La única versión de “Silent Night” que necesitas escuchar



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


“Silent Night” no es una buena canción navideña. Es una GRAN canción navideña. Es casi casi el epítome de las canciones navideñas (siento que ya escribí mucho “canciones navideñas” pero entienden el punto). Es lo suficientemente sencilla y delicada y cuya letra, es un tierno y amoroso relato del nacimiento del hijo de Dios y la paz y la alegría que vinieron con su llegada (dejemos tantito a un lado nuestra afiliación espiritual/religiosa).

Parte del problema del que no nos percatemos realmente de lo bella que es esta canción (compuesta en 1818 por el maestro Franz Xaver Gruber y escrita por el sacerdote católico Joseph Mohr), es porque actualmente, la época navideña es todo menos taciturna. Una vez que termina Halloween y los gringos descongelan a Mariah Carey desde el 1 de noviembre, resulta difícil evitar los villancicos y las canciones de navidad en los centros comerciales, en las tiendas, en la televisión, etc. y no es queja, eh. Ustedes ya saben de mi amor y mi fanatismo por la música navideña. Pero claro, para algunas personas que quieren hacérsela de Grinch, se ha convertido en un pasatiempo de temporada el quejarse amargamente del leitmotiv decembrino, de lo horrible e intrusivo que es y de que, en realidad, son las mismas canciones solo que en géneros musicales variados dependiendo del artista que las interprete (en esto último, estoy de acuerdo). En ese sentido, parece que todos los que hacen su propia versión de “Silent Night”, tienen la obligación de agregar más cosas: más voces, más cuerdas, un gran crescendo, un tempo más lento o rápido. A diferencia de la clásica “White Christmas”, que se beneficia de una grabación original espléndida de Bing Crosby, “Silent Night” se ha convertido en un lienzo en blanco sobre el que los productores musicales hacen un dripping a la Jackson Pollock.

Hace un año, a modo de cierre del 2022, les compartí una canción que recién había descubierto gracias a una estación de radio irlandesa de Navidad (bien random mi historia ¡já!). Dicha canción, era nada más y nada menos que el mashup de “Peace On Earth / Little Drummer Boy” de Bing Crosby y David Bowie y que, en definitiva, forma parte de mis ya de por sí ñoñísimas playlists navideñas. En esta ocasión, estuve pensando y repensando (lo cual se me da muy bien) qué canción o álbum navideño podía recomendarles. Estuve a nada de escribir este artículo sobre la muy alegre “That Holiday Feeling!” de Eydie Gormé y Steve Lawrence (que les juro, la primera vez que la escuché, pensé que era el mismísimo Frank Sinatra por el tremendo vozarrón) y que relanzaron Seth MacFarlane y Liz Gillies en su nuevo y sensacional álbum “We Wish You The Merriest” (ya ven que de por sí Seth es mi súper crush, pero de verdad se los recomiendo muchísimo, sus álbumes navideños siempre le quedan relindos). Pero, la verdad es que hay otra canción que se adueña de mi corazón en estas significativas fechas y supongo que, por mis larguísimos párrafos introductorios, ya se habrán dado cuenta de cuál es.

Desafortunadamente, este 2023 perdimos a la maravillosa y contestataria cantante irlandesa Sinead O’Connor, la mezzosoprano de la generación X. El medio deliberadamente decidió opacar su excepcional voz y talento y poner los reflectores durante décadas en sus “escándalos” y controversias, como su famoso “FIGHT THE REAL ENEMY” en Saturday Night Live, mientras rompía la fotografía del papa Juan Pablo II. Podría escribir y escribir sobre la vida de O’Connor, pero hoy quisiera enfocarme en la que yo considero es la mejor versión de “Silent Night” que existe.

