Ese pequeño punto azul: una mirada artística del planeta, a través de la obra de Berta Kolteniuk


  • La exposición se inaugura el 12 de marzo a las 13:00 hrs, como parte del mes de conmemoraciones a la mujer y estará abierta hasta el 29 de mayo en la sala Salvador Novo del Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez # 30, Centro Histórico).


Acerca de Ese pequeño punto azul

Se trata de una reflexión sobre el mundo en el que vivimos, una visión del planeta desde el espacio, como ese pequeño punto azul que orbita en el universo. Somos todos pequeñas criaturas que habitan un planeta generoso en naturaleza, que nos da vida y es nuestro único hogar posible, el planeta que debemos cuidar. La pandemia, nos ha puesto a todos en el mismo nivel de incertidumbre y afectación, sin importar el lugar, la geografía, la condición social o racial, es una conciencia que nos ha unido en medio de una realidad compleja. Pero también hay muestras de lo contrario, actos infames como por ejemplo la muerte de George Floyd en Estados Unidos, motivó a la artista a realizar la obra “I can’t breathe”, que consiste en una instalación de 54 paneles pequeños de diferentes tonos de azul, pintados al óleo, con un horizonte blanco colocado a distintas alturas, para generar un ritmo con la idea de un respiro, era como pintar el aire, el cielo en todos los tonos posibles. Estarán colocados sobre unas pequeñas repisas, en hileras de tres, formando una longitud de 7 metros, para que el espectador lo camine.

Pangea, título de otra pieza, realizada con pintura acrílica derramada sobre un bastidor con tela de casi dos metros, está hecha con una paleta cromática de colores sutiles, los tonos más bajos posibles que dan una vibración fría en relación al blanco. Es una referencia a la fragilidad de la vida, “ así era como muchos nos estábamos sintiendo, no podía usar otros colores en ese momento y realicé muchas piezas que curiosamente, lo que produjeron en el espectador fue una sensación de ternura. Pangea es el mundo en origen, cuando todo era un solo continente”, dice Kolteniuk.



Según Rodrigo Ramírez, el trabajo de Berta Kolteniuk se genera como una afectación tectónica-(exterior) corporal- (interior), como respuesta sensible y afectiva a su apertura absoluta del mundo. Concebidas así como Cuerpomundo, sus obras son constelaciones de órganos o universos colapsados al interior de espacios micro-afectivos que develan una existencia que no tiene límites fijos y surge como la intrusión de una dimensión maquínica inconsciente en la subjetividad ordinaria. Como práctica, su obra busca dar corporalidad y posibilidad a la materia como sensación, volcando el interior del cuerpo al exterior, pintura de los bordes, receptáculo del afecto y de la pasión-afección del mundo. La pieza central, y que da nombre a la exposición, es una escultura interactiva que consiste en una esfera cubierta con tiras de pintura acrílica de color azul y estará colocada al centro de la sala, sobre una tarima de madera donde el espectador tendrá la oportunidad de hacerla rodar de un lado al otro. Una pequeña acción puede tener mayores repercusiones.

“Mi trabajo se encuentra dentro del contexto de la pintura expandida. Investigo la pintura misma y su campo de acción dentro y fuera del bastidor explorando el espacio hacia lo tridimensional. Mi interés y asombro por la naturaleza me han llevado a investigar sobre el origen de la vida, las formas biológicas como las células, animales, plantas o planetas, de lo micro a lo macro cósmico."

Berta Kolteniuk estudió Artes Visuales en la ENAP, UNAM, 1976-80. Ha realizado 25 exposiciones individuales y participado en más de 100 colectivas tanto en México como en el extranjero. Radicó siete años en Estados Unidos, de 1997 a 2004, donde se inició como curadora.



Fernando Medina "Ictus": en vivo y resistiendo desde Casa Yonki



El trabajo musical de Fernando Medina "Ictus" tiene su origen en la observación y el ejercicio vigoroso de la vida. Siempre impresas imágenes del artista nacido en tiempos convulsos, desarrollado en la gran ciudad, y con el compromiso de la necesidad por ver y vivir un mundo mejor que el actual.

Dale play para disfrutar de este En Vivo y Resistiendo desde Casa Yonki.

Letrinas: Una camiseta de los Coquette para Gabi


Una camiseta de los Coquette para Gabi
Por Liliana López León

Se nos escapó un gritito. Habíamos acertado las tres preguntas del locutor, y nos sentimos como reyes: ganadores de un boleto doble en Zona Platino 1 para el concierto de los Coquette Seeds. Fue fácil, había que saber el nombre completo del vocalista, la súper modelo que fue su esposa y el origen de la banda. Lo difícil fue marcar y atinar cuando no sonara ocupado. Mi abuelita nos prestó el teléfono y aunque odiaba nuestra música, soltó una sonrisa cómplice al vernos saltar eufóricos.

Gabi y yo no teníamos muchas oportunidades, ni sabíamos de finanzas. De haberlo sabido, hubiéramos revendido los boletos, o no sé. Gracias a nuestra profesora de Biología sí sabíamos un poco de música. Se llamaba Andrea; dejaba que le dijéramos Andie y nos pedía que le habláramos de . Gabi y yo lo intentábamos, pero no nos salía tutearla. Sabe qué vio en nosotros, pero tenía su manera de cuidarnos. Algunos de sus regalos fueron discos que ella misma quemaba de sus álbumes originales. Así conocimos a los Coquettes, a Sweet Violence, Cursed Hotel, P.h. Dildos; en español a Iñaki Fontan, a Doktor Karaño y a la Maja Castell, entre muchos otros. Antes de ella, nadie nos había puesto atención de ese modo. Creo que cada persona debe tener algún mentor como nosotros tuvimos a la profesora Andie.

Recuerdo que Dog Harper, el vocalista de los Coquettes era de Londres e intentaba latinoamericanizarse, así que presentaba sus canciones en un español ingenuo. Su éxito: The Goodbyes lo presentó así: “¡Este cansió es iama Les Buenosadiosos!”. Parecía incomodar a muchos, aunque en el comportamiento colectivo se percibió más bien como ternura. Tampoco es que acá fuéramos políglotas. La canción que tanto amábamos sonaba bien en inglés, pero no así: Verdadero Amor de Extraterrestres. Aunque solo me gustaban algunas bandas chilenas y argentinas, esa noche reflexioné lo difícil que era hacer buen rock en mi idioma. Para esta lengua, o hay que ser muy cursi o ser el más guarro. Es decir, mujer u hombre según los estándares de estos lugares. Por ejemplo, la profe Andie les daba un uso interesante a las palabras, como pausadito, su dicción era muy serena. Desde aquel día estuve explorando bandas mexicanas que no intentaran ser The Police o vocalistas que no copiaran tanto a Jim Morrison. Para triunfar en español hay que inventarse un propio modo de hablar, aunque los demás se burlen al principio.

