Escafandra Literaria: entrevista con el escritor Alejandro Badillo


Alejandro Badillo es uno de los autores más prolíficos y fascinantes de la literatura contemporánea mexicana. Ganador del Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela y el Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo por las obras 'El clan de los estetas' y 'Por una cabeza' respectivamente.


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Kevin Smith: ascenso y descenso de un eterno adolescente




Por Jorge Tadeo Vargas |

“A la gente le gusta poner el listón alto. A mí me gusta poner el listón en el suelo y apenas pasarlo. Me gusta mantener las expectativas muy bajas”

Kevin Smith

 

Tratar de definir a Kevin Smith solo como director de cine, es quedarse corto con lo que significa para la cultura pop en los últimos veinte años. Incluso cuando se habla con él, la dirección de cine es lo último que considera a la hora de hablar de su trabajo.

Es mucho más que eso, a la par de que gracias a su trabajo en la dirección es que se convirtió en lo que es, al mismo tiempo que para muchos representa el sentir de aquellos mediados de los noventa y toda una movida alternativa que estaba entre la contracultura y la resaca de la década de los ochenta. Su cine y sus historias representaban la ironía, el sarcasmo, pero sobre todo el hartazgo disfrazado de apatía ante una sociedad que no ofrecía nada, ni siquiera las drogas, eso ya se habías superado unos años atrás.

Si revisamos todo lo que ha hecho desde 1993, año que comenzó a trabajar en “Clerks”, la cual para mucho es un retrato calcado de la clase media más allá de los Estados Unidos, así como toda la influencia de la cultura pop en lo que hacemos (¿Quién no hace referencias en el día a día de Star Wars, Los Simpson, Malcolm, entre otras?) desde hace casi treinta años.

Pero antes de escribir sobre su cine hagamos un repaso por todo lo que Kevin Smith aporta, desde esa hiperactividad que lo tiene siempre haciendo algo. Desde escribir donde su blog “My Boring Ass Life” fue hasta el 2015 el espacio en el cual nos contaba su día a día, haciéndolo de una forma bastante divertida, entretenida, sin censura y dejándonos ver esa parte creativa, desde donde sale todo su trabajo.

Su paso por el mundo de los comics no solo fue por el par de programas de televisión que tuvo, ni el podcast que armo con varios de sus amigos, tampoco la tienda que compro con su hermano de otra madre como el define a Jason Mewe. su paso se define como escritor, desde donde elaboró algunos arcos para Spider Man, Green Arrow, Green Hornet, y las exitosas Batman: Cacophony (2008) y Daredevil: Guardian Devil (1999) con la que le dio nueva vida al antihéroe de Hell's Kitchen y le hicieron ganar el respeto en la industria. O su fracaso como productor de la serie de Netflix “He-Man: Master of Universe” donde un intento muy mal logrado de corrección política echó por tierra todo el proyecto.

Por último, sus conferencias o Stand Up Comedy que viene haciendo de forma regular desde hace algunos años con un formato que le permite dialogar con la audiencia sin tapujos, contando anécdotas, historias y respondiendo preguntas. Este formato de sus conferencias/stand-up le permite hacer lo que mejor hace, un tributo a sí mismo, desde la burla y la ironía.

Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin su llegada al cine, haciéndolo desde la influencia que tuvo para muchos de sus contemporáneos Richard Linklater con “Slacker” (1991), donde se conjugaba una forma de expresar sentires de un cierto sector de la juventud de esos años, con una estética poco atractiva, menos artística pero que encajaba bien en esta idea alternativa de que menos, es más.



Así con su opera prima Smith, donde le da voz a cierto sector residual de la Generación X con un excelente guion y poco presupuesto da un repaso a los sinsabores de ser un joven en esos años, de todo el desencanto, de pasar los días sin un propósito mayor que juntarnos a discutir sobre la cultura pop, sobre aquello con lo que crecimos viendo, leyendo, una parte residual que seguía siendo outsider, la antítesis de Patrick Bateman, a los que apenas nos alcanzaba para discutir sobre pornografía, donde las novias iban siendo esa semilla del feminismo actual, curiosamente desde una perspectiva mucho más amplia y conciliadora.

A muchos que estábamos en la transición de la preparatoria a la universidad, “Clerks” nos pateó directo en la cara. La historia representaba mucho de nuestro día a día, de nuestras relaciones de amistad entre hombres, muy cercano al “bromance”, o la presencia femenina que a fuerzas de estar cobra sentido y empoderamiento en cada una de las películas de Kevin Smith y que define parte de sus historias.

Con “Clerks” se ganó toda una legión de jóvenes desadaptados, sin futuro que fueron los que a pesar de las críticas lo han mantenido haciendo cine y los que le permitieron hacer su segunda película con la que se ganó un lugar como cineasta de culto.

