Por Fernando Rangel Juárez
Diarios en la literatura
Cerditos Guei: la nueva irreverencia musical de Nono Tarado
Genio, incómodo, talentoso, auténtico, cabronete… son sólo algunos de los adjetivos que referentes como Rafael
Catana o Israel Miranda han utilizado para referirse a un músico que desde 1999
se animó a hacer rock fuera de los estándares incluso de la misma contracultura.
Rolas como Ácido, José Alfredo is dead, Yo me quiero peinar como Jimmy Neutrón, Vida, Liebe o Tiempo nos muestran la calidad musical que Nono Tarado imprime en cada una de sus rolas que van de lo ridículo, sarcástico y trivial; a lo sublime, analítico y filosófico.
El Cerditos Guei (cuenta la leyenda que ésta grabación es la primera de dos partes que conforman un todo) es la joya de la corona: cada uno de los cinco tracks que componen este EP es una muestra de genialidad musical. Lírica inteligente cargada de ironía y una calidad sonora increíble queda de manifiesto en canciones como "Vivo con mi mamá", que con un solo de guitarra (que no puede ser descrito más que como rifado) nos regala frases brutales y contundentes como: “Pasaron siglos, y a pesar de siglos me cobijó un desierto; y le agarré tal amor a la vida que aún sigo rodando. Equivocado o no equivocado: no debo nada (o casi nada y por eso sigo aquí frecuentando...)”.
Citando a José F. Corte, el cerebro detrás del arte o como ellos le llaman cariñosamente “la porcada" podemos dimensionar el nivel de músico que a pesar de los "peros" (ya machacados hasta el cansancio cada que se menciona la obra del Nono) sigue siendo el genio cuya mente trabaja más rápido que el común denominador.
La imagen visual del “Cerdos” la hicimos en un proceso sintético, tres semanas de trabajo diario, con sus respectivas dosis etílicas de creatividad. El Nononono quería algo “minimalista” -decía el we-; yo pensaba que le daba hueva, pero no: el Tarado es muy delicado en cada detalle y tiene un buen gusto visual. Yo solo seguía órdenes y sugería, pero siempre quedamos conformes. Las fotos del interior tardaron el mismo tiempo que la producción musical con Cesar Munguía, los estuve visitando en la grabación, sacando fotos y escuchando sus albures de amigos. Esas fotos del interior son muy íntimas, queríamos que se viera como un póster para que tú lo pudieras pegar en tu pared y escuchar Parandroide. En realidad, éste, nuestro Nono, es un trabajador, un obrero de la música, detallista hasta en ver que los cerdos de nuestra “porcada” son un par de Cerditos Guei que siguen sonriendo después de muertos.
El Nono es ese personaje que lo mismo encuentras tocando boleros en una fonda de la Ciudad de México, junto a los guías holísticos en San Luis Potosí o filosofando sobre la existencia del ser, el arte y la muerte en Real de Catorce, escupiendo poesía frente a un micrófono mientras le da un sorbo a la caguama con ese aspecto de sabio milenario que sus fans adoran y sus detractores odian.
"Nada es para todos: el peyote no es para todos, la mota no es para todos, el alcohol… el amor no es para todos, el odio no es para todos…"
Tratar de entender la mente del Nono es casi tan complejo como describir su obra. Cada track es una atmósfera diferente que cuenta historias mágicas, llenas de escenarios con nubes ácidas en tonos pastel, “Y así con el viento te perdí…” es el coro de la primera rola: dulce, agradable a la mente “Veo cómo arde la ciudad, las hormigas… Puedo seguir jugando…” es sólo la antesala que “11:30” nos regala para ir calentando motores.
Motores repletos de punch que explotan al ritmo de “Bisteces”: irreverente rola que desarrolla de manera brutal la crítica social del concepto hombre-mujer/objeto que nos vende el statu quo y los medios al ritmo de “porque los bisteces no cantan uo-o, los bisteces no cantan…”.
