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Tecate Península 2022: buscando la voz de Chicano Batman (Crónica)

Por Iván Gutiérrez (alias Ay Gregorio!) | Crónica y Fotos |


INTRO

Esto empezó como una cobertura “común” de un festival musical, pero en el camino se convirtió en una crónica gonzo sin quererlo. El detonador: un gallo y un show de Chicano Batman donde no pudimos disfrutar la voz de Bardo. Pero vamos al inicio.

Tras una noche en la que no dormimos mucho pero sí disfrutamos bastante, mi amigo Alex y yo nos lanzamos de nuevo a la carretera. En Tecate habíamos visto a Mi Banda El Mexicano la noche anterior, en un show un tanto extraño, pues la energía actual del vocalista no es la que uno esperaría de la potencia festiva de esta banda. Su hijo tiene bello rostro, muchas fans quedaron encantadas con las fotos que se tomaron con él cuando bajaba del escenario, pero unas clases de canto no le vendrían mal, si (como aparentan) su objetivo es que reemplace a su padre en los próximos años. En fin, creo que por igual la gente quedó complacida con esta primera edición del FESTEM, festival musical donde también tocó Café Tacvba.

De vuelta al presente. Omeprazol, agua, un gallo, cargadores, cámara, memoria, dos lucky strikes y stickers de Ay Gregorio! son el equipaje para hoy. Tras una hora aproximada de viaje llegamos a Playas de Tijuana poco antes de las 3pm. Arriba del Escenario Tecate toca The Warning y no suena para nada mal. Me lamento por no haber alcanzado a escuchar a las Margaritas Podridas, pero pienso que ya llegará el momento de verlas en acción. Damos una ronda general por la Plaza de Toros, ubicamos escenarios, área de comida, baños y área de prensa, justo donde está por iniciar una entrevista con Bruses.

Tras un par de minutos empieza el cuestionario en vivo con la joven compositora, quien este año fue nominada a dos Grammys tras 11 años de carrera artística independiente. Su maquillaje está impresionante, me recuerda al David Bowie del Aladdin Sane.

“Estamos muy contentos por estas nominaciones. Es difícil mantenerse independiente, pero se siente genial no tener que vender tu alma a una disquera por un adelanto mediocre, y sentimos que esto es prueba de que hay otros caminos para los artistas. Hace poco logré empezar a apoyar a mis padres económicamente, eso para mí es un verdadero éxito, porque mi familia es de clase trabajadora, y me siento muy contenta de poder regresarles un poco de todo lo que me han dado”.

Bruses comparte que se siente muy feliz de regresar a Tijuana, su ciudad natal, y comenta que a su parecer la industria musical se encuentra en un punto muy interesante para quienes crean música en su cuarto, pues las plataformas digitales y redes como TikTok permiten que uno conecte y construya una comunidad en línea como nunca se había podido hacer: “Con Internet las oportunidades están ahí. Nosotros como Bruses no seríamos nada sin el fandom. Gracias a ellos estamos donde estamos”, concluye la joven tijuanense.



GONDWANA Y CAMILO SÉPTIMO: RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS

Gondwana empieza y me llegan recuerdos de cuando los vi hace años en el Parque Morelos de Tijuana, en una ocasión en que un amigo metió un gallo gigante entre sus rastas, mismo que roló entre decenas de asistentes. Armonía de amor sale de los speakers y es coreada por el público. Cae algo de neblina que refresca la tarde. La gente ondula. Morras con los ojos cerrados bailan con “Felicidad” de fondo y cantan “ya no estoy triste”.

Terminan los argentinos y a los pocos segundos se escuchan los gritos de “¡Camilo!, ¡Camilo!, ¡Camilo!” en el Escenario Tecate. El público clama por una de las bandas de indie pop mexicano que más seguidores han conseguido en los últimos años, y la respuesta llega pronto. Se encienden las luces y sale a escena la voz impresionante de Manuel Coe, vocalista de Camilo Séptimo.

Cuando inicia “No Confíes en Mí” vuelven algunos recuerdos de cierta aventura amorosa muy caótica, por allá de 2017, en aquellos tiempos cuando tendía a vincularme con personas conflictivas sin pensar mucho en las consecuencias, muy ad hoc con el tema de Séptimo. “No confíes en mí; Aún puedes escapar; Aún puedes librarte; De conocerme más”.

Manuel se desenvuelve muy bien en el escenario, juega con el deseo que despierta en el público: los hace aplaudir y gritar. Los visuales también están chidos, y los bajos se escuchan potentes, con una base funky que te pone a mover las caderas. Pienso que es música para coger y enamorarse, para dejarse llevar un rato por las energías intensas del amor.

Terminan los Camilos y me encamino a la rueda de prensa con Chicano Batman. Las áreas de la Plaza de Toros antes vacías comienzan a llenarse poco a poco. La tendencia es clara: esto va a reventar en las próximas horas.



SEN SENRA Y CALIGARIS: UN POCO DE LO BUENO NUEVO Y LO BUENO VIEJO

Al llegar al área de prensa se nos revela que fue cancelada la entrevista con Chicano. Pregunto por qué, pero no encuentro muchas respuestas. Saludo a una colega cachanilla que viene cubriendo el evento para Revista Machin y platicamos un rato de esto y aquello. Nos vamos juntos a ver el show de Sen Senra, músico español que me recuerda a compositores como Rosalía y C. Tangana (con quien ya tiene una colaboración), esa nueva ola de músicos ibéricos que están creando (y exportando) sonidos pop que se nutren del R&B, el trap, el Hip Hop, la canción de autor y demás géneros varios.

El Escenario Monumental es el más pequeño de los tres. Tiene forma circular y está rodeado por gradas. Empieza el show y Sen Senra se adentra al escenario caminando lentamente. Empieza un beat sensual y una guitarra con delay que le pone una textura espacial a la base armónica. Los gritos de las fans reflejan que es uno de los músicos que más prenden a esta generación.

El músico de 26 años se mueve muy bien por el escenario. Baila, toma el stand del micrófono y lo balancea mientras se sujeta el pantalón negro tumbado. Lleva el número diez en la espalda y unas gafas oscuras para ocultar la mirada. Varias chavas que están recargadas sobre la valla metálica bailan y gritan bajo las luces guindas.

Termina el segundo tema (Baby no me sueltes más) y al fondo gritan con euforia "¡Sen Senra, Sen Senra!". Lo acompaña una batería con una caja de beats que le dan ese toque hiphopero-trapero a la música, y una guitarra que toca acordes de un solo rasgueo prolongado con su necesario delay, poniéndole el toque seductor a la música. En cierto momento el músico se avienta un solo vocal imitando una trompeta, que con el auto-tune suena bastante bien. Me despido del español tras un par de canciones más, decidido a encontrar un buen lugar para ver a la banda que más me emociona de este festival: Chicano Batman.


Camino al Escenario Tecate me toca escuchar unas buenas rolitas de los Caligaris, justo cuando un rayo de luz logra filtrarse entre la nubosidad de los últimos días, coincidiendo perfecto con la música festiva de la banda argentina. El público que está frente a la banda está en pleno éxtasis.

“Vos sos esa simple razón, por la que volví a sonreír, por la que levanto la vista y veo lindo el cielo, aunque esté todo gris…”. Para terminar de hacer más cursi la imagen hay un arcoíris atravesando el cielo. "Queremos que todos cierren los ojos, respiren y piensen en esa razón que los hace estar acá”, dice Martín Pampiglione por el micro. “¡Estos son los recuerdos que no se olvidan nunca! ¡Gracias por este enorme regalo, a cambio les vamos a dejar este hermoso momento!", dicen los pibes con la cara pintada de payaso, antes de reventar la fiesta como solo ellos saben. La raza agita camisetas en el aire, baila y disfruta como nunca.



CHICANO BATMAN: LA DESILUSIÓN

El show de Los Caligaris lo presencio desde el Escenario Tecate, pues he decidido adelantarme para agarrar buen espacio en el show de Chicano Batman. La emoción se siente en el aire. Todo show en vivo de un artista que uno admira siempre condensa la magia de todas esas veces que lo escuchaste en diferentes momentos, planos y estados emocionales de tu día a día. Y bueno, si se trata de Chicano Batman, es bien sabido que escucharlos en vivo es otro pedo.

Se prenden las luces (yo prendo un gallo) y salen a escena los Chicanos. El público grita de emoción. Camarógrafos nos aventamos frente al escenario para hacer nuestro trabajo. Entonces inicia la catástrofe. Hay fallas en el audio y la voz no se escucha para nada como debería. Pareciera que algo falla, que el micro o las bocinas o el auto-tune fallan, dando como resultado un efecto muy raro en la voz, como un auto-tune mal ajustado que sube y baja el volumen de Bardo y que no permite que se entienda nada de lo que dice. El resultado es un sonido terrible, ininteligible.