Con “Mallrats” (1995) Smith se posiciona como icono de la cultura pop al concentrar en la película referencias de mucho de lo que forma esta cultura que tiene ciertos rasgos contestatarios o al menos confrontativos con el adultocentrismo. Aquí se habla de cómics, de películas, de “talk shows”, de pornografía, de mariguana, todo esto desde el humor característico de Kevin Smith donde presenta un día a día de la rutina de una generación que no encuentra su lugar, que está -de cierta manera- esperando que los tiempos cambien y los hippies tengan razón, que la frivolidad de los ochenta no los permeé con su cinismo, donde esos centros comerciales que George Romero mostraba como parte de la alienación, forman parte del desencanto aderezado con mucha ironía. Entre chiste y broma nos va mostrando que la adultocracia es parte de la lucha de los jóvenes en un momento de desencanto. Los Beastie Boys son ejemplo de esto cuando dicen: “You Gotta Figth, for you Rigths to Party”. Mallrats es eso y más.

Para 1997, Kevin Smith ya comenzaba a mostrar que sus prioridades iban madurando, que ya no todo era pasar el día sin hacer nada, su legión estaba creciendo y si bien, nos manteníamos siendo unos outsiders estábamos madurando. Fue así como con “Chasing Amy” (1997) hace su primer intento de hablar de temas más serios, pero sin perder su estilo de contar historias.

Una comedia muy adelantada a su época, con unos de los guiones más inteligentes de Kevin Smith, además de una narrativa muy detallada. Desde una defensa explícita a la comunidad LGBTQ+ hasta el clásico bromance, que es parte del sello de Smith, tal vez porque es algo muy cercano en su vida, si pensamos en su relación con Jason Newes y Scott Mosier, que lo han acompañado desde el inicio, sin embargo, en esta sí hace un coqueteo al prejuicio alrededor de este concepto.



Chasing Amy dejaba atrás todo el desencanto disfrazado de humor de sus películas anteriores y nos daba una tesis sobre el amor (no) romántico, la amistad, las formas de relacionarnos, claro sin que por esto faltaran las referencias a la cultura pop y las bromas con cierto toque políticamente incorrecto.

Para finales de la década toma una de las decisiones más arriesgadas en su filmografía por muchas razones y filma “Dogma” (1999) que sería su primer película con un presupuesto mayor a los diez millones de dólares; los estudios ya comenzaban a verlo como garantía de ventas y apostaron por él.

Con esta película Smith mostró dos cosas. La primera es que es un excelente escritor, capaz de desarrollar varios arcos narrativos, sus guiones suelen ser inteligentes y críticos, sin embargo, tiene muchas carencias como director, que no se sienten a la hora de hacer una película de poco presupuesto, por lo tanto, no necesita mucho, su estilo de filmar largos planos secuencia le ayuda mucho para esconder sus carencias, cosa que en “Dogma” no logra hacer. Esta fue la principal razón de su fracaso en la taquilla. La segunda razón tiene que ver con la confusión que hay desde el dogma católico de no entender que no era una crítica per se al catolicismo (Kevin Smith fue criado como católico), sino una reflexión sobre algunos mitos -y dogmas- que se presentan como verdades más allá del sentido común. Las fuertes críticas a la película por grupos religiosos fueron también factor para su fracaso en la taquilla.

Aquí se muestra un Smith mucho más maduro a la hora de escribir sus chistes que, aunque siguen en el mismo sello políticamente incorrecto, lleno de referencias escatológicas, pornográficas y a la cultura pop, estos ya no llevan todo el peso de la historia, con esto comienza a darse un quiebre entre su legión y lo que quería mostrar. “Dogma” es posiblemente la película que pudo haber llevado a Kevin más allá de ser un director de culto. Lamentablemente no es lo que él quería y para 2001 filma “Jay and Silent Bob Strike Again”, que si bien critica a Hollywood y toda la industria del cine, los chistes reciclados, las mismas situaciones que ya venía presentando desde 1993, son parte medular de esta película que deja claro que está buscando un diálogo con adolescentes, dejando fuera todo aquel sentimiento de fracaso e ironía de sus primeros filmes. Incluso ese “bromance” se sentía forzado, sin fuerza, obligado como parte de los chistes de Smith.

En 2004 intenta -de nuevo- hacer un cine más adulto con “Jersey Girl” la cual es un rotundo fracaso, desde un guion muy forzado al dejar fuera lo que mejor sabe hacer Smith, una dirección con muchas limitaciones y actuaciones bastante malas, la película fue el comienzo del descenso del realizador más allá del cine independiente, rompiendo con gran parte de su legión, la cual ni siquiera con la segunda parte de “Clerks” (2006) y la recuperación de lo que algunos críticos llaman el “trash talk” característico de Smith, logran salvarlo. De no ser por la participación de Rosario Dawson, esta secuela pasaría sin pena ni gloria.



