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El sinsentido en el cine de los Hermanos Coen




Jorge Tadeo Vargas |

 

“Afortunadamente estamos libres del proceso de desarrollo y del proceso de realización de la película del comité de Hollywood. Ellos entienden que si van a hacer una película con nosotros, nos dejarán hacerla a nuestra manera.”
Joel Coen

 

Para intentar entender el cine de los Hermanos Coen tenemos que ver sus orígenes, de donde vienen y quienes son. Son un par de hermanos judíos que no cumplen con el cliché que por años Hollywood ha perpetuado y nos ha vendido. Sí son judíos, pero son originarios de Minnesota, es decir de esa región que se le conoce como el “Midwest” norteamericano, lo que de entrada los convierte en “outsiders” en la industria cinematográfica que suele concentrarse en dos grandes ciudades como son Los Ángeles, California y New York, NY, aunque el mayor dominio se dé en la ciudad californiana, desde los inicios del cine norteamericano.

Desde esa visión del “Midwest” de ver y vivir la vida es que estos dos hermanos, uno graduado de la escuela de cine y otro de la de filosofía, es lo que les permitió que sus historias se vayan contando desde lo absurdo, desde el sinsentido como eje rector y la principal característica de sus películas.

Pertenecientes a una generación de cineastas que a finales de la década de los ochenta y gran parte de los noventa, supieron mantener su trabajo en la línea fronteriza de la independencia y la industria cinematográfica. Esta generación donde hay nombres como Richard Linklater, Quentin Tarantino, Kevin Smith, PT Anderson entre muchos otros que se permitieron con su arte hacer un cuestionamiento al sistema, a la forma de vida occidental que nos impone una forma única de pensar y de actuar.

Con esto me refiero a que no importa de qué lado de la moneda ideológica nos toque estar, al final la forma de pensar, que se nos dicta es única y autoritaria. Contra todo ello es que se rebelaba esta generación de cineastas a la que pertenecen los Coen, evidenciando el vacío de las estructuras tanto sociales, políticas y/o culturales, principalmente en el mundo occidental y la hegemonía e influencia que se tiene a nivel global.

Esta crítica al sistema y sus estructuras permea mucho en la construcción de los distintos géneros cinematográficos que están presentes en la obra de los Coen y esto lo hacen desde una profunda conciencia histórica, la cual juega en papel muy importante en la mayoría de sus películas, así como el absurdo que también tiene un papel importantísimo en la elaboración de los personajes, con lo que convierten su obra en un homenaje, una burla, una apropiación, un retrato de su idea de deconstruir y visualizar estos géneros, como la comedia romántica, el western, el noir.

En Blood Simple (1985) ya comenzaban a perfilar esas ideas narrativas con mucha influencia de la literatura, algo que continúan haciendo en toda su obra, a la par de el sinsentido y la deconstrucción del género o de los géneros más representativos del cine norteamericano. Blood Simple encaja dentro del noir, neo-noir, para ser más específicos, donde el humor absurdo y situaciones sin lógica van comenzando a desarrollarse logrando construir una mejor historia con su segundo largometraje Raising Arizona (1987), una comedia absurda, con gags y momentos que parecen ser un homenaje a los grandes comediantes de inicios del cine. Con esta película es que comienzan a perfilar, esa relación orgánica y sinérgica que tienen para ellos las imágenes y la música.

Con Miller's Crossing (1990) regresan al género neo-noir, esta vez desde una historia de gánsteres pero con una construcción de personajes alejados del cliché que en ese momento era el predominante en el cine de este subgénero liderado por Coppola y Scorsese.

Aquí ellos toman como base las novelas de Dashiell Hammett para darle una perspectiva distinta al género. A pesar de que en la taquilla no le fue nada bien, tampoco con mucha de la crítica; y es que se estrenó a la par de Goodfellas de Scorsese y Godfather II de Coppola, pero con el paso de los años, Miller's Crossing se ha consolidado como una película que rompe con estereotipos, que va más allá de lo que se puede esperar del género y nos da una de los historia de gánsteres mejor trabajadas.

Un año después presentan Barton Fink (1991), película que les da el reconocimiento internacional al ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes como mejor película, mejor guion y mejor actuación a John Turturro, además reciben sus primeras nominaciones a los Premios Oscar.

Basada en una época fetiche para los Coen como son los años previos, durante y posteriores a la gran depresión, desde la construcción del monopolio en que se convirtió Hollywood, cuenta la historia de un personaje que intenta encajar en la maquila del cine, a la par de que van desarrollando una serie de personajes secundarios y antagónicos muy interesantes, como lo es el que personifica John Goodman en una de sus mejores actuaciones. Mucho se ha hablado de una secuela, que al final sabemos que no llegará, al menos no de la mano de los hermanos.

Con The Hodsucker Proxy (1994) se mantienen en la época de la gran depresión y con una comedia absurda y sinsentido hacen una crítica al sistema económico capitalista que engulle a las personas hasta llevarlas al límite. Si bien, esta es una de las películas menos “exitosas” de los hermanos Coen en la taquilla y en premios, la crítica la trató bien. Es posiblemente una de las menos conocidas pero queda la actuación de Tim Robbins como alguien del Midwest” que intenta vender una idea en Wall Street. La crítica al capitalismo en The Hodsucker Proxy cobra mayor relevancia en estos días.

Fargo (1996) los regresa al camino del éxito, eso sí, sin cambiar un mínimo su forma de contar historias para convertirse en directores exitosos tanto con la crítica como en taquilla al conseguir y ganar varios premios alrededor del mundo. Regresan al neo-noir y juegan un poco con el humor negro y esa pasión por la literatura, construyen una historia tan sólida que permitió incluso un spin-off como serie que duró tres temporadas, manteniendo ese estilo sobrio y elegante, lleno de sinsentidos absurdos.

Los Coen se han caracterizado por llevar a la comedia a nuevos derroteros, dotándola de cierta inteligencia sin caer en superioridad moral; sus personajes van caminando por situaciones que de la forma en que son narradas y/o construidas pierden toda solemnidad. Es el caso de The Big Lebowski (1998) que con una historia muy sencilla, que podríamos catalogar dentro del género neo-noir, nos da una comedia negra, llena de situaciones hilarantes, absurdas, ilógicas. El éxito de esta película se puede medir más allá de la taquilla o de la crítica, su verdadera influencia en la cultura pop, es que año tras año desde 1999, se organiza un festival en su honor, aunque se suspendió en pandemia y no se sabe si regresará, sin embargo habla de la gran influencia de esta película. Ni qué decir del impecable soundtrack que va desde Bob Dylan hasta los Gipsy Kings.