Con el tercer tema las notas ya
conocidas de “Parandroide” nos dan un breve respiro mientras dibuja con
palabras “¿Qué más da cuánto tiempo? No me cuesta ya creerlo… , Oh-o-o, mi vida
insignificante… conectado a tu recuerdo… No me cuentes, no te creo… ”, mientras
nos transporta a las imágenes del video también producido / dirigido por Pepe
Corte. Se incluyó el tema “Parandroide”, que originalmente iba a ser parte del
disco La Oreja de Van Damme (2017) y “por alguna extraña razón ya no fue así”,
en palabras del Nono Tarado.
"Cerditos Guei", el track que da nombre a este material “es un concepto nuevo: se me ocurrió ayer…” (estribillo que una vez que llega a tu cerebro será difícil sacar de ahí, una rola llena de energía, perfecta para prender a la banda post pandémica).
Con este EP el Nono ilustra con su música lo que sostenía el día que lo entrevisté por primera vez: “No nos morimos del todo... bueno en mi caso, o en el caso de Tarantino o en el caso de Kundera, o en el caso de un pintor como Da Vinci la obra sobrevive al artista, al creador: En realidad uno deja un documento. Eso no se va a terminar con la muerte, o sea, mis canciones van a seguir sonando… ¡Qué hueva ser fantasma!”; y cita a Kundera: “nuestros movimientos se han vuelto tan ligeros como insignificantes” mientras se queja “ya tenemos la tecnología, ¿por qué debemos ser desechables?”.
El poeta, el genio, el loco incomprendido, el que un día comparte escenarios junto a las vacas sagradas del rock mexicano y al otro despierta a mitad del desierto tarareando una pieza de Erik Satie… es el Nono, nuestro Nono.
El principio del fin del mundo llega colgado junto a un par de Cerditos Guei sonrientes que le acompañan mientras un riff nos recuerda que estamos vivos a pesar de la vida, la muerte, las malas compañías que nos alegran el viaje y alimentan el alma; como se puede leer en la dedicatoria final del material que junto a la ficha técnica es la cereza de este porcino pastel.
Ficha técnica Cerditos Guei:
“11:30”. “Bisteces”, “Vivo con mi mamá” & “Parandroide”: Bajo, baterías, piano y arreglos: Boro Rodpadi. Guitarras y voces: Nono Tarado.
Los primeros tracks fueron grabados y mezclados en El Cuchitril Producciones, por Boro Rodpadi & Nono Tarado, y fueron montadas las voces finales en Cuarto Ruido Producciones.
El tema “Cerditos Guei” fue grabado en su totalidad y masterizado en Akkbar Records por César Munguía y Nono Tarado. Remasterizado en su totalidad en Cuarto Ruido Producciones por Rocko Arroyo.
Guitarra slide en “Parandroide” por Rocko Arroyo. Todos los temas Nono Tarado.
CERDITOS GUEI, se comenzó a grabar (a excepción de “Parandroide”) a principios del año pandémico 2020 y se terminó de grabar el 16 de marzo del 2021, en los estudios Akkbar Records y El Cuchitril Producciones; masterizado en Cuarto Ruido Producciones el día 16 de abril de 2021.
Quiero agradecer a César Munguía, Boro Rodpadi, Rocko Arroyo & Joe Arroyo por ser siempre los productores de todos mis discos; por toda la paciencia y el cariño depositados en cada uno de ellos en todos estos años. Las inconsistencias, recaídas y faltas de delicadeza involuntarias siempre han sido mías.
2021 Producciones Imbéciles.
Festival Vías Alternas 2021: cultura, música y migración
Durante siete ediciones el Festival Vías Alternas de la Interculturalidad se ha convertido en un espacio desde el cual se busca promover la reflexión en torno a temas de impacto social como la solidaridad entre los pueblos, la inclusión, la igualdad de género, la movilidad y los derechos humanos, todo a través del ámbito de la cultura.
