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Sobre “Días y noches de amor y de guerra”, de Eduardo Galeano



Por Omar Cruz |


América, un continente que de manera constante e insensible ha sido saqueado. Desde tiempos bastante remotos es bien sabido que la historia de nuestro territorio se podría escribir con sangre y lágrimas y aún así, no sería suficiente para cubrir todo el dolor que nos habita y que creo yo, nos sigue mortificando.

Nuestra historia, parece más bien una espiral cíclica. Siempre vamos imaginando que quienes nos hicieron daño ayer, algún día volverán a terminar el trabajo que aún no han concluido. Los embates que recibimos nos han enseñado algunas lecciones de las que algo hemos aprendido, pero al parecer, ese no será todo el castigo que recibiremos. Escribir sobre América habiendo nacido aquí, es más que la suma de todas las emociones y demás sentimientos encontrados, creo que también se vuelve una necesidad, para sacar lo que nos duele y que se drene toda la agonía y la tristeza acumulada.

Por lo general, el pasado regresa a nosotros y nos trae toda la atrocidad cometida por quienes creyéndose dioses, hirieron de muerte nuestro orgullo y flagelaron nuestra naturaleza. Ante todo esto, en América decidimos resistir y utilizar diferentes mecanismos para combatir desde diversas trincheras; el absolutismo, la barbarie y la imagen arrogante de la tiranía.

El génesis de esta historia nos lleva al año 1978. En ese año, Eduardo Galeano decide mostrarle al mundo otras maneras de resistir -aún estando en el exilio- y utilizando la literatura como método de defensa, publica “Días y noches de amor y de guerra”, una novela profunda, escrita con toda la sensibilidad y hondura de quienes aún creemos que, otra América es posible.

Galeano desmiembra en esta obra cada una de las batallas a las que, al parecer, nos tenemos que enfrentar aún viviendo en tiempos difíciles o de dictadura. El autor, no se olvida del amor en este texto y también nos cuenta cómo este sentimiento puede ser vital e importante para resistir, batallar y empujar un mejor mañana para los nuestros en el andar diario.

La narración de esta novela es dolorosa pero exquisita, Galeano no solo utiliza la literatura para denunciar, también lo hace para embellecer de alguna manera las realidades catastróficas de aquella época tan convulsa que le tocó vivir. Las figuras literarias potentes y las imágenes de denuncia son frecuentes en este texto que Galeano escribió, mientras una atroz dictadura dejaba a su natal Uruguay, sumida en el llanto y el más amargo de los dolores.

Muy a pesar de que esta obra sea demasiado íntima para el autor, también nos encontramos con la descripción de hermosos lugares en los que parece ser, Galeano supo fraguar su trabajo y reencontrarse con una versión diferente de su realidad; una que lo obligaba a ver el caos y la desesperación de los suyos, mientras la literatura le daba ese hálito de esperanza que en momentos como este llegamos a necesitar.

“Días y noches de amor y de guerra” es un testimonio de agonía y de dolor, que el autor nos entregó para que en un futuro no muy tardío, nos atreviéramos a repensar en las manos de quién dejamos el poder y de como la toma de decisiones erróneas, nos puede llevar a repetir horrores del pasado que tanto daño le hicieron a nuestra América Latina.

“Días y noches de amor y de guerra” es una novela que toma vigencia en estos años tan convulsos que vivimos. Eduardo Galeano fue capaz de retratar toda la tristeza que habitaría a nuestra América, aun en tiempos en donde la paz y la armonía se convierten en un lenguaje lleno de anhelos y nostalgias, habitados por la melancolía.




Omar Cruz es hondureño por nacimiento, estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología, autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre… (Atea Editorial, 2019) sus artículos y poesía han sido publicados en periódicos y revistas de México, Argentina, Colombia, Venezuela, Honduras, Guatemala, España, Costa Rica, Panamá, Perú, República Dominicana e Italia.

5 discos ineludibles de David Bowie


Imprescindibles | By Weltschmerz Vic | Ilustraciones: Ox Echegoyen |


Cinco grandes placas del Duque Blanco para entender su exilio en Alemania y todo lo que representó esta etapa para su carrera y el rock en general. Artículo publicado originalmente en nuestro fanzine bimestral, impreso y distribuido en Aguascalientes, México. 


HUNKY DORY
Producción: D. Bowie/Ken Scott
RCA - Inglaterra (1971)

“Después de Bowie no hubo ningún ícono pop de su altura porque el mundo pop que  produce esos dioses del rock ya no existe“
.

Esta placa es sin duda la primera obra maestra de Bowie pese a su predecesor, el impecable “The Man Who Sold The World”, estupendo álbum mucho más orientado al hard rock con seminales tintes de lo que sería su posterior sonido glam. “Hunky Dory” abre con el enorme tema Changes, que presagiaría su virtud en el futuro, su leitmotiv: los cambios.

En la obra encontramos una extraña accesibilidad en la mayoría de las canciones pese a tener una variadísima selección de temas y de elementos instrumentales no tan convencionales para la época como: mellotron, pianos, saxofones y trompetas, aparte de la instrumentación tradicional de cualquier banda de rock.

Oh! You Pretty Things es un tema pop cabaretero en donde entra una base rítmica potente. Con abiertas alusiones a Nietzsche y el concepto de súper hombre en el coro -you gotta make way for the Homo Superior-, es sin duda un tema con un gancho extremadamente pegadizo.

Eight Line Poem, el tercer sencillo del álbum, es una extravagante melodía con el piano como base precedente a Life on Mars?, quizá la joya más conocida de este trabajo con exuberantes arreglos casi orquestales y una guitarra tanto precisa como preciosa. Una pieza absolutamente entrañable.

Destacan también Queen Bitch de un estilo velvetundergroundiano y el homenaje mejor logrado, así como The Bewlay Brothers. Ésta última, en un estilo art folk, aborda una de las obsesiones y miedos profundos de Bowie: la demencia, su temor a padecerla debido a sus antecedentes familiares. Cabe destacar que la parte vocal y los efectos recuerdan un poco a Bike de Syd Barret.

El disco es un repentino despertar de la genialidad inigualable de Bowie. Una parte importante de sus seguidores consideran “Hunky Dory” el mejor álbum del músico; independientemente de las preferencias, es uno de sus tantos trabajos prodigiosos.




THE RISE AND FALL OF ZIGGY STARDUST AND THE SPIDERS FROM MARS
Producción: D. Bowie/Ken Scott
RCA - Inglaterra (1972)

“Subvirtió enteramente el concepto de lo que una estrella de rock debe ser”.


¡Ineludible! No hay otra manera de pretender “hacer” una lista con los discos clave de Bowie. No la hay. “Ziggy Stardust” es un álbum conceptual sin parangón (como casi todo en el universo bowiano). Ziggy es el alter ego más famoso de Bowie y con el que finalmente logra llegar al súper estrellato en el Reino Unido. “The Rise and Fall of Ziggy Stardust” fue junto con “Electric Warrior” de T-Rex la piedra de toque del glam-rock británico.

