Letrinas: Los ciegos


LOS CIEGOS

Samanta Galán Villa

 

Todavía me faltaba aprenderme la tabla del ocho cuando nos enteramos que Lupita iba a quedarse ciega por un glaucoma congénito. Esas palabras me gustan mucho y cuando digo ggggglaucoma congggggénito arrastrando la g los adultos se me quedan viendo con las cejas levantadas y dicen continúa, niño. Prosigue y yo prosigo diciendo que eso del gggglaaaucoma conggggénito es algo más difícil que aprenderse que ocho por cinco dan treinta y cinco.

Lupita es buena gente. Nunca se metía con nadie y no se enojaba cuando jugábamos al fut frente a su casa porque es la última de la cerrada de José Vasconcelos. Tres veces le rompimos el cristal de la puerta. No, fueron cuatro. Tres por balón de fut y una con la pelota de beis que a veces saca Pato. Lupita nunca nos dijo nada, es más, hasta nos invitaba un chocolate caliente y decía que tuviéramos más cuidado niños.

Creo que ella vive triste porque no tiene ni papá ni mamá. Siempre andaba sola y encerrada en su casa arrrrrreglando los vestidos de las señoras o las caamissssas de los señores que trabajan en oficinas de blanco y corbata azul. Dios mío, qué voy a hacer ahora que me quede ciega, la oíamos decir cuando pegábamos la oreja a la puerta mientras echábamos reta. Qué voy a hacer. Sólo me queda arrimarme al callejón apestoso de los ciegos.

Pienso que a Lupita le agarró la desesperación. En la escuela vimos el dibujo de un ciego que traía un perro Pastor Alemán. Dicen que guau guau los perros guau guau pueden ayudarle a la gente a ver guau guau. Bueno, no a ver, pero los van guiando para que no se tropiecen en las banquetas y si van a chocar con una persona les muerden el culo guau guau guau. A mí me gustaría tener un perro Pastor Alemán aunque no esté ciego, pero no me dejan.

La pobre Lupita no se compró el perro, pero sí la veíamos salir todos los días al callejón de los ciegos, sobándose las manos y limpiándose las lágrimas. ¿La seguimos? ¿Sí? ¿Para qué? Pues es que mírenla, parece un fantasma que no se ha muerto pero está para pronto. ¿No les da curiosidad? Sí, vamos pues, de todas formas siempre empatamos porque somos muy buenos para el fut. Nos quedábamos atrás del bocho run run run descompuesto run run que queda justo frente a la Iglesia de San Francisco. Las escaleras del templo tenían a uno dos tres cuatro ciegos. Todos sucios.

Los domingos, cuando hay que ir al templo a la de a fuerzas, tenemos que pasar a un lado de los pordioseros. Huelen hoooorrrrrriibleeee. Hasta se les paran las moscas en el pelo y en las manos. Mi mamá los mira con odio y luego mira a mi papá para decirle esta gente es una mafia, no les des el vuelto. Se quedan en comuna en el callejón para ponerse de acuerdo y repartirse las iglesias. Dime tú, Federico, si eso no es mafia. Claro que sí, aquí y en China eso es negocio.

Aquí y en China debe ser negocio estar ciego o eso entendí. Lo que sí sabíamos era que Lupita se juntaba cada vez más con los ciegos. Poquito a poco se acercaba para darles una moneda buenas tardes ¿cómo estuvo hoy? ¿Ya sacan para comprarse un pan? Tengan, miren, aquí les dejo unos taquitos de frijoles que me sobraron en la mañana. No me den las gracias a mí, sino a Dios que a todos nos socorre.

¿Qué crees que quiera lograr haciendo eso, Pato? Y Pato pues no lo sé. Ya sabemos que se va a quedar ciega pero no se sabe cuándo. A lo mejor un día despierta sin ver nada. Quién le va a ayudar con las costuras nadie. Quién se va a preocupar por ella nadie. Entonces los ciegos del callejón van a ser sus únicos amigos. Ustedes me abandonarían si yo me quedara ciego, estoy seguro que sí, bola de culeros. Mejor vámonos a jugar al fut porque se nos va la luz.

Los demás se reían de las palabras de Pato y lo seguían de vuelta a la cerrada de Vasconcelos. Pero a mí me daba no sé qué. Es que los demás no ponen tanta atención como yo. Clarito podía verle las lágrimas a Lupita cuando miraba a los ciegos y no sé de dónde le salía el valor para mirarlos tanto.

A mí me dan miedo. Antes de lo de Lupita eran dos hombres y dos mujeres. El más viejo es un señor de cabello blanco. Los ojos también los tiene blancos. Tan blancos blancos que yo creo que nació sin las bolitas negras que todos tenemos en medio y que es lo que nos ayuda a ver o como dice Pato, las ventanas del alma. Se pega mucho a una de las señoras y se soba el pantalón cuando la tiene cerca. ¿Ya vieron lo que hace ese viejo? Y los demás no ¿qué? Y yo pues se pega mucho a la señora. Pues ha de ser su esposa tú qué sabes. Pues sí verdad. Pus sí.

Otro de los señores tenía los ojos cerrados siempre y quién sabe si tenía ojos. A este lo veía más joven porque su pelo es negro y no está tan arrugado. Él se ponía en medio de las otras dos mujeres, pero nunca lo vi sobarse. Pato dice que a ese señor su papá le sacó los ojos con una cuchara cuando también andaba en tercero de primaria. ¿Y por qué un papá le va a sacar los ojos a su hijo? Y Pato pues porque se porta mal, porque no va al mandado cuando le dicen o porque se gasta el dinero del refresco en las maquinitas. Ustedes escojan. Yo escojo mejor llevar el mandado al tiro para no terminar pidiendo limosna en las escaleras del templo de San Francisco.

Una tarde cuando llegamos a la cerrada de Vasconcelos para definir de una vez por todas qué equipo era mejor, cuando encontramos a Lupita sentada en la banqueta, remendando un saco con flores negras. Ya van a jugar muchachos, sí Lupita y tú qué haces aquí sentada. Pues es que ya casi no veo la luz adentro y me tuve que salir para terminar de remendar este vestido. Pero mira Lupita que no es vestido, es un saco Lupita, ¿ya no ves? Y Lupita en silencio. Luego Pato oye ¿y a nosotros nos puedes ver? Y Lupita ya no les distingo la cara, pero veo sus siluetas y por eso puedo adivinar quién es quién. Además está la luz. Sobre sus cuerpos cae una sábana que parece hecha de luz. Nosotros nos comenzábamos a reír y corríamos de un lado a otro para confundirla. Nos cambiamos de lugar y decíamos a ver Lupita ahora dónde estoy yo y yo y yo adivina dónde. Y ella, a pesar de los pesares, lo adivinaba al tiro.

