Letrinas: Por una cabeza



Por una cabeza
Samanta Galán Villa

Hace frío. Al lado de mí alguien llora. Sus gritos me aturden. No me importa lo que le hacen, pero sé que me tocará recibir exactamente lo mismo. Es el lugar sin límites. Está sitiado por barrotes, dividido por celdas, apartados del mundo porque hicimos algo mal, algo prohibido socialmente y aquí adentro pasa todo lo prohibido, pero peor.

Sé que los gritos que escucho de pronto cambiarán de tonada, subir y bajar. Como cuando me rasuro todas las mañanas y subo y bajo el rastrillo por toda la cara llena de pelo hasta que queda limpia y me veo más joven.

Él, me acuerdo, tenía la cara llena de pelo. Mina, quisiera que estuvieras aquí conmigo. No. Quisiera estar lejos de aquí contigo, en otro lugar. Me gustaría regresar a esa mañana en la que me dijiste que te acompañara al monte porque querías enseñarme algo.

Qué contento me puse. Pensé: al fin se me hizo con esta. Perdón que te dijera “esta”, pero aquí, en una celda mientras los gritos del de al lado se elevan cada vez más y luego se atraganta con algo que meten a su boca e imaginar que ya pronto es mi turno me da el valor de decirte que esa vez te dije “esta”.

Fuimos al monte y yo me iba aguantando las ganas de acariciarte las nalgas que temblaban detrás de la tela de tu vestido o de meter mis dedos en tu cabello largo, negro y lacio. El olor de la tierra recién labrada y también a quemado por el tiempo de siembra hinchando los pulmones. Nos van a ver, Mina, te dije. Hay que buscar un árbol frondoso.

Cállate y no digas nada, ya casi llegamos.

La rama entró por debajo del lóbulo de la oreja izquierda y salió en la coronilla del cráneo. Los ojos abiertos mirando al cielo que apenas empezaba a volverse azul. La sangre en el cuello coagulada. La cara llena de pelos, como si no se hubiera rasurado todas las mañanas, moviendo la mano arriba y abajo, así, así hasta quedar limpio como la cara de un muñeco de aparador.

¿Sabes quién es? Preguntaste. No, respondí. Me hubiera gustado decir más, decirte Mina, que me había hipnotizado el color rojo alrededor del cuello, viscoso y brillante. No había salido el sol, pero brillaba. La cabeza de un extraño colgada en la rama de un árbol como una manzana. Como un fruto cualquiera.

Entonces dejé de pensar en las formas de tu cuerpo, en el peso exacto de tus tetas en mis manos. No podía dejar de ver al desconocido, a las moscas en las fosas nasales, que se arremolinaban en el cuello cercenado.

¿Qué hacemos? ¿Le avisamos a la policía?

No. Hay que llevarla a mi casa.

¿Por qué? ¿Para qué quieres una cabeza en tu casa?

Mina, esas cosas no se preguntan. Uno no sabe por qué de pronto un día aparece una cabeza colgada de la rama de un árbol con el mismo resplandor de una estrella y tiene los ojos mirando hacia arriba como quien está harto de vivir y ruega un descanso. Uno no sabe por qué de pronto tiene la necesidad de descolgar la cabeza igual que con un fruto maduro y jugoso que ya está listo para comerse y la quita con cuidado para que no se desbarate y se convierte a partir de entonces en su posesión más sagrada. Uno no lo sabe. Yo no lo sé explicar.

Ya con la cabeza en las manos me miraste como si el aparecido fuera yo, como si me desconocieras. Te pedí que no le dijeras a nadie y respondiste que sí con un movimiento. Ya no quisiste hablar. ¿Te arrancaste la lengua Mina? ¿Tu boca se convirtió en una cueva oscura a la que nunca toca la luz?

Mina, los gritos de al lado, son insoportables. Tú no podías soportarlos y tampoco las risas de los otros presos que se divierten con los que acaban de llegar a la prisión. Qué frío. Los dientes me castañean y casi puedo olvidarme de que en poco tiempo se van a aburrir de esa víctima y será mi turno.

Llegué a mi casa corriendo y puse la cabeza, no la mía sino la del desconocido, en una caja de cartón. Atrapó mis ojos. Todo alrededor se volvió borroso y también dentro de mí. Me costaba trabajo recordarte, Mina. ¿Cómo es que te llamas? Mina. Guillermina. Sólo podía recordar el nombre sin una cara porque la cara del desconocido se convirtió en la cara de todo el mundo.

Inventé historias sobre él. ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Por qué le cortaron la cabeza y la colgaron de un árbol? El desconocido es mi hermano Luis que desapareció hace muchos años cuando intentó fugarse a Estados Unidos con su novia y nunca los volvieron a ver. No es cierto, es mi papá: Un jornalero que sembraba maíz en los tiempos de lluvia. Madrugaba con el sol y regresaba hasta tarde, pero un día sólo volvió su cuerpo caminando sin orientación. Nunca encontramos la cabeza, pero mi papá sí encontró la forma de seguir trabajando de todos modos.

 La cabeza eres tú, Mina. Somos todos.

El desconocido, igual que yo, fue cambiando con el tiempo. No te imaginas cómo se transforma el ser humano después de la muerte. La piel, Mina, se pone verde, se pone azul y luego negra. Huele mal. A otro mundo y a un aire que sólo puede respirarse por los que ya caminan en los infiernos. Los gusanos y moscas que atrae la podredumbre son imparables, pero yo me acostumbré al ruido del revoloteo de los insectos necrófagos.

Es fácil hablar con alguien cuando sabes que nunca lo volverás a ver. Que está desapareciendo. Le dije al desconocido todos mis secretos. Por ejemplo, que tú, Mina, eres la mujer que más he querido. Que te llamas Guillermina y que te llevaré a otras tierras para regalarte campos donde el trigo aun sea verde.

Le dije que yo también estaba harto de la vida y que se comienza a notar en la piel manchada por el sol y en las costillas que se asoman encima de la ropa. Le dije: No sabes la suerte que tienes de estar lejos de aquí y estar aquí al mismo tiempo. ¿Los muertos son los únicos que pueden habitar dos dimensiones?

1,2,3,4,5,6,7,8,9,10…¿Cuántos días estuvimos juntos? No lo sé Mina, sólo puedo decirte que contemplar la cabeza me robó el tiempo y las ganas de trabajar, de comer y hasta de citarte en el cerro para levantarte el vestido y clavarte contra un árbol.

11,12 o13 días más tardaron en llamar a la puerta y preguntarme si estaba bien, si había alguien adentro y que si no respondía iban a tirar la puerta. La tiraron. Me encontraron a mí con una cabeza descarnada en una caja de cartón oliendo a diablos. Oliendo a muerte.

¿Cómo lo mataste? ¿Por qué? ¿Qué te llevó a cortarle la cabeza a este desconocido y dónde dejaste el cuerpo?

No sé, no sé. Él no es un desconocido. Es mi amigo. Él me conoce mejor que nadie. Por favor no se lo lleven. Por favor déjenme aquí.

Me acusaron de homicidio, Mina. Ho-mi-ci-dio. Qué palabra más triste. Mina, no te olvides de decirles que yo no maté a nadie. Cuéntales que tú fuiste quien me llevó al monte, tú fuiste la que me dio a comer del fruto prohibido en el Jardín.

Pasos en el corredor. Pasos que vienen a mí. Pasos que se detienen en la celda. Mina, ya vienen. Mina, dime algo y tal vez logre escucharte. Mina, llévale flores a mi amigo en su mausoleo que tiene la leyenda “Aquí descansa la cabeza de un desconocido, asesinado por un criminal”.

La reja se abre. Ellos entran. El aire que entra en mi pecho duele.

La reja se cierra.





Samanta Galán Villa (Moroleón, Guanajuato,1991) textos suyos se publicaron en medios como la Revista Pez Banana, Revista Estrépito, Sputnik, Neotraba, Monolito, Low-fi ardentía y en el periódico oaxaqueño El Imparcial. Actualmente, lleva un diplomado en Literaria, Centro Mexicano de Escritores y forma parte del taller de novela corta del escritor Eugenio Partida. Recientemente se publicó su primer libro de cuentos 'Amorfismos' (2022), con editorial La Tinta del Silencio.