La historia de un alienígena, por demás andrógino y extraño, tiene entre sus múltiples virtudes haber tenido un impacto brutal en una juventud que forjó su identidad con él; es el mesías de los incomprendidos, los raros, los diferentes y los marginados, aparte del atractivo y carisma de nuestro personaje que cambiaría para siempre los códigos sexuales.

Ziggy cambió la vida de miles y miles después de su interpretación de Starman. El personaje de cabellera rojiza y extravagantes atuendos, tendría de aquí en adelante la más grande y prolongada influencia que ningún artista inglés tendría en la historia. Bowie transformó el concepto de estrella de rock.

Starman además de ser uno de los sencillos más emblemáticos del género, es un perfecto himno del glam; el mesías extraterrestre comunicándose con la juventud.

El álbum culmina de manera decadente y con una emotividad genuina y estremecedora con Rock ´n´ Roll Suicide. Como Ziggy bien lo dice: con él nunca estás solo.

Extraordinarios arreglos, un bajo memorabilísimo, un juego de guitarras excelsas y llenas de expresividad igual que la interpretación vocal. Muy probablemente mi tema favorito de esta épica porque soy un rocanrolero suicida (Iván García dixit) -No es lo que debo ser, es lo que quiero ser, es lo que soy-.

Uno de los mejores discos de rock and roll de todos los tiempos, clásico atemporal, mucho más que influyente y totalmente ineludible.




LOW
Producción: D. Bowie/Tony Visconti
RCA - Inglaterra (1977)

“El feroz partidismo del culto a Bowie es también único; su influencia duró más y fue más creativa que quizás ningún otro dentro del fanatismo del pop”.


“Low” es, en mi muy particular gusto, mi favorito de la llamada por Bowie, Trilogía Berlinesa. Las piezas de este disco eran en su mayoría descartes o partes inconclusas de sus dos previas obras (“Young Americans” y “Station to Station”) y no fueron creadas en Berlín, pero sí ideadas.

Las razones por las que decanto por esta obra son variadas; una de ellas es la mancuerna que consiguió David con el exmiembro de Roxy Music, Brian Eno. Un genio visionario creador del ambient, inventor de nuevas técnicas y desarrollador de algunas de las más vanguardistas formas de trabajar en el estudio gracias a sus sonidos únicos a base de sintetizadores.

La complejidad y calidad de “Low” viene influenciada por una serie de circunstancias: desde la mudanza de Bowie de Los Ángeles a Berlín; sus sesiones de grabación en París, Nueva York y Berna; la participación de Eno y la producción innovadora de Visconti que ayudaron al giro radical y apasionante en el estilo musical; y la influencia de bandas del momento como NEU!, Cluster y Kraftwerk -con quienes intentó colaborar-. El resultado es un álbum de la más alta vanguardia en el pop.

“Low”: vanguardia y más vanguardia radical. Un álbum que contra toda expectativa fue un éxito comercial por su inusual selección de temas avant-garde.

Abriendo con Speed of Life, pasando por Sound and Vision, Always Crashing in the Same Car y Be My Wife hasta finalizar con el lado B de piezas instrumentales impresionantes como Warzawa (que daría nombre a una célebre banda), Art Decade o la estremecedora Subterraneans.

Un nuevo Bowie atemporal e influyente creó un clásico de clásicos dando un nuevo salto al vacío. El futuro está aquí.




HEROES
Producción: D. Bowie/Tony Visconti
RCA - Inglaterra (1977)

“Bowie, una estrella e ícono. Su trabajo ha creado quizá la mayor adoración en la cultura popular, su influencia ha sido única, ha permeado y alterado más vidas que ninguna otra figura comparable”.
  


“Heroes” (así, entrecomillado, irónico) es el único álbum de la Trilogía Berlinesa que íntegramente es de manufactura e inspiración germana. Oscuro y por momentos ominoso con atmósferas opresivas, fue grabado en partes por casi el mismo grupo de músicos que grabaron Low y refleja a un Bowie que, junto con Eno, continúa tratando de encontrar nuevas formas e ideas consiguiéndolo de manera cabal. Una obra que sabe retratar la atmósfera de la ciudad alemana en fríos grises, la decadencia de su vida nocturna y de sus personajes.

Es de vital importancia la participación e influencia de Robert Fripp de King Crimson así como la persistencia del sintetizador y otros instrumentos electrónicos que le dieron un sonido único y una gran recepción tanto para el público y la crítica a pesar del contenido sombrío y sus formas instrumentales en lo que se podría llamar “lado B”.

La canción homónima Heroes es un célebre himno romántico en el original sentido de la palabra; inspirado en un beso junto al Muro de Berlín entre Visconti y May Pang observados desde los Hansa Studios, Bowie escribiría la frase:

“I can remember, standing by the wall and the guns shot above our heads, and we kissed, as though nothing could fall, and the shame was on the other side“.

Enorme e inmortal “Heroes” tiene el slogan que leí de una discografía y que definía al artista: “está la Old Wave, está la New Wave… y está David Bowie”.




LODGER
Producción: D. Bowie/Tony Visconti
RCA - Inglaterra (1979)

Bowie fue votado por más de cien estrellas del pop como el artista más influyente de música, de acuerdo a la revista NME.

 


El álbum final de la Trilogía Berlinesa supone una polémica complicada ya que, a pesar de ser un álbum brillante, toma en general una gran distancia en la mayor parte del material respecto a sus antecesores puesto que ya no tiene tanto que ver krautrock experimental, salvo en momentos muy marcados.

Abre con la elegante y suave Fantastic Voyage; una maravilla que sin ningún problema podría ser parte de "Station to Station". Es a partir de esta pieza donde Bowie ya hace incursiones de world music (como también lo harían David Byrne, Peter Gabriel  y el mismísimo Eno).

Icónica y con un trabajo de guitarras alucinante Boys Keep Swinging es una pieza de pop vanguardista (que bien podría entrar en "Low" con mínimos tratamientos) y donde luce en todo su esplendor la colaboración de Adrian Belew con un solo legendario.

En Repetition, donde el ritmo invita al baile también se escucha el sello de la guitarra para finalizar con Red Money: una perfecta pieza de salida que recuerda a piezas como TVC15 del 76 bajo los nuevos procesos de producción.

Red Money es también una canción que termina por recordar que, aunque esta serie de álbumes son algunos de los más osados intentos por desafiar su propia obra y la mayor inspiración para una siguiente generación de artistas de la más diversa clase, la Trilogía Berlinesa fue precursora seminal de nuevos géneros. Ya lo había dicho David: "Sólo busco impresionarme a mí mismo", lo único que no logró.


