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Fui al Eras Tour de Taylor Swift en CDMX… ¡Y SOBREVIVÍ!

 



Por Mónica Castro Lara |

Ya sé, ya sé. Ya pasaron días de los conciertos de la güera en CDMX, pero acá esta millennial geriátrica se enfermó de gripa (mi garganta lo resintió bastante y me puse de imprudente días después creyendo que estaba como si nada) y comprenderán que no estaba al cien para escribir y compartirles un poquito de mi *inolvidable* experiencia. Además, aprovecho que hace unos días anunciaron el Eras Tour Film en cines y otra vez la euforia regresó a nuestros cuerpos cansados y gastados. Como era de esperarse, esos boletos también se agotaron en cuestión de minutos a pesar de que Cinépolis se tiró al suelo, hizo berrinche y salió con diez mil jaladas, pero bueno. Nuevamente iremos a ver el concierto, pero ahora desde la comodidad de un asiento acojinado (y no la porquería de grada del Foro Sol al cual siempre odiaré) y a tan solo minutos de casa. Como podrán comprobar, el impacto del Eras Tour de Taylor Swift en 2023 es bestial y llegó para quedarse un bueeen rato en nuestro país.

*(Tantito imaginen que es la madrugada del 26 de agosto) *. Escribo estas líneas mientras regreso de lo que es, sin duda alguna, el concierto de mi vida. Digo… tampoco es que haya ido a muchos conciertos en mi vida, pero en definitiva, éste llegó para ocupar cada rincón de mi gélido corazoncito y créanme cuando les digo que, lo que acabo de vivir el día de hoy, dudo que pueda revivirlo con algún otro artista. No sé qué tan simple sea mi historia con el concierto, pero de todos modos la voy a contar. Así como millones de personas, me registré en el Verified Fan en Ticketmaster (que también odio, por cierto) sin recibir una respuesta positiva. Mi amiga Mary fue la suertuda que recibió el muy codiciado “código” (que en realidad era un link privado) y gracias a ello pudimos comprar los boletos sin mayor problema y, sobre todo, sin la intervención de ningún revendedor horroroso o tener que buscar los boletos por otros medios (cosa que, en definitiva, no estábamos dispuestas a hacer). Escogimos una zona bastante razonable económicamente hablando (porque a pesar de la euforia, hay que medio ubicarse) y afortunadamente no tuvimos ningún otro contratiempo (tipo que se cayera la página, que no nos aceptara el pago o esas cosas nefastas que suelen pasar con Ticketmaster). Como verán, efectivamente suena muy simple (porque debería serlo), pero en verdad fuimos de las pocas afortunadas en lograr una compra exitosa y sin percances. Ese era apenas el inicio de una larga y muy emocionante travesía; como buenas poblanas, necesitábamos transporte, planear el viaje en sí, pensar, comprar o incluso diseñar nuestros outfits, hacer las famosas friendship bracelets, ahorrar lo más que se pudiera y un largo etcétera. No les miento: fue una experiencia muy, muy linda pero también de mucho derroche económico. Prefiero no entrar en ese tipo de detalles porque si me pongo a indagar, a hacer cuentas y a reflexionar un poco más, entra una en un círculo capitalista vicioso e infinito y creo que es mejor disfrutar digamos… la esencia del por qué estamos haciendo y gastando todo esto, que es a grandes rasgos, ir a ver a una de nuestras artistas favoritas en sus primeros shows en nuestro país y pasarla muy, muy bien. Y por fortuna, así fue. 

Un factor estresante (no solo para mí, sino para miles de personas) era el saber que lo más probable es que se cayera el cielo en la Ciudad de México en las cuatro fechas del concierto (porque sabemos que en agosto llueve, eh Taylor) y que lo usual en dicha ciudad y en especial, en el muy mal construido Foro Sol (sí, lo odio) es que se inunden. No sé si recuerdan, pero en 2020, justo días antes de que cerraran TO-DO por la pandemia de COVID y cuando el virus ya estaba bien instalado en nuestro país, estuve en el concierto de Billy Joel en el Foro Sol y a partir de esa muy mala experiencia, juré no volver a ir a ningún otro concierto o a algún evento en dicho lugar. Lo que no sabía es que tres años después, me iba a terminar mordiendo la lengua hasta sangrarme y que estaría asistiendo al mismo recinto que tanto me choca y al que tanto le echamos caca los mexicanos. “¿¡POR QUÉ NO LO HICIERON EN EL ESTADIO AZTECA!?” nos preguntamos varixs. ¿Será muy costoso gestionar un concierto en el Azteca? ¿O de plano los dueños del Foro Sol son más perros? Quién sabe. Lo importante aquí es que, Tláloc, al parecer íntimo amigo de Taylor Swift, nos dio tregua los cuatro días del concierto a pesar del cielo cerradísimo y nubladísimo que había. Sí nos llovió muy poquito cuando apareció la telonera Sabrina Carpenter, pero hasta ahí. Yo, como buena millennial geriátrica (sí, se los reitero), me fui muy preparada para un 25 de agosto lluvioso, es decir con botas de camping, dos impermeables (sí dos, pero solo usé uno) y la verdad es que, por cuestiones de comodidad, no planee más allá de lo que otrxs planearon, pero qué pinche bonito fue ver a un montón de gente vestida de su era favorita de Taylor Swift o de algún video musical en específico o de la letra de alguna canción. No me queda la menor duda de que la gente (y en especial lxs mexicanxs) es muy creativa, súper animada, arriesgada y que una lluvia o posible mal clima no iban a impedir que se expresaran a través de sus outfits, de sus espectaculares peinados y de las toneladas de glitter que iban a usar en sus impecables maquillajes. Así que todo mi respeto, todo mi amor y toda mi admiración a todas y cada una de esas personas que decidieron ir en contra del pronóstico del clima y del de por sí cansancio que implica el asistir a un concierto así (a la chica que vi con botas de tacón de aguja mientras caminábamos kilómetros rumbo a la entrada, quería darle un abrazo o un sape, francamente).

Estoy segura de que a estas alturas ya saben cuál es el significado o más bien el origen de las friendship bracelets que muchas hicimos y compartimos antes del concierto, así que me parece medio redundante repetirlo, pero sí quiero platicarles (porque soy una ñoñísima y se aguantan) que para mí fue relindo y de lo que más disfruté previo al evento; hacerlas junto a mi hermana Elo, con Bunny a un ladito, escuchando las canciones de Swift y estar totalmente concentrada en lo que estaba haciendo, fue inesperadamente terapéutico (¿mindfulness? ¿eres tú?). Lo que sí es que reafirmo mi nula capacidad para hacer cosas manuales y ni modo. Si a estas alturas ya se reventaron las pulseras que intercambié, pido disculpas. 

