Una introducción a la ociosidad como resistencia al sistema desde el cine de Richard Linklater


Por Jorge Tadeo Vargas |

 

Estoy interesado en gente que forja sus realidades.

Richard Linklater

 

A finales de la década de los ochenta se dio una especie de residuos añejado del movimiento contracultural de los sesenta, donde músicos, pintores, escritores y cineastas entre otros creadores intentaron hacer cosas distintas desde el borde de la industria, tratando de mantener una independencia de y en su arte. Su declaración de principios era muy clara: se puede vivir de lo que haces sin la necesidad de venderte al mainstream, incluso lo puedes usar sin contraer ningún compromiso con ello. En pocas palabras mantener la libertad creativa lejos de la industria, sin dejar de ser redituable y así permitirse experimentar más allá de la industria o de lo que es/era comercialmente vendible, creando con esto un nuevo mercado. Cuestionable o no, eso es algo que no nos toca juzgar, al menos no en este texto.

Continuando con el hilo, en el cine aparecieron directores que filmaron películas que se han convertido en referentes de esos años: Quentin Tarantino, Jean Pierre Jeunet, los hermanos Coen, Steven Soderbergh, Alexander Payne entre otros que tenían como característica principal la de contar historias trasgresoras con una estética alternativa, mucho más libre de lo que permitía Hollywood.

A esta generación es a la que pertenece Richard Linklater quien desde que comenzó a contar historias, éstas han estado muy alejadas de los tópicos y el glamour de la industria. No hay New York, ni Los Angeles, ni París, hay ciudades comunes, retratando personajes en una realidad muy alejada de la del héroe que pretende mostrar la industria del cine.



Desde sus inicios Linklater ha apostado por mantenerse produciendo y haciendo cine en la ciudad que adoptó como suya, Austin, Texas. Ciudad en la que también fundó la Austin Film Society en 1983 y desde donde resiste a la industria centralizada con un grupo de amigos, organizando festivales, presentaciones, foros, convirtiendo a Austin en un referente importante, así como un su cuartel general a la hora de hacer su trabajo como cineasta. Así comienza a marcar distancia con Hollywood a la par de ser parte de esa generación de directores que por esos años, intentaban recuperar el sentido crítico y la libertad creativa de los sesenta, dándole una patada directo a la industria.

Tampoco se trata de romantizar a esta generación de directores, pues muchos de ellos con el paso de los años son quienes tienen el control de la industria, marcando tenencia, y son parte de la crisis que se vive en el cine actualmente por la falta de originalidad.

Aunque se tiene que reconocer que otro grupo, en el que se encuentra Linklater, aún intenta mantenerse en el borde con la misma libertad creativa de hace mas de treinta años. Sin compromisos con el mainstream, ni con nadie que no sea su propia idea del arte y la historia que quieren contar.

Intentar clasificar el cine de Linklater como cine de autor (que algunos críticos lo han metido en esa bolsa) comparándolo con directores contemporáneos a él, es muy difícil pues su cine no se puede clasificar en un solo género, además de que la diversidad de historias y la forma de contarlas lo llevan más allá del cine de autor clásico, por lo que hay que ponerlo en un lugar aparte.

Es claro que tampoco es un director por encargo y lo que desea expresar como centro neurálgico de su cine se encuentra en todas sus películas. Es pues un director capaz de ir y venir por distintos géneros cinematográficos y literarios, pero que siempre deja su marca. Lo que él pretende contar como punto central, las relaciones interpersonales (tanto afectivas como sexoafectivas) y el cómo acompañar al otro nos ayuda a mejorar como seres humanos.

Las influencias se sienten en cada una de sus películas y como hijo de los inicios de la Generación X/Alternativa van desde Vitorrio de Sica, Godard, Dreyer, Fritz y otros directores que tenían como sello particular la introspección, la reflexión sobre el mundo y la sociedad sin caer en el panfleto y que Linklater lo lleva más allá adoptando una estética cercana a la revolución accidental y toda la movida alternativa que domino las ultimas décadas del siglo XX.


Su idea de romper con la industria lo fue haciendo desde su primer largometraje It's Impossible to Learn to Plow by Reading Books  (1988)  y después con la que lo puso en el ojo de los medios y la crítica, que a mi ver fue un poco mal entendida, Slacker (1993) misma que algunos directores como Kevin Smith han declarado que fue la que los impulso hacer cine lejos de Hollywood, la que los invitó a contar historias comunes de sus ciudades, historias que podíamos identificar como parte de nuestras vidas diarias, que construían un diálogo entre el director, la película y los espectadores.

Slacker” lo pone en la línea del cine independiente que en esos años comenzaba a repuntar de la mano de Steven Soderbergh con “Sex, lies and video tapes” (1989), Quentin Tarantino y “Reservoir Dogs” (1992), Alexander Payne con “Citizen Ruth” (1996), Kevin Smith con “Clerks” (1994) entre otros directores que iban marcando la línea entre Hollywood y el cine independiente en aquellos años, lo que permitió que Linklater comenzará con uno de sus dos proyectos más ambiciosos. Before Sunrise (1995). Previamente había filmado Dazzed and Cofused (1993) con la que ya iba perfilando esta idea de crítica a la sociedad desde las relaciones afectivas.

Con Before Sunrise se ganó el mote de director independiente que estaba cerca de la industria pero hablando de toda una nación alternativa. Con esta película entro a la revolución mediática que de manos de Nirvana, vendió un movimiento contracultural como mercancía. De nuevo, sobre esto podría escribir todo un ensayo, pero no es este espacio, quizás en otra ocasión.



Podemos recuperar que gracias al éxito de “Before Sunrise” pudo terminar la trilogía conocida como “Before” donde además de la ya mencionada están “Before Sunset” (2004) y “Before Midnigth” (2013) las cuales más allá de ser “chick flicks”, son un tratado filosófico de las relaciones sexoafectivas y su evolución, de cómo en ellas hay que saber nadar contracorriente a riesgo de que te lleve la marea, pero también de cuándo dejar que esto último suceda. No hay amor romántico en esta trilogía, es puro romance oscuro, deprimente, ocioso, una palabra que puede aparecer mucho a la hora de reseñar el cine de este director. Después regresamos a ella.

