Letrinas: Los gatos


Los gatos

Por Samanta Galán Villa


Espero que mi madre baje de la única habitación que hay en el tercer piso: una especie de bodega que acondicionó como santuario para guardar las tazas que coleccionó de sus viajes por Europa, quedarse a dormir cuando no quiere cenar o encerrarse los fines de semana con las fotos de mi padre y los libros de cuentos que me contaba de niña.

Hace cuatro meses que salió por última vez. Nunca imaginé que algo así podría ocurrir cuando trajo al primer gato. Sucio, blanco con manchas negras. Los brazos de mi madre tenían arañazos que le hizo el animal. Parecía no importarle el dolor.

No quiso hacer la comida. Prefirió meterse al baño para darle una limpiada al nuevo huésped. Hice un caldo de pollo porque sé que es su favorito. Ella, mi madre, comió poco. Dijo no voy a trabajar mañana porque tienen junta los maestros. Quizá no recordó que mi preparatoria lleva el mismo calendario escolar que el suyo y no marcaba suspensión. No dije nada. Qué podía decirle a mi madre si bien quería darse un día de descanso. Todos merecemos uno alguna vez.

A ese gato le siguió otro. Pelaje gris, chiquito, tendría unos dos meses. Los estantes comenzaron a llenarse de libros de cómo satisfacer las necesidades de cachorros que se han quedado sin sus madres, cómo enseñar a un gato a no destrozar los sillones. Uno más con el título Un día los gatos dominarán el mundo. Mi mamá parecía seguir las instrucciones con devoción.

Sólo éramos nosotras. Nunca conocí a mi padre. Supe que antes de que yo naciera, se escapó con una de sus amigas de infancia. Se casaron en Acapulco y tuvieron tres hijas. Medias hermanas que hasta hoy sólo conozco de nombre.

No quise interrumpir esta nueva afición. A lo mucho, le recordaba que no podíamos mantener tantos animales y que debíamos regalarlos. Ella me decía que sí y que todo a su tiempo.

El pelo comenzó a amontonarse en las esquinas. Ya no eran dos sino ocho gatos los que se subían a la mesa, tomaban agua del inodoro y usaban como rascador la cabecera de mi cama. A mamá no le apuró el desorden. Cuando llegaba del trabajo intentaba limpiar los areneros y con la escoba barría los tres pisos. Mientras se hiciera cargo de ellos, todo estaba bien.

Con la llegada del número trece, mi mamá dejó de ser la secretaria en el colegio salesiano. Uno de los padres era alérgico al pelo de gato, mismo que parecía estar en cada centímetro de nuestra ropa.

Es temporal, hija. Ya buscaré otra cosa, decía para calmar mis reclamos de supervivencia. Luego tomaba un libro y se sentaba en el sillón para hojearlo. Me quedaba de pie, mirándola entrar a ese espacio que parecía fascinarla y en el que no estaba yo ni las necesidades de la casa. Ese lugar interno, tan lejano a mí, casi en el fin del mundo.  

La alacena quedó vacía luego de un mes. Mamá llevaba dos semanas recluida en ese maldito cuarto con veinte gatos. Intenté hacerla entrar en razón. Le decía madre, ya no hay dinero para comprar pollo. Mamá, se terminó el atún y las sardinas. Si no hacemos algo nos vamos a morir de hambre. Ella asomaba un ojo por el rabillo de la puerta, ventilando un aroma a sudor y a excremento y volvía a encerrarse.

Resolví vender algunos muebles y aparatos que dejaron de ser útiles, como la cama de su habitación, su tocador y una computadora de escritorio. Con el dinero compré hígados de pollo, arena, rascadores. Jamón y huevos para nosotras.

Puse los hígados en una charola, decidida a entrar al cuarto. Me amarré un pañuelo en la nariz para soportar la peste. Ella estaba debajo de la cama. El suelo cubierto con hojas arrancadas de los libros de cuentos. Pedazos de porcelana amontonados en una esquina que ya no decían Roma, Italia ni Berlín. Arañazos desfiguraron el rostro ausente de mi padre.

Los gatos fueron a mis pies, arrastrando los maullidos graves y continuos, como si suplicaran una caridad. Aventé los hígados al piso. Se amontonaron para alcanzar un pedazo y mamá salió, apoyándose en las rodillas y manos. No tenía ropa. Una capa de pelusa negra, naranja y gris le cubría los brazos y la espalda arqueada, dejándole ver los huesos de la columna.

Estaba llena de excremento y apenas pude distinguir en su cara algo de humanidad. Tomó uno de los hígados y lo dejó en su boca un rato, saboreándolo mientras los ojos se le ponían en blanco. Azoté la puerta al salir, como si un tigre me persiguiera y estuviera a punto de alcanzarme. A mis espaldas escuché el ruido del seguro.

***

Tiene tres semanas que no me deja entrar y sólo abre para recibir las bolsas con cascajo. Hoy va a salir. Lo sé porque desde la mañana oigo que avanza unos pasos y regresa. Los gatos maúllan a coro, como si ella los hubiese adiestrado para eso, como si obedecieran a sus deseos.

Estoy al final de las escaleras, viendo cómo se abre la puerta y salen más gatos de los que entraron. Bajan corriendo y, como yo, esperan. Ella es la última en salir. Parece que se ha acostumbrado a tener esa posición cuadrúpeda y la espalda en arco. Sus uñas largas hacen ruido sobre el azulejo. El cabello castaño se extiende por todo su cuerpo. Es suyo el pelaje que ahora le da el aspecto de una fiera. Da pasos lentos, poniendo una mano y luego una rodilla.

Pasa junto a mí y nunca antes me sentí tan alta. Me doy cuenta que debajo de su melena sólo hay huesos y piel. Me mira, pero ya no la reconozco. Somos dos desconocidas, dos especies diferentes que dicen adiós.