En O Brother Where Art Thou? (2000) toman un arriesgado camino y le dan un papel protagónico a la historia y a la música (histórica). Basándose en la Odisea de Homero, nos llevan por un recorrido de la América Profunda en años de la gran depresión (su época fetiche), convirtiendo la película en todo un documento histórico y de recuperación de la memoria sin perder un ápice de lo que estos hermanos nos tienen acostumbrados con el sinsentido, lo absurdo y esa forma de tejer los hilos entre personajes y situaciones.

El trabajo de rescate musical que hace T Bone Burnett, su compositor musical de cabecera, merece un reconocimiento aparte pues permitió que mucha música de la América Profunda fuera reconocida a nivel mundial. Canciones que tienen más de cien años.

El inicio de siglo estuvo marcado por lo que considero un bajo en la calidad cinematográfica de estos hermanos; si bien The Man Who Wasn't There (2001) es una película arriesgada, elegante, muy bien contada, no tuvo el impacto que tuvieron las demás. Lo mismo paso con Intolerable Cruelty (2003), un intento de comedia romántica que a pesar o por culpa de los protagonistas, no logró cerrar el círculo quedándose como un intento de deconstrucción del género. Lo mismo pasa con la adaptación de la película inglesa de 1955, The Ladykillers que aunque tiene una historia muy buena, no termina de cuajar.

En 2007 con la adaptación de la novela No Country For Old Men de Cormac McCarthy retoman el camino y combinando de forma excepcional el western con el neo-noir logran la que para muchos es su mejor película. Aunque la adaptación es bastante libre, es la forma que ellos tienen para trabajar la literatura, algo que está presente en todas sus películas. No Country For Old Men los pone de vuelta en el grupo de directores premiados que, aunque el reconocimiento no es importante para ellos, les da una plataforma para que su cine escale más allá de la industria y de la independencia.

Las películas de los hermanos Coen manejan un gran número de líneas narrativas, donde muchas veces el protagonista pierde el peso de toda la historia, eso no es malo, pero a veces como en el caso de Burn After Reading (2008) juega en su contra y una buena historia se ve rebasada. Aunque no sucede lo mismo con Hail Caesar! (2016), con la que sí lo logran, haciendo una crítica al Macartismo y su lista negra.

Con Inside Llewyn Davis (2013) y A Seriuos Man (2009) hacen un poco de metaficción tomando la biografía como parte de la historia. Inside Llewyn Davis hace un recorrido por la década de los sesenta, la música folk (de nuevo el soundtrack es fundamental) y mucho absurdo, falta de lógica y humor negro. A Seriuos Man arma un diálogo para ellos mismos burlándose del cliché judío, a la par que lo reconoce y construye una historia que en muchos momentos parece ser algo personal, íntima. Es posiblemente la película menos comprendida de los hermanos.

De la misma forma con True Grit (2010) y The Ballad of Buster Scruggs (2018) siguen con la deconstrucción de unos de los géneros favoritos de Estados Unidos. En la primera construyendo un antihéroe muy alejado de lo que vemos en el western clásico y la segunda tiene muchos guiños a la literatura con una serie de historias sin relación que en palabras de ellos les costó veinticinco años escribir, y que es el último trabajo a la fecha que han realizado juntos, declarando que esa relación ya se terminó. Eso no significa que han dejado de trabajar, Joel filmó en 2021 The Tragedy of Macbeth mientras que Ethan en 2022 dirigió Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind, las cuales mantienen su estilo absurdo pero no alcanzan ese punto perfecto que lograron en sus trabajos en conjunto.

Una de las ideas permanentes en el cine de los hermanos Coen es la de convertir la literatura en arte visual, ponerle movimiento a las palabras, eso se percibe en cada una de sus películas, así como las múltiples referencias a cuentos, novelas, poemas, escritores que les abren un universo de posibilidades y mayor libertad a la hora de trabajar e ir creando sus personajes desde el sinsentido desde donde lo construyen.

La frivolidad y la profundidad son parte de su cine y una forma de ir presentando la realidad que vivimos desde lo hilarante, el absurdo mayor de estar vivos a pesar de todo lo que nos rodea.


Desde el exilio en Ankh-Morpork

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas

El devenir de Emir Kusturica


Jorge Tadeo Vargas | 


Aunque la carrera cinematográfica de Emir Kusturica no inicia en 1995, cuando ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el Oscar a mejor película extranjera por Underground, este fue el año que lo conocí y que comencé el recorrido hacia atrás de su trayectoria, buscando sus películas anteriores. Una rápida búsqueda en el incipiente internet de aquellos años y un amigo que vivía en la Ciudad de México me ayudaron con esto. Él las buscó, las consiguió y me las mandó vía correo postal en formato VHS hasta la ciudad de La Paz, que era donde yo estaba comenzando mis estudios universitarios.

Así fue como vi “Papá esta en viaje de negocios” (1985) con la que inició el camino hacia la internacionalización y el reconocimiento global, ganando su primer Palma de Oro y recibiendo su primer nominación al Oscar como mejor película extranjera. Esto con apenas treinta y dos años. También conseguí “Gipsy Times” (1988), que se convirtió en mi película favorita del director por muchos años, una belleza de lo absurdo y el realismo mágico, con la que hace una denuncia al racismo y la violencia hacia lo diferente, hacia aquellos que tienen una forma de vida distinta a la que el sistema nos dice que debemos de tener, una visión totalmente contraria a la visión occidental que impera en muchos directores de cine, incluso en aquellos que son críticos al sistema.

La tercera (aunque las conseguí en un mismo paquete) fue “Arizona Dream” (1993) su primera (y última) incursión en el cine norteamericano. Una comedia negra, absurda, muy a su estilo que no tuvo el éxito que pudo haber tenido, con un Johnny Depp logrando una de sus mejores actuaciones al lado del genial Jerry Lewis y la maravillosa Faye Dunaway. Con esta, mi colección de la filmografía de Kusturica estaba completa, claro que le sumaba Underground, con su maravillosa banda sonora y el espectacular poster que la acompañaba y que me agencié en el videoclub donde trabajaba. Solo me tocaba estar atento a sus nuevas películas.


Muchos años después conseguí (en DVD) ¿Te acuerdas de Dolly Bell” (1981) donde va mostrando su estilo de sobra conocido, lleno de una elegancia estilística propia de su forma de ver el mundo, su obsesión de enfrentar a sus personajes al caos mientras todo se va resolviendo entre lo absurdo y el realismo mágico. Tal vez esta forma de ver la realidad es lo que lo hace sentirse tan cercano a América Latina, pues entiende a la perfección este surrealismo arropado por la magia, del cual nos sentimos tan orgullosos.