A simple vista se puede pensar que el cine de Linklater no tiene un hilo conductor, que igual filma “The Newton Boys” (1995) coqueteando con el cine de acción con un filme sobre gánsters de los años cincuenta o hace lo propio con School of Rock (2003) mal definida como una película infantil cuando es simplemente un homenaje a la ociosidad y el fracaso. O bien hace una crítica directa al capitalismo con Fast Food Nation (2006) y a la par un meta documental sobre un asesino como lo hizo con Bernie (2012) despojándolo de toda esa aura de magnificencia que Hollywood le pone a sus villanos, convirtiéndolo en un humano más con filias y fobias.



Regresa a hacer una crítica al capitalismo y el trato a las mujeres en Where'd You Go, Bernadette  (2019) donde la presión, la obsesión por ser perfecta las afecta a ellas mucho peor que a cualquier hombre, un trabajo mucho mejor logrado que cientos de intentos de corrección política que saturan los streamings hoy en día. También podemos mencionar ese tratado sobre la mierda que es crecer y que logró mostrar con su película más famosa (nominada a cinco Oscares) Boyhood (2014) su otro proyecto ambicioso que le llevó filmarlo más de diez años para no cambiar a los actores protagónicos. Todas ellas tienen un hilo conductor, y es la premisa de que la mejor forma de luchar contra el sistema es la dispersión colectiva, el rechazo a lo establecido desde una aparente ociosidad y esto lo hace sin mucha alharaca, sin panfletos, sus personajes son transgresores sin necesidad de serlo, lo son de una forma natural, es parte de su comportamiento.

SubUrbia (1996) y sus ejercicios de animación Waking Life (2002), A Scanner Darkly (2007), esta última basada en una historia de Phillip K. Dick, muestran de forma muy clara al Linklater transgresor que bajo un discurso aparentemente light, esconde una fuerte crítica al sistema.

Su crítica al sistema y la forma en que este define cómo nos relacionamos están presentes en toda su filmografía. Incluso una trilogía como “Before” que puede ser catalogada como una “chick flick” tiene una crítica directa al amor y cómo éste va mutando de acuerdo a la evolución de la pareja. En la última película es claro que la relación ya no funciona, pero los protagonistas siguen aferrados causándose daño, poniendo como excusa el amor. Aunque posiblemente “Fast Food Nation” sea donde la crítica es mucho más directa, atacando al sistema laboral, el racismo, la falta de humanidad, la salud. Justo aquí la estética cambia un poco siendo más oscura, sombría, sin perder esa parte de las relaciones afectivas entre los protagonistas.



En el ensayo que Brian Price escribió sobre Richard Linklater para la revista electrónica “Sense of Cinema” clasifica la obra de director con la palabra “Idleness” que se traduce como ociosidad: el centro fundamental de toda su filmografía. Estoy de acuerdo en parte de esta clasificación. Si hacemos una lectura superficial de la obra de Linklater, la ociosidad está presente en todas sus obras; en Everybody Wants Some!! (2016) todo gira en la fiesta de un grupo de beisbolistas universitarios sin nada mejor que hacer, sin embargo al hacer una lectura más profunda tiene una reflexión que va más allá, es una crítica a la insistencia del ser alguien, de lograr algo en la vida, solo porque así lo dice la sociedad. Hay una evolución que no se ha detenido en un director que pertenece a una generación que fue y va coleccionando fracasos, y que en vez de quejarse prefiere la ociosidad como forma de resistir.

Más allá de un estilo que parece ir recogiendo historias sin involucrarse, ir mostrando una diversidad a la hora de filmar, se ve más que un cineasta, un espectador de cine, con una visión igual a la de su trabajo y que esto lo va convirtiendo en su propio ecosistema donde de acuerdo a sus propias dinámicas puede igual hacerle una visita a Orson Wells en Me and Orson Wells (2009), que a un entrenador borracho y fracasado Bad news Bears (2005); o en la ya mencionada Boyhood” como un ejercicio un tanto de peping Tom o de pasar más de diez años viendo el crecimiento de los actores y de los personajes. Linklater es un observador, un contador de historias, siempre en primera persona, y es por eso que en sus películas es fácil sentirse voyerista.

Migrar a Hollywood para él nunca fue una opción, no buscaba la fama y la fortuna como un fin, menos individual;  y es por eso que decidió quedarse al borde de la industria produciendo y ganándose el respeto por lo que hace, eligió lo colectivo a lo personal y hasta ahora esa decisión le ha permitido convertirse en un director respetado.

A diferencia de muchos directores de su generación que reivindicaron el cine como una forma de manifestarse, Linklater se mantiene contando historias sencillas y complejas a la vez, que nos invitan a dialogar, a pensar, pues es parte de (aunque él no este consciente de ello) toda una generación que fue influenciada por el Mayo de París del ‘68 que aun en estos días de colapso nos siguen invitando a imaginarnos y pedir lo imposible.


Jorge Tadeo Vargas, es escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobretodo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.

Letrinas: Bajo la carpa


Bajo la carpa
Juan Jesús Jiménez

La noche que Víctor-Hugo vio por primera vez el interior de una carpa, de sus ojos brotó una luz pálida. Eran días en que el morbo tenía por nombre un conjuro gitano y humo que revelaba las más grandes maravillas del mundo oculto a los ojos incrédulos; quimeras y demonios, seres de extraordinaria fuerza y anatomía. Milagros escondidos bajo la alfombra de heno,  tela barata. Un tártaro de diez centavos.

Esa madrugada, se levantó como las últimas tres semanas anteriores, sudando y temblando de frío por dormir bajo la cama de sus padres; tomó su cajón de zapatos y salió en dirección al centro de la ciudad, pateando latas mientras el sereno apagaba las farolas que restaban. El cielo decidía si despertar o quedarse dormido. Soplaba uno que otro residuo de la llovizna y las ratas se recluían de nuevo en las alcantarillas.