Cruza la puerta acompañada de los animales que la siguen con los rabos en alto. Enfrente el sol está por ocultarse. El pelaje de mi mamá brilla, tan libre y salvaje. Suave, como el deslizar tibio de mis lágrimas.

Gerardo Enciso en vivo en el umbral de Casa Yonki



Gerardo Enciso, el poeta del rock rupestre, pasó por el umbral de Casa Yonki para está sesión en directo. No olvides suscribirte a nuestro canal para ver y escuchar más música filosa. 


“Ciudad Soledad” abre sus puertas al público en vivo



En diciembre de 2020 Iván García y Los Yonkis lanzaron su quinto disco de estudio llamado Ciudad Soledad. Trabajo que contiene 13 tracks conformados por letras de Iván García y arreglos musicales de Los Yonkis. Esta nueva placa producida por Carlos Iván Carrillo y grabada en Casa Yonki, condensa referencias estilísticas a Bob Dylan, Johnny Cash, Tom Petty, Neil Young, Bruce Springsteen, y Quique González, rolas repletas de referencias contemporáneas y musicales que nos invitan a desentrañar el ruido de fondo para encontrar una propuesta musical desde Puebla.


Ciudad Soledad es un álbum que se publicó en tiempos de pandemia por lo cual, a lo largo de este año, no pudo presentarse con la ceremonia correspondiente y a como nos tiene acostumbrados la banda poblana. La cita para la esperada presentación oficial del disco será el 21 de enero de 2022 en el foro Beat 803 en la ciudad de Puebla. Los invitados serán la banda poblana Té de Brujas, así como la cantautora Bluez Marentes desde Monterrey, Nuevo León. 


Los Yonkis, banda integrada actualmente por Iván García, Carlos Iván Carrillo, Beto Montes, Héctor Arenas y Rafa Ortíz; apuestan por esta presentación en la que se podrá disfrutar de todas las canciones del álbum en su versión en vivo, así como canciones tradicionales de producciones anteriores que el público poblano conoce bien.

Aunque en la dinámica actual de la industria los álbumes han sido sustituidos por sencillos, Los Yonkis, congruentes con su alma vieja apuestan por una obra completa integrada por 13 tracks. En palabras del escritor hidrocálido Sergio Martínez: “con este disco la banda poblana nos regala en sus canciones una ucronía musical y un coctel de steampunk sonoro que pretende hacernos llevadero un año de mierda. Quizá estas rolas nos ayuden a transitar por una pandemia que nos ha arrebatado a familiares y amigos”.


Los boletos de acceso para la presentación están disponibles ya desde la plataforma Boletia y tienen un costo de preventa de $100 pesos y el día en taquilla $150. Adquierelos aquí: https://cutt.ly/fUv3Yg6




Aunque tú no lo sepas: una charla con Torio Bertamoni de Estelares

 

Estelares es una de las bandas contemporáneas más escuchadas en Argentina. Con 25 años de trayectoria han sabido mantenerse en el gusto del público con canciones y letras que ponen el corazón sobre todo. En esta entrega de "Aunque tú no lo sepas", el gran Torio Bertamoni nos habla de la historia de la banda, la forma en como trabajan y el avance del próximo disco a estrenarse durante la primera mitad del 2022.

Para más entrevistas suscríbete a canal de YouTube de Casa Yonki.

«A través del vaso»: charla íntima con la música mexicana


Por Alejandro Carrillo | 


"A través del vaso. En vivo con 26 músicas y músicos de México" es un exhaustivo trabajo de entrevistas de casi dos años realizado por la escritora y periodista Mariana H, con personajes de la cultura musical en nuestro país. Tuve la fortuna de presentar este libro junto a su autora en la Feria del Libro de Aguascalientes 2021 y al igual que en dicha ocasión lo desmenuzaré desde el punto de vista del lector final con la finalidad de acercar a más lectores potenciales a este extraordinario trabajo periodístico.

Ximena Sariñana, Sabo Romo, Sergio Arau, Silverio, Pepe Mogt, Chema Arreola, Daniel Gutiérrez, Jessy Bulbo, Joselo Rangel, Natalia Lafourcade, Pato Machete, Clemente Castillo, Tito Fuentes, Tammy Tamerlane, Jaime López, Paco Huidobro, Denise Gutiérrez, Jay de la Cueva, José Manuel Aguilera, Ely Guerra, Dr. Shenka, Cecilia Toussaint, Fernando Rivera Calderón, Lino Nava, Abulón y Amandititita son los 26 personajes que componen las entrevistas de "A través del vaso", editado por Penguin Random Hpuse.


LIBRO PARA MELÓMANOS

En primera instancia y por obvias razones, se trata de un libro dedicado a los melómanos de todo tipo y generaciones, desde los más clavados que conocen vida, obra y árboles genealógicos de sus artistas favoritos, hasta los que simplemente disfrutamos de escuchar música en cualquier espacio y momento. 

Aunque la autora hace especial hincapié en mencionar que no se trata de un libro sobre rock, los amantes de este género encontrarán un sinfín de referencias, anécdotas e historias sobre las bandas más emblemáticas del rock nacional como Caifanes, Fobia, Panteón Rococó, Molotov, Las Víctimas del Dr. Cerebro o Café Tacuba; cómo se fueron forjando y pasaron de tocar en míticos foros de la capital como el Lucc, Rockotitlán, La Panadería, El Chopo y otros lugares under sofocantes y sudorosos, hasta llegar a los escenarios de festivales y conciertos masivos igual de sofocantes y sudorosos.