Luego de esa tarde ya no vimos a Lupita en un mes y eso que íbamos diario a tratar de quitar ya el desempate, aun cuando hacía frío ¿ahorita que llegues a tu casa te vas a meter a bañar, Pato? No porque el agua está helada brr brrrrr.

Apareció una tarde en la que mi mamá me mandó a comprar el pan al carro del panadero con el pan el panadero con el pan tempranito va y lo saca calientito en su canasta pa salir con su clientela por las calles principales y también la ciudadela y después a los portales y el que no sale se queda sin el pan para comer. Lupita traía un bastón en la mano y lloraba. Con el palo iba pegándole a la pared y a los perros guau guau que se le atravesaban en el camino.

Yo que soy muy observador y me fijo en lo detalles como me ha dicho mi mamá, noté que Lupita casi no se tropezaba con nada. Ya se había aprendido el camino de memoria de tanto ir con los ciegos. Era la hora de merendar y mi mamá me estaba esperando en la casa para servir la leche y sopear las conchas, pero es que siempre fui muy curioso y si veía a los demás en la escuela les tenía que darles bien el chisme.

Lupe llegó con el ciego viejo sobón y le dijo algo que no escuché, pero el viejo le agarró la mano para levantarse y así se fueron de la mano. También el de los pelos negros al que le sacaron los ojos con la cuchara. Uno dos tres cuatro cinco ciegos caminando al callejón.

Dicen que ahí se aparece el diablo, pero si les iba a dar el chisme a los otros iba a ser completo o nada. Me escondí run run atrás del bocho descompuesto run run run. Cuando entraron al callejón crucé la calle pi pi pi piiiiiiiiiiii fíjate chamaco pendejo, cállese usté atrabancado. Estuve en el filo de la pared, echando un ojo. Pendejo como dijo el del carro rojo, pues si ellos no ven, daaaaah.

Me quedé detrás de la pared de todos modos porque sí. Porque es la costumbre de un detective. El viejo de los ojos blancos tenía las manos en las tetas de Lupita y se acercaba para lamerle el cuello con su lengua de víbora de cascabel. El otro de los pelos negros le metía la mano en medio de las piernas y las dos mujeres pegadas atrás de cada uno. Ah ah ah decían. Ah ah ah aaaah. Sólo Lupita no decía ah. Ella tenía la boca apretada y los ojos también. Pero se dejaba hacer todo lo que querían los ciegos, que se le tiraban encima en medio de las cajas de cartón en las que se dormían.

No me quedé a ver todo porque se hacía de noche y yo con el pan en la mano. Ay, mijito si te digo que quiero el pan para ahorita es para ahorita, cabezón. Como si no jugaras con tus amigos todas las tardes y yo sí mamá ya sé perdóname es que me distraje platicando y es que ya pensamos hacer un solo equipo y meternos a un torneo oficial para tener uniformes, tacos y también ganar el campeonato.

Al día siguiente les dije todo a los demás y ellos con la boca abierta no me creían. ¿En serio todo eso viste? En serio. ¿Y ella no se defendió? Ni poquito. ¿Le pegaron? Sí, nalgadas y jalones de greña. ¿Y hubo sangre? No vi porque ya estaba oscuro. ¿Y tuviste miedo? Sí porque la oscuridad me da miedo y yo pienso que a Lupita también.

Todos terminaron creyendo porque luego de ese día, Lupita también está en las escaleras de San Francisco. El viejo sobón siempre está a un lado de ella. Estira la mano y dice que Dios le multiplique esta moneda, gracias por esta caridad.

Ya no se parece a la Lupita que nos invitaba chocolate. Se volvió una de ellos, una ciega más del callejón.

Al menos se acompañan, dice mi papá. Pero mira que involucrarse con esos miserables, dice mi mamá. Eso sí, de hambre no se mueren porque ser ciego de iglesia es negocio aquí y en China.


Samanta Galán Villa (Moroleón, Guanajuato,1991) textos suyos se publicaron en medios como la Revista Pez Banana, Revista Estrépito, Sputnik, Neotraba, Monolito, Low-fi ardentía y en el periódico oaxaqueño El Imparcial. Actualmente, lleva un diplomado en Literaria, Centro Mexicano de Escritores y forma parte del taller de novela corta del escritor Eugenio Partida.

Letrinas: Aguamiel



Aguamiel

Conrado Parraguirre

 

Los domingos vengo al mercado porque siempre hay actividad. La gente suele llegar para comprar parte de su despensa. Algunos también aprovechan para comer carnitas, barbacoa, pescado frito, o quesadillas. Incluso hay personas que sólo vienen a curársela con micheladas o pulque. Y es por esta última razón que me encuentro aquí.

A doña Renata únicamente le basta con sonreírme para que yo caiga ante su expresión y el pulque que vende. Me ofrece una prueba e irremediablemente le termino comprando dos o tres litros de esta refrescante bebida. El pulque y el calor se llevan de maravilla.

El cielo es claro y limpio, y desearía que mis recuerdos estuviesen igual. El motivo que me ha hecho venir a sentarme sobre una cubeta, bajo la lona de los pulques, es porque he despertado nuevamente con una terrible laguna mental.

La noche anterior me encontraba en una fiesta. Pero de haber sabido que ella estaría ahí, probablemente me hubiera reservado un poco de beber. Me engaño, porque de haber sabido que ella iría, quizás no me habría aparecido. Desconocía que era parte de los amigos en común de mis conocidos.

El viento sopla suavemente y yo trato de recordar si no habré hecho algo de lo que pueda arrepentirme. Lo último que conservo de memoria, fue que ella llegó con una botella de mezcal y a la mitad del segundo caballito, quedé inconsciente y funcionando en piloto automático. Al despertar, me encontré en el suelo sobre un tapete y sin mis lentes. Por alguna razón suelo extraviarlos o romperlos. Entré al baño, y al mirarme en el espejo, descubrí que tenía una playera bajo la camisa, que no llevaba la noche anterior. Se veía bastante bien y como no supe de qué manera la obtuve, continué con la búsqueda de mis lentes. No los encontré en ningún lugar de aquel segundo piso del departamento, y decidí marcharme. Al salir, más por instinto que por certeza, los busqué en el jardín de la planta baja. Ahí estaban y mi alma se sintió un poco mejor. Con seguridad los arrojé por la ventana para no ver. ¿No ver qué? Quizás no ver nada de lo que sucedió.