Artículo de Vic Blackstar
Cuidado editorial: Mariana Noséqué
Ilustraciones: Ox Echegoyen

Todas las citas tomadas del libro:
Strange Fascination
David Bowie: The Definitive Story
de David Buckley
              

El devenir de Emir Kusturica


Jorge Tadeo Vargas | 


Aunque la carrera cinematográfica de Emir Kusturica no inicia en 1995, cuando ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el Oscar a mejor película extranjera por Underground, este fue el año que lo conocí y que comencé el recorrido hacia atrás de su trayectoria, buscando sus películas anteriores. Una rápida búsqueda en el incipiente internet de aquellos años y un amigo que vivía en la Ciudad de México me ayudaron con esto. Él las buscó, las consiguió y me las mandó vía correo postal en formato VHS hasta la ciudad de La Paz, que era donde yo estaba comenzando mis estudios universitarios.

Así fue como vi “Papá esta en viaje de negocios” (1985) con la que inició el camino hacia la internacionalización y el reconocimiento global, ganando su primer Palma de Oro y recibiendo su primer nominación al Oscar como mejor película extranjera. Esto con apenas treinta y dos años. También conseguí “Gipsy Times” (1988), que se convirtió en mi película favorita del director por muchos años, una belleza de lo absurdo y el realismo mágico, con la que hace una denuncia al racismo y la violencia hacia lo diferente, hacia aquellos que tienen una forma de vida distinta a la que el sistema nos dice que debemos de tener, una visión totalmente contraria a la visión occidental que impera en muchos directores de cine, incluso en aquellos que son críticos al sistema.

La tercera (aunque las conseguí en un mismo paquete) fue “Arizona Dream” (1993) su primera (y última) incursión en el cine norteamericano. Una comedia negra, absurda, muy a su estilo que no tuvo el éxito que pudo haber tenido, con un Johnny Depp logrando una de sus mejores actuaciones al lado del genial Jerry Lewis y la maravillosa Faye Dunaway. Con esta, mi colección de la filmografía de Kusturica estaba completa, claro que le sumaba Underground, con su maravillosa banda sonora y el espectacular poster que la acompañaba y que me agencié en el videoclub donde trabajaba. Solo me tocaba estar atento a sus nuevas películas.


Muchos años después conseguí (en DVD) ¿Te acuerdas de Dolly Bell” (1981) donde va mostrando su estilo de sobra conocido, lleno de una elegancia estilística propia de su forma de ver el mundo, su obsesión de enfrentar a sus personajes al caos mientras todo se va resolviendo entre lo absurdo y el realismo mágico. Tal vez esta forma de ver la realidad es lo que lo hace sentirse tan cercano a América Latina, pues entiende a la perfección este surrealismo arropado por la magia, del cual nos sentimos tan orgullosos.

Kusturica es un tipo difícil de descifrar, alguien que traduce de forma perfecta el caos y lo lleva a buen fin, a la par de ser un producto de sus propias contradicciones que lo persiguen para que las traduzca en forma de historias absurdas, hilarantes, esas mismas contradicciones con las que viene lidiando desde la desaparición de Yugoslavia.

Y es que el nacido como bosnio, musulmán, en algún momento tomó la decisión de reconocerse como serbio y se convirtió al cristianismo ortodoxo, a la par de iniciar un viaje al nomadismo que lo ha llevado a vivir en muchos otros países y ciudades. Es como se siente más cómodo, siendo un gitano sin patria que defender o de la cual renegar según sea la situación o las necesidades.


Tal vez es la razón por la que se siente como pez en el agua tocando y girando, primero con la banda punk Zabrajenjo Punsenje o en lo que se convirtió esta agrupación con el paso de los años que es la Emir Kusturica and the No Smoking Orchestra, su espacio seguro desde hace varias décadas y al que regrese siempre de que lo necesita, este espacio colectivo donde es uno más de muchos creativos a la hora de componer y tocar.

En 1998, sumaba a sus otros premios el León de Plata de la muestra de Venecia como mejor director por la película “Gato Negro, Gato Blanco”, una comedia absurda, negra, donde una comunidad gitana es la protagonista. Ambientada en las riberas del Danubio cuenta la historia, cual es su costumbre, de unos marginados que buscan desde su propia visión sobrevivir a este sistema. Aquí la banda sonora es parte fundamental de la historia por lo que toma un papel protagónico, a la par de la dirección de fotografía o de arte. Kusturica mantiene el absurdo, el realismo mágico para contar la historia de quienes sobreviven al borde de la sociedad poniendo en marcha su creatividad para engañar a los privilegiados. Todo esto desde la visión nada occidental que Emir tiene del mundo.

En 2001, estrena el documental Super 8 Stories, donde narra las peripecias de la banda a la que pertenece, los No Smoking Orchestra, mostrando la relación tan cercana que existe entre los integrantes, con lo que hace uno de los mejores documentales de música que he visto. Mas allá de la crítica que se le ha hecho, lo que retrata de manera muy objetiva es la convivencia diaria de una banda más allá de las actitudes y vicios de rockstar que siempre están presentes en este tipo de documentales. No es sobre la caída y la redención, es sobre el amor y la amistad.


Para 2004, regresa a terrenos de la “ficción” con “La vida es un milagro” y uso comillas para resaltar la palabra ficción pues el impresionante trabajo que hace con esta cinta para rescatar la memoria histórica de la guerra yugoslava, la convierte en posiblemente el mejor trabajo de Kusturica hasta el momento. Su objetividad, su madurez como cineasta, son muy claros, además de sumarle significativamente su rechazo a la visión cinematográfica e histórica occidental. Para él, el diálogo no es necesario, mucho menos demostrar algo a la hegemonía occidental (a la cual nunca le ha hecho reverencias). Su cine va más allá de ellos y su visión miope. Para cerrar con “La vida es un milagro” y la recuperación de la memoria presenta el corto “Blue Gipsy” (2005) dándole voz a los niños de la guerra en tan solo diecisiete minutos.

Para 2007, la comedia absurda, el realismo mágico, los marginados y su forma de enfrentar la vida son los protagonistas de la historia de “Prométeme” contando cómo se sobrevive en el borde, ese que el sur global conoce tan bien, lleno de muertos, desaparecidos, de violencia, la cual Kusturica sabe disfrazar muy bien, para soltarla en forma de humor negro, políticamente incorrecto.

Su gusto por el futbol y sus cercanías ideológicas, lo llevaron a filmar en el 2008, “Maradona by Kusturica”, un documental sobre Diego Armando Maradona y el culto que se vive en torno a él, no solo en Argentina, sino en todo el mundo. Aquí también da constancia de la cercanía del diez con cierto sector de la izquierda latinoamericana, y da constancia de ese apego ideológico. Este es un documento fílmico que intenta ser lo más objetivo posible, aunque también lleva mucha carga de sentimentalismo y parcialidad por parte del director, lo cual tampoco es un pecado, al final, el documental narra la historia de un personaje al cual Kusturica admira como jugador y como persona. De nuevo salen a flote sus contradicciones.