"A través del vaso" también contiene infinidad de datos curiosos y sobre la doble vida de los entrevistados, uno jamás se imaginaría que una de las músicas también la rola embalsamando cuerpos en su propia funeraria, o que alguna vaca sagrada grabó casi en secreto un disco con una banda sinfónica de esta ciudad hidrocálida.

Por lo anterior, es más que recomendable, aunque quizá la recomendación venga sobrando por la propia dinámica de la lectura que te invita a tener abierto el YouTube por si a Lino Nava de La Lupita se le ocurre hablar de la guitarra Les Paul blanca con la que grabó hace más de una década Gavilán o paloma para el disco tributo a José José; o bien, si Ely Guerra nos habla de todo lo que implicó grabar su último disco, es plausible tener a la mano el Spotify para descubrir una verdadera obra de arte vocal de la compositora regiomontana. En este sentido, el libro es bastante lúdico y en la literatura siempre se agradece que el autor traspase las barreras del papel e invite al lector a querer saber más sobre lo que está escribiendo. Mariana H lo logra con virtud.




LIBRO PARA MÚSICOS

Gran parte de las entrevistas de "A través del vaso" incluyen todo tipo de experiencias de sus protagonistas, por lo cual es un libro que los músicos sabrán apreciar bastante, principalmente los músicos emergentes que, indirectamente, encontrarán lecciones pedagógicas muy valiosas sobre todo lo que representa la industria musical en estos niveles.

Como es el caso del maestro José Manuel Aguilera o Chema Arreola de La Barranca, que en diferentes momentos del libro nos brindan análisis bastante serios y rescatables sobre la situación actual de la escena musical del país, en especial sobre el estancamiento del rock y la falta de redes para trascender en conjunto como ellos lo hacían antes junto a otras agrupaciones.

Especial atención hay que prestar a la masterclass de Dr. Shenka, líder de Panteón Rococó y uno de los mejores frontmans del país, sobre cómo manejar una banda de ese calibre, sin pensarla únicamente como una simple agrupación musical, sino como una empresa en toda forma; y sobre su preparación profesional no sólo como músico y compositor para realizar un concierto, sino su formación pedagógica para saber manejar a las masas y llevar a cabo un espectáculo: cómo moverse, cómo prender a la gente, qué rolas tocar o no tocar en determinados momentos. En síntesis que nada de lo que hace Panteón Rococó arriba del escenario es obra de la casualidad, por el contrario, todo está perfectamente medido y estudiado. Quizá gran parte del éxito de la banda se deba a esta forma meticulosa de montar cada show.



LIBRO PARA PERIODISTAS CULTURALES

Por último, es importante es mencionar que el trabajo de entrevistas que reúne Mariana H en "A través del vaso" resulta un excelente material de consulta para los que intentamos hacer periodismo cultural, de entrada porque es un libro que muchos de los que laboramos en estos espacios desearíamos haber escrito por el simple hecho de tener frente a la grabadora a estos personajes icónicos de la cultura musical.

Gracias a su amplia trayectoria, experiencia en medios y por otros azares del destino, la autora es bastante cercana a algunos de los personajes entrevistados y por ende nos da un contexto muy amplio de su vida y obra en cada entrega. Por igual nos cuenta anécdotas divertidísimas y pasajes muy crudos. Si bien la mayoría de las charlas se perciben en un ambiente desenfadado y ligero, Mariana H sabe dónde y cuándo colocar los ganchos al hígado y nos regala momentos duros e íntimos de las músicas y músicos.

Sin querer hacer spoilers literarios, mencionaré solo algunos pasajes de dominio popular que encuentro amargos y no tienen desperdicio en la obra: el proceso de Lino Nava para vencer un tumor en la cabeza, Amandititita contando sobre los momentos con su padre, el gran Rockdrigo González, antes de que muriera en el terremoto de 1985; o bien, Sergio Arau hablando del desaparecido Armando Vega Gil y de Botellita de Jeréz.

Sin duda alguna, una de las principales virtudes del libro de Mariana H es llevar junto a estos monstruos de la industria a personajes con otro tipo de perfil, pero igual de valiosos para la historia musical de nuestro país. Más alejados de los reflectores y quizá más subterráneos por decisión propia, como es el caso de Fernando Rivera Calderón o Jaime López, que han hecho aportes medulares y de culto a la música, como el disco "Sesiones con Emilia", considerado la piedra angular del rock mexicano grabado junto a Roberto González y Emilia Almazán, o bien La chilanga banda, que todavía en estos días mucha gente le atribuye su composición a Café Tacuba. Si tú eres una de esas personas, te urge este libro.

El extinto Museo Nacional de la Cristiada en Aguascalientes: crónica de un patrimonio derrochado


Por Juan Carlos Esparza R.


A medida que el Partido Acción Nacional ascendía en el mapa electoral mexicano en los años noventa del siglo pasado, una de las primeras acciones de sus gobiernos fue la construcción de un discurso de legitimación histórica que, a la manera del mito fundacional revolucionario del PRI, afianzara y difundiera sus bases ideológicas. Esto inició con la modificación de la nomenclatura urbana de origen liberal, así como el retiro de las imágenes de Benito Juárez de las dependencias públicas. Pronto aparecieron avenidas e instituciones con los nombres como Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna o Luis H. Álvarez.

Durante el sexenio foxista, la exhibición mediática del catolicismo del presidente era la nota diaria con situaciones como su asistencia a misa en Catedral o su actuación durante la quinta y última vista al país del Papa Juan Pablo II. En el ámbito del espectáculo se llegó al extremo de proponer como traje típico de la señorita México un faldón decorado con la reproducción de la fotografía histórica de los cadáveres de cristeros colgados en los postes telegráficos.

