Escafandra Literaria: entrevista con el escritor Alejandro Badillo
Kevin Smith: ascenso y descenso de un eterno adolescente
Por Jorge Tadeo Vargas |
“A la gente le gusta poner el listón alto. A mí me gusta poner el listón en el suelo y apenas pasarlo. Me gusta mantener las expectativas muy bajas”
Kevin Smith
Tratar de definir a Kevin Smith solo como
director de cine, es quedarse corto con lo que significa para la cultura pop en
los últimos veinte años. Incluso cuando se habla con él, la dirección de cine es
lo último que considera a la hora de hablar de su trabajo.
Es mucho más que eso, a la par de que gracias
a su trabajo en la dirección es que se convirtió en lo que es, al mismo tiempo
que para muchos representa el sentir de aquellos mediados de los noventa y toda
una movida alternativa que estaba entre la contracultura y la resaca de la
década de los ochenta. Su cine y sus historias representaban la ironía, el
sarcasmo, pero sobre todo el hartazgo disfrazado de apatía ante una sociedad
que no ofrecía nada, ni siquiera las drogas, eso ya se habías superado unos
años atrás.
Si revisamos todo lo que ha hecho desde 1993,
año que comenzó a trabajar en “Clerks”, la cual para mucho es un retrato
calcado de la clase media más allá de los Estados Unidos, así como toda la
influencia de la cultura pop en lo que hacemos (¿Quién no hace referencias en
el día a día de Star Wars, Los Simpson, Malcolm, entre otras?) desde hace casi
treinta años.
Pero antes de escribir sobre su cine hagamos
un repaso por todo lo que Kevin Smith aporta, desde esa hiperactividad que lo
tiene siempre haciendo algo. Desde escribir donde su blog “My Boring Ass Life”
fue hasta el 2015 el espacio en el cual nos contaba su día a día, haciéndolo de
una forma bastante divertida, entretenida, sin censura y dejándonos ver esa
parte creativa, desde donde sale todo su trabajo.
Su paso por el mundo de los comics no solo fue
por el par de programas de televisión que tuvo, ni el podcast que armo con
varios de sus amigos, tampoco la tienda que compro con su hermano de otra madre
como el define a Jason Mewe. su paso se define como escritor, desde donde
elaboró algunos arcos para Spider Man, Green Arrow, Green Hornet, y las
exitosas Batman: Cacophony (2008) y Daredevil: Guardian Devil (1999) con la que
le dio nueva vida al antihéroe de Hell's Kitchen y le hicieron ganar el respeto
en la industria. O su fracaso como productor de la serie de Netflix “He-Man:
Master of Universe” donde un intento muy mal logrado de corrección política echó por tierra todo el proyecto.
Por último, sus conferencias o Stand Up Comedy
que viene haciendo de forma regular desde hace algunos años con un formato que
le permite dialogar con la audiencia sin tapujos, contando anécdotas, historias
y respondiendo preguntas. Este formato de sus conferencias/stand-up le permite
hacer lo que mejor hace, un tributo a sí mismo, desde la burla y la ironía.
Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible
sin su llegada al cine, haciéndolo desde la influencia que tuvo para muchos de
sus contemporáneos Richard Linklater con “Slacker” (1991), donde se conjugaba
una forma de expresar sentires de un cierto sector de la juventud de esos años,
con una estética poco atractiva, menos artística pero que encajaba bien en esta
idea alternativa de que menos, es más.
Así con su opera prima Smith, donde le da voz a
cierto sector residual de la Generación X con un excelente guion y poco
presupuesto da un repaso a los sinsabores de ser un joven en esos años, de todo
el desencanto, de pasar los días sin un propósito mayor que juntarnos a
discutir sobre la cultura pop, sobre aquello con lo que crecimos viendo,
leyendo, una parte residual que seguía siendo outsider, la antítesis de Patrick
Bateman, a los que apenas nos alcanzaba para discutir sobre pornografía, donde
las novias iban siendo esa semilla del feminismo actual, curiosamente desde una
perspectiva mucho más amplia y conciliadora.