En 2014 retoma el cine de ficción participando en el ejercicio “Words with Gods” filmando uno de los nueve cortos de este proyecto fallido que intenta armar un diálogo sobre la existencia de Dios, el cual tristemente queda reducido a historias pretenciosas y faltas de ritmo.

Para 2016 regresa a la dirección con “On the Milky Road” y aunque su estilo se mantiene ha perdido de cierta forma esa visión absurda, de confrontación con el occidente, tal vez como producto de todos sus años viviendo justo en esos países, pero en esta película se le nota autocomplaciente, sin crítica, sin ofrecer nada distinto, incluso su decisión de tomar el rol protagónico junto a Mónica Bellucci, se siente forzado, lejos de lo que nos había dado. Este es posiblemente el peor ejercicio cinematográfico de su carrera, ni siquiera el soundtrack es capaz de salvarlo, tomando en cuenta que para Kusturica esta parte siempre ha jugado un papel importantísimo a la hora de contar sus historias.

Desde 2016 no ha regresado a filmar ficción, aunque en 2018, regresa al terreno de los documentales con “El Pepe: una vida suprema” donde narra la vida de José Mujica, desde sus años en el activismo hasta la llegada a la presidencia. Con este rinde homenaje a uno de los personajes de la izquierda institucional más coherente que han existido y que sin embargo está lleno de contradicciones, tal vez fue la razón por la que Kusturica decidió contar su historia, no podemos ignorar que en las contradicciones propias del director, en 2014 apoyó abiertamente a Vladimir Putin, y actualmente ha declarado su repudio al presidente de Ucrania, en esta guerra contra Rusia. Es claro que sus apoyos tiran más hacia la izquierda, sin hacer un verdadero cuestionamiento. Aquí Kusturica sufre del mal de todas las celebridades de izquierda, una falta de conocimiento real de la problemática, con mucho mainstream de por medio. El apoyo a Mujica, a la vez que Putin no muestra sino sus contradicciones y su intento de navegar más allá del caos.


Emir Kusturica ha declarado en múltiples ocasiones su deseo de dejar de dirigir, de retirarse del cine y dedicarse por completo a la No Smoking Orchestra, sin embargo ha regresado al menos en un par de ocasiones, y es que el cine le ha dado mucho, lo mismo que él nos ha dado a los espectadores y tal vez por eso se mantiene aquí, por ser el lugar desde donde puede arremeter con más fuerza contra las visiones hegemónicas del sistema, desde donde puede debatir ideologías y creencias, desde lo absurdo y surreal, desde donde puede poner en entredicho sus contradicciones e intentar ordenar el caos.



Enero, 2023
Desde algún lugar en el exilio.

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia

A pimp from Mars: de Bowie a Kendrick Lamar


Reyes Rojas |


Es bien sabido que David Bowie era un camaleón, en el mejor de los sentidos, un imitador. Esta cualidad le permitió reinventarse una y otra vez hasta el final de su carrera. Desde el garbo y el estilo que imitó de Marc Bolan y los modes, pasando por su apropiación del soul y el funk para lanzar el maravilloso Young Americans, hasta los sonidos industriales que calcó de Nine Inch Nails para imprimirlos en el Outside, Bowie siempre supo robar lo mejor de lo mejor y hacerlo suyo.

En biografías como Strange Fascination de David Buckley, y en los múltiples anecdotarios que encontramos aquí y allá sobre la personalidad de Bowie, se le describe siempre como un chico carismático que sabía ganarse la buena voluntad y aprecio de quienes lo rodeaban. Esta otra cualidad suya le permitía, además, robar de la mejor manera: con permiso. Bowie se codeaba de la gente que admiraba y los involucraba en sus procesos creativos: Lou Reed, Iggy Pop, Bryan Eno, Trent Reznor, James Murphy y un largo etcétera de personas que a menudo participaron o lo invitaron a participar en sus proyectos. Un caso muy sonado en los medios fue el de Arcade Fire, para quienes, se dice, Bowie fue una especie de padrino, luego de que en la revista Rolling Stone el ícono británico mencionara que compró un cargamento del álbum Funeral, de la banda canadiense, para regalarlo a sus amigos.

En este sentido, Black Star, el último álbum de David Bowie, que se publicó en 2016, a unos días de la muerte del Duque Blanco, no fue la excepción. Su producción estuvo a cargo, principalmente, de Tony Visconti, una de las apuestas seguras de Bowie desde el 69, pero también contó con la colaboración de James Murphy, quien hizo gala de su acostumbrada petulancia y declaró no haberse involucrado más porque tenía proyectos más importantes y personales; pero quizá la influencia más sui generis para esta última obra es la del ganador del Pulitzer, Kendrick Lamar, uno de los exponentes más disruptivos de la escena, quien un año antes habría lanzado al mercado su transgresor y refrescante álbum To Pimp a Butterfly, obra que revolucionó el género y regresó a Compton el cinturón de campeón en cuanto el rap y el hip-hop concierne.

Durante las vísperas del lanzamiento de Black Star, Visconti declaró a la revista Rolling Stone, que habían estado escuchando incansablemente To Pimp a Butterfly luego del proceso de grabación, y que admiraban el hecho de que Kendrick Lamar había logrado hacer un álbum de hip-hop que no sonaba casi nada a hip-hop, por lo que se impusieron el objetivo de que Blackstar sonara lo menos posible a un álbum de rock’n’roll.

To Pimp a Butterfly fue recibido como una mezcla de tradición y vanguardia, lo que demostró la capacidad de Kendrick para satisfacer el gusto del público experimental y mainstream a un mismo tiempo. Quizá el gusto por romper las reglas que caracteriza al rapero de Compton fue lo que llamó la atención de Bowie, quien no dudó en imitar a Kendrick para imbuir el Blackstar de distintas texturas que oscilan entre el jazz neoyorkino, la música electrónica y el Krautrock.

Blackstar fue un excelente álbum de despedida, manchado de tonalidades oscuras, referencias telúricas y apropiaciones dignas del crisol que representa la trayectoria de David Bowie, quien fue, de todas a todas, un excelente lector de las tendencias de época, las cuales digería y aprovechaba para nutrir de autenticidad su trabajo creativo.

No cabe duda de que, de haber vivido un poco más, hubiéramos presenciado una colaboración más cercana entre ambos genios, pues Bowie hubiera echado mano de su natural carisma y simpatía para acercarse más a Kendrick, quien tampoco se hubiera negado a colaborar y aprender de uno de los exponentes más variopintos, interesantes e influyentes de la actualidad.

Letrinas: un poema de Tracy K. Smith para David Bowie




¿No te preguntas, a veces?
Tracy K. Smith

1.