Bebo mi pulque y observo a la gente. Aquí no hay Wi-Fi gratis y las personas sin saldo tienen que recurrir a la primitiva costumbre de encarar al otro y charlar. Me parece bien, porque en los lugares donde el servicio de conexión a internet está disponible abiertamente, la gente únicamente se entretiene clavando los ojos en una diminuta pantalla.

Un mensaje con una foto de la noche anterior me llega. Y ahí estoy con ella. Aparentemente la estoy abrazando, porque puedo ver mi mano sobre su hombro. Carajo. Por eso no me gusta beber con gente que tiene celulares inteligentes, uno puede terminar ridiculizado y con un registro de sus incompetentes acciones.

Vuelvo a guardar el aparato en la bolsa de mi pantalón, y doña Renata me sonríe. Le pido otra jícara más. Un perro pasa por ahí, y a manera de broma le pregunto, si también a estos animales les gusta el pulque. Entonces me cuenta que una vez cuando eran pequeños, su hermano le dio a un perro, le puso la boca de una botella en el hocico, y lo zarandeó para que el animal se pasará el líquido, al final el perro se fue tambaleando. Ambos reímos. Me gusta verla sonreír, su sonrisa es igual de amable que su pulque.

Quizás mis conocidos tengan razón y yo no deba andar buscando mujeres de mi edad para salir; es posible que las señoras sean mi mercado. Una ocasión, la señora de la tienda por donde vivo, me obsequió unas tortillas. Yo había llegado temprano y el repartidor aún no aparecía. Me dijo; “tengo unas pocas tortillas de ayer, están un poco maltratadas, pero están limpias”. Las acepté y le pregunté cuánto era. Me respondió que no era nada, que no me preocupará, que al menos con eso podía echarme un taquito.

Otra señora, propietaria de un puesto de tacos de canasta, siempre me daba un taco extra, y me decía como pretexto, que me lo regalaba porque la tortilla estaba un poco rota. Bueno, a lo mejor las señoras no son mi mercado, y simplemente se quieren deshacer de sus tortillas rotas o maltratadas.

Veo que doña Renata tiene otras botellas de plástico con un contenido de color distinto al del pulque. Me dice que es aguamiel. Y le pregunto cuál es la diferencia. El agua miel es de ese mismo día, es dulce y aún no ha fermentado; el pulque, por el contrario, ya fermentó. “Ah”, respondo con el asombro del imbécil que no sabe lo que toma. Aunque estoy seguro que esta bebida se obtiene del maguey; como el mezcal.

Y de nuevo trato de recordar la noche anterior. El mezcal y ella, pueden lograr que un hombre pierda la razón. ¿Cómo es posible que tanta maldad quepa en tan pequeño y bien formado cuerpo? Maldita cruda.

Mientras estoy absorto en mis pensamientos, con la mirada perdida y el rostro desencajado, una de las hijas de doña Renata se acerca para ofrecerme chapulines tostados. Le doy las gracias y pregunto por el precio.

Me dan una pequeña bolsa con estos insectos, les agrego limón y un poco de salsa. Ojalá la vida fuera tan sencilla como ser un chapulín tostado a fuego lento por el calor del amor. Yo no debería estar pensando ello. Se supone que la gente se supera, que olvidas las cosas y continúas adelante. Claro, eso es. Seguir adelante.

Doña Renata me sonríe de nuevo.

Letrinas: Brotes

Brotes

Por Salma Caristo

Estaba empezando a oscurecer y los exploradores seguían navegando por el río que poco antes fue nombrado Amazonas, llevaban haciéndolo desde muy temprano. Quizá porque era su primera expedición o porque tenían prisa en descubrir algo, sólo paraban la balsa para alimentarse, verter un poco del agua cristalina en sus cuencos y beberla para continuar remando.

No se les notaba ni un poco de cansancio; remaban con una cadencia lenta pero incesante. Se desviaron por uno de los canales del río. A medida que avanzaban, también se agrandaba el terreno verdoso; su camino poco a poco fue llenándose de un abundante follaje hasta que se transformó en un gran arco de plantas y flores. Para entonces se comenzaban a vislumbrar destellos azules en todas direcciones. En el agua se reflejaban sus rostros; uno tras otro eran alumbrados por esa bioluminiscencia. Sus ojos también empezaron a brillar, reflejaron los matices turquesa que iban iluminando su trayecto. Se miraban unos a otros como para asegurarse de estar en la realidad y reían, primero de forma sutil, luego a carcajadas.

Los exploradores se mostraban fascinados con el paisaje tan radiante en el que se estaban adentrando. Imantados por ello, siguieron remando. Avanzaban cada vez más rápido y sus esfuerzos se convertían en sonidos. Bramidos de sus cuerpos retumbaban en esa especie de cueva frondosa que se iba tejiendo con la vegetación y seguía creciendo, al mismo tiempo que el canal iba disminuyendo su tamaño hasta ser tan estrecho como la anchura de la balsa. Se detuvieron. Un pequeño silencio dio paso al siseo de la selva, que se fusionó con sus agitados jadeos.

Minutos después descendieron de la balsa y caminaron con calma para apaciguar el ritmo de su respiración; observaban hacia todas partes y se encontraban con la flora que proyectaba un turquesa intenso. Sus ojos ahora se veían más brillantes que nunca, resplandecientes como la superficie de ese lugar. Les llamó la atención la densidad de las hojas que estaban en el suelo. Se agacharon para tocarlas y hallaron una textura muy suave, similar al terciopelo. Atraídos por eso, uno a uno fueron abriéndose espacio para recostarse en ese lugar; suspiraban, y sus miradas comunicaban gestos cómplices de estar haciendo lo correcto.

Relajados, los exploradores cerraron los ojos. Inhalaban guiados por las estridulaciones de la selva y exhalaban como expulsando el cansancio acumulado a lo largo del día. Sonreían. De pronto percibieron unos brazos afelpados que brotaron del piso; se dirigían a sus pechos, rodeándolos, se sentían bien. En sus ensoñaciones tal vez pensaron que era algún ser querido brindándoles afecto, porque se encogieron hacia el centro de sus cuerpos; unos incluso devolvieron ese apacible movimiento que parecía un abrazo, apretándose con fuerza; otros ni siquiera se percataron de lo que pasaba, pues empezaron a quedarse dormidos.

