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Letrinas: Un facial no se le niega a nadie



Un facial no se le niega a nadie

Conrado Parraguirre

 

Ese día regresé de noche a casa, y como soy un tipo precarizado, cuando me encuentro en la calle, casi nunca tengo saldo en mi celular. Así que al atravesar el umbral de mi domicilio recibí una notificación bastante inusual. Una vecina me mandó un mensaje: “Hola, buenas tardes”.

Respondí con la cortesía habitual, y pregunté si se le ofrecía algo. La respuesta no tardo en esperar.

“Era para saber si podría hacerte un facial, es gratuito. Si puedes mañana temprano con gusto”.

Ponderé la situación un momento, pues nada es gratis en esta vida, de tal modo que consulté con esta amable persona si era necesario llevar algo en particular y el horario para tal procedimiento. Me dijo que nada, y me propuso un horario de ocho de la mañana; y además me cuestionó si quería que lo hiciéramos en su casa o en la mía. Al final concordamos que en la de ella.

A cierta edad, uno se hace ideas, pues mi vecina es una mujer divorciada, madre soltera, y a criterio propio, bastante atractiva. De cualquier forma, frené el poni de la fantasía, y me dije, bueno, un facial no se le niega nadie.

Al día siguiente me bañé, tomé un poco de café y comí un plátano. Me mentalice un poco, pues interactuar con otros y someterse a cualquier tratamiento requiere algo de voluntad. Llegada la hora me apersone en su residencia con mi rostro atropellado para empezar la labor. Me invitó a pasar y me condujo a su comedor. Sobre la mesa tenía el material para trabajar. Cortésmente me pidió sentarme en una silla que se encontraba justo en el centro de la habitación. Le pregunté si aquello era su nuevo emprendimiento. Rió un poco y explicó que además de su trabajo esto era algo que también hacía.

Prendió un incienso aromático, tomó un pequeño envase con atomizador, y comenzó el procedimiento. “Te voy a aplicar un poco de esto en tu rostro, es hielo seco, cierra bien los ojos y la boca”. Procedí a seguir las indicaciones. Sentí el líquido y una sensación de ardor, comenzó a invadir mi cara. “¿Cómo lo sientes?”. A pesar de la ligera molestia contesté que bien. “Bueno, te voy a poner una crema en tu pelo también”. Se puso detrás mío y comenzó a frotar el cabello con sus manos, intercalándolo con un masajeador anti estrés, de esos que parecen tener patas de araña. En ocasiones también sentía el roce de sus pechos en mi nuca.

Traté de relajarme, pero ella también se notaba un tanto nerviosa. Comenzó a preguntarme sobre mi vida, el trabajo y mis relaciones sentimentales. Y pues yo no tengo novia, ni trabajo, y sospecho que vida tampoco. Tomó el envase del hielo seco de nuevo, y continúo con las mismas indicaciones. El calor se intensificó. “Si sientes malestar o algo, grita, no te detengas, es más si quieres miéntame la madre”. Mientras atravesaba aquel dolor, pensaba, ¡Carajo! ¿es esto parte del proceso?, uno nunca sabe qué clase de perversiones tienen los residentes con quienes te topas en los pasillos.

Tomó el atomizador de nuevo. “Te voy a rociar un poco más”. Al ver que la sustancia empezaba a escurrir sobre mi ropa, me dijo: “A ver, quítate la camisa, te voy a poner un poco en tu cuerpo”.

Estaba aturdido por el escozor y la situación; así que obedecí y me quité la camisa. Me pidió quedarme de pie. Agarró una crema, y comenzó a untarla en mi espalda y mi pecho. ¿Qué está pasando? ¿Estos faciales abarcan más que la cara? me pregunté. En ese momento sacó un tapete de yoga, lo extendió en el piso y me pidió que me recostará boca abajo, para hacerme un masaje en la espalda. Bueno la cosa ya se está poniendo interesante, me dije.

Ahí tumbado comenzó a sobarme desde los hombros hasta mi espalda baja, en el límite del pantalón. De pronto, gritó el nombre de su hijo, para que le pasara unas almohadas. Yo no sabía que él se encontraba en casa. Aquel adolescente, bajó y le dió los objetos para que yo me acomodara mejor en el piso. Un gato, que supongo que también se encontraba arriba, también salió. Mi vecina le dijo a su vástago, “¿no quieres ayudarme también?”. Y ahí estaba yo, con una madre y su retoño amasando mi espalda, mientras un gato maullaba y se paseaba al rededor. ¿Es esto lo que merezco por ser un pobre diablo? Probablemente ¡pero qué carajos!