Para la edición 2021, el festival ha organizado su programa en torno al fenómeno de la migración, el cual se abordará desde diversos foros, charlas y talleres, además de una cartelera que incluye presentaciones musicales y artísticas, pinta de murales, ciclos de cine y exposiciones. Todo en el marco de la visibilización de los derechos de los migrantes y la inclusión social.
La Secretaría de Cultura federal en conjunto con el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos y la Secretaría de Cultura del estado de Puebla han presentado una programación del festival híbrida que contará con actividades en línea a través de "Contigo en la distancia", así como eventos presenciales como parte de la iniciativa #VolverAVerte, mismos que se llevarán a cabo en el MNFM y en otros foros del estado de Puebla.
Destacan en la parte musical del Festival Vías Alternas de la Interculturalidad las presentaciones de La Muna, Carlos Arellano e Ivàn García y Los Yonkis, a realizarse el 3 de octubre en la Antigua Estación del Ferrocarril de Atlixco, en punto de las 14 horas.
Además también habrá conciertos de otros exponentes musicales como la Banda Sinfónica Mixteca, Zara Monroy, Juan Sant y Gamaliel López. La proyección de películas y documentales se llevará a cabo en la Cinemateca Luis Buñuel de la ciudad de Puebla y a través de la estación de televisión de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: TV Buap.
Todas las actividades se realizarám entre septiembre y diciembre de 2021, concluyendo en el Día Internacional del Migrante (18 de diciembre), con un maratón de producciones radiofónicas. El programa completo se puede consultar en https://museoferrocarrilesmexicanos.gob.mx/. Las actividades presenciales están sujetas al semáforo epidemiológico de cada localidad.
Amor(es) en Norma
Clasificar el álbum en un solo género podría
significar la reducción al absurdo de un contenido basto de 36 minutos. Norma,
el quinto álbum de la artista homónima,
Norma Monserrat Bustamante Laferte -que todos conocemos como Mon
Laferte- resulta en una de esas experimentaciones discográficas que se
agradecen y vienen como un viento fresco de vez en cuando. Lanzado en noviembre
de 2018 por Universal Music, consta de 10 canciones tan variadas en ritmos como
para intercalar un bolero con un mambo o hasta una cumbia; la línea conceptual
es clara desde los primeros versos, el amor.
A
veces trágico, otras veces con un toque pasional y humorístico; la extensión
del concepto del amor se hace tierno con cada canción que de forma desordenada,
describen las etapas del enamoramiento, dejando entrever una historia que a
propósito o no, hace del disco un conjunto de perspectivas bastante reales de
las dudas más comunes al estar enamorado. Pero creo que para disfrutar del
disco por completo, hay que organizarlo en tres etapas: atracción,
inseguridades y despedidas.
La
primera parte -la más rítmica- la conforman Ronroneo,
El beso, Caderas blancas y No te me
quites de acá. Su contenido es directo, dos personas que coquetean y
comparten entre ellos un sabor a frutas secas y la sensación de peces en la
boca -como diría el cíclope de Cortázar. En estas cuatro canciones
encontraremos el sonido de percusiones constantes y varías líneas de
instrumentos de viento acompañando la melodía que muchas veces será dirigida
por la voz de Mon Laferte, dando un efecto maravilloso de inmersión acústica
como si en verdad estuviéramos viviendo lo que estos dos amantes musicales se
dicen al estar frente a frente, tanto la letra como los sonidos dulces afianzan
esa sensación.
La
segunda parte con Quédate esta noche, El
mambo y ¿Por qué me fui a enamorar de
ti?, habla de las dudas que vienen con el tiempo, no solo de las personas
por sí solas, si no de la relación en sí, tomando entre sonidos más cálidos y
ritmos más sencillos -a excepción de El
mambo- tópicos como los celos, la infidelidad y el crecimiento que una
persona espera tener dentro de una relación. Para ser específicos, Quédate esta noche, es la canción que a
mí opinión, logra desatar más sensibilidad al escuchar a detenimiento la letra,
y sobre todo, prestar atención a el cómo los instrumentos acompañan cada frase
como una orquesta. Desde cuerdas hasta percusiones, voces y bajos, claros y
oscuros coinciden en la súplica de un ser que reconoce en la otra persona, la
única seguridad de su deseo. Quédate
conmigo, por favor.
