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El sinsentido en el cine de los Hermanos Coen




Jorge Tadeo Vargas |

 

“Afortunadamente estamos libres del proceso de desarrollo y del proceso de realización de la película del comité de Hollywood. Ellos entienden que si van a hacer una película con nosotros, nos dejarán hacerla a nuestra manera.”
Joel Coen

 

Para intentar entender el cine de los Hermanos Coen tenemos que ver sus orígenes, de donde vienen y quienes son. Son un par de hermanos judíos que no cumplen con el cliché que por años Hollywood ha perpetuado y nos ha vendido. Sí son judíos, pero son originarios de Minnesota, es decir de esa región que se le conoce como el “Midwest” norteamericano, lo que de entrada los convierte en “outsiders” en la industria cinematográfica que suele concentrarse en dos grandes ciudades como son Los Ángeles, California y New York, NY, aunque el mayor dominio se dé en la ciudad californiana, desde los inicios del cine norteamericano.

Desde esa visión del “Midwest” de ver y vivir la vida es que estos dos hermanos, uno graduado de la escuela de cine y otro de la de filosofía, es lo que les permitió que sus historias se vayan contando desde lo absurdo, desde el sinsentido como eje rector y la principal característica de sus películas.

Pertenecientes a una generación de cineastas que a finales de la década de los ochenta y gran parte de los noventa, supieron mantener su trabajo en la línea fronteriza de la independencia y la industria cinematográfica. Esta generación donde hay nombres como Richard Linklater, Quentin Tarantino, Kevin Smith, PT Anderson entre muchos otros que se permitieron con su arte hacer un cuestionamiento al sistema, a la forma de vida occidental que nos impone una forma única de pensar y de actuar.

Con esto me refiero a que no importa de qué lado de la moneda ideológica nos toque estar, al final la forma de pensar, que se nos dicta es única y autoritaria. Contra todo ello es que se rebelaba esta generación de cineastas a la que pertenecen los Coen, evidenciando el vacío de las estructuras tanto sociales, políticas y/o culturales, principalmente en el mundo occidental y la hegemonía e influencia que se tiene a nivel global.

Esta crítica al sistema y sus estructuras permea mucho en la construcción de los distintos géneros cinematográficos que están presentes en la obra de los Coen y esto lo hacen desde una profunda conciencia histórica, la cual juega en papel muy importante en la mayoría de sus películas, así como el absurdo que también tiene un papel importantísimo en la elaboración de los personajes, con lo que convierten su obra en un homenaje, una burla, una apropiación, un retrato de su idea de deconstruir y visualizar estos géneros, como la comedia romántica, el western, el noir.

En Blood Simple (1985) ya comenzaban a perfilar esas ideas narrativas con mucha influencia de la literatura, algo que continúan haciendo en toda su obra, a la par de el sinsentido y la deconstrucción del género o de los géneros más representativos del cine norteamericano. Blood Simple encaja dentro del noir, neo-noir, para ser más específicos, donde el humor absurdo y situaciones sin lógica van comenzando a desarrollarse logrando construir una mejor historia con su segundo largometraje Raising Arizona (1987), una comedia absurda, con gags y momentos que parecen ser un homenaje a los grandes comediantes de inicios del cine. Con esta película es que comienzan a perfilar, esa relación orgánica y sinérgica que tienen para ellos las imágenes y la música.

Con Miller's Crossing (1990) regresan al género neo-noir, esta vez desde una historia de gánsteres pero con una construcción de personajes alejados del cliché que en ese momento era el predominante en el cine de este subgénero liderado por Coppola y Scorsese.

Aquí ellos toman como base las novelas de Dashiell Hammett para darle una perspectiva distinta al género. A pesar de que en la taquilla no le fue nada bien, tampoco con mucha de la crítica; y es que se estrenó a la par de Goodfellas de Scorsese y Godfather II de Coppola, pero con el paso de los años, Miller's Crossing se ha consolidado como una película que rompe con estereotipos, que va más allá de lo que se puede esperar del género y nos da una de los historia de gánsteres mejor trabajadas.

Un año después presentan Barton Fink (1991), película que les da el reconocimiento internacional al ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes como mejor película, mejor guion y mejor actuación a John Turturro, además reciben sus primeras nominaciones a los Premios Oscar.

Basada en una época fetiche para los Coen como son los años previos, durante y posteriores a la gran depresión, desde la construcción del monopolio en que se convirtió Hollywood, cuenta la historia de un personaje que intenta encajar en la maquila del cine, a la par de que van desarrollando una serie de personajes secundarios y antagónicos muy interesantes, como lo es el que personifica John Goodman en una de sus mejores actuaciones. Mucho se ha hablado de una secuela, que al final sabemos que no llegará, al menos no de la mano de los hermanos.

Con The Hodsucker Proxy (1994) se mantienen en la época de la gran depresión y con una comedia absurda y sinsentido hacen una crítica al sistema económico capitalista que engulle a las personas hasta llevarlas al límite. Si bien, esta es una de las películas menos “exitosas” de los hermanos Coen en la taquilla y en premios, la crítica la trató bien. Es posiblemente una de las menos conocidas pero queda la actuación de Tim Robbins como alguien del Midwest” que intenta vender una idea en Wall Street. La crítica al capitalismo en The Hodsucker Proxy cobra mayor relevancia en estos días.

Fargo (1996) los regresa al camino del éxito, eso sí, sin cambiar un mínimo su forma de contar historias para convertirse en directores exitosos tanto con la crítica como en taquilla al conseguir y ganar varios premios alrededor del mundo. Regresan al neo-noir y juegan un poco con el humor negro y esa pasión por la literatura, construyen una historia tan sólida que permitió incluso un spin-off como serie que duró tres temporadas, manteniendo ese estilo sobrio y elegante, lleno de sinsentidos absurdos.

Los Coen se han caracterizado por llevar a la comedia a nuevos derroteros, dotándola de cierta inteligencia sin caer en superioridad moral; sus personajes van caminando por situaciones que de la forma en que son narradas y/o construidas pierden toda solemnidad. Es el caso de The Big Lebowski (1998) que con una historia muy sencilla, que podríamos catalogar dentro del género neo-noir, nos da una comedia negra, llena de situaciones hilarantes, absurdas, ilógicas. El éxito de esta película se puede medir más allá de la taquilla o de la crítica, su verdadera influencia en la cultura pop, es que año tras año desde 1999, se organiza un festival en su honor, aunque se suspendió en pandemia y no se sabe si regresará, sin embargo habla de la gran influencia de esta película. Ni qué decir del impecable soundtrack que va desde Bob Dylan hasta los Gipsy Kings.