A muchos que estábamos en la transición de la
preparatoria a la universidad, “Clerks” nos pateó directo en la cara. La
historia representaba mucho de nuestro día a día, de nuestras relaciones de
amistad entre hombres, muy cercano al “bromance”, o la presencia femenina que a
fuerzas de estar cobra sentido y empoderamiento en cada una de las películas de
Kevin Smith y que define parte de sus historias.
Con “Clerks” se ganó toda una legión de jóvenes desadaptados, sin futuro que fueron los que a pesar de las críticas lo han mantenido haciendo cine y los que le permitieron hacer su segunda película con la que se ganó un lugar como cineasta de culto.
Con “Mallrats” (1995) Smith se posiciona como
icono de la cultura pop al concentrar en la película referencias de mucho de lo
que forma esta cultura que tiene ciertos rasgos contestatarios o al menos
confrontativos con el adultocentrismo. Aquí se habla de cómics, de películas,
de “talk shows”, de pornografía, de mariguana, todo esto desde el humor
característico de Kevin Smith donde presenta un día a día de la rutina de una
generación que no encuentra su lugar, que está -de cierta manera- esperando que
los tiempos cambien y los hippies tengan razón, que la frivolidad de los
ochenta no los permeé con su cinismo, donde esos centros comerciales que George
Romero mostraba como parte de la alienación, forman parte del desencanto
aderezado con mucha ironía. Entre chiste y broma nos va mostrando que la
adultocracia es parte de la lucha de los jóvenes en un momento de desencanto.
Los Beastie Boys son ejemplo de esto cuando dicen: “You Gotta Figth, for you
Rigths to Party”. Mallrats es eso y más.
Para 1997, Kevin Smith ya comenzaba a mostrar
que sus prioridades iban madurando, que ya no todo era pasar el día sin hacer
nada, su legión estaba creciendo y si bien, nos manteníamos siendo unos
outsiders estábamos madurando. Fue así como con “Chasing Amy” (1997) hace su
primer intento de hablar de temas más serios, pero sin perder su estilo de
contar historias.
Una comedia muy adelantada a su época, con
unos de los guiones más inteligentes de Kevin Smith, además de una narrativa
muy detallada. Desde una defensa explícita a la comunidad LGBTQ+ hasta el
clásico bromance, que es parte del sello de Smith, tal vez porque es algo muy
cercano en su vida, si pensamos en su relación con Jason Newes y Scott Mosier, que lo han acompañado desde el inicio, sin embargo, en esta sí hace un coqueteo
al prejuicio alrededor de este concepto.
Chasing Amy dejaba atrás todo el desencanto
disfrazado de humor de sus películas anteriores y nos daba una tesis sobre el
amor (no) romántico, la amistad, las formas de relacionarnos, claro sin que por
esto faltaran las referencias a la cultura pop y las bromas con cierto toque
políticamente incorrecto.
Para finales de la década toma una de las
decisiones más arriesgadas en su filmografía por muchas razones y filma “Dogma”
(1999) que sería su primer película con un presupuesto mayor a los diez
millones de dólares; los estudios ya comenzaban a verlo como garantía de ventas
y apostaron por él.
Con esta película Smith mostró dos cosas. La
primera es que es un excelente escritor, capaz de desarrollar varios arcos
narrativos, sus guiones suelen ser inteligentes y críticos, sin embargo, tiene
muchas carencias como director, que no se sienten a la hora de hacer una
película de poco presupuesto, por lo tanto, no necesita mucho, su estilo de
filmar largos planos secuencia le ayuda mucho para esconder sus carencias, cosa
que en “Dogma” no logra hacer. Esta fue la principal razón de su fracaso en la
taquilla. La segunda razón tiene que ver con la confusión que hay desde el
dogma católico de no entender que no era una crítica per se al catolicismo
(Kevin Smith fue criado como católico), sino una reflexión sobre algunos mitos
-y dogmas- que se presentan como verdades más allá del sentido común. Las
fuertes críticas a la película por grupos religiosos fueron también factor para
su fracaso en la taquilla.