La
última parte, y también la más triste, abarca Cumbia para olvidar, Funeral y Si
alguna vez. En ese orden, todo parece degradarse, como si estuviéramos a
punto de despertar de un sueño, pues incluso en la cumbia, podemos notar
sonidos más graves y hasta obstruidos de la batería y de los instrumentos de
viento. Las letras también denotan este sentimiento apagado, sobre todo Funeral, que como su nombre apunta, deja
ver el final de la relación presos de la monotonía y el hartazgo. Una vez más,
a mí opinión, siento que el disco podría dejarlo de escuchar ahí mismo, dejar
en nuestra boca el sabor amargo pero suave de un adiós advertido por el
agotamiento; afortunadamente para la gente que le gustan los finales felices, Si alguna vez funciona como esa promesa
que se dan dos amantes al saber que lo mejor es partir, con brillos musicales
bailando entre un bolero y una bachata, notas más altas pero con la calidez que
una despedida requiere.
Norma,
como dije, es una experimentación de ritmos que a veces no terminan de ser y
ese aspecto que en otros discos podrían ser reprochables, este lo sabe
aprovechar para tejer un muy buen álbum conceptual al que lo único que se le
podría reclamar, es la duración.
Crónicas pestilentes: retazos de la memoria juvenil
Paliar una pandemia no es
fácil. Las voluntades se extinguen rápidamente más por el hastío que por las
circunstancias. Crearse rutinas y salir en busca de aventuras es complicado.
Entonces escribir un libro es casi un acto suicida que paradójicamente, salva.
Héctor A. Ortega (México,
1977) lo hizo. Dueño de una inconstante trayectoria en el acto de escribir, ha
colaborado en más de una veintena de publicaciones impresas. “Una por año”,
se escucha en el mensaje audio de whatsapp, sin que pase desapercibida una risa
traviesa. Sin embargo, a pesar de esa inestabilidad creativa, sus colaboraciones en
revistas, blogs y antologías se acumulan.
Crónicas Pestilentes
(Editorial Taller de Creación Literaria, 2021) ofrece una docena de relatos donde
los diversos olores -del amor, de los lugares, de los cuerpos, del rock, de los
recuerdos, e incluso, de la educación- trazan un camino que conduce a la
nostalgia y la reflexión.
“El lugar huele a gordita de carnitas con cebolla y salsa con ajo. No miento, creo que el aroma es una simple motivación al trabajador para que realice con esmero la afanosa labor de luchar contra el rezago educativo que sufre esta nación.”
Poseedor de una supina
desfachatez que se manifiesta en cada historia, el autor de este libro juega
peligrosamente con lo políticamente correcto sacudiendo en más de una ocasión
aquello que es considerado como normal y de buena costumbre dando la impresión
de que se trata de un libro para jóvenes a punto de entrar a la edad adulta.
“Crónicas no es un libro para adolescentes. Es una mala percepción. Más bien se trata de los retazos en las memorias juveniles de cualquier persona que comienza a ver su vida en retrospectiva, aunque bien puede ser el retrato de algunos jóvenes oligofrénicos de esta época. Pero lo dudo.”
Aunque es un libro que se gestó y vio la luz en plena pandemia, Héctor A. Ortega trató de sustraerse por completo del tema. Existen pandemias como el desamor que es importante tocar hasta exorcizarlo y él lo hace con destreza en los relatos “Laura se va de casa”, “Julissa” y “Te ando buscando”, donde el dolor que dejan los amores malogrados, aplasta a cualquier otra pandemia.