En  2008 regresa a un intento de comedia romántica con “Zack and Miri Make a Porno” que a pesar del “trash talk” y de un guion que intenta cumplir con los estándares del género sin perder el sello de Smith, además de contar con Seth Rogen como protagonista no cuajó, siendo uno de los últimos intentos por buscar hacer un cine menos adolescente, más cercano al momento generacional. De nuevo fue condenado por la crítica, un fracaso en taquilla, y se alejaba del cine de culto que lo había mantenido.

El 2011 sería su momento de mayor rebeldía, primero decide dar un giro en su estilo de cine con “Red State”, donde la distribución la llevará él mismo antes de caer en la censura a la que lo estaban obligando, y hace una crítica sin miramientos a la sociedad norteamericana, los cultos religiosos, los líderes y la violencia desde un thriller en donde las cosas vuelven a salir mal al encontrarse con las limitaciones de Smith, quien no pudo con el paquete de dirigir una película seria, de denuncia más explícita, la cual recibió miles de críticas por los grupos religiosos, esto es posiblemente lo que le ayudó al menos a recuperar algo de lo invertido.

Una buena idea, con un buen guion se vio disminuido por un mal director. Este fracaso es lo que lo llevó a regresar a su vieja fórmula que si bien no le daría un papel en la historia del cine (el cual ya se ganó en 1993 con “Clerks” y “Mallrats”) al menos le permitía contar lo que él quiere contar y de la forma que lo quiere hacer, donde se mantiene hasta la fecha, incluso con “Tusk” (2016) que es una arriesgada película de terror/humor en su estilo, no esté hecha para ser un éxito, sino para mantener el universo Smith funcionando desde “Yoga Hoser” (2016,) “Jay and Silent Bob Reboot (2019) y por supuesto “Clerks III” (2022), que no es sino un homenaje a todos aquellos que participaron hace treinta años en construir ese sueño llamado “View Askew” (nombre de la productora de Smith y Mosier).

Kevin Smith pertenece a una generación de directores que vieron en la independencia de la industria la mejor manera de contar sus historias, en una época que se daba toda una revolución contracultural como no la ha habido desde entonces. Una forma distinta, más cercana a los espectadores, a las realidades con toda la diversidad que existe y no podemos negar.

Tal vez su propia naturaleza irreverente, simplona, adolescente de los noventas, es la que lo aleja de todos los demás directores de esa generación, pero es claro que él no quiere premios dados por adultos que usan saco y corbata, tampoco quiere el reconocimiento de gente que vive en mansiones en Los Ángeles, para él eso no es importante.

Sin embargo, para mí, lo triste es sentirme con el Síndrome de Winnie Pooh, como un Christopher Robin que al crecer se va alejando más del Bosque de los Cien Acres y ese oso divertido ya no me lo parece más. Es triste que ya no dialogue más conmigo, no porque él no quiere sino porque al final, sin darme cuenta, me tragué la píldora azul y de a poco me convertí en adulto.



Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia

"Bardo", el alucine de Iñárritu que escupe unas cuantas verdades sobre México



Cinetiketas | Por Jaime López |


Muchos comentarios se han hecho con motivo de la más reciente película de Alejandro González Iñárritu, "Bardo...", los cuales, en su mayoría, están enfocados en juicios anticipados acerca de lo plasmado por el ganador del premio Oscar.

Que si la película es un homenaje a su ego; que si el personaje central, interpretado por el extraordinario Daniel Giménez Cacho, es una representación disimulada del director; o que si "El negro" (como le apodan al realizador nacido en la capital del país) recurre a escenas "mafufas" para suplir su presunta falta de solidez argumental.

Para quien suscribe este texto, la obra en cuestión es una hermosa reflexión sobre la vida, la trascendencia y el ilusorio concepto del éxito sembrado por la sociedad.

En una edición cuasi circular, que abre y cierra con la misma escena, donde una silueta negra intenta emprender el vuelo, el filme de González Iñárritu honra su kilométrico título: "Bardo, falsas crónicas de unas cuantas verdades".

Lo anterior en virtud de que el también guionista de la película revela parte de la filosofía que ha adquirido a lo largo de su carrera y de sus experiencias personales, pero las reviste de elementos oníricos que sacarán del confort a los espectadores acostumbrados a que les expliquen las cosas de manera digerida.

En el camino, la obra también incluye apuntes sobre el sistema y la historia nacional; además, lanza algunas críticas a Estados Unidos, algo que se agradece en un mundo que, generalmente, es mojigato e hipócrita.

A pesar de sus secuencias aparentemente ilógicas, por ejemplo, cuando el rol de Giménez Cacho busca un pez en un transporte que se inunda de la nada o cuando el protagonista adquiere una forma niñezca al reencontrarse con su padre, la historia tiene un aire melancólico y honesto.

Las "falsas verdades" escupidas a lo largo de la trama por el realizador propician una revisión de nuestras propias existencias y del legado que probablemente vamos a dejar a nuestro alrededor, ya sea mediante los amigos que se emocionan con nuestros triunfos o con las historias que contamos y transmitimos a través de nuestro trabajo.