Entonces mi vecina le indicó a su asistente: “Está muy tenso, truénale la espalda”. Me pidieron incorporarme, y poner mis brazos detrás de la nuca. Tuve la sensación de reconocerme confundido y vulnerable, como con la mirada de aquellos perros desconcertados, a quienes un quiropráctico de mascotas les truena la columna. Después de eso, su hijo se fue, y mi vecina me regresó a la silla. Me puse la camisa, y de nueva cuenta me roció con el hielo líquido. “Ya no te arde, ¿verdad?”. Respondí que no.

Antes de iniciar la sesión había sacado una foto de mi rostro dentro de su casa, ahora quería hacer otra foto fuera de ella. El juego de luces es un truco viejo. Comparó ambas imágenes, del antes y después. “Ya ves, te ves más joven”. Claro que no, pensé. Y pregunté por el precio de la botella. “Ay, no, cómo crees, ésta te la regalo”. Mentira. Más tarde me la pidió de vuelta, con el pretexto de que ese producto ya lo tenía comprometido con otra vecina.

Ese día regresé a casa oliendo rico, sin dolor de espalda, y con el cutis un poco más suave.

Letrinas: Minificciones IV de Franco García




Minificciones IV de Franco García

Guerra y paz

Durante el día mi esposa y yo nos encontramos en guerra, pues desde hace años dejamos de amarnos. Así que los gritos y las ofensas nunca faltan en nuestro hogar. No obstante, todas las noches respetamos nuestro pacto marital: hacer el amor para dormir en paz.


Se busca una mujer

No hace mucho, en La Vacacional, Acapulco, había un niño de la calle que le daba por agarrarle la mano a cualquier mujer que pasaba a su lado para no estar solito.

“Señora, ¿no quiere ser mi mamá?”

“Joven, ¿no quiere ser mi mamá?”

“Amiga, ¿no quiere ser mi mamá?”

Así estuvo hasta la mayoría de edad y se casó con una muchacha. Tiempo después lo abandonó su pareja y le dio por buscar una mamá para su hijito. 

 

Secreto marino

El caracol lleva en su guarida el sonido del mar, y el suplicio de los ahogados.

 

Alimentos

No hace mucho, en Acapulco, había cadáveres por doquier, arrojados a plena luz del día o a mitad de la noche. Nadie los reclamaba porque, al parecer, no tenían dueños. Como es bien sabido, todos iban a parar a las fosas clandestinas, pues en la morgue ya no había espacio suficiente para tantos. Y qué gordos y satisfechos lucían, entonces, los perritos callejeros.


Más vale reír que llorar

Para ella es más fácil reír que llorar. Desde que nos casamos jamás la he visto derramar su llanto (es más, creo que nunca me amó). Si mira a un perro aplastado o un gato electrocutado, ríe; si pierde algo de valor material (celular, anillos, reloj), ríe; si va a un velorio (familia, amigos, compañeros del trabajo), ríe; si me encuentra besando a otra mujer o tirado de borracho en la calle, ríe. Con ella todo es risa; conmigo todo es rabia, vicios, celos y amargura. Incluso cuando estoy por ingresar al quirófano para que me extraigan el tumor de la cabeza y los médicos le han confirmado que es poco probable que vuelva a la vida después de la cirugía, ríe. Así que yo no tengo más opción y me muero de la risa con ella.

 

Dios te ama

Hijo mío: si alguien no te valora, ódiale; si alguien habla mal de ti, pártele la cara; si alguien no te ofrece trabajo, róbale sus pertenencias. Sólo recuerda que yo sí te amo, aunque jamás suelte mis manos de tu cuello.

 

Atención ciudadana

Todos los días escucho teléfonos en mi cabeza, sin importar la hora. Ring-ring-ring. Atiendo las llamadas. Hay voces extrañas, gemidos, lamentos, maldiciones.

Alguien dice: “¡Abajo el capitalismo!”

Otro: “La muerte sabe a Prozac”.

Luego: “¿En serio crees en ese comercial llamado fe?”

Más allá: “Nunca te amó, imbécil”.

Cuelgo.



Franco García (Vacacional, Acapulco). Ha publicado en Punto de partida, Punto en línea, Ágora, Opción, Mono, La otra voz, Trinchera, Acapulco Cultura, Minificción, Monolito, Rankia, Palabrerías, Zompantle, Capote, Enpoli, Sputnik, Periódico Poético, Revista Noche Laberinto, Letras y Voces, Irradiación, Campos de Plumas, Revista Pirocromo, Revista Alcantarilla, Revista Hipérbole Frontera, entre otras. Parte de su obra ha aparecido en antologías de minificciones y cuentos.