De noche, las estrellas brillan como el hielo, y la distancia que abarcan

Esconde algo elemental. No a Dios, exactamente. Más bien a alguien

Delgado y brillante del tipo de Bowie —un Starman

O un as cósmico planeando, balanceándose, sufriendo para hacernos ver.

¿Y qué haríamos, tú y yo, si pudiéramos saber con seguridad

Que alguien estaba ahí viendo de reojo a través del polvo,

Diciendo que nada está perdido, que todo vive en la espera sólo

Para ser querido de nuevo con la suficiente intensidad ? ¿Irías entonces,

Incluso por unas cuantas noches, hacia esa otra vida donde tú

Y el primer amor que ella tuvo estuvieran ciegos al futuro, y felices?

¿Debería ponerme mi abrigo y regresar a la cocina donde mi

Madre y mi padre se sientan a esperar y calentar la cena en la estufa?

Bowie nunca morirá. Nada vendrá a él mientras duerme

Ni correrá por sus venas. Y nunca se volverá viejo,

Como la mujer que perdiste, que siempre tendrá el cabello oscuro

Y estará ruborizada, corriendo alrededor de una pantalla

Que marca los minutos, las millas por correr. Como la vida

En la que siempre soy una niña que mira por la ventana el cielo nocturno

Pensando que un día tocaré el mundo con las manos desnudas

Incluso si éste quema. .

2.

Él no deja rastro. Se desliza más allá, veloz como un gato. Eso es Bowie

Para ti: el Papa del Pop, modesto como Cristo. Como una obra de teatro

Dentro de una obra de teatro, él es una marca registrada dos veces. Las horas

Caen como agua en una ventana con aire acondicionado. Lo transpiramos

Enseñándonos a esperar. En silencio, con pereza, el colapso ocurre.

Pero no para Bowie. Él ladea su cabeza, sonríe con esa malvada sonrisa.

El tiempo nunca se detiene, ¿pero termina? ¿Y cuántas vidas

Antes del despegue, antes de que nos busquemos a nosotros mismos

Más allá de nosotros mismos, todo glamoroso-resplandeciente, todo brillante y dorado?

El futuro no es lo que solía ser. Incluso Bowie tiene sed

De algo bueno y frío. Los jets parpadean en el cielo

Como almas migratorias.

3.

Bowie está entre nosotros. Justo aquí

En Nueva York. En una gorra de beisbol

Y en unos costosos jeans. Sumergiéndose en

Una tienda delicatessen. Exhibiendo todos esos dientes

Al portero en su camino de regreso.

O está tomando un taxi en Lafayette

Mientras el cielo se nubla en el crepúsculo.

Él no tiene ninguna prisa. No siente

De la forma en que piensas que siente.

No presume ni alardea. Hace bromas.

He vivido aquí todos estos años

Y nunca lo he visto. Es como no distinguir

Un cometa de una estrella fugaz.

Pero apuesto que arde brillante,

Arrastrando una cola de ardiente materia blanca,

Igual que cuando uno de nosotros deja un rastro de papel higiénico

Cuando regresa del sanitario. Él obtiene

El mundo entero bajo su pie,

Y somos pequeños a su lado,

Aunque haya ocasiones

En las que un hombre de su tamaño puede cruzar su mirada

Contigo justo por un breve momento

Y mandar un pensamiento como BRILLA

BRILLA BRILLA BRILLA BRILLA

Directo a tu mente. Bowie,

Quiero creerte. Quiero sentir

Tu voluntad como el viento antes de la lluvia.

Del tipo en que cualquiera simplemente obedece,

Arrasado por ese baile hipnótico

Como si algo con el poder para hacerlo

Hubiera mirado en su dirección y dicho:

                                                                Sigue adelante.







ORIGINAL

Don't You Wonder, Sometimes?

1.

After dark, stars glisten like ice, and the distance they span

Hides something elemental. Not God, exactly. More like

Some thin-hipped glittering Bowie-being—a Starman

Or cosmic ace hovering, swaying, aching to make us see.

And what would we do, you and I, if we could know for sure

That someone was there squinting through the dust,

Saying nothing is lost, that everything lives on waiting only

To be wanted back badly enough? Would you go then,

Even for a few nights, into that other life where you

And that first she loved, blind to the future once, and happy?

Would I put on my coat and return to the kitchen where my

Mother and father sit waiting, dinner keeping warm on the stove?

Bowie will never die. Nothing will come for him in his sleep

Or charging through his veins. And he’ll never grow old,

Just like the woman you lost, who will always be dark-haired

And flush-faced, running toward an electronic screen

That clocks the minutes, the miles left to go. Just like the life

In which I’m forever a child looking out my window at the night sky

Thinking one day I’ll touch the world with bare hands

Even if it burns.

2.

He leaves no tracks. Slips past, quick as a cat. That’s Bowie

For you: the Pope of Pop, coy as Christ. Like a play

Within a play, he’s trademarked twice. The hours

Plink past like water from a window A/C. We sweat it out,

Teach ourselves to wait. Silently, lazily, collapse happens.

But not for Bowie. He cocks his head, grins that wicked grin.

Time never stops, but does it end? And how many lives

Before take-off, before we find ourselves

Beyond ourselves, all glam-glow, all twinkle and gold?

The future isn’t what it used to be. Even Bowie thirsts

For something good and cold. Jets blink across the sky

Like migratory souls.

3.

Bowie is among us. Right here

In New York City. In a baseball cap

And expensive jeans. Ducking into

A deli. Flashing all those teeth

At the doorman on his way back up.

Or he’s hailing a taxi on Lafayette

As the sky clouds over at dusk.

He’s in no rush. Doesn’t feel

The way you’d think he feels.

Doesn’t strut or gloat. Tells jokes.

I’ve lived here all these years

And never seen him. Like not knowing

A comet from a shooting star.

But I’ll bet he burns bright,

Dragging a tail of white-hot matter

The way some of us track tissue

Back from the toilet stall. He’s got

The whole world under his foot,

And we are small alongside,

Though there are occasions

When a man his size can meet

Your eyes for just a blip of time

And send a thought like SHINE

SHINE SHINE SHINE SHINE

Straight to your mind. Bowie,

I want to believe you. Want to feel

Your will like the wind before rain.

The kind everything simply obeys,

Swept up in that hypnotic dance

As if something with the power to do so

Had looked its way and said:

                                                Go ahead.




Traducción de David Ruano

Moonage Daydream: alunizaje frenético digno de David Bowie


Cinema Coyote | Alejandro Carrillo |


¿Podremos ser como David Bowie? Suena bastante improbable. Hay carreras a las que simplemente los seres humanos no podemos seguirles el paso. Extraterrestres, seres de otros mundos o simplemente, hombres y mujeres fueras de serie que por alguna razón cayeron a la Tierra para maravillarnos con su genio y talento.