Los brazos avanzaban sigilosamente, uno hacia sus cuellos y el otro hacia sus muslos; iban delineando y acariciando cada parte con paciencia. La expresión genuina de los rostros no cambiaba, tampoco lo hacía el pausado movimiento de los diafragmas. Estas ramificaciones siguieron los contornos de los cuerpos, enrollándose en cada parte, dejando su rastro luminoso. Los músculos seguían flojos, la frecuencia cardiaca se iba haciendo cada vez más lenta, un estado de estupor que abría paso a un sueño profundo.

Las ramas no dejaban de moverse. Sus hojas con sus flores se encontraban y se entrelazaban formando ramos majestuosos, habitando cada centímetro, cada orificio, cada órgano y cada fluido, hasta que todo quedó arropado con los deslumbrantes matices turquesas que emanaban de la planta trepadora, que envolvió estos cuerpos, que los tendrá por la eternidad, que los hará sentirse protegidos para siempre.


Salma Caristo. Psicóloga egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), realizó una movilidad estudiantil en la Universidad de La Frontera (UFRO), en Chile. Es artista plástica y escritora, integrante de Talentos Universitarios UAEMéx, del Colectivo artístico Ameyalli, la Colectiva Mujeres en el Arte y el Taller de narrativa de Grafógrafxs UAEMéx. Participó en la Estancia literaria “Material de los sueños” en las Islas Marías. Textos suyos han sido publicados revista Grafógrafxs, Penumbria, Red Universitaria de Mujeres Escritoras y Especulativas MX. Además imparte cursos, talleres y charlas sobre la salud mental relacionada con las artes.

"Drive my car", el silencio como conductor de vida


Cinetiketas | Por Jaime López |


¿Qué tanto podemos perder en nuestras vidas cuando callamos lo que sentimos o lo que sabemos? ¿A dónde se fuga todo eso que no verbalizamos, que no dejamos ver de nuestra alma, pero que afecta nuestra cotidianidad?

Los anteriores cuestionamientos forman parte de una interpretación muy personal acerca de "Drive my car", la reciente ganadora del Oscar como mejor película internacional, dirigida por Ryûsuke Hamaguchi, basada en el relato corto del célebre escritor japonés, Haruki Murakami.

La cinta en cuestión hace énfasis en el silencio y sus diferentes connotaciones, por ejemplo, la de ser un implacable verdugo del protagonista, un actor y director teatral llamado "Yusuke Kafuku", que aún sabedor de que su esposa "Oto" tuvo relaciones sexuales con muchos hombres, jamás se lo menciona.

Su estado emocional se agrava cuando ella, otrora realizadora y contadora de historias, muere repentinamente, lo que provoca que el personaje estelar caiga en una espiral de dolor o pesadumbre.

Años después, cuando él es invitado a dirigir una obra en Hiroshima, conoce a una conductora reservada y enigmática, "Misaki", que solo habla lo necesario y que lo ayuda a trasladarse a su centro de trabajo.

Pese a la economía de sus lenguajes, ambos comienzan a revelar los traumas de sus pasados rompiendo con el mutis emocional que se han autoimpuesto.


Sumado a lo anterior, el guion de "Drive my car", que ganó un reconocimiento en el pasado Festival de Cannes, incluye a un personaje secundario mudo, una creadora que no se deja sobrepasar por su condición física para transmitir sus emociones, junto con su arte.

Ahí, el silencio juega un papel de superación personal, de un ente que desafía, reta o transforma.

"¿Qué tanto podemos perder en nuestras vidas cuando callamos lo que sentimos o lo que sabemos?", escribí al inicio del presente texto.

En el caso del personaje central, la principal pérdida que padece es su propia alma, su paz mental.

Sin embargo, la premisa de "Drive my car" implica otras vertientes, como la de función terapéutica del arte, el cual también sirve para sanar o liberarse de demonios internos.

Sumado a lo anterior, Hamaguchi plantea una reflexión que para muchos ha pasado desapercibida, que tiene que ver con la libertad sexual de uno de sus personajes femeninos, la esposa-guionista que fallece en el prólogo de la película.

Al respecto, en uno de los diálogos expresados por "Misaki" (la conductora), se lee lo siguiente:

"¿Tan difícil sería aceptar que ella simplemente era así, que te siguiera amando de todo corazón y mantuviera relaciones con otros?"

Lo anterior puede considerarse como una especie de gran reto enmarcado en la lucha por la equidad de género, misma que ya debiera consolidarse, a plenitud, en este siglo XXI.

Así, el filme de Hamaguchi invita a reflexionar en el poder de los silencios, en que si bien las palabras pueden herir mucho, igual o más pueden lastimar las palabras no expresadas, los sentimientos no exteriorizados, al grado de conducirnos por la vida sin tomar el control del volante, al borde del descarrilamiento.

Los Bitchos: psicodelia y cumbia femenina



Por Diego Vázquez | 


Los Bitchos son el combo de la cumbia femenina. Let the Festivities Begin! es una oda a la cumbia psicodélica de los setenta, navega entre el surf y la chicha peruana; es una banda sonora al pasado. Una amalgama de influencias que se conjugan para ser concretadas en once temas.

Dicho en otras palabras, es un remolino de música retro. Los Bitchos nos acercan a la música tradicional de la guaracha, gracias al talento del cuarteto femenino, proveniente de cuatro latitudes (Suecia, Australia, Turquía y Uruguay).

Este combo gestado en Londres en 2017, donde Serra Petale (guitarra), Agustina Ruiz (keytar), Josefine Jonsson (bajo) y Nic Crawshaw (batería) dan vida a este ecléctico proyecto, que además cuenta con piezas instrumentales, aquí la voz sale sobrando.

Estas mujeres retomaron la influencia de Los Mirlos, estandarte de la cumbia peruana así como de música colombiana. En esta propuesta las banderas son anecdóticas y las fronteras son traspasadas por la música. Los Bitchos hacen bailar a los ingleses y al mundo.


Este LP producido por Alex Kapranos de Franz Ferdinand en los Gallery Studios (Londres) da cuenta de los mejores temas de cumbia amazónica que se pudiera quedar estancada en la cabeza. Let The Festivities Begin!, el álbum debut del cuarteto pancontinental, es un trabajo tanto para el oyente experimentado de cumbia como para el melómano que rara vez disfruta de algo instrumental, es el disco para comenzar la fiesta. El material es editado por City Slang Records, compañía discográfica alemana que se enfoca al indie rock.