Termina la primera canción y tanto público como prensa le intentamos avisar a Bardo de la situación, pero trae puesto un earphone y no capta nuestros mensajes (o eso parece). Considero la opción de arrojarle una botella de agua que traigo en la mochila para avisarle que no se escucha, pero pienso que por ello podrían sacarme del concierto antes de alcanzar a decirle algo.

Pasan tres canciones igual. Inconforme con lo que pasa le digo a un sujeto que está en el backstage que no se escucha el vocalista. Asiente, como saliendo de la esterilidad de no saber si esa falla en la voz era real o venía de su imaginación. Dice que irá a avisar. Bardo sigue entregándolo todo, a pesar de que en los speakers delanteros no se escucha absolutamente nada, solo gritos ahogados. Me pregunto si en los speakers de atrás se escuchará igual de mal.

Empieza el bajeo característico de Freedom is Free y todos gritamos de emoción, pero parece que no podremos disfrutar el tema como quisiéramos, pues el problema de la voz persiste, si bien Bardo se mueve en guitarra y piano con toda la actitud: es un verdadero rockstar, como demostrará dentro de poco cuando se quite la camisa a pesar del tremendo frío que debe hacer allá arriba. De fondo se escucha la voz de la otra vocalista, quien rescata un poco (pero muy poco) la situación.

Bardo pregunta entonces “Do you hear me?”, a lo que la gente a mi alrededor grita que no, luego le pregunta a los del otro lado y todos gritamos que no, entonces dice: “Les dije que subieran el volumen del micro, pero no hacen caso, ¡pero vamos a seguir este show!”. Los californianos prosiguen con Run, y es una verdadera lástima porque la música es realmente buena, la batería, la guitarra, los synthes, todo se escucha estupendo, pero necesitamos esa voz acariciándonos el alma.

Revienta la parte final de Run y los synthes te perforan el corazón. Empieza a llover y Bardo dice que tiene algo que compartimos. Se sienta al borde y empieza “Invisible People”, una canción de resistencia al sistema con esa vibe nostálgica muy Chicano Batman. No sé si soy yo proyectando mi interior alrededor, pero siento que en el ambiente hay una emoción de tristeza (obvio por el vibe de la rola) pero también de desilusión por las fallas en la voz de Bardo.

Empieza Itotiani y no nos queda más que cantar todos juntos a pesar de que nos falta la guía, pero con esta canción es imposible no navegar por la chicano-vibe. “¡Ella tiene aire a Teotihuacán, su piel tiene el color del mazapán!”. Bardo toma los synthes, checa que el amplificador esté bien modulado y empieza a improvisar en la parte final de la canción mientras sube el ritmo, ¡esto es un jamm y ahora sí se siente la música llegar hasta el fondo del alma! Se acaba la rola y el grito del público se siente diferente, más vivo.

“¿Quieren una canción en español?”, pregunta Bardo por el micro. El guitarrista pasa al frente para iniciar “Manzanita” y milagrosamente sí se escucha su voz al cantar. Bardo se queda al fondo tocando el bajo de espaldas al público al lado de la batería. “¿Significa esto que todo este tiempo Bardo no tuvo voz y solo fingieron una falla técnica?”, me pregunto, pensando en el por qué no intentaron cambiarle de micrófono. Me siento confundido ante la incógnita, y pensarla solo me llena de coraje por la posibilidad de que sea cierta.  “Quizás se enfermó de último momento… y por lo mismo fue que cancelaron la rueda de prensa”, medito mientras el show continúa.

Bardo se quita la camiseta y empiezan los teclados de Black Lipstick. “This is our favorite song! Are you having a good time over there?”, consulta Bardo al público. “Can we have some fucking volume on this microphone over here?!”, exclama, conectando nuestros sentires con el suyo. Empieza la música y nuevamente la falla técnica. Hay un sentimiento que quiere salir y conectar, pero no está el puente: la voz. Es como algo muy bello que pudo ser, pero no fue; otra desilusión más a la lista. En ese momento Bardo hace un último intento por hacernos vivir una gran experiencia: baja del escenario y se entrega al público, que lo abraza sin dudarlo.

Tras un minuto el vocal chicano sube de nuevo al escenario y dice “we have a last song for you and its called Magma!”. Bardo comienza a cantar y el sonido de nuevo es una enorme decepción. Estamos a un paso del éxtasis, pero nos quedamos a eso, a una voz de distancia. Chicano Batman cierra con un jamm potente, destructivo, performático. Dicen algo como “¡Adiós Tijuana!” y concluyen. Después el silencio.



EN BUSCA DE RESPUESTAS

Concluido el show sólo puedo pensar que, a mi manera de ver, Chicano Batman nos debe un concierto. No sé si por culpa del Tecate Península, por culpa de la banda o por culpa de algún ingeniero. Lo que sí sé es que mi pulso periodístico está ávido de descubrir la verdad, así que comienzo a recabar algunos testimonios de desconocidos y confirmo lo (casi) obvio: falla técnica, hubo.

Mis amigos no conocen a la banda y me comentan que pensaron que se escuchaba de esa manera porque así era el estilo. Caminando en búsqueda de respuestas me encuentro a un colega de Ensenada, quien me comenta que Chicano no traía ingeniero de sonido, que él lo conoce (porque es de Ensenada) y nunca lo vio al lado de los ingenieros.

Me acerco a los ingenieros en una base ubicada en la parte trasera de la zona VIP. Me dicen que el ingeniero de Chicano no está chido, que ahí estuvo la bronca (ah caray, ¿no que no había estado presente?). Otro dice que solo yo escuché las fallas, que para ellos todo se escuchó perfecto. Empiezo a sentir que se quieren desentender de la responsabilidad porque olfatean que soy reportero y no quieren meterse en problemas. Al salir de la zona VIP un morro dice que allá sí se escuchaba la voz, pero que a ratos se le bajaba el volumen. En el otro escenario Justin Quiles empieza a cantar sobre culear y fumar marihuana en un trap latino sabroso. Yo sigo aferrado: ¿Qué carajo pasó con Chicano Batman?

Pienso que es hora de ir a prensa. Nadar por el mar de gente comienza a ser una experiencia turbulenta; se siente subir la afluencia de público ante la proximidad de los Fabulosos Cadillacs en escena. En el área de prensa platico con una colega y me comenta que en la parte trasera sí se escuchó Chicano bien. “Solo adelante no había sonido… pero traen un cagadero con los ingenieros de sonido en todo el festival”. Otro colega periodista me dice que también traen un desmadre con las ruedas de prensa, pues aparte de Chicano, también canceló Camilo, y Sublime va tarde. “Chicano Batman no quiso rueda de prensa, que mejor hacían una prueba de sonido”, dice una morra del staff luego de preguntarle sobre por qué no hubo entrevista con los californianos. Bueno, ¿entonces qué pasó con esa prueba de sonido? ¿Qué pasó en Chicano?

Bueno, ahora sé que atrás hubo sonido bueno, enfrente nada. Pero la duda persiste, ¿de quién fue la maldita culpa de que cientos no disfrutáramos este concierto? Todo apunta a que hubo un ingeniero que no hizo bien su trabajo. Se empiezan a agotar las fuentes informativas al alcance para encontrar respuestas, pero me niego a quedarme con la duda. Se me ocurre entonces una idea.

Me meto a los baños de prensa, me lavo la cara y me veo al espejo: me siento seguro de quien soy. Me quito el gafete de prensa. Me recuerdo músico. Salgo del baño y entro con total normalidad al área de los artistas. Traigo el outfit. Traigo la energía. Traigo la vibe. Me mezclo. Soy uno de ellos y ellos son de los míos.

Pido lumbre para un cigarro. Hablo con el guitarrista de Bruses un momento. A la sorda busco la carpa de Chicano Batman. Paso al lado de Sen Senra, quien está platicando con algunos compas. El guitarrista de no sé qué banda dice que se irá a practicar unas rolas antes de salir a escena. Me acerco a un par de músicos jóvenes que están por ahí, pero no conocen a Chicano, no saben quiénes son. Otro sujeto me apunta en cierta dirección, diciendo que por allá está su carpa.

Paso a lado de la carpa de Siddhartha. Escucho que ya es hora, que faltan diez minutos para el show. No encuentro la carpa chicana por más que busco y busco. Me resigno un momento y me siento. No quiero parecer desesperado y que alguien me identifique como prensa. A fin de cuentas, traigo cargando la mochila de mi cámara en el costado y una pulsera color rosa que me identifica como tal.