En contraste y como vitamina
para el alma destaco tres relatos: “Crónica de un sitio pestilente”, en el que
se narran las aventuras de un trabajador de la educación al interior de una
oficina encargada de luchar contra el rezago en esta materia y cuyas
vicisitudes resultan muy divertidas; “El plomero escritor”, un cuento impecable
que retrata la inutilidad social de aquellos que sólo traen historias en la
mente, pero que son incapaces de arreglar un fuga de agua en el baño de su
casa, y el preferido de muchos: “Mi Vecina”, una historia que se construyó
durante más de diez años en Facebook, a manera de bitácora de un vouyeur y que
debido a las normas comunitarias de esta red social fue bloqueada abruptamente,
pero cuyo final fue rescatado por el músico y editor Fausto Arrellín Rosas, cerrando
de esa manera ese capítulo en la vida del autor, de los lectores y
principalmente del personaje que nutrió por más de una década el morbo y las
fantasías de quienes tuvieron la suerte de leer las peripecias de tan singular
mujer.
“No puede haber despedidas
entre aquellas personas que no fueron nada, pero tuvieron de todo.”
Si deseas tener contacto con el autor de este libro y adquirir un ejemplar, puedes solicitarlo en: facebook.com/Ecthor.Anselmo/ o vía correo electrónico: ha6958909@gmail.com
Aunque tú no lo sepas: una charla con Carlos Arellano
Carlos Arellano es toda una institución de la cultura en Puebla y durante más de 35 años ha hecho música desde la independencia y la autogestión, siendo parte de ese eslabón perdido del rock nacional conocido como Movimiento Rupestre. En esta charla nos habla de aquellos años rupestroides, de José Agustín, de su otra gran pasión panadera y del lanzamiento de su próximo álbum 'Amor y Daño'.
Carlos Arellano FB: https://www.facebook.com/carlosarella... IG: https://www.instagram.com/carlosarell... Casa Yonki: FB: https://www.facebook.com/CasaYonki IG: https://www.instagram.com/casayonki/ Revista Sputnik: Página web: https://www.sputnikdos.com/ FB: https://www.facebook.com/sputnikdos/
Revisitando «Rupestre, el Libro»
“El movimiento que surgió a mediados de los ochenta en la Ciudad de México y a través de la música, la literatura y todo arte posible, produjo una especie de oxígeno puro para que tantos otros pudieran respirar en medio de tanta contaminación. En la actualidad muchos jóvenes ni siquiera saben lo más elemental de que existió ese movimiento y lo que significó. Otros están en la creencia de que los integrantes del movimiento rupestre se extinguieron cual dinosaurios del cenozoico, y que al igual que estos sólo dejaron plasmadas sus huellas en petrificados casetes del sedimento de la prehistoria musical, sin saber que ha sobrevivido a la hecatombe de la comercialización una legión de fieles seguidores que los acompañan a los recónditos bares donde se presentan."
Deconstruyendo sobre lo deconstruido: una mirada al subgénero de superhéroes
“¿Si un súper hizo eso cuando era feliz, imagina qué haría si descubriera que le estuviste mintiendo desde el principio?”
Billy the Butcher, The Boys
Para muchos escritores y la academia misma, el comic, la novela gráfica sigue siendo considerada como un arte menor; incluso es denostado en muchas ocasiones como una forma artística, de expresión infantil o para adultos con muy bajo nivel intelectual. A mediados de la década de los 50’s Wertham ya presentaba a los lectores de comics como posibles delincuentes, pues al leer comics, decía en su libro Seduction of Inocent (1954) se fomentaba el analfabetismo y otros comportamientos desagradables en los jóvenes. Para finales de siglo McCloud en su libro Understanding Comics: The Invisible Art habla del -según él- el lenguaje simplista, la narrativa carente de técnica entre otras cosas, referente al arte del comics. Principalmente aquel relacionado con el subgénero de superhéroes.