Acá entre nos, me da un poco de cringe platicarles cómo es que descubrí la interpretación de “Silent Night” de Sinead, pero a veces las cosas más random nos llevan a acontecimientos extraordinarios y por eso voy a contarles: hace cuatro años, justo antes de que el mundo se paralizara por la pandemia, mi curruñis Hugo compró en súper oferta una de esas películas navideñas gringas sinsentido para pasar el rato. El nombre de la peli es “Fred Claus” y la protagonizan Vince Vaughn, Paul Giamatti y Rachel Weisz. Aunque yo estaba reacia al principio, tras un poquito de insistencia decidí verla y ¡oh sorpresa! Nunca imaginé llorar tanto en una película de ese tipo; la escena donde aparece la canción es el clímax del film y es B E L L Í S I M A. Sientes que descubres y entiendes casi casi el verdadero significado de la Navidad y todas esas ñoñeces. Honestamente, no recuerdo casi nada de la película excepto esa inolvidable escena. Y bueno, como era de esperarse, agregué “Silent Night” de inmediato a mi Spotify y es un must desde entonces.

No hay mucha información acerca de “Silent Night” de O’Connor para serles franca y ahora que lo pienso, creo que es mejor así. Tras mucho buscar, encontré 3 datos en total: 1. que la grabó en 1991, 2. que la produjo su on and off Peter Gabriel y 3. que él mismo toca el teclado. No más. No se necesitó nada más que un teclado y la voz casi angelical de Sinead para hacer la mejor versión de “Silent Night” que existe hasta ahora y no doy pie a debate. Un verdadero orgasmo auditivo; jamás una canción navideña me había transmitido semejante e inexplicable paz. Y me encanta. Para algunos, es curioso o hasta contradictorio el hecho de que Sinead haya grabado una canción prácticamente religiosa tras sus constantes encontronazos con la iglesia católica y, en palabras de Mariana Enriquez (sí, sí, LA Mariana Enriquez): “[…] ella no era antirreligiosa. Al contrario. Siempre buscó la trascendencia, Dios, la fe. Por eso también su rabia con una Iglesia que no daba amor. La gente diciendo todo el tiempo que se contradecía y era controvertida – claro que se contradecía es NORMAL. Y no, la controversia la inventan los demás cuando tratan de disciplinar a la gente y decirle cómo vivir”.

El video de la canción, una cosa ahí medio bizarra, nos muestra a Sinead vestida de la época victoriana y a un hombre que la persigue atraído por su voz (o bueno, al menos así lo interpreto yo). Es raro verla en esos close ups maquillada y con peluca, pero ella divina siempre.

 

Existe también una versión larga de “Silent Night” inspirada en la historia real del ceasefire que tuvo lugar en la víspera de Navidad de 1914 durante la Primera Guerra Mundial. Los soldados alemanes e ingleses bajaron las armas y llevaron a cabo una tregua temporal, celebrando la Navidad juntos en donde se dice, compartieron canciones, algunos regalos y uno que otro partido de fútbol. Sinead también grabó esa versión extendida de la canción, la cual tiene uno que otro párrafo extra.

Con el mundo hecho una mierda, espero que por escasos cuatro minutos y acompañados de la legendaria Sinead, tengamos y sintamos una auténtica “Noche de Paz” en este cierre del 2023. Les quiero.

Una rata en la niebla de Silent Hill



Por Jorge Sosa

@jorge_kfgc


Silent Hill es un videojuego de terror de 1999 en el que Harry Mason busca a su hija Cheryl en un pueblo fantasma, habitado por monstruos y lleno de acertijos. Un aspecto interesante de Silent Hill es que grandes pasajes del juego ocurren en la calle, con el protagonista rodeado por una espesa niebla que apenas lo deja ver algunos metros a su alrededor.

La niebla es, en realidad, una solución creativa a un problema técnico. Los motores gráficos de los videojuegos eran capaces de generar una cantidad muy limitada de “terreno”, de manera que si los programadores querían hacer largos recorridos, el paisaje se iba creando a medida que el jugador avanzaba. Sin nada que lo ocultara, producía un efecto poco satisfactorio. La niebla permitió a los creadores de Silent Hill dar mayor libertad de movimiento a su personaje principal y al mismo tiempo, crear una atmósfera que se convertiría en parte esencial de la experiencia. Tanto enemigos como aliados dudosos, cadáveres y detalles sangrientos aparecen sin aviso, haciéndonos vulnerables a través de Harry.