Me paro y sigo. Me hago pendejo cerca de Sen Senra. Veo de nuevo al tipo que antes me indicó donde estaba Chicano y le pregunto de nuevo, me apunta la dirección otra vez, pero ahora la veo bien, le digo bromeando que me disculpe, que estoy ciego, a lo que se ríe y se va. Por fin llego y ahí está Bardo afuera de su carpa, platicando con un wey de los Caligaris que lleva rastas; la voz de Bardo se escucha impecable, así que descarto aquella idea de que estuviera enfermo. El músico de la banda argentina dice que mañana tendrán otro show en Guadalajara, ese de dos horas, que ahí sí van a desquitar.

Terminan su conversación y me preguntan si les puedo ayudar tomándoles una foto. Les digo que claro que sí. Tras la foto llega el momento de improvisar. Le digo a Bardo que soy guitarrista de otro proyecto que tocó más temprano, uno que se llama Sen Senra, de España, pero que yo soy de aquí de Tijuana, y que también tengo un proyecto solista que se llama Ay Gregorio! Le doy un sticker del Otro Caguamón a Bardo. “Es de folk, indie folk-punk. ¿Conoces a Juan Cirerol?”. Y así vamos platicando hasta que llegamos al “¿andan de gira ahorita? ¿Cómo viste este show? Yo los vi desde enfrente, y como que no se escuchaba muy bien fíjate…”, le comento.

“Pues no paré, no paré, a veces uno no siente a la gente, pero uno tiene que seguirle” …, dice Bardo.

“¿No crees que haya sido por lo del sonido?, le pregunto.

“Puede ser, puede ser…”, dice, “¿no se escuchaba la voz?”, me pregunta curioso.

En eso el wey que anteriormente me apuntó la carpa de Chicano aparece y yo siento que ya se dio cuenta de que soy prensa y me cago porque estoy a un paso de descubrir que pasó. Para mi suerte el tipo dice “Bueno, ya que te dije donde estaban estos cabrones, ¿nos puedes tomar una foto?”, y pues va la foto con su celular. Sigo la plática con Bardo; todo apunta a que fue culpa del ingeniero de sonido del festival.

“Ah te decía, no se escuchaba nada, se subía y bajaba el volumen, no se entendía… hasta pensé que estabas enfermo de la garganta”, le comento.

“Jajajaja, no para nada. Sí me di cuenta después, de hecho sí te vi desde el escenario, que me hacías señas, y la gente me lo dijo, y yo dije en el micrófono que le subieran al volumen, pero los cicles (o algo así, ininteligible en el audio que grabé) no estaban conectados, y pues ya arriba en medio del show no había mucho que hacer”.

Siento una especie de éxtasis correr por mi columna. Comprendo que el error fue técnico, aunque no me queda del todo claro si fue responsabilidad del equipo del festival o de la banda. Seguimos platicando un rato más. Bardo me cuenta que ahora están dando shows grandes en Nueva York, para 5-10 mil personas. En eso recuerdo que traigo los restos del gallo que prendí cuando comenzaron a tocar y le pregunto si quiere un poco. Me dice que él no pero quizás el bajista sí. Pasamos dentro de su carpa y les ofrece a los chicos y ellos dicen que simón. Nos saludamos y de nuevo me presento como el guitarrista de Sen Senra, de aquí de Tijuana. Fumamos el bajista, una morra con sombrero y yo.

“¿Cómo están, cansados?”, les pregunto para romper el hielo. “Pues una madre”, dicen. Empiezan a hablar de cuánto han dormido. Uno de ellos me ofrece unas uvas, “recién lavadas, bro”. Las acepto con agradecimiento. Hablamos en español. Les digo que el show que (en teoría) di con Sen Senra estuvo chido, que el escenario es más pequeño, “más íntimo”, dice el bajista, y yo digo que simón, que se siente la gente más cerca. “Claro, allá en los otros es como un mar de gente”, comenta.

Decido que es momento de partir: ya tengo lo que buscaba. Antes de eso les regalo un par de stickers del Otro Caguamón y los invito a escuchar las rolas gregorianas en Spotify. Nos despedimos y me siento liberado, esa libertad que te ofrece la verdad. 


SIDDHARTHA Y LOS FABULOSOS: YA ES HORA DE CERRAR 

Salgo a la multitud y me siento algo abrumado, en parte por la desvelada y toda la energía que implica cubrir un festival como éste, en parte por tanta gente, en parte por el psicoactivo circulando en mi cabeza. Pienso que lugares como los festivales son perfectos para perderse en el caos: es una experiencia de perderse, buscarse y encontrarse en la música, en los escenarios, en la fila del baño, en el “ya me cansé pero aquí voy a seguir hasta que salgan los Cadillacs alv”.

Me dirijo al Escenario Tecate a ver lo que resta del show de Siddhartha, a quien ya he visto en dos ocasiones previas (publicando en su momento una crónica de ello acá), y pienso que es interesante ver cómo va madurando y envejeciendo un músico, y uno con él, por supuesto.

Empieza “Ser Parte” y una chica se pone a bailar frente a uno de los puntos de venta de Tecate, fluyendo al ritmo de Siddhartha. Me sonríe y se da otra vuelta. Ya es esa hora de la noche al parecer. La cerveza y la música han hecho su efecto.

“¡Esta noche estamos aquí para pasarla bien, están todos invitados a bailar con nosotros!”, nos dice Jorge Ibarra, quien siempre logra hacerte sentir que estás en una noche especial. Me pregunto por dónde estarán mis amigos, pero bueno, tratar de encontrar a alguien en el mar de gente sin una mediación digital es toda una odisea. Pienso entonces que la forma más fácil de medir la energía de un concierto es a través de la dificultad para internarse entre el público hacia la parte delantera; en esta ocasión, está bastante complicado el asunto. “¡Gracias Tijuana, sean felices, nos vemos hasta la próxima!”, concluye el músico jalisciense. 

Entre la conversación con un par de compas descubro que al parecer Snow Tha Product reventó, que subieron gente al escenario y la pusieron a bailar, y que la vocalista le escupió brandy o whisky o algo de una botella a la gente. Otros compas me comentan que para ellos Los Caligaris se robaron el festival. “Esa madre con el sol y el pinche arcoíris fue otro pedo wey”, dice uno ellos.

En el Escenario Viva Aerobús toca Sublime With Rome, mientras miles aguardan la presentación de Los Fabulosos en el Escenario Tecate. Pienso que es interesante como un proyecto puede resurgir con otro vocalista. Supongo que crea muchos sentimientos encontrados entre los seguidores, pero de acuerdo a lo que leí en prensa, si bien se trata de las mismas canciones de Sublime, Rome Ramírez le mete un estilo totalmente diferente.

Termina Santeria y se empieza a sentir la efervescencia por los Cadillacs. Hay gritos que convocan a pasarla bien todos juntos. El festival está a reventar. Pienso que también me hubiera gustado ver a Sabino en vivo, pero bueno, uno no puede partirse en dos: hay que saber decidir.


Empiezan los Fabulosos y la música nos absorbe. Ver de tan cerca a artistas tan legendarios siempre me recuerda que, a fin de cuentas, se trata de seres humanos como nosotros. Claro, seres humanos con mucha magia y talento en el espíritu.

Empieza Siguiendo la Luna bajo la lluvia y se desliza el sentimiento Cadillac por los acordes menores. El coro es un llanto impresionante, liberador, como las gotas que nos arropan. Me acuerdo entonces de la vez que terminé en la cárcel por fumarme un gallo afuera del París de Noche con un compa. Me acuerdo mucho de las strippers bailando Siguiendo la Luna al compás de Vicentico.

Ondulando al ritmo de la canción decido internarme de nuevo a la marea de gente y sentir esa bella experiencia de conectar en vivo con desconocidos a través de un sentimiento musical en común. Porque si algo saben hacer los Cadillacs es crear comunión. Corrección: si algo saben hacer los músicos al tocar en vivo, es conectarnos. Me siento agradecido de estar aquí, y me voy siguiendo la luna.

“Siguiendo la Luna no llegaré lejos
Tan lejos como se pueda llegar
Son casi las cuatro de la madrugada
Mi casa brillaba
Cruzando ese mar”.


PUNTO FINAL

Cubrir un festival implica prepararse para ir en busca de lo que ese día será excepcional. A veces es una adivinanza: no puedes saber con certeza quien dará EL SHOW. Pero puedes informarte sobre quienes están sonando en ese momento, preguntarte en qué punto de su carrera está el artista. En esta ocasión, mi visión se centró en Chicano Batman por la expectativa que tenía, y finalmente el asunto resultó como resultó. Entiendo que no todos los shows serán buenos, y así como yo no pude disfrutar su show, seguro las personas en la parte trasera sí lo hicieron; a fin de cuentas, esta crónica fue sólo una de miles de perspectivas que se vivieron en este evento masivo.