La gente que no ha visto teatro musical, no ha sido totalmente feliz: María León



Jaime López |


Desde el pasado 10 de abril, la cantante y actriz mexicana María León forma parte del elenco de "Mentiras el musical", la prestigiada obra que lleva más de una década en cartelera.

En el marco de la presentación de su personaje, "Lupita", indicó que el teatro es un elemento imprescindible para la ciudadanía, porque le puede ayudar de distintos modos.

Así, refirió que las artes escénicas pueden ser un reflejo de los estados de ánimo del espectador, un espacio para desahogarse o, inclusive, una oportunidad para analizar un discurso político.

"Si la gente no ha visto teatro musical, creo que no están siendo totalmente felices en su vida. El teatro es un acto de generosidad y un acto de fe, en donde se genera o se comulga con el público", expresó.

La intérprete reviró la opinión de aquellas voces que no son adeptas al teatro musical, subrayando que este tipo de manifestación cultural toca fibras sensibles e importantes.

"Es un espejo, pero también a veces es un discurso político y también una relajación emocional del estrés que vivimos en la semana. Le puedes dar la función que tú quieras al teatro, pero no nos perdamos la oportunidad de vivir esa experiencia irrepetible", sostuvo.

Acerca de la responsabilidad afectiva en las relaciones de pareja, que es una de las temáticas abordadas de manera indirecta en "Mentiras el musical", María León destacó la relevancia de poner límites.

Ello, en especial, cuando las personas se caracterizan por ser complacientes y no decir directamente lo que sienten o piensan. Si bien reconoció que se trata de un tema complejo, que puede variar dependiendo la idiosincrasia de cada individuo, dijo que una posible solución para evitar dañar a otro ser humano es la honestidad.


"Yo soy una persona complaciente, por ejemplo, entonces, yo estoy trabajando la permisibilidad: qué permito, cuánto permito, hasta dónde, límites, entonces, depende de cada quien", declaró.

La artista aprovechó el cuestionamiento en cuestión para describir a su personaje, manifestando que es una mujer que no tiene filtros y que trata de ser plena y libre, pero que ha padecido violencia.

"Es una mujer dolida que vive su vida con una plenitud y con una libertad, sin filtros, también te habla mucho de hasta dónde es su feminismo y responsabilidad".

Por otra parte, María León reveló que su primer acercamiento con el teatro musical lo tuvo cuando acudió a las obras protagonizadas por Lolita Cortés, una de sus ídolos.

También manifestó que su rol en "Mentiras el musical" ("Lupita") es un reto actoral debido a que la hace incursionar en el género de la comedia.

La puesta referida se exhibe de vienes a domingo en el Teatro Aldama, en distintas funciones. Tiene una duración aproximada de 150 minutos y es apta para adolescentes y adultos. La cuota de recuperación va desde los mi 170 pesos hasta los mil 950. Los accesos se pueden adquirir tanto en la taquilla del recinto como en Ticketmaster.

El sinsentido en el cine de los Hermanos Coen




Jorge Tadeo Vargas |

 

“Afortunadamente estamos libres del proceso de desarrollo y del proceso de realización de la película del comité de Hollywood. Ellos entienden que si van a hacer una película con nosotros, nos dejarán hacerla a nuestra manera.”
Joel Coen

 

Para intentar entender el cine de los Hermanos Coen tenemos que ver sus orígenes, de donde vienen y quienes son. Son un par de hermanos judíos que no cumplen con el cliché que por años Hollywood ha perpetuado y nos ha vendido. Sí son judíos, pero son originarios de Minnesota, es decir de esa región que se le conoce como el “Midwest” norteamericano, lo que de entrada los convierte en “outsiders” en la industria cinematográfica que suele concentrarse en dos grandes ciudades como son Los Ángeles, California y New York, NY, aunque el mayor dominio se dé en la ciudad californiana, desde los inicios del cine norteamericano.

Desde esa visión del “Midwest” de ver y vivir la vida es que estos dos hermanos, uno graduado de la escuela de cine y otro de la de filosofía, es lo que les permitió que sus historias se vayan contando desde lo absurdo, desde el sinsentido como eje rector y la principal característica de sus películas.

Pertenecientes a una generación de cineastas que a finales de la década de los ochenta y gran parte de los noventa, supieron mantener su trabajo en la línea fronteriza de la independencia y la industria cinematográfica. Esta generación donde hay nombres como Richard Linklater, Quentin Tarantino, Kevin Smith, PT Anderson entre muchos otros que se permitieron con su arte hacer un cuestionamiento al sistema, a la forma de vida occidental que nos impone una forma única de pensar y de actuar.

Con esto me refiero a que no importa de qué lado de la moneda ideológica nos toque estar, al final la forma de pensar, que se nos dicta es única y autoritaria. Contra todo ello es que se rebelaba esta generación de cineastas a la que pertenecen los Coen, evidenciando el vacío de las estructuras tanto sociales, políticas y/o culturales, principalmente en el mundo occidental y la hegemonía e influencia que se tiene a nivel global.

Esta crítica al sistema y sus estructuras permea mucho en la construcción de los distintos géneros cinematográficos que están presentes en la obra de los Coen y esto lo hacen desde una profunda conciencia histórica, la cual juega en papel muy importante en la mayoría de sus películas, así como el absurdo que también tiene un papel importantísimo en la elaboración de los personajes, con lo que convierten su obra en un homenaje, una burla, una apropiación, un retrato de su idea de deconstruir y visualizar estos géneros, como la comedia romántica, el western, el noir.

En Blood Simple (1985) ya comenzaban a perfilar esas ideas narrativas con mucha influencia de la literatura, algo que continúan haciendo en toda su obra, a la par de el sinsentido y la deconstrucción del género o de los géneros más representativos del cine norteamericano. Blood Simple encaja dentro del noir, neo-noir, para ser más específicos, donde el humor absurdo y situaciones sin lógica van comenzando a desarrollarse logrando construir una mejor historia con su segundo largometraje Raising Arizona (1987), una comedia absurda, con gags y momentos que parecen ser un homenaje a los grandes comediantes de inicios del cine. Con esta película es que comienzan a perfilar, esa relación orgánica y sinérgica que tienen para ellos las imágenes y la música.

Con Miller's Crossing (1990) regresan al género neo-noir, esta vez desde una historia de gánsteres pero con una construcción de personajes alejados del cliché que en ese momento era el predominante en el cine de este subgénero liderado por Coppola y Scorsese.

Aquí ellos toman como base las novelas de Dashiell Hammett para darle una perspectiva distinta al género. A pesar de que en la taquilla no le fue nada bien, tampoco con mucha de la crítica; y es que se estrenó a la par de Goodfellas de Scorsese y Godfather II de Coppola, pero con el paso de los años, Miller's Crossing se ha consolidado como una película que rompe con estereotipos, que va más allá de lo que se puede esperar del género y nos da una de los historia de gánsteres mejor trabajadas.

Un año después presentan Barton Fink (1991), película que les da el reconocimiento internacional al ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes como mejor película, mejor guion y mejor actuación a John Turturro, además reciben sus primeras nominaciones a los Premios Oscar.

Basada en una época fetiche para los Coen como son los años previos, durante y posteriores a la gran depresión, desde la construcción del monopolio en que se convirtió Hollywood, cuenta la historia de un personaje que intenta encajar en la maquila del cine, a la par de que van desarrollando una serie de personajes secundarios y antagónicos muy interesantes, como lo es el que personifica John Goodman en una de sus mejores actuaciones. Mucho se ha hablado de una secuela, que al final sabemos que no llegará, al menos no de la mano de los hermanos.

Con The Hodsucker Proxy (1994) se mantienen en la época de la gran depresión y con una comedia absurda y sinsentido hacen una crítica al sistema económico capitalista que engulle a las personas hasta llevarlas al límite. Si bien, esta es una de las películas menos “exitosas” de los hermanos Coen en la taquilla y en premios, la crítica la trató bien. Es posiblemente una de las menos conocidas pero queda la actuación de Tim Robbins como alguien del Midwest” que intenta vender una idea en Wall Street. La crítica al capitalismo en The Hodsucker Proxy cobra mayor relevancia en estos días.