Star Rats, la primera novela de Idalia Sautto, narra la historia de un romance juvenil que termina de manera súbita y violenta. Está dividida en tres partes, entre la segunda y la tercera ocurre el evento trágico que da forma final a la anatomía de la historia. El libro está narrado en primera persona por la protagonista y en las primeras dos partes, asemeja mucho el efecto de “la niebla” de Silent Hill. Todo parece ocurrir a pocos metros de ella, una estudiante de Historia en la misión de realizar su tesis profesional que conoce a un chico que le gusta con una mezcla de curiosidad y frustración muy entrañable. Incluso cuando habla de hechos históricos u obras artísticas, lo que leemos es cuidadosamente lo que ella lee, piensa o cita. Nos relata un pasaje de una película pero ella y su pareja la pausan, la comentan y vuelven a reproducirla.

Aunque la pareja de Star Rats se mueve en muchas direcciones, viajando dentro y fuera de su país, dialogando con artistas y académicos a través de lecturas y reflexiones, lo hace siempre dentro de una pequeña habitación invisible que se mueve con ellos. En la novela, también se está escribiendo la novela en una libreta. Frases se repiten para ampliar su contexto o incluso contradecir su intención. La protagonista insiste en que solo le interesa el presente y sus estrechas paredes aprietan todo lo que le ocurre. Idalia nos recuerda que la vulnerabilidad que nos define, sólo es posible en lo que llamamos ahora.

—¿Eso fue antes o después de que comenzaras a escribir en mi casa? —me pregunta Fidel.
—Después.
—Quería decirte que no me gusta tanto esa historia que estás escribiendo.
—¿Por qué lo dices?
—Porque no tiene contexto histórico. Las cosas suceden como si no hubiera un espacio o una ciudad. El personaje que haces de mí es patético, me cae mal, sólo te está maltratando, a veces siento que te insulta. Patético, ¿cuántas veces ocupas ese adjetivo?

En la tercera parte de Star Rats, una muerte rompe esa atmósfera cerrada. Seguimos siendo guiados por la narradora y lo que vive, pero de pronto el universo que habita se hace inmenso. Surgen varias presencias, con o sin nombre, que forman parte del nuevo paisaje. La muerte que propone Idalia en su libro es un desfase. Sin la fuerza gravitatoria del otro, las paredes del presente se han derrumbado. La narradora resiste, imagina que las conversaciones siguen, fuma los cigarros que han quedado sin dueño, mientras recorre el territorio hostil sin “la niebla”.

Una gran conquista de Star Rats es esta transformación. Ahora mismo pienso, ¿qué habrá sido del Harry Mason con el que jugué cuando logramos escapar de Silent Hill? ¿Cómo volvió a su trabajo? Harry también era escritor, ¿tuvo el impulso de revivir y exponer su trauma en palabras, de hacer público su duelo? Por supuesto, él no fue feliz en Silent Hill, pero quizá se sintió tan solo en su mundo cotidiano como la narradora de Star Rats.

Star Rats, de Idalia Sautto, está editada por la editorial Alacraña.



Jorge Sosa (Ciudad de México, 1981). Miembro fundador del colectivo de arte multimedia Los KFGC. Cocreador de la serie Los Fotocopiadores, el disco Emails a Nigeria y los libros 1994 y No use las manos. Autor de It was a dark and stormy night, Yoghurt con ceniza y Pony.

"Tótem", la oda de Avilés a la resiliencia femenina y las despedidas inevitables



Cinetiketas | Jaime López |


¿Estamos preparados para lidiar con la muerte de un ser querido, sobre todo si dicho ser es alguien necesario para los primeros años de nuestra formación emocional? Esta es la pregunta que rondó mi cabeza a lo largo de la proyección de "Tótem", el segundo largometraje dirigido por la mexicana Lila Avilés Solís, quien recientemente obtuvo una nominación a los Spirit Awards 2024, en la categoría de Mejor Película Internacional.

Y es que la premisa que plantea la también guionista y actriz en los primeros minutos de la trama, sin lugar a dudas tiene que ver con el duelo, que es la manera en cómo reaccionamos ante la pérdida de las y los que amamos.