Tras llegar con tiempo récord al Foro Sol, recorrer casi todos los puestos ambulantes de merch porque somos medio indecisas, mirar desconfiadas al cielo cada cierto tiempo y encontrar nuestros lugares, por fin inició el segundo concierto de Taylor Swift en México tras 17 largos años de espera. Empecé a gritar como desquiciada cuando apareció nuestra querida güera debajo de los pétalos gigantes que la escondían y ahí supe que me iba a desbordar de la emoción. A M É con locura las maratónicas tres horas y media que duró el concierto y que, además de ser increíblemente puntuales, fueron en todo momento electrizantes y francamente maravillosas. Sabemos que Taylor Swift tiene un equipo de altísima calidad y me dio muchísimo gusto que, a pesar de haber estado en gradas, vimos perfecto todo el espectáculo cuyas pantallas la dejan a una sin habla (Taylor y su equipo mandaron a quitar la cochinada de escenario que tiene el Foro Sol y nos dieron por fin, equipo de calidad). Los visuales del show son geniales, muy ad hoc a cada canción o era; el sonido brutal a pesar de la mala acústica del recinto (porque no, no la tiene) y el fueguito en “Bad Blood” nos calentó a todos bien entradas las diez de la noche. Les confieso que estoy muy, muy orgullosa de mí misma porque pude cantar (más bien gritar jejeje) las 43 canciones que se avienta la Taylor (yo sé que son 44 canciones en total, pero la canción sorpresa que me tocó –“Tell Me Why”– la he escuchado, pero no me la sé). Había visto videos en donde la gente afirmaba que, del shock, se les olvidaban las letras de las canciones, pero no fue el caso de esta ñoña que la verdad, ni es taaaan swiftie. Pero eso sí, bailé, canté, grité, lloré, berreé como nunca y me di cuenta de que justo esa era la terapia que necesitaba y que estaba ansiosa de vivir desde hace varios meses, porque si bien veía partecitas de los conciertos a través de Instagram o de YouTube, la experiencia de estar presente en el Eras Tour México es completamente distinta a lo que vemos en pantalla y mucho se debió al público mexicano. Agradezco que pude estar rodeada de personas que estaban igual de emocionadas y desbordadas que yo. O bueno, unas dos que tres no ¡já!. Obviamente en “Cruel Summer” que es LA canción del verano y la segunda que interpreta, yo ya no tenía voz. Y a la señora o chica de cubrebocas que estaba a mi izquierda adelante de mí a unos tres o cuatro lugares de distancia y que me miraba súper sacada de onda cuando estaba B E R R E A N DO durante “august”, le digo que sí, que estoy bien y que mejor deje de juzgar a la gente o andar de mirona. Aun así, no me inhibió en lo absoluto. Muchxs me han preguntado cuál fue la canción o el momento que más me gustó del concierto y he de confesarles que creo que no es uno muy habitual o que hayan mencionado mucho en publicaciones previas y así, pero yo Mónica Castro Lara sentí que el Foro Sol se desbordaba durante los 10 minutos de “All Too Well”. Es una canción compleja, larguísima, pero en verdad se me enchinó la piel de inicio a fin. Y por lo que viví, creo que a la mayoría le pega cañón.


“No sabía que te gustara tanto Taylor Swift”. Lo escuché y lo leí muchas veces antes del concierto. Resulta que hace quince años, cuando iba en la universidad, mis amigxs y yo recreábamos a modo de burla el video de “Teardrops In My Guitar” y de ahí, decidí descargar algunas canciones de Swift en mi iPod. Siento que ahí empezó todo. Pero como a la gente le encaaanta juzgar los gustos musicales ajenos y Taylor Swift es lo más blanco, lo más ñoño, lo más pop, lo más mainstream que existe, pues confieso que nunca me sentí cómoda gritándolo a los cuatro vientos. Hasta hace unos años que leí sobre lo que Dave Grohl dice de los guilty pleasures y pues… resulta que no me gusta Taylor Swift… ¡M E E N C A N T A! “I don’t believe in guilty pleasures. If you fucking like something, like it. That’s what’s wrong with our generation: that residual punk rock guilt, like, “You’re not supposed to like that. That’s not fucking cool.” Why the fuck not? Fuck you! That’s who I am, goddamn it! That whole guilty pleasure thing is full of fucking shit.” Yo sí creo en lo poderoso de sus letras; como muchxs siento que he crecido con ella y he constatado la evolución de sus canciones, la complejidad de muchas de ellas, lo bien que sabe contar una historia (porque es una extraordinaria storyteller), lo mucho que me interpela su música y lo bien que está rompiéndola en la industria musical.

Por último, Taylor es una titán en lo que hace. No solo en su carrera musical (que ha tenido miles de altas y bajas), sino en el concierto en sí. Cientos de videos hablando de qué dieta llevará, qué tipo de ejercicio debe estar haciendo para mantenerse en forma, que rinde más que los atletas más disciplinados, de cómo debe estar cuidando su voz, qué drogas debe estar inhalando/fumando/inyectándose para resistir y dar lo mejor de sí durante tres horas y media con intermedios y cambios de vestuario de menos de cinco minutos. David Harbour, nuestro Jim Hopper de “Stranger Things” no se explica cómo va al baño la Taylor o en qué momento toma agua. Así todxs, David, así todxs. Estoy muy orgullosa de la perseverancia de nuestra güera favorita, de su tour y de saber que tendremos Taylor para rato. Tú siguele facturando, mami. Factura todo lo que puedas.

Mi agradecimiento por siempre a Andy, por hacer T O D O el viaje una realidad. A Mary, por no quejarte de mis gritos horrendos mal entonados durante el concierto y vivirlo juntas. Y a mi Elo,
siempre.


El 'live action' perfecto sí existe: bienvenidos al universo de One Piece



Samanta Galán Villa |


Kaizoku ou ni ore wa naru!, es una de las frases más reconocidas en el mundo del anime y el manga, que en español significa Yo me convertiré en el futuro Rey de los Piratas.

One Piece ve la luz en junio de 1997 dentro de la Weekly Shōnen Jump, escrito por el gran mangaka Eiichiro Oda. Dos años después, en 1999, sale el primer capítulo del anime, realizado por Toei Animation.

El pasado 31 de agosto, One Piece entró por la puerta grande en el mundo de los live action. Producida por Tomorrow Studios y Shūeisha para la plataforma Netflix, One Piece se ha colocado como la serie más vista en ochenta y cuatro países, rompiendo el récord impuesto por Merlina y Stranger Things.

Sin duda siempre es una moneda al aire cuando de live action se trata. Adaptaciones, cambios de personajes, de tramas y de arcos. Mucho se habló del fracaso que podía significar este proyecto, tal como fue la suerte de Cowboy Bebop o en su momento Avatar: the last airbender. Sin embargo, One Piece ha dejado un buen sabor de boca en propios y extraños.

Si ya eres conocedor del manga/anime, sabrás que el protagonista, Monkey D. Luffy, es un chico despreocupado, alegre, un poco bobo y siempre hambriento de carne que sueña en convertirse en el próximo Rey de los Piratas. En su travesía va reclutando a su tripulación, conocida como Los sombreros de paja (Mugiwara no ichimi). A la par se va haciendo de enemigos, tanto piratas como de oficiales de la Marina. Sin embargo, Luffy nunca titubea en realizar dicho sueño, llevando en esta convicción, a su vez, los sueños de sus nakamas.

One Piece es un manga que tiene más de veintiséis años dentro del mercado y ha logrado conseguir una audiencia fiel, entregada y exigente. Era de esperarse que una temporada de ocho capítulos, cada uno de cuarenta y tantos minutos, tuviera algunos cambios y tomara lo esencial desde el arco Romance Dawn hasta Parque Arlong.

La audiencia recibió muy bien el proyecto, dejando en claro que detrás de esta adaptación está la vista minuciosa de Eiichiro Oda. Gran parte de esta aceptación se debe a que ninguno de los cambios significó un revés dentro de la lógica de la historia. De hecho, el live action de One Piece parece estar más apegado al manga que al anime, mostrando escenas crudas que en algún momento se llegaron a censurar por parte de Toei.


El reparto de actores parece que fue hecho con lupa. Cada uno realiza de una manera sublime, entregada y única su papel, dejando ver la esencia de los personajes. Algo que también vale la pena apreciarse, es la diversidad de nacionalidades y acentos sin introducciones forzadas.