De los once cortes que están presentes en el disco debut de estas chicas destacan “Pista (Fresh Start), donde el rasgueo de cuerda de guitarra para hacer sonar al ritmo de cumbia y surf predomina; y “Tropico”, en donde la cumbia es la protagonista.

“Change of Heart” evoca a los mismísimos dioses ancestrales de la cumbia amazónica del Perú. Invocación pura. Estas son tres de las canciones que más sobresalen en dicha producción. Un álbum en el que Los Bitchos saben mezclar sonidos de otras latitudes para plasmarlos en canciones. Let The Festivities Begin! guarda once canciones o mejor dicho colecciones de música latinoamericana

Letrinas: El hombre de gris



El hombre de gris

Por José Rodolfo Espinosa

 

“Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río”. Esta frase tiene un error de traducción, lo que Heráclito dijo fue: “En los mismos ríos entramos y no entramos, somos y no somos”. ¿Qué quiere decir todo esto? Se estará preguntando el lector. Pues bien, el filósofo griego hablaba de las alteraciones que hay en el tiempo, que es como el río, que fluye y cambia. ¿O por qué se pensaría usted que existen tantos efectos Mandela? Que, por cierto, según mi informante en el siglo XXXI, ellos le llaman el efecto septiembre, ya que fue el primer cambio registrado en la línea del tiempo.

Septiembre tenía treinta y un días. El que ahora tú lo recuerdes con treinta se debe a un ataque de piratería en el tiempo, una venganza personal de cierta mujer en la que intentando borrar a su expareja de la existencia optó por eliminar el día de su nacimiento. Lo gracioso es que su expareja nació de todas formas, el primero de octubre.

Mi informante a quien llamaremos a partir de aquí “Cronos” (mis disculpas si les resulta un poco cursi, me pareció un mote ad hoc) menciona que mientras más se acerca un cambio a la línea del tiempo a el día prime (que es la fecha en que se realizó el primer viaje; 12 de diciembre de 3033) más fácil es de detectar, gracias al efecto nube, que ocurre por la globalización. Esto es porque como los seres humanos hemos globalizado el mundo desde finales del siglo XX, el conocimiento se guarda en una especie de inteligencia colectiva que comparten todos los miembros de una misma especie.

 —Aún no entendemos cómo funciona, pero los pioneros en el campo son los científicos a cargo del experimento del centésimo mono, puedes buscar sobre ello en el internet de tu época. ¿Cuántos casos de efectos septiembre pueden recordar hasta ahora? —me preguntó Cronos.

Creo que lo correcto sería contar cómo fue que le conocí. Verá usted apreciable lector (y le agradezco por continuar hasta este punto), esto ocurrió hace ocho años, en aquel entonces trabajaba como oficial de tránsito en Shenzen, China. Esa noche detuve la patrulla porque se me había ocurrido una idea para continuar mi novela policiaca. La verdad sea dicha, pocas veces le llega a uno la inspiración frente al ordenador, escribimos mientras hacemos las cosas cotidianas, es cuando nos llega la luz y uno debe atraparla, como si de una luciérnaga se tratase, para luego vaciar la idea en la hoja en blanco. Lo que hacemos sentados es más parecido a transcribir, que a escribir per se. Como le decía, orillé mi vehículo a mitad de la cuadra, bajo un poste de luz. Escuché el ruido característico de un carrito de baozis rellenos; un sonido agudo de corneta, similar al de los eloteros en mi natal México, incluso tiene la misma estructura de un triciclo que facilita el transporte. Eran tres treinta y cuatro de la madrugada, es normal ver a transitar a los vendedores desde muy temprano ya que algunos comienzan su venta desde las cinco. El ruido me hizo levantar la cabeza para verlo, apenas lo distinguí, puesto que no traía luces, iba cruzando la avenida cuando vi el camión. Es más fácil para mí narrarlo en retrospectiva, porque puedo ralentizar los hechos, lo que vi ocurrió en un instante y si hubiese parpadeado me lo habría perdido.

Por la velocidad a la que iba el camión, estaba seguro que se llevaría al triciclo; el vendedor ambulante moriría sin lugar a dudas. Entonces lo vi, parecía que salían rayos de los pies al correr. Mi primer pensamiento fue Flash (el súper héroe); el sujeto movió al hombre con todo y carrito y lo llevó a una orilla de la calle, luego le preguntó algo (después me revelaría que la pregunta fue acerca de su estado de salud y si se sentía bien). El chofer del camión frenó en seco y se bajó para ver lo ocurrido. El sujeto que salvó al vendedor ambulante se alejó caminando, como intentando no llamar más la atención, pero yo le seguí.

Cuando percibió mi presencia, lejos de escapar, se acercó a mi patrulla. Con las luces del auto pude distinguir el color de su ropa, vestía un traje gris, todo, pantalón, saco, camisa y corbata, incluso el calzado, que eran unos tenis color plata.

—¿Me puedes llevar?

—¿Cómo hiciste…?

—Te lo contaré si me llevas, necesito ir a Shatou, a la calle Shangsha.

—¿Qué hay ahí?

—Te cuento en el camino.

Mi yo oficial de tránsito no lo habría subido, pero era mi lado de escritor quien estaba al mando de mi mente en ese momento. Y un escritor siempre desea una buena historia.

Lo primero que me dijo fue que no podía revelar su nombre, luego me soltó que era viajero del tiempo. Lo dijo con tal seriedad y seguridad que me fue imposible reír, aun así, no lo creí.

—¿No me crees? No te culpo. Detén el auto.

—¿Por qué?

—Necesito que anotes algo.

Obedecí. Fuese un truco o no, me resultaba de lo más interesante.

—Este mes arrestarán y condenarán a 15 años de prisión a Wang Lijun —mientras hablaba movía los ojos, como si estuviese leyendo algo —¿te gusta el fútbol?

—Eh… sí.

—Los siguientes campeones del mundo serán: Alemania en 2014 y Francia en 2018.

—¿Me estás dando datos del futuro?

—¿Estás escribiendo? —preguntó esto último con un tono de molestia. En ese momento pensé echarlo del auto, sin embargo, escribí —En 2013 Xi Jinping asumirá la presidencia de China y la mantendrá hasta el 15 de agosto de 2020, cuando escribas sobre tu encuentro conmigo. Ese mismo año, el mundo sufrirá una pandemia, que comenzará en Wuhan y que pondrá al noventa y ocho por ciento de los países en cuarentena.

—¿Cómo estás tan seguro que escribiré sobre ti? La ciencia ficción no es mi género.

