la Universidad de Guanajuato. Ha cursado talleres de creación literaria y relato corto en la UABC, Casa de la Cultura, CEART Mexicali, IIC-Museo UABC y HarvardX. Sus textos han sido publicados por las revistas El Septentrión, Cinosargo y Tierra Adentro. En 2018 publicó el poemario Testigos del fuego con la editorial Pinos Alados

Bar Kokhba Sextet y la música judía radical

Prog'n'roll jazz y más... | Por Carlos Progduck | 


Artista: Bar Kokhba Sextet
Álbum: Lucifer: Book Of Angels Vol. 10
Año: 2008
Género: Música judía radical
Nacionalidad: USA

El sexteto Bar Kokhba con tres álbumes en su haber reúne a seis miembros principales de la familia Masada que a su vez es un proyecto musical dirigido por el genio estadounidense John Zorn, el cual, tiene músicos distintos dependiendo del concepto bajo el que se interpretarán cerca de sus 500 composiciones, englobadas bajo la corriente contemporánea de música judía radical.

El concepto del grupo, iniciado en 1993, es que cada canción está escrita de acuerdo con una serie de normas, incluido el número máximo de pentagramas, modos o escalas que se utilizan, y el hecho de que las canciones deben ser reproducidos por un pequeño grupo de instrumentos, ya sean alientos (Masada) guitarras acústicas (Masada Guitar Trio), eléctricas (Electric Masada) o un trío de cuerdas (Masada String Trio). Con el nombre Masada, el uso de escalas e instrumentación de tradición judía, los títulos de las canciones y las portadas de sus discos, Zorn reivindica su origen semita.


  


Alineación:
El sexteto incluyendo a Cyro Baptista en percusiones, Marc Ribot en guitarra, Greg Cohen en bajo, Joey Baron en batería, Mark Feldman en el violín y Erik Friedlander en el violonchelo. 

Discografía:
1998 - The Circle Maker - Disc Two: Zevulun
2005 - 50th Birthday Celebration Volume 11
2008 - Lucifer: Book of Angels Volume 10

‘No queremos aliados, queremos desertores del patriarcado’

Texto y fotos: Mónica Castro Lara |


Decidí titular este pequeño pero significativo texto con la muy puntual frase de la antropóloga e investigadora mexicana Marcela Lagarde, ya que desde hace semanas, no puedo sacarla de mi cabeza. He de confesar que siempre me ha ‘molestado’ esa palabra… ‘aliados’. Por eso, qué mejor momento para estar viv@s y transformarla en ‘desertores del patriarcado’, ¿no creen?

“Ahora que estamos juntas (ahora que estamos juntas), ahora que sí nos ven (ahora que sí nos ven). Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”.

Después de mucho pensar, concluyo que no me avergüenza haber vivido mi primera marcha #8M hasta mis 31 años y aunque no ha sido por falta de empatía, desinterés o desinformación, creo que a todos nos llegan las cosas en EL momento adecuado y mí me llegó esta experiencia transformadora en el instante más apropiado de mi vida. Tenía apenas dos días de haber vivido la Marcha por la Paz, convocada por estudiantes de la BUAP y UPAEP principalmente, a la que se le unieron más de 35 universidades y créanme que fue un día muy interesante y aleccionador. Por ende, mis ganas y emoción por vivir la marcha del domingo, eran bastante grandes.

“Mujer consciente, se une al contingente”.

Un día previo a la marcha, nos juntamos varias personas en casa de mi hermana Elo y mi cuñado Hugo para hacer un primer ejercicio de conversatorio, un espacio seguro en donde mujeres y hombres (sí… hom-bres) pudimos dialogar, compartir ideas, debatirlas, comenzar a establecer protocolos, contar experiencias y sobre todo, aprender a escuchar. Fue una tarde francamente inolvidable y me quedo corta cuando digo que soy muy afortunada en poder vivirlo. Soy una fiel creyente de que parte de la reestructuración de las cosas y de cómo enfrentar la violencia sistemática que vivimos en nuestra cotidianidad, comienza con un cambio social-cognitivo, que debe existir (al menos) la disposición de escuchar, pero también de dialogar.