Esta percepción ha ido cambiando un poco con el paso de los años, si bien no se le da el respeto que se merece como una expresión artística, al menos su popularidad ha ido en aumento, logrando con esto posicionarse dentro del mainstream dando como resultado que muchos escritores o artistas gráficos colaboren con algunos comics o bien pasando de este género a otros más respetados, como es la narrativa, o la pintura.
El ejemplo de Alan Moore, que no solo ha declarado que no piensa volver a escribir para un comic y/o novela gráfica, sino que además en sus declaraciones degrada el género, principalmente a las adaptaciones cinematográficas o series es muy claro. Moore tiene la firme creencia de que sus creaciones o en aquellas en las que colaboro, no son para el lector común de comics, sino para “otro tipo de personas”. Esta actitud ha hecho que su popularidad actual se deba más a sus argumentos contra el comic o a sus intentos de deconstrucción del genero hace ya algunas décadas que a sus creaciones actuales, las cuales pasan a ser de regulares a malas.
Para la década de los 80´s el genero ya estaba agotado, al menos la realidad lo había rebasado y era momento de hacerle una revisión. Las crisis que se vivían en ese momento, no solo económicas, sino sociales, la debacle del sueño americano con la entrada del neoliberalismo necesitaba de otros arcos argumentativos. Los comics que además estaban saliendo de sus épocas de oro y bronca, también estaban en crisis económicas. Las editoriales necesitaban comenzar a contar otro tipo de historias, mucho más adultas y así se dio la primera reconstrucción del género.
Batman paso de ser solo un vigilante con un fuerte sentido de la moral y lo correcto a convertirse en un personaje oscuro, violento que utilizaba el miedo y la violencia como parte de sus argumentos contra la delincuencia. Para esto contaron con Frank Miller, un escritor/dibujante capaz de imaginarse los peores escenarios, donde los superhéroes tenían que reponerse de la imperfección de ser humanos. En esta década se dio la llegada de muchos escritores y artistas gráficos que veían en los comics, principalmente en este subgénero una oportunidad de hacer manifiestos políticos, sociales o sencillamente llevarlos a un siguiente nivel.
Esto permitió que un joven ingles que tenía cierto renombre en su país, comenzara a trabajar en el que es quizás el primer ejercicio de deconstrucción del subgénero. Este escritor llamado Alan Moore, junto a David Gibbons como artista gráfico comenzaron a trabajar en una serie de doce números de una serie de superhéroes atípicos. El nombre que recibiría el equipo fue el de Watchmen y tiraba por la ventana todas las ideas preconcebidas de como tenia que ser un humano con capacidades superiores al resto. Aquí no había seres perfectos, incapaces de no sentir maldad, del más puro y casto sacrificio por la humanidad. Con Watchmen rompen con esto, además de hacer una fuerte crítica antisistema, al modelo económico, a la guerra, a la crisis que se vivía en ese momento en todo el mundo.
Moore convierte a sus personajes en seres rencorosos, violentos, incluso abusan de su poder, son despreciables. Por supuesto como en cualquier historia, no todo es maldad o bondad, existen esos espacios grises donde los superhéroes transitan, por lo que esta el sacrificio por parte de algunos de los protagonistas que no buscan el beneficio personal, pero incluso ellos son violentos, agresivos.
Esta historia primero presentada como una serie de doce números, luego como novela gráfica con cientos de ediciones en varios idiomas desde su primera aparición a mediados de los 80’s a la fecha. Incluso con varios spin off de sus personajes, una película y una serie que cuenta que paso en el mundo después de los Watchmen originales, tiene una frase que definía a la perfección lo que quería crear Moore. “Quién vigila a los vigilantes” dice una grafiti que aparece en algunas bardas.
Así vemos que no todos es color de rosa, que Superman como un superhombre en toda la extensión de la palabra ya no tenía cabida en el mundo actual. Terminan con una idea ingenua de que los superhéroes son seres perfectos, sin vicios, que nunca cometen errores, que no son capaces de sentir odio. En Watchmen estos personajes, no sin toda una discusión filosófica de por medio toman la decisión de permitir, incluso de provocar la muerte de millones de personas por una absurda idea del bien común.