Kusturica es un tipo difícil de descifrar, alguien que traduce de forma perfecta el caos y lo lleva a buen fin, a la par de ser un producto de sus propias contradicciones que lo persiguen para que las traduzca en forma de historias absurdas, hilarantes, esas mismas contradicciones con las que viene lidiando desde la desaparición de Yugoslavia.

Y es que el nacido como bosnio, musulmán, en algún momento tomó la decisión de reconocerse como serbio y se convirtió al cristianismo ortodoxo, a la par de iniciar un viaje al nomadismo que lo ha llevado a vivir en muchos otros países y ciudades. Es como se siente más cómodo, siendo un gitano sin patria que defender o de la cual renegar según sea la situación o las necesidades.


Tal vez es la razón por la que se siente como pez en el agua tocando y girando, primero con la banda punk Zabrajenjo Punsenje o en lo que se convirtió esta agrupación con el paso de los años que es la Emir Kusturica and the No Smoking Orchestra, su espacio seguro desde hace varias décadas y al que regrese siempre de que lo necesita, este espacio colectivo donde es uno más de muchos creativos a la hora de componer y tocar.

En 1998, sumaba a sus otros premios el León de Plata de la muestra de Venecia como mejor director por la película “Gato Negro, Gato Blanco”, una comedia absurda, negra, donde una comunidad gitana es la protagonista. Ambientada en las riberas del Danubio cuenta la historia, cual es su costumbre, de unos marginados que buscan desde su propia visión sobrevivir a este sistema. Aquí la banda sonora es parte fundamental de la historia por lo que toma un papel protagónico, a la par de la dirección de fotografía o de arte. Kusturica mantiene el absurdo, el realismo mágico para contar la historia de quienes sobreviven al borde de la sociedad poniendo en marcha su creatividad para engañar a los privilegiados. Todo esto desde la visión nada occidental que Emir tiene del mundo.

En 2001, estrena el documental Super 8 Stories, donde narra las peripecias de la banda a la que pertenece, los No Smoking Orchestra, mostrando la relación tan cercana que existe entre los integrantes, con lo que hace uno de los mejores documentales de música que he visto. Mas allá de la crítica que se le ha hecho, lo que retrata de manera muy objetiva es la convivencia diaria de una banda más allá de las actitudes y vicios de rockstar que siempre están presentes en este tipo de documentales. No es sobre la caída y la redención, es sobre el amor y la amistad.


Para 2004, regresa a terrenos de la “ficción” con “La vida es un milagro” y uso comillas para resaltar la palabra ficción pues el impresionante trabajo que hace con esta cinta para rescatar la memoria histórica de la guerra yugoslava, la convierte en posiblemente el mejor trabajo de Kusturica hasta el momento. Su objetividad, su madurez como cineasta, son muy claros, además de sumarle significativamente su rechazo a la visión cinematográfica e histórica occidental. Para él, el diálogo no es necesario, mucho menos demostrar algo a la hegemonía occidental (a la cual nunca le ha hecho reverencias). Su cine va más allá de ellos y su visión miope. Para cerrar con “La vida es un milagro” y la recuperación de la memoria presenta el corto “Blue Gipsy” (2005) dándole voz a los niños de la guerra en tan solo diecisiete minutos.

Para 2007, la comedia absurda, el realismo mágico, los marginados y su forma de enfrentar la vida son los protagonistas de la historia de “Prométeme” contando cómo se sobrevive en el borde, ese que el sur global conoce tan bien, lleno de muertos, desaparecidos, de violencia, la cual Kusturica sabe disfrazar muy bien, para soltarla en forma de humor negro, políticamente incorrecto.

Su gusto por el futbol y sus cercanías ideológicas, lo llevaron a filmar en el 2008, “Maradona by Kusturica”, un documental sobre Diego Armando Maradona y el culto que se vive en torno a él, no solo en Argentina, sino en todo el mundo. Aquí también da constancia de la cercanía del diez con cierto sector de la izquierda latinoamericana, y da constancia de ese apego ideológico. Este es un documento fílmico que intenta ser lo más objetivo posible, aunque también lleva mucha carga de sentimentalismo y parcialidad por parte del director, lo cual tampoco es un pecado, al final, el documental narra la historia de un personaje al cual Kusturica admira como jugador y como persona. De nuevo salen a flote sus contradicciones.


En 2014 retoma el cine de ficción participando en el ejercicio “Words with Gods” filmando uno de los nueve cortos de este proyecto fallido que intenta armar un diálogo sobre la existencia de Dios, el cual tristemente queda reducido a historias pretenciosas y faltas de ritmo.

Para 2016 regresa a la dirección con “On the Milky Road” y aunque su estilo se mantiene ha perdido de cierta forma esa visión absurda, de confrontación con el occidente, tal vez como producto de todos sus años viviendo justo en esos países, pero en esta película se le nota autocomplaciente, sin crítica, sin ofrecer nada distinto, incluso su decisión de tomar el rol protagónico junto a Mónica Bellucci, se siente forzado, lejos de lo que nos había dado. Este es posiblemente el peor ejercicio cinematográfico de su carrera, ni siquiera el soundtrack es capaz de salvarlo, tomando en cuenta que para Kusturica esta parte siempre ha jugado un papel importantísimo a la hora de contar sus historias.

Desde 2016 no ha regresado a filmar ficción, aunque en 2018, regresa al terreno de los documentales con “El Pepe: una vida suprema” donde narra la vida de José Mujica, desde sus años en el activismo hasta la llegada a la presidencia. Con este rinde homenaje a uno de los personajes de la izquierda institucional más coherente que han existido y que sin embargo está lleno de contradicciones, tal vez fue la razón por la que Kusturica decidió contar su historia, no podemos ignorar que en las contradicciones propias del director, en 2014 apoyó abiertamente a Vladimir Putin, y actualmente ha declarado su repudio al presidente de Ucrania, en esta guerra contra Rusia. Es claro que sus apoyos tiran más hacia la izquierda, sin hacer un verdadero cuestionamiento. Aquí Kusturica sufre del mal de todas las celebridades de izquierda, una falta de conocimiento real de la problemática, con mucho mainstream de por medio. El apoyo a Mujica, a la vez que Putin no muestra sino sus contradicciones y su intento de navegar más allá del caos.


Emir Kusturica ha declarado en múltiples ocasiones su deseo de dejar de dirigir, de retirarse del cine y dedicarse por completo a la No Smoking Orchestra, sin embargo ha regresado al menos en un par de ocasiones, y es que el cine le ha dado mucho, lo mismo que él nos ha dado a los espectadores y tal vez por eso se mantiene aquí, por ser el lugar desde donde puede arremeter con más fuerza contra las visiones hegemónicas del sistema, desde donde puede debatir ideologías y creencias, desde lo absurdo y surreal, desde donde puede poner en entredicho sus contradicciones e intentar ordenar el caos.