David Robert Jones es uno de los ejemplos más notables de ello, no uno de los íconos de la cultura pop, sino probablemente EL ícono de la cultura pop. El camaleón que se hizo humano, la definición de artista en el diccionario.

La vida parece corta al repasar su carrera. Cientos de canciones, decenas discos, innumerables giras, películas, todos sus alter ego, obras de teatro, poemas, pinturas, esculturas, programas de TV, especiales de navidad, cortometrajes, ilustraciones, exposiciones, pasarelas. ¿Qué hacía Bowie a tu edad? Incluso hay una página que te lo dice (www.supbowie.com).

Es increíble todo lo que el Duque Blanco pudo hacer en los 69 años que fue habitante de este planeta y al final su principal legado es la influencia que nos marcó en algún punto de nuestra vida y nos empuja a crear y multiplicar el arte.

 


El híbrido cinematográfico 'Moonage Daydream' (2022) da fe de todo ello y es un material valioso tanto para los fans más recalcitrantes como para el melómano de ocasión, no solo para remarcar la vasta huella de David Bowie, sino para conocer pasajes inéditos y nunca antes vistos de la vida pública y personal del genio de Brixton.

¿Es un documental? ¿una biopic? ¿un musical? No se sabe. Al igual que su protagonista, el film toma formas, colores y narrativas diversas en un homenaje digno y a la altura de la leyenda. El realizador Brett Morgen, que no es un improvisado en este tipo de obras (dirigió los documentales 'Kurt Cobain: Montage of Heck' y 'Crossfire Hurricane' sobre los Rolling Stones), nos regala una película casi artesanal y audiovisualmente espectacular, que seguramente se volverá un material de culto.

Con ayuda de la familia de Bowie, la producción tuvo acceso a gran parte de sus archivos personales, incluyendo imágenes desconocidas de giras y conciertos, para regalarnos en 135 minutos un viaje caleidoscópico y espiritual, más que lineal y biográfico, en donde nadie habla de Bowie, más que él mismo.

Mención aparte merece la increíble banda sonora que acompaña el documento fílmico y nos seduce con remixes siderales, rarezas y versiones inéditas de las canciones más representativas de Bowie, así como monólogos en propia voz. Una joya musical imperdible de 45 tracks que ya pueden disfrutar en Spotify.

 

'Moonage Daydream' se exhibió en pocas salas de cine de nuestro país y no por mucho tiempo, pero ahora está disponible en la plataforma Cinépolis Klic, en renta por 50 pejecoins o bien pagando con puntos del club Cinépolis (esta reseña no fue patrocinada por Cinépolis).

En síntesis la principal virtud de la película no radica en mostrar las grandes obras y la soberbia discografía del Starman, sino su visión de la vida: un tipo que no siguió las modas, que las creó, que no tuvo miedo al ridículo ni al fracaso, que se reinventó las veces que fueron necesarias, que salió de su zona de confort, que fue original, que fue atrevido, que aprendió de sus errores y que se fue de este mundo en sus propios términos. Entonces ¿podremos ser como David Bowie? Sí, just for one day


David Bowie siempre está en otra parte



Por Jonatan Frías | Ilustraciones: Ox Echegoyen |


Bien mirado, David Bowie tenía poco qué ver con los camaleones que se camuflan para desaparecer en su entorno, para pasar desapercibidos. Bowie siempre fue centro desde los márgenes. Lo que quería era ser visto. Era una dicotomía. Una contradicción en perfecto equilibrio. No permanecía estático: su destino era el cambio. La metamorfosis. La cercanía lo alejaba y viceversa. Entendía los riesgos de la industria y los corría. Detestaba las etiquetas así que las usaba siempre en sentido opuesto. Era un hombre generoso que sabía darse y sabía, sobre todo, reservarse. Guardaba silencio por largos periodos para luego arremeter contra lo establecido. Si alguien lo aplaudía por algún éxito obtenido, dejaba caer el telón y caminaba en dirección opuesta. Navegaba, como Owen, sin timón y en el delirio.

No fueron pocos los tropiezos. ¿De qué otra forma se consigue el éxito? Pero ante todos ellos encontró una manera de reposicionarse, de modificar su perspectiva. Encontró nuevas formas de escuchar, de ver, de percibir a través de los sentidos. Tenía una relación muy íntima con su cuerpo y lo liberaba sobre el escenario. Era un artista pleno y como tal, tenía unas cuantas obsesiones. Las trabajaba y las abandonaba para volver a ellas mucho tiempo después, cuando él ya no fuera el mismo sino otro, otro, otro. Bowie era un género en sí mismo que atravesaba con cierta transparencia y con cierta levedad las épocas y las modas.

Podemos contar con las manos los artistas que luego de seis décadas seguían sacando discos deslumbrantes: Bob Dylan, Leonard Cohen y David Bowie. Ese es el tamaño de su grandeza. Ese es el tamaño de su legado.

 



Desde la aparición de su primer disco en 1967 dejó claro que su signo era el inconformismo. Movido más por las vanguardias europeas que por el mercantilismo americano, supo destacar entre una generación plagada de mega estrellas: The Beatles, Pink Floyd, Velvet Underground, The Beach Boys. Su impacto no fue inmediato. Operó como esas corrientes subterráneas que desde lo profundo y con suma paciencia un día emergen convertidas en un tsunami y arrasan con todo lo que encuentren a su paso. Sus siguientes tres discos ya anunciaban las dimensiones de su genio, pero no fue sino hasta el cuarto cuando el nombre de David Bowie se aseguró un lugar en la memoria.

Bowie dejó de ser una estrella pop y se convirtió en un ícono cultural, en un referente de la moda, en un esteta, en un gurú y para muchos de sus seguidores, en un refugio. No sólo estaba legando un puñado de canciones legendarias, un puñado de discos, de películas: legaba una forma de enfrentar a la sociedad. Al convertirse en una crítica mordaz de ella, trazó radiografías descarnadas y les permitió a muchos afirmarse en una identidad, los proveyó sentido y acaso de dirección. Salir a la calle y saber que no se estaba solo, era algo que nadie más había logrado.

Por eso es que David Bowie está por encima de todo cuestionamiento, porque fue honesto e íntegro con todo lo que hizo, por eso la estrella negra sigue brillando y como Lázaro, se levantará de entre los muertos otra vez y otra vez y otra vez.

«Pinocho» de Guillermo del Toro, un cuento contra la obediencia ciega



Cinetiketas | Por Jaime López | 


Quienes han visto "Pinocho", la más reciente versión fílmica estrenada en Netflix, han llegado al consenso de que, sin duda, se trata de la nueva joya del realizador mexicano Guillermo del Toro.

Fiel a su estilo, el genio nacido en Guadalajara, Jalisco, logra darle un giro de 180 grados al cuento publicado hace 140 años por Carlo Collodi y, de paso, posiciona al subgénero del stop-motion como una gran plataforma para contar historias.