Con los años, supimos que Dog Harper también habló francés de diccionario en su gira por Canadá. Además, nos enteramos que a pesar de la fama de chico malo que tardó en construir, había sido educado en una familia conservadora, de la cual trató de liberarse en la academia de música. Era vegano y como hobby pintaba cuadros impresionistas. Gracias a su fama, los vendía en millones. No eran cuadros relevantes, ni horribles; ahora veo que eso tampoco era ya un pasatiempo. Le perdimos un poco de amor a Harper cuando hizo declaraciones anti-vacunas. Pero en aquel entonces, era una de mis tantas figuras paternas. El William Harper que recuerdo sigue siendo importante para mí.

Unos años antes de ese concierto, en la prepa; Gabi y yo expusimos cómo funcionaban las vacunas, y recordábamos la foto de un niño al que la viruela lo había dejado como a la Mole, comparado con otro niño vacunado que apenas tenía unas cicatrices. Esa fue la primera vez que la profesora Andie se acercó a nosotros. Nos dijo que al presentar no había que leer, que hay que ver a las personas a los ojos. En nuestra hoja ya nos había apuntado una buena calificación, y en clase se enfocó más en el contenido de la exposición que en nuestra torpeza no verbal. Así sentimos cómo esa recomendación fue genuina, más porque nos lo dijo en privado: “Háganlo real, como cuando quieren explicar algo interesante a un amigo”. Nunca se me olvidó y siempre retomo este consejo con cariño.

Gabi estuvo toda esa semana buscando quién nos prestara ropa para el concierto. Queríamos encajar en la capital, aunque solo fuera un día. No teníamos dinero, y nadie iba a darnos nada. Por eso aprendió en un día a cocinar pays de queso para venderlos, que recuerdo, ese año se pusieron de moda. Le salían bien, les ponía una cereza en el centro. Yo por mi parte, estuve ayudando a mi tío en la tortillería, en ese horrible sitio donde me decían maricón por cualquier cosa. Lo más difícil de soportar fue el calor que echaba la carburadora y las ocho horas de olor del nixtamal. Lo más tonto, era que uno de los que me llamaban maricón, se me insinuaba. Recuerdo mis brazos y también los de Gabi. Recuerdo que esos días se nos pusieron fuertes, como si esos brazos flacos nunca hubieran pasado hambre.

Juntamos setecientos sesenta pesos en cinco días. Mi abuela me preguntó cuánto habíamos juntado y ante mi respuesta me puso en la mano tres billetes de cien muy sudados. La abracé, no dijo nada, pero yo sabía lo que le costaba habernos dado ese dinero. Nos alcanzaba. Aunque hizo falta un poco más para movernos en la ciudad y para comer. Gabi me dijo que echáramos unas latas de atún, pero no dejaban entrar con mochilas al espectáculo. Además, nos hacía falta llegar antes de mediodía a recoger los boletos a la estación. El plan fue desayunar bien con abuelita, almorzar allá y aceptar lo que vendieran en la zona nice del concierto que nos ganamos. Al final no pudimos y tuvimos que movernos a pie. Algún McDonald’s abriría toda la noche, y ahí desayunaríamos al día siguiente. El regreso en el autobús era a las siete de la mañana.

Yo quería comprarle a Gabi una camiseta de los coquets. Me habían dicho que costaban entre quinientos y ochocientos, eran originales y tenían el corte para chica, no esas camisetas para niños que no horman bien, o esas camisetas súper grandes que ella tenía que enrollar o doblar de las mangas. Sabía que le ilusionaba mucho, tanto o más que a mí. Había camisetas negras, blancas y un gris percudido que nunca he entendido. La que me gustó para Gabi era una que tenía las siluetas de los integrantes de la banda y en medio decía Coquette en grande y Seeds en itálicas.

Recuerdo que nos asustamos un poco, pues el espectáculo lo abrieron unos grupos que no conocíamos. No sabíamos lo que era un telonero: quiero suponer que no éramos los únicos. Era nuestro primer concierto, también la primera vez que salíamos solos y tan lejos. En el pueblo se hicieron algunos chismes sobre un aborto, pero mi abuela amenazó con hacerles brujería si seguían con “sus lenguas viperinas”. Cuando me contaron que mi abuelita nos defendió así, me dio mucho gusto, porque les dijo que no tenía nada de malo que cumpliéramos nuestros sueños y más si eran bonitos, como la música. No es cierto, no dijo eso, pero sé que entre sus leperadas eso les quiso decir. Yo antes casi nunca lloraba, pero entonces me sentí muy afortunado y lagrimeé antes de dormir. Me gustaba la idea de que mi abuela fuera una bruja y yo pudiera escribir mil canciones con su ayuda.

En el pueblo no eran mala gente, pero había poco qué hacer. Una vez nos quejamos de eso y la profe Andie nos explicó que teníamos un monolito de millones de años y que eso ya era extraordinario. En el salón, no sabíamos que la peña era el monolito que decía la profe. Para nosotros era una cosa que siempre estuvo ahí. Es bonito y, es verdad, es muy impresionante si se piensa bien. Sin embargo, decíamos “monolito-mongolito” y nos daba risa. Lo que pasa es que era algo de lo que no conversábamos entonces. Es de lo que escribes cuando has romantizado lo suficiente tu tierra.  

Antes de entrar al concierto nos entrevistaron. Íbamos abrazados y queríamos aparentar que teníamos muchos años siendo mayores de edad, y que ir a un concierto era algo frecuente en nuestra relación. Traté de seguir los consejos de la profe Andie sobre mirar a los ojos y ser genuino, creo que lo hice bien, pero el corazón me quería explotar. Gabi se tapaba la boca al reírse. Aunque las bromas del entrevistador eran muy malas, había que seguirle el rollo.

Tengo bien grabado lo que sentí cuando las luces se encendieron y todo el palacio gritó al mismo tiempo. Me pareció fascinante que hubiera una coreografía de luces y material audiovisual producido especialmente para la gira. Caí en cuenta que todos los que estábamos ahí veníamos a lo mismo, y eso me sigue pareciendo maravilloso en cada espectáculo. Había un video de una chica pintada toda de azul eléctrico, hasta el pelo y las pestañas. Al fondo un sampleo que reconocimos y que nos hizo creer a Gabi y a mí que la canción ya iba a empezar; estaba acompañado de un misterioso: is our life a love movie?, que se repetía haciendo eco. Yo pensaba que, aunque el concierto acabara ahí, todos nuestros esfuerzos ya habían valido la pena. No habíamos comido.