Con un texto que gira en torno a "Sol", una niña de siete años que espera ansiosamente la fiesta de cumpleaños de su papá, "Tótem" tiene la gran virtud de trastocar sutilmente las fibras sensibles.

En lo personal, recordé la ocasión en que le dio una infarto cerebral a mi abuelita materna, mientras ella dormía. Tenía yo 11 años, y cuando se la llevaron al hospital llené planas completas de libretas profesionales pidiéndole a Dios que no se la llevara. Mis plegarias no tuvieron éxito. En ese sentido, la segunda cinta de largo aliento de Avilés Solís se destaca por la manera brillante en que retrata las pequeñas despedidas, esas que nos dejarán marcados o marcadas para siempre.

Pero antes, la responsable de "La camarista" nos adentra en el ritual de una clásica y disfuncional familia mexicana, conformada en su mayoría por mujeres de distintos caracteres.

A diferencia de su ópera prima, Avilés Solís apuesta más por la cámara al hombro y los travellings, lo que ayuda a generar una sensación de cercanía, así como una intimidad a flor de piel.

Para esa tarea, la cineasta echa mano del talento de Diego Tenorio, el habilidoso fotógrafo del documental "Los reyes del pueblo que no existe" y de la ficción "La paloma y el lobo", quien ocupa una paleta de colores melancólicos, muy apropiados para el tono del metraje.

Por otro lado, "Tótem" es una oda a la resiliencia femenina, un retrato orgánico de las supersticiones, enojos, dolores y paciencia que tienen las tías y progenitora de "Sol", las cuales emergen por encima de los pocos hombres que aparecen en pantalla, quienes son testigos secundarios de la transformación que está padeciendo la familia.

A la ecuación de ese universo empoderado y vulnerable se suma la actriz Teresa Sánchez, que colaboró con la directora en su primera cinta y que ahora es una de las encargadas de entrelazar al elenco de su nueva realización.

Aplausos para Marisol Gasé, Montserrat Marañón y Lazua Larios, quienes logran una amalgama de emociones a la N potencia, mientras que la protagonista infantil, Naíma Sentíes, la "Sol" referida en líneas anteriores, es una estrella que se merece todos los galardones como la mejor revelación de este año fílmico, por la manera en cómo transmite su abatimiento, pero también su fe y ganas de explorar el mundo.

Cinetiketas: entrevista con la actriz Assira Abbate


Charlamos con la actriz Assira Abbate sobre el lanzamiento de la segunda temporada de Los Enviados, serie de intriga y suspenso original de Paramount+, protagonizada por Luis Gerardo Méndez y Miguel Ángel Silvestre y dirigida por Juan José Campanella

La temporada 1 de 'Los Enviados' está disponible de forma gratuita en YouTube a través del canal de Paramount+ México.


Para más charlas con cineastas mexicanos, suscríbete a nuestro canal de YouTube: Revista Sputnik.

Aunque tú no lo sepas: una charla con Chetes



Charlamos con el gran Luis Gerardo Garza Cisneros, mejor conocido mundialmente como Chetes. Leyenda de la avanzada regia y pieza fundamental del rock nacional, nos platica sobre los adelantos de su nuevo material discográfico, de la mano de la banda norteamericana Calexico.


Para más entrevistas suscríbete al canal de YouTube de Casa Yonki.

Sputnik Fanzine #04 para leer y descargar


Llegamos al 9o. B de la mano de Charly García. Cormac McCarthy, el Post-Estridentismo, The Cure siempre The Cure y las letras de Ana Nicholson. Gracias a todos los autores, colaboradores y entusiastas de la contracultura que nos han acompañado e impulsan cada uno de nuestros proyectos. Larga vida a Revista Sputnik que cumple 9 años en órbita. SAY NO MORE.


"Wish: el poder de los deseos", descafeinada y sin melodías memorables



Cinetiketas | Jaime López


No hay mucho que decir sobre la nueva película de Disney, "Wish: el poder de los deseos", recientemente estrenada en pantallas de todo el globo terráqueo, incluyendo las de México.

Ello debido a que su historia es una de las más débiles que ha presentado la casa del ratón y que, a lo largo de sus 95 minutos de duración, no cuenta con una sola canción "pegajosa" o sumamente inolvidable tipo "Encanto" o "Frozen, una aventura congelada".