Aquí se muestra un Smith mucho más maduro a la
hora de escribir sus chistes que, aunque siguen en el mismo sello
políticamente incorrecto, lleno de referencias escatológicas, pornográficas y a
la cultura pop, estos ya no llevan todo el peso de la historia, con esto
comienza a darse un quiebre entre su legión y lo que quería mostrar. “Dogma” es
posiblemente la película que pudo haber llevado a Kevin más allá de ser un
director de culto. Lamentablemente no es lo que él quería y para 2001 filma
“Jay and Silent Bob Strike Again”, que si bien critica a Hollywood y toda la
industria del cine, los chistes reciclados, las mismas
situaciones que ya venía presentando desde 1993, son parte medular de esta
película que deja claro que está buscando un diálogo con adolescentes, dejando
fuera todo aquel sentimiento de fracaso e ironía de sus primeros filmes.
Incluso ese “bromance” se sentía forzado, sin fuerza, obligado como parte de
los chistes de Smith.
En 2004 intenta -de nuevo- hacer un cine
más adulto con “Jersey Girl” la cual es un rotundo fracaso, desde un guion muy
forzado al dejar fuera lo que mejor sabe hacer Smith, una dirección con muchas
limitaciones y actuaciones bastante malas, la película fue el comienzo del
descenso del realizador más allá del cine independiente, rompiendo con gran parte de
su legión, la cual ni siquiera con la segunda parte de “Clerks” (2006) y la
recuperación de lo que algunos críticos llaman el “trash talk” característico
de Smith, logran salvarlo. De no ser por la participación de Rosario Dawson, esta
secuela pasaría sin pena ni gloria.
En 2008 regresa a un intento de comedia
romántica con “Zack and Miri Make a Porno” que a pesar del “trash talk” y de un guion
que intenta cumplir con los estándares del género sin perder el sello de Smith, además de contar con Seth Rogen como protagonista no cuajó, siendo uno de los
últimos intentos por buscar hacer un cine menos adolescente, más cercano al momento generacional. De nuevo fue condenado por la
crítica, un fracaso en taquilla, y se alejaba del cine de culto que lo
había mantenido.
El 2011 sería su momento de mayor rebeldía,
primero decide dar un giro en su estilo de cine con “Red State”, donde la
distribución la llevará él mismo antes de caer en la censura a la que lo estaban
obligando, y hace una crítica sin miramientos a la sociedad norteamericana, los
cultos religiosos, los líderes y la violencia desde un thriller en donde las cosas vuelven a salir mal al encontrarse con las
limitaciones de Smith, quien no pudo con el paquete de dirigir una película seria,
de denuncia más explícita, la cual recibió miles de críticas por
los grupos religiosos, esto es posiblemente lo que le ayudó al menos a recuperar algo de lo invertido.
Una buena idea, con un buen guion se vio disminuido por un mal director. Este fracaso es lo que lo llevó a regresar a su vieja fórmula que si bien no le daría un papel en la historia del cine (el cual ya se ganó en 1993 con “Clerks” y “Mallrats”) al menos le permitía contar lo que él quiere contar y de la forma que lo quiere hacer, donde se mantiene hasta la fecha, incluso con “Tusk” (2016) que es una arriesgada película de terror/humor en su estilo, no esté hecha para ser un éxito, sino para mantener el universo Smith funcionando desde “Yoga Hoser” (2016,) “Jay and Silent Bob Reboot (2019) y por supuesto “Clerks III” (2022), que no es sino un homenaje a todos aquellos que participaron hace treinta años en construir ese sueño llamado “View Askew” (nombre de la productora de Smith y Mosier).
Kevin Smith pertenece a una generación de directores que vieron en la independencia de la industria la mejor manera de contar sus historias, en una época que se daba toda una revolución contracultural como no la ha habido desde entonces. Una forma distinta, más cercana a los espectadores, a las realidades con toda la diversidad que existe y no podemos negar.
Tal vez su propia naturaleza irreverente,
simplona, adolescente de los noventas, es la que lo aleja de todos los demás
directores de esa generación, pero es claro que él no quiere premios dados por
adultos que usan saco y corbata, tampoco quiere el reconocimiento de gente que
vive en mansiones en Los Ángeles, para él eso no es importante.