La trascendencia que plantea González Iñárritu también se extiende a las personas que, por diversas razones, se convirtieron en enemistades longevas e incómodas.

Es cierto. "Bardo..." no es para todos los gustos y puede parecer algo larga y pretenciosa. No lo es, según el humilde cinéfilo que escribe esta reseña. Sin embargo, requiere una lectura más epidérmica, no superficial, no típica, mucho más compleja, como la vida misma.

A final de cuentas, el proceso existencial de cada individuo no es circular, ni lineal y está conformado por altas y bajas.

Cabe agregar que la obra también incluye una mofa a los programas ridículos producidos por el mainstream televisivo nacional y, además, plantea un bello homenaje a los sonidistas y los actores que trabajan en doblaje o hacen voz en off, como el propio Giménez Cacho.

A eso hay que sumar la lente de Darius Khondji, que acentúa el surrealismo de la nueva cinta de González Iñárritu, pero que también ensalza a la Ciudad de México, demarcación que puede considerarse como una latitud llena de magia, historia y verdades incómodas.



X: un viaje oscuro, salvaje y espirituoso para celebrar una década de Los Yonkis

  • El material discográfico estará disponible en todas las plataformas musicales a partir del 18 de noviembre de 2022.

Ya más de una década haciendo música, rock and roll, giras y un disco tras otro desde la independencia. Más de diez años de citas, tragos y cuentos de terror que conservan un discurso estético, lírico y musical pero que a la par se reinventa, se electrifica y evoluciona. Más de dos lustros de cuervos, vampiros, locas y gatos con siete vidas que tiran el zarpazo por igual en las calles del centro y en todo tipo de foros, plazas y escenarios del país. Más de X años de Iván García y Los Yonkis y un álbum que nos debían pero que también les debíamos para celebrar la trayectoria de una de las bandas más representativas del rock poblano.

X es el nombre del disco conformado por piezas clásicas del repertorio de Los Yonkis, pero interpretadas por grandes músicos y amigos de la escena local y nacional. Un trabajo discográfico único que es un crisol de voces y estilos musicales en donde podremos escuchar clásicos como “Grito” en ska, “Brindis” con voz femenina e incluso “Panteón” en dos versiones contrastantes.

“Hace tres años debimos celebrar nuestro aniversario número diez el cual no pudimos festejar debido a la pandemia. Así que hasta ahora pudo ver la luz este proyecto el cual se puede nombrar como más les acomode definir la «X»”.

X se suma a la discografía de la banda como el séptimo álbum tras la publicación de Espantapájaros (2001), En vivo acústico (2013), Frik (2014), Sal Paraíso (2017), Tormenta (2018) y Ciudad Soledad (2020). Iván García recuerda la génesis de Los Yonkis, los primeros acordes y los días ahora lejanos en donde los güisquis no hacían nada:

“Los Yonkis fue el nombre que adoptamos después de un riguroso concilio por ahí de 2009. Aunque lo más duro que consumíamos seguramente eran unas Sol Bravas decidimos nombrarnos así en homenaje a William Burroughs y su afamada novela. También optamos por hacer la adaptación gráfica a la voz inglesa de “junkie” para reiterar nuestro compromiso con la lengua española”.

Y así comenzó esta historia, una banda de universitarios que amaban la música y la literatura. Tocamos donde nos ofrecieran cervezas y hubiera fiesta. Hacíamos sonar nuestros instrumentos de gama baja con precisión y firmeza. Hasta inspiramos una novela. Grabamos un demo con temas que ahora son clásicos de nuestro repertorio”.

El letrista y compositor también rememora el lanzamiento del primer álbum en una época que apenas entraba al mundo digital como lo conocemos hoy en día, y en donde la forma de producir y distribuir música se ha transformado radicalmente:

“En 2011 se graba el primer LP titulado Espantapájaros, que se grabó en el estudio de Carlos Iván Carrillo mejor conocido como Carri (hoy Casa Yonki), y quien al final se sumaría a la alineación oficial de la banda. Naciendo así la dupla que ha dado el sonido característico a Los Yonkis y a los otros álbumes publicados bajo esta estructura”.

El álbum X se lanzará oficialmente en todas las plataformas musicales este 18 de noviembre con la participación de dieciséis músicos y agrupaciones que se han hermanado con el proyecto que encabeza Iván García a lo largo de los años y representa también un agradecimiento a la comunidad musical que ha arropado el sonido de Los Yonkis durante más de una década:

“Así hemos ido de gira sumando el talento de grandes músicos y hermanos que nos han acompañado en este viaje. También hemos compartido escenario con muchos proyectos musicales con los que nos hemos hermanado y quienes han querido celebrar con nosotros en una magna fiesta. Acompáñenos en este viaje oscuro, salvaje y espirituoso reunido en este LP”.