El Tecate Península me parece un festival que es nuestro, de los bajacalifornianos, donde podemos escuchar bandas que de otra manera no llegarían a la península. Por lo mismo se agradece todo el esfuerzo que hay detrás. Dicho esto, también hay que apuntar que, según lo que pudimos investigar, hubo un problema técnico que fue responsabilidad del festival, que como podrá haber figurado el lector, no permitió vivir la experiencia chicano como se esperaba.

El vocalista suele ser el alma de muchas bandas, es el que refleja cómo está la energía vital de la agrupación; cuando ya no funciona como antes el instrumento vocal, es difícil disimularlo, mucho menos reemplazarlo, porque cada voz es única (claro, hay excepciones en que se logra una adaptación del grupo, ejemplo que pudimos ver con Sublime). Por eso cuando quitas la voz dejas sin cabeza a bandas como Mi Banda El Mexicano, los Fabulosos Cadillacs o, en este caso, Chicano Batman.

Somos de la idea de que un periodismo musical crítico debe hacer un análisis del show e ir más allá del fanatismo (algo que no es fácil y que en realidad seguimos trabajando). Para ello siempre sirven las preguntas. ¿Cómo se siente el show? ¿Qué transmite la banda? ¿Están bien ensayados? ¿Cómo se escucha la voz? ¿Cómo está cantando el vocal? ¿Y los demás instrumentos? ¿Cómo es la interacción con el público? Para la ocasión pusimos algunas de estas incógnitas en marcha, y aquí tienen el resultado.

Esperamos que esta pequeña aventura sirva para cuidar más los detalles de futuros festivales y que los organizadores no se lo tomen a mal, sino por el contrario, se motiven a seguir creando estas grandiosas experiencias para los miles de amantes de la música en vivo. ¡Hasta pronto y nos vemos en el siguiente!



POSDATA

Un par de semanas después de este festival tuve la oportunidad de conversar con una amiga de la Ciudad de México, quien también asistió en esta ciudad a un concierto de Chicano Batman. Su testimonio fue muy parecido, por no decir igual al que aquí compartimos, lo que me lleva a pensar que, o el problema técnico no fue responsabilidad del Tecate (ups), o Bardo está teniendo complicaciones con los efectos que le ponen a su voz, o quizás, sólo quizás (y citando a mi amiga), “al vocalista le quedaron grandes los músicos”. ¿Ustedes qué piensan? ¡Los leo!

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What in the Pink Floyd? Un tijuano va a una tocada en Ensenada




Crónica | Por Iván García Mora | Fotos: Amanita | 

De Carl’s Jr. salvando el antiroadtrip Tijuana – Ensenada

 “Un irse desgajando en el silencio”, así me siento camino a Ensenada. Las palabras de Amparo Dávila como una piel que, con esperanza, morirá a las dos horas de haber subido al camión. Un antiroadtrip. Sin amigxs que hablen de sus recuerdos vergonzosos de la infancia, ni presuman sus playlists de carretera, ni lloren platicando la última vez que lloraron, ni se rían como soles en verano. Un camión lleno de extraños, donde lo único conocido es el celeste del cielo tras la ventana. Me cambio de lugar, buscando descifrar las ataduras del silencio. Mi cara junto a una nueva ventana, mientras abro mis estrellitas de pollo del Carl’s Jr., un retrato que nunca hubiera imaginado Saul Leiter. Pedí una orden de seis y a cambio recibí siete estrellas. Fue como si activaran un botón, como si el empleado del Carl’s Jr. vio mi cara y dijo: “Ese cabrón necesita una estrella extra en su vida. No me importa que me la cobren o me la resten de mi lonche. Ese cabrón necesita algo en qué creer”. Cuento las estrellas de nuevo y pienso: “Hoy la suerte está de mi lado. La suerte es una estrellita extra del Carl’s Jr.”.


De la vez que me robé un mezcalero

Llegado a Ensenada camino siete cuadras rumbo a La Nopalera (taller de cerámica top en la ciudad). Isa me enseña a manejar la arcilla. Remojar, mover. Remojar, mover. “El material es noble”, repite. Mis manos lo peinan y fallan. Aún así sostengo que nací para la cerámica. Que toda mi vida fue un viaje hasta ese momento. Que por años creí que había nacido para el kung-fu, a pesar de nunca haber practicado kung-fu. Mi teoría es simple, el día que lo haga, mis rasgos asiáticos, mi búsqueda zen, mi amor por el anime y Boy With Luv de BTS: todo eso como un golpe letal sobre la incertidumbre de la vida adulta. Es una teoría ridícula, pero el absurdo es el sentido que me empuja a seguir. “¿Qué quieres hacer?”, pregunta Isa. Le respondo que un mezcalero. Ella no lo sabe, pero la única vez que robé algo en mi vida fue un mezcalero. Me sentí como el Michael Jordan del robo. Al regresar al moldeo de la arcilla (técnica del pellizco para iniciados), tengo en mis manos una sensación curva y quimérica: mi debut y despedida como criminal.


De Valgur en Item

No conozco a Valgur, pero Isa dice que hay una canción que le gusta mucho: razón suficiente para volvernos otra luz de neón en la noche. 20 mil seguidores en Instagram es lo único que conozco de Valgur. Son el headliner de una expo de artistas regionales. Decido escribir sobre ello, poner mi mente en ello. Un esfuerzo más por convertir la percepción en experiencia material. El texto como otra cabeza de mi cuerpo. Isa sostiene mi mano rumbo a Item, cierro los ojos: su brazo es mi piloto automático. Dos señoras se acercan a pedirnos dinero, una dice venir a Ensenada por contrato. No entendemos lo que significa. Es una pandemia la pobreza, un síntoma más de la realidad social. Al llegar a Item saludamos a Amanita, su vestido floreado me recuerda al patio trasero de mi abuela.

 

De la lentitud como armadura

“Hasta las moscas son más lentas”, las palabras de Pris me provocan una imagen mental: un grupo de moscas festejando, alzan cervezas de moscas luego de romper el Récord Guinness por el zumbido más lento del mundo. La cosa es simple: Ensenada tiene su propio ritmo. Vengo de una ciudad caos, ruido como nubes grises cubriendo el más crudo invierno. Acostumbrado a la inercia de andar en chinga, Ensenada es un alivio. Que el anticipo al show de Valgur se sienta como un video en slow motion es un arrullo de paz. Ensenada es la sensación constante de estar en medio. No es una ciudad, no es un rancho. Es un lujo de contrastes, donde artistas se muestran sus trabajos con la inocencia de niñxs compartiendo sus primeras figuras de plastilina. La lentitud es una armadura ante una realidad voraz, que nos exige drenarnos de estímulos hasta provocar un desmayo de percepción. Una casa con la luz encendida, en medio del desierto: eso es Ensenada.

 

De las pláticas en Item como posibles géneros para un futuro EP

Óscar (poeticsynthbebop): después de hablar sobre su reciente obsesión con el parkour, dice que le duele la pierna izquierda, piensa que es por recargarse demasiado en ella. Le planteo la idea de que es su pierna reclamando parkour. Su inconsciente incrustado en una extremidad, reclamándole ser el Michael Scott de Ensenada.

Andrea (indiehardcoregaze): hablamos de la vergüenza que provoca tirar chicles en la calle. ¿Irán a parar a la garganta de una paloma? Me gusta pensar que son un futuro castigo en el zapato de un político mediocre.

Isa (cinemadreampop): asegura que vamos vestidos como cineastas, que somos los que no parecemos artistas plásticos. Yo le digo que parecemos músicos. Me sonríe y me dice que entonces somos como Beach House.

 

De Valgur en Item (Extended Dance Mix)

Mientras Valgur toca, pienso en las piezas expuestas en la galería. Un mandil hecho con bolsas de jabón Foca, un edificio con paredes a las que les crece pelo (rastrillos gigantes vs las ladillas biónicas, idea de novela que me podría robar Televisa), los portarretratos de Andrea (tan externos de color, y la ausencia en su centro como un espejo de), un conjunto de fotos buscando un hogar (manifestando un hogar). Y de repente una chica se sienta sobre un pastel postrado en el centro del stage improvisado. Y Valgur toca su mexican 80s synthpop. Y veo a Isa sonreír, con su boina que bajo la luz rosa me hace pensar en una aureola negra. Y la chica se embarra de pastel, se mece en el pastel, se vuelve el pastel. Y What in the Pink Floyd?, grita Jeff Winger en una esquina (¡Parece que soy el único que lo escucho!). Y Amanita click click, foto tras foto con una luz verde en su frente que parece una antena. Y Valgur termina y Ensenada entera es un aplauso. Y cada clap clap un color nuevo disparado sobre mis ojos.