Entre las actuaciones más destacadas está la de Iñaki Godoy, como Luffy. Jeff Ward con la épica interpretación de Buggy El Payaso y Vincent Regan como Monkey D. Garp.


Cada actor parece haber nacido para interpretar el papel. Tanto aliados como antagonistas abrazaron la esencia de los personajes del manga para entregarnos una serie pulida, sin perder el sabor original.

El presupuesto para cada capítulo está estimado en 18 millones de dólares, superando a la aclamada serie Juego de Tronos, algo que se ve reflejado minuto a minuto.

Sin duda cada detalle de los escenarios, de los maquillajes, la banda sonora y los efectos audiovisuales han valido la pena, ya que en las plataformas oficiales de la serie, los usuarios han manifestado sentirse agradecidos y satisfechos con el estupendo trabajo de todo el equipo detrás de One Piece.

Esperemos que pronto pueda salir la segunda temporada, que de seguir el orden natural, iniciaría en el arco Arabasta.

Una suerte que el mal nombre de los live action se levante con esta monumental entrega, un live action que quedará registrado como uno de los mejores de la historia.

Ariel 2023 y los cortos de ficción: entre nuevas masculinidades y el cine de denuncia


Cinetiketas | Jaime López | 

"Agustina", "Aire", "El grillo", "En cualquier lugar" y "Pitbull" son los cinco proyectos  nominados al premio Ariel 2023 en la categoría de mejor cortometraje de ficción.
En ellos se abordan temas urgentes de visibilizar, por ejemplo, el abuso sexual infantil, las paternidades responsables, las nuevas masculinidades o la imaginación como una vía para escapar de la violencia que se padece en Latinoamérica.
Lo anterior evidencia el interés de la nueva generación u ola de realizadores nacionales por impulsar un pensamiento crítico y diferente entre la comunidad cinéfila. 



En cuanto a "Agustina", película de corto aliento dirigida por Luciana Herrera Caso, relata la historia de una niña que enfrenta la ausencia de su padre refugiándose en sus fantasías.
En concreto, la menor sueña con pisar la luna. Es tal su fervor, que su mamá le pide que le enseñe a viajar a través de su imaginación. 
La propuesta de Herrera Caso es orgánica y dueña de una protagonista dulce y conmovedora. 



En tanto, "Aire" sigue a una víctima de abuso sexual infantil, que poco a poco va recordando lo que le sucedió en manos de un ser querido. 
La obra en cuestión es dirigida por Kenya Marqués ("Fecha de caducidad", "Asfixia") y está protagonizada por Marisol Centeno y Raúl Briones
Una de sus principales virtudes es mostrar con pocos diálogos el temor y calvario emocional de su estelar, que quiere evitar a toda costa que su única hija sea atormentada por la misma situación.
En ese sentido, "Aire" es un filme devastador, pero contundente y filmado con gran elegancia, que desentraña el daño provocado a las infancias y las mujeres. 



Acerca de "El grillo", de Carlos Hernández Vázquez, la premisa de este cortometraje gira en torno a un aspirante a boxeador profesional, que decide llevar a su bebé al gimnasio en el que realiza sus entrenamientos. 
Lo anterior provoca molestia en algunos de sus compañeros y cambia la dinámica del lugar, pues está repleto de testosterona y machismo. 
De ese modo, "El Grillo" propone una reflexión sobre las paternidades responsables, pues su protagonista busca alcanzar metas personales sin olvidarse del cuidado de su hija. Mención honorífica para el intérprete que da vida al coach. 


Por lo que respecta a "En cualquier lugar", la realizadora y coguionista, Minerva Rivera Bolaños, teje un relato portentoso contra la violencia infantil, en el que no hay lugar para medias tintas.
La historia se centra en una niña que, a lo largo de tres meses, va padeciendo el acoso y abuso de un familiar. Derivado de esto, toma una decisión que modificará la dinámica de su núcleo más cercano. 
Sin caer en la obviedad o el melodrama innecesario, "En cualquier lugar" también exhibe la complicidad en la que incurren las o los parientes de los agresores sexuales, que deciden callar la verdad con tal de guardar las apariencias.



Finalmente, "Pitbull", de Fabián León López, sigue a un entrenador de perros, que comienza a cuestionarse su sexualidad tras tener relaciones con una mujer mayor, quien literalmente le mete el dedo en el recto, provocándole una gran satisfacción.
Sin embargo, el protagonista no quiere reconocer que disfrutó ese momento, debido a los prejuicios a su alrededor, pero en especial, a lo estigmas que tiene en su cabeza.
Se trata de una comedia sumamente entretenida, filmada con pocos recursos, que fluye de manera ingeniosa y sin ningún tipo de moralismos.
Es oportuno agregar que, de los cinco cortometrajes reseñados en este texto, tres son orquestados por mujeres, es decir, al igual que los largometrajes, hay una presencia femenina mayoritaria en la dirección.

El ascenso y caída de Oliver Stone



Jorge Tadeo Vargas |


“Creo que las películas están sujetas a miles de interpretaciones”

Oliver Stone

 

Si existe un director en la industria del cine que representa Hollywood capaz de navegar con la etiqueta de liberal, “izquierdista”, “progre” es sin duda Oliver Stone, quien desde la década de los setenta ha sido crítico, transgresor, sarcástico y un tanto incómodo en sus declaraciones contra la industria y la derecha que representa gran parte del cine norteamericano, en la que los republicanos tienen una fuerte influencia.

Sin llegar a tener una postura política tan definida en su cine como si lo hace Ken Loach -por citar un ejemplo de otro director incomodo-, Stone intenta confrontar a los espectadores con historias que los saquen de su zona de confort, no importa si esto lo hace desde una crítica a los conflictos bélicos, burlándose de un presidente o haciendo un homenaje a un enemigo declarado del gobierno de los Estados Unidos y parte de su población. Para él, lo importante es dejar clara su postura.

Una de las cosas que siempre ha dejado claro es que la guerra es una mala idea y que Hollywood gusta mucho de enaltecer al ejército norteamericano cada vez que tiene la oportunidad. Él hace películas que van hacia el otro lado, como deja constancia en su trilogía contra la guerra de Vietnam. Esta inicia con Platoon (1986) con la que hace una fuerte crítica a los roles de mando en el ejército, donde los de más abajo son quienes más sufren, es de donde salen los muertos. Algo que él conoce bien, pues es un veterano de esta guerra. Con la segunda película de la trilogía, Born on the Fourth of July (1988) habla justo de lo que significa volver de una guerra, especialmente de ésta que es considerada la mayor derrota del gobierno gringo. Una crítica dura, fuerte al trato que se les da a los veteranos. Esta película lo llevó a varias nominaciones a los premios Oscar ganando como mejor director. Hay que mencionar que esta es una adaptación de la novela de Ron Kovic del mismo nombre.


En 1993 con
Heaven and Earth cierra la trilogía. Basada en los libros de Le Ly Hayslip, When Heaven and Earth Changed Places y Children of War, en donde hace el recorrido de una mujer desde Indochina/Vietnam hasta su migración a los Estados Unidos mostrando todo el racismo, la violencia y el dolor de ser desplazados por los conflictos bélicos.

Para Stone es importante mostrar esta cara que va más allá de la idea que nos vende la industria de que en las guerras hay buenos y malos, cuando en realidad quienes las sufren son quienes no lo merecen.