Narrada en clave de cuento de hadas, el guion se centra en "Asha", una joven que acaba de cumplir 18 años de edad, que ansía en convertirse en aprendiz del rey, porque quiere ayudarle a guardar los deseos más profundos de su comunidad.

El interés en el puesto referido no tiene malas intenciones, sino todo lo contrario, ya que ella es un ser idealista, que cree en la bondad de sus vecinas y vecinos, la cual pretende convertir en realidad el sueño de su abuelo.

A los pocos minutos de conocer al rey, se da cuenta de una amenaza poderosa y de las mentiras sobre las que se ha cimentado su comunidad, el Reino de Rosas.

A partir de ese momento, "Asha" se confronta consigo misma, ya que está en la disyuntiva entre revelar la verdad o callar lo que ha descubierto, pues esto último pone en jaque sus convicciones.

Lo triste es que el desarrollo de la trama no es sólido ni sorprendente, incluso los antagonistas caen en estereotipos que se pensaban superados en la actualidad.

En cuanto a los guiños o referencias de "Wish: el poder de los deseos" a otras producciones de Disney, destacan los de "Blancanieves", 'Peter Pan" y "Maléfica", pero esto no es suficiente para sostener una endeble historia.

Por otro lado, es una lástima que en México no se pueda disfrutar de las voces originales de la película, en especial, la de la ganadora del Oscar y protagonista, Ariana DeBose ("Amor sin barreras").

De acuerdo con versiones hemerográficas, "Wish: el poder de los deseos" fue realizada con motivo del 100 aniversario de Disney, pero el homenaje a dicha casa productora se siente descafeinado y metido a calzador.



Spike Lee: cine, violencia racial y orgullo afroamericano



Jorge Tadeo Vargas |


“El arte tiene el poder de provocar cambios sociales”

Spike Lee
 

En mis años de preparatoria, fue cuando me inicié en el activismo; lo hice de la mano del anarquismo y su relación con el movimiento/escena punk que tuvo en la década de los noventa su momento más intenso y activo. Fue una década coyuntural para los movimientos sociales, se gestó el movimiento por la justicia global y todo el altermundismo que se traducía en aquella idea de “otro mundo es posible”. Desde ahí fue que me involucré en distintas movidas, siempre desde el anarcopunk.

Como todo lo que pasaba dentro de ese movimiento, mis inicios fueron bastante dogmáticos y rechazaba todo lo que no fuera anarquismo, con la música hacia ciertas excepciones, lo cual me permitió explorar otras ideas y formas de pensar, especialmente lo relacionado con el rap y fue así que conocí a los Black Panthers y su idea política más cercana al marxismo, y con Eldridge Cleaver me di cuenta que las ideas cuando se llevan a la acción no pueden caer en dogmas o actos de fe, sino al cuestionamiento y la autocrítica.

En esos años mi gusto por el cine se iba desarrollando; así que gracias a mi acercamiento a la cultura afroamericana conocí a Spike Lee, que si bien no fue con el que aprendí la ecuación cine + activismo, si fue quien me enseñó que la cultura pop es un medio muy interesante y efectivo para hacer propaganda social y no solo de mercado.

La primera película que vi de Spike Lee fue “Jungle Fever” (1990) con la que este director intenta darles una vuelta a las comedias románticas que a inicios de esa década comenzaban a ponerse de moda; desde la idea del romance, Lee decide hablar de racismo, de violencia, de ciudades dividas por formas de pensar, de actuar, donde el amor no todo lo puede, al contrario, es la razón por la que todo se va al carajo. Una película repleta de carga sexual, de dogmas religiosos que prefieren exiliar a los hijos e hijas que reconocer lo que esta mal. En la subtrama de esta película se hace una denuncia a la entrada del crack a las comunidades afroamericanas como método de control.

Aunque “Jungle Fever” recibió duras criticas por parte de la comunidad italoamericana, ofendidas por el supuesto cliché violento y racista en que los convierte Spike Lee, el director se defendió argumentando que el guion se basó en la historia de un afroamericano asesinado por salir con una chica del área italiana del barrio de Bensonhurst en la ciudad de Nueva York, por lo que no estaba haciendo nada más que contar una historia lamentablemente muy normalizada en esa ciudad y en esos barrios.