También se fomentaron los estudios sobre el movimiento cristero y la generación de proyectos de desarrollo turístico en este sentido, principalmente en los estados de Guanajuato, Jalisco y Aguascalientes, algunas no exentas de escándalo por la utilización de presupuesto público para obras exclusivamente religiosas.

En el estado de Aguascalientes, el entonces gobernador Felipe González González, autorizó en 2002 la creación de un museo sobre la guerra cristera. El origen de esta obra es tan discrecional como su destino pues, en primer lugar, su existencia obedece más a acuerdos personales que a un asunto de interés público. Al Museo Nacional de la Cristiada de Aguascalientes lo antecede el Museo Nacional Cristero “Capitán Segundo Efrén Quezada Ibarra”, de la vecina ciudad alteña de Encarnación de Díaz, Jalisco, conocida popularmente como La Chona.

Esta institución fue dirigida por años por el sobrino de dicho personaje, el Sr. Alfredo Hernández Quezada (1935-2004) quien, a lo largo de su vida, recopiló el más grande acervo sobre el movimiento cristero del que se tenga noticia. La colección Hernández Quezada se componía de más de 200 piezas originales, 500 periódicos, 300 libros y 1500 horas de grabación en video de entrevistas a veteranos de aquel movimiento, ya fuesen cristeros, soldados federales, agraristas, sacerdotes, políticos e historiadores.

Según testimonio del Sr. Hernández, esta colección fue iniciada por su tío, quien fuese secretario del jefe cristero Jesús Degollado Guízar, comandante de la llamada División del Sur y tío del fundador de los Legionarios de Cristo, el abominable Marcial Maciel Degollado. Ubicado en un céntrico espacio de la Chona, el museo estaba en condiciones poco dignas debido a diversos factores, tales como la edad, salud y desconocimiento en materia museográfica y turística del propietario, así como por la indiferencia de los gobiernos municipales y estatales jaliscienses, con el consecuente deterioro del material histórico.

Algunos funcionarios del gabinete del entonces gobernador de Aguascalientes con vínculos familiares en la población vecina, le convencieron de adquirir la colección Hernández Quezada, pero contrariamente a las leyes locales en materia patrimonial, se creó el Museo Nacional de la Cristiada bajo la dirección de la entonces Coordinadora de Turismo para el Estado de Aguascalientes (COTURE), hoy Secretaría (SECTURE), pues el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) ya había rechazado previamente las ofertas de venta del acervo hechas de manera particular por el Sr. Hernández, argumentando la vocación artística, más no histórica de sus museos. Fue entonces a través de la COTURE que las negociaciones para la renta y adecuación museográfica de un inmueble, el traslado, montaje y operación del nuevo museo, se concertaron con el propietario de la colección.

Quien esto escribe fue contratado por la COTURE para encabezar el proyecto de traslado, curaduría, montaje, administración, capacitación de personal y dirección del nuevo Museo. Una de las primeras acciones fue la búsqueda del discurso histórico objetivo e incluyente por lo cual se modificó el nombre de Museo Nacional Cristero a Museo Nacional de la Cristiada, es decir, la exposición no sería tanto en torno a un grupo, sino a un evento histórico.

El discurso museográfico incluyó los antecedentes más remotos de conflictos entre la Iglesia Católica y el Estado desde el virreinato, comenzando con las Reformas Borbónicas, Guerra de Reforma y los artículos secularizadores de la Constitución de 1917, así como la historia regional del conflicto, ya que si bien, casi la totalidad del acervo era procedente de Jalisco y en menor medida de Guanajuato y Michoacán, al menos el público local tendría al final del recorrido el conocimiento básico de los acontecimientos de su comunidad.

Otro de los cambios fue la atención al público, pues mientras que en La Chona el visitante recorría el local del museo por su cuenta o bien acompañado por el Sr. Hernández si así se solicitaba, en Aguascalientes la presencia de un guía plenamente capacitado era imprescindible tanto por brindar una mejor atención, como por seguridad del acervo. En la mayoría de los casos se trató de estudiantes de la licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes en la realización de su servicio social y a los cuales se les otorgó una capacitación permanente tanto en materia intelectual como en cultura turística y de personal de contacto.


Inaugurado el 20 de marzo de 2003, el Museo Nacional de la Cristiada brindó sus servicios a escuelas públicas y privadas de todos los niveles educativos, realizó conferencias y conciertos de música folclórica (corridos cristeros), dio asesoría a para la elaboración de tesis de licenciatura y maestría a estudiantes e investigadores locales y foráneos y contó con la presencia de destacados intelectuales entre los que figura el principal estudioso de este evento histórico, el Dr. Jean Meyer.

Las condiciones de operación desde el principio fueron asunto de tensiones entre el propietario y la COTURE, ya que, por convenio, el museo sería trasladado a Aguascalientes por un año en calidad de comodato, al final del cual, en vista de los resultados en materia de ingresos, se abriría la opción a adquisición.

Por razones obvias, la mejor temporada fue la correspondiente a la Feria Nacional de San Marcos (de la segunda semana de abril a la primera de mayo) y las vacaciones escolares de verano, mientras que el resto del año las entradas se sostenían gracias a las visitas escolares. Los ingresos fueron, comparativamente hablando, similares a los del resto de los museos locales: el de la Ciudad, el Regional de Historia, el de Arte Contemporáneo y el José Guadalupe Posada; sin embargo, un aspecto que terminó por opacar la función del Museo Nacional de la Cristiada, no ante el público, sino ante el gobierno mismo, y en particular ante la propia COTURE, fue la inauguración de la máxima obra cultural y recreativa del sexenio 1998-2004, el Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias, consistente en el rescate y restauración de 5 de las 88 hectáreas de los antiguos talleres nacionales del ferrocarril para crear un parque recreativo que, no está por demás decirlo, hoy subutilizado.