Fargo (1996) los regresa al camino del éxito, eso sí, sin cambiar un mínimo su forma de contar historias para convertirse en directores exitosos tanto con la crítica como en taquilla al conseguir y ganar varios premios alrededor del mundo. Regresan al neo-noir y juegan un poco con el humor negro y esa pasión por la literatura, construyen una historia tan sólida que permitió incluso un spin-off como serie que duró tres temporadas, manteniendo ese estilo sobrio y elegante, lleno de sinsentidos absurdos.

Los Coen se han caracterizado por llevar a la comedia a nuevos derroteros, dotándola de cierta inteligencia sin caer en superioridad moral; sus personajes van caminando por situaciones que de la forma en que son narradas y/o construidas pierden toda solemnidad. Es el caso de The Big Lebowski (1998) que con una historia muy sencilla, que podríamos catalogar dentro del género neo-noir, nos da una comedia negra, llena de situaciones hilarantes, absurdas, ilógicas. El éxito de esta película se puede medir más allá de la taquilla o de la crítica, su verdadera influencia en la cultura pop, es que año tras año desde 1999, se organiza un festival en su honor, aunque se suspendió en pandemia y no se sabe si regresará, sin embargo habla de la gran influencia de esta película. Ni qué decir del impecable soundtrack que va desde Bob Dylan hasta los Gipsy Kings.

En O Brother Where Art Thou? (2000) toman un arriesgado camino y le dan un papel protagónico a la historia y a la música (histórica). Basándose en la Odisea de Homero, nos llevan por un recorrido de la América Profunda en años de la gran depresión (su época fetiche), convirtiendo la película en todo un documento histórico y de recuperación de la memoria sin perder un ápice de lo que estos hermanos nos tienen acostumbrados con el sinsentido, lo absurdo y esa forma de tejer los hilos entre personajes y situaciones.

El trabajo de rescate musical que hace T Bone Burnett, su compositor musical de cabecera, merece un reconocimiento aparte pues permitió que mucha música de la América Profunda fuera reconocida a nivel mundial. Canciones que tienen más de cien años.

El inicio de siglo estuvo marcado por lo que considero un bajo en la calidad cinematográfica de estos hermanos; si bien The Man Who Wasn't There (2001) es una película arriesgada, elegante, muy bien contada, no tuvo el impacto que tuvieron las demás. Lo mismo paso con Intolerable Cruelty (2003), un intento de comedia romántica que a pesar o por culpa de los protagonistas, no logró cerrar el círculo quedándose como un intento de deconstrucción del género. Lo mismo pasa con la adaptación de la película inglesa de 1955, The Ladykillers que aunque tiene una historia muy buena, no termina de cuajar.

En 2007 con la adaptación de la novela No Country For Old Men de Cormac McCarthy retoman el camino y combinando de forma excepcional el western con el neo-noir logran la que para muchos es su mejor película. Aunque la adaptación es bastante libre, es la forma que ellos tienen para trabajar la literatura, algo que está presente en todas sus películas. No Country For Old Men los pone de vuelta en el grupo de directores premiados que, aunque el reconocimiento no es importante para ellos, les da una plataforma para que su cine escale más allá de la industria y de la independencia.

Las películas de los hermanos Coen manejan un gran número de líneas narrativas, donde muchas veces el protagonista pierde el peso de toda la historia, eso no es malo, pero a veces como en el caso de Burn After Reading (2008) juega en su contra y una buena historia se ve rebasada. Aunque no sucede lo mismo con Hail Caesar! (2016), con la que sí lo logran, haciendo una crítica al Macartismo y su lista negra.

Con Inside Llewyn Davis (2013) y A Seriuos Man (2009) hacen un poco de metaficción tomando la biografía como parte de la historia. Inside Llewyn Davis hace un recorrido por la década de los sesenta, la música folk (de nuevo el soundtrack es fundamental) y mucho absurdo, falta de lógica y humor negro. A Seriuos Man arma un diálogo para ellos mismos burlándose del cliché judío, a la par que lo reconoce y construye una historia que en muchos momentos parece ser algo personal, íntima. Es posiblemente la película menos comprendida de los hermanos.

De la misma forma con True Grit (2010) y The Ballad of Buster Scruggs (2018) siguen con la deconstrucción de unos de los géneros favoritos de Estados Unidos. En la primera construyendo un antihéroe muy alejado de lo que vemos en el western clásico y la segunda tiene muchos guiños a la literatura con una serie de historias sin relación que en palabras de ellos les costó veinticinco años escribir, y que es el último trabajo a la fecha que han realizado juntos, declarando que esa relación ya se terminó. Eso no significa que han dejado de trabajar, Joel filmó en 2021 The Tragedy of Macbeth mientras que Ethan en 2022 dirigió Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind, las cuales mantienen su estilo absurdo pero no alcanzan ese punto perfecto que lograron en sus trabajos en conjunto.

Una de las ideas permanentes en el cine de los hermanos Coen es la de convertir la literatura en arte visual, ponerle movimiento a las palabras, eso se percibe en cada una de sus películas, así como las múltiples referencias a cuentos, novelas, poemas, escritores que les abren un universo de posibilidades y mayor libertad a la hora de trabajar e ir creando sus personajes desde el sinsentido desde donde lo construyen.

La frivolidad y la profundidad son parte de su cine y una forma de ir presentando la realidad que vivimos desde lo hilarante, el absurdo mayor de estar vivos a pesar de todo lo que nos rodea.


Desde el exilio en Ankh-Morpork

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas

Sobre “Días y noches de amor y de guerra”, de Eduardo Galeano



Por Omar Cruz |


América, un continente que de manera constante e insensible ha sido saqueado. Desde tiempos bastante remotos es bien sabido que la historia de nuestro territorio se podría escribir con sangre y lágrimas y aún así, no sería suficiente para cubrir todo el dolor que nos habita y que creo yo, nos sigue mortificando.

Nuestra historia, parece más bien una espiral cíclica. Siempre vamos imaginando que quienes nos hicieron daño ayer, algún día volverán a terminar el trabajo que aún no han concluido. Los embates que recibimos nos han enseñado algunas lecciones de las que algo hemos aprendido, pero al parecer, ese no será todo el castigo que recibiremos. Escribir sobre América habiendo nacido aquí, es más que la suma de todas las emociones y demás sentimientos encontrados, creo que también se vuelve una necesidad, para sacar lo que nos duele y que se drene toda la agonía y la tristeza acumulada.

Por lo general, el pasado regresa a nosotros y nos trae toda la atrocidad cometida por quienes creyéndose dioses, hirieron de muerte nuestro orgullo y flagelaron nuestra naturaleza. Ante todo esto, en América decidimos resistir y utilizar diferentes mecanismos para combatir desde diversas trincheras; el absolutismo, la barbarie y la imagen arrogante de la tiranía.

El génesis de esta historia nos lleva al año 1978. En ese año, Eduardo Galeano decide mostrarle al mundo otras maneras de resistir -aún estando en el exilio- y utilizando la literatura como método de defensa, publica “Días y noches de amor y de guerra”, una novela profunda, escrita con toda la sensibilidad y hondura de quienes aún creemos que, otra América es posible.

Galeano desmiembra en esta obra cada una de las batallas a las que, al parecer, nos tenemos que enfrentar aún viviendo en tiempos difíciles o de dictadura. El autor, no se olvida del amor en este texto y también nos cuenta cómo este sentimiento puede ser vital e importante para resistir, batallar y empujar un mejor mañana para los nuestros en el andar diario.

La narración de esta novela es dolorosa pero exquisita, Galeano no solo utiliza la literatura para denunciar, también lo hace para embellecer de alguna manera las realidades catastróficas de aquella época tan convulsa que le tocó vivir. Las figuras literarias potentes y las imágenes de denuncia son frecuentes en este texto que Galeano escribió, mientras una atroz dictadura dejaba a su natal Uruguay, sumida en el llanto y el más amargo de los dolores.

Muy a pesar de que esta obra sea demasiado íntima para el autor, también nos encontramos con la descripción de hermosos lugares en los que parece ser, Galeano supo fraguar su trabajo y reencontrarse con una versión diferente de su realidad; una que lo obligaba a ver el caos y la desesperación de los suyos, mientras la literatura le daba ese hálito de esperanza que en momentos como este llegamos a necesitar.