Pero no es con esta trilogía que inicia su propaganda antibelicista, de hecho lo hace con su opera prima Salvador (1986) que le permitió comenzar su carrera en Hollywood y con la que hace una fuerte crítica a la política intervencionista del gobierno de los Estados Unidos, en esta ocasión en la guerra de El Salvador vista desde los ojos de un periodista norteamericano, que fue quien le paso los documentos a Oliver para que hiciera el guion y la película que tuvo dos nominaciones al Oscar, además de crear la imagen de director liberal y progre que mantiene hasta la fecha.

Con su tercer filme decide arriesgarse y hacer una crítica al corazón del capitalismo y sus prácticas no solo ilegales sino también contrarias a los derechos humanos, prácticas criminales. Con Wall Street (1987) toma un camino peligroso y denuncia al capitalismo contando una historia desde dentro, desde los propios villanos, pasando así también a criticar una década que se caracterizó por los excesos, por la culminación del neoliberalismo como sistema de gobierno hegemónico en el occidente que trajo como resultado todo el caos que vivimos actualmente.


En 1988 filma dos películas que se contraponen en su carrera, Talk Radio es tal vez su película más oscura y provocativa a la par que personal, pues el protagonista se parece mucho a Stone en sus declaraciones. Una película que puede parecer adelantada a su época por el odio y la señalización pero al final esto no es algo nuevo producido por las redes sociales como podríamos pensar o lo pensamos, éstas solo potencializan una actitud que ha estado presente en la historia contemporánea.

Un fracaso tanto en la crítica como en la taquilla que le pudo haber costado la carrera de no haber salido ese mismo año Born on the Fourth of July, que lo regresa a ser ese director crítico, pero desde el propio sistema y jugando las reglas que éste le da y hasta donde se lo permite. No por nada tuvo ocho nominaciones a los Oscar.

La última década del siglo XX la inicia con su primera película por encargo. Esta fue la biopic Doors (1991). Centrada en los excesos de Jim Morrison, es una película que lo único que tiene como rescatable es la sobresaliente actuación de Val Kilmer en el papel protagónico. La crítica no la trató muy bien y la taquilla menos, pero a Oliver Stone le permitió filmar JFK (1991) donde con mucha libertad creativa hace un recorrido conspiranoico del asesinato del presidente John F. Kennedy. Sin importar las inexactitudes históricas, con personajes ficticios, regresa a los años que más le obsesionan, un periodo bastante revuelto en los Estados Unidos y que vuelve a retomar con Nixon (1995) mostrando la caída de otro presidente en una de las décadas más revueltas de este país. JFK recibió ocho nominaciones a los Oscar, manteniéndolo como el director político e incómodo que la industria vendía.


Cierra el siglo con dos películas en las que más allá de las historias o los procesos decide experimentar a la hora de filmar. Primero con Natural Born Killers (1994) donde narra una caótica historia de un par de asesinos seriales bastante disfuncionales, una especie de Bonnie y Clyde (pos)modernos. Aquí juega con distintas formas de filmar, tanto en el uso de las cámaras como de la velocidad de grabación y los filtros, así como en las actuaciones de todos los involucrados. La suma de todo esto la ha convertido en una película de culto. La segunda en la que experimenta en las formas de filmar es Any Given Sunday (1999) donde se mete directamente con el deporte icono de los Estados Unidos: el fútbol americano, denunciando la corrupción, los excesos, las drogas, las formas de negociación en el que los jugadores son meras mercancías que no importan.

Con una historia donde el juego en sí es importante de mostrar, Stone decide cambiar la velocidad estándar de filmación de veinticuatro cuadros por segundo a treinta y dos con un resultado caótico, desesperante, lo que hace que esta película pase a ser una cátedra de cine a la par de que mantiene una denuncia al sistema capitalista gringo.

En medio de estas dos filma Nixon (1995), una biopic sobre la caída de este presidente y adapta la novela Stray Dogs de John Ridley que él tituló U-Turn (1997) donde hace una revisión del cine noir muy a su estilo.

Oliver Stone cierra el siglo XX en buena forma, aunque podríamos decir que sus ideas políticas iban pasando por una deformación y son justamente ellas las que no le permiten mantener una visión crítica, convirtiéndose en mero propagandista de ciertos personajes de la historia contemporánea.

Esto es claro cuando le da prioridad a su rol de documentalista-panfletario donde las buenas historias comienzan a perderse, salvo con la excepción de W (2008) en la que desde la comedia, la ironía y el sarcasmo muestra lo que en realidad fue el expresidente George W. Bush. Un títere sin idea y sin forma de gobierno y quienes en realidad mandaban lo hacían desde las sombras.

Aunque con Alexander (2004), Savages (2012) y World Trade Center (2006) intenta mantenerse haciendo ficción, sus documentales claramente sumidos en la idolatría a ciertos personajes, como Fidel Castro, como lo muestra en Comandante (2003) y Looking for Fidel (2004) o Hugo Chávez con Mi amigo Hugo (2014) no le ayudan a mantener su postura crítica, alejándole cada vez más de una posible cercanía a directores como Ken Loach.


Tampoco le ayuda mucho su biopic sobre Snowden (2016) o The Putin Interviews (2017). Si acaso la serie La historia no contada de los Estados Unidos (2012) y South of the Border es de lo más rescatable que tiene en toda su producción de esta década, en la que prioriza la propaganda sobre la calidad del cine y tristemente deja la experimentación que iba mostrando cuando filmaba a finales del siglo XX.

Stone fue capaz de denunciar los horrores de la guerra -el antes y el después- y ridiculizar la idea de la familia nuclear y ejemplar, el sueño americano, los excesos del capitalismo y los crímenes de este, sin embargo es víctima de su propia ideología y una pobre formación política, lo que no le permitió convertir la propaganda en una obra completa cayendo en el panfleto. Al final no ha sabido cómo manejar esa dualidad de la denuncia y la creación desde los límites de la industria del cine, prefiriendo convertirse en un simple propagandista.

Sin embargo su legado -hasta el momento de escribir esto- es lo importante pues hace una radiografía de lo que fueron los últimos años del siglo XX, no en balde en su película más arriesgada como lo es Natural Born Killer deja una línea de diálogo que puede resumir la realidad en que vivimos desde hace décadas:saben la diferencia entre el bien y el mal, solo que no les importa un carajo y esta línea vale más que toda su propaganda actual pues es el reflejo de lo que fuimos, somos y seremos como sociedad.



Desde el exilio en Ankh-Morpork


Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas

Letrinas: Maurilio


 Maurilio

Samanta Galán Villa


En memoria de Maurilia.