Cuando llegamos a nuestros asientos, notamos que además de nuestra zona, había otra más exclusiva llamada oro central. Eso nos alivió: no queríamos estar enfrente y llamar la atención. O que pensaran que teníamos dinero y nos asaltaran al salir. Por otra parte, vimos como en esa zona y en la nuestra, había personas que se veían aburridas, como si no quisieran estar. Para entonces, Dog Harper ya se había quitado todo, menos el pantalón de vinil, y movía la pelvis como perro en celo. Una pareja ya mayor conversaba, y en otra mesa un hombre mayor observaba el escenario como si fuera una película de Bergman. No estoy loco si digo que nuestra emoción iluminaba ese espacio, y que la señora de ceja estirada que antes nos vio para abajo, nos miraba con envidia. Empapado de sudor, Harper preguntó al público cómo estaban y si querían un poco más: ¡No podo escucharlus Métsico! ¡Mes forteee!

Al terminar, no sabíamos si había sucedido o no. Temblábamos un poquito. Salimos sin prisa, con un poco de miedo a la multitud, como retrasando el final de la experiencia. Llamamos a abuelita desde una cabina: estamos bien, sí estuvo muy padre, duérmase por favor, Mamá Rita. Afuera remataban camisetas piratas de los Coquettes y de otros grupos. Gabi me dijo que no estaban tan bonitas, que luego juntáramos para una de las originales. No sé por qué, aunque ella sabía que no teníamos dinero, sentí alivio de que no me pidiera una en ese momento. Vendían muchas camisetas de Dog Harper, y como para recuperarme de la idea de no poder comprarle su camiseta a Gabi, me reí de que él anda siempre sin nada arriba.

Para hacer tiempo, caminamos un poco, pero solo un poco. Un violinista tocaba en la calle, y sentimos la obligación de darle una moneda, aunque eso ponía en riesgo nuestra comida. El hombre no habló, con los ojos hizo una mueca suave de agradecimiento. Qué chido aprender a tocar así ¿verdad, Gabi? Si me dieran la oportunidad, ¡me lanzo! Recuerdo que esa fue la primera vez que sugerí en voz alta estudiar música. En voz baja, me lo repetía en el espejo todos los días.

Entonces, la noche se puso seria y la ciudad parecía que nos iba a comer. Así que nos quedamos varias horas en el McDonald´s de la Avenida del Taller. Compartimos un combo, y rellenamos varias veces el vasito que dan. Antes de irnos, sentí que era educado preguntar si podía ponerle café al vaso de refresco o si había que pagar. El empleado no dijo nada, pero ágilmente estiró su brazo y me regaló un vaso de cartón especial para el café y tres botecitos de leche. Cuidado: el contenido puede estar caliente. Qué suerte sentí. El concierto todavía seguía vivo en nuestra cara, como un video experimental. Quería recordar cada detallito. Abracé a Gabi y le besé la frente, como para firmar una memoria. Mi corazón seguía brincando al ritmo de los Coquettes. Eso, según mi abuelita, es como una guía para nuestro espíritu.

Al salir del local, vimos a dos muchachas sentadas en una banca. Yo me fijé en sus tatuajes y perforaciones, porque siempre quise unas así; Gabi por su parte captó que eran pareja. Era la profe Andie, que recargaba su cara risueña y desvelada en el cuello largo de una chica de cabello rojo fantasía, con una camiseta a rayas de los Coquettes. Nos dio vergüenza saludarla, aunque de haber sabido que iba a ser la última vez que la veíamos, la hubiera interrumpido para contarle del premio. Se sentiría orgullosa y nos hubiera presentado a su novia. O quizá no era su novia, no importa. Ahora que lo pienso, la profe no era mucho mayor que nosotros. Tendría unos veintitrés o veinticinco.

Ya casi amanecía. En el camino nos topamos un cartel de los Coquette Seeds, lo desprendimos con cuidado para que no se rompiera. Lo enrollamos como si fuera el mapa de un tesoro. Con los pies molidos, nos acercamos a la estación; nos subimos al autobús antes de la hora, para poder sentarnos. En cuanto pudo, Gabi se recargó en mí, y roncó bajito. En un anuncio de la pantalla, decían que nuestro pueblo ya era mágico. Entonces no sabía lo que significaba eso, solo me pareció lindo.

***

Hoy, recorremos la misma carretera, pero soy yo el del concierto. Aunque nunca me he quitado la camiseta como William Harper, sí he hablado en otros idiomas que no conozco, por cortesía. Estoy muy nervioso, pongo los dedos sobre mis rodillas como si tocara el piano. Mientras, Gabi ronca. El conductor me pregunta qué se siente regresar a casa después de tantos años y poder cantarle al monolito. Seguro que abuelita me presumió un montón y ya nos hizo brujería para que nos quedemos a vivir en Bernal. Lo que sea, me parece bien. Solo son tres horas de camino.


*Liliana López León nació en Mexicali, en 1984. Es doctora en Medios, Comunicación y Cultura por la Universitat Autònoma de Barcelona. Es maestra en Estudios Socioculturales por el Instituto de Investigaciones Culturales-Museo, UABC y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UABC. Ha sido profesora en distintos niveles educativos. Le interesa estudiar la relación humano-tecnología, y las ciudades. Ha publicado varios libros y artículos académicos, aunque busca leer y escribir relatos en su tiempo libre. Le gusta el cine de ciencia ficción y también las bicicletas clásicas.


Aunque tú no lo sepas: una charla con Cristóbal Briceño


Cristóbal Briceño es una de las principales voces del rock alternativo en Chile. En esta entrega de 'Aunque tú no lo sepas' nos platica sobre su banda 'Ases Falsos', la mítica agrupación Fother Muckers, Juan Gabriel, su incursión en el séptimo arte y su visita a tierras aztecas.

Para más entrevistas suscríbete al canal de YouTube de Casa Yonki.

Ambulante abre su convocatoria para la Gira de Documentales 2022

La convocatoria estará abierta del 20 de enero al 15 de marzo de 2022.