Su padre partía camino a la fábrica mientras Víctor-Hugo alistaba su cepillo y grasa para trabajar hasta el atardecer. Realmente, su padre no tenía empleo e iba con frecuencia al bar para apostar el poco dinero que conseguía su hijo, teniendo días en los que tras recuperar su inversión, corría a casa para abrazar a su mujer y presumir que ahora todo sería diferente. Ya sabrás de la buena vida –decía ya verás. Para gastar su dinero en baratijas que según él, valdrían su utilidad en oro para cuando despertaran a la mañana siguiente. Fue así que el cuarto que antes pertenecía a Víctor-Hugo, se llenó de fierros inservibles y espejos vistosos, para continuar con el resto de la casa, sumergida bajo estos aparatos de la charlatanería ficción.

Otros días corría sangre de las espaldas y se perdía en la regadera del baño, restos de vómito y cenizas en el azulejo lo acompañaban. Sin más baratijas arrumbadas en el fondo, sin la sonrisa de su madre. Solo un silencio incómodo al dormir bajo la cama, un dolor de cabeza parecido al de una contusión y el adormecedor arrullo del cajón que era su almohada.

Las calles se llenaban de poco con gente pasando de un lugar a otro, tapados con uno o dos suéteres para amortiguar el frío, brincando charcos, empañando lentes, repartiendo periódicos o yendo a sus trabajos, todos tenían algo por lo que correr a esas horas por las calles; Víctor-Hugo solo los veía y jugaba a adivinar a qué se dedicaban estas personas, dejando muchas veces, que su imaginación les colocase en las actividades más absurdas e increíbles que se pudieran imaginar en un lapso de tres minutos. Yo creo que ese, murmuraba para sí– caza hormigas.

Pronto llegó en una bicicleta un hombre que superaba en tamaño a su padre acompañado de una mujer aun más grande. Esos... pensaba esos… El hombre bajó con un rollo de carteles en mano, un martillo y varios clavos en su bolsa. Esos… La mujer tomó las cosas y pidió ser elevada por el hombre, que, sin esfuerzo alguno y con solo un brazo, tomó a la mujer por sus piernas y la alzó por encima de él para que ésta colocará el anuncio. YA LLEGÓ. Hugo no podía creer lo que había visto. ESTÁ AQUÍ. No imaginaba cómo era posible semejante proeza. DESDE MÁS ALLÁ DEL TÍBET. ¿Eran acaso súper héroes perdidos en la ciudad? LA CARPA DE CURIOSIDADES DEL PROFESOR BROWN.

Víctor-Hugo no podría quedarse con la duda, así que tomó sus cosas y fue con ellos para preguntar: ¿Cómo pudieron crecer tanto sin estrellarse al cielo? Ambos personajes rieron ante la inocencia del niño y le preguntaron su nombre. Hugo, pero díganme, ¿cómo lo hicieron? La mujer entonces sacó unos boletos de su bolsa y se los otorgó al infante para exclamar: deberías ir a vernos.

Tras el encuentro, Víctor-Hugo guardó los boletos en su zapato y espero a que su padre volviera a recogerlo para contarle cómo los había adquirido, pero pasó tanto tiempo dentro de sus pensamientos que apenas y alcanzo a bolear un par de banqueros a medio día, encendiendo la cólera de su ebrio progenitor, que sin tentarse para nada el corazón, rompió su botella en el brazo de Hugo. Camino a casa, todo fue silencio.

***

Con un brazo cubierto de sangre y los ojos hinchados de llorar, su madre recibió a Hugo para lavarle la herida mientras detrás suyo era recitado el catálogo más extenso de obscenidades y blasfemias del que se tuviera registro. ¡TODO ESTO ES TU CULPA! gritaba ¡MALDITA MUJER! ¡MALPARIDA! Volaban esquirlas de platos mientras el brazo del niño era vendado. ¡TUYA Y DE ESE ENGENDRO MALIGNO! ¡ESE MALDITO NIÑO!  La madre de Víctor-Hugo guardaba la calma para que su hijo no la viera llorar. ¡PERO HOY SE ACABÓ!

Al tiempo que Hugo se iba a esconder bajo la cama de su madre, dos explosiones acabaron con el llanto de la mujer.

VÍCTOR…

No sabía que había pasado pero sabía que esta vez era diferente a las anteriores tres semanas que se había repetido algo así. Tenía que salir de alguna forma a buscar ayuda, y su única salida estaba sobre él a unos metros del piso.

–HUGO… ¡VEN ACÁ CARAJO!

El salto no era tan difícil, apenas un brinco y de ahí, aferrarse al marco de aluminio para salir corriendo a los campos tras la casa.

–¡AHÍ ESTÁS!

Era momento de la verdad, salir o morir a manos de una bestia humana.

Cuando Víctor-Hugo llegó a la carpa, su brazo sangraba aún más y buscaba con desesperación a los héroes que había visto en la mañana; se metía entre cajas y pilas de heno que funcionaban como paredes tras bambalinas del escenario. Aquella noche se llenó el cupo y no había alma que se haya resistido al atractivo principal del cartel. El horror más grande de la naturaleza.

Su padre le había seguido hasta este lugar con el arma en mano y dispuesto a arrancarle la vida como supuesta justicia por robarle su vida de lujos.

–Ayuda por favor, viene por mí –decía el niño.

¿Quién? preguntó su otra cabeza.

Viene por mí.

Tranquilo, todo estará bien concluían los dos rostros.

La sombra de su padre se acercaba lentamente hasta donde estaba el infante, advirtiendo su disparo con el sonido del gatillo siendo cargado. Las luces se apagaron y la carpa entera esperaba la salida de lo que se hallaba tras la cortina. Tres sombras que sacudían el escenario con gritos y pataleos.

¡ADMIREN! ¡LA PESADILLA DEL CERBERO!

Frente a un siamés, el padre de Víctor y Hugo disparando tres balas a su hijo.


«Elvis», un film digno del rey del rock and roll



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Me parece de suma importancia que, antes de leer esta reseña, tengan muy presente lo emocionada que estoy/estuve por ver “Elvis” tras varios años (sí, años) de espera porque por allá de 2019, cuando me enteré de que mi queridísimo y adorado Baz Luhrmann sería el encargado de dirigirla, no solo se me desbordó la emoción, sino que sabía exactamente qué esperar de la película y, una vez más, Baz no me decepcionó. Obviamente soy una gran fanática de su ya muy particular estilo al momento de desarrollar y contar una historia y, por ende, sabía lo increíblemente meticuloso y creativo que sería, llegando al punto de verdaderamente obsesionarse –en este caso– con Elvis y que el resultado final, sería una joya visual de esas que te dejan abrumadx un largo rato.