La deconstrucción de mujeres y hombres (porque pensar y afirmar que los hombres son los únicos que deben deconstruirse no resulta un ejercicio crítico) debe ir acompañada de esta necesidad de externar nuestras vivencias, nuestras inquietudes, nuestros errores y aciertos para dejar de enfrascarnos en lo individual y dar cabida a una colectividad más auténtica. Gracias, gracias, gracias a esas mujeres y hombres que el sábado pasado me enseñaron que ES posible. Y además, cerramos la tarde con broche de oro, diseñando nuestras consignas para el día siguiente, un inesperado momentazo feminista.


 “Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”.


Desde que desperté el domingo 8 de marzo de 2020, tuve esa sensación de ansiedad cuando sabes que se avecina un evento extraordinario y afortunadamente, así lo fue. Elo me preguntó en el transcurso de la mañana si tenía miedo, a lo que contesté un rotundo y muy seguro “NO”, como pocas veces en mi vida. Me entristeció que mi mamá ya no pudiera acompañarnos a la marcha pero, había escrito su consigna en la mañana y nada en el mundo me impediría llevarla y alzarla como si lo estuviera haciendo ella misma. Alistamos todo y llegamos treinta minutos antes de la hora citada, en un punto muy cercano a la Fiscalía de Puebla. Nuestro pequeño contingente, estuvo conformado por amigas, amigas de amigas, familia de amigas y las alumnas de mi hermana. “¿Pañuelo verde o morado?” y cada quién escogía el que quería, un gesto desinteresado y unificador.

Se acercaba la hora y Doña Ansiedad (o sea, moi) comenzó a inquietarse porque veía cómo comenzaban a juntarse más y más mujeres en el punto de reunión y nosotros, seguíamos esperando a nuestras compañeras. El  liderazgo de mi hermana, tras unos consejos bastante apropiados, nos condujo por fin hacia la multitud. Esperamos algunos minutos bajo la sombra de un sagrado árbol y después, comenzaron a organizarnos en filas de 10. En ningún momento, quería perder de vista a Elo porque yo quería y necesitaba marchar con ella; la misma caminata nos permitió ubicarnos a un lado, atrás o delante de cada una. Marchar sin ella no hubiera tenido sentido.

“Mujer, escucha. Esta es tu lucha”.

La multitud (que al principio me hizo dudar si éramos pocas o no), hizo que me costara trabajo escuchar las primeras consignas feministas que gritaban los contingentes que estaban delante de nosotras; afortunadamente no tardamos en repetirlas y hacerlas nuestras. “Sembraremos rebeldía hasta cosechar libertad” y “Sororidad es la respuesta a través de amor, lucha y coherencia”, palabras prestadas de la talentosísima Audry Funk. No importó que fuera ‘cargando’ doble, eran MIS consignas y quería/necesitaba/ansiaba exponerlas, no sólo a las mujeres que participaban en la marcha, sino a cualquiera con una cámara fotográfica o a las cientos de espectadoras que nos miraban, algunas con empatía, otras con asombro, otras con desprecio y muchas otras, con angustia.

“Señor, señora no sea indiferente. Se mata a las mujeres en la cara de la gente”.