Parámetros de selección 

  • Se recibirán películas producidas entre 2020 y 2022. 
  • Se permiten largometrajes, mediometrajes y/o cortometrajes.
  • Los materiales inscritos o entregados después de las fechas señaladas no serán considerados. 
  • Con la inscripción de un material, el propietario de la obra asume plenamente la aceptación de los términos de la convocatoria. 
  • El comité de Programación de Ambulante se reserva el derecho a incluir en las secciones los trabajos que tengan características distintas a las que señala la presente convocatoria en términos de duración, formato, años de producción, etc. 
  • Se recibirán películas terminadas o en desarrollo (work in progress)

       ○ Películas terminadas: Deberán incluir un vínculo de visionado del filme que contemple nombre de usuario y contraseña que permanezca activo hasta el 30 de septiembre de 2022.

         ○ Películas en desarrollo (work in progress): Deben enviar un vínculo provisional de visionado en el formulario de inscripción bajo la condición y compromiso de entregar los materiales audiovisuales del documental terminado antes del 15 de junio de 2022 

Proceso de inscripción 

Llenar el formulario de inscripción con la información completa de la película AQUÍ

Selección 

La selección se llevará a cabo de manera interna bajo responsabilidad del comité de Programación de Ambulante. Las decisiones no representan un juicio sobre el valor de las propuestas, sino que responden a una búsqueda curatorial específica para cada edición.

Se tomará en cuenta la creatividad e innovación en términos formales y la relevancia del contenido al momento de la selección. No se aceptarán trabajos institucionales o publicitarios, ni reportajes o trabajos de naturaleza meramente televisiva. 

La lista de documentales seleccionados por el comité de Programación será publicada en la página web y redes de Ambulante. Los autores de los filmes seleccionados recibirán una invitación a través del correo electrónico prog@ambulante.org estableciendo la sección y la fecha de exhibición de cada documental. Una vez aceptada la invitación, el documental no podrá ser retirado antes ni durante su exhibición en la Gira. 

Exhibición 

En caso de ser seleccionado, deberás enviar los siguientes materiales al correo previamente indicado (prog@ambulante.org). Se estipula un máximo de dos semanas desde la fecha en la que recibiste la invitación. 

  1. Archivo .mov codec ProRes 422HQ o 444 con resolución mínima de 1920×1080 y sonido .wav LPCM en 2.0 o 5.1 a 24 bits. 
  2. Subtítulos en inglés en un archivo .srt., si la película está hablada en español (opcional) 
  3. Subtítulos en español en un archivo .srt., si está hablada en alguna lengua indígena o un idioma distinto al español 
  4. Datos de contacto del director y press kit del documental 
  5. Adicionalmente, para Pulsos, DCP INTEROP o SMPTE, 24 o 25 fps con sonido 5.1 o superior 

Para más información, puedes leer el apartado Preguntas frecuentes a continuación.


PREGUNTAS FRECUENTES 

¿Debo pagar alguna cuota de inscripción de mi documental? 

No. 

Ya estrené mi documental en México, ¿puedo inscribirlo en Ambulante? Sí.

¿Qué premios o estímulos otorga Ambulante? 

Ninguno. Somos un festival no competitivo. 

¿Hay un límite para la cantidad de documentales que pueden inscribirse? No. 

¿Quién define a qué sección se podría integrar mi película? 

El comité de Programación de Ambulante toma las decisiones acerca de qué películas integrarán cada sección, dependiendo de las búsquedas curatoriales de cada año. 

¿Puedo inscribir un documental que no fue seleccionado en ediciones anteriores pero cuya producción todavía está dentro del rango temporal y territorial de la convocatoria? 

Si, pero debes señalarlo en el formulario de inscripción. 

¿Aceptan largometrajes y cortometrajes?

Si, se aceptan de ambas categorías.

¿La sección Pulsos sólo incluye largometrajes? 

No, en ocasiones incluimos también cortometrajes cuando estos dialogan con algún largometraje en particular. 

¿La sección Coordenadas sólo incluye cortometrajes? 

No, en ocasiones incluimos también largometrajes cuando estos abordan alguna temática de sumo interés para algunos de los públicos locales. 

¿Cuál es la diferencia entre Pulsos y Coordenadas? 

Hay dos diferencias: el enfoque y el esquema de proyecciones. En Coordenadas nos enfocamos en seleccionar documentales particularmente relevantes para una región en específico. Además, tiene un programa distinto en cada uno de los estados de la Gira. Por ejemplo, el programa de la sección de Coordenadas en Veracruz es distinto al programa en Coahuila. Por otro lado, Pulsos es una sección que recorre todos los estados de la Gira. 

¿Los documentales de Coordenadas se muestran solamente en un estado de la Gira?

Por lo general, sí. En la Ciudad de México, cuando el tamaño del circuito lo permite, proyectamos un programa de Coordenadas con algunos de los documentales que se mostraron en otros estados. 

Mi película no estará terminada antes del cierre de la convocatoria. ¿Puedo inscribirla? 

Sí. Como mencionamos en la convocatoria, estamos aceptando también películas en desarrollo. Lee atentamente las condiciones descritas en la convocatoria. 

¿El cierre de la convocatoria es el mismo para documentales terminados y en desarrollo? 

Sí, la fecha es la misma. Debes inscribir tu documental antes del 15 de marzo de 2022. Solo es el vínculo de visionado lo que puedes enviar después, pero ten muy en cuenta que el plazo para recibirlo es el 1 de junio de 2022. 

¿A quién envío el vínculo de visionado de mi documental en desarrollo? Deberás integrarlo en la ficha de inscripción de la convocatoria. 

¿Hay prórroga para el envío del vínculo de visionado de mi documental en desarrollo? 

No. 

¿Puedo enviar el material de mi documental con marca de agua o los sellos de eventos en los que haya participado? 

Sí. 

No recibí confirmación de correo al enviar la forma de inscripción. ¿Qué hago? 

No enviamos confirmación por correo. Si después de enviar el formulario apareció en tu pantalla el mensaje “Gracias por inscribir tu documental”, no tienes nada de que preocuparte. Si no, vuelve a llenar y enviar el formulario. Si sigues teniendo problemas, escribe un mensaje a prog@ambulante.org.

¿Las secciones (Pulsos, Coordenadas y Resistencias) están abiertas a documentales en desarrollo? 

Sí. 

Sigo con dudas, ¿cómo puedo comunicarme con ustedes? 

Escribe un correo a prog@ambulante.org con el asunto “Duda convocatoria 2022”.



Fother Muckers: Justo y Necesario



Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez |



Segundo álbum de la banda lanzado en 2008, después de No soy uno, con doce tracks y una duración total de 41:45; marcó un antes y un después para el trabajo de los Fother Muckers. Justo y necesario, significó un cambio considerable tanto por la composición de la banda como el lanzamiento de la discográfica impulsada por el vocalista, Cristóbal Briceño.