Tal vez no lo recuerden, pero hace seis años, escribí acercade Elvis Presley aquí en Sputnik y les confieso que tuve que regresar a leer el artículo previo a ver la película porque no recordaba del todo qué había escrito en aquel entonces (sí… ya estoy grandecita mi gente, la memoria no es lo de antes *carita triste*). Gracias a ello, me refrescó bastante la memoria y recordé, no solo lo mucho que auténticamente me gusta Elvis, sino también lo mucho que ya sabía de su historia personal y carrera artística al andar investigando e investigando por al menos un par de semanas. Así que, les reitero lo emocionada que estuve al ver la película y lo mucho que anhelaba una buena adaptación a diferencia de otras biopics medio chafis que nos han presentado anteriormente. Lo que sí es que tengo que confesarles que me dio un cringe horrrrrrible releer mi texto y darme cuenta de lo normalizado que tenía yo el grooming que le hizo Presley a Priscilla y neta, qué perro oso. Lo bueno es que, la gente cambia, aprende, reflexiona, se deconstruye y pues, la mujer que teclea estas letras, vaya que ya cambió. Gracias infinitas, hermoso feminismo.

Pues bien, por si no lo sabían, el director australiano Baz Luhrmann tiene tan solo seis películas bajo el brazo, de las cuales al menos cuatro son verdaderos iconos del cine moderno: Romeo+Juliet (1996), Moulin Rouge! (2001), The Great Gatsby (2013) y, por supuesto, Elvis (sí, tal vez piensen que me estoy adelantando demasiado, pero no inventen, tuvo una ovación en el Festival de Cannes de 12 minutos y le ha ido muy bien con la crítica, mucho mejor que a Gatsby, por ejemplo). Y, si viéramos esos filmes de manera secuencial, podríamos apreciar aún más el estilo in crescendo de Baz y su forma tan over the top en contar historias. El inicio de “Elvis” por ende, es tan caótico como su director; por un instante se mezclaban tres momentos distintos de la historia del protagonista, con visuales espectaculares y música estridente de por medio, manejos de cámara tan rápidos que te daba la sensación de que, si pestañeabas un poquitín más lento, te perderías de algo esencial en la historia. Esa sensación, bastante abrumadora, va y viene conforme avanza la historia. Pero, de entrada, te deja bien clarito el tono y el ritmo de las siguientes dos horas y media. Y hablando de eso, antes de que se me olvide, sí… confieso que se me hicieron un poquito excesivas esas dos horas y media que dura la película, pero también entiendo que seguramente Baz consideró que lo que vimos en pantalla, era imprescindible para logar el efecto que “Elvis” está teniendo en la audiencia y, por lo tanto, defendió y se aferró a su visión en el cuarto de edición. Cantidad sin arriesgar calidad, básicamente. Aunque se rumorea que Baz tiene en su poder, una versión de cuatro horas, en donde podríamos ver cuando Elvis conoció a Nixon entre otras cosas, pero que no está seguro si algún día seremos dignos de verla. ¿Ustedes la verían?

La película, es narrada por el villano de la historia, el temible coronel Tom Parker, quien fuera mánager de Elvis durante toda su carrera y que es interpretado por el célebre Tom Hanks, una selección de narrador bastante curiosa que nos aleja de otras biopics que han caído en lugares más comunes. Coincido con algunas críticas en cuanto a que no es el mejor trabajo de Hanks ni tampoco hace algo extraordinario que valga la pena recordar, además de que a veces hacen mucho ruido esos kilos de maquillaje y el traje de gordo. Sin embargo, reconozco que tuvo que trabajar con un personaje del cual siempre se ha sabido “muy poco”; no hay suficientes grabaciones o entrevistas que ayuden a estructurar cómo era este nefasto hombre en términos de la voz o los modismos, por ejemplo, así que entre Hanks y Luhrmann crean un personaje… digamos desde cero, por momentos sí rayando en lo caricaturesco y por momentos muy real, pero que nos permite entender su psique al instante al manipular mental, emocional y económicamente a nuestro héroe y a su familia. Parker es responsable del ascenso a la fama de Elvis y también de su declive (y no es ningún spoiler eh, todo mundo lo sabe); un hombre estratégico, inteligente, audaz, cruel y rapaz que surge como una especie de inspiración para todxs aquellxs managers de mitades del siglo XX y por supuesto, de este siglo XXI, estableciendo exactamente qué esperar y obtener de la fama,


Justificando en todo momento los tejes y manejes sobre cómo gestionaba la carrera artística de Presley, Parker nos narra su primera impresión, su primer encuentro con Elvis y cómo logró hacerlo el artista más reconocido a nivel mundial, sin siquiera salir de Estados Unidos. Aquí la grata sorpresa y lo que sigue emocionándonos a todxs, fue ver al maravilloso Austin Butler interpretando a Elvis en el que, les aseguro, es el papel de su vida. Su enorme talento arrasó con contrincantes como Harry Styles, Miles Teller, Ansel Elgort (ugh) y Aaron Taylor-Johnson a la hora de audicionar para el papel y seguramente, Baz quedó prendado de la capacidad de este gran actor y por supuesto, lo llevó al límite. Por si no sabían, Butler fue directito al hospital un día después de haber terminado de filmar la película: “mi cuerpo comenzó a ‘apagarse’ y estuve en cama durante una semana”. Austin ha confesado en múltiples entrevistas que, durante tres años, lo único que tenía en mente y por lo que trabajó arduamente durante todo ese tiempo, fue en encarnar a Elvis Presley. Y es que, la mayoría de las personas (incluyéndome), le teníamos muy poca fe al actor: en primera porque su filmografía no es exactamente la que imaginarías para alguien a quien le encargan semejante protagónico y, en segunda, porque físicamente NO se parece al ultra guapísimo cara-tallada-por-los-mismos-ángeles de Elvis. Entonces, la presión era demasiada y las ganas de cerrarnos la boca, también (lo cual obviamente logró). Se preparó durante meses con los mejores coachings vocales, no solo para cantar como Elvis (porque sí, durante la etapa joven de Elvis, Austin es quien interpreta las canciones y hasta grabó en el estudio donde Presley grabó más de 200 canciones), sino para hablar tal cual como él; es verdaderamente impresionante. En una entrevista con Jimmy Fallon, imita la voz de Elvis y señala los pequeños y sutiles cambios que tuvo entre los 50s, en los 60s y los 70s; según yo es prácticamente la misma, peeero no es así jajaja y Austin nos lo demuestra con muchísimo orgullo, tanto así que durante toda la gira promocional del film, no logra deshacerse de la voz y aunque es un chico californiano, ha recibido un sinfín de críticas por insistir con el acento de Tennessee, aunque el actor lo justifica precisamente con el hecho de haber trabajado tanto con esa voz que ahora le resulta difícil regresar a su tono auténtico. ¿O será pura mercadotecnia? Who knows!