Sin embargo, para mí, lo triste es sentirme con
el Síndrome de Winnie Pooh, como un Christopher Robin que al crecer se va
alejando más del Bosque de los Cien Acres y ese oso divertido ya no me lo
parece más. Es triste que ya no dialogue más conmigo, no porque él no quiere
sino porque al final, sin darme cuenta, me tragué la píldora azul y de a poco
me convertí en adulto.
Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia
"Bardo", el alucine de Iñárritu que escupe unas cuantas verdades sobre México
En el camino, la obra también incluye apuntes sobre el sistema y la historia nacional; además, lanza algunas críticas a Estados Unidos, algo que se agradece en un mundo que, generalmente, es mojigato e hipócrita.
X: un viaje oscuro, salvaje y espirituoso para celebrar una década de Los Yonkis
- El material discográfico estará disponible en todas las plataformas musicales a partir del 18 de noviembre de 2022.
“Hace tres años debimos celebrar nuestro aniversario número diez el cual no pudimos festejar debido a la pandemia. Así que hasta ahora pudo ver la luz este proyecto el cual se puede nombrar como más les acomode definir la «X»”.
“Los Yonkis fue el nombre que adoptamos después de un riguroso concilio por ahí de 2009. Aunque lo más duro que consumíamos seguramente eran unas Sol Bravas decidimos nombrarnos así en homenaje a William Burroughs y su afamada novela. También optamos por hacer la adaptación gráfica a la voz inglesa de “junkie” para reiterar nuestro compromiso con la lengua española”.Y así comenzó esta historia, una banda de universitarios que amaban la música y la literatura. Tocamos donde nos ofrecieran cervezas y hubiera fiesta. Hacíamos sonar nuestros instrumentos de gama baja con precisión y firmeza. Hasta inspiramos una novela. Grabamos un demo con temas que ahora son clásicos de nuestro repertorio”.
“En 2011 se graba el primer LP titulado Espantapájaros, que se grabó en el estudio de Carlos Iván Carrillo mejor conocido como Carri (hoy Casa Yonki), y quien al final se sumaría a la alineación oficial de la banda. Naciendo así la dupla que ha dado el sonido característico a Los Yonkis y a los otros álbumes publicados bajo esta estructura”.
“Así hemos ido de gira sumando el talento de grandes músicos y hermanos que nos han acompañado en este viaje. También hemos compartido escenario con muchos proyectos musicales con los que nos hemos hermanado y quienes han querido celebrar con nosotros en una magna fiesta. Acompáñenos en este viaje oscuro, salvaje y espirituoso reunido en este LP”.
Escafandra Literaria: entrevista con Jorge Correa
Jorge Correa es un talentoso escritor nacido en Quintana Roo que forma parte de la antología 'Letrinas del Cosmódromo', publicada por Editorial Agujero de Gusano. En esta charla nos habla de su forma de entender la narrativa y la poesía, de sus referentes literarios y de su libro 'Ya no hay fechas importantes' (Pinos Alados, 2020).
Café Tacvba invita a poblanos a "seguir el taconazo" en Auditorio GNP
#RT @Revista_Sputnik Ya falta poco para el concierto de @cafetacvba en Puebla, en el @AuditorioGNP Acá la invitación de "Meme" para los seguidores de la icónica banda fundada en 1989 @Idevymark pic.twitter.com/918UXpkSgP
— Jaime López reportero (@JaimeComunidad3) November 15, 2022
Letrinas: El valle inquietante
Le puse la correa a Bargo, mi perro
pitbull de manchas cafés y blancas, y después tomé las llaves y mi celular. El
paseo de este día sería más que interesante, pues hoy visitaríamos el panteón
que se encontraba a tres cuadras de mi casa. El día soleado y la compañía de
Bargo, me daba la valentía que necesitaba para entrar al cementerio, pues desde
que era un niño jamás me gustaron, debido a que en una ocasión un señor, cuando
yo tenía siete años, asomado por la barda, intentó convencerme de entrar; el
aspecto de aquel hombre fue lo que más me asustó, su rostro estaba muy delgado,
era muy viejo y tenía poco cabello, en pocas palabras, era horrible. Cuando le
conté a mi madre lo que había sucedido, ella no dudó ni un segundo en ir a
enfrentarlo, pero ya no pudo alcanzarlo, pues cuando llegó, el anciano ya se
había ido. Desde entonces me fue muy difícil volver a acercarme a ese sitio.