Letrinas: No es así de simple


No es así de simple

Ricardo Cuan Boone

 

—…yacasiyacasiyacasiyacasiyacasi… no debí tomar tanta agua… vamosvamosvamos… allá está el baño…   ¡madres… ya no aguanto!...                                                                                                                                                                                                                                                      

                                                                                ... ¡¿PERO QUÉ CARAJOS?!                                                                                                             

                                                        … Joven… disculpe joven… me podría…

—Señor tengo prisa, ahorita no.

—Yo solo necesito que….   Joven….  Madresssssssss…    

 

                                                                       …Señorita disculpe… ¿me podría ayudar a…?

—¿Cómo me llamó?

—¿Señorita?... yo sólo…

—¿Por qué supone usted que soy “señorita”?

—Yo no… discúlpeme usted, señora… yo sólo quisiera…

—¡Lo ve!  ¿Por qué me encasilla entre señorita y señora?

—… no era mi intención yo sólo necesito saber…

—¡Es que ese es el problema!  Usted de forma natural me categoriza en base a mi experiencia sexual…

—… nonono… discúlpeme por favor… yo nada mas quería preguntarle por las…

—… y seguro va a querer escudarse detrás de su edad como pretexto de su machismo.  Por gente como usted es que más mujeres como yo alzamos la voz para protestar sobre la opresión histórica a la que hemos estado subyugadas.  Eso de ser reducidas a objetos sexuales hasta en el idioma es resultado de mentes retrogradas como la suya.  ¡Tenga usted buen día!

—… seño… pero…

                                                                 …yanoaguantoyanoaguantoyanoaguanto…

 

—Disculpe señor, ¿necesita usted ayuda con algo?

—¡Siii! … por fin… gracias… me urge ir al baño y no se a cuál de las siete puertas entrar y tampoco entiendo los símbolos en ellas.

—Ah ya veo, no se preocupe usted, yo le explico.

—Señor ya no aguanto… por favor si tan sólo me pudiera decir cual es el baño de hombres…

—Si por supuesto… ¿hombre cis, trans o fluido?

—… eeh… hombre, hombre…

—Señor, no es así de simple, y debe tener cuidado con la implicación de sus expresiones.  Si gusta nada mas dígame como se identifica usted.

—¿Cómo me identifico?... pues…… así.

—Señor por favor, no me refiero a su licencia de conducir, me refiero a…. ¡Señor!

—ch

         in

        g

            a

                  da..

                         m

                           a

                            d

                            reeeee………

 

—Señor creo que mejor lo dejo… seguro tiene un cambio de ropa a la mano ¿no?... lamento mucho… tenga usted… un buen día… perdón no quise ser…

 

— …mmmpphh…….

                        

                                   … oye… ¡niño! .... ¡si tú!... ven por favor…

                                                        … dime algo… ¿cómo sabes a que baño entrar?

—¡Ah, pues al que tenga menos fila!


Ricardo Cuan Boone, nacido en 1978 en Torreón, Coahuila y radicado en Baja California desde el 2004. Egresado de Ingeniería Química, ha compaginado su carrera profesional con el gusto por la literatura. Fue editor de la revista universitaria y escritor de puestas en escena estudiantiles. Ha participado en diversos talleres y cursos literarios con reconocidos autores. Desde el 2019 publica reseñas literarias en su cuenta de instagram (@ric.escribe).

Misión imposible, sentencia final: entretenida, pero le faltó espectacularidad


Cinetiketas | Jaime López


La última entrega fílmica de "Misión Imposible" es un producto entretenido y bien hecho para las y los seguidores de la saga, sin embargo, resulta un tanto tediosa para quienes no estén familiarizados con los personajes.

Igualmente, quienes amen desenfrenadamente el género de acción y esperan altas dosis de peleas o persecuciones, encontrarán una propuesta contenida, sin tantas coreografías como sus antecesoras.

Respecto al primer conjunto de ideas, "Misión Imposible: Sentencia final" (el título completo de la película) da continuidad al último desafío del agente "Ethan Hunt", interpretado por Tom Cruise, que busca atrapar a una inteligencia artificial, la cual amenaza con destruir el ciberespacio y apropiarse de los sistemas nucleares de los países más poderosos del mundo.

Eso incluye a Estados Unidos, cuya presidenta "Erika Sloane", personificada sobriamente por Angela Bassett, ve en "Hunt" su última esperanza para evitar el apocalipsis digital.