—Lo harás, cuando se cumpla todo lo que he dicho lo harás.

Sacó un reloj de bolsillo y revisó la hora en él.

—Arranca o llegaré tarde.

Mientras conducía le hice toda clase de preguntas. Me reveló que trabajaba para la policía del tiempo, que se hacían llamar los hombres de gris (en referencia los villanos de la novela Momo de Michael Ende).

—Nosotros nos encargamos de mantener el orden cronológico. Detectamos aberraciones de tiempo y les ponemos fin.

—¿Aberraciones de tiempo?

—En mi época es normal el turismo en el tiempo. Pero existen ciertas reglas que deben seguirse. Nosotros no interferimos a menos que alguien viole esas reglas. La piratería, por ejemplo, es anterior a la invención de la escritura y persiste en nuestro tiempo.

—¿Qué hacen con aquellos que rompen las reglas?

—Dejan de existir.

Me mostró un aparato que parecía la mezcla de un control de aire acondicionado del 2012 y una pistola. Era blanco y tenía una pantalla y un gatillo, Cronos lo llamó “Desvanecedor”.

—Necesito estar por lo menos a veinte metros para usarlo. Pero creo que tendremos que entrar. Acompáñame, será más fácil si vienes conmigo.

Después de mucha reflexión he concluido que dijo eso debido a que portaba uniforme en ese momento.

Entramos a un edificio con decenas de habitaciones.

—¿A cuál iremos?

—A la número 42 —dijo presionando el botón del elevador. Se escuchó un ruido y las puertas se abrieron. Subimos.

—¿Es un criminal peligroso?

—Sí y no. Es peligroso para la línea del tiempo, pero probablemente sea inofensivo para nosotros. Este tipo de delincuentes aplican la McFly.

—¿Cómo en Volver al futuro?

—Sí, viajan con almanaques deportivos o de números ganadores de lotería; esto está terminantemente prohibido, pero todos creen que pueden burlar la ley y quedarse en el pasado a vivir la gran vida.

Al llegar al apartamento, Cronos sacó una plastilina y la moldeó hasta darle forma de llave que introdujo en la cerradura. Luego abrió. Dentro del apartamento había un enorme televisor, un jacuzzi y una torre de dinero sobre la mesa.  En el sofá descubrimos la revista. Campeones de la Champions League en la primera mitad del siglo XX. Cronos la tomó y guardó en su bolsillo.

—¡Arriba las manos! —era un hombre delgado, de espeso bigote castaño y anteojos de pasta. Traía una escopeta en la mano.

—Por fin —dijo mi compañero y sacó el Desvanecedor; ambos dispararon al mismo tiempo. Sólo que el arma de Cronos no hizo ruido y la bala que debía matarlo se difuminó, como cuando soplas sobre un puñito de tierra. El criminal lanzó el peor grito que escuché en mi vida y despareció igual que la bala.

—¿Qué sucede?

—¡Vámonos! —apuró Cronos. Y mientras salíamos el televisor, el jacuzzi, el sofá y el dinero desaparecían también.

He soñado con ese hombre y todo lo que ha dicho Cronos se cumplió.

Esa noche me dijo una última cosa, sobre el criminal que liquidó. El desvanecedor busca en la base de datos al delincuente y uno de nuestros agentes lo asesina a los pocos días de nacido. El que tú lo hayas visto provocará un efecto Morfeo, y personas en el mundo a partir de ahora, soñarán con este desgraciado sin haberlo visto jamás.

—¿Cuántas personas?

—Puede que una o veinte, son las secuelas de este trabajo. Confío en que no apuestes con los resultados que te di.

—No yo…

—Si lo haces, tendré que venir por ti.

La idea me aterró, pero poco después soltó una carcajada.

—Es broma. Pero por favor, no lo hagas.

Después de eso regresó a su tiempo. Me encantaría poder narrar cómo fue, pero en esta ocasión si pestañeé. Sólo sé que el mundo está cambiando y que el tiempo es como un río.




J.R Spinoza - H. Matamoros, Tamaulipas, México (1990). Escritor y profesor mexicano. Becario del PECDA Tamaulipas, en la categoría de Jóvenes Creadores por novela. Asiste al Ateneo Literario José Arrese de Matamoros. Libros Publicados: El regreso de los dioses, la batalla de Folkvangr (Caligrama, 2019). Los deseos de Serena (Catarsis Literaria, 2021). Para destruir el final y otros cuentos fantásticos (Winged, 2022).

Letrinas: Idólatras susurradores uniformados



IDÓLATRAS SUSURRADORES UNIFORMADOS

Por Elías Rosario 
 

cifras por todos lados, acrónimos, corporaciones de esto, corporaciones del otro, insuficiencias, irregularidad, nombres de altos cargos funcionarios, grupos vandálicos, periodismo…

—Dudo lo consideren bueno si nos escuchan hablando de esto. No quiero ni que tú, ni que yo, ni que alguna otra persona se muerda la lengua. A pesar de los trece minutos que no debieron ser, estamos los que estamos.

El grupo seguía con su marcha. Llovía. El megáfono lo hacía de nuevo:

cifras por todos lados, acrónimos, corporaciones de esto, corporaciones del otro, insuficiencias, irregularidad, nombres de altos cargos funcionarios, grupos vandálicos, periodismo…

—Es un privilegio que nos llueva. ¿No crees? De donde vengo la gente se pelea por el agua.

—Deberías de juntar un poco más los labios. Hoy, como dices, es un buen día para que no nos den de periodicazos.

—Curioso. Ese es el primer recuerdo que tengo de la lluvia: las imágenes de un anciano que fumaba en un periódico mojado.





Elías Rosario (Cabo San Lucas, BCS, 2004); Joven escritor, estudiante de preparatoria. Ha sido publicado por el Instituto Cultural Iberoamericano (ICI) en la Antología Poética Mexicana “La Palabra Provocada”. Recibió el Premio Internacional Iberoamericano “El Nevado Solidario de Oro 2019”, con sede en la ciudad de San Rafael de Mendoza, Argentina. Aparece en la antología “Diamantinas” publicada por la Colección Poetazos y el colectivo La Otra Feria.