Después de varios minutos de andar,
llegamos al lugar; era miércoles por la mañana, por lo que había muy poca
gente. Bargo y yo entramos sin pensarlo mucho, mentiría si dijera que no sentí
un poco de miedo, pero aun con temor seguí. Una vez ahí, antes de entrar de
lleno entre las lápidas, observé hacia los lados, sabía que era imposible que
aquel hombre estuviera aquí, pero de alguna forma mi cerebro quería estar
seguro. Convencido de que ningún anciano se hallaba cerca, continué con el
paseo.
Recorrimos gran parte del
cementerio, en cierto punto del paseo me pareció muy aburrido haber ido, pues
no había nada interesante que ver. No comprendí cómo fue que de niño le tuve
tanto miedo, si solo se trataba de un campo lleno de lápidas y árboles. Una vez
que llegamos a la zona más profunda, me di cuenta de que esa parte era un lugar
diferente al resto. El terreno era un poco extenso, tenía una mini montaña de
tierra, y sobre la cima de esta se hallaban muchas cruces verdes. Miré el sitio
cuidadosamente, entonces supe que se trataba de la fosa común; el sitio donde
se enterraban los cuerpos de las personas fallecidas que no eran reconocidas en
la SEMEFO.
Entré despacio, no sabía si era por
el cambio de terreno, o porque el sitio estaba rodeado de muchos árboles, pero
sentí que mi piel se estremeció por un súbito cambio de temperatura. Ignoré el
hecho de tener frío en un día con sol, y seguí con mi propósito; sin embargo, a
Bargo pareció no agradarle la idea, ya que se sentó sobre sus patas, y puso
resistencia cuando intenté obligarlo a entrar.
—Está bien, Bargo, vámonos —dije—.
De hecho, a mí también me asusta un poco este lugar.
En el momento en que estaba a punto
de salir, un rayo de sol iluminó la montaña y al tiempo un reflejo fue
perceptible. Fruncí las cejas y me acerqué al objeto que brillaba. Era un pedazo
de lata, y a su lado se encontraba un cráneo humano. Me sorprendí ante el
hallazgo; aunque estaba en un cementerio, las probabilidades de encontrar algo
parecido eran mínimas, pues los cuidadores se encargaban de que estas cosas no
estuvieran a la vista del público.
Pensar en tocarlo me provocó asco,
así que mejor lo moví con la punta del pie; el cráneo era de color beige,
estaba tierroso y le faltaban algunos dientes. Me agaché para observar mejor, y
saqué mi celular para tomarle una foto, pero el gruñido de mi perro me
interrumpió; cuando giré mi cabeza para ver a Bargo, alguien estaba detrás de
mí. Un anciano vestido de negro me estaba observado fijamente.
—¡Ay, pendejo! —grité antes de caer
sobre el cráneo y romperlo, sentí ardor en la palma de la mano, el hueso me
había cortado la piel.
El viejo se parecía mucho al hombre
que vi de niño, aquello hizo palpitar muy fuerte mi corazón. Me levanté y tomé
con fuerza la correa de Bargo, él se posicionó frente a mí, listo para
protegerme en caso de que aquel individuo tratara de tocarme. Lo miré
fijamente, mientras él hacía lo mismo, después de varios minutos así, quitó su
vista de mí y miró el cráneo roto. —¿Acaso
no te enseñó tu abuela que nunca debes tocar los huesos de un difunto?
—susurró, estaba chimuelo—. Los muertos tienen memoria y suelen ser muy
vengativos.