Así, el guion se enfoca en cerrar todos los cabos que se dejaron sueltos en la séptima entrega y, de paso, recupera a personajes con poca participación en la saga, que ahora tienen más foco o mayor relevancia.

Igualmente, se recurre a la nostalgia para rememorar algunos de los antagonistas más destacados de "Misión imposible", aunque las referencias pueden resultar agotadoras para ciertos espectadores.

Por otro lado, hay un cierre definitivo para uno de los personajes más queridos del universo de "Ethan Hunt", que probablemente conmueva a la faniticada.

Acerca de las secuencias de acción, se reconoce un gran nivel de producción en la mayoría de ellas, pero carecen de la emoción de anteriores entregas.

La trama tiene más énfasis en el ámbito político, lo que recuerda propuestas como "El caballero de la noche", en donde se cuestionan ciertas decisiones morales del gobierno estadounidense.
Finalmente, el elenco cumple, pero las mujeres son las que tienen el desempeño más espectacular de la película, por su aplomo y compromiso. Aplausos para Hayley Atwell y Pom Klementieff, que bien pueden ser consideradas para un spin-off.



"Mamá reinventada": forzada, con fallas en su edición y con poco corazón


Cinetiketas | Jaime López


El nuevo estreno fílmico de Videocine, "Mamá reinventada", se siente como una producción forzada, hecha al vapor, con evidentes errores de continuidad y actuaciones sumamente acartonadas de la mayoría del elenco.

Además, la musicalización es una mala mezcla de covers de éxitos poperos, que no se conectan oportunamente con los estados de ánimo de los personajes.

Ojo con el tema "Contigo aprendí", de Armando Manzanaro, que supuestamente tiene un significado importante para las estelares, pero que no logra ser parte de secuencias memorables por su mal acomodo en el metraje.

Por otro lado, la historia de "Mamá reinventada" es presentada como una comedia, pero son pocos los momentos que provocan una auténtica sonrisa en la audiencia, en especial, porque la mayoría de sus buenos chistes o "gags" ya fueron mostrados en el avance promocional.

Solamente se salva el carisma de su protagonista, Erika Buenfil, quien actualmente es una figura muy popular en Tik Tok, en donde supera los 18 millones de seguidores.

Ella y Nicolasa Ortíz Monasterio, que en el filme da vida a la mejor amiga y la "roomie" de la hija de la estelar, son las que hacen la historia más llevadera, pues se nota su experiencia frente a cámaras.

En cuanto a Michelle Renaud, la otra protagonista de "Mamá reinventada", no se siente creíble que interprete a un espíritu disruptivo, que no se sujeta a los convencionalismos sociales y que es diametralmente opuesta a su progenitora.

Mientras que las actuaciones de su jefa odiosa y gandalla en la empresa que trabaja, el amigovio o "fuck boy" y el sacerdote-confidente de su madre, son sumamente insoportables.

Acerca del guion, se agradecen las buenas intenciones de los creativos por tratar de mostrar las nuevas dinámicas entre las madres e hijas mexicanas, pero la manera en que va transitando la historia es poco orgánica y desangelada.

También plantea dos visiones de enfrentar un duelo, siendo una de ellas el huir de los recuerdos y la otra quedándose estancados en la nostalgia o la rutina, pero los temas no están suficientemente desarrollados en el libreto.

Obviamente, la gente que actualmente tenga una mala relación con su mamá o figuras maternas, se sentirá conmovida en alguna parte de la historia por la necesidad humana de querer reconciliar dicha relación.

Sin embargo, "Mamá reinventada" carece de profundidad en la mayoría de su ejecución y termina siendo una propuesta olvidable en cuanto se encienden las luces de la sala y el respetable regresa a su cotidianidad.



"Loco por ella", remake mexicano que funciona por su elenco y respeto a la salud mental



Cinetiketas | Jaime López |


El remake mexicano de la cinta homónima de 2021, "Loco por ella", prácticamente respeta el guion escrito por Natalia Durán y Eric Navarro, por lo que la salud mental se mantiene como su temática principal.

En ese sentido, la principal virtud de la historia es justamente ahondar en el asunto referido, que para muchas personas continua siendo un tabú, a partir de una comedia romántica.

Para quienes no han leído la sinopsis o visto el avance promocional, "Loco por ella" sigue a "Álvaro", un reportero de notas amarillistas, que se enamora de "Carla" luego de que ambos comparten una noche fuera de lo común.

Sin ningún dato sobre ella, comienza a buscarle desesperadamente hasta que un día descubre que está internada en una clínica psiquiátrica y padece trastorno bipolar.