Sello Cazador, discográfica que hasta ahora ha impulsado la carrera de 19 bandas -en su mayoría chilenas- de rock alternativo, dejando siempre características muy reconocibles entre cada participación; se encargó de la producción y distribución del álbum, dando a Cristóbal Briceño un papel protagonista como compositor, guitarrista y vocalista de la banda, concluyendo con once tracks a su nombre y la excepción de Simón Sánchez -bajista y segunda voz- componiendo La tercera vía.

Con la banda fundada en 2004 en la Pontificia Universidad de Chile, su camino por la música realmente empezó hasta 2005, con algunas presentaciones en bares y festivales capitalinos, armando una base de fans muy sólida y leal a la carrera de la banda. Fue hasta 2006 cuando se lanza su primer EP homónimo con seis temas, incluyendo algunos en su siguiente trabajo de 2007, No soy uno.

Durante los primeros cuatro años en medio de idas y venidas de bateristas en la banda, para la producción de Justo y necesario, tanto Martín del Real como Gonzalo Nuñez, asumieron el rol hasta principios de 2008, cuando Cristian Soto los releva. El cambio es poco notorio, al entender que el desarrollo musical de cada integrante se dio en conjunto y que no existía tanta disparidad creativa entre Real y Nuñez.

Con el cambio de nombre de la banda hasta 2011, hubo poco material para identificar una línea general en su trabajo y sin embargo, Justo y necesario, como un trabajo más pulido de la banda, funciona muy bien como una carta de presentación; una banda de rock alternativo que habla sobre lo cotidiano. Desde 2022 donde hablamos del encuentro de dos amantes, hasta el hambre de explorar en un joven de veinte años en Explorador.

Viaje de regreso, el mismo lado, justo y necesario, no tienen ningún desperdicio de instrumentalización. Como un equilibrio bien logrado entre lo que se escucha y lo que se entiende. Uno de mis favoritos personales sin duda.

"Bala'na", perder la inocencia pero no la identidad



Por Jaime López

@JaimeComunidad3


Su cuerpo desnudo se adueña del escenario. Es tan imponente su vulnerabilidad que resulta difícil no prestar atención a su relato. Antes de comenzar con sus vivencias, se presenta como "Yoselín", aunque aclara que previamente la llamaban "Rufino". No tiene dudas sobre su identidad o su esencia, una que como cualquier ser humano tiene aspiraciones, sueños y episodios de sufrimiento.

"Cuando era niño, mi padre solía llevarme a la milpa, a mí nunca me gustó ir a la milpa, sentía que esa vida no era para mí, en cambio, me gustaba ayudar a mi madre en las labores de la casa. De eso sacó provecho una tía mía y me consiguió un trabajo aquí, en esta ciudad, de criadita, bueno, de criadito, pues...", expresa en una parte de la trama el personaje central.

Lo anterior es apenas el inicio de la obra "Bala'na", monólogo independiente escrito y protagonizado por Alexis Orozco, que fue presentado a finales de enero pasado en el foro de Puro Drama, en la ciudad de Puebla.

En entrevista para este reportero, el intérprete originario de Oaxaca subrayó su alegría de poder trabajar en pro de la comunidad diverso sexual desde su trinchera como actriz.

Cabe mencionar que "Bala'na" ha sido reseñada por algunos analistas como una propuesta que visibiliza la transexualidad o como un montaje que echa por abajo la idea romantizada de que los muxes son bien acogidos por toda la sociedad oaxaqueña.

Sin embargo, para quien suscribe este texto, la obra va más allá de la denuncia y la concientización, porque aborda un tópico universal: la pérdida de la inocencia.
Si bien "Bala'na" significa virginidad en zapoteco, el monólogo de Orozco muestra la evolución emocional de "Yoselín", luego de enfrentar el amor/desamor, la pérdida y el rechazo. Esto último en medio de un contexto sórdido, el del sexoservicio.

Al respecto, el creador subrayó la resiliencia de las trabajadoras trans para sobrellevar las dificultades de la vida.

"Yo creo que la principal satisfacción fue el convivir con ellas, conocer que ellas son así, puede pasar una tragedia en ese momento y ellas buscan el momento pícaro, el momento de comedia para que eso no les duela tanto y eso lo viví prácticamente con ellas, estando ahí con ellas, convivir con ellas, conocerlas, palparlas", apuntó.

En otro orden de ideas, Orozco comunicó que "Bala'na" le generó un descubrimiento como creativo, porque fue un momento de transición para ella como actor/actriz.

Acerca de los momentos en que interactúa con la audiencia, dejó en claro que sus reacciones son producto de la improvisación.

"Es lo que me da el público en ese momento, es una escena que realmente es natural", dijo.

En resumen, "Bala'na" es una obra indispensable de ver, por su vigencia y porque evidencia el alto nivel escénico de su protagonista.

Se presentará próximamente en Tabasco, Tlaxcala y la Ciudad de México, aunque para mayores detalles se recomienda visitar su página de Facebook.