No respondí, era evidente que él
estaba loco. Bargo continuó gruñendo cada vez más fuerte. El anciano dio un
paso hacia mí, pero no esperé a que se acercara más, lo rodeé y antes de
alejarme, sentí que rozó mi brazo con sus dedos, estaba frío como un muerto. No
me detuve hasta que llegué a casa. Una vez dentro, me lavé la herida de la mano
y limpié el lugar donde había sentido su tacto. Aún lejos de aquel sitio, mi
corazón seguía latiendo con fuerza, por lo que me fui a recostar en la
recámara, para tratar de tranquilizarme.
No sé cuánto tiempo me dormí, pero
era evidente que había sido por mucho, pues cuando desperté estaba cubierto con
una manta, prueba de que mi madre ya había llegado del trabajo. Busqué mi
celular bajo la almohada y lo encendí. Eran las tres de la mañana. Me sorprendí
de lo tarde que era, me costó trabajo creer que había dormido todo el día y
parte de la noche. Mi estómago gruñó, tenía mucha hambre. Me senté sobre la
cama, sentí que un frío helado recorrió todo mi cuerpo. Me acerqué a la orilla
y antes de pisar el suelo, de reojo, logré divisar una sombra en la entrada de
mi puerta. Contuve la respiración. Giré mi rostro y observé lo que sea que
estuviera allí. Bargo estaba sentado sobre sus patas traseras, inmóvil,
mirándome fijamente. Sus ojos brillaban rojizos, como si fueran un par de
llamaradas.
—¿Bargo? —susurré—. ¿Estás bien?
Bargo no se inmutó, siguió en esa
misma posición. No sabía qué, pero algo, no estaba bien. Sentí que en mi
estómago se había asentado una presión muy fuerte. Era irónico pensar que yo
estaba teniendo miedo de mi propio perro; sin embargo, muy en el fondo, lo
tenía. Pisé el suelo y me levanté despacio.
—Bargo, amigo, ¿qué tienes?
—pregunté al mismo tiempo que intenté acercarme a él.
Antes de que pudiera tocarlo, Bargo
me mostró sus dientes y me gruñó con amenaza. Retrocedí. Respiré lentamente, lo
que sea que le estuviera pasando a Bargo, estaba provocando que me
desconociera. A lo mejor era porque las luces estaban apagadas y no podía
distinguir bien mi figura, sería la primera vez que algo así le pasaba. Caminé
hacia atrás con lentitud, busqué de reojo el apagador que se encontraba a un
lado de mi ropero; cada vez que me movía, los bramidos de Bardo se volvían más
fuertes. Una vez cerca del interruptor, Bardo se levantó sobre sus dos patas
traseras y comenzó a salivar como perro rabioso. Tragué lento. No era posible
que él pudiera mantener el equilibrio parado de esa manera; en mi vida había visto
que un perro se levantara como un humano.
—Tranquilo, amigo, soy yo, Julián —le
dije atemorizado.
Apreté el apagador. Pero la luz no
prendió, y en ese mismo instante, Bargo ladró con fiereza y corrió hacia mí,
todavía levantado sobre dos patas. Yo grité aterrado, brinqué sobre mi cama
antes de que el perro pudiera acorralarme contra la pared. Corrí hacia la
puerta, al tiempo que encendía la linterna de mi celular. Salí corriendo hacia
el pasillo y choqué contra la pared. Sus ladridos ensordecedores y sus fauces
calientes, podía sentirlos cerca de mis pantorrillas; me di vuelta lo más
rápido que pude y lo alumbré con la linterna de mi celular, pero Bargo
desapareció.
Me puse de pie, iluminé hacia los
lados del pasillo, buscando a Bargo, pero no logré divisarlo. Respiré hondo,
mis manos temblaban, y mi corazón latía como loco. No tuve tiempo de pensar en
por qué Bargo se estaba comportando así, porque la linterna de mi celular se
apagó de manera súbita.
—¡No, no me hagas esto! —gemí.
Cuando la luz se extinguió, él
apareció de nuevo; al final del pasillo, Bargo estaba de pie, gruñendo de
nuevo. Esta vez no esperé a que él se moviera primero, corrí despavorido hacia
el cuarto de mi madre. Entré precipitado y cerré de un golpe. El fuerte ruido
la despertó y asustada se levantó de un salto.
—¿Julián? —preguntó—. ¿Qué pasa?