El objetivo era realizar una obra similar al Parque Fundidora de Monterrey, y para ello, el gobierno local ordenó la restauración del edificio de la antigua estación y algunas naves aledañas para alojar también el Museo Ferrocarrilero y crear todo un parque temático. Su inauguración tuvo lugar dos semanas antes del Museo de la Cristiada y acaparó la atención mediática y emotiva de la población local, pues en Aguascalientes la historia del siglo XX no se entiende si no es mediante el desarrollo que atrajo el ferrocarril.

Aun así, la actividad del Museo Nacional de la Cristiada salió avante gracias al esfuerzo, principalmente de los prestadores de servicio social quienes, en su calidad de universitarios, supieron establecer los contactos necesarios con su alma mater para la realización de ciclos de conferencias y cápsulas informativas para Radio Universidad de Aguascalientes (XEUAA), así como para otras emisoras comerciales. Igualmente, por convenio interinstitucional, se facilitaron en calidad de préstamo la serie de fotografías del fusilamiento del Padre Miguel Agustín Pro Juárez para el montaje de la exposición Los Pinceles de la Patria: Arqueología del Régimen en el Museo Nacional de Arte (MUNAL) de la Ciudad de México.

En la víspera del año 2004, último del sexenio en cuestión, pese a la opinión en contra de los directivos del Instituto Cultural de Aguascalientes y reconocidos catedráticos universitarios del estado, el ejecutivo ordenó la compra del acervo y el traspaso de la dirección del Museo de la Coordinadora de Turismo al ICA, que lo operó hasta el cambio de poderes en diciembre de 2004; en ese ínter, quien esto escribe, concluyó su cargo de director y también falleció de un infarto fulminante el Sr. Alfredo Hernández Quezada.

Correspondió a las nuevas autoridades la realización de una obra de teatro y la ceremonia del primer y único aniversario del museo, pues a la llegada del Ing. Luis Armando Reynoso Femat como nuevo gobernador del estado y de poca o nula receptividad para la cultura, se ordenó la clausura del espacio.

Como se indicó anteriormente, las normas de instalación del museo fueron un punto de tensión entre el propietario y el gobierno del estado, debido a la insistencia en la venta anticipada del acervo y las ofertas recibidas por instituciones jaliscienses, principalmente, el Museo Regional de Tepatitlán, donde existe también una importante colección relativa al tema, aunado a que dicha ciudad fue sede de uno de los combates más intensos de aquél evento histórico.

En el sexenio de Reynoso Femat (2004-2010) no hubo ninguna acción conducente a la restitución del polémico acervo a su región original, a no ser la incorporación de parte de la biblioteca a los archivos locales, el Regional y el universitario, pero los objetos de la colección simplemente fueron embodegados en las áreas de material de limpieza de la Escuela de Cristo.


La presencia de este museo fue cuestionable por varios aspectos: si bien se trató de cuidar la neutralidad del discurso, el evento mismo sigue despertando en la actualidad las pasiones más encontradas, pues entre los visitantes había lo mismo personas favorables a la causa expuesta, como acérrimos detractores.

Pese a que las autoridades de cultura de la administración luisarmandista justificaron el cierre porque “no se puede revivir el Viva Cristo Rey en espacios públicos”, esa misma administración gubernamental actuó en sentido contrario y nuevamente contra el estado laico al inaugurar la escultura monumental del Cristo Roto nada menos que en la Presa General Plutarco Elías Calles, del municipio de San José de Gracia, construida justamente durante los años de la guerra cristera (1926-1929), por lo que la pluralidad y neutralidad aducida resultan más bien hipócritas.

El siguiente gobierno, encabezado por el priista Carlos Lozano de la Torre (2010-2016), otorgó a petición del ayuntamiento de Encarnación de Díaz, la custodia por tiempo indefinido y en calidad de comodato, de la colección para el nuevo Centro de Estudios Cristeros, lo cual es posible ver como una solución que libera de responsabilidades a todas las partes pues, si bien el municipio de La Chona no quiso o no pudo desembolsar los dos millones y medio de pesos que costó la colección al erario de Aguascalientes, sí lo recuperó físicamente para su exhibición.

El tema de la guerra cristera parece haber mermado su efervescencia a nivel mediático nacional, no así en lo particular dentro de las poblaciones del centro-occidente mexicano en las que este evento histórico constituye un aspecto de arraigo y mito fundacional. Justo sería pues que las cosas regresaran a su sitio y que las acciones culturales de gobierno se den por los cauces legítimos y sin protagonismos ni compromisos ultramontanos.



Nota: Para la elaboración de este trabajo se solicitó la información correspondiente a las actuales autoridades del Instituto Cultural de Aguascalientes, sin embargo, dicha petición fue desatendida sin explicación alguna, por lo que los testimonios que aquí se exponen parten de la experiencia personal de quien escribe en calidad de coordinador y director operativo del proyecto durante los años 2002 y 2003.

Letrinas: Piedra volcánica y La ciudad de los suplicios



Piedra volcánica

Por Víctor Mandrago


El perro tenía el hocico lleno de sangre, me había liberado del estrés agarrándolo a patadas. Los moscos daban vueltas sobre mi cabeza mientras evitaron el humo del cigarro. Quería poner la mente en blanco, pero una granizada de recuerdos me perforó la conciencia. Me quité las botas ensangrentadas, puse los pies desnudos en el pasto y sentí un ligero alivio. Con las plantas de los pies comencé a acariciar el césped como si estuviera frotándole los senos a la Tierra; los vecinos escuchaban las noticias en la tele a un volumen tan alto, que no sé qué fuerza extraña me detuvo para no ir a descuartizarlos. Al sentir que no respiraba, me metí los dedos en la nariz varias veces para destapar los orificios. Lo dejé de hacer hasta saborear sangre en mi garganta. Me acosté en el pasto, prendí otro cigarro y fumé con tanta calma que pensé ya estaba muerto. El perro comenzó a quejarse y no tuve más remedio que levantar una piedra volcánica, de las que tenía amontonadas en el patio, y la estrellé contra su cabeza, unas cinco veces, hasta escuchar cómo reventó su cráneo.