Sentí mucho miedo en la primera parada de RUTA (Metrobús poblano). Algunas chicas comenzaron a hacer pintas y a golpear los vidrios de la parada con la intención de destruirlos. “Sin agresión, sin agresión” gritamos muchas. Y al principio lo grité sin pensar y siguiendo a ‘la masa’ y luego lo hice de manera MUY consiente. Estoy TOTALMENTE a favor de las pintas, de que se queme todo, de que se escriban consignas y se haga visible todo el dolor, la rabia, la impotencia, la injusticia, la segregación, la desigualdad y la violencia. Pero tan simple como que no quería que las chicas que estaban caminando junto a la parada, sufrieran algún tipo de violencia o secuela. Justo ahí estaba mi mejor amiga desde los 12 años, justo ahí estaban las alumnas menores de edad de mi hermana, y justo ahí estaba mi compañera de vida y mi alma gemela, Elo, a quien pude sostener de la mano con todas mis fuerzas. Sentí miedo… y es muy válido; hice a un lado mi egoísmo y pensé únicamente en ellas y en su seguridad. ¿Incoherencia? Llámenle como quieran, pero fue un sentimiento auténtico. No voy a juzgar, ni a avergonzar, ni a hacer sentir mal a otras que lo hayan sentido y externado, así como he leído en publicaciones en redes sociales proveniente de mujeres cercanas a mí. Qué bien y qué orgullo que no hayan sentido miedo y que hayan sido coherentes. Necesitamos que nos contagien de ese valor y de esa seguridad, siempre.


 “Vivas se las llevaron, vivas las queremos”.

Benditos árboles del Boulevard 5 de Mayo que aligeraron en algunos puntos nuestra marcha. Me imaginé la posibilidad de tener una ciudad repleta de vegetación y me encabrona mucho saber y ser testigo que Puebla, ha perdido tantas y tantas zonas verdes. Ya muy avanzada la marcha, nos íbamos poco a poco quedando sin voz, aunque surgía alguna consigna y de inmediato, recuperábamos el ímpetu. Mientras todo eso pasaba, no pude dejar de pensar –y sentir- el enorme abanico de emociones que me invadían: por un lado, el enojo, rabia, hartazgo, miedo, sed de justicia, el ser la voz de las que ya no están o de las que conscientemente, no quieren estar; por otro, la felicidad de sabernos juntas, cobijadas y hermanadas, de irnos apropiando (aunque fuera por un instante) del espacio público SIN el miedo de todos los días, de caminar de la mano de mis amigas de toda la vida, del despertar de una sororidad genuina y finalmente, de formar parte de este momento de la historia.

“Y la culpa no era mía, ni dónde andaba, ni cómo vestía”.

Y es justo aquí donde lloré, poco, pero lloré. Traté de contener mis lágrimas y gritar la consigna lo más fuerte que pudiera. Porque si bien he sufrido de la violencia estructural, soy de las pocas privilegiadas que no han sufrido acoso y violencia sexual sistemática, mientras que la gran, GRAN mayoría de mujeres sí. Pensar en eso me destroza todos los días. Pienso también en todas esas ocasiones cuando mis amigas no se han abierto conmigo y no me cuentan esas experiencias terribles que han vivido en el pasado, pero estoy en el momento idóneo para madurar, agradecer y celebrar que tengan la confianza de hacerlo con otras mujeres, porque simplemente no se trata de mí. Es esa mentalidad colectiva la que ha cambiado mucho mi visión de las cosas.  

Entramos al zócalo de la ciudad y desafortunadamente, el poco espacio hizo que toda la caravana se dispersara. No importa. Aplaudo, agradezco y admiro enormemente a esas mujeres, colectivos y asociaciones que organizaron la marcha y que han luchado sin cansancio ni titubeos desde hace años: gracias por ser ejemplo de resistencia, por leer el pliego petitorio, por invitarnos y recibirnos con los brazos abiertos, porque no juzgan, porque nos quieren vivas y porque construyen día a día, un México más justo.

“Aleeerta. (Aleeerta). Aleeerta. (Aleeerta). Alerta, alerta, alerta. (Alerta, alerta, alerta). Alerta que camina, la lucha feminista de América Latina. Y tiemblen, y tiemblen, y tiemblen los machistas, que América Latina será toda Feminista'.

Mi experiencia, en MI primera marcha #8M, fue tremendamente satisfactoria; terminé con el corazón atiborrado y con mucho interés en continuar formándome. No presencié insultos, ni reclamos, ni violencia. Presencié únicamente a mujeres poblanas vinculadas por una lucha que no tiene descanso y de la que sin duda, quiero y formo parte. “The Future Is Female”, dicen por ahí. ¡NO! El presente lo es. Gracias infinitas a mi Elito por caminar a mi lado. Gracias a mi mamá por hacerlo simbólicamente. Gracias a las amigas, alumnas y conocidas que estuvieron a mi alrededor. Gracias a las amigas que no vi pero sé que estuvieron ahí. Que sea la primera de muchas.  

“Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal”.

El sábado hablábamos en torno a la perspectiva de género. En este diálogo de saberes cada quien dijo lo que entendía. Ignorantes todos, Hugo compartió que desde su disciplina, las Relaciones Internacionales, había constructos que ayudaban a entender cómo se conciben los liderazgos mundiales, así como el poder que tiene cara (o atributos) masculina e interpela a las grandes líderes mundiales, como lo han sido Merkel o Thatcher y que, de alguna u otra manera, emulan un prototipo de “mujer-macho”. Pensando que, como asumía Frantz Fanon en torno a la raza negra, sería una desgracia que el destino de la mujer sea convertirse en hombre; Hugo lanzó una de sus preguntas mordaces: “[…] y, ustedes, ¿se han sentido alguna vez empoderadas fuera de los estándares o indicadores de poder patriarcal?” El silencio fue la respuesta más estridente. Después de lo incómodo alguna se atrevió a emitir un desgarrador NO. Es algo que me abruma y me ha tenido reflexionando desde el sábado. Ojalá algún día, pueda gritarles una respuesta diferente.

El verdadero rock and roll

Music in a coma | Por Carlos Iván Carrillo |


Hace veinte años el 3 de marzo del año 2000 el verdadero rock and roll se lanzaba a una alberca desde una habitación en el noveno piso del Hotel Aconcagua en Mendoza, Argentina, justo un día después de haber tocado en un espectacular concierto junto a Mercedes Sosa y Nito Mestre y horas después de haber generado una riña en un bar donde él y su culto, whisky de por medio,  habían ido a celebrar el éxito del recital. Mira el tamaño de esos huevos, es Charly García, señores.

Los que me conocen saben que tiene poco tiempo que exploro el vasto universo del rock argentino, en realidad todo empezó el mes de diciembre de 2018 en una de esas tantas ocasiones en que mi pareja ahora ex me citó en una plaza comercial aplicando el clásico “tenemos que hablar”. Se habló lo que se tenía que hablar y me quedé vagando en una Bodega Aurrera dando vueltas por los pasillos y por mi cabeza, evitando estacionarme en el corredor de vinos y licores para no caer en la tentación, así que opté por abstraerme en el botadero de DVD’s de $15.99 pesos y entre tanta paja encontré el Charly García – En el Coliseo 50 años y no dudé en llevarlo.

Hasta antes de este momento había sido estúpidamente radical en cuanto al rock sudamericano y siempre fui muy chilensis. Pero con Charly me llegó luego Serú Girán, Sui Generis, Spinetta, Aznar, Tanguito, Divididos, Ratones Paranoicos, Estelares y así se me fue todo el año. En diciembre de 2019 pude compartir con una súper banda argentina que visitó México y me recomendaron la discografía que me ha robado los primeros meses de este 2020.

Fue curioso encontrar que una cantidad importante de las canciones que en los dosmiles sonaban como hits en México y que fueron interpretadas por diferentes monstruos del pop como Julieta Venegas, Paulina Rubio, Enrique Iglesias o Diego Torres por mencionar algunos  fueron compuestas por Roberto Fidel Ernesto Sorokin, alias Coti, rosarino de 46 años con una larga e impresionante carrera musical; en los 90’s empieza a escribir canciones para otros artistas, a chambear con Andrés Calamaro como su guitarrista de estudio y a producir a algunos de los personajes más importantes del rock latinoamericano, pero es hasta el 2001 donde decide armar su propio álbum de la mano del multi-premiado productor Cachorro López y desde entonces no ha parado de ser uno de los músicos más prolíficos de la música argentina. Dejo aquí una playlist con canciones imprescindibles de Coti.