“Días y noches de amor y de guerra” es un testimonio de agonía y de dolor, que el autor nos entregó para que en un futuro no muy tardío, nos atreviéramos a repensar en las manos de quién dejamos el poder y de como la toma de decisiones erróneas, nos puede llevar a repetir horrores del pasado que tanto daño le hicieron a nuestra América Latina.

“Días y noches de amor y de guerra” es una novela que toma vigencia en estos años tan convulsos que vivimos. Eduardo Galeano fue capaz de retratar toda la tristeza que habitaría a nuestra América, aun en tiempos en donde la paz y la armonía se convierten en un lenguaje lleno de anhelos y nostalgias, habitados por la melancolía.




Omar Cruz es hondureño por nacimiento, estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología, autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre… (Atea Editorial, 2019) sus artículos y poesía han sido publicados en periódicos y revistas de México, Argentina, Colombia, Venezuela, Honduras, Guatemala, España, Costa Rica, Panamá, Perú, República Dominicana e Italia.

Hablemos de «Daisy Jones & The Six»



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Quiero creer que mis niveles de intensidad ante las cosas y la vida son más un aspecto positivo que una red flag. Y es que, desde niña, si algo llama mi atención, me O B S E S I O N O de inmediato hasta que esa obsesión se diluye a causa de otra obsesión y así on and on. Pues resulta que, a inicios del pasado mes de febrero, comencé a ver en Instagram y en Twitter, un tremendo “buzz” por una serie llamada “Daisy Jones & The Six” que se estrenaría a inicios de marzo en Prime y que está basada en el libro homónimo de la autora estadounidense Taylor Jenkins Reid. Todo tweet o post que hablaba de “Daisy Jones & The Six” estaba inevitablemente ligado a Fleetwood Mac (una de mis bandas favoritas) y, como soy re curiosa (por no decir chismosa) y re intensa, comencé a indagar al respecto y como era de esperarse, ya estoy en plena etapa de obsesión a pesar de las múltiples críticas que tengo de la serie.

Resulta que “Daisy Jones & The Six” es el primero de los libros de Taylor Jenkins Reid en adaptarse a la pantalla chica y al parecer, no será el último. El muy sonado “The Seven Husbands of Evelyn Hugo” (que, si alguien de por aquí ya lo leyó, díganme qué les pareció porque ya me lo recomendaron varias veces) de 2017, se convertirá en una película de Netflix, mientras que “Malibu Rising” de 2021, se adaptará para Hulu. Pero para esta adaptación inicial de Daisy Jones, Reid sabiamente se asoció con la actriz y productora Reese Witherspoon cuya casa productora “Hello Sunshine” ha perfeccionado a lo largo de seis añitos la ciencia de adaptar bestsellers tan adictivos de ver como de leer. Parte de la estrategia es una especie de integración vertical: Witherspoon seleccionó “Daisy Jones & The Six” para su club de lectura mensual, lo que ayudó desde un inicio a construir y consolidar una fanbase que indiscutiblemente, apoyaría el lanzamiento de dicha novela a la televisión. Antes de continuar, aclaro un detallito bien importante: yo no he tenido la oportunidad de leer el libro y les prometo que algún día lo haré, pero mientras tanto, ya me estuve informando un poco acerca de su estilo narrativo, de cómo lograron plasmarlo y adaptarlo a lo audiovisual y las grandes diferencias entre ambos.


A sus tiernos 13 años, Taylor Jenkins Reid veía fascinada el especial de televisión de 1997 de una banda setentera llamada Fleetwood Mac, que celebraba veinte años del lanzamiento de su icónico álbum “Rumours” y como era de esperarse, le llamó muchísimo la atención la feroz versión del himno de rupturas amorosas por excelencia “Silver Springs” y la electrizante química que había entre dos miembros de la banda: Stevie Nicks y Lindsey Buckingham. De ahí le llegó la inspiración para escribir “Daisy Jones & The Six” años después, cuyo estilo narrativo, toma la forma de una historia oral acerca del ascenso de Daisy Jones y el grupo The Six al estrellato y su infame separación. Se cuenta en su totalidad a través de entrevistas con la banda, otros personajes clave y testigos. Las entrevistas se realizan de 30 a 40 años después de la separación de la banda, mientras los miembros reflexionan con distancia y (algo) de madurez todo lo que vivieron. Cada miembro recuerda cómo sucedió todo de manera ligeramente diferente (como acontece en la vida real), dejando lo que realmente sucedió elusivo y sujeto a interpretación del lector. La escritora dice: "[…] también se debe tener en cuenta que, en asuntos grandes como pequeños, a veces los relatos del mismo evento difieren. La verdad a menudo se encuentra, sin reclamar, en el medio".

Por lo tanto, un estilo documental encaja naturalmente para una adaptación televisiva y los episodios cobran vida al estructurar sus historias en torno a eventos o periodos de tiempo específicos con esas mismas entrevistas. Al dar el salto de la página a la pantalla, “Daisy Jones & The Six”, en su mayor parte, ha tratado de recrear la experiencia de lectura del libro (o al menos eso es lo que dicen sus fans menos exigentes y flexibles). Pero como con cualquier adaptación, ciertos detalles no pasan el corte y tanto los personajes como algunos eventos, son inevitablemente alterados de manera significativa, para bien o para mal.


La historia (tanto del libro como de la serie) básicamente trata del recorrido de una banda de soft rock al estrellato y nosotros somos testigos de cómo navegan el mundo de la fama, las drogas, los excesos, los dramas personales, los triángulos (rectángulos) amorosos, la creatividad e innovación musical, las rencillas y celos profesionales. La banda es una especie de supernova que arde brillante y efímera, disolviéndose definitivamente después de un show en Chicago a finales de la década de los 70s, tras un exitoso y único álbum titulado “Aurora”. Daisy Jones, nuestra protagonista, es el huracán en el centro de esta historia. Es una hermosa, carismática, errática, inmadura y talentosa cantautora que irrumpe sorpresivamente a los integrantes de la banda “The Six” y, por ende, cambia drásticamente la vida del grupo, en especial la de Billy Dunne. Líder y vocalista de “The Six”, Billy es un tipo desagradable, autoritario, perspicaz y terriblemente talentoso que no disfraza los celos hacia su nueva vocalista, quien no tiene reparos en robarle protagonismo y al mismo tiempo, generan una conexión profunda y natural a partir de sus vivencias y traumas del pasado que obviamente, será el meollo de las crisis de la banda.

Adentrándome ahora sí en la serie (que es con lo que estoy realmente familiarizada), hay un montón de cosas que me gustan y un montón que no. Voy a ir por partes para no mezclar demasiado mis propias contradicciones. Creo que toda la cuestión de producción, es decir, ambientación, vestuarios, fotografía, etc. etc. etc. me parecen maravillosos. Realmente reflejan un presupuesto nivel Jeff Bezos (el modestito dueño de Amazon) y nos sumergen en la década que se encargó de “moldear” mucho del soft rock, folk y pop que tanto me gusta con muchísimo estilo y autenticidad. Todas las escenas de los conciertos nocturnos son espectaculares: cuentan con una iluminación increíble, innovadora, con movimientos de cámara que nos adentran al escenario y, por ende, directamente a las emociones de la banda.

Otra cosa que aplaudo muchísimo, son las actuaciones a pesar de algunos diálogos cursis y storylines comunes. Todo el elenco, encabezado por Riley Keough y Sam Claflin, me parece extraordinario y sirve muchísimo que la química, sobrepasa la pantalla. Los he visto en un sinfín de entrevistas y realmente hay mucho amor entre ellos y parece que auténticamente disfrutaron muchísimo trabajar en este proyecto. La modelo inglesa Suki Waterhouse, Will Harrison, Josh Whitehouse y Sebastián Chacón, quienes interpretan a Karen, Graham, Eddie y Warren (miembros de la banda), tenían ya ciertos conocimientos musicales ya que, desde niños tocaban la guitarra, cantaban y así. De todos modos, tuvieron que aprender a tocar sus respectivos instrumentos y son ellos quienes realmente tocan e interpretan las canciones en vivo en las escenas de los conciertos, lo cual francamente hizo que me estallara la cabeza. Peeero… Riley (a pesar de ser la mismísima nieta de Elvis Presley y de que todo mundo dé por sentado que tiene la capacidad vocal y el talento de su familia, lo cual me parece una tremenda estupidez, pero bueno) y Sam, quienes interpretan a Daisy y Billy, no. Han comentado ya en varias entrevistas, que a pesar de lo horrible que fue la pandemia, para ellos fue benéfico el año y medio que estuvo detenida la producción de la serie para aprender, tanto a cantar, como a tocar la guitarra y ambos tuvieron intensas lecciones para lograrlo. Los integrantes estuvieron meses en una especia de “band camp” donde aprendieron realmente a convertirse en estrellas de rock y francamente la química entre Riley y Sam es sublime. No me da pena admitir que soy una hopeless romantic y que me fascinan esas tramas que van del amor al odio o al revés.