Enero, 2023
Desde algún lugar en el exilio.

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia

Kevin Smith: ascenso y descenso de un eterno adolescente




Por Jorge Tadeo Vargas |

“A la gente le gusta poner el listón alto. A mí me gusta poner el listón en el suelo y apenas pasarlo. Me gusta mantener las expectativas muy bajas”

Kevin Smith

 

Tratar de definir a Kevin Smith solo como director de cine, es quedarse corto con lo que significa para la cultura pop en los últimos veinte años. Incluso cuando se habla con él, la dirección de cine es lo último que considera a la hora de hablar de su trabajo.

Es mucho más que eso, a la par de que gracias a su trabajo en la dirección es que se convirtió en lo que es, al mismo tiempo que para muchos representa el sentir de aquellos mediados de los noventa y toda una movida alternativa que estaba entre la contracultura y la resaca de la década de los ochenta. Su cine y sus historias representaban la ironía, el sarcasmo, pero sobre todo el hartazgo disfrazado de apatía ante una sociedad que no ofrecía nada, ni siquiera las drogas, eso ya se habías superado unos años atrás.

Si revisamos todo lo que ha hecho desde 1993, año que comenzó a trabajar en “Clerks”, la cual para mucho es un retrato calcado de la clase media más allá de los Estados Unidos, así como toda la influencia de la cultura pop en lo que hacemos (¿Quién no hace referencias en el día a día de Star Wars, Los Simpson, Malcolm, entre otras?) desde hace casi treinta años.

Pero antes de escribir sobre su cine hagamos un repaso por todo lo que Kevin Smith aporta, desde esa hiperactividad que lo tiene siempre haciendo algo. Desde escribir donde su blog “My Boring Ass Life” fue hasta el 2015 el espacio en el cual nos contaba su día a día, haciéndolo de una forma bastante divertida, entretenida, sin censura y dejándonos ver esa parte creativa, desde donde sale todo su trabajo.

Su paso por el mundo de los comics no solo fue por el par de programas de televisión que tuvo, ni el podcast que armo con varios de sus amigos, tampoco la tienda que compro con su hermano de otra madre como el define a Jason Mewe. su paso se define como escritor, desde donde elaboró algunos arcos para Spider Man, Green Arrow, Green Hornet, y las exitosas Batman: Cacophony (2008) y Daredevil: Guardian Devil (1999) con la que le dio nueva vida al antihéroe de Hell's Kitchen y le hicieron ganar el respeto en la industria. O su fracaso como productor de la serie de Netflix “He-Man: Master of Universe” donde un intento muy mal logrado de corrección política echó por tierra todo el proyecto.

Por último, sus conferencias o Stand Up Comedy que viene haciendo de forma regular desde hace algunos años con un formato que le permite dialogar con la audiencia sin tapujos, contando anécdotas, historias y respondiendo preguntas. Este formato de sus conferencias/stand-up le permite hacer lo que mejor hace, un tributo a sí mismo, desde la burla y la ironía.

Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin su llegada al cine, haciéndolo desde la influencia que tuvo para muchos de sus contemporáneos Richard Linklater con “Slacker” (1991), donde se conjugaba una forma de expresar sentires de un cierto sector de la juventud de esos años, con una estética poco atractiva, menos artística pero que encajaba bien en esta idea alternativa de que menos, es más.



Así con su opera prima Smith, donde le da voz a cierto sector residual de la Generación X con un excelente guion y poco presupuesto da un repaso a los sinsabores de ser un joven en esos años, de todo el desencanto, de pasar los días sin un propósito mayor que juntarnos a discutir sobre la cultura pop, sobre aquello con lo que crecimos viendo, leyendo, una parte residual que seguía siendo outsider, la antítesis de Patrick Bateman, a los que apenas nos alcanzaba para discutir sobre pornografía, donde las novias iban siendo esa semilla del feminismo actual, curiosamente desde una perspectiva mucho más amplia y conciliadora.

A muchos que estábamos en la transición de la preparatoria a la universidad, “Clerks” nos pateó directo en la cara. La historia representaba mucho de nuestro día a día, de nuestras relaciones de amistad entre hombres, muy cercano al “bromance”, o la presencia femenina que a fuerzas de estar cobra sentido y empoderamiento en cada una de las películas de Kevin Smith y que define parte de sus historias.

Con “Clerks” se ganó toda una legión de jóvenes desadaptados, sin futuro que fueron los que a pesar de las críticas lo han mantenido haciendo cine y los que le permitieron hacer su segunda película con la que se ganó un lugar como cineasta de culto.

Con “Mallrats” (1995) Smith se posiciona como icono de la cultura pop al concentrar en la película referencias de mucho de lo que forma esta cultura que tiene ciertos rasgos contestatarios o al menos confrontativos con el adultocentrismo. Aquí se habla de cómics, de películas, de “talk shows”, de pornografía, de mariguana, todo esto desde el humor característico de Kevin Smith donde presenta un día a día de la rutina de una generación que no encuentra su lugar, que está -de cierta manera- esperando que los tiempos cambien y los hippies tengan razón, que la frivolidad de los ochenta no los permeé con su cinismo, donde esos centros comerciales que George Romero mostraba como parte de la alienación, forman parte del desencanto aderezado con mucha ironía. Entre chiste y broma nos va mostrando que la adultocracia es parte de la lucha de los jóvenes en un momento de desencanto. Los Beastie Boys son ejemplo de esto cuando dicen: “You Gotta Figth, for you Rigths to Party”. Mallrats es eso y más.

Para 1997, Kevin Smith ya comenzaba a mostrar que sus prioridades iban madurando, que ya no todo era pasar el día sin hacer nada, su legión estaba creciendo y si bien, nos manteníamos siendo unos outsiders estábamos madurando. Fue así como con “Chasing Amy” (1997) hace su primer intento de hablar de temas más serios, pero sin perder su estilo de contar historias.

Una comedia muy adelantada a su época, con unos de los guiones más inteligentes de Kevin Smith, además de una narrativa muy detallada. Desde una defensa explícita a la comunidad LGBTQ+ hasta el clásico bromance, que es parte del sello de Smith, tal vez porque es algo muy cercano en su vida, si pensamos en su relación con Jason Newes y Scott Mosier, que lo han acompañado desde el inicio, sin embargo, en esta sí hace un coqueteo al prejuicio alrededor de este concepto.



Chasing Amy dejaba atrás todo el desencanto disfrazado de humor de sus películas anteriores y nos daba una tesis sobre el amor (no) romántico, la amistad, las formas de relacionarnos, claro sin que por esto faltaran las referencias a la cultura pop y las bromas con cierto toque políticamente incorrecto.