En el argumento coescrito por Del Toro, la marioneta "endemoniada" en poder de "Gepetto" no es producto de la casualidad, sino de un hechizo concedido por un espíritu del bosque que se conmueve por el dolor que padece el carpintero de edad avanzada.

El dolor en cuestión es uno de los elementos inéditos que el creador nacional incluye en su historia para revitalizar los orígenes de "Pinocho" y sustentar varias de sus ideas centrales, entre ellas, no obligar a nadie a cambiar su personalidad para ser aceptado o amado.

Asimismo, Del Toro destruye uno de los preceptos promovidos por Disney en la cinta original de 1940, acerca de que la obediencia ciega es una de las mayores virtudes del ser humano.

Cabe recordar que el genio fílmico es un ejemplo de no subordinarse a los deseos de los demás, sino de ser honesto y fiel a sus convicciones.

En "Pinocho", el rebelde tapatío se las ingenia para incluir una crítica en contra de la religión y el fascismo, dos de los pensamientos que más promueven la obediencia en este mundo.

Por otra parte, el director mexicano incluye nuevos personajes para refrescar su propuesta, por ejemplo, "Spazzatura", una especie de mono que ha sido sometido a lo largo de los años por su dueño y cuya alma se encuentra herida.

Con el personaje en cuestión, nuevamente Del Toro revierte los prejuicios en contra de los considerados parias o monstruos de la sociedad, brindándoles una segunda oportunidad.

Es oportuno agregar que en la versión en idioma inglés, "Spazzatura" es interpretado por la camaleónica actriz Cate Blanchett, quien lo borda con distintos tipos de expresiones sonoras.



En otro orden de ideas, la cinta más reciente del otrora orquestador de "El callejón de las almas perdidas", aborda el tema de la muerte de una manera asombrosa y versátil, pues hay escenas sobre el tema hechas con gran humor y otras con dulzura y franqueza.

Sin caer en el sentimentalismo artificial o maniqueísta, "Pinocho" también hace recordar a la audiencia lo efímero que es la vida y que los momentos que pasamos con ciertas personas pueden ser los últimos de nuestras existencias.

Finalmente, Del Toro echa mano del musical para transmitir su historia, lo que le aporta un plus a su creación, sin importar que aquel género suele ser menospreciado por el público.

Posdata: El buen ritmo del argumento, la espectacular recreación de cada escenario (cortesía del departamento de diseño de arte), el estilo bohemio que le asigna a "Grillo' y un conjunto de diálogos quirúrgicos y contundentes, hacen de "Pinocho" una de las mejores cintas del 2022 y la favorita para ganar la categoría de mejor animación en el premio Oscar.

Una introducción a la ociosidad como resistencia al sistema desde el cine de Richard Linklater


Por Jorge Tadeo Vargas |

 

Estoy interesado en gente que forja sus realidades.

Richard Linklater

 

A finales de la década de los ochenta se dio una especie de residuos añejado del movimiento contracultural de los sesenta, donde músicos, pintores, escritores y cineastas entre otros creadores intentaron hacer cosas distintas desde el borde de la industria, tratando de mantener una independencia de y en su arte. Su declaración de principios era muy clara: se puede vivir de lo que haces sin la necesidad de venderte al mainstream, incluso lo puedes usar sin contraer ningún compromiso con ello. En pocas palabras mantener la libertad creativa lejos de la industria, sin dejar de ser redituable y así permitirse experimentar más allá de la industria o de lo que es/era comercialmente vendible, creando con esto un nuevo mercado. Cuestionable o no, eso es algo que no nos toca juzgar, al menos no en este texto.

Continuando con el hilo, en el cine aparecieron directores que filmaron películas que se han convertido en referentes de esos años: Quentin Tarantino, Jean Pierre Jeunet, los hermanos Coen, Steven Soderbergh, Alexander Payne entre otros que tenían como característica principal la de contar historias trasgresoras con una estética alternativa, mucho más libre de lo que permitía Hollywood.

A esta generación es a la que pertenece Richard Linklater quien desde que comenzó a contar historias, éstas han estado muy alejadas de los tópicos y el glamour de la industria. No hay New York, ni Los Angeles, ni París, hay ciudades comunes, retratando personajes en una realidad muy alejada de la del héroe que pretende mostrar la industria del cine.



Desde sus inicios Linklater ha apostado por mantenerse produciendo y haciendo cine en la ciudad que adoptó como suya, Austin, Texas. Ciudad en la que también fundó la Austin Film Society en 1983 y desde donde resiste a la industria centralizada con un grupo de amigos, organizando festivales, presentaciones, foros, convirtiendo a Austin en un referente importante, así como un su cuartel general a la hora de hacer su trabajo como cineasta. Así comienza a marcar distancia con Hollywood a la par de ser parte de esa generación de directores que por esos años, intentaban recuperar el sentido crítico y la libertad creativa de los sesenta, dándole una patada directo a la industria.

Tampoco se trata de romantizar a esta generación de directores, pues muchos de ellos con el paso de los años son quienes tienen el control de la industria, marcando tenencia, y son parte de la crisis que se vive en el cine actualmente por la falta de originalidad.

Aunque se tiene que reconocer que otro grupo, en el que se encuentra Linklater, aún intenta mantenerse en el borde con la misma libertad creativa de hace mas de treinta años. Sin compromisos con el mainstream, ni con nadie que no sea su propia idea del arte y la historia que quieren contar.

Intentar clasificar el cine de Linklater como cine de autor (que algunos críticos lo han metido en esa bolsa) comparándolo con directores contemporáneos a él, es muy difícil pues su cine no se puede clasificar en un solo género, además de que la diversidad de historias y la forma de contarlas lo llevan más allá del cine de autor clásico, por lo que hay que ponerlo en un lugar aparte.

Es claro que tampoco es un director por encargo y lo que desea expresar como centro neurálgico de su cine se encuentra en todas sus películas. Es pues un director capaz de ir y venir por distintos géneros cinematográficos y literarios, pero que siempre deja su marca. Lo que él pretende contar como punto central, las relaciones interpersonales (tanto afectivas como sexoafectivas) y el cómo acompañar al otro nos ayuda a mejorar como seres humanos.

Las influencias se sienten en cada una de sus películas y como hijo de los inicios de la Generación X/Alternativa van desde Vitorrio de Sica, Godard, Dreyer, Fritz y otros directores que tenían como sello particular la introspección, la reflexión sobre el mundo y la sociedad sin caer en el panfleto y que Linklater lo lleva más allá adoptando una estética cercana a la revolución accidental y toda la movida alternativa que domino las ultimas décadas del siglo XX.


Su idea de romper con la industria lo fue haciendo desde su primer largometraje It's Impossible to Learn to Plow by Reading Books  (1988)  y después con la que lo puso en el ojo de los medios y la crítica, que a mi ver fue un poco mal entendida, Slacker (1993) misma que algunos directores como Kevin Smith han declarado que fue la que los impulso hacer cine lejos de Hollywood, la que los invitó a contar historias comunes de sus ciudades, historias que podíamos identificar como parte de nuestras vidas diarias, que construían un diálogo entre el director, la película y los espectadores.