X fue masterizado en Casa Yonki y el maravilloso arte del disco, el cual representa mucho del espíritu “Yonkiano” estuvo a cargo del artista y tatuador Checo Mora y su estilo tradicional.



Escafandra Literaria: entrevista con Jorge Correa



Jorge Correa es un talentoso escritor nacido en Quintana Roo que forma parte de la antología 'Letrinas del Cosmódromo', publicada por Editorial Agujero de Gusano. En esta charla nos habla de su forma de entender la narrativa y la poesía, de sus referentes literarios y de su libro 'Ya no hay fechas importantes' (Pinos Alados, 2020).



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Café Tacvba invita a poblanos a "seguir el taconazo" en Auditorio GNP



Por Jaime López

La icónica banda de rock mexicano, Café Tacvba, regresará a tierras poblanas el próximo 19 de noviembre, a las 21 horas, con la finalidad de hacer un recorrido por varios de los éxitos musicales que forman parte de su trayectoria.

Cabe recordar que la banda ganadora del Grammy estuvo en abril pasado en el marco de las presentaciones de la Feria de Puebla, conjuntando a miles de fanáticos en la zona de Los Fuertes.

Ahora, Café Tacvba se presentará en el Auditorio GNP, ubicado en la zona del Parque Industrial, bajo el lema de #QueSigaElTaconazo

Lo anterior en virtud de que la agrupación fundada en Ciudad Satélite continúa con sus presentaciones tras 32 años de existencia. Se espera un lleno total en el recinto dado que la banda conjuntó a casi 10 mil espectadores en su última visita a la capital poblana.

En un video difundido a través de redes sociales, Emmanuel del Real, mejor conocido como "Meme", saludó a sus seguidores de Puebla con la finalidad de invitarlos al concierto.

"Ojalá nos podamos saludar y pasarla bien", expresó.

Café Tacvba ha logrado trascender la barreras del tiempo, manteniendo su legado entre diversas generaciones, quienes cantan varias de sus melodías con mucho ahínco.

Con más de tres décadas en el universo sonoro, la agrupación también se caracteriza por sus pronunciamientos a favor de la diversidad, la inclusión y la defensa de la naturaleza.




Letrinas: El valle inquietante



El valle inquietante

Eva Campos
 

Le puse la correa a Bargo, mi perro pitbull de manchas cafés y blancas, y después tomé las llaves y mi celular. El paseo de este día sería más que interesante, pues hoy visitaríamos el panteón que se encontraba a tres cuadras de mi casa. El día soleado y la compañía de Bargo, me daba la valentía que necesitaba para entrar al cementerio, pues desde que era un niño jamás me gustaron, debido a que en una ocasión un señor, cuando yo tenía siete años, asomado por la barda, intentó convencerme de entrar; el aspecto de aquel hombre fue lo que más me asustó, su rostro estaba muy delgado, era muy viejo y tenía poco cabello, en pocas palabras, era horrible. Cuando le conté a mi madre lo que había sucedido, ella no dudó ni un segundo en ir a enfrentarlo, pero ya no pudo alcanzarlo, pues cuando llegó, el anciano ya se había ido. Desde entonces me fue muy difícil volver a acercarme a ese sitio.

Después de varios minutos de andar, llegamos al lugar; era miércoles por la mañana, por lo que había muy poca gente. Bargo y yo entramos sin pensarlo mucho, mentiría si dijera que no sentí un poco de miedo, pero aun con temor seguí. Una vez ahí, antes de entrar de lleno entre las lápidas, observé hacia los lados, sabía que era imposible que aquel hombre estuviera aquí, pero de alguna forma mi cerebro quería estar seguro. Convencido de que ningún anciano se hallaba cerca, continué con el paseo.

Recorrimos gran parte del cementerio, en cierto punto del paseo me pareció muy aburrido haber ido, pues no había nada interesante que ver. No comprendí cómo fue que de niño le tuve tanto miedo, si solo se trataba de un campo lleno de lápidas y árboles. Una vez que llegamos a la zona más profunda, me di cuenta de que esa parte era un lugar diferente al resto. El terreno era un poco extenso, tenía una mini montaña de tierra, y sobre la cima de esta se hallaban muchas cruces verdes. Miré el sitio cuidadosamente, entonces supe que se trataba de la fosa común; el sitio donde se enterraban los cuerpos de las personas fallecidas que no eran reconocidas en la SEMEFO.

Entré despacio, no sabía si era por el cambio de terreno, o porque el sitio estaba rodeado de muchos árboles, pero sentí que mi piel se estremeció por un súbito cambio de temperatura. Ignoré el hecho de tener frío en un día con sol, y seguí con mi propósito; sin embargo, a Bargo pareció no agradarle la idea, ya que se sentó sobre sus patas, y puso resistencia cuando intenté obligarlo a entrar.