En O Brother Where Art Thou? (2000) toman un arriesgado camino y le dan un papel protagónico a la historia y a la música (histórica). Basándose en la Odisea de Homero, nos llevan por un recorrido de la América Profunda en años de la gran depresión (su época fetiche), convirtiendo la película en todo un documento histórico y de recuperación de la memoria sin perder un ápice de lo que estos hermanos nos tienen acostumbrados con el sinsentido, lo absurdo y esa forma de tejer los hilos entre personajes y situaciones.

El trabajo de rescate musical que hace T Bone Burnett, su compositor musical de cabecera, merece un reconocimiento aparte pues permitió que mucha música de la América Profunda fuera reconocida a nivel mundial. Canciones que tienen más de cien años.

El inicio de siglo estuvo marcado por lo que considero un bajo en la calidad cinematográfica de estos hermanos; si bien The Man Who Wasn't There (2001) es una película arriesgada, elegante, muy bien contada, no tuvo el impacto que tuvieron las demás. Lo mismo paso con Intolerable Cruelty (2003), un intento de comedia romántica que a pesar o por culpa de los protagonistas, no logró cerrar el círculo quedándose como un intento de deconstrucción del género. Lo mismo pasa con la adaptación de la película inglesa de 1955, The Ladykillers que aunque tiene una historia muy buena, no termina de cuajar.

En 2007 con la adaptación de la novela No Country For Old Men de Cormac McCarthy retoman el camino y combinando de forma excepcional el western con el neo-noir logran la que para muchos es su mejor película. Aunque la adaptación es bastante libre, es la forma que ellos tienen para trabajar la literatura, algo que está presente en todas sus películas. No Country For Old Men los pone de vuelta en el grupo de directores premiados que, aunque el reconocimiento no es importante para ellos, les da una plataforma para que su cine escale más allá de la industria y de la independencia.

Las películas de los hermanos Coen manejan un gran número de líneas narrativas, donde muchas veces el protagonista pierde el peso de toda la historia, eso no es malo, pero a veces como en el caso de Burn After Reading (2008) juega en su contra y una buena historia se ve rebasada. Aunque no sucede lo mismo con Hail Caesar! (2016), con la que sí lo logran, haciendo una crítica al Macartismo y su lista negra.

Con Inside Llewyn Davis (2013) y A Seriuos Man (2009) hacen un poco de metaficción tomando la biografía como parte de la historia. Inside Llewyn Davis hace un recorrido por la década de los sesenta, la música folk (de nuevo el soundtrack es fundamental) y mucho absurdo, falta de lógica y humor negro. A Seriuos Man arma un diálogo para ellos mismos burlándose del cliché judío, a la par que lo reconoce y construye una historia que en muchos momentos parece ser algo personal, íntima. Es posiblemente la película menos comprendida de los hermanos.

De la misma forma con True Grit (2010) y The Ballad of Buster Scruggs (2018) siguen con la deconstrucción de unos de los géneros favoritos de Estados Unidos. En la primera construyendo un antihéroe muy alejado de lo que vemos en el western clásico y la segunda tiene muchos guiños a la literatura con una serie de historias sin relación que en palabras de ellos les costó veinticinco años escribir, y que es el último trabajo a la fecha que han realizado juntos, declarando que esa relación ya se terminó. Eso no significa que han dejado de trabajar, Joel filmó en 2021 The Tragedy of Macbeth mientras que Ethan en 2022 dirigió Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind, las cuales mantienen su estilo absurdo pero no alcanzan ese punto perfecto que lograron en sus trabajos en conjunto.

Una de las ideas permanentes en el cine de los hermanos Coen es la de convertir la literatura en arte visual, ponerle movimiento a las palabras, eso se percibe en cada una de sus películas, así como las múltiples referencias a cuentos, novelas, poemas, escritores que les abren un universo de posibilidades y mayor libertad a la hora de trabajar e ir creando sus personajes desde el sinsentido desde donde lo construyen.

La frivolidad y la profundidad son parte de su cine y una forma de ir presentando la realidad que vivimos desde lo hilarante, el absurdo mayor de estar vivos a pesar de todo lo que nos rodea.


Desde el exilio en Ankh-Morpork

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas

"Manto de gemas", la aniquilación de un país



Cinetiketas | Jaime López |


Tres mujeres entrecruzan sus destinos en un país donde la desaparición forzada se ha vuelto una constante y un monstruo de mil cabezas. Esta podría ser la base argumental de "Manto de gemas", la ópera prima de Natalia López Gallardo, creadora que tiene una amplia trayectoria en el montaje de filmes.

Sin que hasta ahora alguien haya escuchado el motivo del nombre del largometraje, estrenado hace algunos días en distintas partes de la República Mexicana, la obra constituye una dura representación de la violencia en nuestro país, una violencia que hace convivir muy de cerca a víctimas y victimarios.

Aventurándonos a dar una hipótesis al respecto, tal vez el manto de gemas al que alude la directora López Gallardo simboliza lo siguiente: un trío de piedras preciosas que han sido extraídas de su ambiente o entorno habitual en contra de su voluntad, para ser talladas o convertidas en otro tipo de entes, los cuales son cubiertos por un largo velo fúnebre.

Así, la muerte acecha a "Isabel", "María" y "Roberta" (las protagonistas del relato), desde el inicio de la historia, aunque no de manera literal, sino en diversos sentidos.

La primera de ellas se encuentra en medio de un rompimiento de pareja, pero deja de lado su duelo para dar con el paradero de la hermana de su trabajadora doméstica, a pesar de que ello ponga en riesgo su vida.



En tanto, "María", por sus problemas económicos, ayuda a un grupo de secuestradores, quizá desesperada por sufrir la marginación por parte de un sistema financiero y una sociedad que excluye a miles de personas como ella, abandonadas a su suerte (casi siempre mala, con final trágico).