Construarte crea experiencias que alimentan el espíritu y la imaginación: Víctor Rubén


Por Jaime López |


Para las personas que residen en la capital poblana y que buscan actividades artísticas alternativas, el Centro Cultural Construarte es una oportuna opción debido a la variedad de montajes y talleres que tiene a su disposición. 
Definido por su director Víctor Rubén como un espacio que fomenta la creatividad y produce un gozo emocional, Construarte cumple más de dos décadas de existencia en una nueva sede, ubicada en la calle Citlaltépetl número 15, en la colonia La Paz. 
En ese lugar, el público encontrará distintas representaciones escénicas, además de talleres para todo tipo de edades, por ejemplo, actuación y coro infantil, o esgrima deportiva. 
En entrevista, Víctor Rubén señaló que la nueva etapa de Construarte abarca una oferta más amplia de actividades. 

"La oferta volvió a crecer, ya no son solamente obras de teatro y talleres, ahora también son obras de teatro por Internet, grabaciones cinematográficas, una sala de cine, en fin, empezamos a crecer y Herencia 911 (su anterior sede) nos quedó chiquita", expresó. 

 

Abundó que, además de La Rekámara, una nueva compañía local se ha sumado a sus filas para enriquecer el abanico de propuestas, Faramalla Teatro. 

"Somos una asociación civil que se dedica principalmente a difundir y a crear experiencias que alimenten el espíritu y la imaginación de las personas", apuntó. 

 

Subrayó que Construarte toma en cuenta la equidad de género, así como la diversidad de disciplinas artísticas, ya que se conforma por cineastas, locutores, cantantes, actores y actrices. 
En cuanto a uno de sus cursos permanentes más llamativos, destaca el referente a esgrima artística y deportiva, que incentiva la disciplina y el control corporal. 


Al respecto, el creativo explicó que el taller en turno ayuda a los histriones a no lastimarse en producciones en donde tienen que recrear escenas de peleas. 
Del mismo modo, recordó que, a principios del siglo XX, era una actividad sumamente relevante para el gremio periodístico, porque servía para resolver confrontaciones entre reporteros y políticos. 

"Por ahí de 1907, más o menos, en México era bien importante que los reporteros supieran esgrima, porque muchas veces de quienes escribían los demandaban y tenían que dirimir su querella a través de una lucha, a primera sangre, no se morían, el primero que salía herido era el que perdía. Si perdía el reportero no sacaba la nota, pero si ganaba el reportero sacaba la nota con la anuencia de la persona aunque fuera afectada", acotó. 

 

En otro orden de ideas, el protagonista de "Monogamia" señaló que ha ido en aumento la audiencia de las obras locales. Ello en virtud de que cada vez son menos los montajes foráneos que arriban a la Angelópolis. 

"Afortunadamente para nosotros, la oferta de obras de teatro de fuera está baja y entonces el público necesitado del contacto, necesitado de una experiencia, viene, se acerca. Vamos creciendo, lento, pero el público afortunadamente está buscando más teatro", declaró. 

 

No obstante, reconoció que todavía hay gente que le da miedo salir y acudir a un foro escénico en el marco de la pandemia del nuevo coronavirus. 
En ese sentido, indicó que Construarte acata todas las medidas de salud preventivas a fin de cuidar a sus espectadores. 

"Lo que le podemos ofertar al público que tiene miedo o se reserva es ser muy estrictos en lo que son las disposiciones de higiene de Covid-19, por ejemlplo, toma de temperatura, toma de oxiginación, el gel,  todas las habitaciones diariamente se sanitizan y todos los actores tienen su esquema completo de vacunación", sostuvo. 

 

Entre las obras que, actualmente, Construarte ofrece a su público se encuentran "Terapia de pareja", "Monogamia" y "Corazón delator". 
Esa última es donde el público entra con los ojos vendados a percibir una representación teatral. 
Para mayor información acerca de los montajes y talleres de Construarte los interesados deben llamar al 2222126634 ó 2224569655.

La estética grungie de Jean-Pierre Jeunet: una mirada desde 'Delicatessen' hasta 'Big Bug'


Por Jorge Tadeo Vargas |

En 1991 una dupla de directores/guionistas franceses que venían trabajando juntos desde finales de los setentas salto a la fama mundial con Delicatessen, una película que mezcla la ciencia ficción con un humor negro dentro de un futuro apocalíptico, en el cual la comida escasea por lo cual en un bloque de departamentos siempre tienen una vacante. El inquilino que lo renta termina siendo el alimento del resto de los habitantes.

Ambientada en un tiempo atemporal que bien puede ser un distopico futuro o como la estética nos sugiere una Francia en la década de la posguerra, la dupla Jeunet-Caro ya comenzaban a dibujar ese estilo que los caracterizó en sus trabajos en conjunto y que se convertiría en el sello de Jean-Pierre Jeunet con el paso de los años. Un estilo que tiene mucho de la contracultura que dominó parte de los límites del mainstream a finales del siglo XX como lo fue la llamada revolución accidental: el Grunge.


En un mundo donde la carne escasea, en un edificio de la Francia devastada llega un nuevo inquilino a vivir y trabajar en ese lugar junto al casero que también es el carnicero que se encarga de suministrar carne a todo el edificio. El inquilino comienza un amorío con la hija de este personaje que quien es la que intenta salvarlo de su horrible fin: ser convertido en proteína/alimento para todos los inquilinos de este lugar. Esto lo intenta hacer con la ayuda de un grupo de vegetarianos en resistencia llamados “los trogloditas” que se resisten al canibalismo como forma de sobrevivir. La complejidad de los personajes se va mostrando a la par de esta crítica que se mantiene en las historias de Jeunet hacia un sistema donde la solidaridad, el apoyo mutuo no tienen cabida.

En su segunda película La Cité des enfants perdus la dupla Jeunet-Caro firma en conjunto este estilo narrativo a manera de fábula que alcanza su madurez, la ciencia ficción, el humor negro se mantienen en un cuento caótico, extraño de una ciudad donde los niños y las niñas van desapareciendo de uno a uno de sus calles. Ya no es seguro estar afuera, mucho menos vivir en los callejones, el riesgo de desaparecer esta latente.

De nuevo juegan con un escenario apocalíptico atemporal con muchos residuos de un pasado que no existió pero que se siente extrañamente familiar. Aquí la tecnología es un adorno para contar la historia, un adorno que está a la vista pero que no es lo importante, a pesar del ejercito de clones, el cerebro parlante, la mujer diminuta y la maquina de almacenar sueños. Lo importante es la relación que guardan toda esta tecnología con el propósito de la desaparición de los niños y como se unen a “One” para el rescate.

En Delicatessen ya comenzaban a desarrollar una critica al capitalismo y como este no permite más libertad que la que él decide darnos dentro de nuestra esclavitud disfrazada, en La Cité des enfants perdus lo fortalece aun más dejando claro que en este sistema no tienen cabida conceptos como solidaridad, el desinterés por ayudar a los demás, la reflexión individual, la imaginación. Si alguien intenta ponerlos en marcha será sofocado de inmediato.