—Está bien, Bargo, vámonos —dije—. De hecho, a mí también me asusta un poco este lugar.

En el momento en que estaba a punto de salir, un rayo de sol iluminó la montaña y al tiempo un reflejo fue perceptible. Fruncí las cejas y me acerqué al objeto que brillaba. Era un pedazo de lata, y a su lado se encontraba un cráneo humano. Me sorprendí ante el hallazgo; aunque estaba en un cementerio, las probabilidades de encontrar algo parecido eran mínimas, pues los cuidadores se encargaban de que estas cosas no estuvieran a la vista del público.

Pensar en tocarlo me provocó asco, así que mejor lo moví con la punta del pie; el cráneo era de color beige, estaba tierroso y le faltaban algunos dientes. Me agaché para observar mejor, y saqué mi celular para tomarle una foto, pero el gruñido de mi perro me interrumpió; cuando giré mi cabeza para ver a Bargo, alguien estaba detrás de mí. Un anciano vestido de negro me estaba observado fijamente.

—¡Ay, pendejo! —grité antes de caer sobre el cráneo y romperlo, sentí ardor en la palma de la mano, el hueso me había cortado la piel.

El viejo se parecía mucho al hombre que vi de niño, aquello hizo palpitar muy fuerte mi corazón. Me levanté y tomé con fuerza la correa de Bargo, él se posicionó frente a mí, listo para protegerme en caso de que aquel individuo tratara de tocarme. Lo miré fijamente, mientras él hacía lo mismo, después de varios minutos así, quitó su vista de mí y miró el cráneo roto.  —¿Acaso no te enseñó tu abuela que nunca debes tocar los huesos de un difunto? —susurró, estaba chimuelo—. Los muertos tienen memoria y suelen ser muy vengativos.

No respondí, era evidente que él estaba loco. Bargo continuó gruñendo cada vez más fuerte. El anciano dio un paso hacia mí, pero no esperé a que se acercara más, lo rodeé y antes de alejarme, sentí que rozó mi brazo con sus dedos, estaba frío como un muerto. No me detuve hasta que llegué a casa. Una vez dentro, me lavé la herida de la mano y limpié el lugar donde había sentido su tacto. Aún lejos de aquel sitio, mi corazón seguía latiendo con fuerza, por lo que me fui a recostar en la recámara, para tratar de tranquilizarme.

No sé cuánto tiempo me dormí, pero era evidente que había sido por mucho, pues cuando desperté estaba cubierto con una manta, prueba de que mi madre ya había llegado del trabajo. Busqué mi celular bajo la almohada y lo encendí. Eran las tres de la mañana. Me sorprendí de lo tarde que era, me costó trabajo creer que había dormido todo el día y parte de la noche. Mi estómago gruñó, tenía mucha hambre. Me senté sobre la cama, sentí que un frío helado recorrió todo mi cuerpo. Me acerqué a la orilla y antes de pisar el suelo, de reojo, logré divisar una sombra en la entrada de mi puerta. Contuve la respiración. Giré mi rostro y observé lo que sea que estuviera allí. Bargo estaba sentado sobre sus patas traseras, inmóvil, mirándome fijamente. Sus ojos brillaban rojizos, como si fueran un par de llamaradas.

—¿Bargo? —susurré—. ¿Estás bien?

Bargo no se inmutó, siguió en esa misma posición. No sabía qué, pero algo, no estaba bien. Sentí que en mi estómago se había asentado una presión muy fuerte. Era irónico pensar que yo estaba teniendo miedo de mi propio perro; sin embargo, muy en el fondo, lo tenía. Pisé el suelo y me levanté despacio.

—Bargo, amigo, ¿qué tienes? —pregunté al mismo tiempo que intenté acercarme a él.

Antes de que pudiera tocarlo, Bargo me mostró sus dientes y me gruñó con amenaza. Retrocedí. Respiré lentamente, lo que sea que le estuviera pasando a Bargo, estaba provocando que me desconociera. A lo mejor era porque las luces estaban apagadas y no podía distinguir bien mi figura, sería la primera vez que algo así le pasaba. Caminé hacia atrás con lentitud, busqué de reojo el apagador que se encontraba a un lado de mi ropero; cada vez que me movía, los bramidos de Bardo se volvían más fuertes. Una vez cerca del interruptor, Bardo se levantó sobre sus dos patas traseras y comenzó a salivar como perro rabioso. Tragué lento. No era posible que él pudiera mantener el equilibrio parado de esa manera; en mi vida había visto que un perro se levantara como un humano.

—Tranquilo, amigo, soy yo, Julián —le dije atemorizado.

Apreté el apagador. Pero la luz no prendió, y en ese mismo instante, Bargo ladró con fiereza y corrió hacia mí, todavía levantado sobre dos patas. Yo grité aterrado, brinqué sobre mi cama antes de que el perro pudiera acorralarme contra la pared. Corrí hacia la puerta, al tiempo que encendía la linterna de mi celular. Salí corriendo hacia el pasillo y choqué contra la pared. Sus ladridos ensordecedores y sus fauces calientes, podía sentirlos cerca de mis pantorrillas; me di vuelta lo más rápido que pude y lo alumbré con la linterna de mi celular, pero Bargo desapareció.