 

La ciudad de los suplicios


Sentí que no podía respirar. Me bajé en la siguiente estación del metrobús y caminé al departamento. Solo deseaba estar en paz después de treinta años de obediencia; pero al verme, mi mujer soltó el llanto. Dijo que llamó a las delegaciones, a los hospitales y a casi toda mi familia. Me preguntó dónde había estado, si me encontraba en mis cinco sentidos, si sufrí un asalto y otros enjambres de palabras. Cuando terminó, la tomé con fuerza del cabello y la amordace con el mantel de la mesa. Concluido ese asunto, fui a la cocina por una manzana, el último cuarto de la botella de ron cubano y me senté en el sillón un rato. Al terminar el alimento, el teléfono celular se escuchó con fuerza. Me levanté con cierto asco, lo único que se me ocurrió fue azotar el artefacto; pero, al pasar unos minutos, sentí que otra vez no podía respirar lo suficiente. Avancé al balcón del veinteavo piso, me sujeté con firmeza del barandal y, mientras se oxigenó mi cerebro, decidí observar la ciudad de los suplicios.

 

Semblanza: Víctor Mandrago (Ciudad de México). Es narrador, publicista, guionista y docente mexicano. Tiene estudios de posgrado en la UNAM. Algunos de sus textos han sido publicados en periódicos como La Jornada y las revistas internacionales de literatura Transgresiones y Conexión Nortesur.

Imperfecto extraño: retratos de la muerte


Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |

Noviembre es un mes particular para los mexicanos. Vemos tumbas, hablamos de muertos y los llamamos durante las noches del primer y segundo día del mes. La música que se produce aquí tampoco queda exenta de llenarse de temáticas tan rigurosas como lo es la muerte. Enjambre, una banda zacatecana de rock alternativo, presenta en su disco Imperfecto extraño, el ejemplo más contundente de cómo es que la mexicanidad afronta este tipo de temas entre letras melancólicas y memorias cinematográficas que se apilan en la música que escuchamos.

Lanzado en 2017 por Universal Music México, es el sexto álbum de la banda con una duración de 40 minutos en doce canciones, todas con líneas melódicas muy similares entre sí, brincando entre lo rock y lo electrónico de una canción a otra, pero todo seguido de la temática circundante; la memoria y la muerte.


El futuro, Tercer tipo, Detéstame, En tu día, Luces de periferia y Vida en el espejo, son las que denotan ese sentimiento con más claridad, en voz del vocalista Luis Humberto Navejas. Canciones como Nudo, Y la esperanza, Amanéceme y Desenlace, son el soporte rítmico e instrumental, donde la letra de la canción se pule con los efectos de sintetizadores y guitarras eléctricas.

El disco puede parecer lento, e incluso no es considerado el mejor de la banda, pero su riqueza recae en la forma en que podemos disfrutar del disco desde dos vistas, la lírica y la musical. Además de reconocer aspectos que bien podrían encajar en álbumes anteriores como lo sería Daltónico o El segundo es felino, lo que hace del disco una continuación lejana de los primeros trabajos de la banda, asignando este tono narrativo presente en soundtracks de películas.

Una gran elección si uno decide entrar en el género del rock alternativo, y mucho más para esta época del año, donde si la estación no nos desata lo nostálgico, lo hará la música que escuchamos al recobrar los recuerdos que el paso del tiempo deja sobre nosotros, dejando entre el principio y final de año, la imagen de un Imperfecto extraño que se mira una y otra vez con las canciones de este disco de fondo.

Irvine Welsh: Drogas, violencia y otras cosas que nos cambian la vida


Irvine Welsh, es uno de esos autores que se confiesan a través de sus personajes. La mayoría de ellos, padecen adicciones que su creador vivió de primera mano, y pasan por experiencias vinculadas al consumo de drogas, o alguna forma de violencia, que transforma sus vidas de manera irreversible.

Es sabido que Irvine Welsh, prácticamente contó parte de su vida en Trainspotting, especialmente a través de quien probablemente sea su personaje más conocido, Mark Renton. La búsqueda de ‘Rents’ por una auténtica plenitud existencial, no basada en satisfacciones hedonistas, ni en la compulsiva recolección de posesiones materiales, es decir, de una suerte de nirvana en medio de un mundo post-industrial, culmina en una negación del contexto que enmarca todos sus problemas y un escape hacia otro con ideas más progresistas y liberales.

Lo mismo ocurrió con el autor de cuya obra versa este texto, ya que, en su segunda década de vida, decidió abandonar su faceta de gamberro y concluyó sus estudios. Un cambio radical como el que plasma en Renton, y años más tarde en Begbie, a quien hace pasar de un ebrio delictivo, a un artista de altura tras aprender a canalizar su ira en la creación de obras hechas a cuchilladas.

Esa experiencia de trascender un estado herido del ego, sale bien en los casos de Renton y de Begbie, en ellos es posible encontrar una emotiva historia de amistad, perdón, y redención. Sin embargo, ese mismo proceso de transformación y sanación, fracasa en el caso de Bruce Robertson, el protagonista de otra aclamada novela de Welsh, Filth.

En el frenético descenso a lo profundo de su inconsciente, representado como un parásito, Bruce nos deja ver que detrás de sus desagradables hábitos y perversiones, se esconde una historia de profundo dolor ineludible, sin importar el tipo de anestesia que elija para sobrellevarlo. Un dolor al que pone fin con el suicidio.