Sin embargo, la rola de “El Bob Dylan latino” (según Andrés Calamaro) que he desgañitado en las últimas pedas con mis amigos es, curiosamente, un folk tompettiano en el que Coti graba todos los instrumentos excepto un pedal steel atmosférico que interpreta magistralmente el guitarrista catalán David Soler. Me bastó escuchar una vez la línea “Yo toco en una banda de mi amigo el verdadero rock and roll, habló de sus amores, de sexo y de la locura, de drogas y del tiempo en que volteaba dictaduras” para saber de quién estábamos hablando; hay contados personajes en la historia de la música que le han plantado cara a dictaduras militares, en los setentas y ochentas Carlos Alberto García Moreno lo hizo y venció.

La neta “El verdadero rock and roll” es un rolón, y el del bigote bicolor no merecía menos. Se cuentan muchas anécdotas sobre Charly, como cuando niño increpó en pleno recital al emblemático Eduardo Falú para decirle que la quinta cuerda de su guitarra estaba desafinada o la vez que compartiendo escenario con Sting, Bruce Springsteen y Peter Gabriel— dice “acá el jefe soy yo”. Lo cierto es que el homenaje que Coti Sorokin hace a García con ésta canción (incluida en su álbum Malditas canciones) es “un agradecimiento a lo que él le dio a los músicos de mi generación y un homenaje a alguien que le dio mucho a la música nacional”.


La canción tiene una carga nostálgica cabrona y que además finaliza con una frase del tema “Aprendizaje” de Sui Generis cuando Charly se burlaba de la doble moral burguesa “aprendí a ser formal y cortés cortándome el pelo una vez por mes”. Según Sorokin al componer la canción él pensaba en:

Una declaración de principios y a la vez un homenaje a lo que para mí es el verdadero rock and roll. Él llora más que grita y dice más de lo que canta. Él nos ha enseñado que la rebeldía no es un tesoro exclusivo de la adolescencia, que la utopía está más viva en las canciones de nuestros maestros que en los panfletos…

Como músicos y creadores hay mucho que aprender y reflexionar al respecto, pues como dice Coti Es tener la cabeza abierta porque hay más rock and roll  en el tango, en el flamenco o en el jazz de lo que creemos a simple escucha. Charly fue uno de los que nos enseñó que el verdadero rock and roll es aquella música que se deja influenciar por el tango y por muchísimas otras músicas, y que no es un compartimiento estanco…”; yo estoy convencido que la canción tiene que verse, de manera obligada, como un género, de la forma en que lo hacen estos dos gigantes y trabajarla haciendo a un lado el purismo rocanrolero. Pongo el tema en la mesa.

¿Es Charly García el verdadero rock and roll? Sí y Coti también, say no more. Aquí la rola:


El ‘Piano Man’ se despide de México


Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |


O ‘Como un neoyorquino sorprendió a más de cincuenta mil personas al sentir tanto frío que pidió un abrigo, gorro, bufanda y unos guantes azules para su concierto en Ciudad de México a tan sólo quince días de entrar la primavera’. Me parece un título más adecuado peeeero, seguramente me lo iban a editar (además que de por sí soy PÉSIMA para darle título a mis textos y Alex lo sabe ¡já!). Pero bueno... eso fue lo que sucedió y prometo platicarles el chisme completo unas líneas más adelante.

Justo estoy saliendo del que aseguran, es el último concierto del gran Billy Joel en México y, mientras intentamos salir del caos del estacionamiento del Foro Sol, quise empezar a redactar esta pequeña reseña aprovechando que tengo la adrenalina a tope. Tras tres horas y media de espera -porque #Provincia-, apareció en el escenario el buen Billy y fue ‘Big Shot’ la que hizo que se me fuera pasando el enojo, el cansancio y el hartazgo de estar esperando y viendo como a los chilangos les vale madre llegar a la hora que sea y con toda la calma del mundo y por ende, retrasar hora y media un concierto. ¡Ah! Porque déjenme decirles que a esta mujer que están leyendo, le empezó a dar un ataque de ansiedad porque se acercaba la hora y no había NA-DIE. “Por eso el país los odia” pensé mientras seguía llegando la gente en pleno coro de ‘Pressure’.