Actualmente, la banda ficticia tiene un álbum en los primeros números de las listas de Billboard y once canciones que cuentan ya con millones de reproducciones diarias en las plataformas musicales como Spotify y Apple Music.

“Aurora” es un álbum atemporal y logra capturar el drama de esta banda en sus puntos más altos y bajos, ya que muchas de las canciones están vinculadas directamente con la narrativa de la serie y al menos el concepto o la intención de cada letra, fueron creadas por la misma Taylor Jenkins Reid, pero obviamente perfeccionadas y modificadas para hacerlas sonar más auténticas; somos testigos de cómo nace “Aurora” y su impacto a lo largo de los diez episodios. Phoebe Bridgers, Madison Cunningham, Marcus Mumford y Jackson Browne son algunos de los artistas y músicos de la vida real que ayudaron a escribir y producir las canciones de “Aurora”, por eso también el éxito del álbum. Éste, lucha por aprehender la audacia de Fleetwood Mac, combinando un poco de ese rock tan característico de los 70s, con baladas fáciles de escuchar. En particular, me agradó bastante cómo estructuraron y enlazaron las canciones durante el episodio final. Yo les recomiendo muchísimo el álbum y no solo porque llevo semanas escuchándolo y enamorándome de él. Además, la serie en sí tiene una banda sonora buenísima, con canciones de Carole King, Toto, Patti Smith, The Beach Boys, Barry Manilow, etc. que refuerzan con mucho detalle e intensión, determinadas escenas.

 

Y bien, ahora va el montón de cosas que NO me gustaron de la serie y creo que básicamente se reduce a la historia en sí, a la forma en cómo fue escrita, desarrollada y modificada para la televisión. Prometo no hacer ningún spoiler significativo, aunque me den hartas ganas jajaja. Pues bien, por lo poco o mucho que he investigado, tengo ya claras las diferencias más tajantes entre el libro y la serie y, a pesar de que la novela raya en muchísimos clichés y lugares comunes, por momentos la serie los sobrepasa y termina encarnando los estereotipos superficiales que dice aborrecer. Si bien se presenta de manera convincente en ciertas escenas, en general es una dicotomía que hemos visto muchas veces antes. Incluso creo yo que el título hace alusión a algo que claramente no existe en esos diez episodios: la verdadera unión entre Daisy y la banda. Siempre es Daisy por aparte y The Six por aparte. No existe esa relación de familiaridad entre la cantante y la banda que tanto insisten en mencionar y los escritores, prefieren enfocarse en el “romance” tormentoso entre Daisy y Billy. Se supone que Daisy llega para revolucionar a la banda desde lo más profundo, pero son muy pocos los momentos de interacción entre ella y los demás (haciendo a un lado las escenas de los conciertos) y, por lo tanto, jamás se siente esa cohesión y cuesta mucho trabajo creer o asimilar ciertas escenas. Incluso Daisy, en sus entrevistas actuales, jamás J A M Á S habla de la banda, de sus integrantes, de sus talentos o carencias. Solo se dedica a hablar de sí misma y, por supuesto, de su dupla caótica con Billy y, por lo tanto, es difícil conectar con ella.

En ese sentido, otra cosa que me molesta muchísimo (ya sé, sueno a meme del fascista ese), es la construcción de los personajes femeninos. Dichos personajes, divagan entre ser mujeres auténticamente empoderadas, inteligentes, audaces, dueñas de sus propias vidas, dispuestas a labrarse un camino profesional serio pese al mundo recontra machista donde están inmersas y terminan cayendo en los clichés absurdos que tanto aborrecemos. Mi mayor problema, es con Daisy quien obviamente encarna el estereotipo de la chica rota que hace estupidez tras estupidez al pedo. Disculpen si no encuentro otra forma más formal de expresarlo, pero es la verdad; nunca se siente lo suficientemente propia y no sé qué tanto esté bien darle el peso de una heroína cuyos impulsos, están siempre fuera de control. Las muchas escenas de Daisy inhalando cocaína, tomando pastillas o garabateando letras, podrían tomarse de cualquier cantidad de biopics, y en lugar de entenderla, más bien te provocan ganas de cachetearla. Encima, la relación entre ella y los otros personajes femeninos como Karen, Simone y en especial con la bellísima Camila (protagonizada por la argentina Camila Morrone), deja muchísimo que desear, a pesar de ciertos destellos de sororidad que se agradecen. Y luego, esta insistencia patriarcal de poner a dos mujeres a “competir” por un hombre, de bancarle sus machiruladas, o de representar a la mujer como una especie de ancla divina para rescatar y beneficiar únicamente a un hombre sumamente roto, YA NO VA y desespera.

A pesar de estos grandes detalles, créanme cuando les digo que sí estoy medio obsesionada con “Daisy Jones & The Six” y no tengo reparo en declarar abiertamente que disfruté mucho la serie; que esperaba cada viernes los capítulos nuevos, que me considero fan del álbum, del elenco, del hecho de que se tomen más en cuenta historias escritas por mujeres y de que actualmente existan personas que quieran acercarse o reconectar con música como la de Fleetwood Mac, por ejemplo. ¡Ah! Y antes de que se me olvide, me pareció muy divertido y tierno que los títulos de los episodios sean títulos de canciones de los 70s, canciones de Elton John, Barry Manilow, John Lennon, David Bowie y así y no sé si todo el mundo los haya captado, pero me dio gusto que yo sí. La serie ha sido Trending Topic en Twitter durante cuatro días (desde que Amazon subió los últimos dos capítulos), así que anímense a ver “Daisy Jones & The Six” y díganme qué les pareció. Hay mucho que platicar, discutir, criticar y disfrutar (como la aesthetic que está dejando la serie).


"Manto de gemas", la aniquilación de un país



Cinetiketas | Jaime López |


Tres mujeres entrecruzan sus destinos en un país donde la desaparición forzada se ha vuelto una constante y un monstruo de mil cabezas. Esta podría ser la base argumental de "Manto de gemas", la ópera prima de Natalia López Gallardo, creadora que tiene una amplia trayectoria en el montaje de filmes.

Sin que hasta ahora alguien haya escuchado el motivo del nombre del largometraje, estrenado hace algunos días en distintas partes de la República Mexicana, la obra constituye una dura representación de la violencia en nuestro país, una violencia que hace convivir muy de cerca a víctimas y victimarios.

Aventurándonos a dar una hipótesis al respecto, tal vez el manto de gemas al que alude la directora López Gallardo simboliza lo siguiente: un trío de piedras preciosas que han sido extraídas de su ambiente o entorno habitual en contra de su voluntad, para ser talladas o convertidas en otro tipo de entes, los cuales son cubiertos por un largo velo fúnebre.

Así, la muerte acecha a "Isabel", "María" y "Roberta" (las protagonistas del relato), desde el inicio de la historia, aunque no de manera literal, sino en diversos sentidos.

La primera de ellas se encuentra en medio de un rompimiento de pareja, pero deja de lado su duelo para dar con el paradero de la hermana de su trabajadora doméstica, a pesar de que ello ponga en riesgo su vida.



En tanto, "María", por sus problemas económicos, ayuda a un grupo de secuestradores, quizá desesperada por sufrir la marginación por parte de un sistema financiero y una sociedad que excluye a miles de personas como ella, abandonadas a su suerte (casi siempre mala, con final trágico).

Por su parte, "Roberta" es una policía municipal que forma parte de una cadena de corrupción y complicidad criminal, la cual detesta ver a su hijo "jugando" al narcotráfico.

Una amalgama de rostros femeninos que develan la aniquilación o defunción de un país que ha sido sometido a la normalización de la violencia en todas sus modalidades: emocional, económica o física.