A diferencia de la obra original, "Loco por ella" le da mayor protagonismo a la amiga de "Álvaro", una aspirante a actriz interpretada en la versión de 2025 por Cassandra Sánchez Navarro.

Eso último es de agradecerse, porque la otrora estelar de "Cindy la regia" y "Mesa de regalos" demuestra su sencillez al brinda el mismo profesionalismo y carisma a un rol secundario, pese a venir de estelarizar obras sumamente exitosas en taquilla.

En cuanto al resto del elenco, en un principio el espectador podría pensar que está frente a un episodio extendido de la serie "Backdoor" por la presencia de Luz Aldán, Daniel Haddad y Miguel Burra.

Sin embargo, los primeros dos tienen un desempeño superior a sus homólogos españoles dando interpretaciones divertidas y conmovedoras por partes iguales.

Obviamente, sus personajes representan el síndrome de Tourette y el trastorno paranoide en un tono de comedia fársica, pero es epidémica su entrega y amor a los mismos.

Por otro lado, Jesús Zavala también supera a su contraparte española en el papel de un tipo obsesionado con la limpieza, aunque algunas voces podrían pensar que mantiene su estilo de hombre cuasi deprimido y discreto con sus emociones que ya ha exhibido en otras producciones.

Acerca de los estelares, Minnie West transita por una gama de sentimientos que confirman su crecimiento histriónico desde "Me gusta, pero me asusta", una de sus primeras cintas, a la fecha. Su "Carla" seduce desde la secuencia uno en la que aparece a cuadro y después experimenta distintas emociones, tales como egoísmo, cerradez, desdén, amistad, solidaridad, dulzura y depresión.

Al final, "Loco por ella" funciona por su narrativa, ya que se siente como una propuesta sumamente equilibrada y que no quiere ser irrespetuosa con el tratamiento de la salud mental, pues si bien señala que el amor puede ser un gran aliciente para personas con depresión o trastornos, también indica que la supervisión de un profesional es imprescindible en muchos casos.



"Rescate implacable", una película de acción olvidable y sin identidad



Cinetiketas | Por Jaime López


Al hablar sobre "Rescate implacable" o "A working man", la nueva película protagonizada por Jason Statham, es imprescindible señalar que se trata de una propuesta convencional, que evita tomar riesgos creativos con la finalidad de satisfacer a la audiencia a la que está dirigida.

Coescrita por Silvester Stallone y basada en la novela de Chuck Dixon, la historia se centra en un trabajador de la construcción, que se ve obligado a recordar su pasado militar tras enterarse que la hija de sus jefes ha sido secuestrada por un grupo de tratantes de personas.

Como es de esperarse, el protagonista es presentado como un héroe implacable, que tiene pocos matices en su personalidad. Esto último impide ver a Statham en un registro distinto a otros de sus filmes, por ejemplo, "Snatch" o "Spy".

Así, la obra está repleta de un sinfín de secuencias de acción, en las que el estelar pelea cuerpo a cuerpo con decenas de adversarios sumamente estereotipados y casi siempre sale ileso.

Aunado a lo anterior, el filme de casi dos horas de duración no ofrece algo diferente al avance de dos minutos que fue exhibido en salas o plataformas digitales meses previos.

Ello convierte a "Rescate implacable" es una producción poco novedosa, aburrida y que sólo sirve para hacer lucir a Statham, así como para matar el tiempo si es que el público no tiene nada más importante que hacer.

En cuanto al tema del tráfico de personas, la postura es muy similar a la de la saga estelarizada por Liam Neesom, "Venganza implacable", es decir, superficial y sin darle foco a las víctimas de dicho delito.

Lo importante es ver a Statham repartiendo chingadazos a diestra y siniestra hasta que logre su objetivo de salvar a la hija de sus jefes, interpretada por Arianna Rivas.

Ella es probablemente lo más destacable del filme debido a su frescura y a que se muestra como un ser valiente que, por momentos, logra rescatarse a sí misma. Lástima que su rol quedó a medio gas, sin mayor desarrollo.

En cuanto a David Harbour, el amigo ciego del protagonista, es innegable el carisma del histrión en pantalla grande, pero tiene pocas escenas y su figura solo está de complemento.

Resulta peor el caso de Michael Peña, que da vida al jefe del estelar, pero que luce desangelado y hasta impreciso en sus participaciones. Un desperdicio total.