Para finales de la década toma una de las decisiones más arriesgadas en su filmografía por muchas razones y filma “Dogma” (1999) que sería su primer película con un presupuesto mayor a los diez millones de dólares; los estudios ya comenzaban a verlo como garantía de ventas y apostaron por él.

Con esta película Smith mostró dos cosas. La primera es que es un excelente escritor, capaz de desarrollar varios arcos narrativos, sus guiones suelen ser inteligentes y críticos, sin embargo, tiene muchas carencias como director, que no se sienten a la hora de hacer una película de poco presupuesto, por lo tanto, no necesita mucho, su estilo de filmar largos planos secuencia le ayuda mucho para esconder sus carencias, cosa que en “Dogma” no logra hacer. Esta fue la principal razón de su fracaso en la taquilla. La segunda razón tiene que ver con la confusión que hay desde el dogma católico de no entender que no era una crítica per se al catolicismo (Kevin Smith fue criado como católico), sino una reflexión sobre algunos mitos -y dogmas- que se presentan como verdades más allá del sentido común. Las fuertes críticas a la película por grupos religiosos fueron también factor para su fracaso en la taquilla.

Aquí se muestra un Smith mucho más maduro a la hora de escribir sus chistes que, aunque siguen en el mismo sello políticamente incorrecto, lleno de referencias escatológicas, pornográficas y a la cultura pop, estos ya no llevan todo el peso de la historia, con esto comienza a darse un quiebre entre su legión y lo que quería mostrar. “Dogma” es posiblemente la película que pudo haber llevado a Kevin más allá de ser un director de culto. Lamentablemente no es lo que él quería y para 2001 filma “Jay and Silent Bob Strike Again”, que si bien critica a Hollywood y toda la industria del cine, los chistes reciclados, las mismas situaciones que ya venía presentando desde 1993, son parte medular de esta película que deja claro que está buscando un diálogo con adolescentes, dejando fuera todo aquel sentimiento de fracaso e ironía de sus primeros filmes. Incluso ese “bromance” se sentía forzado, sin fuerza, obligado como parte de los chistes de Smith.

En 2004 intenta -de nuevo- hacer un cine más adulto con “Jersey Girl” la cual es un rotundo fracaso, desde un guion muy forzado al dejar fuera lo que mejor sabe hacer Smith, una dirección con muchas limitaciones y actuaciones bastante malas, la película fue el comienzo del descenso del realizador más allá del cine independiente, rompiendo con gran parte de su legión, la cual ni siquiera con la segunda parte de “Clerks” (2006) y la recuperación de lo que algunos críticos llaman el “trash talk” característico de Smith, logran salvarlo. De no ser por la participación de Rosario Dawson, esta secuela pasaría sin pena ni gloria.



En  2008 regresa a un intento de comedia romántica con “Zack and Miri Make a Porno” que a pesar del “trash talk” y de un guion que intenta cumplir con los estándares del género sin perder el sello de Smith, además de contar con Seth Rogen como protagonista no cuajó, siendo uno de los últimos intentos por buscar hacer un cine menos adolescente, más cercano al momento generacional. De nuevo fue condenado por la crítica, un fracaso en taquilla, y se alejaba del cine de culto que lo había mantenido.

El 2011 sería su momento de mayor rebeldía, primero decide dar un giro en su estilo de cine con “Red State”, donde la distribución la llevará él mismo antes de caer en la censura a la que lo estaban obligando, y hace una crítica sin miramientos a la sociedad norteamericana, los cultos religiosos, los líderes y la violencia desde un thriller en donde las cosas vuelven a salir mal al encontrarse con las limitaciones de Smith, quien no pudo con el paquete de dirigir una película seria, de denuncia más explícita, la cual recibió miles de críticas por los grupos religiosos, esto es posiblemente lo que le ayudó al menos a recuperar algo de lo invertido.

Una buena idea, con un buen guion se vio disminuido por un mal director. Este fracaso es lo que lo llevó a regresar a su vieja fórmula que si bien no le daría un papel en la historia del cine (el cual ya se ganó en 1993 con “Clerks” y “Mallrats”) al menos le permitía contar lo que él quiere contar y de la forma que lo quiere hacer, donde se mantiene hasta la fecha, incluso con “Tusk” (2016) que es una arriesgada película de terror/humor en su estilo, no esté hecha para ser un éxito, sino para mantener el universo Smith funcionando desde “Yoga Hoser” (2016,) “Jay and Silent Bob Reboot (2019) y por supuesto “Clerks III” (2022), que no es sino un homenaje a todos aquellos que participaron hace treinta años en construir ese sueño llamado “View Askew” (nombre de la productora de Smith y Mosier).

Kevin Smith pertenece a una generación de directores que vieron en la independencia de la industria la mejor manera de contar sus historias, en una época que se daba toda una revolución contracultural como no la ha habido desde entonces. Una forma distinta, más cercana a los espectadores, a las realidades con toda la diversidad que existe y no podemos negar.

Tal vez su propia naturaleza irreverente, simplona, adolescente de los noventas, es la que lo aleja de todos los demás directores de esa generación, pero es claro que él no quiere premios dados por adultos que usan saco y corbata, tampoco quiere el reconocimiento de gente que vive en mansiones en Los Ángeles, para él eso no es importante.

Sin embargo, para mí, lo triste es sentirme con el Síndrome de Winnie Pooh, como un Christopher Robin que al crecer se va alejando más del Bosque de los Cien Acres y ese oso divertido ya no me lo parece más. Es triste que ya no dialogue más conmigo, no porque él no quiere sino porque al final, sin darme cuenta, me tragué la píldora azul y de a poco me convertí en adulto.



Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia

El arquetipo del antihéroe según Marvel Cómics


Por Jorge Tadeo Vargas |  

 

“Aquellos que hagan daño a los demás, asesinos, violadores, psicópatas, sádicos, llegarán a conocerme bien. Frank Castle ha muerto. Llámenme…”. -The Punisher

“Bajo la lluvia todos somos Frank Castle”. -Arma X

 

La figura del antihéroe es un recurso literario que se ha utilizado desde hace décadas y que, si bien muchas veces se confunde con villanos, las características más comunes, es que dentro de estos personajes existe un cierto sentido del bien y de la justicia, los cuales tienen que prevalecer a toda costa, sin importar los métodos a utilizar para conseguirlos.

Los antihéroes generalmente se presentan como personajes con una mala actitud, antisociales, con una moral bastante retorcida, son personas muy inteligentes, aunque a veces esto no se cumple del todo, son violentos o no dudan en usar la violencia para que la justicia prevalezca.

Dentro de la literatura, novelas como “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades” o “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, entre algunas otras, son ejemplos de estos personajes. En la literatura noir es posiblemente la que usa más este recurso, tal vez porque es la que más se presta para ello.