Que este personaje muera, podría equivaler a un intento de su autor por retirar la Escoria de su consciencia, para encapsularla en un personaje que cumpliría una función de chivo expiatorio en el momento de su destrucción; como negar y destruir una parte de sí en el mismo tortuoso, no obstante, liberador acto artístico.

En efecto, el dolor es una constante en los relatos literarios de este autor, porque lo es también en los aspectos de la vida real en la cual se inspiran; Welsh, inyecta en sus escritos, un fuerte influjo del nihilismo que inunda su visión del mundo, y de los aprendizajes que ha extraído de experiencias de su vida personal.

Retrata un mundo en estado terminal, cuyos habitantes luchan con el perpetuo estado de cambio de una economía fluctuante, de sus emociones, y de sus relaciones. En ese mundo de cambios, algunos son tan abruptos e inesperados que dejan heridas eternas, y despojan de toda esperanza.

Lo vemos en Trainspotting, donde se frustra una vida que parecía apenas comenzar; es posible ver en ese pasaje, la muerte simbólica de una época que nunca terminó de surgir; la denominada posmodernidad, el hijo bastardo de un capitalismo fallido, que nació en la cuna de sus falsas promesas, fue arrullado por su mano invisible, y perece en silencio en medio de una generación anestesiada. Esos personajes, en un sentido, no los escribió Welsh, los escribió el capitalismo tardío y su subsecuente tejido social en estado de putrefacción.

Cameo de Irvine Welsh en la película 'Trainspotting' de Danny Boyle (1996)

Toxicidad viril

En diferentes historias escritas por este autor, encontramos personajes femeninos desde los cuales, explora una perspectiva de la vida (pos)moderna que lleva el sello del feminismo postestructural. La historia de un romance truncado, como el de Alison con su jefe Alexander, en Skagboys, es en realidad un estudio de lo ultrajante que puede ser para una mujer llevar una relación supuestamente amorosa, cuando la misma sirve como caballo de Troya para una relación de poder.

Por otro lado, Alison no termina de decidir entre el amor romántico y el amor libre. Desea la monogamia formal que cree poder conseguir con Alexander, pero se encuentra con un sinfín de dificultades internas y externas a su relación, que la orillan a un histérico intento de suicidio cortando sus venas.

Lo que Alison en realidad quiere, es el adictivo amor descarriado, y sin reglas, si bien un tanto destructivo, que tiene con Sick boy. Respecto a este último personaje, en Porno, Nikki Fuller-Smith, nos comparte desde su perspectiva cómo pasa de idealizarlo como un príncipe azul, a despreciarlo por su misoginia.

Nikki tiene una evolución de las más interesantes en la obra de Welsh, pues representa el paso de la mujer moderna, a la que se consideraría posmoderna. Nikki es una portavoz de la deconstrucción que hace a la masculinidad, parte de la teoría feminista, y toma por blanco a la desgastada faceta donjuanesca de Simon.

Las mujeres en la obra de Welsh, son tratadas por personajes masculinos con una potente carga de misoginia. Esto no significa que su autor sea un misógino, por el contrario, tiene la intención de denunciar la abyección del hombre machista de la clase obrera, cuyas estereotípicas muestras de virilidad, resultan ser una forma de violencia de género. Welsh balancea los comentarios machistas de personajes que representan a un sector iletrado y anticuado de la sociedad, con comentarios irónicos de mujeres que suelen ser estudiantes de nivel universitario. Pone a la razón, por encima de la violencia, y al mismo tiempo, a la mujer ilustrada por encima del hombre moderno.

Este es otro punto que Irvine Welsh aborda tanto desde sus personajes femeninos, como desde sus personajes masculinos. Con personajes mujer, articula discursos que deconstruyen conductas machistas. Con personajes hombre, ejemplifica dichas conductas. Encontramos, por ejemplo, violencia verbal, psicológica y manipulación, en cada una de las relaciones amorosas que Sick boy tiene en las diferentes novelas donde ha tenido apariciones. Solo Nikki termina por enunciar auténticas diatribas en contra de su machismo.

Asimismo, en Marabou Stork Nightmares, se representa la violación en grupo a una mujer cuya venganza es buscar a sus agresores para matarlos uno por uno. Al final corta el pene del último de ellos, antes de apuñalarlo hasta quitarle la vida. Fue el más brutal de sus violadores, Roy Strang, el protagonista de esta novela, y de quien sabemos que también fue víctima de abuso sexual. Como en el caso de Bruce Robertson, Irvine Welsh destapa la tortuosa historia que suele engendrar una conciencia llena de violencia para otros y para sí.

Por su parte, la vengativa víctima en esta historia, despoja del falo a los hombres que la ultrajaron, representando así, a una mujer empoderándose por encima de la arbitraria opresión del hombre misógino, que no escapa a la violencia estructural de la sociedad en la que está inscrito.

Ahondando en la violencia sexual presente en la obra de Welsh, la trama de Crime involucra una red de prostitución infantil y explora la psique de un sujeto pedófilo en un interrogatorio cuyos diálogos podrían ser parte de una película de terror, pero que muestran con objetivismo el infierno en el que se forja una mente retorcida. La violencia sexual y de género, que puede encontrarse en las historias de Welsh, es una denuncia a la cultura falogocentrista, y a los estragos que tiene tanto para mujeres, como para hombres.

Existen fenómenos sociales que critican tanto el feminismo postestructural, como la obra literaria de Irvine Welsh. Así pues, la violencia contra la mujer es un tema del que este autor habla con su habitual contundencia, aunque no es precisamente algo que caracterice sus escritos.