Finalmente, el realizador, David Ayer, fracasa en consolidar a un nuevo ídolo del género de acción, pues su propuesta parece un reciclaje sin identidad propia, en donde ni siquiera hay secuencias o coreografías inolvidables.

“Morir poquito”: ritual, placer y metamorfosis

Por Reyes Rojas | Fotos @ingravido88

“Ya no quiero buscarte,

ya no quiero gustarte.

Gracias por venir.

Aviento mis manos al placer”.


Con estas palabras arrojó ANAN su espectáculo hacia el público. Morir poquito es una ceremonia escénica donde los cuerpos, la luz y la música se entrelazan para habitar lo liminal: ¿qué hay entre la pérdida y el deseo, entre el yo que fue y el que está por venir, entre el miedo y la osadía; y, por supuesto, entre la vida y la muerte?

En este performance se amalgaman tres de mis cosas favoritas en el mundo: la danza, la música y la palabra. Las ejecutantes (Natalia Gómez y Daniela Jerez) se mueven por el recinto donde se lleva a cabo el rito (porque es más ritual que espectáculo), y juegan con luces de mano y otras herramientas de iluminación más bien limitadas y minimalistas. El espacio y el público son un personaje más, pues ningún lugar expondrá los mismos recovecos, los mismos muros y columnas; por otro lado, la afluencia y la inmersión de la gente siempre serán, también, un elemento diferenciador: Nadie es el la misma persona frente a distintos cuerpos y rostros.

Morir poquito nació como un poema sonoro, pero luego se convirtió en una experiencia sensorial íntima y viva, en una invitación al público a transitar sin mapas, a imaginar desde la penumbra, a desdoblarse suavemente mientras un personaje femenino (presumiblemente ANAN) se desdobla también en diferentes cuerpos que se alargan sobre una retahíla de melodías envolventes, oscuras y jubilosas.

En cada gesto de las bailarinas, en cada nota musical como un vapor, se sugiere una transformación, radical a veces, como la que ocurre con la muerte instantánea provocada por una bala entre la cien; o paulatina como la erosión de un bosque. Analogías tristes, ya lo sé, pero lo mismo daría si me atuviera al polo opuesto de estas metáforas: Morir poquito también es un cubetazo de felicidad fría sobre el cuerpo, una fiesta de sensualidad.

 

Al platicar con Natalia, me reveló que ella compone con el cuerpo.

“Siempre compongo como pensando en mi cuerpo, ¿como qué me hace sentir?, ¿me hace querer bailar o querer acostarme en posición fetal y que nadie me hable? ¿Me hace querer salir corriendo? Le hago caso a esos impulsos y desde ahí corren las imágenes sonoras y  poéticas”

No es para menos. Es verdad que la experiencia completa de Morir poquito se siente como entrar a una alberca. La música de ANAN, sus propuestas escénicas, son sensuales en el sentido más literal de la palabra, es decir, que invitan a saciar las demandas de los sentidos.

Luego de asistir a la puesta en escena, salí hacia la noche saboreando unas palabras de Paul Valery sobre la danza que bien valen para describir mi experiencia como espectador:

“en el Universo de la Danza el reposo no tiene sitio; la inmovilidad es algo obligado y forzado, un estado pasajero y casi una violencia, mientras que los saltos, los pasos contados, las puntas… son formas completamente naturales de estar y de comportarse”.


¿Qué escucho?

Las canciones de ANAN en Morir poquito, son al mismo tiempo un canto a lo pequeño (Cosas inútiles), una oda a lo invisible (In), a la ternura como posibilidad (I like you), y al mismo tiempo una invitación a la fortaleza (Abrir la piel) y a la rebeldía (Soy un animal). La pieza musical que da nombre al rito entero funciona como una declaración de principios: “todo cambia y yo voy primero en la fila de las metamorfosis”.

Conozco a Natalia desde hace años y tengo una idea breve de los gustos que compartimos, pero en un ejercicio de influencias no pedidas ni confirmadas, detrás de ANAN escuchó propuestas tan variadas como la Laurie Anderson de Songs from the Bardo y Big Science; a la Bjork de Homogenic; a Descartes a Kant; a Coco Rosie y a Radiohead, sólo por mencionar algunas.


¿Dónde estoy?

En esta ocasión, Morir poquito se presentó el 10 de abril en Pop Lolita, un espacio alternativo y cavernoso del centro de Aguascalientes, usualmente invadido por el perreo, la pose, la inventadez y la farandulería artística. En Pop Lolita hay exposiciones independientes, puestas en escena inter y multidisciplinarias, tragos coquetos y sobre todo, ociosa juventud.