Por su parte, "Roberta" es una policía municipal que forma parte de una cadena de corrupción y complicidad criminal, la cual detesta ver a su hijo "jugando" al narcotráfico.

Una amalgama de rostros femeninos que develan la aniquilación o defunción de un país que ha sido sometido a la normalización de la violencia en todas sus modalidades: emocional, económica o física.

Acerca de la narrativa, la realizadora opta por una yuxtaposición de imágenes no convencional, que exige una audiencia activa desde el primer minuto del metraje.

De ese modo, los detalles y diálogos en la mayoría de los fotogramas de "Manto de gemas" se van hilvanando paulatinamente y, en determinados momentos, hasta de manera poética.

Ejemplo de eso último es una de sus escenas más memorables, en la que López Gallardo muestra a un hombre linchado, mientras varias personas a su alrededor solo se quedan viendo su combustión sin mover un solo dedo.



El relato escrito por la propia directora y protagonizado por Aída Roa, Antonia Olivares y Nailea Norvind, también lanza una crítica velada a la banalización de la violencia mediante el personaje interpretado por Juan Daniel García, que apuesta por convertirse en un influencer del crimen organizado.

Además, "Manto de gemas" también se adentra en retratar la indiferencia de una familia adinerada, cuya matriarca no tiene la disposición de comprender las realidades de las nuevas generaciones, incluyendo la situación de su hija, que está inmersa en una vorágine de destrucción.

La película fue estrenada el pasado 8 de marzo en salas de México, a casi un año de haber ganado el Oso de Plata durante la edición del Festival de Cine de Berlín.



"EO": la (in)humanidad a través de los ojos de un burro



Cinetiketas | Jaime López |


Un burro gris es el hilo conductor de "EO", película polaca que mezcla dosis de ficción, documental y surrealismo para retratar la insensatez del ser humano, ese que constantemente busca controlar el mundo sin importarle el bienestar de otras especies.

Narrada desde el punto de vista del cuadrúpedo y sin otorgarle ninguna expresión antropomórfica (como ocurre en ciertas producciones animadas), el filme dirigido por Jerzy Skolimowski es una oda a la materia prima del celuloide: la imagen y el sonido.

Derivado de lo anterior, cada partitura musical y encuadre se conjuntan poéticamente para cautivar las pupilas y sentidos de los espectadores y, de paso, ponerlos en las patas de "EO", cuya vida se ve trastocada cuando deja de ser artista de un circo por las protestas de un grupo de ciudadanos que rechazan los espectáculos con animales.

Desde el primer minuto de la cinta, la fotografía comandada por Michał Dymek recurre a filtros rojos para acentuar la visión onírica del protagonista, pues es un ser que desconoce la malicia e irracionalidad de los hombres, pero también las inclemencias del bosque y la Madre Tierra.

En su descubrimiento, "EO" no tiene noción de las fronteras y su aprendizaje parece la acumulación de pedazos de historias, que en la película aparentemente no tienen conexión alguna, pero que, de alguna manera, están concatenadas para comprender el contexto del estelar.

Exenta de diálogos extensos, la obra nominada al Oscar es un tipo de road movie pro-animalista, que lleva a la audiencia por distintas emociones sin necesidad de recurrir a situaciones maniqueístas o que rayen en la cursilería ramplona.

Así, las aventuras del estelar son mostradas sin romanticismo y los homo sapiens deambulan entre quienes son condescendientes con "EO" y aquellos que lo ven con indiferencia o superioridad.

Ojo a la secuencia en la que el protagonista recorre un bosque en medio de la noche, porque da cuenta del viaje introspectivo al que nos somete el realizador, uno en el que salimos de nuestra burbuja de comodidad para ver el mundo como es, lejos de moralismos o juicios subjetivos.

Gloria, limbo e infierno desde los ojos de un animal. Así podría resumirse la premisa de "EO", que también reflexiona sobre el fanatismo deportivo y religioso, así como acerca del uso de los cuadrúpedos para eventos o situaciones banales.



"La ballena", el cine que confronta



Cinetiketas | Jaime López |


Tuvieron que pasar aproximadamente cinco años para que el cineasta estadounidense Darren Aronofsky retomara las riendas de un proyecto que, en similitud con sus anteriores realizaciones, llevan al extremo a sus protagonistas y retan al espectador, enfrentándolo a sus prejuicios.

"La ballena" es el título de la producción con la que vuelve a ponerse detrás de cámaras el también guionista y ganador del León de Oro.

Basada en la pieza teatral homónima escrita por Samuel D. Hunter, la historia se centra en un hombre que tiene problemas alimenticios, el cual ha decidido reanudar la relación con su hija, a quien abandonó a temprana edad.

El papel en cuestión es interpretado por Brendan Fraser, quien ha acaparado los reflectores de la prensa especializada debido a que no había tenido un rol tan destacable en muchos años.

Más allá de su portentosa recreación de un ser sumergido en una espiral de autodesprecio y recuerdos tormentosos, "La ballena" es una propuesta que sirve para poner el dedo en la yaga respecto a los prejuicios de la gente.

Lo anterior debido a que Fraser da vida a un maestro de literatura que, vía clases virtuales, anima a sus alumnas y alumnos a decir la verdad en sus ensayos, es decir, a no limitarse con escribir de manera correcta.

Ello a pesar de que él esconde su obesidad apagando la cámara de su computadora por temor a la reacción que pueda causar su apariencia.

Es esa contradicción humana una de las las mayores virtudes de "La ballena", cuyo guion fue adaptado por el propio escritor de la obra de teatro, ya que muestra la manera en que los prejuicios pueden hundir a alguien en el exilio o el anonimato y, a la vez, generar reacciones encontradas en los espectadores, dependiendo las ideas preconcebidas de los mismos.

Al respecto, algunas personas que ya pudieron ver el nuevo filme de Aronofsky han relatado que pasaron un mal rato a causa de otros espectadores con los que han compartido función de cine, pues estos se mofaron de la apariencia de "Charlie", el personaje estelar.

Lo anterior habla de la falta de empatía en un gran sector de la sociedad y la manera en que esto puede mandar a las sombras a cualquier persona, sin importar que no solo somos un cuerpo o una cara.