En el cine, en la televisión, además de en los cómics, es donde estos personajes tienen más presencia y por lo tanto hay confusiones entre villanos carismáticos, encantadores, con los que el público puede sentir algo de empatía.

Ejemplos hay muchos; en las últimas décadas podemos mencionar a Tony Soprano de la serie de HBO “The Sopranos” un villano violento, sin ningún tipo de moral, egocéntrico, que se ha vuelto todo un referente de la cultura pop. También podemos mencionar a Walter White de “Breaking Bad” que, si bien al inicio de la serie comienza como un posible antihéroe, con el paso de los episodios va mostrando más características de villano, lo mismo sucede con el “Joker” de la película de Todd Phillips del mismo nombre. Todos ellos a pesar del encariñamiento de los espectadores, no dejan de ser villanos (tal vez el “Joker” sea el más ambiguo de estos ejemplos) que deciden torcer la ley para su propio beneficio.

Aquí también vale la pena incluir a Patrick Bateman de la novela de Bret Easton Ellis “American Psycho”, que posteriormente fue adaptado al cine por Mary Harron y el cual en muchas ocasiones lo incluyen como un antihéroe, cuando no lo es.

Todos estos personajes mencionados son egoístas, egocéntricos, violentos y no tienen el menor sentido de la justicia, lo cual es una característica vital cuando hablamos de antihéroes. Si no buscan el bien común, no pueden serlo, solo son villanos.

Si hablamos de personajes en el cine que cumplen con las características para ser considerados dentro del espectro de antihéroes, podemos mencionar a la mayoría de los protagonistas del género italiano “Spaguetti Western” siendo Sergio Leone y Sergio Cabucci sus mejores representantes en las décadas de los cincuenta y sesenta. También podemos mencionar los personajes protagonizados por Clint Eastwood y Charles Bronson entre los sesenta y setentas, donde representaban policías con un sentido muy retorcido de la justicia, sin ningún remordimiento a la hora de matar a los villanos.

En épocas más actuales tenemos a John McClane de la saga “Die Hard”, o las tres primeras películas de la saga de “Mad Max” como el arquetipo ideal de un antihéroe. Personas que van lidiando con sus propios demonios, pero que están convencidos que aun en un mundo apocalíptico, la justicia y la protección de los débiles es primordial para que el mundo no caiga en caos como sucede en “Mad Max”, o que la justicia va más allá de lo que dice la ley como lo vemos en “Die Hard”. Tengo que hacerlo porque nadie más lo está haciendo –dice el personaje de Bruce Willis en la cuarta entrega de este película, representando que no tiene alternativa.

El diferenciar entre un villano encantador de un antihéroe es importante para entender una historia del todo. En Watchmen, la novela gráfica escrita por Alan Moore, podemos ver esto más de cerca. El Dr. Manhattan está más cerca de ser un villano de lo que está Rorschach, a pesar de que éste último no duda en matar para proteger a los débiles. Tanto al primero como al segundo los mueven intereses distintos.

Una de las características de Marvel Cómics con respecto a las otras editoriales, es que cuando inició buscaba que sus personajes no fueran el clásico superhéroe impoluto, de una moral intachable, con un fuerte sentido de la ley y el orden. Para Stan Lee sus personajes debían tener todo en contra. Desde los “Fantastic Four” hasta “Spiderman” pasando por “Hulk” y los “X-Men”; eran personajes que no tenían la aceptación de los ciudadanos, atacados por los medios de comunicación, en muchos casos eran proscritos, faltos de popularidad, por lo que la figura del antihéroe cobraría mayor fuerza en esta editorial, o al menos sería mucho más marcada, y es que aunque aún está el debate de si Batman es o no un antihéroe, si lo comparamos con “The Punisher” le falta al murciélago más violencia y oscuridad. Marvel de cierta forma marcó la pauta de cómo serían estos personajes en los cómics de los “hombres en malla”.

Si bien los primeros personajes creados por Stan Lee, ya fuera con Steve Ditko o Jack Kirby, no entraban en la categoría de antihéroes, con los “X-Men” ya comenzaban a perfilar a estos personajes, con lo que para mediados de los setenta, Chris Claremont retoma a una figura que un año antes había aparecido en “The Incredible Hulk” para darle todas las características de un antihéroe.

Soy lo mejor en lo que hago, pero lo que hago no es muy agradable. Porque el mundo no es tan lindo fuera de tu torre de marfil.

Es la frase más común de Wolverine, que ha aceptado desde siempre que es la última línea de defensa contra los villanos y no tienen problemas en matar cuando es necesario. Es pues el mutante más famoso de la casa editorial y uno de sus primeros antihéroes.

Aunque podríamos decir que el primero de este tipo fue “Blade”. Mitad humano, mitad vampiro, es la primera línea de defensa contra los “chupa sangre” y todo aquel que se atraviese en su camino poniendo en peligro a los humanos. Creado en 1973 por Marc Wolfman y Gene Colan, no solo era un antihéroe, sino fue de los primeros personajes afroamericanos que aparecieron con su serie propia.

Regresando a los “X-Men” existen varios personajes además de “Wolverine” quien ha ido evolucionando hasta llegar a su mejor momento cuando Marc Millar escribió la novela gráfica “Old Man Logan” donde pone al personaje en el lugar que se merece. Junto a Logan aparece otro de los antihéroes más complejos e infravalorados de todo Marvel Cómics, como lo es “Hawkeye” quien desde siempre se ha mantenido en una línea muy delgada entre la disyuntiva de ser un héroe o un villano, una línea que tiene muy claro no cruzar, aunque cuando se convirtió en “Ronin” paso por una etapa muy oscura y mucho más violenta.

Otros mutantes que están dentro de esta categoría, es “Gambit” que, aunque fue criado para ser un villano, por el “Club de los Ladrones” con el paso del tiempo se convirtió en un “X-Men”. Aunque en algunos momentos ha sido un supervillano, es más el tiempo que ha estado del otro lado, por lo que es un antihéroe en toda la extensión. Sabe muy bien cómo estirar esa delgada línea sin perderse. "Cable" es otro de los antihéroes que vale la pena mencionar. Un mutante que viene de un futuro apocalíptico, distópico, donde la moral de nuestros tiempo no se entiende, es distinta.


Cable cuando llegó a nuestro presente formó “New Mutants”, desde donde han surgido algunos villanos y/o héroes o antihéroes, como “Sunspot”, “Domino” o “Cannoball”, y que además con el paso del tiempo, este grupo se fue retorciendo hasta terminar siendo “X-Force”, el único grupo de antihéroes en todo el universo, por el cual han pasado personajes como el propio “Wolverine”, “Archangel”, “Psylocke” y por supuesto, el mayor antihéroe de todos los mutantes (aunque todavía existe el debate de si lo es o no) “Deadpool”, un personaje que se define a sí mismo como un mercenario con un fuerte código de ética, que mientras lidia con sus demonios personales, no tiene empacho con lidiar con los demás, al grado de tener una amistad con “Spiderman” o “Cable”. Este personaje es posiblemente el que mejor refleja las características que debe tener alguien dentro de esta categoría.