Alan Moore que ya venia trabajando con The Swamp Thing desde un tratamiento distinto al que le había dado sus creadores, logro revolucionar el genero con Watchmen, aunque no fue lo suficiente como para cambiarlo por completo. Sin embargo permitió que otros escritores y dibujantes que veían en él a un mentor, alguien a quien valía la pena seguir se dieran a la tarea de ir creando sus personajes desde esta deconstrucción de este subgénero.
Pero no solo crearon otros personajes, que en algunos momentos le dieron un giro a los que ya estaban posicionados. El caso de Frank Miller con Batman que rompió con el paradigma clásico del subgénero o un Garth Ennis que ya iban pintando por donde iría su carrera como escritor de comics o Mark Millar que no solo le dio el último gran éxito comercial a Marvel Comics con una de las mejores historias/sagas en las ultimas décadas de esta casa editorial como lo fue Civil War, sino que además Millar creo tres historias más.
La primera, aunque no es el orden de creación sino de impacto fue Kickass, un mundo sin superpoderes, pero que quienes han decidió seguir ese camino tienen que hacer todo lo que este en sus manos para ser mejores que los villanos. Sin bien el protagonista es una especie de Peter Parker queriendo ser Spiderman sin ninguna habilidad lo que lo convierte en un nerd fracasado incapaz de detener a ningún criminal, Hitgirl es todo lo contrario, una niña que fue entrenada para ser una asesina, y además no tiene empacho en drogarse si eso le dará una ventaja contra sus contrincantes. Millar une su pluma con un talentoso John Romita Jr. y convierten el subgénero de superhéroes en todo un universo de antihéroes, a los cuales no podemos admirar. Con dos intentos fallidos de película, el comic continua, solo que ahora Hitgirl también tiene el suyo propio.
Doom Patrol es una serie que nació en la década de los sesenta, con muchas altas y bajas, pero no fue hasta los 80’s que Grant Morrison, otro escritor que ha venido deconstruyendo el género, como lo hizo con Superman convirtiéndolo en una especie de Stalin en su novela Superman: Red Son, tomo a su cargo la serie de Doom Patrol para llevarla en otro sentido. No solo es un grupo de marginados, desadaptados sociales, sino además hace una denuncia social contra la discriminación por sexo, color de piel -o la falta de ella- convirtiéndola en un espacio donde los frikis podían/podíamos sentirnos identificados. Morrison hizo con Doom Patrol posiblemente uno de los ejercicios de deconstrucción más honestos a la fecha.
Como hemos visto con Miller y Morrison, esto sirvió para que muchos de los superhéroes clásicos pasaron por momentos de reconstrucción. Tanto Marvel, como DC Comics, las dos empresas editoriales más importantes de Comics, pasaron a revisar a sus personajes más populares, dándoles más humanidad, esto hizo que en ocasiones cayeran en el ridículo, pues el esfuerzo hizo que estos pasaran de blanco a negro, es decir de superhéroes a supervillanos, olvidándose que lo que había sido tan exitoso estaba justo en otorgarle los tonos grises. Incluso cuando intentaron darles mayor corrección política, lo único que lograron fuer convertir buenos personajes, en parodias de si mismos. Aunque tanto DC Comics con su Justice League Dark o Marvel y las Secrets Wars ofrecieron buenos arcos argumentativos.
Los superhéroes se esconden bajo la protección de sus jefes para ser racistas, misóginos, violadores, asesinos, sin ningún tipo de remordimiento. Todo esto vigilado por un grupo de mercenarios contratados por el gobierno para parafrasear a Alan Moore, vigilar a los vigilantes los cuales tampoco tienen empacho en cruzar cualquier línea para vigilar y/o vengarse de los superhéroes. Aquí no hay villanos en el sentido estricto de la palabra, o al menos eso parece en los tonos grises de toda la serie.