Acerca de la narrativa, la realizadora opta por una yuxtaposición de imágenes no convencional, que exige una audiencia activa desde el primer minuto del metraje.

De ese modo, los detalles y diálogos en la mayoría de los fotogramas de "Manto de gemas" se van hilvanando paulatinamente y, en determinados momentos, hasta de manera poética.

Ejemplo de eso último es una de sus escenas más memorables, en la que López Gallardo muestra a un hombre linchado, mientras varias personas a su alrededor solo se quedan viendo su combustión sin mover un solo dedo.



El relato escrito por la propia directora y protagonizado por Aída Roa, Antonia Olivares y Nailea Norvind, también lanza una crítica velada a la banalización de la violencia mediante el personaje interpretado por Juan Daniel García, que apuesta por convertirse en un influencer del crimen organizado.

Además, "Manto de gemas" también se adentra en retratar la indiferencia de una familia adinerada, cuya matriarca no tiene la disposición de comprender las realidades de las nuevas generaciones, incluyendo la situación de su hija, que está inmersa en una vorágine de destrucción.

La película fue estrenada el pasado 8 de marzo en salas de México, a casi un año de haber ganado el Oso de Plata durante la edición del Festival de Cine de Berlín.



Los Problema: entre el surf, la rebeldía y el garage punk


Polo Bautista | Fotos: Ivonne Domínguez |

Desde los escondrijos más agrestes, sórdidos y perniciosos de la capital poblana, ha surgido un nuevo proyecto altamente fragoroso y vehemente, el cual se distingue por intercalar los sonidos potentes del garage punk y el surf. Los culpables de semejante estruendo, son tres jóvenes pendencieros: el guitarrista y vocalista Aimar Sandoval (aka “Aimar Problema”), el baterista Iván Delgado (aka “Iván Problema”) y el bajista Antonio Rosales (aka “Hule”). Juntos se hacen llamar Los Problema y además de cimbrar los escenarios, instigar el slam y desatar a su paso verdaderos jaleos, actualmente se encuentran de plácemes con el lanzamiento independiente de su primer EP homónimo.

La banda surgió a comienzos de 2020, primeramente como un dueto, cuando el guitarrista y el baterista emprendieron sus incipientes ensayos, pero el designio venía de tiempo atrás y germinó progresivamente. Al respecto, Delgado cuenta:

“Aimar y yo nos conocimos hace seis o siete años, por algunos amigos en común y las fiestas que se hacían en el centro de Puebla. Resultó que coincidimos en la música que nos gustaba y rápidamente hicimos camaradería. De ahí surgió poco a poco la idea de formar el grupo, pero en ese entonces yo estaba en otro proyecto llamado Los Jerks. Aimar colaboró con nosotros un par de ocasiones, pero no fluyó bien y después decidimos hacer Los Problema, cuando Los Jerks se disolvieron recién iniciada la pandemia”.

Pese a que la pareja encontró naturalmente su estilo y un sonido muy particular, no le fue igualmente sencillo cuando se trató del título con el que quería darse a conocer. Uno que verdaderamente reflejara la intensidad sonora y el entorno desbordado que producían (“Antes nos hicimos llamar como una banda chilena: Los Cuchillos; pero nadie lo tomó en cuenta, hasta que al terminar una tocada dijimos: ‘¡Nosotros somos Los Problema!’. Todos se quedaron serios. Creo fue ahí cuando empezaron a valorar nuestro trabajo”, cuenta Sandoval).



No obstante, Los Problema alcanzaron verdaderamente su estampa y estridencia con la integración de Rosales:

“Me uní a finales de 2021. Al igual que Iván, yo tenía otra banda llamada Un mexicano. Antes debo aclarar que, independientemente de la música, también me dedico a las artes plásticas y durante una exposición que tuve en diciembre de aquel año (“Dialéctica del dolor”), coincidentemente cayó ese mismo día el cumpleaños de un elemento de mi grupo y le propuse que hiciéramos su fiesta en la exposición. Él quiso llevar a unos amigos que le gustaban como tocaban (Los Problema). Entonces llegó Aimar, empezamos a hablar, me invitó a tocar, me eché como tres rolas y desde ese día sigo acá”.

Propuesta que, en el transcurso de sus casi tres años de existencia, se ha destacado no solo por reforzar la creciente escena underground angelina, sino también a su perseverancia sobre los escenarios y sus habituales interpretaciones desenfrenadas e irreverentes. Acerca del estilo musical que dominan, aunque emparentado principalmente con las formas del surf, este alberga en su interior la actitud provocadora, sucia, agresiva y veloz del garage punk. Asimismo, la tercia se rige bajo las formas colectivas de creación:

“Algunas rolas ya las tenía trabajadas de tiempo atrás. Son letras que hice en mis tiempos libres e inclusive las probé con algunas bandas de Oaxaca, ya que yo soy originario de allá”, dice el guitarrista. “Pero cuando empecé a ensamblar la banda de garage punk aquí en Puebla, metí nuevamente mis líricas y observé que podían funcionar a otra velocidad y con otros acordes. Ahí formalizamos o estructuramos las letras del grupo. Yo me encargo de escribirlas junto con la base, pero realmente es complemento de los tres”. A todo lo dicho, Iván agrega: “Creamos las canciones en base a un jam de improvisación y vamos uniendo las partes como si fuera un rompecabezas. Cada quien realiza un fragmento distinto. Con el tiempo las vamos puliendo; por ejemplo, los tres cortes que conforman el EP, están más trabajados porque fueron los primeros”.

“La Fuga”, es el tema inaugural del disco y comienza con los rasgueos violentos de Sandoval, a los cuales se le incorporan luego la batería y el bajo. Las maniobras combinadas del conjunto forman una marcha veloz, tosca y robusta, fustigada rítmicamente con toques a los platillos y la tarola. Entonces el cantante comienza sus ásperas vociferaciones: “Llevo días buscando cómo escapar / De la nube gris, salir de la ciudad / Día que pasa ya no vivo / Día que pasa sobrevivo / Ya no puedo ni conmigo estar / No, no, no, no / Salir de aquí / Salir de aquí / Salir de aquí / Fuga de aquí”. De pronto, la estridencia aminora por unos instantes y solo el golpeteo sordo de las baquetas y el pedal contra la caja del bombo, dan lugar a un corto respiro, para después retomar el feroz ritmo y cerrar la canción. 

En “Playa crimen”, el rápido redoble ejecutado por Delgado, sirve como preludio a los ágiles punteos de sus compañeros, quienes presurosamente recrean los sonidos y las imágenes provenientes del surf y el delirio (“Esa canción versa sobre un viajecito que combina el rock and roll con las drogas. Nosotros no estamos exentos del cotorreo y es un poco nuestro día a día”, cuenta el cantante). Enseguida, la lírica acomete furiosa: “Lleva ya un rato sin llegar a su cantón / Le gusta el after-after, la droga y el rock and roll / Frecuenta un lugar que le dicen el Nahual / Se sienta en la puerta, comienza a alucinar / Y no era él no, no / No era él no, no, no / No venía con él / Venía solo”.


El disco finaliza con “Susy la sucia”. Corte que, tras una seguidilla de fugaces acordes de guitarra, la tercia arremete fuertemente al unísono y mantiene el estrepitoso trote, en tanto Sandoval exclama:
“Antes de que te vayas o te quieras ir / Déjame pedirte un último favor / Algo incomparable, único y mutante / No lastima ni es punzocortante / Yeee… / Nena, nena, nena no te pongas loca / Nena, nena, nena, nena, nena, no / Recógete el cabello / Recógete el cabello”. Acto seguido, los instrumentistas realizan un breve interludio, para luego reanudar el duro ciclo sonoro y lírico: “Tal vez suene loco, idiota o atrevido / Pero de tus labios es mi delirio / No dejaré que te vayas con tu ego / Hasta que no te termines mi veneno / Quiero que me hagas el amor con la boca / Quiero que me hagas el amor con la boca”. Entonces, por última vez el trio ejecuta los acordes del preludio y súbitamente remata la pieza.

