Mon Laferte ha vendido más de cinco millones de grabaciones en todo el mundo y ha actuado en emblemáticos escenarios como el Madison Square Garden de Nueva York, el Movistar Arena de Santiago de Chile y el Auditorio Nacional en la Ciudad de México.
Alista Mon Laferte presentación en Puebla
Letrinas: Sin consecución
Sin consecución
Aldo Vicencio
la mano que lee
despierta
reza un verso en hélice
el
manojo de yerba
otra vez, el hierro que se tuerce
hemos
aprendido a nombrar la luz que llora
la no-organicidad, los
juncos atravesando
puedes imantar
la sal
una sola huella
entre la hojarasca
((( el
pensamiento tronante )))
las notas desgarran hacia
arriba,
como la niña santa sobre
un tabique
el lirio de la cueva
susurros acanalados;
el sustrato de la materia,
su inusitada libertad,
su brillo que carcome
nuestros ojos felinos
son sellos que se
estampan sobre las nubes
digresión sin aparato
crítico:
el mármol de la modernidad
es un sitio cómodo para aludir al presente;
no hay peor muerte que el vértigo del hoy
los andamios caen:
la historiografía es una
neurosis interminable
la sugestiva estupidez,
la tribu sin germen;
quiero que no haya
conjugación, sino simultaneidad
y así como este ( yo ) es un arco a medio tensar,
el carcaj reúne una cromática que no es autoevidente
e s u n i n f i n i t o
r o m b o d e
p é t a l o s
el paso sin cronología: {
n o s o t r o s }
los ciclos devueltos
el vuelo que levantan los gorriones en la
noche
marismas, sobre el cielo se
siembra el reflejo inverso de lo humano:
templos
de aire | paredes de sombras
Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991). Su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias iberoamericanas como Punto en Línea de la UNAM y Tierra Adentro (México); Digo.Palabra.txt (Venezuela), Revista Antagónica (Costa Rica); Enfermaria 6 (Portugal), La Ubre Amarga (Bolivia); Buenos Aires Poetry (Argentina), Santa Rabia Poetry y Kametsa (Perú); Una verdad sin alfabeto (El Salvador); Cinosargo (Chile), Low-Fi Ardentía (Puerto Rico), El pez soluble (El Salvador, Guatemala, Panamá y Costa Rica); Oculta Lit y penúltiMa (España), entre otras. Ha sido incluido en las antologías Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016), Nido de Poesía (LibrObjeto Editorial, 2018) y Luces tras la cortina (Ediciones Kametsa, 2022). Ha participado en diferentes festivales y coloquios sobre poesía y literatura.
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Chinoy | Arde el Venusterio desde Casa Yonki
La máquina del orgasmo infinito: narrativa entre fluidos y elucubraciones escatológicas
Por Alejandro Carrillo |
Autómatas en busca de la trascendencia administrativa y sibaritas posmodernos en un mundo distópico, neoliberal, tecnócrata, no apto para el consumo humano. Así se podrían definir la mayoría de los personajes de "La máquina del orgasmo infinito", el libro más reciente del escritor Julio Meza Díaz (Lima, Perú, 1981), publicada en nuestro país por Ediciones Periféricas (2021), y que se desenvuelve en cuatro cuentos o noveletas -aún no lo descifro- que en simultáneo regalan un sinfín de escenas propias de un filme serie B, en donde todo transcurre tan apresuradamente que no sabes si estás en una protesta globalifóbica, una pintura del Bosco que ha cobrado vida, la cantina de Star Wars, un episodio de Futurama, o bien, en un sempiterno infomercial de supositorios.
Irreverencia, fluidos y elucubraciones de todo tipo son el sello de una obra de difícil digestión para el lector purista, pero que no deja de ser arriesgada y acertada. Escribir ciencia-ficción es bastante complejo, más aun cuando el autor condimenta la historia con situaciones concretas y propias de la idiosincrasia tercermundista. En ese sentido y más a allá de su terminología futurista a lo Rick & Morty, hablamos de una obra realista que de manera cínica pero elegante hace sorna del sistema económico, del sistema de salud, del sistema educativo, del sistema reproductivo y hasta del sistema solar, del ecosistema.
La ciencia lo consiguió. En el futuro comemos por el culo.