Con The Boys, Ennis se burla de todos los cánones del subgénero, de sus códigos, de la idea de dioses perfectos. Si bien para muchos, el estilo, las formas en que lo cuenta son demasiado agresivas, saturantes en algunos momentos, la deconstrucción que hace Ennis es la que mejor rompe con toda la idea preconcebida de los superhéroes.
Para terminar con esta revisión que nos da una idea sobre las distintas deconstrucciones que ha sobrevivido este subgénero, dejando fuera toda la saga de los X-Men y las historias paralelas -X-Force, Deadpool…- que han venido evolucionando de un grupo de marginados a una critica social, donde los héroes y los villanos cambian de bando, dependiendo el momento, de nuevo los matices grises, sin un bando definido, la cual merece toda una revisión por su importancia.
Hay que mencionar a Robert Kirkman que en Invincible convierte la historia del hijo de Kriptón, Superman y de la Liga de la Justica, en una historia de egos, celos, violencia, donde los superhéroes son mucho peores que los supervillanos. Una historia donde incluso la familia es menos importante que lo que el protagonista quiere y no le importa matarlos sacrificarlos para sus propios intereses.
Kirkman salto a la popularidad gracias a la serie basada en su comic The Walking Dead, donde hace una revisión del género de zombies con muy buenos resultados. Al igual que con los no muertos, los villanos no son importantes, lo que es importante son los sentimientos de los protagonistas y la forma que los manejan. De la misma forma que lo hace Millar con Jupiter’s Legacy, Kirkman plagia a distintos grupos de superhéroes para ir desarrollando su deconstrucción, creando todo un nuevo universo, donde estos son empleados del gobierno estadounidense -con excepción del más poderoso de ellos que es solo un colaborador ocasional- se casan, tienen hijos, hipotecas que pagar y que incluso en momentos de locura pueden terminar con planetas enteros.
Al igual que Ennis en su momento, Kirkman tomó por asalto a Marvel Comics y construyo todo un universo desde donde mejor sabe hacerlo, convirtiendo a todos los superhéroes y supervillanos en zombies perdiendo todo rastro de esa humanidad que dicen proteger. Dibujado por Sean Phillips en unos cuantos números convirtieron todo un universo en una masacre sin sentido de todos contra todos, con los que en teoría son nuestros protectores se convirtieron en los cazadores de la humanidad.
Podría mencionar otros comics que han aportado a la deconstrucción de este subgénero. Mistery Men y su visión de superhéroes fracasados, sin talento, donde el único héroe es un imbécil más preocupado por la fama que por ser en realidad un protector, sin embargo me parece importante mencionar el papel del cine y las plataformas de streaming en esta deconstrucción.
Si bien las adaptaciones se prestan para contar las historias de una forma distinta, dando paso a una deconstrucción, estas se han dado para mal, si vemos la mayoría de lo que se ha hecho en el ahora llamado Universo Cinematográfico Marvel, o en el construido por DC Comics y Warner Bros, donde vemos todo el infantilismo que Moore menciona. Aquí hay en su mayoría un retroceso en la forma de contar las historias, tratando de atrapar el publico más joven, como lo hicieran en su momento los comics impresos. Por otro lado existen algunas otras que las llevan a otros terrenos, convirtiéndolas en verdaderas live action para adultos.
Si contamos el nacimiento de Superman como el nacimiento de este subgénero, son casi cien años de existencia y como todo arte tiene sus altas y sus bajas; la importancia es que ha permitido que reconozcamos que más allá de la bondad que se nos exige, o de la maldad que decidimos arropar, los tonos grises por los que transitamos deben de permitirnos ver la realidad con otros ojos, para así reconocernos hasta donde podemos ser capaces de llegar y conocer nuestros propios límites. Esto es lo valioso a rescatar.
Desde la rebelión contra Elisyum
Junio 2021, Zinacantepec.
El autor: Jorge Tadeo Vargas - Activista, anarquista, biólogo, panadero casero y coordinador de lidecs.