Cambiar de vías

Algunos personajes de Irvine Welsh, se reivindican, mientras que otros nunca llegan a sanar sus heridas; no se trascienden, y viven intentando pasar a otros la estafeta de un dolor con un origen irrastreable. Renton se libera de su adicción a las drogas más destructivas cuando decide escapar del contexto que la originó. Begbie se libera de su violencia interna, motivada por su ira reprimida hacia su padre, y diversos personajes femeninos, se liberan del yugo del machismo en sus parejas motivadas por su razón e inteligencia.

Bruce Robertson y Roy Strang, por el contrario, son personajes que representan algunos de los excesos de la cultura machista. Ambos tienen pasados con abuso físico y sexual, respectivamente, y ese caos que llevan de manera interna, se materializa en el caos en el cual quedan convertidas sus vidas. En el mundo de Irvine Welsh, la diferencia entre trascender o no un estado del ego, es el autoconocimiento, al parecer.

Tanto como Bruce, como Roy, solo antes de morir llegan a la conclusión de que pudieron haber tomado decisiones diferentes para tratar de conseguir los cambios que esperaban en sus respectivas vidas. Son a la vez víctimas y victimarios de diversas formas de violencia estructural.

Ese universo que conforma la literatura de Irvine Welsh, crudo, emotivo y por momentos hilarante, está habitado por personajes dolorosamente humanos, cuyas identidades resquebrajadas, son resultado de un contexto que no deja de golpearlos desde diversos flancos, abarcando el económico, político, laboral, psicológico, familiar, existencial, etcétera.

Como en una experiencia psicodélica de dimetiltriptamina (cuyo uso es habitual en Welsh, según lo que ha compartido en diversas entrevistas) leer una novela de Irvine Welsh, es encontrarse con cosas de la vida que pueden resultar oscuras, e incluso deprimentes, pero comprender esa oscuridad nos transforma, agregarla a nuestro concepto de la realidad nos hace un poco más desengañados. En ese sentido, madurar significa aprender a disfrutar de la vida, y a extraer de ella la mayor cantidad de felicidad posible, aunque sepamos bien que la mayoría del tiempo la vida es un dolor que aliviar.


Happier than ever: el registro de cambios

Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |

Pasaron tres años desde el lanzamiento de When we all fall asleep, where do we go?, un gran álbum introductorio para la carrera de cantante de Billie Eilish y para su hermano Finneas O’Connell. Éxitos como Bury a friend o Bad Guy, dejaron expectativas altas para el resto de su obra musical; Happier than ever, como un álbum que retoma algunos elementos de su predecesor y le suma muchos otros más personales, es una buena continuación a lo logrado con su primer disco, pero que causa un extraño efecto en su primera impresión.

Lanzado el 30 de julio de este año, en medio de una pandemia global y sin la posibilidad de tener una gira mundial, hizo uso de uno de los servicios de distribución de plataformas como Spotify, y si bien este tipo de formas de distribución no es nueva, es curioso ver cómo la producción de contenido se amolda a las nuevas realidades. Respecto a si es la mejor forma de distribución o no, no es un tema que nos compete tratar aquí.

Dentro del lanzamiento en Spotify, podíamos disfrutar de tres versiones -no muy distintas una de la otra- del mismo disco. Uno con las anotaciones de Billie Eilish en algunas canciones, otro organizado de distinta forma al disco base -por llamarlo de alguna forma-, y el disco tal cual podemos encontrarlo en el formato físico.

Además, a inicios de septiembre, el disco contó con una película -semianimada- distribuida por la plataforma de Disney +; Happier than ever: a love letter to Los Angeles, es un concierto inmersivo muy parecido a lo que podría ser un MTV Unplugged de la artista, acompañada de la filarmónica de Los Angeles -que hacen un trabajo magnífico al interpretar música que aparentemente no tendría nada que ver con lo que hacen habitualmente.

Hablando sobre el contenido del disco, las primeras ocho canciones sirven como una recapitulación de ritmos y estilos de lo que ya conocíamos de Billie Eilish, tanteando con un espléndido trabajo de producción y melodías muy silenciosas pero cautivadoras tanto en letra como en compás rítmico. Canciones como Oxytocin, Billie Bossanova, I didn’t change my number o GOLDWING, tanto en el concierto acompañado como por sí solas, juegan con el sonido estéreo, el volumen y los bajos que contrastan con la voz de Billie. Además, la mayoría de estas canciones hablan del crecimiento que ha tenido la artista desde aquel lejano 2016 cuando lanzaba Ocean Eyes. Habla un poco del cómo se siente desde la fama tan acelerada que obtuvo y se abre a temáticas más generales como la atracción y su propia experiencia en ello.

Las ocho canciones restantes podrían funcionar como otro álbum, desde una catarsis en el interludio de Not my responsability y Overheated, siguiendo por pensamientos sueltos que llevan a su conclusión en Male fantasy. Temas un poco más pesados como el acoso social, la muerte, la superación personal y la asimilación van dejando su huella entre ritmos más pop y pocas experimentaciones como las de las primeras ocho canciones.

En general, un disco que representa algo de lo que se puede lograr con artistas con libertad creativa y de distribución, tal vez un precedente para que cada vez más discos sean presentados por entero de forma digital antes que física. En lo personal, recomendaría el concierto de Disney +, pues muchas de las canciones adquieren una profundidad armoniosa mucho más grande siendo interpretadas por la filarmónica, como el caso de mi favorita personal: Billie Bossanova. En resumen, si bien, la segunda parte del disco puede parecer extraña, vale la pena darle una oportunidad de brillar por separado a lo que ya conocíamos en When we all fall to asleep, where do we go? Y si es que solo buscamos algo ya conocido, el disco también cumple con ello, y de una gran forma.

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