Ahí está. La misma cara de arrepentido, el mismo perdóname Cariño, perdón. No sabes lo mal que me siento, soy un bruto. Es que no sé qué me pasa. Te juro que cuando tomo no soy yo. Tú me conoces. Ya sé que no me vas a creer y que quieres agarrar pa’la casa de tu mamá, pero espérate. Mira lo que te traje. Apoco no está bien chistoso. Lo vi en un puesto del mercado. Me lo dejaron barato porque está enfermo. Yo creo que con un té de hierbas lo vas a curar. Como no te gustan los perros y te hace llorar el pelo de gato, con este no hay pretexto. Así no te vas a sentir sola cuando me vaya a trabajar. Ya sé, Cariño, ya sé que irme con los amigos no es ningún trabajo, pero ya deja de chingar. Ahí vas de nuevo con tus reclamos de mierda. Pues allá tú si no lo quieres y lo tiras a la calle. Loca. Cariño no dice nada cuando lo ve salir. Mira al animal echo bola envuelto en periódico. Es blanco, nunca ha visto algo que se le parezca. ¿Y para qué quiere ella un animal de esos? Si apenas puede con las tareas de la casa, con la comida que tiene que estar lista para Martín cuando regrese de la calle, con la ropa ajena que tiene que entregar planchada a las cuatro en punto. Ni siquiera sabe cómo se llaman esos animales tan raros, tan exóticos, como les decía su prima Isabel a los pavos reales que tiene en el jardín bardeado con piedras amarillas. Deja al bicho y agarra los montones de ropa que no se van a lavar solos. El ojo ya no le duele igual y el mareo de anoche la dejó por fin tranquila. Asoma de vez en cuando la cabeza por la puerta del patio para verlo. Será macho o hembra o a lo mejor las dos cosas. Sabe que hay animales que no necesitan de otro para tener cría. Esos animales tienen un nombre, pero no lo recuerda y al fin y al cabo qué importa. En una de esas se abre. Tiene la cara chiquita y rosa, los ojos rojos y una trompa. Sus piecitos caminan por el sillón como queriendo escalar, pero criatura, te vas a caer, bájate de ahí. ¿Y a ti cómo te agarran? Si estás lleno de espinas, Dios mío. Ni unos guantes de hule hay para echarte en una cubeta. A ver, ay, si sí duele. Ayayayay. Es como agarrar un nopal sin pelar. El animalito se hace bola de nuevo y su respiración se agita, bufando, amenazando con el aire que entra y sale, moviendo las espinas como si fuera a reventar. Si ni te puedo acariciar, para qué quiero una mascota así, que no sirve para nada, ni para traerte un ratón muerto, ni para ladrarle a los rateros o a los chiquillos que juegan en el patio y que le pegan a la puerta con el balón. Va al quehacer con la duda de si ya se volvió asomar. Está bonito, es un animal diferente. Tiene los ojos redondos y la colita pelada. Qué será. Qué comen, se bañan o qué.  En el reloj apenas van a ser las diez. La ropa se va a secar en una hora o dos si le apura. Tiene tiempo de ir y regresar. Cierra la llave y va por una toalla.  Intenta acercarse y se da cuenta que debe parar cuando la bola de espinas bufa como toro cuchileado. Avienta el trapo y lo envuelve para meterlo en una bolsa de malla. Qué milagro, mira nada más cómo vienes. De nuevo maquillando los moretones. Piensas que lo disimulas, pero es que ese color de base no te queda. Eres más morena. Por qué lo aguantas, por qué no lo dejas solo para que se muera de hambre y te sepa valorar, mujer. Mira que sin ti no es nadie. Y tú ahí, de mensa, soportándole todo. ¿Qué es eso? Qué animal tan feo. A ver, podemos buscar en mi teléfono. Pero no te hagas la sorda cuando te digo que un día de estos vas a aparecer muerta en un drenaje. Cuídalo mucho, aunque se ve que esos animales no duran. Si quieres te puedo regalar uno de los pavo reales, si lo puedes mantener. Aprende lo básico sobre el animal. Toma la bolsa y como puede se quita de encima los regaños de Isabel que ya tenía abierto el portón del jardín para enseñarle las flores y las aves tornasol. La escucha decir a lo lejos que se cuide, que aprenda a cuidarse ella misma. Pollo sin sal, atún en agua, grillos, tenebrios. Pollo sin sal, atún en agua, grillos, tenebrios. Pollo… abre la puerta y la recibe un golpe en la cara. La bolsa cae a un lado y Martín la patea como balón. Cariño siente lo metálico en la garganta, el ardor de la sangre que pasa como remedio. Martín la empuja y se monta sobre ella. El cuerpo endurecido apesta a alcohol, las manos callosas que le recorren las piernas, que le bajan los calzones a fuerzas, el mismo miembro empuñado que entra por donde quiere. Los dedos que le tapan la boca y que no puede morder porque ya sabe que el castigo será peor, que mejor flojita y cooperando, mamita. Bien que te gusta, no te hagas. Si no quisieras que te cogiera así no te pondrías tus vestiditos flojos y sin brasier. No grites porque ya sabes que te toca tu chinga. A gritar con el cabrón que fuiste a ver. ¿Crees que me ves la cara de pendejo? Sé que tienes un amante. Pues a ver si él te coge así. Los pujidos le avisan que ya terminó y que se va a quitar para quedarse en el suelo, con los pantalones en las rodillas, roncando. Cariño mira la bolsa de mandado y el alfiletero ya no está. Lo busca con la mirada, entre las patas de los sillones y de la mesa, atrás del garrafón, entre los zapatos de Martín, hasta que encuentra los ojos rojos asomándose entre las cortinas, moviendo la nariz como si buscara para comer pollo sin sal, atún en agua, grillos o tenebrios. Cariño se levanta con el conocido ardor entre las piernas. Va al baño a limpiarse las lágrimas y la sangre de la nariz. Se lava, se mete los dedos para que salga el veneno. Revisa bien el nuevo golpe que debe tapar con maquillaje. Le angustia la idea de tener a otro en la casa que debe proteger y que necesita un nombre, pero cuál. Quisiera que me recordara algo bonito, como aquel chamaco que conocí en la primaria. Tenía unos ojotes y el cabello de hongo. Maurilio, se llamaba. Bien guapo el niño. Me sentaba junto a él y olía a leche. Nos contó que le ayudaba a su papá a ordeñar y repartir antes de llegar a la escuela. Muy educado, a veces me regalaba dulces. Maurilio, dónde andarás. La bola blanca sigue escondida entre las cortinas, moviendo la nariz y las patas de un lado a otro. Cariño se acerca hasta él y no corre, se enrosca y bufa. Pero qué daño vas a hacer, qué cosa vas a lastimar con esas espinas, criatura. Eres tan chiquito y cualquiera te puede patear como este desgraciado. Tan indefenso, tan haciéndote el bravo con esas espinas, pero yo no te tengo miedo y te voy a asar unos muslos que hay en el refri. No te voy a dejar morir, Maurilio. Un pollito asado todo lo cura. Lo agarra, quejándose por el filo de las puntas, va a la cocina, abre el refri y saca los muslos que sin sal no le saben ricos a nadie y seguramente tampoco al animal, pero qué hacerle. La sal los enferma, la sal es veneno porque se llenan de tumores si no se les da el pollo desabrido. Maurilio se acostumbra a ella y a la casa, al olor del alcohol y de la sangre. Ya no se envuelve cuando escucha el llanto de Cariño y le cuesta menos abrir la trompa para pasarse el té de cuachalalate, tan bueno para el cáncer, la gastritis y problemas del corazón. Y ella, cómo lo quiere, cómo le pesa no poder deshacerse en abrazos y en besos con el espinoso. Se conforma con que le camine por los brazos, la barriga y por las piernas. Sí, muy bonito y todo, pero con qué le compro sus tenebrios, con qué quiere que le traiga las latas de atún si no es con el esfuerzo de estas manos. Mira que si no las tuviera curtidas, me dolería un chingo cuando no te dejas agarrar y te haces bola. La mañana es tranquila. Todas las mañanas donde no tiene qué limpiar los orines del piso o la basca de Martín. Como un pellizco en la piel, se asusta con el portazo, el hipo de su marido que siempre sí decidió aparecer. Mentadas de madre, las sillas que vuelan por el aire y caen al piso. Un golpe seco. Cariño corre hasta la sala y mira a Maurilio entre las sillas, con el blanco interrumpido por manchas rojas. Rojo como los ojillos que la miraban escondido entre la ropa sucia, entre los muebles o las sábanas bordadas por ella misma. El rojo que le deja Martín siempre que la encuentra y lo mancha todo de rojo salvaje. El doloroso rojo carmín. ¿Qué hiciste, hijo de la chingada? Malnacido, miserable. Martín la mira y luego al animal que ya no se enrosca con los gritos ni la corretiza. Cariño siente que se le viene algo de adentro, un caballo que se despotricó y que quiere írsele a las patadas. Martín la toma de las muñecas y ella lo muerde, lo patea, le escupe en los ojos y se zafa. Abre la puerta del patio y se esconde entre la ropa del tendedero, entre sus cabellos que vuelan con el aire y las lágrimas que los humedecen. Martín en su beodez no logra quitar el pasador y cae hacia atrás, como cuando termina. Cariño se asoma por el vidrio esmerilado y ve que no hay peligro, que no hay quien pueda levantarlo a esa hora. Saca las llaves de la bolsita del vestido y abre. Le pisa una mano a Martín y no hace caso de la queja. Toma a Maurilio, todavía tibio, la sangre que le escurre de la boca y que ya le ensució la pancita aguada, la pancita llena de pelo delgado y suave que pocas veces pudo tocar cuando estaba vivo. Lo toma entre los dedos y mece, desbordando la presa que se ha aguantado, descosiendo el lazo que creó con el animal y que tanta alegría le dio en los días que pasaron juntos, viendo las novelas en el tres, ella cuidando no usar perfumes o cremas con fragancia para que se acostumbrara a su olor, apurada porque ya se cayó del sillón y dónde te metiste, no te vayas a perder porque te puedo pisar sin darme cuenta. Tómate el tecito para que no te mueras, para que me acompañes a lavar. Cómete el atún para que no enflaques y sigas corriendo por ahí. Se lo dijo a ella misma muchas veces, que el sentimiento se acaba y basta un momento de descuido para que le arrebaten a uno el amor. Igual que Maurilio que de un día para otro se cambió de escuela y no lo volvió a ver. El animal se enfría y ella intenta calentarlo sobándolo con la palma de las manos. Mira al borracho que ronca como un animal pantanoso. Que nunca le dio nada. Que ya no le produce risas ni ganas de caminar por la avenida agarrados de la mano y que ya no la mira con los ojos embobados cuando le dice te quiero. Se levanta del suelo y camina hacia la calle. No cierra la puerta, no le responde a la señora del restaurante que ya viene por los manteles porque las mesas peladas se ven bien tristes. Camina y sigue hacia delante sin bajar la vista que arde con el sol.