Por otro lado, "La ballena" es un ejercicio de maestría narrativa, porque Aronofsky va revelando pormenores de sus personajes con un gran ritmo y una estupenda edición.

Ojo a las secuencias finales, en donde entrega algunas de las escenas más bellas de la historia, sin que en ningún momento se perciba el origen teatral del texto.

Teniendo la casa de "Charlie" como el espacio predominante de la película, "La ballena" también es dueña de momentos crudos, que cuestionan la hipocresía de la sociedad, esa que no es capaz de escupir las verdades de su interior, disfrazando a toda costa sus torcidos juicios morales.

Aunque a veces parece que la cinta deambula en la delgada línea entre el melodrama exagerado y la denominada "pornografía emocional", tanto Fraser como Aronofsky evitan ello vía su sensibilidad y buen ojo, respectivamente.

Como agregado, es importante destacar a las tres actrices que aparecen en el filme: Hong Chau, Samantha Morthon y Sadie Sink.

La primera de ellas interpreta a "Liz", la enfermera de "Charlie" que no se anda con rodeos, la cual percibe en él a una alma triste que lucha continuamente contra sus demonios.

En tanto, Morthon y Sink dan vida a la exesposa e hija del estelar, respectivamente, que no tienen temor en escupir lo que verdaderamente piensan o sienten, algo que se agradece en una época donde abundan los simuladores o los falsos aliados de los grupos discriminados.

En conclusión, "La ballena" es una propuesta que podría no ser del gusto de muchos cinéfilos, sin embargo, no dejará indiferente a nadie, mucho menos a quienes se ven reflejados en los prejuicios que tienen ciertos personajes, algunos de los cuales son perpetuados por las religiones o los medios de comunicación.



El devenir de Emir Kusturica


Jorge Tadeo Vargas | 


Aunque la carrera cinematográfica de Emir Kusturica no inicia en 1995, cuando ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el Oscar a mejor película extranjera por Underground, este fue el año que lo conocí y que comencé el recorrido hacia atrás de su trayectoria, buscando sus películas anteriores. Una rápida búsqueda en el incipiente internet de aquellos años y un amigo que vivía en la Ciudad de México me ayudaron con esto. Él las buscó, las consiguió y me las mandó vía correo postal en formato VHS hasta la ciudad de La Paz, que era donde yo estaba comenzando mis estudios universitarios.

Así fue como vi “Papá esta en viaje de negocios” (1985) con la que inició el camino hacia la internacionalización y el reconocimiento global, ganando su primer Palma de Oro y recibiendo su primer nominación al Oscar como mejor película extranjera. Esto con apenas treinta y dos años. También conseguí “Gipsy Times” (1988), que se convirtió en mi película favorita del director por muchos años, una belleza de lo absurdo y el realismo mágico, con la que hace una denuncia al racismo y la violencia hacia lo diferente, hacia aquellos que tienen una forma de vida distinta a la que el sistema nos dice que debemos de tener, una visión totalmente contraria a la visión occidental que impera en muchos directores de cine, incluso en aquellos que son críticos al sistema.

La tercera (aunque las conseguí en un mismo paquete) fue “Arizona Dream” (1993) su primera (y última) incursión en el cine norteamericano. Una comedia negra, absurda, muy a su estilo que no tuvo el éxito que pudo haber tenido, con un Johnny Depp logrando una de sus mejores actuaciones al lado del genial Jerry Lewis y la maravillosa Faye Dunaway. Con esta, mi colección de la filmografía de Kusturica estaba completa, claro que le sumaba Underground, con su maravillosa banda sonora y el espectacular poster que la acompañaba y que me agencié en el videoclub donde trabajaba. Solo me tocaba estar atento a sus nuevas películas.


Muchos años después conseguí (en DVD) ¿Te acuerdas de Dolly Bell” (1981) donde va mostrando su estilo de sobra conocido, lleno de una elegancia estilística propia de su forma de ver el mundo, su obsesión de enfrentar a sus personajes al caos mientras todo se va resolviendo entre lo absurdo y el realismo mágico. Tal vez esta forma de ver la realidad es lo que lo hace sentirse tan cercano a América Latina, pues entiende a la perfección este surrealismo arropado por la magia, del cual nos sentimos tan orgullosos.

Kusturica es un tipo difícil de descifrar, alguien que traduce de forma perfecta el caos y lo lleva a buen fin, a la par de ser un producto de sus propias contradicciones que lo persiguen para que las traduzca en forma de historias absurdas, hilarantes, esas mismas contradicciones con las que viene lidiando desde la desaparición de Yugoslavia.

Y es que el nacido como bosnio, musulmán, en algún momento tomó la decisión de reconocerse como serbio y se convirtió al cristianismo ortodoxo, a la par de iniciar un viaje al nomadismo que lo ha llevado a vivir en muchos otros países y ciudades. Es como se siente más cómodo, siendo un gitano sin patria que defender o de la cual renegar según sea la situación o las necesidades.


Tal vez es la razón por la que se siente como pez en el agua tocando y girando, primero con la banda punk Zabrajenjo Punsenje o en lo que se convirtió esta agrupación con el paso de los años que es la Emir Kusturica and the No Smoking Orchestra, su espacio seguro desde hace varias décadas y al que regrese siempre de que lo necesita, este espacio colectivo donde es uno más de muchos creativos a la hora de componer y tocar.

En 1998, sumaba a sus otros premios el León de Plata de la muestra de Venecia como mejor director por la película “Gato Negro, Gato Blanco”, una comedia absurda, negra, donde una comunidad gitana es la protagonista. Ambientada en las riberas del Danubio cuenta la historia, cual es su costumbre, de unos marginados que buscan desde su propia visión sobrevivir a este sistema. Aquí la banda sonora es parte fundamental de la historia por lo que toma un papel protagónico, a la par de la dirección de fotografía o de arte. Kusturica mantiene el absurdo, el realismo mágico para contar la historia de quienes sobreviven al borde de la sociedad poniendo en marcha su creatividad para engañar a los privilegiados. Todo esto desde la visión nada occidental que Emir tiene del mundo.