Morir poquito es puesto en escena con participación de Natalia Gómez (ANAN) y Daniela Jerez, ambas artistas escénicas maravillosas; y con la colaboración de Remi Barrios (Hombre Árbol) en las percusiones.

Morir poquito no busca respuestas, sino espacios para sentir. Es una experiencia que abraza la incertidumbre con ternura, que convierte el tránsito en arte y la vulnerabilidad en fuerza. ANAN nos recuerda que hay belleza en el desdoblamiento y placer en lo efímero. Morir, aquí, es también volver a nacer.


"Arillo de hombre muerto", el cine como herramienta para generar empatía


Cinetiketas | Jaime López


Con "Arillo de hombre muerto", el cineasta Alejandro Gerber busca hacer una crítica a todos los sectores sociales que revictimizan a familiares de personas desaparecidas y no localizadas, ya sea de manera intencional o mediante la indiferencia.

Asimismo, trata de retratar el oportunismo y amarillismo practicados por algunos creadores artísticos, cuando abordan solo por pose la problemática en cuestión, la cual ha ido en aumento en todo el país, sobre todo en los últimos 19 años.

Filmada en un exquisito blanco y negro, el primer acierto de "Arillo de hombre muerto" es su protagonista, Adriana Paz, quien da vida a "Dalia", una conductora de metro que una noche regresa a casa solo para descubrir que su esposo ha desaparecido. 

El personaje en cuestión es una víctima de las circunstancias, que debe de lidiar con la hostilidad de su entorno laboral, la burocracia mexicana y los señalamientos de su suegra.

Aunado a esto, noche a noche, camina presurosa por el miedo de ser atacada, en algún punto del tramo existente entre el cajón de estacionamiento que habitualmente usa y la puerta de su maltrecho hogar.

Así, "Dalia" es la representación de esas mujeres que la sociedad exige que tengan un comportamiento o una vida ejemplares, a pesar de la adversidad en la que se encuentran inmersas.

Paz demuestra oficio en su interpretación, pues de manera natural transita por distintas emociones: angustia, rabia, inseguridad, fortaleza, orgullo maternal, duda, resiliencia y determinación.

Además, aprendió a conducir las unidades del sistema subterráneo de transporte colectivo, el cual juega un papel clave en la historia, lo que sin lugar a dudas es una prueba irrefutable de su compromiso actoral.

Por otro lado, "Arillo de hombre muerto" reúne nuevamente a la primer mexicana en ganar el festival de Cannes, dentro de la categoría de actuación, con Noé Hernández, su coestelar en la bien calificada "La Tirisia".

El intérprete referido personifica al interés sentimental de "Dalia", ese que está dispuesto a acompañarla en la búsqueda de su marido, pero que por momentos también resulta una presión extra para la vida de aquella. 

Acerca de los logros técnicos, la fotografía de Hatuey Viveros hace que el ojo de la audiencia no quiera perder de vista ningún detalle captado en su formato blanco y negro. 

A eso se suma su habilidad para filmar en el metro de la Ciudad de México, con cámara al hombro y muy al estilo de los documentalistas profesionales. Es oportuno señalar que grabar en ese tipo de transporte es sumamente difícil para cualquier producción, entre otras cuestiones, por los múltiples permisos gubernamentales que se requieren conseguir.

Por último, la película evoca los dramas sociales de Ken Loach, sobre todo, en su arranque y en las escenas donde existen críticas sutiles contra el actuar de las autoridades. 

Spoiler: "Arillo de hombre muerto" cierra con la mirada de la protagonista rompiendo la cuarta pared, viendo al espectador con el afán de que no invisibilice o sea indiferente a su lucha. Se trata de una secuencia magistral, en la que se resume genialmente gran parte del discurso del realizador de este filme.




El mejor infarto de mi vida: una ficción demasiado real



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |

Cuando me di cuenta, luego de seis capítulos, que la historia de “El mejor infarto de mi vida” estaba basada en un suceso trascendental de la vida de Hernán Casciari y vi su breve cameo en pantalla, no se imaginan el grito que pegué. Me hizo auténticamente muy feliz. Y no porque le haya dado un infarto a un escritor argentino, sino porque le pasó a EL escritor argentino y comprobé, una vez más, la genialidad de este hombre al saber que hizo de una historia ya de por sí peculiar, algo narrativamente extraordinario. Así que, qué les parece si vamos por partes e intento animarlos a darle una oportunidad a esta miniserie.