Samanta Galán Villa (Moroleón, Guanajuato,1991) textos suyos se publicaron en medios como la Revista Pez Banana, Revista Estrépito, Sputnik, Neotraba, Monolito, Low-fi ardentía y en el periódico oaxaqueño El Imparcial. Actualmente, lleva un diplomado en Literaria, Centro Mexicano de Escritores y forma parte del taller de novela corta del escritor Eugenio Partida. Recientemente se publicó su primer libro de cuentos 'Amorfismos' (2022), con editorial La Tinta del Silencio.

Iván García y Los Yonkis: componiendo la vida desde el underground poblano


Iván Gutiérrez | Foto: Gema Moreno |


Si uno deambula por el centro de Puebla y tiene la suerte de llegar a la cantina correcta, es probable que entre letras, callejones y mezcales se encuentre a Iván García, músico poblano que tras varios años de practicar el arte de crear canciones ha logrado perfeccionar la composición de relatos de folk, hermanando la poesía y la música en una decena de canciones que hablan de todo un poco: el amor, la muerte, los amigos, la ciudad, la música, el underground, la soledad. Prepárese un buen trago y adéntrese con nosotros por los recovecos de este gran compositor y su full band Los Yonkis.

 

¿Si tuvieras que tomarte un último trago, éste sería de mezcal, whisky, ron, tequila o cerveza?

Difícil decisión… yo creo que me tomaría un vodka tonic.

Hacemos esta entrevista desde Baja California. Si tuvieras que presentarte con la banda de por acá, ¿cómo lo harías? ¿Quién es Iván García, qué hace, a qué se dedica?

Les diría que soy un cantautor con casi 15 años de trabajo. Me identifico como un cantautor alternativo, en el sentido de que he ahondado en muchos estilos del lado de la música alternativa, abarcando desde el rock clásico hasta psychobilly, new-wave, post-punk. Tenemos tres discos con grabaciones que se han concentrado más en el folk, que es el género que más me gusta. Yo empecé haciendo rolas por Bob Dylan, ya después me entró lo más oscuro.

¿Cómo empezaste en el arte de hacer canciones?

Tenía una guitarra… y aprendí a tocar con cancioneros. A pesar de que estudié en el Conservatorio de Música de Puebla, cursé un año de guitarra, y nunca lo aprobé. Es una escuela muy ortodoxa, dirigido a entender la música académica, no hay nada de armonía moderna ni de composición. Estuve ahí, aprendí a solfear, y la guitarra la aprendí a tocar con los cancioneros que vendían en los puestos de periódicos. Entonces empecé a imitar armonías que veía eran constantes en las canciones populares, y les empecé a poner letra.

También me adentré en la canción de autor, con Luis Eduardo Aute o Serrat, pero nunca me encantó este lado de la trova, me caía muy gordo. Entonces conocí al cantautor Carlos Arellano, de aquí de Puebla, nos hicimos amigos por nuestro gusto común por Dylan, y empecé a experimentar más con este tipo de letras que hablaran más de la cotidianidad, de la calle, sin caer en lo urbano, que es más crónica. Más bien una cuestión intimista, inspirado por músicos como Tom Waits, Leonard Cohen.  

¿Cómo surgió la idea del álbum de X?

Es un disco que festeja los diez años de la banda, pero llegó pandemia y se retrasó su lanzamiento. La idea nació porque amigos, colegas, me decían “me hubiera gustado componer esta rola o grabar una versión”, y dije bueno para el festejo vamos a hacer eso: que cada quien se aviente su versión. Es una selección en su mayoría poblana, pero también hay otros amigos foráneos como Gerardo Peña, Lázaro Cristóbal, Paulo Piña y otros más.

Me parece fantástico que hayan reunido a diferentes intérpretes y bandas y que cada uno logré ponerle su sello característico a cada canción. ¿Tenías en mente eso?

Creo que este álbum habla de la versatilidad que tienen mis canciones. Hay composiciones que muchas suceden en mi cabeza, y a la hora de materializarlas, no suenan como uno cree. Por eso es muy importante esta onda de la producción, que igual como artistas independientes muchas veces carecemos de recursos para lograrlo, tenemos que ingeniárnosla. En el caso de X, hay canciones que son más parecidas a lo que tenía en mi mente que lo que salió en algún momento, y otras que le dieron completamente la vuelta a la canción. Esa es la belleza de la canción, que puede ir para muchos lados.

Me parece que todas las grabaciones en ese álbum lograron ponerle ese toque de inspiración para querer cantar las canciones, ¿desde que escribiste estas rolas tenías ese efecto en mente, o fue algo que se dio, digamos, por sí solo?

Es parte de mi sello, mis canciones tienen una estructura popular, muy pop. Hace poco toqué en Ciudad de México, y me fue a visitar un querido amigo, Perasalolmo (Andy Mountains), y me dice “tú no haces rolas, haces himnos”. Y no lo digo exaltándome, es algo que me han dicho mucho, porque la gente los hace suyos, y hago coros para cantarse, que hace que los conciertos sean tan lúdicos.