Me puse de pie, iluminé hacia los lados del pasillo, buscando a Bargo, pero no logré divisarlo. Respiré hondo, mis manos temblaban, y mi corazón latía como loco. No tuve tiempo de pensar en por qué Bargo se estaba comportando así, porque la linterna de mi celular se apagó de manera súbita.

—¡No, no me hagas esto! —gemí.

Cuando la luz se extinguió, él apareció de nuevo; al final del pasillo, Bargo estaba de pie, gruñendo de nuevo. Esta vez no esperé a que él se moviera primero, corrí despavorido hacia el cuarto de mi madre. Entré precipitado y cerré de un golpe. El fuerte ruido la despertó y asustada se levantó de un salto.

—¿Julián? —preguntó—. ¿Qué pasa?

Ignoré sus preguntas y cerré la puerta con seguro. Me agaché hacia el suelo y observé por la rejilla de la puerta, vi las dos patas de Bargo caminar afuera de la habitación. Me levanté y caminé nervioso hacia mi madre.

—¡Tenemos que irnos de aquí! —grité—. ¡Dame tu celular! ¡Llamaré a la policía!

—¡¿De qué estás hablando?! ¡Dime qué pasa! ¡Me estás asustando!

—¡Bargo se ha vuelto loco! ¡Quiso atacarme y estaba caminando en dos patas como si fuera una persona!

—¿Qué? —mi madre frunció las cejas—. ¿Estás drogado? No hay manera de que Barguito esté haciendo esas cosas, ¡es un perro!

—¡Lo que está allá afuera no es un puto perro!

—Ay, por dios Julián, seguramente tuviste una pesadilla —caminó hacia la puerta—. Te demostraré que solo ha sido un mal sueño.

—¡No! ¡No abras!

Sin escucharme, abrió la puerta y, en el mismo instante que lo hizo, Bargo entró y de un salto la pescó del cuello. Comenzó a morderla violentamente. Mi madre vociferó mi nombre con fuerza. Salí disparado contra el perro, lo tomé por la espalda y traté de quitárselo, pero estaba bien agarrado contra su carne; las mordidas eran tan intensas que la sangre de mi madre comenzó a brotar con rapidez. No lo pensé más, corrí hacia la cocina y tomé un cuchillo. Regresé apresurado y me arrojé contra Bargo, logré quitárselo de encima; comencé a apuñalarlo sin piedad una y otra vez, hasta que los chillidos de mi perro se apagaron. Las lágrimas aparecieron y mojaron mi rostro, el shock me hizo temblar de pies a cabeza, arrojé lejos el cuchillo y comencé a llorar frenéticamente.

—¡Ay, dios mío! —gritó enloquecida—. ¡¿Qué hiciste Julián?! ¡Bargo! ¡No puede ser!

Sentí un espasmo del susto que me provocaron sus gritos. Parpadeé muy rápido. Mi madre ya no estaba tirada, sino que estaba al final del pasillo, observándome con horror. Sentí que el pánico me embargaba desde lo más profundo de mis entrañas. Ya no era de noche, sino de día. Perdí la respiración. Un miedo atroz me invadió por dentro; me obligué a mirar hacia abajo, donde yacía mi pobre perro. Grité horrorizado. Bargo estaba sobre mis piernas, con las tripas de fuera. Aún tenía la correa puesta. Nunca me quedé dormido.




Eva Sulim Campos Martínez, ha publicado un total de cinco cuentos en diferentes medios, como El Velador en Licor de Cuervo, La mosca en Estrépito, Petunia y su hambre en Nudo Gregoriano. Así como también, ha sido parte de dos antologías, una de la Editorial Tinta de Escritores TDE, con su cuento Un labial y un vestido de 1922. Y la segunda en la Editorial Lebri, con su cuento La casa de mi abuela.

Letrinas: Poemas de Amaury Salvador


Poemas de Amaury Salvador


Mi abuelo soñaba

que su caballo lo abandonaba.

Él lo amarraba al huizache

para pode orinar,

pero cuando volvía,

ya no estaba el caballo.

Había huido.

Como su juventud

y su norte.


 

Siempre después

del acto del amor, me digo que

la próxima vez usaré condón.

Pero parezco un encadenado a la roca

del amor libre y sin látex de por medio.

 

Gracias a que mi madre

ha invocado la protección

de algún santo sobre mí,

aún soy VIH negativo.

 

 

Esta broma demoníaca,

esta agonía errante,

este traspié,

no podía

no debía ser real.

Mas hubo un error

y las matemáticas se despeñaron junto con el verbo.