Austin trabajó para convertirse en cuerpo y alma en Elvis durante tres años y no es mentira: desde el casting hasta la finalización del film (que se detuvo un año debido a la pandemia de COVID-19), tuvo la oportunidad de estudiar e imitar todas las facetas de Presley como artista y como ser humano; leyó las decenas de biografías que existen sobre él, meticulosamente vio cada película, escuchó cada álbum, cada entrevista que realizara el artista en sus 25 años de carrera y es de asombrarse que nuestro joven actor (Austin tiene 30 años) no se volviera loco ¿o sí? El resultado es que conoce al artista y al hombre, y logra mediante una bestial actuación, presentarnos a un inmortal Elvis, lleno de inseguridades, miedos, pasiones, arrebatos y todos esos matices, hacen que empaticemos con el héroe del que tanto nos hemos mofado por años. No en balde las mismísimas Lisa Marie (su hija) y Priscilla (su exesposa), le agradecen a Baz la forma en cómo retrata a Presley. Los movimientos perfectamente coreografiados que logra Austin ¡están de locura! tanto así que quieres que te salpique el sudor que le corre por todos lados. True story.


Algo que me parece re atinado, es que se le hace un buen homenaje a artistas como B.B.King, Sister Rosetta Tharpe (de quien también yaescribí en Sputnik ¡yuju!), Little Richard y Big Mama Thornton y, por supuesto, se visibiliza y se reconoce el talento, la innovación y, por ende, la tremenda influencia de la música negra del sur de Estados Unidos, en particular la que Beale Street tuvo en Elvis; R&B, gospel, soul, provenientes de la clase trabajadora y de las iglesias protestantes evangélicas afroamericanas. La mayoría de sus primeras grabaciones, eran simples covers de artistas negrxs y por supuesto se le acusó de apropiación cultural, lo cual efectivamente es, pero al ser un intérprete blanco y quererlo matizar con música country, pues obviamente no iba a hacer tanto ruido y encima, lo que los ejecutivos de las disqueras hicieron y supongo que el buen manejo del Coronel Parker, fue fusionar dichos ritmos con el country, el cual evoluciona y surge un sonido que, en la década de los 50s era nuevo, fresco y atraía a las masas juveniles del resto del país: el rock and roll. Lo cual me lleva a hablar precisamente de las fusiones auditivas que hace Baz en esta película, muy similar a lo que hizo y logró en The Great Gatsby. ¿Nos imaginábamos algún día escuchar a Eminem en un soundtrack de Elvis? ¿O escuchar a Doja Cat (rapera gringa) hacer una interpretación de “Hound Dog” de Big Mama Thornton mientras vemos en pantalla a Elvis caminar en su ciudad natal? ¡Claro que no! Pero la intención de Baz, y me atrevería a llamarla ya una obsesión, es la de fusionar el pasado y el presente para que entendamos de una buena vez, lo transgresor que eran esos sonidos entonces y lo mucho que continúan influenciando a la música actual y también, por qué no, atraer a un público más joven. La música es el vehículo perfecto para la transmisión de esas ideas y sentir. Lo que Baz logra en la escena de la feria, cuando Elvis interpreta “Baby, Let’s Play House” es FENOMENAL. Obviamente podemos bailar mientras escuchamos muchos de los éxitos de Presley, algunos reeditados y algunos no, sin llegar a saturarnos. Muy por el contrario, el efecto que causa la película es querer crear nuestras listas en Spotify y darle una oportunidad a la innovadora banda sonora. No dudo ni tantito, que los números de Presley en las plataformas musicales estén teniendo un considerable repunte.

Y sí, visualmente “Elvis” es… uff… sen-sa-cio-nal. Una explosión barroca que podemos apreciar, desde los posters promocionales, hasta los vestuarios perfecta y meticulosamente diseñados por Catherine Martin la ganadora del Oscar quien, además de haber hecho los vestuarios de Moulin Rouge! y The Great Gatsby, es la esposa de Baz, por lo que la dupla de talento es indiscutiblemente asombrosa. Hace unos días veía una entrevista en donde Catherine explica el trabajo agotador que fue hacer una selección de los mejores jumpsuits de Elvis en su legendaria etapa de Las Vegas, aunado al famoso traje de cuero que usó para su especial de televisión del 68, todo bajo las restricciones de la pandemia, que la obligó a imprimir en un sinfín de ocasiones, estampados que se asemejaran a las telas que buscaba obtener ya que no le podían ser enviadas (porque la película fue filmada en Australia). Una labor titánica que seguramente, la llevará a obtener otros merecidos premios. Y en cuanto al exceso de gráficos dentro de la peli, simplemente los amé.