La melodía de 'Panteón' me parece genial, como que te adentra en esa sensación de melancolía desde los primeros segundos de la canción. La letra a su vez es increíble, tiene sus momentos de vida y muerte, ¿cómo y cuándo nace 'Panteón'?

Hasta hace unos años componía solo con resaca, me daba una lucidez maravillosa, entre botellas, hambriento, sediento, ceniceros llenos. Panteón nace de esas vivencias, habla de un estilo de vida hedonista y destructivo.

La muerte es algo muy presente en tus canciones, me imagino por tu coincidencia con autores de literatura y filosofía existencial, ¿qué es lo que más te llama la atención de este tema?


Son los tópicos más comunes de la literatura. Toda la vida me ha gustado leer, y nunca lo he hecho por lampareo, es un gusto que tengo, y en la literatura esos son los tópicos que más he encontrado, el amor, la muerte… los aspectos sociales, aunque ese lado siempre me ha fallado. Esto no quiere decir que no tenga una postura política, pero siempre he pensado que es complicadísimo escribir canciones sociales, muy complicado no caer en lo panfletario.

A pesar de no meterte mucho en lo social, tienes esta canción de “La Resistencia”…

Es una canción inédita, nunca la he grabado, sólo existe en X. Los compas de Rockercoatl, mitad tlaxcaltecas y mitad poblanos, tienen una banda de metal en náhuatl. El acordeonista toca conmigo y cuando escuchó esta canción me dijo, “oye, por qué no nos das esa rola…” y le dije va, claro, y quedó en este disco.

Tengo otra social que se llama “En algún lugar del cielo”, en el Sal Paraíso, dedicada a los desaparecidos. Pero sí me cuesta mucho, admiro a gente que lo hace maravillosamente, como León Chávez Teixeiro, o por ahí Israel Belafonte me parece que tiene rolas muy chingonas.

Hablemos de Ciudad Soledad, esta contradicción urbana, ¿para quién fue compuesta esta canción, para quién es esta invitación?

Para mí es un tema muy común hablar de mi ciudad, porque estoy muy enamorado de ella. Entonces es una frase que digo mucho, porque mis amigos se enamoran de su tranquilidad, su gastronomía, su clima, y siempre me dicen “me gustaría vivir en Puebla”… y les digo “ven a vivir en Puebla”, es un cliché mío, invitarlos.

Esta canción sale a media pandemia, salía a ver a una amiga, me iba en mi moto cruzando la ciudad y era maravilloso, espeluznante y poético, no había nadie en el centro… era hermoso, y se me ocurrió esa frase.

¿La frase “por el amor de mi parvada he terminado enjaulado” es ficción o no ficción?

Todos hemos tenido ese lado oscuro… pasaron varias veces por diferentes situaciones, es parte de lo emocionante que es vivir, de romper las reglas… Nunca me imagino haber sido una persona muy en el “statu quo”, siempre fui un tipo raro, como dice la rola, me he metido y me sigo metiendo en problemas, la vida contracultural.

¿Qué opinas del fenómeno contracultural en los tiempos posmodernos?

Es muy complejo, nos daría para un debate. Ahorita con todo este rollo del reguetón y los corridos tumbados, es complicado saber qué es la contracultura, porque si bien es cierto que estos géneros hablan de temas que eran tabú, como el sexo, la violencia, y que ellos los están sacando de donde estaban escondidos, también es verdad que es música de establishment.

Tú pasas por una construcción y los albañiles están oyendo a Peso Pluma, pero también los chavos fresas de Angelópolis lo escuchan, es la música que se oye en todos lados. Entonces no sé si eso sea contracultural, porque está establecido, está de moda, su nivel de masificación es devastador… pero en cuanto a temas puede que sí guiñen con lo contracultural. Es complicado, como te digo, un tema que hay que platicarlo con unos tragos.

¿Hubo un tema que fuera tu favorito de este álbum?

Hay varios, para mí todos tienen una aportación magnífica. Hay unos que me llegan ahorita de rápido, diría que Panteón la versión de Sinuhé García, me parece propositiva, porque habla de esa otra parte de la canción, porque la rola habla de los excesos del lado festivo, cuando en realidad también hay una cruda moral, que es como esa parte que versionó Sinuhé. La de Grito, en versión ska de Los Marginados, me parece sensacional, está chido porque están dando la canción a conocer. Obviamente todas las canciones me gustan, son mis hijos, pocas mamás dicen que sus hijos son feos; en mi caso igual, todas las veo hermosas. 


¿Por qué la frase “si un día pretendes escribir, entre lobos tendrás que vivir”, en la canción de Ajedrez?

Creo poco en los escritores de escritorio, creo más en los escritores vivenciales. Alguna vez pensaba en un cuento de Vargas Llosa, “Los Cachorros”, que habla sobre la onda de los rebeldes sin causa, los 50s, y nunca se la creí.

Creo que es importante eso, que las canciones tengan óxido, víscera, por lo menos hacerle como Solá, que se iba a las cantinas a escuchar de qué hablaba la gente. De eso trata ese verso, de que hay que vivir para escribir.

¿Qué viene para Iván García?

Estoy pasando por una situación de análisis… ya tengo escrito todo el próximo álbum, tengo ya los músicos… estoy en la parte de entender cómo lo vamos a producir, de qué manera le vamos a dar ese sonido que traigo en la cabeza. Es un disco complicado para estos nuevos estándares comerciales, pero me parece que, como te digo, siempre me ha gustado ser propositivo en este lado de hacer lo incorrecto: soy un necio y lo voy a publicar así como lo tengo en la cabeza.

Estoy en esa parte, donde ya estoy dando últimas pinceladas, de a diario lo toco, de a diario me gusta, es una lista muy larga donde tengo que hacer la selección. Espero que ahora que vea a todos mis carnales en el Festival Resistencia, puedan ayudarme a elegir y a resolver un poco esto que tengo en la cabeza. Creo que siempre, siempre hay que ayudarnos con los amigos, sobre todo gente con la que te sientes identificado musicalmente.

Dos cosas que te gusten y que no te gusten de Puebla

Me encanta el centro, arquitectónicamente es bellísimo, he andado en muchos centros borracho de noche, y ninguno tan maravilloso como el de Puebla. Otra cosa que me gusta son los tacos árabes, es mi comida favorita, es un taco delicioso y aparte es el papá de los tacos al pastor.  

No me gusta todavía este apego tan grande que tiene el poblano a la religión, son ultra católicos, son de derecha, conservadores. Otra es… esto del público poblano, es complicado, no es como el público de otras ciudades que se parten la madre por su escena contracultural, aquí está muy segmentado y aparte no son tan apasionados. Sí hay banda, hay público acérrimo, pero, por ejemplo, en Ciudad de México hay una pasión por la música de otro tenor. Aquí en Puebla la hay, pero no a esas magnitudes, somos más parcos, tibios…

Si Iván García fuera una película, ¿cuál crees que sería el género y de qué trataría la trama?

Me gusta mucho el terror, pero por lo cursi y romántico que soy, me gustaría ser una película de Jim Jarmusch, algo en blanco y negro, que tenga tragos, taxis, ciudad, y algo terrorífico por ahí, algo de novela negra.


Las criaturas de John Carpenter



Jorge Tadeo Vargas |

 

“Hay dos historias diferentes del horror, las que hablan del interior y las que hablan del exterior”.
John Carpenter

A Rocío, en el presente y el futuro.

 

Hablar de la historia del cine de terror, es hablar de John Carpenter y la enorme influencia que son sus películas y su estilo. Mas allá del género en que se popularizó, es un referente importante en la historia de la cinematografía pero no solo por su capacidad para contar historias y crear personajes, sino también por lo que aportó en la música, específicamente para el séptimo arte.