Si bien podemos reconocer que esta casa editorial tiene un amplio grupo de antihéroes con grandes superpoderes como es el equipo que forma “Guardians of Galaxy” para encontrar muchos que cumplen con las características. “Drax el Destructor”, “Gamorra”, “Rocket Racoon”, el mismo “Starlord” y por supuesto “Venom”, un antihéroe que merece todo un capítulo por lo que representan tanto el humano que porta el simbionte, como el simbionte mismo. Se hace llamar “The lethal protector”, y es que este personaje no tiene empacho alguno en usar todos los niveles de violencia necesario para acabar con las villanos desde una lógica muy retorcida, pues en algunos momentos, “Spiderman” ha sido considerado por “Venom” como culpable por ser tan tibio y ha intentado asesinarlo.

Siguiendo esta idea o concepto que puso en marcha Stan Lee desde que tomó el mando de Marvel Cómics, de tener héroes que con todo en contra se mantuvieran lo más rectos posibles, aunque esto no quiere decir que fueran súper al estilo del “Captain America”, y fue así que desde la década de los setenta fueron usando este recurso para muchos de sus héroes más "terrenales", por llamarlos de alguna forma.

Desde aquí es que surge “Daredevil” un héroe ciego, que lucha por la justicia contra el crimen organizado, con un alter ego que es abogado, por lo que siempre está en la disyuntiva de hacia dónde moverse, si hacia una ley y orden que no son funcionales o ser un vigilante violento, agresivo.


Frank Miller con la novela gráfica “Born Again” lo lleva hasta el límite, donde tiene que luchar contra todos para mantenerse cuerdo, de igual forma lo hace Kevin Smith cuando escribió “Diablo Guardian”, es pues quien a pesar de todo se mantiene dentro de esa línea que le permite esta categoría. Hace un par de años se hizo un live action de este antihéroe, que es posiblemente de lo mejor que se ha hecho en este género.

Pero si alguien cumple con todas las características que se necesitan para ser un antihéroe, este sería Frank Castle, mejor conocido como “Punisher” quien representa cabalmente todo lo que este concepto significa. Castle es un ex militar, con una inteligencia excepcional, con experiencia con todo tipo de armas y de combate, que cuando su esposa e hijos quedan en un fuego cruzado entre dos cárteles y son asesinados, él toma la decisión de acabar con todos los que estuvieron involucrados en la muerte de su familia. Con el paso del tiempo, al darse cuenta de que la justicia tradicional no funciona, se convierte en un vigilante al servicio de los más débiles.

Frank Miller en algunos momentos es quien mejor maneja estar características de este antihéroe, quien además ha pasado por las manos de Garth Ennis no solo en la novela gráfica “Punisher Kills the Marvel Universe” sino también en historias originales.

Y si de antihéroes que vigilan el vecindario hablamos no se puede dejar fuera a Luke Cage, uno de los primeros héroes afroamericanos que se mantiene en el barrio, protegiéndolo de supervillanos, el crimen organizado y hasta la policía. Es de los pocos “hombres en malla” que desea dejar todo atrás y convertirse en padre de familia. Lamentablemente no puede hacerlo. Es mayor su sentido de la justicia.

Tampoco podemos dejar fuera a Jessica Jones, una detective privado, con superfuerza e invulnerabilidad, que además es alcohólica, que muy a su pesar cumple con lo que ella siente que tiene que hacer. Tal vez nunca pelee contra Thanos, pero su aportación es mayor. Un personaje que va cargando con su culpa, sus poderes y un sentido de justicia que no la deja en paz. Jessica Jones es posiblemente uno de los personajes más oscuros de todo el universo Marvel.

El concepto de antihéroe influye mucho más sobre la sociedad en la que vivimos que lo que lo puede hacer cualquier “súper”. Es más fácil identificarte con “Wolverine” que es odiado, perseguido, criminalizado, que con “Batman” y todos sus millones. Es más fácil sentir empatía por Frank Castle y su reacción contra los villanos que con “Superman” y su honestidad a prueba de fuego. Marvel Cómics lo sabe y por eso siempre ha apostado por ello.


Jorge Tadeo Vargas, es escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobretodo panadero casero y padre de Ximena.
Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.

De futuros imperfectos: distopías en el cine y la literatura


Por Jorge Tadeo Vargas |  

 

Imaginarse el futuro ha sido una de las obsesiones que más se han desarrollado en la ciencia ficción. Es posible que ésta haya sido una de las primeras preocupaciones de toda la humanidad. El saber qué nos depara el futuro, qué se nos viene encima y si estamos preparados para ello, desde ahí es que los escritores de ciencia ficción lo han ido plasmado. Primero en novelas, relatos, cómics, hasta llegar al cine y la televisión.

Y es que a pesar de lo que nos puede deparar en el futuro, el cómo seremos como sociedad dentro de algunos años, no es solo la preocupación de un grupo de frikis o de geeks que consumen historias fantásticas y que se reúnen en convenciones para discutir posibles escenarios. Esta preocupación la tiene toda la humanidad, tanto a nivel individual, como colectivo. No solo las preguntas que todxs nos hacemos: ¿Qué pasará mañana? ¿Llegaré a viejx y conoceré a mis nietxs? También nos preguntamos qué mundo le estamos dejando a las futuras generaciones y en esto va implícito, la preocupación colectiva de lo que nos espera como sociedad.

Aquí se puede dividir entre aquellos optimistas que esperan que la tecnología nos ayude a vivir mejor, como lo plantean algunos escritores de ciencia ficción en novelas como “Ringworld” de Larry Niven, algunos cuentos de Isaac Asimov entre otros. También están aquellos que piensan que no habrá cambios significativos y claro,  los pesimistas/realistas que creen que la humanidad es un ejercicio fallido y que estamos condenados a la extinción.



También lo están aquellos que van dibujando futuros distópicos desde los más apocalípticos como los que presenta Richard Matheson en su novela “I am Legend” o aquellos donde se presentan gobiernos totalitarios, dictatoriales que controlan todas nuestras vidas. “1984” de George Orwell, “Brave New World” de Aldous Huxley y la novela gráfica V of Vendetta, escrita por Alan Moore y dibujada por David Lloyd son mencionadas hasta el cansancio como referencias de lo que vivimos actualmente o de lo que nos esperan en el futuro.