Para Los Problema, esta primera placa homónima es un pequeño adelanto del sonido y el repertorio que buscan ampliar y perfeccionar: “Nuestra tirada es grabar en un estudio más formal. Eso tendrá que pasar en algún momento, aunque aún no tenemos muy claro cómo llegar a ese punto. Entre tanto, este año queremos registrar el resto de canciones que nos gustan y no alcanzaron a entrar en este disco, como es el caso de “Pálido”, “Oírte gritar”, “Come on baby”, “Psyco”, “Ciudad en llamas” y otras más. No hay fecha como tal, pero es cuestión de acondicionar un espacio y empezar a darle”, concluye Rosales.

Letrinas: Hermanos en el paraíso



Hermanos en el paraíso

Darinel García



─¿Recuerdas cómo te moriste?

─No, solo fue como… ¡fa! Brinqué, nada más.

─¿Te dolió?

─No, solo vi oscuro.

─Diablos, yo recuerdo que me dispararon una flecha. Sentí que me atravesó la cara y caí. Cuando me levanté ya me vi tirado, estaba aquí con esta gente.

─Raro, según que la mayoría no lo recuerda.

─Bueno, ya no importa, al menos estamos juntos, aunque siempre creí que nos tocaría estar en el… ya sabes.

─Simón, yo también lo pensé.

─Me siento extraño, como demasiado bien.

─Sí, igual yo. Ese rato escuché a dos viejitos hablando. Se abrazaron y mencionaron algo, que aquí todo es perfecto en todos los sentidos, hasta tú y yo.

─Con razón me siento extraño, no asimilo la idea de ser perfecto.

─Mira el pasto, es demasiado verde. La sombra se ve muy fresca. El sol no arde en la piel. Muy fresco el viento. Definitivamente es el paraíso, o de plano estoy soñando.

─Ah, ¿Te preocupa algo? ¿No sientes angustia de que has olvidado algo?

─Mmm no, qué loco.

─¿Escuchas ese río? Creo que está más allá abajo.

─Vamos a vernos, quiero verme siendo perfecto.

─Pero si te veo igual.

─Pero yo no me he visto.

─Antes de eso ¿No has visto a papá y mamá?

─Creo que los vi por allá, caminando hacia aquellos árboles que están ahí ¿los ves?

─Sí.

─Pues para allá iban, muy felices.

─Se olvidaron de que tienen hijos, ja, ja.

─No creo, ja, ja.

─Ese rato me pareció ver más gente conocida. Hasta me saludaron, y no sé si te acuerdas pero antes nadie lo hacía.

─Porque tú tampoco lo hiciste.

─Me siento raro, como si flotara.

─Es normal, ya ves que nos decían que aquí no existía el cansancio y eso.

─Ah, es cierto, la neta yo nunca me vi como candidato para andar en este lugar.

─Por dos. Al final sí fue cierto lo que nos decían.

─Oye, ¿no sientes un poco lejos el río?

─Simón, se escuchaba tan cerca.

─A lo mejor así suena el paraíso. O es el viento.

─Loco, si estamos aquí, y si hay gente que conocemos, ¿eso quiere decir que nos morimos al mismo tiempo o cómo?

─No creo, tú lo hiciste de diferente forma y yo también. A menos que nuestras muertes fueron momentos antes que las de todos los demás.

─Puede ser. Pero me siento raro.

─Allá está el río.

─Vamo’ rápido.

─Dicen que si estás muerto puedes verte, y si estás soñando vas a desp






Darinel García | Venustiano Carranza, Chiapas, 2000 | Estudiante de Lengua y Literatura Hispanoamericanas en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). Disfruta de escribir aunque en muchas de las ocasiones no lo haga como es debido. Está dispuesto a cometer errores con tal de superarse. Ha publicado poemas en revistas como Granuja, Revista Página Salmón, Irradiación, Estrépito, entre otras más. Autor del poemario Ya no quiero estar aquí (Espantapájaros Editorial, 2022).

Literatura y migración: «Libro centroamericano de los muertos»



LITERATURA Y MIGRACIÓN CENTROAMERICANA


“Bienvenidos al cementerio más grande de Centroamérica,
Fosa común donde se pudre el cadáver del mundo”
Balam Rodrigo


Isaac Gasca Mata

La literatura centroamericana en las últimas décadas ha tenido una mayor difusión entre el público latinoamericano y más allá de los países hispanoparlantes. Autores como Ernesto Cardenal, Roque Dalton o Gioconda Belli practicaron discursos literarios con amplias resonancias tanto dentro como fuera del continente. Entre sus obras la poesía de protesta es de primordial importancia debido a que denuncia los múltiples problemas que azotan la región tales como las pandillas de la Mara Salvatrucha, el tráfico de personas, el narcotráfico, la violencia de Estado, el desempleo, la pobreza, en fin, dificultades contemporáneas que obstaculizan el desarrollo socioeconómico de la región, tal como antaño, en los años 80, lo hizo la guerrilla.

Centroamérica es un territorio compuesto por 37.4 millones[1] de personas distribuidas en siete países: Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Belice y Guatemala. De estas naciones, el llamado triángulo norte centroamericano (Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala) expulsa anualmente una cantidad considerable de migrantes ilegales que abandonan sus países y sus familias en busca de un futuro mejor en Estados Unidos y Canadá.


“Los inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras -países que conforman el triángulo norte centroamericano- representan el 86 por ciento de todos los centroamericanos en Estados Unidos. (…) A día de hoy, muchos centroamericanos continúan huyendo de la inseguridad y pobreza exacerbadas por sequías y malas cosechas. Los países del triángulo norte son especialmente afectados por un alto índice de homicidios (aunque éstos han disminuido en años recientes), actividad pandillera, extorsiones e instituciones públicas corruptas” .

>(https://www.migrationpolicy.org/article/inmigrantes-centroamericanos-en-los-estados-unidos)


Ante este panorama, el arte en general, y la literatura en particular, manifiestan interpretaciones del éxodo masivo que obliga a nicaragüenses, salvadoreños, hondureños y guatemaltecos a arriesgarlo todo, incluso la vida, para emprender un viaje hacia Norteamérica, la tierra de los sueños capitalistas, aunque eso signifique cruzar México, un país mortífero para los migrantes. Películas como La jaula de oro (2013), dirigida por Diego Quemada-Díez, o La vida precoz y breve de Sabina Rivas (2012), del director Luis Mandoki[2], documentan las duras pruebas de supervivencia a las que son sometidas las personas migrantes durante su travesía. A pesar de que la Carta Universal de los Derechos Humanos afirma que éstos son inalienables e intransferibles, lo cierto es que los migrantes sufren torturas, abusos, violaciones, injusticias y asesinatos por parte del crimen organizado mexicano, los kaibiles guatemaltecos, las maras salvatruchas, los polleros que trafican con las vidas humanas e, incluso, el Instituto Nacional de Migración, una institución gubernamental mexicana que supuestamente debiera actuar conforme a la ley, pero en la práctica, en ocasiones, está coludida con las redes de narcotráfico, tal como denunció el Colegio de la Frontera Norte en un artículo de 2016 titulado Entregaba INM migrantes al narcotráfico, en el cual se exhibe la complicidad de agentes del Instituto Nacional de Migración en la matanza de migrantes perpetrada en San Fernando, Tamaulipas:


“Durante la investigación por las masacres en San Fernando, Tamaulipas, la PGR descubrió que había agentes involucrados en el secuestro y entrega de migrantes al crimen organizado.

El 4 de abril de 2011, personas que se identificaron como agentes del INM interceptaron un autobús en Altamira, Tamaulipas, y bajaron a los salvadoreños Gingli Esaú Ortiz Melgar y Douglas Coronado Flores Guevara...”.

>(https://observatoriocolef.org/noticias/entregaba-el-inm-migrantes-al-narco/)  

  

La migración centroamericana hacia el norte del continente es una situación de urgencia humanitaria que debe solucionarse desde la perspectiva internacional. Por ello, los periódicos, la televisión, el cine y la literatura denuncian los actos de barbarie quizá con la esperanza de que los gobiernos generen redes de apoyo y organicen soluciones para el problema. Los hijos del jaguar (2016), de John Vaillant, es una novela que narra la agonía de un grupo de migrantes ilegales encerrados y abandonados por su pollero en una pipa de agua en medio del desierto de Arizona. Esta ficción está inspirada en hechos reales que ocurren de manera frecuente en el desierto fronterizo entre México y Estados Unidos[3]. Otro ejemplo de denuncia literaria es la obra de teatro Odisea (2009), de boliviano César Brie, en la cual se superponen las situaciones de la Odisea homérica con las peripecias que padecen los migrantes centroamericanos en el tren conocido como la Bestia sobre el que viajan a través del hostil territorio mexicano. Ambos recorridos están llenos de peligros: cíclopes, narcos, lestrigones, kaibiles, sirenas, Instituto Nacional de Migración, etcétera.