Después del golpe de realidad que significo “Jungle Fever” busqué algunas de sus primeras películas. Era común que estos filmes no estuvieran exhibidos en los videoclubs de mi pequeña ciudad norteña, así que gracias a la buena voluntad de mis amigos de la capital del país, pude ver -y aumentar mi videoteca- “Mo' Better Blues” (1990) donde entendí la intensidad con la que la comunidad afroamericana vive la música y la importancia que tiene para ellos; también descubrí que para Spike Lee, la música es una parte esencial de su filmografía -Jungle Fever tiene una banda sonora compuesta por Stevie Wonder por citar un ejemplo-. También vi su ópera prima “She's Gotta Have It” (1986) una película adelantada a su tiempo, mostrando a una mujer que tiene el control de su vida, principalmente en el tema sexual, donde ella decide vivirlo a plenitud sin importarle nada más.


Con “She's Gotta Have It”, Lee tomó por asalto una industria que no estaba preparada para un cineasta como él: contestatario, confrontativo, irreverente y con una fuerte declaración de principios. Además sorprendió a la industria con su propia productora a la que le dio un nombre muy provocativo: “40 Acres and a Mule Filmworks”.

Si tomamos en cuenta que el nombre de su productora hace sugerencia a lo que era entregado a los esclavos cuando terminó la esclavitud como compensación, no deja de ser una transgresión a la industria de Hollywood.

La cuarta película que vi fue justamente la que lo llevó a la popularidad que mantiene hasta hoy. “Do The Right Thing” (1989). Un filme que es propaganda pura de esa urbanidad racista en la que se mueven muchos de los barrios estadounidenses, mostrando un día en esos lugares, un día de los más calurosos y como en un solo momento todo puede terminar con un caos y un asesinato a manos de la policía. “Do The Right Thing” muestra un barrio dividido entre ítalo y afroamericanos que conviven en una tensión diaria, pero que por una circunstancia muy simple, esa tensión puede ceder y dar pie a mucha violencia. Aquí Lee hace ya una crítica directa al actuar de la policía y aunque para muchos, esta puede ser una forma de invitar a la violencia y a los disturbios, para el director era una forma de mostrar lo que se vive día a día en cualquier barrio, de cualquier ciudad de los Estados Unidos. Habrá que recordar que esto fue muchos años antes del “Black Lives Matter” y que la polémica que se dio en torno a la película fue mucho más perjudicial que benéfica, al menos en esos años.

Para 1992 llega su primera película por encargo. Le piden que tome el lugar de Norman Jewison en la dirección, lo cual hace no sin antes cambiar la dirección de la historia, hacer una revisión aún más a profundidad de las ideas políticas y religiosas de Malcolm X y pasando de las teorías conspirativas a la realidad del asesinato del líder político. Esto le causó muchos problemas a Lee en todo el rodaje, pero al final, se tradujo en su primera película masiva, con éxito en la taquilla y en los premios, siendo la primera nominación de Denzel Washington al Oscar.

La década de los noventa ha sido la época más prolífica de Spike Lee, que, aprovechando las coyunturas globales de esos años, se permitió hacer de su cine una propaganda política y social contra el trato hacia los afroamericanos en los Estados Unidos. Esto se puede ver en películas como Crooklyn (1994), una historia semibiográfica, donde muestra lo que implica crecer dentro del racismo gringo y las luchas que tiene que librar para poder sobresalir en la creación artística. O en la comedia “Girl 6” donde da un giro a “She's Gotta Have It” mostrando los peligros y la violencia con la que viven las mujeres, especialmente las afroamericanas. También fue mucho más directo en su propaganda y crítica como en “Get on the Bus” (1996), donde tomando como punto de partida la marcha del millón para presentar la diferencia que existe en los afroamericanos dentro de Estados Unidos según la clase social, la comunidad en que viven y su religiosidad. Una fuerte crítica a las diferencias entre los propios afroamericanos. También muestra su amor por el deporte, principalmente por el básquetbol y en “He Got a Game” (1998) hace una crítica a la industria del deporte que convierte a los jóvenes en esclavos, en mercancía al mejor postor.