Si bien Carpenter ha dicho en muchas entrevistas que su llegada al cine la hizo pensando en hacer películas western, influenciado por directores como Howard Hawks y John Ford entre otros, fue el cine de terror el que le permitió ser la leyenda que es a la fecha y esto inicia con Halloween (1978) que junto a Friday the 13th (1980) dirigida por Sean S. Cunningham y A Nigthmare On Elm Street (1984) de Wes Craven, popularizaron el subgénero de los asesinos seriales sobrenaturales, donde al ser la primera, Halloween revoluciona el cine para permitir que las otras dos lleguen a cimentarlo.

El mérito de Halloween no es solo que fue el inicio de este subgénero, sino que el estilo narrativo, la estética visual iban más allá de una película para adolescentes, como han clasificado a estas producciones muchos críticos, sino que tomando muchos elementos del suspenso hitchcockiano, con influencias del cine de John Ford, se va perfilando el estilo de dirigir que a la fecha es reconocido a nivel mundial.

Carpenter llega a la industria -aunque siempre se mantuvo en los márgenes, en la frontera- con una actitud de confrontación con los grandes estudios y la idea hegemónica de cómo comercializar sus películas antes de pensar en lo que quería contar, por lo que siempre se mantuvo como un marginal al cual no se le otorgaba mucho presupuesto a la hora de filmar, fue así que entendió que tenía que hacer lo posible para que sus películas llegaran a buen fin con poco presupuesto por lo que su estilo se fue desarrollando desde un minimalismo visual que a la fecha es reconocido y a la fecha es influencia para muchos directores.


Si bien Halloween es la película que lo llevo a la fama, no fue la primera; después de algunos cortometrajes donde esa mezcla de ciencia ficción y terror que manejó en muchos de sus filmes se fue gestando hasta llegar a su ópera prima Dark Star (1974), una especie de space opera con mucha influencia del western a la cual no le fue muy bien en su momento, pero con el paso de los años se ha ido posicionando como una parodia a esa idea de la inteligencia artificial que en esos años puso tan de moda Stanley Kubrick cuando adaptó 2001: odisea del espacio, la novela de Arthur C. Clarke.

En su segundo filme Assault On Precinct 13 (1976) toma la decisión de mezclar dos de sus películas favoritas para narrar una historia de acción. Aquí vemos la influencia de Rio Bravo (1959) de Howard Hawks y de George Romero con su Night of the Living Dead (1968). Esta película a la fecha es considerada como una de las mejores películas en su genero de todos los tiempos.

Esto le permite que Halloween, que es una mezcla de terror, gore y noir, revolucione el género y así comienza una nueva etapa en su carrera, llegando a convertirse en un referente del cine de la década de los ochenta con películas icónicas como The Fog (1980), el western distópico Escape from New York (1981) y The Thing (1982), la cual pudo haber acabado con su carrera ya que la crítica en ese momento no la entendió usando calificativos como  “la peor película jamás filmada” o “lo más repulsivo que se ha hecho”; sin embargo al llegar al video, se convirtió en un filme de culto apuntalando la filmografía de Carpenter e iniciando lo que al paso de los años se conoce como la Trilogía del Apocalipsis. Esta “redención” que le dieron sus fans, le permitió que los grandes estudios apostaran por él para dirigir la adaptación de la novela de Stephen King, Christine (1983) y la crítica a los superhéroes de mallas con Starman (1984).

En 1986 regresa al cine de acción, esta vez mezclado con comedia y junto a Kurt Russell, su actor fetiche de esa década,  filma Big Trouble in Little China, un fracaso taquillero pero que como con casi todas las películas de Carpenter, con el tiempo ha pasado a considerarse de culto. Cabe mencionar que a pesar de ser una comedia ligera con toques de acción, la firma minimalista incluso en la música está muy presente, por lo que de nuevo hablamos de un filme lleno de guiños al western y al noir.

Con Prince of Darkness (1987) le da cuerpo a la Trilogía del Apocalipsis que terminaría con In the Mouth of Madness (1995), regresando a ese terror mezclado con suspenso detectivesco en el que se siente más cómodo. Esta es posiblemente su película más exitosa comercialmente hablando de toda la década de los ochenta, sin embargo si una película deja muy claro quien es Carpenter es They Live (1988) donde aprovecha las libertades que tiene para hacer una crítica directa a la industria del cine, de la publicidad, al consumismo y al capitalismo en general.

Con esta obra se posiciona como un director crítico, transgresor y muchos comienza a buscar un doble sentido en sus filmes, cosa que esta muy presente en todos ellos. Más allá de la búsqueda de una crítica social, lo que Carpenter hace es presentar a sus personajes desde el horror y todas las formas en que se puede traducir, desde las pesadillas más oscuras, hasta la maldad más tangible.

En la década de los noventa a diferencia de la anterior donde dirigía una película por año, su producción es menor, sin embargo es en estos años cuando filma In the Mouth of MadnessVillage of the Damned (1995) -que puede ser su película más elegante y fina visualmente hablando, además de contar con una historia bastante buena, que la convirtió de inmediato en una película de culto- y termina con Vampires (1998), una reinvención del género de vampiros, llevándolo al western moderno, caótico, desordenado, que al paso de los años se convertiría en uno de sus clásicos. Un filme que le quita todo elemento oscuro/gótico para darle una nueva maquillada mucho más violenta y salvaje.

En el siglo XXI su producción ha sido intermitente, dedicándose más a la enseñanza que a la dirección, debido a un hartazgo por los giros que ha dado la industria en las ultimas décadas, incluido el cine independiente donde directores como él no tiene mucha cabida. Su estilo minimalista, es parte de la historia pero no del hoy.

Más allá de su legado cinematográfico, Carpenter ha dejado historia en la música y esto merece todo un apartado a revisar.

Aunque el discurso oficial dice que él componía y grababa sus propios soundtracks debido al bajo presupuesto con el que contaba, al escuchar las piezas musicales queda claro que es un poco engañoso, gran parte se debe por el control creativo que siempre ha querido llevar en sus películas, al tener muy claro qué tipo de música debe de sonar en determinado momento, además que sus influencias son atípicas por lo que para él fue importante dejarlas plasmadas como un todo. Es así como las piezas ensamblan de forma perfecta en las imágenes que trasmite, creando atmósferas simples a la vez que repetitivas, utilizando un simple sintetizador, así estas piezas se convirtieron en parte de su sello cinematográfico.

Pero no solo compuso música para sus películas, también participó en otras e hizo colaboraciones con otros compositores e incluso, llegó a trabajar con bandas de metal como Anthrax, quienes forman parte del soundtrack de Gosth of Mars (2001); es tan grande su influencia musical que hay dos discos tributos por bandas metaleras a las canciones que compuso y grabó para sus películas.

Carpenter tiene claro que el cine es una forma de entretenimiento que está en constante evolución y que muchas veces dicha evolución está inducida por la propia industria y sus mecanismos de propaganda comercial, por lo que en todos los años que se dedicó de lleno a la dirección se mantuvo en permanente conflicto con los grandes estudios, pues no se identifica como un cineasta de género, sino como un contador de historias, es parte de esa generación de directores que están en extinción (o ya extintos), que han dejado un legado mucho más importante que la figura que representan, es decir, su filmografía. Fue capaz de retratar la maldad en todo su esplendor, desde un asesino serial inmortal hasta esas pesadillas en las que intentamos no pensar cuando estamos despiertos.


Desde el exilio en Ankh-Morpork

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas
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