Justicia divina bajo la toga de Dios. Dios era santidad y pureza, tal vez no importaba donde se le besara.
"Como un mono", "Fredo", "La máquina del orgasmo infinito" son las tres primeras partes que conforman el libro del autor peruano, y mención aparte merece la última historia del libro: "Vargas Yosa", que habla de un personaje pretencioso cuya superioridad moral busca adoctrinar al hombre común, al hombre de a pie, sin dejar de ser un fenómeno del conservadurismo. El hecho de que de un día para otro le nazcan manos y piernas a Vargas Yosa sería equivalente a que al fenómeno Vargas Llosa del mundo real le naciera consciencia de clase. Simplemente perdería su razón de ser y perdería su encanto ante el mundo neoliberal que lo ha engendrado. Con todo y todo, uno empatiza más con el Vargas Yosa de Meza Díaz que son su símil de esta realidad.
Vargas Yosa quiso vestirse, descubrió que ya no podía usar su ropa, sus pantalones, sus camisas, todas sus prendas habían sido diseñadas para alguien sin extremidades.
"La máquina del orgasmo infinito" es un lectura anticanónica que confronta al autor y al mundillo literario con la manera de narrar historias y que también confronta al lector desde diversos frentes, desde el ideológico hasta el escatológico.
What in the Pink Floyd? Un tijuano va a una tocada en Ensenada
De Carl’s Jr.
salvando el antiroadtrip Tijuana –
Ensenada
De la vez que
me robé un mezcalero
Llegado a Ensenada camino siete cuadras rumbo a La Nopalera (taller de cerámica top en la ciudad). Isa me enseña a manejar la arcilla. Remojar, mover. Remojar, mover. “El material es noble”, repite. Mis manos lo peinan y fallan. Aún así sostengo que nací para la cerámica. Que toda mi vida fue un viaje hasta ese momento. Que por años creí que había nacido para el kung-fu, a pesar de nunca haber practicado kung-fu. Mi teoría es simple, el día que lo haga, mis rasgos asiáticos, mi búsqueda zen, mi amor por el anime y Boy With Luv de BTS: todo eso como un golpe letal sobre la incertidumbre de la vida adulta. Es una teoría ridícula, pero el absurdo es el sentido que me empuja a seguir. “¿Qué quieres hacer?”, pregunta Isa. Le respondo que un mezcalero. Ella no lo sabe, pero la única vez que robé algo en mi vida fue un mezcalero. Me sentí como el Michael Jordan del robo. Al regresar al moldeo de la arcilla (técnica del pellizco para iniciados), tengo en mis manos una sensación curva y quimérica: mi debut y despedida como criminal.
De Valgur en
Item
No conozco a Valgur, pero Isa dice que hay una canción que le gusta mucho: razón suficiente para volvernos otra luz de neón en la noche. 20 mil seguidores en Instagram es lo único que conozco de Valgur. Son el headliner de una expo de artistas regionales. Decido escribir sobre ello, poner mi mente en ello. Un esfuerzo más por convertir la percepción en experiencia material. El texto como otra cabeza de mi cuerpo. Isa sostiene mi mano rumbo a Item, cierro los ojos: su brazo es mi piloto automático. Dos señoras se acercan a pedirnos dinero, una dice venir a Ensenada por contrato. No entendemos lo que significa. Es una pandemia la pobreza, un síntoma más de la realidad social. Al llegar a Item saludamos a Amanita, su vestido floreado me recuerda al patio trasero de mi abuela.
De la
lentitud como armadura
“Hasta las moscas son más lentas”, las palabras de Pris me provocan una imagen mental: un grupo de moscas festejando, alzan cervezas de moscas luego de romper el Récord Guinness por el zumbido más lento del mundo. La cosa es simple: Ensenada tiene su propio ritmo. Vengo de una ciudad caos, ruido como nubes grises cubriendo el más crudo invierno. Acostumbrado a la inercia de andar en chinga, Ensenada es un alivio. Que el anticipo al show de Valgur se sienta como un video en slow motion es un arrullo de paz. Ensenada es la sensación constante de estar en medio. No es una ciudad, no es un rancho. Es un lujo de contrastes, donde artistas se muestran sus trabajos con la inocencia de niñxs compartiendo sus primeras figuras de plastilina. La lentitud es una armadura ante una realidad voraz, que nos exige drenarnos de estímulos hasta provocar un desmayo de percepción. Una casa con la luz encendida, en medio del desierto: eso es Ensenada.