 

Un bisbiseo bosquejado

y después una palabra.

  

 

HA SIDO LARGA LA ESPERA

Aunque después me arrojes a los cardos,

mi corazón es bujía desbocada,

salto abisal,

y a veces páramo yerto,

inerte.


Eres un vidrio encajado

que no se sabe

si aún sangra o ya causó costra.


 

LA DEPRESIÓN ES FRÍA


Dura y mojada como el adoquín.

Es la miseria de una tarde dominical
crecida entre gritos parentales
y descomposición familiar.
Es esperar sabiendo la futilidad de ello.
Saber que el mañana depara
cosas quizá peores.
Es irse a la cama
pensando en el trabajo del día siguiente;

recontar las monedas
esperando alguna maravilla.

Es la carcoma del sistema:

te hacen pensar en dinero

como si en él estuviese la felicidad.
Y a veces está
cuando las tripas rugen,
cuando se quiere ir a una feria
y el bolsillo vacío no lo permite.

Es ver a mi madre esperando
por la próxima quincena,                                                                                      
soñando con otra vida, otra casa,
un nuevo comienzo.



 

FINAL DE FÚTBOL LLANERO


Se dieron cita las señoras

con sus quitasoles
y sus sillitas plegables de plástico
para apoyar a sus maridos
en la liga de veteranos
a las seis de la tarde de un sábado cualquiera.

 

Los jugadores
con sesenta y reumas,
pero aún bregando,

soportan las mentadas de madre
de los concurrentes
que miran desde los bordes y las calles;

y corren sus últimos años

plenos de maña futbolera.


Lo peor se lo llevan los árbitros:
los espectadores se meten a la cancha
entre gritos que piden más cartones de cerveza,
y reclaman.


Marcan un penal
y la porra se viene encima.

Anotan y,
al final de la final,
la trifulca.

 



DESPLAZARSE DE MANERA AUTOMÁTICA

 

Sentarse en cualquier asiento del camión,

de preferencia

que no dé el sol en la cara.

Es preciso continuar otro día,

vivir como sin pensar,

aunque esto implique sus dificultades.

 

Entrar por las puertas traseras

tratando de pasar desapercibido.

Sentir el vacío en los elevadores.

Escribir cosas que nadie leerá

y sentarse en el excusado

a pensar en los tiempos que ya fueron.

 

Entrar a las galerías

a mirar cuadros abstractos que no te dicen nada.

Llegar a casa buscando algo que no sabes qué es

y salir desesperada,

nuevamente a la calle.

 

Hacer las maletas sin saber qué guardar en ellas.

 

Uno es la historia que dice a los demás

y su sonrisa postiza.

 

“A usted no le pago para que venga a leer poesía”.

 

Degustar el hierro.

 

Tuve un amor puro como un diamante.

 

 


TODAS LAS TARDES

 

Me encuentro con tres obreros

(como yo

pero sin corbata)

a los que les pega el sol del atardecer.

Beben cerveza

tecate light

en la estación de gasolina.

Bajo un árbol

esperan el camión

que los llevará de vuelta a casa.


 

 

HE ESTADO PENSANDO QUE

 

La vida es como el tiempo

que rentabas para saltar en un brincolín

o como esas monedas que insertas

para jugar The king of fighters.

 

Puedes gastarla lamiendo un helado de fresa

que se derrite

como la tarde entre tus manos.

Puedes drogarte y tirarte en la pradera

a mirar el relumbre de las flores y las hojas verdes.

 

También puedes ser el chico que se queda mirando

cómo los demás se divierten.

 

O puedes bajarte de la montaña rusa

antes de que comience el vértigo.


 

 

ELLA SEGURAMENTE ESTÁ ASISTIENDO

a ese festival de cine,

mientras yo me pudro

leyendo sobre economía y política.

 

Quizá está acompañada...

Hablará de mí

como conmigo habló de otros.

 

Desearía extirparme

los demonios con cabeza de avestruz

que me asaltan por las noches.

 

Recorrer las calles es angustioso.

 

En todo caso, habré de eliminar

nuestras fotos íntimas,

los archivos que me recuerdan a ella.

Habría que borrar del mundo

las presas, los árboles. Las prendas floreadas.

 

Hago el poema de su despedida:

me cansé de esperar el mensaje que no llega.

Y entonces escribir se vuelve como exprimir limón amargo.

 

¿Dónde comprará hoy

las películas piratas que solíamos mirar

con chatarra en nuestros dientes?

 

 

 

Amaury Salvador (León, Guanajuato, 1995). Publicó Cálculos renales, su primer poemario individual, por Ediciones la Rana, en el año 2022. También publicó su plaquette de poesía Monóculo, dentro de la antología Las buenas nuevas. Antología de poesía de la última juventud guanajuatense, por la Editorial KAIROS, en el año 2020.  Asimismo, se ha publicado su trabajo en diversas revistas y periódicos digitales.

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