Aunque la estética de este filme está dentro del Steampunk incluso la narrativa cae dentro del género, tiene una gran influencia del Grunge y toda la contracultura que en esos años estaba en su apogeo, pasando de ser una simiente en los límites del mainstream, para convertirse en un producto más. Aquí la dupla ya mostraba su cercanía con toda esta cultura alternativa que iba tomando por asalto todas las formas de expresión artística en el mundo.

Para 1997, Marc Caro rompe con la dupla para dedicarse de lleno a las artes graficas, en específico al diseño, lo que hace que Jean-Pierre Jeunet acepte filmar en Hollywood para trabajar en la cuarta entrega de la franquicia de Alien la cual recibió el nombre de Resurrection.

Jeunet le aporta a la franquicia su humor negro, su estética Grunge/Steampunk, además de su crítica a la sociedad capitalista, aquí va perfilando lo que termina por cuajar en Big Bugs su más reciente película, que es la dependencia absurda a la tecnología y como ésta nos puede jugar en contra. Androides creando robots no es una buena idea, aunque te topes con algunos como el androide Call, interpretado magistralmente por Winona Ryder que intenta salvar a los humanos. Este personaje pudo haber dado más, lamentablemente después de Resurrection la franquicia comenzó a perder el rumbo sin poder recuperarlo a la fecha.

Alien: Resurrection sirvió para que Jeunet pudiera filmar un proyecto que le estaba rondando desde muchos años atrás y  que se convirtió en su película más popular. Incluso le dio entrada al selecto grupo de directores consentidos por Hollywood. Le fabuleux destin d'Amélie Poulain mejor conocida en el mundo entero simplemente como Amélie, donde de nuevo usa su estilo de fábula para contar la historia de una mujer con una visión muy particular de la justicia que se pone en marcha para hacer de este mundo un lugar mejor.

Dejando fuera la ciencia ficción, pero saturada de humor negro, de sarcasmo, manteniendo mucho de la estética Grunge que ya estaba desapareciendo de la industria y que puede parecer solo un residuo nostálgico por parte del director, Amélie, le dio a Jeunet el paso de ser un director de culto a uno más cercano a la industria cinematográfica de Hollywood, incluso llegando a tener cinco nominaciones a los Oscar.

A pesar del éxito a nivel mundial de Amélie, Jeunet decide apostar por mantenerse un tanto alejado de la industria, al menos en la toma de decisiones de no convertirse en un director por encargo de los grandes estudios y pasan dos años para filmar su siguiente película.

En el 2004 presenta Un long dimanche de fiançailles” una adaptación de la novela del mismo nombre del escritor francés Sebastian Japrisot, donde aunque mantiene su estilo narrativo, su estética, su humor, es posiblemente la película que menos muestra su sello característico. Aunque no deja de hacer una crítica al sistema capitalista y este amor del sistema por la carrera armamentista que va más allá de las guerras, afectando el día a día de muchas personas.

El tema de las armas, lo retoma cinco años después con su siguiente filme, Micmacs donde de cierta forma retoma parte de sus inicios cuando la dupla Jeunet-Caro existía, recuperando mucho de su estilo Grungie/Steampunk. Esta vez el futuro apocalíptico no se mezcla con un pasado inexistente, sino con un presente muy real, muy doloroso y significativo.

La película toma mucho de sus trabajos anteriores para hacer una fuerte crítica a la industria de las armas, al capitalismo que igual nos usa hoy, que nos desecha mañana, es posiblemente de todo su trabajo como cineasta en la que su manifiesto político es más claro y contundente.

En Micmacs los personajes recuperan la complejidad, lo bizarro de sus primeros trabajos, que si bien no tuvo la popularidad de estos, ni mucho menos llega a alcanzar el éxito de Amélie, es posiblemente una de las mejores películas de Jeunet en el siglo XXI que merece una mejor suerte.

Cinco años después regresa con L'Extravagant voyage du jeune et prodigieux T.S. Spivet  una adaptación del libro "Las obras escogidas de T.S. Pivet" que en lo personal me parece que es una de sus películas más intimas, casi autobiográfica, tomando en cuenta que de nuevo es una fábula donde nos muestra la historia de un extraordinario niño que se avergüenza de todo su alrededor y trata de esconderlo.

La única de sus películas donde los escenarios son los Estados Unidos y no la Francia o territorios ficticios, además de las pocas donde el casting estadounidense supera el francés.

Diez años después, en 2022, regresa con una película, esta vez contando con el gigante del streaming de video Netflix en la producción. Big Bug se presenta en plena pandemia, donde los países van saliendo de sus cuarentenas para recargar aun más la paranoia del encierro que vivimos y que en muchos casos seguimos viviendo.

Aquí Jeunet retoma su gusto por la ciencia ficción, el sarcasmo, ese humor negro, ácido (solo basta ver el programa de televisión que de vez en vez les aparece a los personajes de forma aleatoria para dar cuenta de ese humor) para darnos una sátira de la sociedad actual, donde el Internet de las cosas comienza a ser una realidad, al menos en lo que respecta a las “Alexas” y las “Siris” del mundo y cómo vamos dependiendo de esto.

Influenciado por Isaac Asimov y toda la ciencia ficción de la época de oro, Jeunet va mostrando un distópico mundo donde los androides deciden tomar el control. No es que lo decidan de forma consciente, sino por una falla de programación y más allá de la resistencia humana, son los robots y su intento de ser humanos quienes al final salvan a la humanidad. No deja de ser irónico y hasta absurdo este final.

Big Bug puede no ser la mejor película de Jean-Pierre Jeunet, incluso tiene varios defectos que no muestra en sus trabajos anteriores (sobrecargada visualmente, la estética aunque se mantiene en esa idea de la ultima década del siglo XX, un par de hoyos en el guion que le quitan credibilidad. La película no logra cuajar del todo) y sin embargo es mucho mejor que gran parte del cine actual, donde poco o nada de éste nos pone a pensar más allá de sus evidentes mensajes.

Aquí de nuevo esta crítica al sistema capitalista que va acabando con nuestra humanidad para convertirnos en androides, en zombis incapaces de solidarizarnos entre nosotros, su crítica antimilitarista es invaluable en estos tiempos de caos civilizatorio.

Marzo, 2022

Desde los bosques de Klatch City


*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de X.

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