 

Del final del día

Luego de Valgur, Barthes sube al escenario para el after. Industrial-acid-techno estirando las esquinas de la noche. Algunos se quedan a bailar, otros salen a la banqueta y hablan de signos zodiacales. ¿Cómo se verá esto desde arriba? Una galaxia extraviada en la oscuridad de Baja California. Adentro: toda persona con una luz rosa sobre ella, y un four on the floor en el fondo, es una posible estrella cyberpunk. Afuera: palabras como confeti lanzado al aire, probables herederos de la voz de Walter Mercado. Luego de un rato, Isa y yo nos despedimos de la fiesta. Camino a casa le pido se detenga: “Quédate ahí y levanta tu mano. Te voy a tomar una foto”. Hace berrinche, pero estira su brazo hacia arriba, a centímetros de un foco que ilumina la banqueta. El retrato es capturado (la mejor foto del rollo a la hora de revelarlo). “Ensenada es un berrinche”, pienso, “un berrinche que disfrutas habitar”. Ya en casa comemos sándwiches de salami y hablamos de las horas pasadas en Item. El final del día ocurre hasta que cerramos los ojos.

   

Iván García Mora (Tijuana, 1993). Sus textos han aparecido en distintas revistas como Plástico, Neotraba, El Septentrión, Grafógrafxs y Low-fi Ardentía. Es autor del poemario Tadoma (Pinos Alados, 2020). Desde 2015 forma parte del comité del Festival Internacional de Poesía Caracol Tijuana.


El extinto Museo Nacional de la Cristiada en Aguascalientes: crónica de un patrimonio derrochado


Por Juan Carlos Esparza R.


A medida que el Partido Acción Nacional ascendía en el mapa electoral mexicano en los años noventa del siglo pasado, una de las primeras acciones de sus gobiernos fue la construcción de un discurso de legitimación histórica que, a la manera del mito fundacional revolucionario del PRI, afianzara y difundiera sus bases ideológicas. Esto inició con la modificación de la nomenclatura urbana de origen liberal, así como el retiro de las imágenes de Benito Juárez de las dependencias públicas. Pronto aparecieron avenidas e instituciones con los nombres como Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna o Luis H. Álvarez.

Durante el sexenio foxista, la exhibición mediática del catolicismo del presidente era la nota diaria con situaciones como su asistencia a misa en Catedral o su actuación durante la quinta y última vista al país del Papa Juan Pablo II. En el ámbito del espectáculo se llegó al extremo de proponer como traje típico de la señorita México un faldón decorado con la reproducción de la fotografía histórica de los cadáveres de cristeros colgados en los postes telegráficos.

También se fomentaron los estudios sobre el movimiento cristero y la generación de proyectos de desarrollo turístico en este sentido, principalmente en los estados de Guanajuato, Jalisco y Aguascalientes, algunas no exentas de escándalo por la utilización de presupuesto público para obras exclusivamente religiosas.

En el estado de Aguascalientes, el entonces gobernador Felipe González González, autorizó en 2002 la creación de un museo sobre la guerra cristera. El origen de esta obra es tan discrecional como su destino pues, en primer lugar, su existencia obedece más a acuerdos personales que a un asunto de interés público. Al Museo Nacional de la Cristiada de Aguascalientes lo antecede el Museo Nacional Cristero “Capitán Segundo Efrén Quezada Ibarra”, de la vecina ciudad alteña de Encarnación de Díaz, Jalisco, conocida popularmente como La Chona.

Esta institución fue dirigida por años por el sobrino de dicho personaje, el Sr. Alfredo Hernández Quezada (1935-2004) quien, a lo largo de su vida, recopiló el más grande acervo sobre el movimiento cristero del que se tenga noticia. La colección Hernández Quezada se componía de más de 200 piezas originales, 500 periódicos, 300 libros y 1500 horas de grabación en video de entrevistas a veteranos de aquel movimiento, ya fuesen cristeros, soldados federales, agraristas, sacerdotes, políticos e historiadores.

Según testimonio del Sr. Hernández, esta colección fue iniciada por su tío, quien fuese secretario del jefe cristero Jesús Degollado Guízar, comandante de la llamada División del Sur y tío del fundador de los Legionarios de Cristo, el abominable Marcial Maciel Degollado. Ubicado en un céntrico espacio de la Chona, el museo estaba en condiciones poco dignas debido a diversos factores, tales como la edad, salud y desconocimiento en materia museográfica y turística del propietario, así como por la indiferencia de los gobiernos municipales y estatales jaliscienses, con el consecuente deterioro del material histórico.

Algunos funcionarios del gabinete del entonces gobernador de Aguascalientes con vínculos familiares en la población vecina, le convencieron de adquirir la colección Hernández Quezada, pero contrariamente a las leyes locales en materia patrimonial, se creó el Museo Nacional de la Cristiada bajo la dirección de la entonces Coordinadora de Turismo para el Estado de Aguascalientes (COTURE), hoy Secretaría (SECTURE), pues el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) ya había rechazado previamente las ofertas de venta del acervo hechas de manera particular por el Sr. Hernández, argumentando la vocación artística, más no histórica de sus museos. Fue entonces a través de la COTURE que las negociaciones para la renta y adecuación museográfica de un inmueble, el traslado, montaje y operación del nuevo museo, se concertaron con el propietario de la colección.

Quien esto escribe fue contratado por la COTURE para encabezar el proyecto de traslado, curaduría, montaje, administración, capacitación de personal y dirección del nuevo Museo. Una de las primeras acciones fue la búsqueda del discurso histórico objetivo e incluyente por lo cual se modificó el nombre de Museo Nacional Cristero a Museo Nacional de la Cristiada, es decir, la exposición no sería tanto en torno a un grupo, sino a un evento histórico.

El discurso museográfico incluyó los antecedentes más remotos de conflictos entre la Iglesia Católica y el Estado desde el virreinato, comenzando con las Reformas Borbónicas, Guerra de Reforma y los artículos secularizadores de la Constitución de 1917, así como la historia regional del conflicto, ya que si bien, casi la totalidad del acervo era procedente de Jalisco y en menor medida de Guanajuato y Michoacán, al menos el público local tendría al final del recorrido el conocimiento básico de los acontecimientos de su comunidad.

Otro de los cambios fue la atención al público, pues mientras que en La Chona el visitante recorría el local del museo por su cuenta o bien acompañado por el Sr. Hernández si así se solicitaba, en Aguascalientes la presencia de un guía plenamente capacitado era imprescindible tanto por brindar una mejor atención, como por seguridad del acervo. En la mayoría de los casos se trató de estudiantes de la licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes en la realización de su servicio social y a los cuales se les otorgó una capacitación permanente tanto en materia intelectual como en cultura turística y de personal de contacto.


Inaugurado el 20 de marzo de 2003, el Museo Nacional de la Cristiada brindó sus servicios a escuelas públicas y privadas de todos los niveles educativos, realizó conferencias y conciertos de música folclórica (corridos cristeros), dio asesoría a para la elaboración de tesis de licenciatura y maestría a estudiantes e investigadores locales y foráneos y contó con la presencia de destacados intelectuales entre los que figura el principal estudioso de este evento histórico, el Dr. Jean Meyer.

Las condiciones de operación desde el principio fueron asunto de tensiones entre el propietario y la COTURE, ya que, por convenio, el museo sería trasladado a Aguascalientes por un año en calidad de comodato, al final del cual, en vista de los resultados en materia de ingresos, se abriría la opción a adquisición.

Por razones obvias, la mejor temporada fue la correspondiente a la Feria Nacional de San Marcos (de la segunda semana de abril a la primera de mayo) y las vacaciones escolares de verano, mientras que el resto del año las entradas se sostenían gracias a las visitas escolares. Los ingresos fueron, comparativamente hablando, similares a los del resto de los museos locales: el de la Ciudad, el Regional de Historia, el de Arte Contemporáneo y el José Guadalupe Posada; sin embargo, un aspecto que terminó por opacar la función del Museo Nacional de la Cristiada, no ante el público, sino ante el gobierno mismo, y en particular ante la propia COTURE, fue la inauguración de la máxima obra cultural y recreativa del sexenio 1998-2004, el Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias, consistente en el rescate y restauración de 5 de las 88 hectáreas de los antiguos talleres nacionales del ferrocarril para crear un parque recreativo que, no está por demás decirlo, hoy subutilizado.

El objetivo era realizar una obra similar al Parque Fundidora de Monterrey, y para ello, el gobierno local ordenó la restauración del edificio de la antigua estación y algunas naves aledañas para alojar también el Museo Ferrocarrilero y crear todo un parque temático. Su inauguración tuvo lugar dos semanas antes del Museo de la Cristiada y acaparó la atención mediática y emotiva de la población local, pues en Aguascalientes la historia del siglo XX no se entiende si no es mediante el desarrollo que atrajo el ferrocarril.