En 2001, estrena el documental Super 8 Stories, donde narra las peripecias de la banda a la que pertenece, los No Smoking Orchestra, mostrando la relación tan cercana que existe entre los integrantes, con lo que hace uno de los mejores documentales de música que he visto. Mas allá de la crítica que se le ha hecho, lo que retrata de manera muy objetiva es la convivencia diaria de una banda más allá de las actitudes y vicios de rockstar que siempre están presentes en este tipo de documentales. No es sobre la caída y la redención, es sobre el amor y la amistad.


Para 2004, regresa a terrenos de la “ficción” con “La vida es un milagro” y uso comillas para resaltar la palabra ficción pues el impresionante trabajo que hace con esta cinta para rescatar la memoria histórica de la guerra yugoslava, la convierte en posiblemente el mejor trabajo de Kusturica hasta el momento. Su objetividad, su madurez como cineasta, son muy claros, además de sumarle significativamente su rechazo a la visión cinematográfica e histórica occidental. Para él, el diálogo no es necesario, mucho menos demostrar algo a la hegemonía occidental (a la cual nunca le ha hecho reverencias). Su cine va más allá de ellos y su visión miope. Para cerrar con “La vida es un milagro” y la recuperación de la memoria presenta el corto “Blue Gipsy” (2005) dándole voz a los niños de la guerra en tan solo diecisiete minutos.

Para 2007, la comedia absurda, el realismo mágico, los marginados y su forma de enfrentar la vida son los protagonistas de la historia de “Prométeme” contando cómo se sobrevive en el borde, ese que el sur global conoce tan bien, lleno de muertos, desaparecidos, de violencia, la cual Kusturica sabe disfrazar muy bien, para soltarla en forma de humor negro, políticamente incorrecto.

Su gusto por el futbol y sus cercanías ideológicas, lo llevaron a filmar en el 2008, “Maradona by Kusturica”, un documental sobre Diego Armando Maradona y el culto que se vive en torno a él, no solo en Argentina, sino en todo el mundo. Aquí también da constancia de la cercanía del diez con cierto sector de la izquierda latinoamericana, y da constancia de ese apego ideológico. Este es un documento fílmico que intenta ser lo más objetivo posible, aunque también lleva mucha carga de sentimentalismo y parcialidad por parte del director, lo cual tampoco es un pecado, al final, el documental narra la historia de un personaje al cual Kusturica admira como jugador y como persona. De nuevo salen a flote sus contradicciones.


En 2014 retoma el cine de ficción participando en el ejercicio “Words with Gods” filmando uno de los nueve cortos de este proyecto fallido que intenta armar un diálogo sobre la existencia de Dios, el cual tristemente queda reducido a historias pretenciosas y faltas de ritmo.

Para 2016 regresa a la dirección con “On the Milky Road” y aunque su estilo se mantiene ha perdido de cierta forma esa visión absurda, de confrontación con el occidente, tal vez como producto de todos sus años viviendo justo en esos países, pero en esta película se le nota autocomplaciente, sin crítica, sin ofrecer nada distinto, incluso su decisión de tomar el rol protagónico junto a Mónica Bellucci, se siente forzado, lejos de lo que nos había dado. Este es posiblemente el peor ejercicio cinematográfico de su carrera, ni siquiera el soundtrack es capaz de salvarlo, tomando en cuenta que para Kusturica esta parte siempre ha jugado un papel importantísimo a la hora de contar sus historias.

Desde 2016 no ha regresado a filmar ficción, aunque en 2018, regresa al terreno de los documentales con “El Pepe: una vida suprema” donde narra la vida de José Mujica, desde sus años en el activismo hasta la llegada a la presidencia. Con este rinde homenaje a uno de los personajes de la izquierda institucional más coherente que han existido y que sin embargo está lleno de contradicciones, tal vez fue la razón por la que Kusturica decidió contar su historia, no podemos ignorar que en las contradicciones propias del director, en 2014 apoyó abiertamente a Vladimir Putin, y actualmente ha declarado su repudio al presidente de Ucrania, en esta guerra contra Rusia. Es claro que sus apoyos tiran más hacia la izquierda, sin hacer un verdadero cuestionamiento. Aquí Kusturica sufre del mal de todas las celebridades de izquierda, una falta de conocimiento real de la problemática, con mucho mainstream de por medio. El apoyo a Mujica, a la vez que Putin no muestra sino sus contradicciones y su intento de navegar más allá del caos.


Emir Kusturica ha declarado en múltiples ocasiones su deseo de dejar de dirigir, de retirarse del cine y dedicarse por completo a la No Smoking Orchestra, sin embargo ha regresado al menos en un par de ocasiones, y es que el cine le ha dado mucho, lo mismo que él nos ha dado a los espectadores y tal vez por eso se mantiene aquí, por ser el lugar desde donde puede arremeter con más fuerza contra las visiones hegemónicas del sistema, desde donde puede debatir ideologías y creencias, desde lo absurdo y surreal, desde donde puede poner en entredicho sus contradicciones e intentar ordenar el caos.



Enero, 2023
Desde algún lugar en el exilio.

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia

"Ruido", la interferencia de las emociones



Cinetiketas | Jaime López |


El zumbido de la ineficiente burocracia lascera su oído, cerebro y alma. Es una de las primeras interferencias que se encuentra durante la búsqueda de su hija "Gertrudis", la cual, sin duda aumenta su desasosiego.

Es "Julia", el personaje protagónico de la más reciente película de Natalia Beristáin, "Ruido", que refleja el pesar de las miles de progenitoras mexicanas, cuyos familiares han sido víctimas de desaparición forzada.

Con una conmovedora interpretación por parte de Julieta Egurrola, la obra en cuestión recorre varios de los sentimientos que viven las mamás buscadoras durante su periplo.

Es así como la "Julia" de "Ruido" pasa del coma emocional a la ira y de la ira a la desesperación, no sin antes haber realizado una parada temporal en la sororidad y en la indignación.

"Su pinche protocolo es el que nos trajo aquí", reclama de manera enérgica la protagonista en una secuencia del filme, luego de que los servidores públicos encargados del caso de su hija han cometido un error con el expediente de la misma.

El enojo de "Julia" no se detiene ahí. Crece cada vez más hasta hartarse de la inusual compasión que le tiene su esposo, con quien al parecer ya no vive bajo el mismo techo:

"Me encabrona que sea tan amable", expresa con rabia y exasperación en una reunión de mamás buscadoras. Lo anterior es apenas una pincelada de la manera en que la realizadora va construyendo su radiografía acerca de uno de los terrores más actuales de la sociedad nacional.