Ignoré sus preguntas y cerré la
puerta con seguro. Me agaché hacia el suelo y observé por la rejilla de la
puerta, vi las dos patas de Bargo caminar afuera de la habitación. Me levanté y
caminé nervioso hacia mi madre.
—¡Tenemos que irnos de aquí!
—grité—. ¡Dame tu celular! ¡Llamaré a la policía!
—¡¿De qué estás hablando?! ¡Dime qué
pasa! ¡Me estás asustando!
—¡Bargo se ha vuelto loco! ¡Quiso
atacarme y estaba caminando en dos patas como si fuera una persona!
—¿Qué? —mi madre frunció las cejas—.
¿Estás drogado? No hay manera de que Barguito esté haciendo esas cosas, ¡es un
perro!
—¡Lo que está allá afuera no es un
puto perro!
—Ay, por dios Julián, seguramente
tuviste una pesadilla —caminó hacia la puerta—. Te demostraré que solo ha sido
un mal sueño.
—¡No! ¡No abras!
Sin escucharme, abrió la puerta y,
en el mismo instante que lo hizo, Bargo entró y de un salto la pescó del
cuello. Comenzó a morderla violentamente. Mi madre vociferó mi nombre con
fuerza. Salí disparado contra el perro, lo tomé por la espalda y traté de
quitárselo, pero estaba bien agarrado contra su carne; las mordidas eran tan
intensas que la sangre de mi madre comenzó a brotar con rapidez. No lo pensé
más, corrí hacia la cocina y tomé un cuchillo. Regresé apresurado y me arrojé
contra Bargo, logré quitárselo de encima; comencé a apuñalarlo sin piedad una y
otra vez, hasta que los chillidos de mi perro se apagaron. Las lágrimas
aparecieron y mojaron mi rostro, el shock me hizo temblar de pies a cabeza,
arrojé lejos el cuchillo y comencé a llorar frenéticamente.
—¡Ay, dios mío! —gritó enloquecida—.
¡¿Qué hiciste Julián?! ¡Bargo! ¡No puede ser!
Sentí un espasmo del susto que me provocaron sus gritos. Parpadeé muy rápido. Mi madre ya no estaba tirada, sino que estaba al final del pasillo, observándome con horror. Sentí que el pánico me embargaba desde lo más profundo de mis entrañas. Ya no era de noche, sino de día. Perdí la respiración. Un miedo atroz me invadió por dentro; me obligué a mirar hacia abajo, donde yacía mi pobre perro. Grité horrorizado. Bargo estaba sobre mis piernas, con las tripas de fuera. Aún tenía la correa puesta. Nunca me quedé dormido.
Letrinas: Poemas de Amaury Salvador
Poemas de Amaury Salvador
Mi
abuelo soñaba
que
su caballo lo abandonaba.
Él lo amarraba al huizache
para pode orinar,
pero
cuando volvía,
ya
no estaba el caballo.
Había huido.
Como
su juventud
y
su norte.
Siempre después
del
acto del amor, me digo que
la
próxima vez usaré condón.
Pero
parezco un encadenado a la roca
del
amor libre y sin látex de por medio.
Gracias
a que mi madre
ha
invocado la protección
de
algún santo sobre mí,
aún
soy VIH negativo.
Esta
broma demoníaca,
esta
agonía errante,
este
traspié,
no
podía
no
debía ser real.
Mas
hubo un error
y
las matemáticas se despeñaron junto con el verbo.
Un
bisbiseo bosquejado
y
después una palabra.
HA SIDO LARGA LA ESPERA
Aunque después me arrojes a los cardos,
mi corazón es bujía desbocada,
salto abisal,
y
a veces páramo yerto,
inerte.
Eres un vidrio encajado
que
no se sabe
si aún sangra o ya causó costra.
LA DEPRESIÓN ES FRÍA
Dura y mojada como el adoquín.
Es la miseria de una tarde dominical
crecida entre gritos parentales
y descomposición
familiar.
Es esperar sabiendo la futilidad de ello.
Saber que el mañana depara
cosas quizá peores.
Es irse a la cama
pensando en el trabajo del día siguiente;
recontar las
monedas
esperando alguna maravilla.