Para finalizar, no todo es miel sobre hojuelas en mi reseña; además de sentir que la duración de la película fue excesiva, me hubiera gustado que ahondaran más en ciertos momentos de la historia de Elvis, como sus auténticos inicios en la música y no un montaje ahí medio de cómic, o que profundizaran más en su “peculiar” historia de amor con Priscilla (porque he leído unas cosas terribles y en exceso cringey sobre su relación), porque todo es sumamente fugaz y el trabajo de Olivia DeJonge ni se disfruta ya que son contados los minutos que aparece en pantalla y por lo tanto, el drama y la tensión entre ellos es prácticamente nula y en ese sentido, es difícil entender la depresión que causó en Elvis su divorcio (a pesar de haber sido él, el causante del mismo). El hilo temporal a veces se pierde y, escenas que merecían más profundidad, son fugaces y, por el contrario, de repente se enganchan en ciertas situaciones que, a mi parecer, no merecen tanto tiempo de pantalla. Aunque insisto, seguro Baz le encontró una explicación lógica a la narrativa que decidió presentar y supongo que, en cuanto al tema de Priscilla, no quería meterse en problemas con ella.

Creo firmemente que el amor como tragedia, sigue y seguirá siendo el tema central en las películas de Baz y en esta ocasión, hasta lo dice explícitamente. Tras casi diez años de ausencia, Luhrmann nos entrega una biopic digna de un rey del rock que dará de qué hablar por un buen rato. Vayan a verla y discutamos qué les parece.


El verdadero Tik Tok de gatito: entrevista con Elma Correa, ganadora de la edición 2022 del Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila


Por Antonio León | Foto original: Hugo Fermé | 


La narradora mexicalense Elma Correa está de regreso postpandémico con más cuentos, desmanes heroicos y memes para compartir. Bueno, está de regreso por segunda ocasión, porque ya ejecutó un regreso por todo lo alto el año pasado, cuando fue la ganadora del XX Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola con el libro Mentiras que no te conté. En este déjà vu de grandes éxitos, tengo la oportunidad de hacer un campito junto a la autora en la mesa del bar buchón de botanas con tentáculos tipo kraken al que vinimos a celebrar, para traerles esta entrevista desde el lugar de los hechos.


Me gusta la nueva tradición de los veranos, que es la de anunciar un premio para tu escritura. ¿Cómo te encuentra el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí Amparo Dávila a comparación del Juan José Arreola, del año pasado?, ¿Qué tan intenso ha sido el recorrido en este año?

Es una locura, siento que todo ha pasado muy rápido, todavía no me creo lo del Arreola y ahora tengo que procesar también esto.

Este premio corresponde a otro de los libros escritos durante la cuarentena. Uno de los proyectos en los que te has embarcado en los últimos años es habitaciones_propias –cuenta de Instagram que da fe de los espacios en que las mujeres producen su obra- ¿Cuál es el comentario que subyace en estos productos de consumo cultural, creados en los apretados espacios libres de la cotidianidad?

Esto lo dije mucho el año pasado y pues, híjole, lo voy a repetir una y otra y otra vez: las circunstancias de las mujeres es este país no nos permiten producir del mismo modo que los hombres, desde eso tan elemental como tener o no un lugar, un espacio para la escritura y tiempo para dedicar a nuestros proyectos, de ninguna manera se compara, sobre todo si no tenemos privilegios de clase o somos mamás o estudiamos, o todo lo anterior, para ellos siempre es más fácil y casi siempre es porque, precisamente,  hay mujeres sosteniéndolos. Si yo fuera vato o fuera una morra blanca de varo, hubiera ganado estos premios hace diez años, o bueno, cinco -risas-.

Tus personajes vuelven a ser chicas atribuladas: en esta ocasión, sin marca de origen. ¿Cómo fue el proceso de crear los personajes y sus historias?

Estos cuentos fueron escritos entre el segundo semestre de 2020, cuando estábamos en la peor parte del encierro por la pandemia y el primero de 2021, cuando todavía no sabíamos muy bien qué iba a pasar con las vacunas y si podríamos o no retomar la vida social y todo eso, fue un periodo de mucha angustia y temor y pérdidas, y la verdad a veces me parece super triste y a veces me enoja mucho -risas- que el mundo hubiera tenido que detenerse para que yo pudiera escribir mis cuentecitos pero, bueno, tiene que ver con lo que decía en la respuesta anterior, ¿no? Entonces -risas- igual que con Mentiras que no te conté, no eran cuentos que estuviera escribiendo para armar un libro y enviarlo a una convo, eran cuentos que tenía pendientes pero que no tenía tiempo para escribir, y pues, con el mundo cayéndose -risas- escribí todo lo que pude y resultó que algunos textos tenían coincidencias: los cuentos como super norteños de Mentiras, otros cuentos que son sobre fiestas fallidas que se articularon en otro librito, y estos que son de morras con amigas, y claro, también un montón que no sirvieron para nada y tiré a la basura -más risas-. 

En otras entregas has dicho que ninguna de las chicas tristes, neuróticas e inadaptadas de tus historias tiene una carga autobiográfica ¿seguimos en este entendido o ya podemos ir a patear machos bocones y fugarnos a Disneyland?

-Risas- seguimos asegurando que todo es ficción: los personajes y hechos retratados en estos cuentos son completamente ficticios, cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia -risas-.

¿Qué tan simple es Lo simple para ti? ¿Cuál es esa cosa que pudiera parecer simple de llevar a cabo en tu producción literaria (o la vida en general), pero que no lo es?

TODO -risas-, generalmente lo que parece muy sencillo lleva un montón de trabajo detrás.

Si Lo simple tuviera que promoverse en Tik Tok ¿Qué tipo de gatito sería?

Un mix entre el gatito ukraniano que fiestea todo harto así sin esperanzas y el gatito que come y hace nam, nam, nam.

Pienso volver a entrevistarte el año que entra con un nuevo premio, ¿me puedes ayudar con alguna pregunta?

Aiiiii, no creo que gane nada el próximo año a menos que alguien me saque de trabajar y me mantenga para que pueda escribir otro libro -risas- peeeero vamos a ficcionar que me gano algo, entonces a lo mejor podrías preguntarme esto para lo que ya tenemos la respuesta: Elmi, how much fucks have you to give?


"Rendez-vous", terror en una sola toma



Cinetiketas | Por Jaime López |


Una primera cita es convertida por el realizador Pablo Olmos Arrayales en un viaje vertiginoso entre dos personas que esconden peligrosos secretos, cuya historia es contada en una sola toma, sin cortes de edición.

De eso va "Rendez-vous", thriller mexicano producido por Axolotl Entertainment, el cual fue estrenado el pasado 13 de julio en la capital del país tras su buena acogida en festivales nacionales e internacionales.