Slacker” lo pone en la línea del cine independiente que en esos años comenzaba a repuntar de la mano de Steven Soderbergh con “Sex, lies and video tapes” (1989), Quentin Tarantino y “Reservoir Dogs” (1992), Alexander Payne con “Citizen Ruth” (1996), Kevin Smith con “Clerks” (1994) entre otros directores que iban marcando la línea entre Hollywood y el cine independiente en aquellos años, lo que permitió que Linklater comenzará con uno de sus dos proyectos más ambiciosos. Before Sunrise (1995). Previamente había filmado Dazzed and Cofused (1993) con la que ya iba perfilando esta idea de crítica a la sociedad desde las relaciones afectivas.

Con Before Sunrise se ganó el mote de director independiente que estaba cerca de la industria pero hablando de toda una nación alternativa. Con esta película entro a la revolución mediática que de manos de Nirvana, vendió un movimiento contracultural como mercancía. De nuevo, sobre esto podría escribir todo un ensayo, pero no es este espacio, quizás en otra ocasión.



Podemos recuperar que gracias al éxito de “Before Sunrise” pudo terminar la trilogía conocida como “Before” donde además de la ya mencionada están “Before Sunset” (2004) y “Before Midnigth” (2013) las cuales más allá de ser “chick flicks”, son un tratado filosófico de las relaciones sexoafectivas y su evolución, de cómo en ellas hay que saber nadar contracorriente a riesgo de que te lleve la marea, pero también de cuándo dejar que esto último suceda. No hay amor romántico en esta trilogía, es puro romance oscuro, deprimente, ocioso, una palabra que puede aparecer mucho a la hora de reseñar el cine de este director. Después regresamos a ella.

A simple vista se puede pensar que el cine de Linklater no tiene un hilo conductor, que igual filma “The Newton Boys” (1995) coqueteando con el cine de acción con un filme sobre gánsters de los años cincuenta o hace lo propio con School of Rock (2003) mal definida como una película infantil cuando es simplemente un homenaje a la ociosidad y el fracaso. O bien hace una crítica directa al capitalismo con Fast Food Nation (2006) y a la par un meta documental sobre un asesino como lo hizo con Bernie (2012) despojándolo de toda esa aura de magnificencia que Hollywood le pone a sus villanos, convirtiéndolo en un humano más con filias y fobias.



Regresa a hacer una crítica al capitalismo y el trato a las mujeres en Where'd You Go, Bernadette  (2019) donde la presión, la obsesión por ser perfecta las afecta a ellas mucho peor que a cualquier hombre, un trabajo mucho mejor logrado que cientos de intentos de corrección política que saturan los streamings hoy en día. También podemos mencionar ese tratado sobre la mierda que es crecer y que logró mostrar con su película más famosa (nominada a cinco Oscares) Boyhood (2014) su otro proyecto ambicioso que le llevó filmarlo más de diez años para no cambiar a los actores protagónicos. Todas ellas tienen un hilo conductor, y es la premisa de que la mejor forma de luchar contra el sistema es la dispersión colectiva, el rechazo a lo establecido desde una aparente ociosidad y esto lo hace sin mucha alharaca, sin panfletos, sus personajes son transgresores sin necesidad de serlo, lo son de una forma natural, es parte de su comportamiento.

SubUrbia (1996) y sus ejercicios de animación Waking Life (2002), A Scanner Darkly (2007), esta última basada en una historia de Phillip K. Dick, muestran de forma muy clara al Linklater transgresor que bajo un discurso aparentemente light, esconde una fuerte crítica al sistema.

Su crítica al sistema y la forma en que este define cómo nos relacionamos están presentes en toda su filmografía. Incluso una trilogía como “Before” que puede ser catalogada como una “chick flick” tiene una crítica directa al amor y cómo éste va mutando de acuerdo a la evolución de la pareja. En la última película es claro que la relación ya no funciona, pero los protagonistas siguen aferrados causándose daño, poniendo como excusa el amor. Aunque posiblemente “Fast Food Nation” sea donde la crítica es mucho más directa, atacando al sistema laboral, el racismo, la falta de humanidad, la salud. Justo aquí la estética cambia un poco siendo más oscura, sombría, sin perder esa parte de las relaciones afectivas entre los protagonistas.



En el ensayo que Brian Price escribió sobre Richard Linklater para la revista electrónica “Sense of Cinema” clasifica la obra de director con la palabra “Idleness” que se traduce como ociosidad: el centro fundamental de toda su filmografía. Estoy de acuerdo en parte de esta clasificación. Si hacemos una lectura superficial de la obra de Linklater, la ociosidad está presente en todas sus obras; en Everybody Wants Some!! (2016) todo gira en la fiesta de un grupo de beisbolistas universitarios sin nada mejor que hacer, sin embargo al hacer una lectura más profunda tiene una reflexión que va más allá, es una crítica a la insistencia del ser alguien, de lograr algo en la vida, solo porque así lo dice la sociedad. Hay una evolución que no se ha detenido en un director que pertenece a una generación que fue y va coleccionando fracasos, y que en vez de quejarse prefiere la ociosidad como forma de resistir.

Más allá de un estilo que parece ir recogiendo historias sin involucrarse, ir mostrando una diversidad a la hora de filmar, se ve más que un cineasta, un espectador de cine, con una visión igual a la de su trabajo y que esto lo va convirtiendo en su propio ecosistema donde de acuerdo a sus propias dinámicas puede igual hacerle una visita a Orson Wells en Me and Orson Wells (2009), que a un entrenador borracho y fracasado Bad news Bears (2005); o en la ya mencionada Boyhood” como un ejercicio un tanto de peping Tom o de pasar más de diez años viendo el crecimiento de los actores y de los personajes. Linklater es un observador, un contador de historias, siempre en primera persona, y es por eso que en sus películas es fácil sentirse voyerista.

Migrar a Hollywood para él nunca fue una opción, no buscaba la fama y la fortuna como un fin, menos individual;  y es por eso que decidió quedarse al borde de la industria produciendo y ganándose el respeto por lo que hace, eligió lo colectivo a lo personal y hasta ahora esa decisión le ha permitido convertirse en un director respetado.

A diferencia de muchos directores de su generación que reivindicaron el cine como una forma de manifestarse, Linklater se mantiene contando historias sencillas y complejas a la vez, que nos invitan a dialogar, a pensar, pues es parte de (aunque él no este consciente de ello) toda una generación que fue influenciada por el Mayo de París del ‘68 que aun en estos días de colapso nos siguen invitando a imaginarnos y pedir lo imposible.


Jorge Tadeo Vargas, es escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobretodo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.
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