Letrinas: Penélope nomás sentada



Penélope nomás sentada
Por Jessica Sevilla


Estoy esperando al siguiente tren. Por el calor parece que es agosto, no diciembre. Y en esta estación no hay salas de espera, ni pantallas. Llegan con mochilas sobre la espalda pero no vienen en vagones de pasajeros. Vienen montados en contenedores de mercancías. Para mí son muñecos. Así ha de venir y por eso tarda tanto. Aquí estoy en mi banca de pino verde. Al otro lado de las vías hay una de metal. Las dos en el solazo. De aquí ya vamos a agarrar camino. No debe demorar. Y tengo que estar presentable para cuando llegue, pero con este calor tengo pegado el cabello a la cara y el vestido a las nalgas. Estoy usando mi bolsa café como sombrilla, pero no me cubre nada. Así que saco mi abanico de madera roja, que coordina con mis zapatitos de tacón. Además tiene aroma de sándalo, patchouli y canela. Con esos aromas que me perfumen no se va a dar color del olor a pescado que desprende mi vestido y entrepierna. Me va mirar toda devota, aquí ya empezando a hablar su idioma y quemándome. Parece que ahí viene. Escucho un silbido, un poco aplastado por los carros del distribuidor vial de la López-Lázaro y este zumbido insoportable de mi oído izquierdo. Ahí viene. Lo escucho más cerca, en el crucero. Escucho su fricción en los rieles. Me voy a levantar ya, para que se me oree el vestido y me vea toda bonita, esperándole y recibiéndole. No es. Es un tren de carga vacío. Ya será el que sigue. Me vuelvo a sentar, pero en lo que espero me pondré boca abajo sobre mi banca y levantaré mi vestidito blanco para broncearme las piernas. Para que cuando llegue me vea toda doradita por este fuego de diciembre. Me quedé dormida, pero en lo que despierto noto que aún no viene el tren. Me doy la vuelta, de frente al sol, para quemarme este lado de las piernas y estar completamente rojita cuando llegue. Y que admire el grado de mi fervor, de mi resistencia. Me tapo la cara con mi gran bolsa de piel. Me vuelvo a quedar dormida un rato, pero pronto escucho otro silbido. Tengo que causar una buena impresión y verme mejor que en mi foto de perfil, pero con este aire caliente estoy toda sudada y mi vestidito también. Me levanto. Estiro la tela de la falda. Me vuelvo a sentar, pero ahora con las nalgas directamente sobre la banca para no sudar más el vestido. Voy a estar esperando así, de pierna cruzada. Me acomodo el cabello y lo peino con el sudor, usando las uñas como peine. Saco de nuevo mi abanico, para estar destellando grana cuando llegue. Y oler a planta con madera. Y voy a mover el piecito de la pierna de arriba en circulitos lentos, para que vea que estoy esperando ansiosa pero con paciencia. Y me voy a retocar los labios rojos para que enmarquen la sonrisa que le voy a dar ahorita que llegue. Saco mi espejito para embarrarme el lipstick, pero en el reflejo no estoy yo, está una vieja calva con patas de gallo en los ojos y la frente despellejada. Me doy cuenta que estoy aquí ya toda vieja. Esperando como pendeja. Ya me achicharré con este vestido sucio. Siento que se me va a salir la bomba de sangre por la garganta, que el vagón se soltó y se está yendo pabajo. Ay, de dónde me agarro, no se me vaya a desrielar. Me voy a acostar, a cerrar los ojos, a sentir el calor del sol para calmarme. El vagón agarró velocidad con la caída, así que se adelantó ocho mil novecientos kilómetros en un minuto y ya viene más cerca. Estoy escuchando su silbido sobresaliendo entre los carros. Ya va a llegar y tengo que incorporarme. Tengo que acomodarme este pelo para verme fabulosa cuando llegue la gran Maestre de la orden, que vamos a ir a la gran fiesta, en ese tren, con todas las del movimiento.




*Jessica Sevilla es gestora, profesora y artista visual. Nació en Tijuana en el 88 y vive en Mexicali desde el 98. Su trabajo es un proyecto de autoaprendizaje vinculado al lugar, con el que explora bordes entre prácticas y dominios. Actualmente trabaja, desde la galería Planta Libre en la región deltaica del Río Colorado, sobre la relación humano-agua. Tiene formación en arquitectura y es profesora universitaria. Se ha dedicado a la gestión de proyectos culturales de forma independiente y con instituciones públicas, también ha trabajado con grupos ciudadanos y asociaciones civiles. Actualmente incursiona en la narrativa de ficción usando medios visuales y textuales. Ha sido beneficiaria de los estímulos FONCA Jóvenes Creadores (2017-18), PECDA BC (2016) y David Rockefeller Center for Latin American Studies (2015), con los que desarrolló tres proyectos de sitio específico.

"El comediante", de aceptar nuestros fracasos a dejarnos abducir por la luz


Cinetiketas | Por Jaime López |

@JaimeComunidad3


"Estás lleno de miedos, de oscuridad y todavía quieres encerrarte más, tienes que dejar que la luz fluya" es una de las frases que le expresan al protagonista de "El comediante", cinta estrenada a mediados de enero en la plataforma de streaming más famosa del mundo, la de la N roja.

 

Las palabras en cuestión adquieren un peso enorme a lo largo de la historia escrita por Alo Valenzuela Escobedo y Gabriel Nuncio, porque son el reflejo del estado emocional en el que se encuentra el personaje central, un standupero que vive de la comedia, pero que ha perdido la capacidad para reírse de sí mismo y de sus tragedias.

Es ahí donde "El comediante" funciona como una analogía sobre la trascendencia y la búsqueda de la felicidad, que en ocasiones no llega como la imaginamos o la planeamos; ello porque se muestra a un hombre de mediana edad, estancado en su vida profesional y en sus relaciones, que está empecinado en llevar a cabo una idea sólo de una manera o forma.

Sin embargo, la vida le tiene preparada otra jugada, que lo hará involucrarse en situaciones incómodas y absurdas, pero un tanto reveladoras. De eso va la película ganadora del Premio Mezcal en la pasada edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.

Integrada por un elenco de gran calibre (Adriana Paz, Cassandra Ciangherotti, Cecilia Suárez y Tenoch Huerta) y codirigida por Rodrigo Guardiola y Nuncio, "El comediante" también puede apreciarse como la fábula de los eternos deprimidos, de los seres que se encuentran extraviados o perdidos y que no tienen idea de qué hacer con su vida, aderezado con un ritmo similar a las comedias del cineasta neoyorkino, Woody Allen, en donde los diálogos tienen mucho humor negro o comentarios irónicos sobre la condición humana.


Un muestra de lo anterior es cuando el personaje central visita a su tío moribundo y se disculpa por haber estado alejado de él durante mucho tiempo, aunque para ello recurre a un diálogo inesperado y sarcástico:

"Soy un egoísta, quizá es porque soy Leo".

En cuanto a la estructura narrativa, los directores no están preocupados por echar mano de escenas frenéticas o llenas de cortes de edición para que su historia avance, sino que concentran la atención en las conversaciones e interpretaciones del elenco.

En ese sentido, quizá algunos espectadores no se familiaricen con el ritmo de "El comediante", que también apuesta por secuencias oníricas y ambiguas. Eso es lo que dota a la puesta de Guardiola/Nuncio de un peculiar encanto, que muy difícilmente puede hallarse en las producciones estelarizadas por la familia Derbez, las cuales tratan de hacer reír a la audiencia mediante una comedia fácil y barata.

Pasando al rubro interpretativo, es grato ver nuevamente en la industria fílmica nacional a la tres veces ganadora del premio Ariel, Adriana Paz, que borda de manera orgánica a su "Melissa", un personaje que quizá no sea del agrado de muchos, pero que sirve como catarsis del protagonista. Por su parte, Cassandra Ciangherotti y Cecilia Suárez confirman el gran carisma del que son dueñas.