De inmediato el piano de Joel nos puso de excelente ánimo y todos los que estábamos apretados en las gradas –porque #Pobre-, intentábamos con dificultad movernos a su ritmo, tanto porque su música es altamente contagiosa, como para tratar de calentarnos y sobrellevar el pinche frío que hacía. Vayan haciéndose una idea de qué tan terrible estaba el clima, porque el mismísimo Joel nos lo rectifica. Cuando termina de tocar ‘The Entertainer’ (la tercera canción) es cuando el buen ‘Billy the Kid’ pide que le traigan una bufanda, un abrigo y un buen gorro porque: ‘Guys, it's freezing out here I hope you are all doing alright’. Y sí, fucking frío mi Billy, fucking frío.

Pero, comenzaron los primeros acordes de ‘Honesty’ y uy... qué cosa. El ‘new yorker’ nos anticipó que normalmente no la canta, así que nos hizo sentir bien afortunados. Aquí, justo aquí, fue donde empecé a cantar de principio a fin y no le pregunten a mi garganta en qué estado quedó. Le siguió ‘Don’t Ask Me Why’, ‘The Stranger’ y su pequeña pero significativa ‘rendition’ de ‘Tequila’ (tengo la prueba en mi celular). Luego, el momentazo de la noche: nos puso a elegir entre ‘Just The Way You Are’ y ‘Vienna’. ‘No mames, no mames, no mames, no nos hagas esto’. ¿En serio cree que podríamos elegir una sola? Ambas son LEGENDARIAS, ¿qué se cree? Y afortunadamente, Diosito me hizo el milagro y cantó ambas. No les voy a mentir: lloré, lloré y lloré con ‘Vienna’; la canté/grité enterita y me sentí completa por unos breves instantes. Qué hermoso poder de sanación tiene una simple –pero muy significativa- canción. Y sí, soy una ñoña y no me importa en lo absoluto.

Le siguieron ‘Say Goodbye To Hollywood’, ‘New York State Of Mind’, ‘Allentown’, ‘I Go To Extremes’, ‘She’s Always a Woman’ y así. La gente se prendió muchísimo con ‘My Life’ y ‘The River Of Dreams’ y después de ‘Scenes From an Italian Restaurant’ cantó la que yo pensé sería el cierre de su concierto: ‘Piano Man’. Todo el Foro Sol se estremeció y coreó a todo pulmón este emblemático tema de principio a fin; es increíble ver el estadio encendido (literal y figurativamente) y ver las caras de aquellos que fuimos a ver a Billy ‘to forget about life for a while’.

Se sale. ‘¿Y ya? ¿Eso es todo? Le faltan un montón de éxitos’. Qué ingenua Moniquita, ¡por supuesto que regresaría! Hace unos días vi el setlist de su último concierto en Nueva York y efectivamente cerró con ‘Piano Man’, por eso me sacó de onda. Pero, tan sólo fueron unos minutitos los que se hizo del rogar y regresó con TOOODO para interpretar ‘We Didn’t Start The Fire’ lo que nos puso a bailar, saltar y gritar. Le siguió ‘Uptown Girl’, ‘It’s Still Rock and Roll To Me’ y, ahora sí, cerró con ‘You May Be Right’. Un ‘encore’ de cuatro canciones para la posteridad.

‘Gracias México, buenas noches. Vayan con Dios’ su frase de despedida y en español. Un conciertazo de veintisiete canciones, con un juego de luces y sonido espectacular que hizo que se me olvidaran estos días tan tristes, pesados y abrumadores. Billy Joel me reafirmó que efectivamente es ya un artista consagrado, que a sus casi 71 años tiene un vozarrón envidiable (perdona Elton John pero tú ya no cantas ni madres) y que sus letras, estremecen a muchísimos mexicanos y de todas las edades.


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