En entrevista, el director (Olmos Arrayales) confesó que su ópera prima fue grabada en una sola secuencia por razones de presupuesto.

Explicó que primero nació la técnica y luego la historia, remarcando que el rodaje en plano secuencia contribuye a aumentar el suspenso de la trama.

"La rodamos en un día, casi fue de la mano la técnica y la historia; tenía algo similar para un video musical que había escrito años antes y retomé la estructura para la cinta", detalló.

Mencionó que el mostrar una cita en tiempo real llama la atención de los espectadores, porque se interesan en seguir el curso del encuentro para saber lo que pasa con los personajes.

Olmos Arrayales platicó que su pasión por los relatos de ficción se acentuó después de que algunos de sus trabajos iniciales fueron seleccionados para el canal producido por el afamado cineasta Robert Rodríguez.



En una decisión conjunta con sus socios, optó por realizar su primer película de largo aliento con la misma cantidad de dinero que ocuparía para un cortometraje.

Así nace "Rendez-vous", que implicó tres semanas de ensayos con los protagonistas, diversas tomas hechas en celulares y un solo día de grabación con cámara de cine.

"Sabía que mi estructura de guion tenía que funcionar de cierta forma y la cámara no debía estar solamente en un plano general o improvisado, sino tener ya previstos planos sicológicos, planos medios (...) La toma que se ve es la única toma que hicimos, entonces, nos tenía que salir bien sí o sí", explicó.

En cuanto al elenco, indicó que las personalidades de Helena Puig y Antonio Alcántara fueron las oportunas para dar vida a los estelares, "Lili" y "Eduardo", respectivamente.

Agregó que la actriz es dueña de una prodigiosa memoria y que ya tenía el corte de cabello que requería la historia, además de que accedió a pintárselo.

Pasando a Antonio, dijo que le gustaba mucho su aspecto y antecedentes artísticos, ya que contaba con una nutrida trayectoria en el ámbito teatral.

"No pudimos hacer pruebas en cámara para ver si tenían química, pero ya que estábamos rodando, la personalidad de los dos se iban complementando", comentó.

Acerca del título del filme, explicó que es un término francés que tiene más de una acepción o interpretación.


"Rendez-vous" debutó en pantalla grande en el Cine Tonalá, lugar en el que tendrá otras exhibiciones los días 20, 24 y 28 de julio. Posteriormente, contará con un gira por algunas partes de la República mexicana.


Escafandra Literaria: entrevista con Antonio Vásquez


El escritor mexicano Antonio Vásquez ha sido merecedor del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela en 2017 por su libro 'Ausencio', y en 2021 ganó el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada por 'Señales distantes'.


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Un año sin la Carrà



Por Liliana López León | 

El 5 de julio del 2021 leímos en varios titulares que nos había dejado y se nos derritió la cara. Luego nos enteramos de que ocultó la enfermedad para no hacernos sufrir. Quiero creer que nos protegió o que, de algún modo, nos quería. Raffaella, la de sonrisa luminosa, de cuerpo ligero y flexible, de luces, baile y purpurina. La de abdomen desnudo, en riesgo de censura por el Vaticano y con éxito total en hacernos sudar. Aquella, la que aconsejaba no ser aprehensivos si nos abandonaba un amante, y de la que, más allá del erotismo juguetón de sus letras, lo que más se asomó en su airosa melena fue alegría y agradecimiento por estar viva: búscate otro más bueno, vuélvete a enamorar.

A la Carrà le debo mucho. Si me la encuentro en otro plano existencial se lo haré saber. Aunque la conocí décadas después de que triunfara en Italia, España y luego en América Latina, sus canciones me regalaron vida en medio de bajoneos seriales que tengo desde los primeros años de este siglo. Quienes padezcan lo mismo, sabrán con qué aprecio particular nos resguardamos en ciertas piezas de arte igual que si fueran trocitos de chocolate.

Raffaella, astronauta que viaja por el tiempo y el espacio; un sol en los cuerpos y corazones de varias generaciones.

Raffaella Maria Roberta Pelloni, con el cabello perfecto después de haber agitado la cabeza con locura.

Verla interpretar Fiesta en TVE después de sus sesenta, hacer sentadillas como si nada a dúo con Maradona o entrevistar a una Madonna intimidada por su sencillez y confianza. Imaginar en Figueras a una pequeña Mónica Naranjo que veía con ilusión las presentaciones de nuestra showgirl, luego buscando a Dalí y pidiéndole consejo para ser artista. Estas imágenes son postales que me llevo a cualquier reunión. Cuando suena algo de Carrà y alguien no sabe quién es, entonces yo me hago la ofendida, pero solo para exagerar y generar interés en estos datos que no sirven para encontrar la cura del cáncer de pulmón.


Así me pasó cuando sonaba el club remix de Far l'amore que ella trabajó con Bob Sinclair y que ayudó a que gente más joven la conociera. Hasta me han preguntado: ¿Y tú cómo sabes todas esas cosas?, dicho más para que baje la intensidad del tema que para reconocer lo que he leído por gusto de nuestra santa en body rojo. En estas fiestas, también ocurre que mi pareja pone, con mucho mimo, una playlist de Raffaella si sabe que mi pie ha estado brincando. Y yo estoy agradecidísima por eso.

Fue declarada por ella misma como comunista: palabrita que asusta y disgusta. Yo la defiendo como Abraham Simpson a Homero: mi Raffaella no era comunista: podía haber sido una diva, cantante, compositora, bailarina, coreógrafa, presentadora de televisión, productora, vedette, actriz, altruista, comunista, pero nunca una estrella fascista.

Y en su total expresión de libertad y glamour, en el promover la adopción de niños, en el manifestarse a favor de los derechos humanos, nuestra Raffaella se convirtió, con pulso natural, en un ícono LGBTQ+, emulada por la eternidad en karaokes, espectáculos drag y en shows de imitadores. Ícono camp en el que se refugió una parte de la población aún no comprendida en el siglo XX, cobijándose bajo su manto de lentejuelas con ironía, humor, mientras ella aparecía con un cuerpo que pisaba fuerte sobre el escenario.