Cabe agregar que algunos analistas han visto en "El comediante" un presunto retrato de la generación millennial, por la falta de estabilidad laboral y patrimonial del protagonista, mientras que otras voces la perciben como una historia de maduración personal. Hay un poco de verdad en ambos casos, aunque lo cierto es que el desenlace de la película puede tener dos interpretaciones, dependiendo del estado emocional con el que se vea, pero en ambas la luz juega un papel fundamental.

Es ahí donde resuena fuertemente la frase mencionada en líneas anteriores:
"Estás lleno de miedos, de oscuridad y todavía quieres encerrarte más, tienes que dejar que la luz fluya", y pues que fluya, aunque a veces duela.

 

Hablemos de "Tick, Tick… Boom!"


Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


No les miento: llevo poco más de dos meses intentando redactar este artículo pero, simplemente no encuentro la forma de hacerlo sin ser demasiado intensa y vomitarles (en sentido figurado) todo lo que significa para mí este peliculón llamado "Tick, Tick… Boom!", la vida en sí de Jonathan Larson y por supuesto, mi amor y eterna admiración por el increíble genio capricorniano que los dioses musicales decidieron llamar Lin-Manuel Miranda, quien hace su debut como director y es el encargado de que mi cabeza no tenga un solo descanso en estas últimas ocho semanas (si quieren, luego les cuento por qué). Así que relájense, téngame muuuuucha paciencia y resígnense a leer un artículo cero objetivo o imparcial.


No es ninguna revelación que me gustan las películas musicales (y mucho), tanto así que hace un par de años (casi cuatro para ser exacta) les compartí una lista de mi Top 10 que, con mucha alegría, puedo afirmar que se ha modificado a lo largo de estos años y me parece excelente que así sea porque, en palabras de mi muy sabia psicóloga: "todo aquello que no cambia, muere" y dudo que mi amor por las pelis musicales, muera any time soon. Pues bien, en aquella ocasión coloqué a "RENT" en el lugar número diez y les hablé un poquito de la importancia de este musical de rock irreverente en la historia moderna de Broadway, al revolucionar por completo al teatro musical y por supuesto, de lo desafortunada que fue la repentina muerte de Jonathan Larson la noche del último ensayo de vestuario, previo al estreno de la obra Off-Broadway (término que, según lo poco que sé e intuyo, es la antesala a un estreno en Broadway). Y si bien hace años conocía o me era familiar la historia personal y profesional de Larson, nunca me había interpelado tanto como hasta ahora. Y vaya que duele.

“Tick, Tick… Boom!”, en palabras de su director, “[…] no es una de esas películas biográficas donde ves a Mozart escribiendo su gran obra maestra. Esta es una película acerca del fracaso y de cómo recuperarse, y de cómo la obra maestra de Jonathan Larson está justo delante de él; es esperanzador porque tal vez también la tuya esté justo delante de ti”. 

En varias entrevistas, mi querido Lin-Manuel ha expresado su amor y devoción por el cine dado que, desde pequeño, su sueño era ser cineasta (y hay muchos videos caseros de la familia Miranda que nos lo confirman). En 1997, a la tierna edad de diecisiete añitos, Miranda tuvo la oportunidad de ver “RENT” cuando la obra ya había sido estrenada en Broadway y rápidamente se posicionaba como EL espectáculo que TODAS y TODOS debían ver y, palabras más palabras menos, es un suceso que le cambió la vida; no solo la obra lo impactó y lo dejó boquiabierto (como a toda una generación) gracias a su frescura, dinamismo e irreverencia, sino que realmente lo inspiró y animó a explorar y crear su propio arte (porque aceptémoslo, “RENT” caminó para que “Hamilton” pudiera correr, como dicen por ahí). Al paso de los años y estando ya en la universidad, se inclina por el teatro y en particular por el teatro musical y no es ninguna novedad que ha hecho cosas ASOMBROSAMENTE LEGENDARIAS en este ramo (sí, con M A Y Ú S C U L A S). En 2014, Lin-Manuel tiene la oportunidad de interpretar el papel de Jon en un breve reestreno que tuvo “Tick, Tick… Boom!” Off-Broadway, al lado de los talentosísimos Leslie Odom Jr. en el papel de Michael y Karen Olivo en el de Susan, por lo que podemos deducir que es una obra y una historia que le apasionan y que más allá de conocerla a fondo, le atraviesa de mil maneras. Ya cuando Lin adquiere cierta presencia y notoriedad en el medio artístico, insiste en que, si algún día tiene la oportunidad de dirigir una película, tendría que ser “Tick, Tick… Boom!”, deseo que se le cumplió en 2019 gracias a la productora Julie Oh quien le comentó en aquel entonces, que finalmente había obtenido los derechos para filmarla, a lo que Miranda le contestó rápidamente que “no habría un mejor director que él para hacerla”. ¡Wow! ¡Eso es tener confianza en sí mismo, carajo!  Así que Lin hizo hasta lo imposible para crear un film exitoso en toda la extensión de la palabra. Y a mi parecer, lo logró.


Jonathan Larson tardó ocho años en escribir “Superbia”, una obra musical de rock satírico de ciencia ficción, inspirada en la aclamada novela de George Orwell, “1984”. La historia retrataba a una civilización futurista pegada a sus pantallas, viendo las vidas extraordinarias de los ricos como programas de televisión (¿les suena familiar?). Jonathan quemó sus “roaring twenties” suplicándole a múltiples productores para que le dieran una oportunidad a “Superbia”. Tras numerosos y dolorosos fracasos y por ende un sinfín de puertas cerradas, Larson al borde de cumplir los temibles 30, escribe y estrena “Tick, Tick… Boom!” (que originalmente se llamaba “Boho Days”), un “one man show” acerca de todo el proceso creativo que implicó hacer y eventualmente no hacer “Superbia” y que retaría a los productores a que le pusieran otro pretexto que no fuera el costo en sí de la producción. Nunca fue la creatividad con lo que luchó Jonathan; fue con el rechazo, el fracaso, la duda, la falta de visión y originalidad de otros y por supuesto, la falta de capital que financiara su arte.  