Aun así, la actividad del Museo Nacional de la Cristiada salió avante gracias al esfuerzo, principalmente de los prestadores de servicio social quienes, en su calidad de universitarios, supieron establecer los contactos necesarios con su alma mater para la realización de ciclos de conferencias y cápsulas informativas para Radio Universidad de Aguascalientes (XEUAA), así como para otras emisoras comerciales. Igualmente, por convenio interinstitucional, se facilitaron en calidad de préstamo la serie de fotografías del fusilamiento del Padre Miguel Agustín Pro Juárez para el montaje de la exposición Los Pinceles de la Patria: Arqueología del Régimen en el Museo Nacional de Arte (MUNAL) de la Ciudad de México.

En la víspera del año 2004, último del sexenio en cuestión, pese a la opinión en contra de los directivos del Instituto Cultural de Aguascalientes y reconocidos catedráticos universitarios del estado, el ejecutivo ordenó la compra del acervo y el traspaso de la dirección del Museo de la Coordinadora de Turismo al ICA, que lo operó hasta el cambio de poderes en diciembre de 2004; en ese ínter, quien esto escribe, concluyó su cargo de director y también falleció de un infarto fulminante el Sr. Alfredo Hernández Quezada.

Correspondió a las nuevas autoridades la realización de una obra de teatro y la ceremonia del primer y único aniversario del museo, pues a la llegada del Ing. Luis Armando Reynoso Femat como nuevo gobernador del estado y de poca o nula receptividad para la cultura, se ordenó la clausura del espacio.

Como se indicó anteriormente, las normas de instalación del museo fueron un punto de tensión entre el propietario y el gobierno del estado, debido a la insistencia en la venta anticipada del acervo y las ofertas recibidas por instituciones jaliscienses, principalmente, el Museo Regional de Tepatitlán, donde existe también una importante colección relativa al tema, aunado a que dicha ciudad fue sede de uno de los combates más intensos de aquél evento histórico.

En el sexenio de Reynoso Femat (2004-2010) no hubo ninguna acción conducente a la restitución del polémico acervo a su región original, a no ser la incorporación de parte de la biblioteca a los archivos locales, el Regional y el universitario, pero los objetos de la colección simplemente fueron embodegados en las áreas de material de limpieza de la Escuela de Cristo.


La presencia de este museo fue cuestionable por varios aspectos: si bien se trató de cuidar la neutralidad del discurso, el evento mismo sigue despertando en la actualidad las pasiones más encontradas, pues entre los visitantes había lo mismo personas favorables a la causa expuesta, como acérrimos detractores.

Pese a que las autoridades de cultura de la administración luisarmandista justificaron el cierre porque “no se puede revivir el Viva Cristo Rey en espacios públicos”, esa misma administración gubernamental actuó en sentido contrario y nuevamente contra el estado laico al inaugurar la escultura monumental del Cristo Roto nada menos que en la Presa General Plutarco Elías Calles, del municipio de San José de Gracia, construida justamente durante los años de la guerra cristera (1926-1929), por lo que la pluralidad y neutralidad aducida resultan más bien hipócritas.

El siguiente gobierno, encabezado por el priista Carlos Lozano de la Torre (2010-2016), otorgó a petición del ayuntamiento de Encarnación de Díaz, la custodia por tiempo indefinido y en calidad de comodato, de la colección para el nuevo Centro de Estudios Cristeros, lo cual es posible ver como una solución que libera de responsabilidades a todas las partes pues, si bien el municipio de La Chona no quiso o no pudo desembolsar los dos millones y medio de pesos que costó la colección al erario de Aguascalientes, sí lo recuperó físicamente para su exhibición.

El tema de la guerra cristera parece haber mermado su efervescencia a nivel mediático nacional, no así en lo particular dentro de las poblaciones del centro-occidente mexicano en las que este evento histórico constituye un aspecto de arraigo y mito fundacional. Justo sería pues que las cosas regresaran a su sitio y que las acciones culturales de gobierno se den por los cauces legítimos y sin protagonismos ni compromisos ultramontanos.



Nota: Para la elaboración de este trabajo se solicitó la información correspondiente a las actuales autoridades del Instituto Cultural de Aguascalientes, sin embargo, dicha petición fue desatendida sin explicación alguna, por lo que los testimonios que aquí se exponen parten de la experiencia personal de quien escribe en calidad de coordinador y director operativo del proyecto durante los años 2002 y 2003.

De fotos viejas y rollos de película

Por Jorge R. Espinosa


La vida escolar trae consigo muchas experiencias dentro y fuera de las aulas de clase, lo que les permite a los estudiantes el esparcimiento personal, así como vivir diversas experiencias que pueden marcar la vida de manera definitiva. Los últimos 6 meses han sido todo un viaje a lo profundo de la historia de la cinematografía mexicana e internacional; como buen alumno en busca de concluir su licenciatura, me ha tocado enfrentarme con aquel rito de paso que sirve para ganar experiencia laboral o simplemente para cubrir con un mero trámite académico, el servicio social.

La realización del servicio social en la filmoteca de la UNAM pareciera ser una historia no muy digna de contarse por cualquier escritor, pero tras hacer una retrospectiva de los aprendizajes e historias que se dieron a lo largo de seis meses, he llegado a reconsiderar que seguramente es una curiosa historia de carácter personal, que merece ser contada tal como cualquier pieza de ficción

El reloj marca las 2:50 pm, el día de actividades ha llegado a su fin, rápidamente toma la carpeta de control y checa sus horas realizadas, se da cuenta de que solamente le quedan 71 horas de servicio. Firma rápidamente su hora de salida y con un masivo “Nos vemos mañana, pasen buena tarde” se prepara para partir a su casa y descansar de las actividades realizadas; mientras emprende su marcha a casa lo invade un extraño sentimiento al darse cuenta que aquel viaje llega a su fin, una mezcla de sentimientos de alegría y tristeza convergen en una nostalgia aderezada con un lluvioso clima que acentúa lo que pudiera venir tras llegar a la meta en tan solo algunas semanas, muy en el fondo sabe que todo tiene un fin; pero en el fondo no quiere que esto termine, simplemente quiere un poco más de tiempo para poder pasar un poco más entre aquellas luminarias de todos los tiempos.

Mi llegada a la filmoteca  se dio tras una breve pero apresurada elección de un sitio para realizar el servicio social, realmente no fue algo que planee del todo, fue más como tirar los dados o una moneda teniendo por delante mis gustos y preferencias como si fuese un dado previamente cargado con rumbo a lo desconocido.  Un día típico en la filmoteca no tiene una hora fija de inicio, tanto puede empezar temprano en la mañana, o en algún punto de la tarde realmente no hay una hora definida para realizar las actividades. Ya que siempre existirá algo que hacer a lo largo del día. Pero eso sí, llegará a variar de acuerdo al área de trabajo. El caso del área de archivos resulta muy particular, ya que al estar lado a lado de biblioteca pareciera que se trata de un lugar tranquilo libre de cualquier ruido o escándalo, pero es una simple ilusión ya que dentro en el departamento de archivos, el ruido y movimiento es algo posible de encontrar, ya que ahí tienen lugar constantes revisiones de fotografías, discusiones, peticiones de información y visitas de otras instituciones que buscan establecer un vínculo entre la filmoteca, para empezar colaboraciones e intercambios.

Existen tres simples reglas que te pueden hacer la vida más fácil en esta área, tres únicos, sagrados y no escritos mandamientos que facilitaran tu estancia como no tienes idea. Nunca agarres una fotografía sin guantes, porque puedes ensuciarla de grasa, usa guantes a toda costa porque eso te salvará de algún regaño y finalmente trata el material de archivo como si fuese tu vida misma.

Pareciese cosa simple de seguir, pero no lo es del todo, más cuando no se está acostumbrado a trabajar con este tipo de materiales, o viene de un entorno académico muy alejado de la restauración cinematográfica, es común que en los primeros días, muy seguramente no te quites de encima al personal encargado del área que escojas pero si sabes sobrellevarlo puedes aprender mucho más de lo que esperas, aunque es seguro que no te salves de un regaño en alguna ocasión.


El área de fotografías

Mi labor en el área de archivos fotográficos, comenzó muy aleatoriamente, debido a no tener una remota idea sobre la preservación de esta clase de materiales, no sabía en lo absoluto de lo que me esperaría. Aquella fría mañana de junio, comenzó bastante tranquila, había ingresado a las instalaciones de la filmoteca, y justo al terminar de recoger mi gafete surgió una pregunta clave “¿Dónde se encuentra el área de archivos?” el vigilante sonríe y señala con una de sus manos, “vaya a la izquierda joven, en el retrato de Pedrito Infante, ahí está el área de archivos”, el recorrido por dicha área resulto ser algo extraño ya que no era tan grande como pensaba, era más bien como una oficina mediana al lado de una tranquila biblioteca, muy seguramente era ahí.