Cierra esa década con dos películas por encargo que muestran su capacidad como cineasta más allá de la propaganda política. Retomando un proyecto rechazado por Martin Scorsese y que Lee pasó de convertirlo en una historia policiaca a una historia más cercana al gueto y lo que se vive en él. “Clockers” (1995) es la semilla de lo que después veríamos en series como “The Wire”. Basada en la novela de Richard Price, quien contribuyo con Lee para armar el guion y entregar para la pantalla grande una historia de corrupción, crímenes y violencia racial.

“Summer of Sam” (1999) fue la película con la que cerró el siglo XX. También por encargo, pero dándole su toque, por primera vez sale del gueto afroamericano y muestra la vida entre los italoamericanos, donde va mostrando el prejuicio y la violencia, teniendo como escenario el verano más caluroso de Nueva York, y como protagonista al asesino en serie conocido como “El hijo de Sam” y a la mejor temporada de béisbol que vivió Reggie Jackson, la única referencia afroamericana de toda la película. Las estupendas actuaciones de Mira Sorvino, John Leguizamo y Adrien Brody son un ejemplo de que Spike Lee es un director capaz de salir de su zona de confort para darnos muy buen cine.

En este siglo, a pesar de que su producción filmográfica se mantiene, la calidad ha disminuido bastante, salvo contadas excepciones como “25th Hour” (2002), una estupenda crítica al sistema penitenciario, “Inside Man” (2006), otra de sus películas por encargo que muestra su capacidad como cineasta, “BlacKkKlansman” (2018) con la que fue nominado de nuevo a los Oscares, basada en una historia real, donde desenmascara cómo funcionan los supremacistas blancos desde la década de los setenta a la fecha. Más allá de esto sus otras películas son prescindibles. Tal vez “Bamboozled” (2000) merece reconocimiento, pues al ser una película con la que Lee trató de experimentar con la cámara, termina perdiendo de vista la historia que es bastante buena, pero no es capaz de desarrollarla a tope o “Chi-Raq” (2015) que basada en la comedia griega “Lisístrata” intenta hacer una crítica a la violencia de pandillas que se vive en Chicago. Por otro lado, películas como Da Sweet Blood of Jesus” (2014) o la desafortunada adaptación por encargo de “OldBoy” (2013) no vale la pena ni mencionarlas.

Hay que aclarar que Spike Lee no es un director político, al menos no lo es desde la lógica de Ken Loach, pues, aunque su cine está lleno de denuncias sociales, al final es un afroamericano privilegiado, que usa su arte para denunciar prácticas racistas, claro desde el sistema, pero tampoco es que quiera cambiarlo de raíz, solo busca que el pastel capitalista se comparta de otra forma. Esto es claro si vemos cómo su productora no tiene empacho en trabajar en el mundo de la publicidad haciendo comerciales para empresas como Nike, Converse, Levi's, Taco Bell, entre otras muchas marcas que son responsables de muchas de las prácticas racistas y segregacionistas en todo el mundo.


Spike Lee se siente cómodo con el capitalismo, siempre y cuando este sea desde su óptica del “color correcto” y hacer esta mención, esta crítica a su persona, más que a su cine, al menos para mí es relevante, pues al final fue parte importante de mi formación activista y de mi cuestionamiento al modelo económico y sus formas de destruir a las poblaciones más vulneradas.

Vale la pena mencionar que Lee es un difundidor de la música afroamericana, no solo invitando a músicos con compromiso a participar en su banda sonora, como lo ha hecho con Public Enemy, Aretha Franklin o Stevie Wonder; sino también ha dirigido videos musicales de artistas a los que considera valiosos en la difusión de su identidad. Es una forma de contribuir a la expansión de una cultura musical que ha recibido muchos atracos a lo largo de la historia estadounidense.