Un monstruo de mil cabezas que no solo implica la pérdida de la tranquilidad de las familias de las víctimas, sino también el saber sortear la insensibilidad de las autoridades y el acecho del crimen organizado.



Teniendo la ayuda en el guion de Diego Enrique Osorno y Alo Valenzuela Escobedo, Beristáin logra generar una empatía inigualable hacia su "Julia", algo que se agradece enormemente, porque muchas veces la problemática retratada suele ser ignorada por los connacionales.

Sin ser aleccionadora o didáctica, el "Ruido" de la cineasta es una muestra clara de cómo el séptimo arte puede ser una oportuna herramienta de denuncia, que visibiliza con coherencia y profundidad una de las más crecientes pandemias en México.

Sumado a ello, Beristáin recoge con gran acierto parte de los conceptos o neologismos que se han ido incorporando en la población como consecuencia de la desaparición forzada, por ejemplo, "acuerpar", "hijes" o "revictimizar".

Aunque en su recta final, la historia alcanza un tono más melodramático, que no da tregua a falsas esperanzas, "Ruido" es una pieza imperdible de conocer, de difundir boca en boca, para que quienes todavía son ajenos al problema de las desapariciones entiendan un poco mejor las sensaciones y protestas que provoca ese fenómeno.

Cabe agregar que la cinta también es dueña de una gran coactuación por parte de Teresa Ruiz y, además, tiene apariciones especiales muy dignas como las de Nicolasa Ortiz Monasterio y Mónica del Carmen.

A diferencia de "La civil", cuya premisa también se centra en una mamá buscadora, en "Ruido" la ficción no es evidente e incluso recurre al apoyo de una agrupación civil que se ha especializado en la búsqueda de personas.

Eso, junto con las convicciones de Beristáin por seguir reflejando los dolores y esperanzas de las mujeres que han trastocado su vida (abuelas, escritoras famosas o madres coraje), convierten al filme mencionado en una de las propuestas indispensables de este año.


"Babylon", ambiciosa historia sobre la decadencia y creatividad de Hollywood



Cinetiketas | Jaime López |


Aunque "Babylon", la nueva película de Damien Chazelle, tiene secuencias de gran brillantez, que muestran la madurez y atrevimiento del ganador del premio Oscar en lo que respecta a la coordinación de los apartados técnicos, existe una sensación de poca originalidad en la columna vertebral de la historia.

Si bien es cierto que el cineasta originario de Estados Unidos se caracteriza por homenajear algunas de las expresiones artísticas más conocidas de su país, tales como el jazz o los filmes musicales, en su más reciente producción son muy notorias las referencias a "Cantando bajo la lluvia", al grado que la premisa parece una calca de la planteada en 1952 dentro del clásico protagonizado por Gene Kelly, Donald O´Connor y Debbie Reynolds.

Ello en virtud de que se expone el ocaso de las carreras o trayectorias que causó el paso del cine mudo al séptimo arte sonoro, una arista que también ya había sido abordada por la cinta francesa "El artista".

Lo anterior no es un obstáculo para disfrutar de todo el metraje de Chazelle, que alcanza los 180 minutos de duración y que destaca por su prólogo de media hora y sus primeros dos actos.

En los fragmentos aludidos, el guionista y realizador concatena oportunamente distintas imágenes que reflejan la decadencia, caos y excesos que rodean la industria hollywoodense de los años veinte (no muy diferentes a los propios de la época actual), mismas que son reforzadas con una oscuridad y un humor negro nunca antes vistos en su filmografía.

"Babylon" es dueña de escenas fuera de serie, como el paseo de un elefante en medio de una fiesta de élite o la batalla que tiene la protagonista con una serpiente debido a que quiere evidenciar la charlatanería de su progenitor.

Lo anterior demuestra la ambición de Chazelle por superarse a sí mismo, algo que logra en diversos rubros, por ejemplo, el diseño de arte, el manejo de extras o gran parte de la edición.

Sin embargo, el también productor se pierde en el desarrollo de sus múltiples historias, porque no solamente se enfoca en la evolución de la pareja protagonista (Margot Robbie y Diego Calva), sino también da seguimiento a otros roles como el de Brad Pitt, que es el epítome de las estrellas venidas a menos.



Así, uno de los personajes secundarios de "Babylon", el de la artista lesbiana "Lady Fau Zhu", interpretado por Li Jun Lo, no tiene el cierre que se merece, pese a que contaba con todo el potencial para remarcar la doble moral de la legendaria fábrica de sueños occidental.

Por otra parte, hay una percepción de que Chazelle trata de honrar la industria que ha amado desde su juventud, pero también quiere vomitar la ira y sinsabores que le ha provocado la misma.

En esa dualidad es donde el cineasta incluye secuencias e histriones innecesarios, que solo alargan la trama y no aportan nada significativo o innovador al metraje en general.

Respecto a las interpretaciones, Margot Robbie confirma su enorme calidad artística. Ojo a una de las secuencias más llamativas de la película, en donde la actriz tiene un colapso por los problemas que padecían las producciones en los inicios del cine sonoro.

Acerca de Pitt y Diego Calva, se agradece el aplomo y frescura, respectivamente, de ambos histriones, pero son superados por la veterana Jean Smart, quien tiene uno de los diálogos más descarnados de la película consistente en evidenciar a través de su personaje (una periodista) que, tarde o temprano, los seres humanos son desechables en la vida, sin importar que antes hayan gozado de una enorme fama o estatus.



Moonage Daydream: alunizaje frenético digno de David Bowie


Cinema Coyote | Alejandro Carrillo |


¿Podremos ser como David Bowie? Suena bastante improbable. Hay carreras a las que simplemente los seres humanos no podemos seguirles el paso. Extraterrestres, seres de otros mundos o simplemente, hombres y mujeres fueras de serie que por alguna razón cayeron a la Tierra para maravillarnos con su genio y talento.

David Robert Jones es uno de los ejemplos más notables de ello, no uno de los íconos de la cultura pop, sino probablemente EL ícono de la cultura pop. El camaleón que se hizo humano, la definición de artista en el diccionario.