Tras haber tenido una breve plática con la licenciada Antonia, encargada de administrar esa área, tuve que tomar una rápida decisión, o irme al área de archivos fotográficos o ver la posibilidad de moverme a otra área. Basado en mi desconocimiento y en el típico “Son fotos, ¿Qué podría salir mal?” decidí quedarme en aquel lugar esperando que las cosas salieran más fácil de lo esperado; inmediatamente que la decisión fue tomada me queda en el área de archivos y era hora de conocer a los que supervisarían mi desempeño durante aquellos seis meses; dirigirme al fondo de  las  inmediciaciones, fue donde encontré aquel escritorio donde comenzaría mi historia, en el estaba Luis un hombre en sus 60 años, barba larga y cabeza calva pareciera una versión veraniega de Santa Claus, estaba revisando bajo la lupa hasta el último detalle de una foto del Indio Fernández junto a una de sus esposas, momentáneamente me volteo a ver “ veo que eres el nuevo, creo que tengo algo para ti” dijo mientras me condujo a una de las bodegas de la filmoteca, ahí estaba el acervo de Fabián de la Cruz, un reconocido periodista de espectáculos, el cual acumuló una colección de stills fotográficos tanto del cine mexicano como de la escena internacional, toda una cápsula del tiempo almacenada en varias cajas polvorosas y sucias, vaya misión con la que me voy a enfrentar.

Sobre estas cajas, hay que decir que no tienen un origen fijo, llegan a venir de diverso lugares, ya sea de un junior hijo de algún periodista celebre que busca obtener algo de dinero para salir de una deuda al instante u olvidarse del legado fotográfico de su familia; o simplemente de alguna donación de gente que no sabe qué tesoros tienen o simplemente prefieren liberar espacio botando “esas baratijas del abuelo o del padre” en algún sitio donde las pudieran apreciar o tenerlas amontonadas en un lugar mejor.


La revisión del archivo

A primera vista lucía como una caja polvosa más del montón, con un característico olor a polvo seco y fino que llevaba acumulándose durante años en algún sitio a puerta cerrada sin ventilación,  pero apenas abierto el olor cambiaría radicalmente, tornándose en un olor a polvo, tinta vieja, nitrato de plata y papel viejo, todo en un aroma penetrante pero característico, aquel aroma a viejas glorias, fama, sensuales actrices, temibles villanos, valientes héroes y galanes, despampanantes rumberas, cómicos de primera división y otras estrellas del brillante firmamento del cine mexicano; era el aroma de la fama, uno que pese a no ser muy glamuroso y elegante al final, contiene mucha más historia de la que uno pudiese imaginar.

Lo primero que se hace con esa cantidad de fotos, es separarlas en diversos montones para clasificarlas alfabéticamente, buscando algún indicio de las películas a las que podría pertenecer o comenzar un proceso de averiguación. Misma que puede realizarse desde diversos medios de investigación, por medio de la consulta de enciclopedias y listados de películas por año, la base de datos de la filmoteca o por Internet.

El procedimiento comenzó de manera sencilla, fui tomar algunas fotografías y comenzar a checar las caras de cada uno de los actores, suena fácil, pero realmente es algo más complicado de lo que parece, el problema de este tipo de procesos depende del conocimiento cinematográfico que tengas, es de esas cosas en las que uno tiene que ser casi un especialista; realizar esta tarea fue algo que más bien parecía una tarea de dos personas que de una. Como de costumbre, Luis se encontraba constantemente revisando mis hallazgos y posibles identificaciones, “debe de ser el Picoro, ese famoso réferi” decía señalando una foto de campeón sin corona en la que se mostraba el momento triunfal de un boxeador junto a su entrenador, asistente y compinches, todos celebrando un duro triunfo sobre el oponente. He de confesar que como muchos mexicanos no conocía el cine de mi país, siendo que este tuvo un periodo en que fue reconocido a nivel internacional debido a su calidad y grandes estrellas que habían actuado en varias de sus películas, podría considerarme una especie de cinéfilo a medias que se ha nutrido principalmente con el cine gringo y de otros países quedándome solo con breves pinceladas del cine mexicano, con aquellas referencias a obras como Salón México, El Gran Calavera y parte de lo que podríamos llamar como la punta del iceberg de la cinematografía mexicana.

Por motivos obvios la colaboración con Luis más bien parecía una clase de cinematografía mexicana para neófitos, que una revisión de rutina para un novato “Échate unas mexicanas, quizás no estén tan chidas como las gringas, pero ya verás que te van a gustar”, fue el consejo con el que Luis buscaba incentivarme a conocer más el cine mexicano para poder desempeñarme mejor en mi labor.

Así comenzó la larga tarea de revisar el archivo, en el cual saque cada una de las posibles carpetas en búsqueda de algún parecido o coincidencia que ayudase a una identificación adecuada o condujese a un descubrimiento fortuito que ayudase a mantener el alto el nombre de la filmoteca.


Algunos gajes del oficio

Mientras clasificaba unas fotos, me encontré con un peculiar caso, una fotografía con una mancha marrón en los bordes y parte de las caras de los intérpretes como si de una bizarra enfermedad se tratase. Inmediatamente me dirigí con Luis y le pregunte qué es lo que pasaba y que se podía hacer al respecto. Luis, mirando contemplativo la foto, la tomo y la miro bajo una lupa y tras una breve mirada inquisitoria profirió una frase “debe de estar sucia por el nitrato de plata, échame unos cotonetes y el frasco de alcohol y veras cómo se arregla.”

Tomando un pequeño frasco de alcohol y un cotonete largo, Luis se aseguró que estuviese mojado pero que no estuviese escurriendo, cuando el isotopo estaba listo procedió a frotarlo suavemente contra la foto, con una suavidad envidiable, que solo un experto puede tener; en cuestión de minutos la foto quedo limpia, brillante, sin esa capa de porquería originada por la plata gastada y oxidada del paso de los años. “Ahora te toca a ti, haz lo mismo que yo”, Luis me ofreció continuar con su trabajo e ir restaurando la foto, poco a poco recobró la antigua belleza que las manchas le habían arrebatado dejando contemplar la evidencia del pasado que el tiempo se había encargado de ir estropeando dentro de una caja de cartón.

Habiendo acabado la limpieza de las fotos, existía algo más que se debía hacer para continuar con el tratamiento de las imágenes, la restauración y preservación digital. Suena complicado y un poco difícil, pero es más fácil de lo que pudiese parecer, pero tiene su encanto. Tras un escáner de alta calidad, se debe de ser cuidadoso en como se realiza el escaneado y se coloca la foto en el cristal, el resto sólo es saber qué ordenes darle al programa, pero hay algo mágico en todo esto, el hecho de devolverle la belleza a la imagen o sacar a la luz más detalles de los que un ojo puede ver a simple vista. Se debe de jugar cuidadosamente con el contraste y la luz de las imágenes porque sólo así es posible ver algunos detalles ocultos o el paso del tiempo en el rostro de los actores, pequeñas marcas que van dejando en claro cómo es que el paso de los años no respeta a nadie, ni siquiera a los símbolos de belleza idealizados que han pasado por el séptimo arte cual estrellas fugaces.

En la búsqueda por identificar una foto, existen algunos métodos típicos, pero hay algunos que solamente los puedes conocer por medio de fuentes alternativas, basta con leer algunos portales de nota rosa o revistas de ese tipo para poder encontrar algo de información sobre el cine mexicano, información valiosa que en muchos casos pasa inadvertida para el ojo experto, pero algo útiles si tienes algo de morbo o desesperación por encontrar un dato.

“No es nada convencional, pero no descarto tu idea, no sé cómo chingados se te ocurrió pero está funcionando, creo que deberé de visitar algunas páginas para doñas más a menudo” fueron las palabras de Luis al enterarse de cómo estaba encontrando algunas fotos, por medio de esta idea; realmente es raro utilizar las revistas y páginas que ni por nada del mundo verías o que muy seguramente un adolescente utilizaría para calmar sus ansias con las fotos de las actrices del momento en ropa interior, es raro pero siempre hay que hallar una forma de poder encontrar la información siendo que mucha ya se ha perdido o queda muy poca gente que la conoce en su totalidad.

El trabajo con los rollos de película resulta más complejo que una fotografía, ya que los materiales resultan traicioneros ante ciertas condiciones climáticas o la exposición a ciertas sustancias, principalmente se utiliza muy poco alcohol rebajado en agua, buscando que este  no sea agresivo para el acetato, pero que logre quitar la suciedad o cualquier residuo de polvo encostrado, no es una labor para novatos, ya que se necesita tener un buen pulso para poder hacer movimientos suaves para limpiar cada una de las secuencias de los acetatos, como si de una suave caricia se tratase; una caricia a la historia cinematográfica, que no cualquiera sabrá como darla a conciencia.