De las pláticas
en Item como posibles géneros para un futuro EP
Óscar (poeticsynthbebop): después de hablar sobre su reciente obsesión con el parkour, dice que le duele la pierna izquierda, piensa que es por recargarse demasiado en ella. Le planteo la idea de que es su pierna reclamando parkour. Su inconsciente incrustado en una extremidad, reclamándole ser el Michael Scott de Ensenada.
Andrea (indiehardcoregaze): hablamos de la vergüenza que provoca tirar chicles en la calle. ¿Irán a parar a la garganta de una paloma? Me gusta pensar que son un futuro castigo en el zapato de un político mediocre.
Isa (cinemadreampop): asegura que vamos vestidos como cineastas, que somos los que no parecemos artistas plásticos. Yo le digo que parecemos músicos. Me sonríe y me dice que entonces somos como Beach House.
De Valgur en
Item (Extended Dance Mix)
Mientras Valgur toca, pienso en las piezas expuestas en la galería. Un mandil hecho con bolsas de jabón Foca, un edificio con paredes a las que les crece pelo (rastrillos gigantes vs las ladillas biónicas, idea de novela que me podría robar Televisa), los portarretratos de Andrea (tan externos de color, y la ausencia en su centro como un espejo de), un conjunto de fotos buscando un hogar (manifestando un hogar). Y de repente una chica se sienta sobre un pastel postrado en el centro del stage improvisado. Y Valgur toca su mexican 80s synthpop. Y veo a Isa sonreír, con su boina que bajo la luz rosa me hace pensar en una aureola negra. Y la chica se embarra de pastel, se mece en el pastel, se vuelve el pastel. Y What in the Pink Floyd?, grita Jeff Winger en una esquina (¡Parece que soy el único que lo escucho!). Y Amanita click click, foto tras foto con una luz verde en su frente que parece una antena. Y Valgur termina y Ensenada entera es un aplauso. Y cada clap clap un color nuevo disparado sobre mis ojos.
Del final del
día
Luego de Valgur, Barthes sube al escenario para el after. Industrial-acid-techno estirando las esquinas de la noche. Algunos se quedan a bailar, otros salen a la banqueta y hablan de signos zodiacales. ¿Cómo se verá esto desde arriba? Una galaxia extraviada en la oscuridad de Baja California. Adentro: toda persona con una luz rosa sobre ella, y un four on the floor en el fondo, es una posible estrella cyberpunk. Afuera: palabras como confeti lanzado al aire, probables herederos de la voz de Walter Mercado. Luego de un rato, Isa y yo nos despedimos de la fiesta. Camino a casa le pido se detenga: “Quédate ahí y levanta tu mano. Te voy a tomar una foto”. Hace berrinche, pero estira su brazo hacia arriba, a centímetros de un foco que ilumina la banqueta. El retrato es capturado (la mejor foto del rollo a la hora de revelarlo). “Ensenada es un berrinche”, pienso, “un berrinche que disfrutas habitar”. Ya en casa comemos sándwiches de salami y hablamos de las horas pasadas en Item. El final del día ocurre hasta que cerramos los ojos.
Iván García Mora (Tijuana, 1993). Sus textos han aparecido en distintas revistas como Plástico, Neotraba, El Septentrión, Grafógrafxs y Low-fi Ardentía. Es autor del poemario Tadoma (Pinos Alados, 2020). Desde 2015 forma parte del comité del Festival Internacional de Poesía Caracol Tijuana.
"Jurassic World: Dominion", nostalgia descafeinada
Cinetiketas | Por Jaime López |
Sin embargo, los creadores insistieron en repetir la fórmula que les ha generado millonarias ganancias a lo largo de 29 años en detrimento de una cinta emblemática e innovadora.
Aunque tú no lo sepas: una charla con Lázaro Cristóbal Comala
"Top Gun: Maverick", una oda a la hegemonía del hombre blanco
El pop sigue teniendo un lugar relevante en la música: Érika Zaba
"El pop se vio algo rezagado, hace algunos años, con la llegada del reguetón y el urbano, pero me parece que el pop siempre ha tenido un lugar en la música", dijo.