En este sentido, en 2018 Balam Rodrigo ganó por unanimidad el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes con el poemario titulado Libro centroamericano de los muertos. En este documento el autor describe con lenguaje testimonial el peligroso desplazamiento que sus coterráneos centroamericanos emprenden en busca de una vida mejor. El libro es polifónico ya que los poemas están escritos desde voces diferentes, por víctimas mortales de los incontables obstáculos que encuentran en México. Lo mismo hallamos el testimonio de un niño que cayó a las vías del tren luego de dormirse sobre la Bestia que una adolescente vendida como prostituta por sus propias primas, las víctimas de la Mara Salvatrucha o el testimonio de un sicario contratado por los grupos criminales para destrozarle la vida a los migrantes ilegales. Todos los testimonios, expresados en forma de poemas, son pronunciados por muertos, víctimas del viaje.


“Allí cumplí 20 y sumé a mi cuenta no sé cuántos cuerpos

más. Veía a los hombres torcerse de dolor, a las mujeres pedir

que ya no las montara; después de destazarlos, jugaba a completar

los cuerpos. Siempre me equivocaba con las piezas (…)

En México todas las fosas son comunes, y sin contra la

mía, llené docenas” (Rodrigo, 61)

 

El Libro centroamericano de los muertos estremece tanto por su forma como por su contenido. En cada capítulo el autor hace un palimpsesto con el libro Brevísima relación de la destruición de las indias, del obispo Fray Bartolomé de las Casas, para que el lector reflexione que el sufrimiento de las y los centroamericanos de todas las edades parece repetirse como una condena a través de la historia: una región sometida de la que otras naciones abusan. Balam Rodrigo le pone cara al sufrimiento de las víctimas. En su poemario, aunque la mayoría de veces el testimonio aparece anónimo, las víctimas fatales de la xenofobia dejan de ser una cifra más en los registros de decesos de migrantes, para convertirse en una historia, una persona con anhelos, con recuerdos y familia.

                           

“rogando en cada estación la misericordia de la migra, de la policía,

del narco y la mara, la compasión de compañeros de camino

quienes ofrecían mi sangre para ofrendarla a la lujuria de los otros

y salvarse; les rogué que ya no nos violaran, que no sembraran más

su asco ni la mierda de su ser en nuestros vientres. Estéril esta tierra

que me sepulta, estéril este país y su cruel fardo de hombres que viola,

mancilla y descuartiza a las hijas inocentes de Centroamérica…” (Rodrigo, 84)

 

“En este mar humano no alcanzarían

ni todas las estrellas ni los granos de arena del desierto

para contar la muchedumbre de los muertos,

los desaparecidos, los violados, los torturados, los vejados,

los prostituidos, los aniquilados, los desmembrados,

los masacrados, los hijos de Centroamerica deambulando

entre las llamas de un abismo llamado México.” (Rodrigo, 112)

 

En conclusión, la poética de Balam Rodrigo representa una faceta escatológica, pero no por ello exagerada, de los múltiples problemas que aquejan la región de Centroamérica para los cuales la muerte de los migrantes es el punto culminante de toda una estructura socioeconómica fallida. El Libro centroamericano de los muertos expresa lo que Noah Chomsky escribió: “Uno se siente tentado a creer que alguna gente en la Casa Blanca adora a los dioses aztecas, con sus ofrendas de sangre centroamericana” (Chomsky, 18).




[2] Dirigió también la cinta Voces inocentes (2004) que retrata la violencia de la guerrilla en los 80´s en un grupo de niños salvadoreños que la sufrieron. Ese conflicto fue determinante para la configuración de los actuales problemas centroamericanos, pues los niños de la guerra que se quedaron huérfanos y sin oportunidades de desarrollo educativo o laboral, son los migrantes de la actualidad o, en el peor de los casos, los mara salvatruchas. El conflicto armado suscitado hace cuatro décadas es uno de los precursores de la migración masiva que en la actualidad continúa vigente. Al respecto, las investigadoras Allison O´Connor, Jeanne Betalova y Jessica Bolter en su estudio Inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos afirman que: “Durante la década de 1980, las guerras civiles en El Salvador, Guatemala y Nicaragua impulsaron un número importante de centroamericanos a emigrar hacia los Estados Unidos. Sucedió una época de desplazamientos, inestabilidad económica e inseguridad y, aunque los conflictos civiles cesaron de manera formal en los tres países después de la firma de los acuerdos de paz en la siguiente década, la incertidumbre política y económica continuó azotando a la región, al igual que la migración hacia el norte, a donde muchos individuos llegaron de forma ilegal. Entre 1980 y 1990, la población inmigrante centroamericana en los Estados Unidos se triplicó.” (https://www.migrationpolicy.org/article/inmigrantes-centroamericanos-en-los-estados-unidos


Isaac Gasca Mata (Puebla, 1990). Licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y pasante en la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la misma casa de estudios. Becario para posgrado de excelencia del CONACYT. Ha presentado sus cuentos en diversos foros a nivel nacional como la FIL Guadalajara 2019. Ganó algunos premios literarios en su ciudad natal, en Ciudad de México y en Monterrey, Nuevo León. Como investigador participó en foros internacionales, entre los que destaca el “Coloquio estudiantil sobre identidades en América Latina”, celebrado en Ciudad de México y en Bogotá, Colombia. Algunos de sus textos aparecen en revistas como Círculo de PoesíaArmas y Letras, Oficio y Monolito. En 2016 realizó una estancia en Texas, Estados Unidos de América, para compartir estrategias educativas con docentes del área de lenguaje. En 2018 participó en el “II Encuentro Latido Latino, región LATAM”, de la red global Teach For All, realizado en Lima, Perú. Es autor de los libros Yo, el maldito (BUAP, 2022), Guerra y Rabia (Vortoj, 2021), El libro de las personas invisibles (Ariadna, 2020), Tristes ratas solas en una ciudad amarga (UANL, 2019) e Ignacio Padilla; el discurso de los espejos (BUAP, 2016). Fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla, en el rubro poesía, año 2019. Laboró en escuelas públicas y privadas de Monterrey, Nuevo León, y Los Cabos, Baja California Sur. Actualmente se desempeña como docente de literatura y humanidades en un colegio de alto rendimiento.

 

BIBLIOGRAFÍA

BABICH, Erin; BETALOVA Jeanne (21 septiembre de 2021) Inmigrantes centroamericanos en los Estados Unidos. Migration Policy Institute https://www.migrationpolicy.org/article/inmigrantes-centroamericanos-en-los-estados-unidos (Rescatado 04.04.2022)

BRIE, César (2009) Odisea. Bolivia. Ed. Teatro de los Andes

CHOMSKY, Noah (2017) Hegemonía o Supervivencia. La estrategia imperialista de Estados Unidos. México. Ediciones B

CONSEJO CENTROAMERICANO DE TURISMO (CCT) https://www.sica.int/busqueda/busqueda_archivo.aspx?Archivo=odoc_2588_2_29082005.htm (Rescatado 04.04.2022)

EL COLEGIO DE LA FRONTERA NORTE (2016) Entregaba el INM migrantes al narco. Observatorio de migración y política migratoria. https://observatoriocolef.org/noticias/entregaba-el-inm-migrantes-al-narco/ (Rescatado 04.04.2022)

REVISTA PROCESO (2022) Rociaron sazonador a los migrantes para evitar a los perros rastreadores, https://www.proceso.com.mx/nacional/2022/6/29/rociaron-sazonador-los-migrantes-para-evitar-los-perros-rastreadores-288661.html (Rescatado 02.07.2022)

RODRIGO, Balam (2020) Libro centroamericano de los muertos. México. Ed. FCE

VAILLANT, John (2016) Los hijos del jaguar. México. Ed. Planeta

 

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