Un hallazgo sin precedente

“Es realmente curioso, no hay mucha información sobre esta película inacabada, pero es bueno saber que había algo ella por acá y lo mejor es que la encontraste, vaya hallazgo que tuviste, no es algo que se ve siempre, disfruta de tu triunfo, porque no son muy comunes” palabras de Luis tras haberse enterado de la noticia del hallazgo de los stills de la película Hernán Cortes, cinta que no fue célebre por su estreno o su realizador Miguel Contreras Torres, sino por la historia que le precedió. Se  desconoce por qué no se terminó la cinta, pero fue en aquella mañana de agosto que la trama iría cambiando un poco para la obra de Contreras. Luis me condujo a una caja de cartón polvosa que tenía la etiqueta “Cine Mexicano, Varios”, -te toca trabajar esta caja, ya sabes cómo hacerle- fueron las palabras que me dijo antes de comenzar a desempacar esa caja. Al sacar los fólderes rodeados de pelusas y olores a nitratos, había una carpeta rechoncha de la cual se leían los apellidos “Contreras Torres” junto a una lista de películas y algunas categorías relacionadas al autor.

La carpeta estaba desordenada y le faltaban algunas etiquetas de identificación, siendo que las pocas que había, se desprendieron de sus fotografías dejando claramente la marca del pegamento como signo del abandono entre ambos trozos de papel, como un divorcio mal llevado que dejó secuelas entre ambos miembros del matrimonio, así lucían los papeles.

Dentro de los papeles se encontraba un viejo envoltorio de papel donde se leía “Hernán Cortes”, al abrir la carpeta salieron un aproximado de 14 fotos en blanco y negro, donde se podía ver lo que se supone que debió ser una película sobre las andadas del conquistador español de camino a la capital azteca, era realmente curioso ya que no existían registros fotográficos de dicho filme, dentro de lo que yo conocía. Fue así cuando tras acomodar las fotos clasificadas y las nuevas en otra, las actividades del día habían terminado y proseguí a retirarme cuanto antes. A la mañana siguiente comenzó el día de actividades como comúnmente debería de comenzar. Repentinamente me di cuenta que una pequeña discusión había tenido lugar en las instalaciones era la licenciada Antonia y Luis, discutiendo sobre el hallazgo que había tenido lugar el día anterior. Mientras me encontraba anotando en la libreta de control lo relacionado a la clasificación de fotos, una voz conocida me llamo, era Luis para enseñarme un sobre de reciente creación “realmente eres muy afortunado, esto no se ve todos los días, saca otro hallazgo como estos y te invito una chela”. Pareciera que no hay glamour al trabajar con cosas relacionadas al cine, pero dentro de todo esto, a veces uno puede encontrar algunos momentos de gloria y triunfo, tal vez no como lo pudieran tener los directores o las grandes luminarias de la pantalla, pero siempre existe alguna satisfacción al final del día.


Otras labores de la filmoteca

Fuera de la investigación fotográfica, hay algunas otras cosas que se pueden hacer dentro de la filmoteca, ya que en lugares como estos existe mucho para hacer. Una instalación anexa al área de los archivos es la biblioteca, en la cual no sólo se guardan libros, sino revistas, películas y las joyas de la corona del departamento, los stills fotográficos, los fotomontajes y los promocionales de las películas. El trabajar en esta área es un trabajo más meticuloso ya que se debe de tener un control de los libros y documentos que hay dentro de las instalaciones y en caso de llegar nuevos ejemplares, se debe de procurar que la clasificación se realice adecuadamente para acrecentar el acervo.

La conservación de promocionales de cine se ha ido volviendo una de las principales prioridades en los últimos años, debido a la valoración histórica de este tipo de documentos, como testimonios históricos de la industria cinematográfica en México y a nivel mundial. La conservación de este tipo de materiales depende del estado en que se encuentren  y de su antigüedad, ya que los procesos de restauración y limpieza se deberán de ajustar a las características que pudieran presentarse; sin embargo existen casos en los cuales la documentación presenta un estado deplorable, en donde se debe realizar una captura digital garantizando la construcción del acervo de los promos. Con relación a la digitalización de los documentos de la filmoteca, el  desempeño como capturista es una parte común de diversos aspectos a trabajarse, ya que la filmoteca es conocida por tener uno de los acervos digitales más grandes a nivel mundial. Por lo que resulta importante actualizar constantemente este tipo de colecciones.

“La situación de este tipo de materiales resulta ser muy importante, para dejarse de lado, siendo así uno de las principales prioridades para el personal de restauración y documentación, ya que el paso del tiempo es un factor en contra de todo material físico, que ya cuenta con unos años de antigüedad, pareciese que la tecnología se ha ido volviendo la respuesta contra el paso del tiempo y su imparcialidad sobre el desgaste de las cosas que alcanzara tarde o temprano a toda pieza de historia que tenga la desgracia de estar expuesto ante el paso imperdonable de las eras. Hay que utilizar las nuevas tecnologías en favor de conservar la historia del cine, para las nuevas generaciones; de lo contrario creo que nuestro trabajo aquí habrá fallado”. Las palabras de la licenciada Antonia reflejan la preocupación que existe en la captura de documentos ante la inevitable naturaleza de muchos materiales, en muchos sentidos se muestra como el futuro de los acervos y como la mejor manera de conservar el pasado para poder garantizar un futuro, ya sea dentro de las pantallas con sus llamativos colores o con reimpresiones que permitan su perpetuación para que las nuevas generaciones aprecien como es que se realizaban las cosas a la antigua, en una época en que la tecnología era más simple que la que pudiera venir.


Últimos días: instantes eternos; memorias futuras

La suma de las horas de servicio “ha sido todo un viaje”, me digo a mí mismo, todavía recuerdo cuando entre por aquella puerta por primera vez. Veo el escritorio donde he estado trabajando,  podría parecer un triunfo previo a terminar la carrera, pero existe algo que no convierte esta salida en un triunfo; la única y necesaria pregunta que ha surgido a lo largo de estos días “¿Ahora qué sigue?”.

El estar codo a codo con los vestigios y testimonios de una época de oro, terminan creando una cotidianidad única a lo que un aficionado al cine pudiera tener; no se trata de solamente ver las películas o conocer cuánto dato sea posible sobre todo lo que involucra los filmes, o llevar un meticuloso recuento de todas las películas vistas durante un periodo de tiempo. Es más como un aprendizaje que ayuda a expandir lo que se conoce sobre cine y ver lo infravalorado que se encuentra el cine mexicano de otras décadas, ante una industria estancada que ha logrado sobrevivir por medio de comedias románticas de fórmula, que cada vez lucen más desgastadas y sin gracia, pareciendo copias defectuosas de un puñado de películas exitosas; dejando en el olvido una época de la cual sólo quedan producciones que se trasmiten en unos cuantos canales y uno que otro que recuerda con cariño aquella época.

Llega un miércoles, y me quedo un rato viendo unas cosas antes de comenzar con las actividades cotidianas, “maldición, como extrañaré tener esta cantidad de paz a diario”, pienso mientras me dirijo a la biblioteca para seguir checando una carpeta de archivos fotográficos, simplemente tomo la carpeta y comienzo otra vez con las actividades cotidianas, aún quedan unas cuantas carpetas que revisar pero siento que no me corresponderá acabar con este trabajo, muy seguramente dependerá de alguien más.

Al finalizar el día, paso por aquel retrato de Pedrito Infante, lo veo fijamente y siento algo de nostalgia con respecto a cuando llegue a pedir informes por primera vez, todavía recuerdo el accidentado viaje en pumabus que realicé. Apenas avanzo unos centímetros lejos de la filmoteca y siento incertidumbre ante lo que pudiera pasar; algunas veces decir adiós es duro, más cuando se trata de algo que ha calado hasta lo más profundo de nuestra alma, realmente nunca medimos como es que una despedida trae consigo varias experiencias y momentos que no se repetirán en la vida. Muchos grandes me acompañaron desde la inmortalidad del papel, dejándome ser parte de su historia aunque sea en un momento post mortem, sin haberles conocido o formado parte de sus existencias mortales; así como grandes colegas y compañeros de trabajo que me ayudaron a ver a nuestro cine con ojos de curiosidad y amor, dándole el debido reconocimiento al gran tesoro que se resguarda tras aquellas paredes; ciertamente no sé cuándo es que pudiese volver a ver aquellas imágenes que me acompañaron por meses y que siempre atesoraré junto a las personas detrás de ellas, como parte de mis memorias futuras.


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