La película comienza con Larson, interpretado de manera excelsa por Andrew Garfield (sí, sí… Spider-Man pues), dándonos la bienvenida a su monólogo. Filmado en el New York Theatre Workshop (donde Larson originalmente estrenó “Tick, Tick… Boom!”), el personaje de Jonathan nos introduce a su obra musical con algo de resignación y hasta presume las múltiples cartas de rechazo que tiene en su poder pero, de pronto cambia su actitud cuando nos cuenta que está por cumplir 30 años en tan solo un par de días y la carga que ello representa. Y justo así comienza la canción “30/90” y de inmediato nos sitúa en el mood ideal para el resto de la película y nos succiona a la mágica cotidianidad del Larson de inicios de los noventa. No saben cómo me hubiera gustado conocer esta canción cuando cumplí mis treinta, pero supongo que ahora a mis treinta y tres, no cambia mucho la cosa ¡duh! En ese momento, Larson tenía ya un par de años trabajando como mesero en el icónico “Moondance Diner” y así continuó hasta prácticamente el estreno de “RENT”. Su familia y amigos platican en el documental “No Day But Today: The Story of RENT” que Jonathan en realidad encontraba muy cómodo su trabajo; le permitía dedicarse exclusivamente a escribir y crear sus musicales de lunes a jueves, y de viernes a domingo, trabajaba todo el día en la cafetería. Lo hacía por la comodidad del horario, para pagar la renta de tu infame departamento (que Lin y la producción replicaron con asombrosa exactitud) y tratar de sobrevivir a la jungla urbana que es Nueva York y vamos… en ese sentido, creo que todas y todos sabemos lo que es tener (sí TENER) que trabajar en lo que tienes que trabajar para lograr hacer aquello que en verdad queremos hacer.


Jonathan decide crear una oda al “Moondance Diner” titulada “Sunday”, una especie de plagio/inspiración/modernización/sátira de otra canción llamada “Sunday” que es la famosa culminación del primer acto del musical “Sunday In The Park With George”, escrito por su mentor e ídolo personal y profesional, el gran Stephen Sondheim, quien fue una leyenda de Broadway y que desafortunadamente, falleció el pasado 26 de noviembre de 2021. Tanto en la película, como en la vida real, vemos cómo Sondheim y Larson tienen/tuvieron una relación maestro-discípulo, en donde los consejos y observaciones de Stephen eran el oro más preciado para Jonathan quien, sin miedos ni inseguridades, solía enviarle letras, partituras y grabaciones de melodías constantemente. Sondheim nunca dudó de la enorme capacidad creativa de Larson, cuyo talento era indiscutible y de primera clase, sin embargo, nunca pudo ayudarlo más allá de lo que él hubiera querido, aunque sus palabras y la fe que tenía en él bastaron para que Jonathan nunca desistiera, a pesar de que la vida y las circunstancias le pedían a gritos que lo hiciera. Lin-Manuel quiso extralimitarse (algo que aprendió de Jon M. Chu, director de “In The Heights”) y hacer de “Sunday” una de las escenas más icónicas de toda la película y regalarle a Jonathan Larson, el coro de estrellas de Broadway con el que siempre soñó. Mi hermana Elo es testigo que, cuando aparecieron Adam Pascal, Daphne Rubin-Vega y Wilson Jermain (los actores originales de “RENT”) en pantalla, pegué un grito ENOOOOORME y es increíble la cantidad de cameos que Lin consiguió para este número en particular, desde Chita Rivera, Bebe Neuwirth, Howard McGillin, Joel Grey, Bernadette Peters, hasta mis Schyler Sisters, Renée Elise Goldsberry and Phillipa Soo.

Jonathan Larson luchó por hacer arte, no porque no tuviera talento, sino porque Nueva York era (es) una ciudad terriblemente cara y competitiva, más hablando de Broadway. La tragedia de ser un artista es que a veces nacen en el momento equivocado, en la generación equivocada. Todos sabemos que, en su vida, Van Gogh vendió solo una pintura; nunca fue famoso y murió atormentado y en la pobreza. Hoy en día, sus obras son de las más apreciadas y vendidas a altísimos precios y comercializadas y reproducidas en cualquier tipo de producto de consumo que pudiéramos imaginar (wink wink a la taza de “Noche estrellada sobre el Ródano” que le regalé a mi amigo René ¡ayñ!). Según expertos en arte, Van Gogh habría sido el artista más rico del mundo. Hoy en día, hemos sido testigos de las cuantiosas historias futuristas que se nos presentan en televisión, en el cine, en la literatura, en los podcasts, etc. La ciencia ficción vende y muy bien, y para Jonathan Larson “Superbia” cumplía todos los requisitos necesarios para atraer inversores y un público que conectara con la temática, pero en la década de 1990, simplemente no fue posible y francamente yo sí creo que le rompió el corazón. Después, escribió “RENT”, explorando el tema del SIDA, las drogas, la comunidad LGBTTTIQ, la lucha incasable por sobresalir y dejar huella y… el resto es historia.

Ganador de tres Premios Tony, el Premio Pulitzer de Drama y autor de uno de los espectáculos de mayor duración en Broadway y que ha recaudado más de 300 millones de dólares alrededor del mundo. Aunque Larson obtuvo el reconocimiento que merecía, llegó demasiado tarde: todos estos reconocimientos le fueron dados post mortem. Así como les comenté hace unos párrafos, Jonathan falleció a los 35 años de una disección aórtica mal diagnosticada (los doctores le decían que era estrés). Ese miedo de no llegar a los cuarenta, se le cumplió; una auténtica tragedia. Pero si el viaje de un artista se encuentra en sus tragedias, entonces, de hecho, Larson vivió una gran vida artística. Para mí, Larson es una especie de Van Gogh de finales del Siglo XX.

Dos años, una pandemia, el guion de Steven Levenson (creador de otro hit de Broadway llamado “Dear Evan Hansen”), numerosas visitas a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (donde se albergan muchos documentos originales de Jonathan Larson), rearmar el orden de las canciones, quitar unas, aumentar otras, la aprobación de Julie Larson (la hermana de Jonathan encargada de salvaguardar su legado), el casting perfecto de Andrew Garfield, quien aprendió a cantar, a bailar y a tocar el piano en tiempo récord, la visión particular de Lin-Manuel… todos estos, factores importantísimos e imprescindibles que hacen de “Tick, Tick… Boom!” una auténtica bocanada de aire fresco, un apapacho bien necesario para el alma, un recordatorio doloroso acerca de la perseverancia en el arte y el rechazo inminente. Porque sí, aceptémoslo, ser un artista (o querer ser uno), es vivir con miedo y dudas constantes; es crear algo todos los días y esperar (sí, es-pe-rar) que algún día alguien te lea, te escuche, te vea. Esperas que tu creatividad sea lo suficientemente buena y diferente como para cambiarle la vida a alguien; ese es EL sueño. Y como todo buen sueño, suele ser bizarro, sin un principio y fin claros, efímero y/o que solo se le concede a los realmente suertudos. ¿O acaso estoy siendo demasiado negativa? ¡En fin! Dense la oportunidad de ver “Tick, Tick… Boom!” las veces que sean necesarias y ojalá se les estremezca el corazón tanto como a mí.

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