Es la carcoma del
sistema:
te hacen
pensar en dinero
como si en él
estuviese la felicidad.
Y a veces está
cuando las tripas rugen,
cuando se quiere ir a una feria
y el bolsillo vacío no lo permite.
Es ver a mi
madre esperando
por la próxima quincena,
soñando con otra
vida, otra casa,
un nuevo comienzo.
FINAL DE FÚTBOL
LLANERO
Se dieron cita las señoras
con sus quitasoles
y sus sillitas plegables de plástico
para apoyar a sus maridos
en la liga de veteranos
a las seis de la tarde de un sábado
cualquiera.
Los jugadores
con sesenta y reumas,
pero aún bregando,
soportan las
mentadas de madre
de los concurrentes
que miran desde los bordes y las calles;
y corren sus últimos
años
plenos de maña
futbolera.
Lo peor se lo llevan los árbitros:
los espectadores se meten a la cancha
entre gritos que piden más cartones de
cerveza,
y reclaman.
Marcan un penal
y la porra se viene encima.
Anotan y,
al final de la final,
la trifulca.
DESPLAZARSE DE MANERA AUTOMÁTICA
Sentarse en cualquier asiento del camión,
de preferencia
que no dé el sol en la cara.
Es preciso continuar otro día,
vivir como sin pensar,
aunque esto implique sus dificultades.
Entrar por las puertas traseras
tratando de pasar desapercibido.
Sentir el vacío en los elevadores.
Escribir cosas que nadie leerá
y sentarse en el excusado
a pensar en los tiempos que ya fueron.
Entrar a las galerías
a mirar cuadros abstractos que no te dicen nada.
Llegar a casa buscando algo que no sabes qué es
y salir desesperada,
nuevamente a la calle.
Hacer las maletas sin saber qué guardar en ellas.
Uno es la historia que dice a los demás
y su sonrisa postiza.
“A usted no le pago para que venga a leer poesía”.
Degustar el hierro.
Tuve un amor puro como un diamante.
TODAS LAS TARDES
Me
encuentro con tres obreros
(como
yo
pero
sin corbata)
a
los que les pega el sol del atardecer.
Beben
cerveza
tecate
light
en
la estación de gasolina.
Bajo
un árbol
esperan
el camión
que
los llevará de vuelta a casa.
HE
ESTADO PENSANDO QUE
La
vida es como el tiempo
que
rentabas para saltar en un brincolín
o
como esas monedas que insertas
para jugar The king of fighters.
Puedes
gastarla lamiendo un helado de fresa
que
se derrite
como
la tarde entre tus manos.
Puedes
drogarte y tirarte en la pradera
a
mirar el relumbre de las flores y las hojas verdes.
También
puedes ser el chico que se queda mirando
cómo
los demás se divierten.
O
puedes bajarte de la montaña rusa
antes de que comience el vértigo.
ELLA SEGURAMENTE ESTÁ ASISTIENDO
a ese festival de cine,
mientras yo me pudro
leyendo sobre economía y política.
Quizá está acompañada...
Hablará de mí
como conmigo habló de otros.
Desearía extirparme
los demonios con cabeza de avestruz
que me asaltan por las noches.
Recorrer las calles es angustioso.
En todo caso, habré de eliminar
nuestras fotos íntimas,
los archivos que me recuerdan a ella.
Habría que borrar del mundo
las presas, los árboles. Las prendas floreadas.
Hago el poema de su despedida:
me cansé de esperar el mensaje que no llega.
Y entonces escribir se vuelve como exprimir limón amargo.
¿Dónde comprará hoy
las películas piratas que solíamos mirar
con chatarra en nuestros dientes?
Amaury Salvador (León, Guanajuato, 1995). Publicó Cálculos renales, su primer poemario individual, por Ediciones la Rana, en el año 2022. También publicó su plaquette de poesía Monóculo, dentro de la antología Las buenas nuevas. Antología de poesía de la última juventud guanajuatense, por la Editorial KAIROS, en el año 2020. Asimismo, se ha publicado su trabajo en diversas revistas y periódicos digitales.