Por cierto, yo tuve una suegra que era igualita a Raffaella Carrà. Asimismo, mi ex era clavado a su madre. Un día le conté esto a mis amigas y una de ellas me dijo que Freud me estaba arqueando una ceja desde su tumba: estabas con ese chico porque te gusta Raffaella. Y puede que tenga razón: la Carrà me dejó huérfana de algún modo. Aunque los íconos no mueren, o no deberían morir, dicen. Siempre fue fácil acordarme de su cumpleaños, porque casi compartimos fecha (yo soy del 17 de junio, Raffaella del 18). Y con la cercanía hacia su aniversario luctuoso, esto se siente como un traje de lurex vacío.



Raffaella romana, madrileña, argentina o chilena: Tutto Carrà! Se fue hace un año, justo cuando decidí tirarme al vacío, palabras de otros lo que para mí ha sido renunciar a un trabajo y dedicarme con serenidad al autocuidado y a las letras. Desde entonces he escrito varios relatos, he participado en talleres de escritura, exploré métodos, ya me he reído y llorado con mis textos y los de otros. He publicado poco, aunque sigo enviando a editoriales y convocatorias con perseverancia. También ya me he frustrado cuando mis cuentos cortos tienen muchas explicaciones, cacofonías, poco o mucho desarrollo. O cuando parece, ya finalizados, que quizá no funcionan. Lo normal en este oficio.

En este año escribí sobre androides, mascotas mágicas, fantasmas, sobre gente cercana a mí, gente que quiero y otra a la que no. Y bueno, hace unos días me salió un cuento para ella, basado en un rompimiento que dolió en su momento y que ahora me divierte mucho porque acabé bailando hasta la madrugada con unas niñas y unas señoras en una fiesta mayor. No fue evasión, lo que me hizo pasar del dolor a la alegría fue ese hechizo que ella lanzaba a los que bailábamos su música.

En algunos talleres de escritura, elegantemente me han dicho que aún estoy buscando mi voz, en referencia a mi versatilidad aleatoria, aunque también lo llaman inconsistencia. No pasa nada: y qué tiene, pienso. Me gusta, algo se enciende dentro de mí cuando escribo. Explota, explota mi corazón. Igual que Raffaella, quizá no tengo una gran voz, pero tengo desparpajo. 



*Liliana López León nació el 17 de junio de 1984 en Mexicali, Baja California. Es doctora en Medios, Comunicación y Cultura por la Universitat Autònoma de Barcelona. Es maestra en Estudios Socioculturales por el Instituto de Investigaciones Culturales-Museo UABC, y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UABC. Ha sido profesora en distintos niveles educativos, de bachillerato a posgrado. Ha publicado varios libros y artículos académicos. Le gusta la ciencia ficción y las bicicletas clásicas. Ha publicado relatos cortos de ficción como: Aurora Mishina (2020) en la revista Pez Banana y Una camiseta de los Coquette para Gabi (2022) en Revista Sputnik, así como algunos microrrelatos en editorial Diversidad Literaria (2014-2015).

Banda sonora, de la imprenta al recital


Por Alejandro Carrillo |


Hace unas semanas tuvimos la fortuna de hacer una breve gira de presentación del libro 'Banda sonora' del escritor Sergio Martínez, que fue publicado en 2021 por nuestra Editorial Agujero de Gusano y que además es la primera publicación escrita por un autor en solitario para nuestro incipiente sello.

Antes de entrar en detalles literarios, agradezco profundamente el espacio que nos brindaron la Casa Universitaria del Libro de la UNAM (CASUL) y Zumaya Librería y Centro Cultural, en CDMX y Puebla respectivamente, para llevar a cabo estas singulares presentaciones literarias. Es muy significativo para Sputnik y Editorial Agujero de Gusano mostrar nuestro trabajo en la máxima casa de estudios en primera instancia, así como volver al terruño donde dimos nuestros primeros pasos como medio de comunicación antes de ser arropados por La ciudad de los ahorcados.

Agradezco de igual manera al maestro Carlos Arellano, Iván García e Iván Carrillo por darle vida a los textos del libro mediante la música y convertir ambas presentaciones en extraordinarios recitales literarios. Sin duda fue una experiencia única para los lectores que se dieron cita en ambos recintos.

Conozco a Sergio, más como lector que como editor y puedo afirmar que 'Banda sonora', más allá de ser una obra audaz y arriesgada, llena de dinamismo y sensible para quien la lee, es también un libro extremadamente personal en donde el autor nos muestra por igual su colección de discos y su repertorio de cicatrices.

Es un híbrido literario y un documento de gratitud hacia las bellas artes que cambiaron la vida del autor, como lo son la literatura y la música; pero también es una elegía con el joven Sergio que quiso cambiar el mundo y con el niño Sergio que perseguía dragones.

El libro es un viaje que navega entre el amor y la ciudad como tópicos principales, entre el lado A y B cual disco de vinilo, como la vida misma, pero también es una odisea histórica y geográfica que nos lleva desde la poesía a la vieja Tenochtitlán y desde la narrativa a la vieja ciudad de hierro que visitamos; desde el malecón de La Habana a un merendero en Aguascalientes por igual. Quizá la principal virtud de la pluma del autor es saber situar al lector de manera universal en un viaje que también es plenamente abordado desde la autoficción.

Una travesía literaria entre tragos y canciones llena de personajes subterráneos y situaciones propias de la realidad contemporánea mexicana: el migrante, el suicida, el genio olvidado, el militante, el ladrón, e incluso el que dice hablar con Dios, son protagonistas de la primera mitad del libro. La ciudad es habitada por la guerra sucia, el abuso de autoridad y las desapariciones, mientras que el amor está plagado de fantasmas y apariciones de todo tipo. Espectros que nos sugieren que nos urge un trago de ron, y que al final de los finales, incluso al final de la literatura, como dice otro protagonista del libro, llamado Luis Eduardo Aute, queda la música.

Por último, agradezco la consideración por parte de Sergio Martínez para presentar 'Banda sonora' en estos increíbles recitales, más honrado aún me siento por haber colaborado en la edición de este magnífico libro que ya está rolando por los rincones y las rocolas de Hispanoamérica. 


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