La vida parece corta al repasar su carrera. Cientos de canciones, decenas discos, innumerables giras, películas, todos sus alter ego, obras de teatro, poemas, pinturas, esculturas, programas de TV, especiales de navidad, cortometrajes, ilustraciones, exposiciones, pasarelas. ¿Qué hacía Bowie a tu edad? Incluso hay una página que te lo dice (www.supbowie.com).

Es increíble todo lo que el Duque Blanco pudo hacer en los 69 años que fue habitante de este planeta y al final su principal legado es la influencia que nos marcó en algún punto de nuestra vida y nos empuja a crear y multiplicar el arte.

 


El híbrido cinematográfico 'Moonage Daydream' (2022) da fe de todo ello y es un material valioso tanto para los fans más recalcitrantes como para el melómano de ocasión, no solo para remarcar la vasta huella de David Bowie, sino para conocer pasajes inéditos y nunca antes vistos de la vida pública y personal del genio de Brixton.

¿Es un documental? ¿una biopic? ¿un musical? No se sabe. Al igual que su protagonista, el film toma formas, colores y narrativas diversas en un homenaje digno y a la altura de la leyenda. El realizador Brett Morgen, que no es un improvisado en este tipo de obras (dirigió los documentales 'Kurt Cobain: Montage of Heck' y 'Crossfire Hurricane' sobre los Rolling Stones), nos regala una película casi artesanal y audiovisualmente espectacular, que seguramente se volverá un material de culto.

Con ayuda de la familia de Bowie, la producción tuvo acceso a gran parte de sus archivos personales, incluyendo imágenes desconocidas de giras y conciertos, para regalarnos en 135 minutos un viaje caleidoscópico y espiritual, más que lineal y biográfico, en donde nadie habla de Bowie, más que él mismo.

Mención aparte merece la increíble banda sonora que acompaña el documento fílmico y nos seduce con remixes siderales, rarezas y versiones inéditas de las canciones más representativas de Bowie, así como monólogos en propia voz. Una joya musical imperdible de 45 tracks que ya pueden disfrutar en Spotify.

 

'Moonage Daydream' se exhibió en pocas salas de cine de nuestro país y no por mucho tiempo, pero ahora está disponible en la plataforma Cinépolis Klic, en renta por 50 pejecoins o bien pagando con puntos del club Cinépolis (esta reseña no fue patrocinada por Cinépolis).

En síntesis la principal virtud de la película no radica en mostrar las grandes obras y la soberbia discografía del Starman, sino su visión de la vida: un tipo que no siguió las modas, que las creó, que no tuvo miedo al ridículo ni al fracaso, que se reinventó las veces que fueron necesarias, que salió de su zona de confort, que fue original, que fue atrevido, que aprendió de sus errores y que se fue de este mundo en sus propios términos. Entonces ¿podremos ser como David Bowie? Sí, just for one day


"A plena luz: El caso Narvarte", cine contra la desmemoria y la impunidad



Cinetiketas | Jaime López |


A finales del año pasado, Alberto Arnaut estrenó su nuevo largometraje titulado "A plena luz: El caso Narvarte", que continúa con su interés por sacar a la luz crímenes que las autoridades mexicanas han tratado de mandar al olvido, porque evidencian su negligencia y corrupción.

La propuesta en cuestión también muestra nuevamente el nivel de impunidad que sigue presente en la sociedad nacional.

Cuatro años después de desenmarañar el asesinato de Javier y Jorge, estudiantes del Tecnológico de Monterrey que fueron ultimados por elementos del ejército mexicano, el cineasta ahora se adentra en el multihomicidio de la colonia Narvarte, en donde fueron ejecutadas cinco personas, entre ellas, la activista Nadia Vera y el fotoperiodista Rubén Espinosa.

El ilícito en cuestión tuvo lugar el 31 de julio de 2015, entre las 14 y 15 horas, es decir, en un lapso del día en el cual se supondría habría mayor vigilancia policiaca y seguridad para la ciudadanía.

Contada como un reportaje a profundidad, con un gran rigor periodístico, "A plena luz: El caso Narvarte" tiene como una de sus primeras virtudes humanizar a cada una de las víctimas.

Lo anterior significa que evita citarlas solamente como cifras, como otros daños sin rostro de la delincuencia que impera en el territorio mexicano, actitud que regularmente no se ve en las noticias exprés que abundan en el país.

En ese sentido, para Arnaut es imprescindible platicar con los familiares de Mile Virginia Martín, Yesenia Quiroz y Olivia Alejandra Negrete, a fin de ahondar en las personalidades y sueños de quienes, al parecer, únicamente se encontraban en el lugar equivocado.



Ello contribuye a contrarrestar la imagen negativa y omisa que las autoridades encargadas del caso quisieron difundir en su momento respecto a ellas, en una era donde la capital del país era comandada por Miguel Ángel Mancera y el estado de Veracruz, por Javier Duarte. Este último acusado por algunas voces de orquestar el multihomicidio en comento, debido a que en su gestión recibió enérgicas críticas por parte del ya referido Rubén Espinosa.

Aunque en la realidad nunca pudo comprobarse la relación de Duarte con el asesinato registrado en la colonia Narvarte, el documental de Arnaut sugiere que uno de sus exfuncionarios fue la mente siniestra del incidente: Arturo Bermúdez Zurita alias "el capitán tormenta".

Cabe resaltar que el realizador recurre a testimonios de abogados y especialistas para sustentar su discurso, el cual tiene como uno de sus principales objetivos combatir la desmemoria y la falta de justicia.

Como un plus, Arnaut no necesita manipular su relato para mostrar el cinismo de la clase política nacional, ya que basta con las declaraciones vertidas por uno de sus entrevistados, Javier Duarte, para que la audiencia emita sus propias conclusiones al respecto.

Producido por el prestigiado periodista Diego Enrique Osorno, "A plena luz El caso Narvarte" es una pieza necesaria de ver en una época donde pululan las notas amarillistas, sin contenido social y carentes de profesionalismo.


«Pinocho» de Guillermo del Toro, un cuento contra la obediencia ciega



Cinetiketas | Por Jaime López | 


Quienes han visto "Pinocho", la más reciente versión fílmica estrenada en Netflix, han llegado al consenso de que, sin duda, se trata de la nueva joya del realizador mexicano Guillermo del Toro.