Spike Lee pertenece a una generación de directores que en la década de los noventa apostaron por mantenerse al borde de la industria cinematográfica de Hollywood, pero sin alejarse del todo, conservando cierta independencia creativa a la hora de contar historias y llevarlas a la pantalla grande. Esta fue una generación de directores, escritores, actores que buscaban que sus películas representaran algo, que dijeran algo, una especie de declaración, un manifiesto. Lee lo usó como un medio propagandístico que sin comprometer su calidad como cineasta, logró llevar a cabo una labor de denuncia muy loable.



Desde el exilio en Ankh-Morpork

Jorge Tadeo Vargas; activista, escritor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.

A veces viaja a Mundodisco.

Cinetiketas: entrevista con Pedro de Tavira y Jesús Magaña Vázquez de la película 'Recursos Humanos'




Jaime López | Cinetiketas

'Recursos Humanos' es una coproducción entre México y Argentina basada en la novela homónima del escritor Antonio Ortuño, que a través del humor negro retrata las relaciones obsesivas y la ambición de poder en una empresa dedicada a las artes gráficas.

En esta entrega de Cinetiketas charlamos con el protagonista de la cinta, Pedro de Tavira, y con su realizador Jesús Magaña Vázquez



Para más charlas con cineastas mexicanos, suscríbete a nuestro canal de YouTube: Revista Sputnik.

"Sonido de libertad", lucro y simulación




Cinetiketas | Jaime López


Dudaba en escribir una crítica acerca de "Sonido de libertad", filme producido por el actor ganador del Oscar (venido a menos), Mel Gibson, y el mexicano Eduardo Verástegui, aspirante a la presidencia de México por la vía independiente.

Lo anterior en virtud de que no me interesaba hablar sobre una cinta que ha tenido un éxito taquillero inesperado en el mundo, pero que es engañosa y manipuladora.

No obstante, los insistentes sueños políticos guajiros de Verástegui me han motivado a redactar algunas líneas, quizá en un afán de contrarrestar dichos sueños.

Si bien la producción de la película no es mala, pues no tiene una fotografía tipo novela chafa de esas en las que aparecía el mexicano en sus inicios, echa mano de una problemática perturbadora, la trata infantil, para hacer negocio.

Eso último encuentra sustento en que, al final de cada función, el productor de "Sonido de libertad" aparecía pidiendo a las y los asistentes que compraran más boletos y se los donaran a quienes no tenían recursos extras para ir al cine.

Lo anterior iba acompañado de una lágrima falsa, que recuerda sus nefastas interpretaciones de antaño, y la frase "los niños de Dios no están a la venta".

El mismo mensaje y modus operandi se realizaba en las pantallas de Estados Unidos y Canadá, solo que ahí aparecía Jim Caviezel, protagonista del metraje, en lugar de Eduardo Verástegui.

En su momento lo expresé y ahora mantengo la misma postura: si los productores y actores de "Sonido de libertad" estaban tan interesados en difundir su mensaje contra la trata infantil, podrían hacerlo sin pedir dinero a la gente, sobre todo, cuando son creativos que tienen abundantes cuentas en el banco.

Por lo que respecta a la historia, el guion tiene un arco circular, lo que significa que inicia y concluye en la misma locación. Esto no es algo malo por sí mismo, mucho menos cuando se sabe que la idea se basa en un "héroe" de la vida real y, por tanto, se conoce su desenlace.

Si bien es cierto que el desarrollo de la premisa tiene buen ritmo, también lo es que ciertas secuencias resultan predecibles y poco creíbles.

Lo más rescatable de "Sonido de libertad" es su elenco infantil y Bill Camp, quien da vida a "El vampiro", un ser que busca redimirse por su oscuro pasado.

Lo malo es que actrices como Mira Sorvino, ganadora del Oscar, son invisibilizadas. Al final, todo se reduce a exaltar la supuesta heroicidad del hombre blanco heteronormado con valores religiosos, que escucha a "Dios" y que es capaz de salvar a las y los latinoamericanos. Un mensaje colonialista y racista.

A eso se le agrega la investigación en contra del agente en el que se basa la cinta, Tim Ballard, quien fue acusado de conducta sexual inapropiada. En resumen, este servidor no recomienda ver la película, ni siquiera por morbo.



© Copyright | Revista Sputnik de Arte y Cultura | México, 2022.
Sputnik Medios