Quiero pensar que, con todo lo que pasa en el mundo, la mayoría tenemos ganas de ver cosas más ligeras en la tele; contenido que no nos abrume demasiado porque ya tenemos demasiado con qué abrumarnos en el día a día y preferimos recurrir de vez en cuando a la comicidad o a la ternura para que nos entretengan un ratito. Y es precisamente en este mundo, donde las historias de ficción suelen ser más increíbles que la realidad, que "El mejor infarto de mi vida" viene a romper completamente con ese molde. Una creería que el título en sí ya dice bastante o al menos hace que generes una idea preconcebida sobre de qué va la serie, pero al menos yo me quedé muy corta. Ni siquiera podemos imaginarnos todos los eventos que desencadena un “simple” infarto agudo de miocardio.

Aclaro un detallito por si no se ha entendido a estas alturas: este textito es sobre la miniserie y no sobre el libro homónimo de Casciari. A pesar de que está basada en un hecho real y que, según el autor, hay cosas parecidísimas, la serie se da muchísimas licencias creativas y narrativas para hacer una historia un poquito más atractiva para la pantalla, algo que no gustó tanto a la pareja de Hernán, Julieta, porque cambian TODO de su personaje. En una entrevista con Sebastián Wainraich, Casciari dijo que estaba divertídisimo viendo la reacción de Julieta mientras ambos veían la serie por primera vez, porque ella no paraba de gritarle a la televisión y de quejarse todo el tiempo. Entonces, obviamente hay diferencias sustanciales, pero que parten de la idea fundamental de que efectivamente el infarto es un antes y un después en la vida de Hernán Casciari.

Descrita como una “comedia dramática” (porque la vida misma es por momentos justo así), esta serie argentina sigue la vida de Ariel, un escritor con una vida en automático tirando a deprimente.

Nuestro protagonista no entra en la categoría del clásico personaje complejo. Lo que sí, es que su vida está cayendo a su punto más bajo: es un tipo que fuma sin parar, tiene sobrepeso, su esposa lo dejó por otra mujer y regresa a vivir con su madre (que acá entre nos, siempre me ha molestado que eso sea un recurso cliché derrotista, pero bueeee). Ama escribir poesía, pero sobrevive como escritor fantasma (porque eso casi no pasa, eh) en una editorial cuyo dueño y amigo personal, le tiene un cariño que se entremezcla con lástima y pena ajena. Por azares del destino y de un chantaje profesional, Ariel viaja a Montevideo con una chica española llamada Concha (sí… la Concha en Argentina), que acaba de conocer y que llegó a irrumpir su aburrida cotidianidad; se alojan en una bella casita de Airbnb de unos dueños típicamente uruguayos, sufre el infarto y su vida cambia radicalmente. Hasta ahí podemos concluir que es una historia… digamos… poco extraordinaria, pero ayuda a crear un buen escenario para todo lo que se avecina. Lo que sucede después, es lo que hace realmente especial esta historia. Y personalmente, no quiero ahondar en ello para no spoilear y, sobre todo, para meterles un poquito de curiosidad. Pero hay de todo: un caótico partido de fútbol, una boda gitana, hemodiálisis, crisis económicas, ghosteos, bebés y poesía, para que se den una idea.

La serie cuenta con un elenco maravilloso que incluye a Alan Sabbagh (que a lo mejor reconocen por otra joyita argentina llamada “División Palermo”), Olivia Molina, Rogelio Gracia y Romina Peluffo además de apariciones destacadas como la de la mismísima Rita Cortese e Imanol Arias. La dirección y el guion están a cargo de Mariana Wainstein y Pablo Bossi, quienes logran equilibrar perfectamente el humor y el drama en cada uno de los episodios. Es una coproducción entre Argentina, Uruguay y España, lo que le da ese toquecito internacional y nos hace suspirar viendo tomas hermosas de Buenos Aires y Montevideo.

"El mejor infarto de mi vida" no es una miniserie más; es casi casi una lección de vida. Y miren que a mí me dan cringe y pereza esas series o películas que insisten, a veces de manera muy poco orgánica, a aleccionarte, pero aquí es casi imposible no reflexionar sobre la vida y sus giros inesperados. En un mundo donde constantemente nos enfocamos en lo negativo, esta producción nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, hay espacio para la generosidad y el amor. Es una especie de homenaje a la auténtica bondad humana y eso, en tiempos convulsos donde lo que menos existe es humanidad, se torna hasta necesario de reconocer. Es, es pocas palabras, una emotiva e increíble historia que vale mucho la pena ver. La encuentran en Disney+ y aquí les dejo el trailer y por qué no, también la imperdible entrevista a Hernán, a Mariana y a Alan.





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