Fiel a su estilo, el genio nacido en Guadalajara, Jalisco, logra darle un giro de 180 grados al cuento publicado hace 140 años por Carlo Collodi y, de paso, posiciona al subgénero del stop-motion como una gran plataforma para contar historias.

En el argumento coescrito por Del Toro, la marioneta "endemoniada" en poder de "Gepetto" no es producto de la casualidad, sino de un hechizo concedido por un espíritu del bosque que se conmueve por el dolor que padece el carpintero de edad avanzada.

El dolor en cuestión es uno de los elementos inéditos que el creador nacional incluye en su historia para revitalizar los orígenes de "Pinocho" y sustentar varias de sus ideas centrales, entre ellas, no obligar a nadie a cambiar su personalidad para ser aceptado o amado.

Asimismo, Del Toro destruye uno de los preceptos promovidos por Disney en la cinta original de 1940, acerca de que la obediencia ciega es una de las mayores virtudes del ser humano.

Cabe recordar que el genio fílmico es un ejemplo de no subordinarse a los deseos de los demás, sino de ser honesto y fiel a sus convicciones.

En "Pinocho", el rebelde tapatío se las ingenia para incluir una crítica en contra de la religión y el fascismo, dos de los pensamientos que más promueven la obediencia en este mundo.

Por otra parte, el director mexicano incluye nuevos personajes para refrescar su propuesta, por ejemplo, "Spazzatura", una especie de mono que ha sido sometido a lo largo de los años por su dueño y cuya alma se encuentra herida.

Con el personaje en cuestión, nuevamente Del Toro revierte los prejuicios en contra de los considerados parias o monstruos de la sociedad, brindándoles una segunda oportunidad.

Es oportuno agregar que en la versión en idioma inglés, "Spazzatura" es interpretado por la camaleónica actriz Cate Blanchett, quien lo borda con distintos tipos de expresiones sonoras.



En otro orden de ideas, la cinta más reciente del otrora orquestador de "El callejón de las almas perdidas", aborda el tema de la muerte de una manera asombrosa y versátil, pues hay escenas sobre el tema hechas con gran humor y otras con dulzura y franqueza.

Sin caer en el sentimentalismo artificial o maniqueísta, "Pinocho" también hace recordar a la audiencia lo efímero que es la vida y que los momentos que pasamos con ciertas personas pueden ser los últimos de nuestras existencias.

Finalmente, Del Toro echa mano del musical para transmitir su historia, lo que le aporta un plus a su creación, sin importar que aquel género suele ser menospreciado por el público.

Posdata: El buen ritmo del argumento, la espectacular recreación de cada escenario (cortesía del departamento de diseño de arte), el estilo bohemio que le asigna a "Grillo' y un conjunto de diálogos quirúrgicos y contundentes, hacen de "Pinocho" una de las mejores cintas del 2022 y la favorita para ganar la categoría de mejor animación en el premio Oscar.

Argentina, 1985: el encuentro con la memoria histórica


Cinema Coyote | Alejandro Carrillo |


Es difícil narrar sucesos históricos desde la cinematografía. La naturaleza del género requiere que los dramas históricos memorables cuenten con ciertas características que son más virtudes de escritores y realizadores, más allá de las cuestiones técnicas de producción, que también exigen una gran cantidad de recursos, imaginación y espacios para recrear frente a los ojos del espectador momentos, personajes y lugares que no volverán.

Dichas virtudes recaen en la habilidad de contar una historia emotiva sin caer en la cursilería ni el maniqueísmo, y por otro lado, de alejarse lo más posible de la solemnidad de la estructura documental, recurriendo a la ficción primordialmente como una brújula y una llave, más que como un recurso estilístico, para acercarnos a ese ente conocido como memoria histórica, para que las sociedades y en este caso los espectadores se encuentren con su pasado.

Argentina, 1985 reúne todas estas bondades que se magnifican al narrar no solo un suceso histórico de la patria de la primavera, sino uno de los episodios más dolorosos y oscuros de la historia reciente de aquel país hermano, como lo fue el famoso Juicio a las Juntas Militares, contra Jorge Rafael Videla y otros ocho jerarcas de la dictadura militar (1976-1983), acusados de instaurar un régimen de terrorismo de Estados con miles de asesinados, torturados y desaparecidos.

La película dirigida por el joven realizador Santiago Mitre y protagonizada por uno de los histriones fetiches del cine argentino contemporáneo, como lo es Ricardo Darín, recrea el proceso de enjuiciamiento a los jefes de la dictadura argentina, tras el retorno a la democracia de la mano del presidente Raúl Alfonsín, quien a pocos días de asumir el cargo decretó someter a juicio civil y no militar a los responsables de las juntas.


La película se inspira primordialmente en el trabajo de los fiscales Julio Strassera (Ricardo Darín) y Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), quienes junto a un joven equipo de abogados se encargan de llevar a cabo todo el proceso que revivió a nivel nacional los testimonios de 839 testigos en más de 530 horas de audiencia, abriendo así profundas heridas de la sociedad argentina, a través de inenarrables sucesos contados por quienes tuvieron la fortuna de sobrevivir al horror y a la ignominia durante esos terribles años.

Gran acierto del director fue conocer de primera mano a familiares amigos de las víctimas de la dictadura, con la finalidad de entender de la manera más precisa el sentir de la sociedad y la importancia que tuvo el juicio de 1985, que encendió la esperanza en la justicia de todo un país tras un largo periodo de impunidad, corrupción y muerte, tristemente sellos característicos de los procesos sociales latinoamericanos.

‘Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más’.
Julio Strassera

Argentina, 1985 sin duda es un film digno de ver para revivir un hecho sin precedentes en América Latina que reivindica la memoria histórica y es ejemplo a nivel universal de la búsqueda de la justicia de todo un pueblo, cuya lucha se mantiene hasta nuestros días.

El filme ha triunfado en el Festival Internacional de Cine de Venecia y también en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y recientemente fue preseleccionado para competir por el Oscar a mejor película internacional. Argentina, 1985 (disponible en Prime Video) y Bardo, del mexicano Alejandro González Iñárritu, son las únicas representantes latinoamericanas que aún aspiran a competir por estatuilla de la Academia.



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