También están aquellas historias pandémicas que en estos años nos parecieron tan familiares, como Earth Abides” de George R. Stewart, con aquella frase final tan fantástica: “los seres humanos llegan y se van, solo la tierra permanece” o en el cine la versión de 12 Monkeys (1995) de Terry Gilliam, así como una gran cantidad de cine de zombis que si bien no necesariamente son futuros distópicos, sí son un presente pandémico.

En ocasiones esto pone a los escritores en una posición de profetas, de adivinos, aunque a decir verdad, de la revolución industrial a la fecha, prever lo que se nos viene encima en el futuro tiene más relación con la historia que con el futuro. 

“La ciencia ficción analiza el pasado para así tener una idea de que futuro nos espera” decía Isaac Asimov. Desde ahí, viendo hacia atrás es que se piensa hacia adelante. Algunas veces se acierta; la mayoría de las veces se equivocan. Siempre son referencias históricas envueltas en tecnología.

De los futuros distópicos que se presentan tanto en el cine, como en la literatura se ha escrito hasta el cansancio, de cómo nos muestran el futuro que nos espera o el presente en que estamos viviendo. Desde “Soylent Green” (1973) de Richard Fleischer basada en la novela “Make Room, Make Room!” de Harry Harrison hasta series como L'Effondrement (2019) del colectivo francés “Les Parasites”.

La evolución de las historias distópicas han venido dando un giro importante en lo que se piensa contar. Sagas blockbusters como “Mad Max” de George Miller o “Terminator” de James Cameron aún insisten en mostrarnos esos mundos apocalípticos donde el héroe sobrevive gracias a que es el más inteligente, el más fuerte, el más hábil con las armas, donde los gobiernos no existen y el mundo devastado se compone por pequeños feudos, donde por medio de la violencia los más fuertes se imponen a los demás. O en la contrapartes ya mencionadas con gobiernos totalitarios, tiránicos que mantienen el control de todo y de todxs.


La verdad es que el futuro más cercano está muy alejado de estos que nos presentan las grandes producciones de Hollywood, este se dirige hacia otro escenario, el cual me propongo analizar por medio de cuatro obras tanto visuales (cine y series) como novelas, que reflejan en mi opinión ese futuro distópico que nos espera en los próximos años con el colapso socio-ecológico que se viene y la mutación hacia un Nuevo Feudalismo, como lo han pronosticado la anarquista
Luce Fabrri y el activista, músico, provocador Jello Biafra en algunos momentos.

Esta crítica se hace desde una postura anticapitalista, teniendo como escenario el capitalismo de plataforma y las zonas de sacrificio. Algo que se ve muy poco en el cine, las series y la literatura actualmente. Ni siquiera películas como Elisyum (2013) de Neil Bloomkamp que describe a la perfección el escenario neo-feudal que nos espera tiene una crítica real al capitalismo. Aquí analizaremos ejercicios que si tienen esta critica.

La primera película a mencionar es “Idiocracy” (2006) dirigida por Mike Judge que tiene en su currículum ser el creador de “Beavis and Butthead”, “Kings of the Hill” y la película “Office Space” donde hace una feroz critica a lo que eventualmente David Graeber llamo trabajos de mierda.

En “Idiocracy”, Judge muestra un futuro donde la sociedad norteamericana, después de años de influencia y control de las corporaciones transnacionales por medio de la propaganda en la televisión. (fue antes del boom de las redes sociales y las plataformas de streaming) son incapaces de protestar, de movilizarse contra ellas, ni siquiera son capaces de criticar en sus casas, no por miedo, solo no saben cómo hacerlo.

Viven repitiendo eslóganes que las corporaciones les transmiten en el día a día, mientras que el gobierno es un espectáculo al más puro estilo de la WWE. Así el protagonista que es un tipo del presente que se queda atorado en una cámara criogénica, tiene una inteligencia promedio, nada extraordinario pero que con un poco de sentido común intenta hacer cambios mínimos en la sociedad, como involucrarse en los problemas y buscarles solución.

Judge desde la sátira y la ironía hace una crítica a las formas que usa el capitalismo para controlarnos. Aunque previo a las plataformas éstas se ven reflejadas en algunas acciones, como los programas de TV basura de pura inmediatez, las fake news, entre otras.


En el 2009, Alex Rivera filmó 
“Sleep Dealers” una escalofriante película donde los trabajadores migrantes se han convertido en cybertrabajadores que se conectan desde sus ciudades en el Sur Global. La extracción, la privatización del territorio, el deterioro socio-ecológico están muy presentes en toda la historia, siendo el tema del agua y su privatización el ejemplo más utilizado en la película.

Rivera hace un estupendo análisis de como el capitalismo nos va quitando todo para su propio beneficio y quienes resisten se ven perseguidos, criminalizados, desde el presente, nos dibuja un horrible futuro. Aunque fue muy comparada con “Matrix” en su momento, “Sleep Dealers” es mucho más directa y concreta a la hora de la denuncia.



En la literatura, el australiano Max Barry después de su debut con la novela “Syrup” llego con “Jennifer Goverment” una desenfrenada sátira noir que nos muestra un futuro donde las corporaciones transnacionales han tomado todo el control del mundo formando alianzas y compitiendo de tú a tú con el gobierno.

Su critica anticapitalista, aunque bastante marxista y pesimista disfrazada con mucho humor negro, satírico, muestra la frialdad con la que se manejan los ejecutivos de las corporaciones y cómo el capitalismo se roba el mantra de lucha de la izquierda para ellos también decir “por todos los medios necesarios”. Sin llegar a ser una crítica antigobierno, pero sí anticapitalista, Barry no da espacio para pensar desde el optimismo; el mundo esta condenado y poco o nada podemos hacer, más allá de un activismo que a la mayoría de la sociedad le parece cómico, violento o de gente sin nada mejor que hacer.


En ocho capítulos filmados en plano secuencia, el colectivo “Les Parasites” muestra un distópico colapso no muy alejado ni de la realidad, ni de nuestro presente. Con “L'Effondrement” (colapso en español) van presentando ejemplos de cómo el capitalismo va afectando a distintos niveles las relaciones de las personas y sus formas de vida; desde el desabasto de comida, combustible, energía eléctrica hasta el cómo los ricos ya están preparando su Elisyum para cuando la civilización se venga abajo.

El cine y la literatura son una representación de nuestros sueños, tanto individuales como colectivos. Esto es igual con aquellos que nos hablan de nuestro futuro, no son solo premonitorios, sino una advertencia a la que no le estamos prestando atención. El capitalismo tardío esta mutando y la ciencia ficción en todas sus formas lo está documentando.

Ankh-Morpork
Jorge Tadeo Vargas, es escritor, ensayista, anarquista, a veces activista,
pero sobretodo panadero casero y padre de Ximena.
Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.
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